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Sobre la insostenibilidad del comercio de aleta

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No soy buen traductor, pero creo que merece la pena arriesgarse para colaborar (modestamente) desde este Blog en la difusión de una carta tan clara y contundente sobre el tema del comercio mundial de aleta de tiburón y los mezquinos tejemanejes del CITES. Apareció el pasado 29 de mayo en la web del White Shark Conservation Trust y está firmada por un amplio elenco de científicos e investigadores de gran prestigio internacional (en el link aparece la lista con sus credenciales completas). A los más "tiburoneros" os sonarán unos cuantos nombres. Por supuesto, viene que ni al pelo en estos días en que acabamos de conocer la autorización del gobierno (es un decir) de Canarias para la instalación de un secadero "artesano" de aletas de tiburón en Arico. Y desde luego, recordando que España, con Galicia a la cabeza (ver aquí, para un informe más completo), es la tercera potencia mundial en la pesca de elasmobranquios (tiburones y rayas) y suministro de aleta para el mercado asiático.

CARTA ABIERTA SOBRE LA INSOSTENIBILIDAD DEL ALETEO DE TIBURONES

Como organización conservacionista, queremos expresar nuestra preocupación por las últimas informaciones erróneas perpetuadas por los medios de comunicación nacionales e internacionales asegurando que el comercio de aleta de tiburón es sostenible. La realidad es que en su mayor parte este gigantesco mercado no está ni gestionado ni controlado, y que la industria de la aleta en Asia apenas juega papel alguno en la ordenación de las pesquerías de los países que se dedican a la captura del tiburón, Nueva Zelanda incluída. El lento crecimiento y las tasas reproductivas de los tiburones los hacen extremadamente vulnerables a la sobreexplotación. Dado que sólo un pequeño porcentaje de las naciones pesqueras dispone de algún tipo de plan de gestión vigente, la afirmación de que el mercado de aleta es sostenible no se basa en los hechos.
A pesar de las alegaciones en sentido contrario por parte de los Ministerios de Pesca de todo el mundo, existen abundantes pruebas científicas de que las poblaciones de muchas especies de tiburones están en declive, siendo el mercado de aleta un motor importante. Existe un sólido consenso científico en que muchos tiburones, y por supuesto otros peces cartilaginosos como las rayas o las pastinacas, se encuentran en graves dificultades, y cada vez hay más evidencias de que esto podría estar causando alteraciones más amplias en los ecosistemas marinos.
Los abajo firmantes consideramos que, en interés tanto del entorno oceánico global como de la gente que depende de los ecosistemas marinos saludables, las autoridades competentes deberían ser informadas de todas las circunstancias que rodean el tema de la aleta de tiburón, muy particularmente que:
El comercio de aleta de tiburón, actualmente, NO es sostenible. Investigaciones avaladas por la comunidad científica han demostrado que en el año 2000 las aletas de decenas de millones de tiburones pasaron por el mercado de aleta. Desde entonces no existen estimaciones precisas del volumen de mercado así como del correspondiente número de tiburones muertos, por lo que es imposible afirmar que el comercio es sostenible, tal como hace la industria. Se han registrado disminuciones de las poblaciones de tiburones en todo el mundo, y muchas zonas -como por ejemplo el Caribe- están gravemente afectadas. Poblaciones individuales, como la del jaquetón oceánico del Golfo de México y las cornudas del Mediterráneo, han experimentado graves declives. Estas estadísticas no son simples especulaciones, sino que están basadas en análisis publicados en revistas académicas.
Las aletas son, de lejos, la parte más valiosa de los tiburones, lo cual fomenta el que muchas pesquerías se dediquen a ellos, o que se los queden incluso cuando son capturados accidentalmente en vez de devolverlos al mar con vida. Por tanto debería considerarse el comercio de aleta como un motor fundamental de las actividades de pesca de tiburón a nivel global, las cuales a menudo no están ordenadas y se llevan a cabo de forma insostenible.
La Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Sivestres (CITES -siglas en inglés de Convention on International Trade of Endangered Species of Wild Fauna and Flora) de las Naciones Unidas NO protege debidamente a las especies de tiburones que están en peligro. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN -siglas en inglés de International Union for Conservation of Nature and Natural Resources) incluye en su Lista Roja de Especies Amenazadas a 82 especies de tiburones con el estatus de Vulnerable, En peligro o En peligro crítico. Sin embargo, el CITES regula el comercio de tan sólo tres de estas especies amenazadas. A pesar de cumplir con los criterios científicos para ser incluidas en las listas, a numerosas especies de tiburones se les ha negado la protección del CITES porque los juegos políticos han impedido que recibiesen los dos tercios de los votos necesarios para su inclusión en la lista CITES. Un número bastante mayor de especies son consideradas como amenazadas por determinados países o por organizaciones regionales de ordenación pesquera, y en consecuencia prohibidas. El CITES suele ir por detrás de los organismos regionales debido al requisito de la mayoría de 2/3, por lo que no debería ser utilizado como referencia para establecer si una especie está amenazada o no.
En resumen, el número abrumador de datos científicos justifica la necesidad urgente de centrarse en estrategias adecuadas de gestión y conservación en vez de mantener los niveles insostenibles de pesca. Considerando que los tiburones juegan un papel importante en el mantenimiento del delicado equilibrio de los ecosistemas marinos del planeta y que muchas especies se encuentran ahora mismo amenazadas o casi amenazadas de extinción, disponemos de una oportunidad única para incidir significativamente en un asunto de importancia global ayudando a regular el creciente comercio internacional de aletas de tiburón.

Atentamente,


Dr. Gregor Caillet,  Dr. Jeffrey C. Carrier, Dr. Demian D. F. Chapman, Dr. William Cheung, Dr. Phlippe Cury, Dr. Toby S. Daly EngelDr. Michael L. Domeier, Giuseppe Notarbartolo di Sciara, Kevin, Feldheim, Francesco Ferretti, Dr. Andrew B. Gill, Eileen D. Grogan, Dr. Samuel H. Gruber, George J. Guillen, Dr. Richard L. H Haedrich, Dr. Neil Hammerschlag, Dr. Michael Heithaus, Dr. Mauricio Hoyos Padilla, Dr. Robert Hueter, DR. Charlie Huveneers, D. Salvador Jorgensen, Dr. Stephen M. Kajiura, Dr. Steven Kessel, Vivian Lam, Dra. Agnès Le Port, Dr. Richard Lund, Dr. John W. Mandelman, Dr. Mikki McComb-Kobza, Dr. John E. McCosker, Dr. Henry F. Mollet, Dr. Elliott A. Norse, Dr. Jill A. Olin, Dr. Daniel Pauly, Prof. Ellen K. Pikitch, Dra. Yvonne Sadovy, Dr. Carl Safina, Dr. Bernard Séret, Dr. John Stevens, Dr. Tracey Sutton, Dr. Boris Worm

Aletas en la lonja de Vigo (gracias a Raquel García Canosa, que acaba de enviarnos estas y otras imágenes).

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Peregrino (Cetorhinus maximus) - Segunda parte

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Foto: Nick Caloyianis (National Geographic)
El peregrino no es un tiburón esquivo. No parece rechazar la proximidad de las personas, ni en superficie ni bajo el agua, excepto cuando se ve acorralado o molestado. Bien al contrario, en ocasiones su curiosidad le empuja a convertirse él mismo en audaz observador que no duda en aproximarse a un kayak o a un buceador, dar un par de vueltas a su alrededor para estudiarlos con detenimiento, incluso seguirlos durante un trecho, antes de regresar a sus asuntos, infinitamente más interesantes. Se les puede ver nadando pachorrones o retozando plácida y perezosamente cerca de la superficie, a veces panza arriba, particularmente en aquellos lugares donde suelen concentrarse, como en el extremo suroeste de Inglaterra y en el mar de Irlanda en primavera y verano. De ahí su nombre en inglés: basking shark (el verbo bask significa 'tomar el sol, solazarse o disfrutar de algo') o sun fish ('pez del sol'). Sin embargo, paradójicamente, es muy poco lo que sabemos sobre el comportamiento y estructura social de este pacífico gigantón.

Peregrinos en el Golfo de Maine
Los peregrinos aparecen en solitario, en parejas, en tríos o formando cardúmenes que en ocasiones pueden llegar a superar los 500 individuos, aunque por desgracia esto aquí no pasa: en aguas de Galicia la inmensa mayoría de avistamientos, por no decir todos, han sido de ejemplares aislados. Pero en fin, dentro de lo malo, consolémonos con el hecho de que a un par de horas escasas de avión, y con un poco de suerte si la temporada es propicia, quizá podamos ver unos cuantos (y ya de paso aprender inglés formando parte de alguno de los retenes de voluntarios que se despliegan en determinados puntos estratégicos de la costa -una excusa como cualquier otra para huir de este país). Porque, en efecto, ha habido temporadas flojas, con registros más bien discretos; pero otras, en cambio, han resultado sencillamente espectaculares. A mediados de mayo de 1998 un grupo de más de 500 individuos apareció en punta Lizard, el extremo más meridional de Inglaterra. Dicen que el banco era tan denso que los pesqueros pusieron rumbo a puerto ante el peligro de sufrir daños por una colisión. Casi diez años antes, en junio de 1989, durante unos días de calor y tiempo apacible, tres inmensos bancos se congregaron en las cercanías de la isla de Man. Ocupaban un área de más de 15 km y su séquito estaba compuesto por "millones de medusas", un zorro (Alopias vulpinus) y un grupo de cazones (Galeorhinus galeus). Un cardumen de más de 50 individuos incluso entró en el puerto de Peel llegando a pocos metros de la orilla. Había tiburones de ambos sexos y diferentes tallas: los pescadores calcularon que las hembras medían entre 6 y 7,5 m; un ejemplar pasó al lado de un queche de 12 m, y sus tripulantes pudieron comprobar que barco y tiburón eran más o menos del mismo tamaño. La mayor parte de los peregrinos nadaba lentamente, alimentándose (su bocas abiertas, cerrándose de vez en cuando con parsimonia, eran claramente visibles bajo la superficie); algunos se dedicaban a pegar saltos fuera del agua; otros formaban pequeños grupos que nadaban en círculos, uno detrás del otro; un enorme ejemplar de unos 11 m, posiblemente una hembra, era seguido por tres tiburones más pequeños que se iban colocando a su lado y junto con ella giraban sobre si mismos (1).

¿La monstruosa serpiente marina de las leyendas?
Comportamiento social: Estas y otras muchas observaciones y testimonios han permitido detectar ciertas pautas de comportamiento social en el peregrino, y una suerte de elementos gestuales significativos, es decir, con finalidad comunicativa. Pero ¿hasta qué punto es así? ¿Hasta qué punto todo ello conforma algún tipo de "lenguaje", dicho sea con todas las comillas que merece un asunto tan delicado? De momento es difícil saberlo. Hay numerosos estudios en marcha basados tanto en la observación directa de comportamiento grupal, como en el marcado y seguimiento de individuos, etc., de manera quizá no tardaremos en obtener algún dato más. De momento, la única certeza es que estos animales adoptan unos patrones de comportamiento recurrentes que incluso han sido ya catalogados. Tenemos el tandem swimming: dos o más individuos en fila india nadando conjuntadamente bien en linea recta, bien en círculos, en lo que posiblemente se trate de una ceremonia de cortejo; el parallel swimming: individuos nadando en paralelo, a veces deteniéndose en paradas más o menos prolongadas o stalling; tres tiburones nadando en formación de "V" mientras se alimentan; y por supuesto los espectaculares saltos o breaching, en los que el cuerpo del tiburón sale total o parcialmente por encima de la superficie. Tradicionalmente se pensaba que lo hacían para desembarazarse de molestos ectoparásitos como las lampreas de mar que, aunque es difícil que logren atravesar la dura piel del animal, cubierta de fortísimos dentículos dérmicos, sí que pueden resultar un verdadero incordio; pero gana terreno la tesis de que tal vez tengan algún tipo de función relacionada con la reproducción, pues normalmente este tipo de comportamiento se produce cuando se forman grupos grandes en los que se desarrolla alguna ceremonia de cortejo (aparte está el hecho de que los saltos exigen un gasto energético demasiado elevado para tan poca recompensa). Un tiburón puede, sin previo aviso aparente, realizar tres o más saltos consecutivos cada treinta segundos aproximadamente mientras el resto de sus congéneres se están tan tranquilos en el agua... Con lo que es más que recomendable para todo frágil ser humano que se encuentre en las inmediaciones apartarse lo más lejos y rápido posible, si bien sólo ha habido, que se sepa, tres víctimas mortales causados por el breaching: ocurrió antes de la Segunda Guerra Mundial en el Firth of Clyde, Escocia, cuando un tiburón cayó sobre una barca, la volcó y sus tres tripulantes murieron ahogados.

Foto: Stiofan O'Connor (Pelagic Shark Research Foundation)
Comportamiento migratorio: Hasta hace poco predominaba la opinión de que, pasada la temporada estival, los peregrinos se alejaban hacia aguas profundas oceánicas para hibernar. Varias circunstancias parecían apoyar esta teoría: su más o menos repentina desaparición de las costas durante ese periodo; el que el peso del hígado de individuos capturados en primavera fuese menor que el de los capturados en otoño, lo cual era indicio de la suspensión de toda actividad trófica activa (el animal recurriría entonces a la energía almacenada en él durante la temporada); o la pérdida de las branquispinas, lo cual les impediría continuar con su actividad filtradora habitual. Pues bien, nada más lejos. Los resultados de estudios y seguimientos por satélite han demostrado que en realidad los peregrinos están activos durante todo el año, realizando continuas migraciones verticales y horizontales, algunas de éstas de varios miles de kilómetros, con fines tróficos y, quizá, reproductivos. Los peregrinos pasan el invierno en aguas profundas normalmente hasta los 900 m, en donde se alimentarían de pequeños invertebrados y comunidades planctónicas en cuya captura las branquispinas no parecen ser estrictamente necesarias, de ahí que poco a poco se vayan desprendiendo para volver a crecer llegada la primavera. 

Un trabajo publicado en 2008 (2) demostró por vez primera la existencia de migraciones transatlánticas: la etiqueta de una hembra marcada en la isla de Man había sido recuperada en Terranova; los datos que almacenaba revelaron que su intrépida dueña había recorrido nada menos que 9589 km en horizontal y llegado hasta los 1200 m de profundidad. Al año siguiente, otro trabajo, éste dirigido por Gregory Skomal (3), demostraba que los movimientos migratorios de los peregrinos del otro lado del Atlántico eran radicalmente diferentes de los de sus primos europeos. Skomal y su equipo habían colocado 25 etiquetas por satélite en individuos de la costa de Massachusetts: al cabo de un tiempo, una de ellas empezó a transmitir desde Florida (lo esperable); pero después otra se soltó a la altura de la fosa de las Caimán, ¡en pleno Caribe! (los científicos se frotaban los ojos); y no bien se hubieron cerciorado de que no había viajado a bordo de un pesquero, cuando comenzaron a recibir transmisiones desde la costa del Brasil, es decir, ¡del otro lado del Ecuador! No se lo podían creer: sus tiburones migraban hacia el sur, desde las aguas templadas del Atlántico noroccidental hasta las costas de Sudamérica cruzando la barrera cálida de las Bahamas y el Caribe. El truco: en las aguas de temperatura más elevada, los peregrinos descendían hasta la zona mesopelágica, donde podían permanecer desde semanas a meses. 
El objetivo ahora es determinar si la finalidad de esta migración es trófica, reproductora o tal vez una combinación de ambas. 
Evidentemente queda mucho por saber. Pero lo que estos estudios han demostrado de manera rotunda y clara es la necesidad de desarrollar estrategias de conservación no sólo en el ámbito local, sino a nivel global. 

Falmouth Bay, Cornwall (Getty Images/Photolibrary RM)
Estatus: Las poblaciones del Pacífico Norte y Atlántico Nororiental (o sea, el nuestro) están incluidas en la Lista Roja de la IUCN con el estatus de En peligro; las demás, con el de Vulnerable. El CITES, por su parte, incluye al peregrino en su Apéndice II, donde figuran aquellas especies que a su modo de ver todavía no se encuentran en peligro de extinción pero cuyo comercio debe ser estrictamente controlado para garantizar su supervivencia (de más está decir que la docta opinión del CITES está tan inspirada en el rigor de los estudios científicos como este Blog en los escritos piadosos de Santa Teresita de Lisieux, Doctora de la Iglesia). También aparece en los Apéndices I y II de la CMS (Convention on Migratory Species, Convención sobre la conservación de especies migratorias), donde se incluyen, respectivamente, las especies con protección estricta y las especies migratorias que requieren acuerdos de cooperación en el marco de la CMS. La UNCLOS (siglas de United Nations Convention on the Law of the Sea, Convención de las Naciones Unidas sobre el derecho del mar) incluye al peregrino en su Anexo I de especies altamente migratorias, lo cual obliga a las naciones pesqueras a cooperar en su protección, dentro y fuera de sus zonas económicas exclusivas, bajo la gestión de algún organismo internacional como puede ser el ICCAT (recordemos que los acuerdos bajo el UNCLOS son vinculantes aunque no se cumplan, como suele ser lo habitual).  

En Europa, el Cetorhinus maximus está protegido tanto por leyes comunitarias como nacionales. Así por ejemplo, las poblaciones mediterráneas están protegidas por convenios como el OSPAR, el Convenio de Barcelona y el Convenio de Berna (Anexo II); en el Reino Unido, la Wildlife and Countryside Act prohíbe la captura y todo tipo de acoso dentro de sus 12 millas. 
Al fin, en el año 2006 se aprobó el Reglamento (CE) No. 1782/2006 del Consejo de 20 de noviembre por el que se modificaban los Reglamentos (CE) No. 51/2006 y (CE) No. 2270/2004, "en lo que atañe a las posibilidades de pesca y las condiciones asociadas a determinadas poblaciones de peces", de tal manera que se prohíbe a los buques comunitarios capturar, mantener a bordo, transbordar y desembarcar, en todas las aguas comunitarias y no comunitarias, tanto al peregrino como al tiburón blanco (Carcharodon carcharias) (4); reglamento que también afecta a los buques no comunitarios en aguas europeas.

Cariño, 18-III-2010 (Foto: La Voz de Galicia)
Peregrinos en peligro: Pese a toda esta espesa sopa de letras y tropezones, todavía seguimos encontrándonos con casos sangrantes. En 2007 se detectaban mediante análisis de ADN aletas de peregrino en mercados no sólo asiáticos (como Hong Kong, Japón), sino en los mismísimos EEUU. Pero es que una sola aleta bien hermosota alcanza precios desorbitados en el mercado negro, y también en el no tan negro: en 1999 se pagaron 10.000 y 20.000 dólares americanos por las enormes dorsal y pectorales de un peregrino (5). ¿Quién puede resistirse a eso? 
Por si fuera poco, pese a las estrictas medidas de protección adoptadas por EEUU y Canadá, las poblaciones del Pacífico Nororiental nunca se han recuperado de la presión pesquera a la que fueron sometidas en el pasado siglo, por lo que en 2010 el NOAA National Marine Fisheries Service estadounidense declaró al tiburón peregrino Species of Concern ('Especie de especial preocupación') (6).

En el siglo XX el tiburón peregrino fue objeto de una salvaje pesca intensiva por parte de las flotas de diferentes países (el "arte" empleado con más frecuencia era, como os podéis imaginar, el arpón). Del tiburón se aprovechaba todo: la carne y las aletas para consumo humano y lo sobrante para la fabricación de piensos; la piel para cuero, etc. Pero lo más valioso era su enorme hígado (llega a representar la cuarta parte del peso corporal total del animal), muy rico en escualeno y otros hidrocarburos que se usaban como lubricante para la maquinaria, como combustible para las lámparas, etc. Pero todo aquello acabó súbitamente. Todos los datos de que disponemos revelan un patrón evolutivo común a todas aquellas pesquerías: un crecimiento espectacular de las capturas (el peregrino es sumamente manso y fácil de arponear) seguido de un colapso no menos espectacular que condujo invariablemente a su cierre: habían dejado de ser rentables dada la escasez de capturas. Así sucedió con la tristemente famosa industria del peregrino de Achill Island, Irlanda, que entre 1947 y 1975 acabó con más de 12.000 ejemplares (7). 
A modo de anécdota, estos tiburones también se utilizaron como dianas para las prácticas de tiro de los cazas Hurricane desplegados en Escocia durante la Segunda Guerra Mundial.
Cazas Hurricane de la RAF sobrevolando la costa de Inglaterra

Vale insistir en ello: el peregrino, como ya hemos visto en la primera parte de este largo artículo, tiene una tasa reproductiva muy baja (larguísimos periodos de maduración sexual y de gestación, escaso número de crías, probablemente baja fecundidad), y ello lo convierte en una especie extremadamente vulnerable a cualquier tipo de explotación pesquera.

Volviendo al aquí y ahora, todavía en 2007 los portugueses declaraban 11 toneladas de peregrinos capturados tanto en sus costas como mar adentro. Igualmente, Noruega ese mismo año declaraba 65 toneladas obtenidas en su mayor parte en el archipiélago de Lofoten. En 2009 hubo denuncias de desembarcos por parte de embarcaciones comunitarias en países como Grecia y España; por no mencionar aquella sonrojante anécdota ocurrida en diciembre de ese año cuando los clientes de un supermercado de Santander tuvieron la oportunidad de degustar unos filetitos de cría de Cetorhinus para la cena, como quien se toma un cochinillo de Segovia (8).

Amenazas: Actualmente, la mayor amenaza para el peregrino, como para el resto de tiburones, procede del disparatado incremento de la demanda de aleta por parte del mercado asiático, particularmente China, que ha hecho que los precios se disparen y que, en consecuencia, cada vez haya más gente dedicada a la pesca y comercio, legal y, sobre todo, ilegal. Y no sólo eso: cada vez es más frecuente que los ejemplares capturados accidentalmente no sean ya devueltos al mar con vida y enteros, sino con sus aletas previamente cercenadas.
Además de la aleta en sí, el aceite del voluminoso hígado del peregrino es extraordinariamente rico en vitamina A, y se usa para fabricar productos dietéticos, afrodisíacos (así como suena: parece que las ancestrales culturas orientales están bastante obsesionadas con el sexo, tanto o más que el Vaticano), y para la industria cosmética. El cartílago también se utiliza como base para suplementos vitamínicos, etc. de más que dudosa efectividad.

Resumiendo, las amenazas a las que se enfrenta el peregrino son:
  • Capturas accidentales e ilegales espoleadas por la demanda de aleta.
  • Muerte por asfixia al quedar atrapado en cabos y redes a la deriva.
  • Colisiones y accidentes con embarcaciones.
  • Trastornos de diverso grado causados por el acoso y hostigamiento muchas veces no intencionado por parte de bañistas curiosos, lanchas, motos acuáticas, etc. que no respetan el espacio vital del tiburón cuando al pobre bicho se le ocurre aparecer en un lugar muy transitado, como se muestra en esta fotografía tomada en Cornwall (años después de Tiburón, vamos aprendiendo que no todos los tiburones son bichos sanguinarios). Para evitar y demostrar nuestro respeto por estos animales conviene tener en cuenta unas mínimas normas como las que hemos señalado en un post anterior.


Y en fin. Hasta aquí llega este largo post que espero que no haya aburrido demasiado a quienes han tenido la paciencia de llegar hasta aquí. Sólo me gustaría añadir una última reflexión. Tenemos la inmensa fortuna de acoger en nuestras aguas al segundo pez más grande de todos los océanos. Un maravilloso y frágil gigantón que una y otra vez insiste en visitarnos, en recorrer nuestra desordenada geografía, y esto debería hacernos sentir orgullosos: orgullosos de lo que tenemos, pero al mismo tiempo conscientes de lo cerca que estamos de perderlo para siempre. Es como para pensárselo.

Foto: Barca Lema.
Esta fotografía fue tomada hace muy pocos días por una chica de Fisterra, Barca Lema, en la playa da Langosteira, al lado del pueblo. Eran las 17:20, hacía calor, el agua estaba helada, según cuenta (9), y por suerte llevaba consigo el bendito móvil, cuando vio, como surgidas de la nada, este par de aletas cruzando lentamente la superficie a escasos metros de la orilla.


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(1) Noticias recogidas en Michael Bright. Sharks. London: The Natural History Museum, 2002, pp. 80-82.
(2) M. A. Gore,  D. Rowat et al, 2008.
(3) Gregory Skomal, Stephen I. Zeeman et al, 2009. Ver también reportaje en Nature, mayo de 2009.
(4) Ver Reglamento.
(5) Leonard Compagno et al. Sharks of the World: An annotated and illustrated catalogue of shark species known to date. Volume 2: Bullhead, mackerel and carpet sharks (Heterodontiformes, Lamniformes and Orectolobiformes). Rome: FAO Species Catalogue for Fishery Purposes, 2002, p. 95.
(6) Science Daily, 8 de septiembre de 2010.
(7) Como curiosidad, esta reseña del ABC del 1 de septiembre de 1955:

"UN MOMENTO DE PELIGRO.- En las costas de Achill, en Irlanda, cuyos moradores se dedican muy especialmente a la pesca de escualos, varios pescadores, después de arrastrar hasta la orilla al pez, todavía con vida, tratan de salvar los obstáculos que al buen éxito de su empresa oponen los cercanos escollos y los coletazos del tiburón moribundo."
(8) Ver CRAM 1 y CRAM 2.
(9) Mi agradecimiento a Ubaldo Cerqueiro de la redacción del periódico digital de la Costa da Morte Qué pasa na Costa, quien amablemente se puso en contacto con Barca Lema para recabar más información e imágenes para este Blog.

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La caza del tiburón peregrino

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Embarcación noruega tradicional dedicada a la captura de peregrino. La franja negra de la cofa indica que también está autorizada para cazar ballenas.
Hace pocos días, cuando estaba a punto de terminar la segunda parte del largo pero merecido post sobre el peregrino, di por casualidad con una página noruega donde aparecía un pequeño reportaje sobre su pesca (1). Las imágenes que lo ilustraban me parecieron extraordinariamente elocuentes, pura historia, y pensé que venían que ni pintadas para completar todo el trabajo hecho (además, justamente Noruega fue el país con mayor número de capturas de toda Europa). De ahí este pequeño post, al que me hubiera gustado añadir algún tipo de información sobre la pesca del peregrino en Galicia, pero en una rápida mirada no he encontrado nada excepto esta breve referencia sacada del Blog de la SGHN de Ferrol (2):
Cazado con arpóns, especialmente deseñados para este animal e dos que quedan algúns exemplos en zonas como Bares.
Es más que probable que aquí también se capurasen peregrinos, como hicieron los portugueses hasta hace relativamente pocos años (3), teniendo en cuenta, además, que contábamos con una industria ballenera. Cuando tenga más datos, aquí los encontraréis.

La pesca del Cetorhinus maximus tiene una larga historia que se remonta hasta los siglos XVI y XVII, sobre todo en países como Gran Bretaña y Noruega. El método era similar al utilizado para cazar ballenas, totalmente artesanal y de ámbito costero: el arpón, lanzado a mano desde pequeñas lanchas sin cubierta procedentes de la cercana costa. Era un oficio duro y peligroso porque las sacudidas del animal podían destrozar embarcaciones, volcarlas, e incluso arrastrarlas hacia el fondo cuando se trataba de un ejemplar de gran tamaño. Pero el riesgo valía la pena: la carne, seca y salada, se aprovechaba para consumo humano; aunque sin duda la parte más importante del animal era su enorme hígado (puede representar hasta el 25% del peso total), extraordinariamente rico en aceites con infinidad de aplicaciones: combustible para lámparas, grasa, tratamiento del cuero, fabricación de pinturas, elaboración de diversos bálsamos y ungüentos, etc. De un solo hígado podían llegar a extraerse hasta 400 litros de aceite.

Barcos noruegos en el puerto danés de Skagen en 1971. Ese año fue especialmente bueno: bancos enormes aparecieron en el mar del Norte y en el estrecho de Skarregak, el que separa Noruega de la península de Jutlandia (Dinamarca).
Ya en el siglo XX, durante el periodo de entreguerras los noruegos dotaron a sus embarcaciones de motor y de cubierta, con lo cual su radio de acción pudo extenderse a mar abierto. Y para mejorar su eficacia y rendimiento le añadieron el cañón arponero. A mediados de siglo se disparó la demanda industrial del aceite de hígado, y con ella la definitiva expansión de la flota tradicional que se dedicaba a su captura (y no tan tradicional: muchos balleneros también empezaron cazar peregrinos), así como del número de países que se unieron a la fiesta. Se utilizaba el arpón, pero también las redes. Entre 1946-1986 las flotas noruega, escocesa e irlandesa acabaron con 77.204 tiburones, de los que sólo se aprovechaba el hígado y las aletas, que eran enviadas a Japón. El resto normalmente se desechaba.

Las capturas de la flota noruega alcanzaron dos picos importantes: en 1970, con 18.700 toneladas, y en 1975, con 18.352. A partir de ahí sufrieron un drástico y continuado descenso. En 1992 se recuperaron ligeramente hasta alcanzar las 3.658 toneladas; y en 1995 y 1996 cayeron hasta las 108 y 413 t, respectivamente. Entre 1989 y 1997 se descargaron aproximadamente 28.526 ejemplares. En 1999, el total de capturas globales registradas fue de 210 toneladas, siendo Nueva Zelanda, con 129 toneladas, y Noruega, con 77, los países con cifras más altas. (4)

La caza del tiburón peregrino solía desarrollarse de esta manera:

El barco se aproxima lentamente a un grupo de tiburones (en el centro abajo puede verse la punta del arpón en la proa). El peregrino es un animal pacífico y confiado, y tolera la proximidad de quienes van a convertirse en sus verdugos.

Demasiado cerca. Muchas veces hay que esperar a que el tiburón se sitúe en la posición y distancia adecuada para evitar daños al barco. Cinco metros serán suficientes.

El arponero apunta, dispara y acierta. El arpón se hunde en lomo de la víctima, que instintivamente se sumerge de inmediato.

La pelea es dura. El barco se zarandea con las sacudidas del animal cuando empiezan a virar para traerlo a superficie.

 El fin está cerca. Los golpes que el tiburón asesta con su poderosa cola son cada vez más débiles, pero siguen siendo peligrosos. En cubierta, un marinero espera a que asome la cabeza para darle el tiro de gracia.

Game over.

Se cortan las aletas y se extrae el hígado. El resto... se devuelve al mar.

A finales de los 80 bajó el precio del aceite de hígado y se produjo un importante descenso de la demanda. Todo ello, unido la escasez de capturas y al envejecimiento de la flota, supusieron el fin de esta pesquería, que recibió el tiro de gracia en 2006 con la aprobación de una normativa a nivel europeo que prohibía definitivamente la captura de peregrinos en aguas comunitarias.

Sin embargo, la antigua demanda de aceite ha sido sustituida por la infinitamente más poderosa y destructiva demanda de aleta por parte del boyante mercado chino para la elaboración de la famosa sopa, signo de lujo y distinción en los banquetes de una sociedad cada vez con mayor poder adquisitivo (y recordemos, una vez más, que la aleta en sí misma no sabe a nada, no aporta sabor alguno a la sopa, tan sólo una textura que puede lograrse por medio de otros productos; dicho de otro modo: el tiburón peregrino -así como la mayoría de las demás especies de tiburón- está al borde de la extinción a causa de un estúpido CAPRICHO de nuevos ricos).
El crecimiento de esta demanda parece no tener fin. De un solo ejemplar de tiburón peregrino se pueden sacar 90 kg de aleta; el kilo de aleta seca puede superar los $700... ¿Conclusión?


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(1) Fiskeri.no. Las fotografías fueron tomadas por Lorenz Rolfnes a bordo de su barco Vita en los años '70.
(2) Ver Blog da SGHN-Ferrol.
(3) Las cifras oficiales de Portugal indican capturas de una tonelada por año en 1987, 1994, 1995 y 1996.
(4) Ésta y todas las anteriores son cifras oficiales de la FAO: FAO Fisheries & Agriculture Department.

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La pesquería del peregrino en Galicia

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Playa de Porto de Bares.(foto: Munimara)
Lo prometido es deuda:

Porto de Bares, la playa más septentrional de la Península. Se encuentra a la entrada de la ría de O Barqueiro, recortada en el borde oriental del cabo de Estaca de Bares, que marca el límite del mar Cantábrico y el océano Atlántico. Desde el aire, recuerda la clásica imagen de la tabla de surf a la que un tiburón ha arrancado limpiamente un pedazo en forma de media luna. Es un perfecto arco de arena trazado a los pies del pueblo entre el Coído, el antiguo muelle de origen Romano (algunos dicen que Fenicio), y punta Almeiro. Una bellísima trampa mortal para los centenares de peregrinos que fueron cazados por los lugareños a lo largo de los escasos veinte años que duró la única pesquería que ha existido en Galicia dedicada exclusivamente a este tiburón (1).
Estaca de Bares

A comienzos de la II Guerra Mundial grupos de peregrinos comenzaron a acudir masivamente a este pequeño arenal. Llegaban de forma discontinua durante los meses de invierno y a comienzos de la primavera, de diciembre a febrero y en marzo. Al parecer, ni los más viejos del lugar recordaban una cosa así. Nadaban con la boca abierta, lo cual quería decir que venían a alimentarse, si bien muchos vecinos opinaban que en realidad lo que buscaban era deshacerse de las lampreas que llevaban pegadas a su cuerpo frotándose contra la arena.

Aunque en esta zona existía una tradición ballenera de siglos, nadie se había propuesto darles caza de manera sistemática, como ya se venía haciendo en países del norte de Europa como Irlanda, Gran Bretaña o Noruega. Hasta que un buen día del año 1943, un joven tuvo la ocurrencia de subirse a una chalana (2) con un arpón que había conseguido en una fábrica de salazón y con él dar muerte a uno de aquellos peixorros, como llamaban al Cetorhinus maximus, para abonar su leira de patatas. La cosa resultó más sencilla de lo esperado, puesto que cuando se le clavaba el arpón, el animal instintivamente se precipitaba hacia delante y buscaba sumergirse. Lo que en las costas del norte daba lugar a una larga y esforzada caza, aquí, en las aguas someras de la pequeña bahía, suponía una ventaja, ya que el animal quedaba atrapado en el banco de arena facilitando así su final. La playa era una especie de ratonera gigante.

Quizá todo habría quedado en una anécdota de un par de peregrinos muertos para abonar patatales, si no fuera porque una conservera local comenzó a comprar el aceite de sus hígados, que se utilizaba como combustible de lámparas y candiles, y además pagándolo muy bien, a 15 pesetas el litro, mucho dinero para la época. Comprensiblemente, muy pronto aparecieron más vendedores... y más compradores. Y cada vez más camiones partían cargados de bidones de aceite. "Un ejemplar adulto daba unos 3 bidones y medio de aceite. Esto es: unos 700 litros de óleo. Cada bidón se pagaba entre 3.000 y 4.000 pesetas del año 1943." El pueblo entero se había lanzado a la caza del peixorro.

Peixorro alimentándose.
La caza. Quienes, desde las zonas altas, primero advertían las siluetas de los peregrinos entrando en la playa daban aviso a todo el pueblo. Los hombres dejaban todo aquello que tenían entre manos y se apresuraban hacia las chalanas, que ya tenían preparadas con los arpones (normalmente dos: uno a proa y otro a popa, o ambos en la proa, unidos a la barca con un cabo). La regla era que quien primero clavase su arpón en un peixorro al grito de "meu!" automáticamente se convertía en su propietario. Si el tiburón era demasiado grande para que una sola chalana pudiese dominarlo, se pedía ayuda a otras, y entonces se dividían los beneficios. Hubo quien, antes de llegar a tal extremo, prefirió lanzarse sobre el lomo del animal para intentar rematarlo a cuchillo (ya se sabe, "locuras de juventud"). Como es natural, a mayor tamaño, mayor el esfuerzo requerido. Así, por ejemplo, fueron necesarios hasta siete arpones para acabar con un ejemplar de casi 8 m, el más grande de cuantos se recuerdan. No consta que haya habido ningún accidente fatal, aunque sí momentos de peligro:
Uno de los momentos más peligrosos [...] le sucedió a una chalana tras clavarle el arpón a un gran tiburón. El escualo, contra todo pronóstico, giró hacia mar abierto arrastrando a la chalana y a sus ocupantes cada vez más lejos, tal que pasando la isla "Coelleira" dieron todo por perdido y se lanzaron al agua con la esperanza de alcanzar tierra nadando. La chalana aparecería meses después. Se encontró en aguas del Golfo de Vizcaya.
Los dos primeros años, entre 1943 y 1945, cada chalana llevaba dos tripulantes, uno a los remos y el otro empuñando el arpón. A partir de entonces, hasta principios de los 60, pasó a ser uno solo, lo cual tenía la ventaja de la rapidez a la hora de ponerse en marcha para llegar a los tiburones antes que el vecino. Era una carrera contrarreloj de todos contra todos a veces con ciertas situaciones de tensión: 
...en plena carrera entre chalanas para cazar a un ejemplar, mientras un marinero remaba, su hermano situado en la proa gritaba "meu" mientras acertaba presurosamente con el arpón en las maderas de la propia chalana.
En los últimos tiempos, a principios de los años 60, cuando ya eran pocos los peregrinos que llegaban hasta aquí, en lugar de arpones empezaron a utilizarse redes fijas de alrededor de 15 m instaladas por cada familia a lo largo de la playa. Aunque muchas veces los tiburones tenían que ser rematados con el arpón.

Chalanas en la ría de O Barqueiro.
El arpón: En un primer momento el arpón utilizado era de una sola aleta, con 22 mm de diámetro y mango de madera. Pero enseguida fue sustituido por uno de dos aletas, un poco más resistente y con mejor agarre, que fue modificado adelantando hasta la punta la posición de las aletas (mejorando así su capacidad de agarre) y añadiéndole un mango de hierro para eliminar su flotabilidad.
A partir de este prototipo, ideado por Plácido Méndez, uno de los pioneros en la caza del peixorro (para algunos el iniciador, el joven que tuvo la idea de cazar el primer tiburón), y fabricado por un herrero de Viveiro, se utilizaron básicamente dos tipos de arpón: uno, el más resistente, construido íntegramente en acero, con mango de sección hexagonal de 22 mm de diámetro; y otro de hierro, con mango circular de 28 mm, más largo y pesado que el anterior, pero menos resistente (3).
 

El procesado: Cuando terminaba la pelea, llevaban el animal a tierra con unos ganchos, y ahí empezaba el imprescindible trabajo de las mujeres: para rematarlo, si todavía era necesario, despiezarlo y, fundamentalmente, extraer el valioso aceite de su enorme hígado, muy rico en hidrocarburos (principalmente escualeno) de muy variada aplicación: carburante para lámparas, como hemos señalado, lubricante para maquinaria y también para la fabricación de cosméticos y diversos fármacos.
El hígado se troceaba y se llevaba a casa, donde se cocía a fuego lento en toneles metálicos. Al ser menos denso que el agua, el aceite subía a la superficie y entonces se iba recogiendo con un cazo para introducirlo en un bidón a través de un embudo en el que se colocaba un paño para colarlo. Los restos que quedaban en él y los que se recogían del fondo del tonel todavía tenían aceite y se utilizaban para impermeabilizar las juntas de madera de las casas.
El resto del tiburón o bien se vendía a algunas industrias para consumo humano, sobre todo al principio, o bien se usaba como abono para los campos. Y como esto último no se puede hacer con frecuencia, sucedía que "... a veces, los restos de los escualos se descomponían en la playa sin que, dato curioso, las moscas se acercaran a ellos".

La pesquería del peregrino en Porto de Bares fue efímera, como todas. De pronto eran muy pocos los tiburones que llegaban, luego ninguno. La bajísima tasa reproductiva de esta especie la hace extremadamente vulnerable a la pesca, tanto a la intensiva como a la no intensiva. 
No existen cifras ni estadísticas sobre el número de capturas realizadas a lo largo de casi dos décadas de caza intensiva y será difícil conseguirlas en el futuro, "bien porque los propios pescadores no llevaron cuentas o porque las empresas (que si anotaban las cantidades de aceite) hace años que cerraron". Lo único que parece claro es que fueron centenares los animales sacrificados (llegaron a cazarse hasta 14 en un solo día) truncando de este modo quién sabe cuántas generaciones.

Parece difícil que aquellos años de bonanza vuelvan a repetirse, que los peixorros retornen masivamente a este bellísimo lugar. Por un lado, hemos dejado muy pocos. Por otro, muchas cosas han cambiado desde entonces, y no para mejor. El propio Océano ya no es el mismo, y con toda probabilidad no volverá a serlo: lo hemos empujado a un camino sin retorno (seguimos haciéndolo) y, lo más terrible, sin pararnos a pensar que acabaremos arrastrados por él. Extraño destino para un ser que se autoproclama racional.

Porto de Bares con el islote Coelleira al fondo.


UNA NOTA FINAL de agradecimiento a Rafael Bañón, quien tuvo la amabilidad de enviarme, desinteresadamente, el valiosísimo artículo de Evaristo Alfaya sobre la pesquería del peregrino en Galicia en el que me he basado para redactar este post (en realidad, un mal resumen al que he añadido unas fotografías y sazonado con cuatro cositas propias). La referencia completa es: Evaristo Alfaya. "La pesquería de tiburones Peregrinos en Galicia." Industrias pesqueras, nº 1747 (2000), pp. 14-17. A él corresponden todas las citas y entrecomillados.

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(1) "Aunque en algunas localidades balleneras se complementaba dicha actividad con la captura de tiburones Peregrinos, como así lo atestigua el ejemplar documentado en una factoría ballenera en Ponteceso en el año 1945, no se puede hablar en dichos casos de una pesquería propiamente dicha...".
(2) La chalana es una pequeña barca de fondo plano, proa en ángulo y popa cuadrada, de 3 a 4 metros de longitud.
(3) "No hay hoy en día casa en "Porto de Bares" que no se precie en conservar al menos un par de estos arpones de dos aletas." De los primeros, los de una sola aleta, sigue diciendo el artículo, se conserva uno en el Museo do Mar de San Cibrao. Si alguien consigue una fotografía, con mucho gusto la incluiré en este post.

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Bruja (Scymnodon ringens)

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Ejemplar desembarcado en Viana do Castelo en mayo del 2003 (Foto: APECE)

Bruja

Scymnodon ringens (Bocage & Capello, 1864)

(es. Bruja, negra, alital; gal. Tiburón bruxa; in. Knifetooth Dogfish; port. Arreganhada.)

Orden: Squaliformes
Familia: Somniosidae


Unos dicen que el tiburón blanco, otros, que el jaquetón toro; los hay que optan por el tiburón tigre, y los hay que se quedan con el temible longimanus... Y tal vez todos tengan razón, o ninguno: todos ellos son especies que ciertamente imponen respeto. Pero ante esta imagen, qué queréis que os diga, particularmente doy gracias al cielo de que este bicho que traemos hoy no sobrepasa el metro: me encuentro algo así bajo el agua, con un tamaño de 3, 4 o 5 m, y después de irme por la pata abajo, si salgo vivo, me mudo a las montañas y abro un blog sobre gorriones. Menudo bicho, menuda boca y menudos dientes (no en vano su nombre en inglés puede traducirse como 'mielga de dientes de cuchillo'), bajo la mirada de ese enorme ojo verde, observándote con desapasionado interés...

Descripción: Como todos los squaliformes, la bruja carece de aleta anal. Tiene una cabeza grandota, con un morro corto y ancho ligeramente terminado en punta. La boca es muy grande y arqueada, de labios carnosos, y una forma que recuerda vagamente a una "M". Los espiráculos, situados muy cerca de los ojos, justo detrás, son grandes y de forma circular. Los ojos son también grandes, ovalados y de color verde fosforescente, como muchas especies de aguas profundas. Las narinas están en posición adelantada.
Las aletas dorsales son pequeñas, de ápice redondeado, y tienen una pequeña espina poco prominente. La segunda dorsal es mayor que la primera y está muy próxima a la caudal. Las pectorales son cortas y redondeadas. Las pélvicas, en cambio, son más grandes que las dorsales y que las pectorales. La aleta caudal es asimétrica, de lóbulo inferior indiferenciado y terminal muy poco marcado.
El color es negro intenso bastante uniforme.

Dentición: Presenta dimorfismo dentario, es decir, dientes diferentes en cada mandíbula. Los de la mandíbula superior son pequeños y lanceolados, dispuestos en varias hileras funcionales, mientras que los de la inferior son grandes, en forma de cuchilla, e imbricados, de cúspide triangular alta y ligeramente inclinada, dispuestos en una hilera funcional. Lo cual sugiere que los primeros sirven para sujetar la presa y los segundos para cortar y desmembrar.

Ejemplar capturado en aguas de Galicia en agosto de 1996, entre los 700-1300 m (Foto: Alberto Serrano, IEO)
Talla: La longitud total máxima registrada ha sido de 110 cm.

Reproducción: Vivípara aplacentaria (ovovivípara) con camadas de al menos dos fetos. Se desconocen más detalles.

Dieta: Basada en peces pequeños a medianos, cefalópodos, crustáceos y otros invertebrados de aguas profundas (como señalábamos al comienzo, dado su tamaño y hábitat, los seres humanos parece que no formamos parte de ella). Su fuerte mandíbula así como el tamaño de la boca (y de sus dientes) parecen apuntar a que posiblemente la bruja sea un depredador muy activo, capaz de atacar y despedazar presas grandes.

Hábitat y distribución: Estamos ante un tiburón del que todavía conocemos muy poco. Parece ser relativamente común, aunque poco abundante, con poblaciones escasas. Suele capturársele de forma individual, lo que sugiere que tal vez sea de costumbres solitarias.
Se trata de una especie demersal (es decir, vive en o muy cerca del fondo) que habita en el talud continental entre los 200 y los 1600 m, preferentemente entre los 400 y 500 metros.

(Fuente: Wikipedia)
Se encuentra en las aguas templadas y cálidas del Atlántico oriental central y septentrional, desde Escocia hasta Senegal. Y también en aguas de Nueva Zelanda, dato reciente que habría que añadir al mapa de distribución que he tomado de la Wikipedia.

Pesca y estatus: Relativo interés comercial. Normalmente forma parte del gran volumen de capturas accidentales del arrastre y el palangre de fondo. Su carne, seca y salada, es apta para consumo humano, aunque también se aprovecha para fabricar piensos.
Figura en la lista roja de la IUCN con el estatus de "No evaluado".

Imagen tomada por "biólogos del Oceanográfico que exploraron el verano pasado a bordo del Thalasa los fondos del Banco de Galicia, una montaña submarina a 200 km de la costa". (Faro de Vigo, 5 de marzo de 2011)

... tiburones blancos... tiburones tigre... si, si.

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España (y Galicia), potencias mundiales en la pesca del tiburón

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Lonja de Vigo. En primer término, marrajos (Isurus oxyrinchus), más allá, tintoreras (Prionace glauca) (1)






Todavía hay mucha gente en España (y por supuesto en Galicia) que desconoce este tema, o al menos que no es consciente del extremo al que hemos llegado. Otros directamente se niegan a conocer. Y muchos no siempre estamos al tanto, ni de las cifras ni de las letras. Así que vamos allá.

Letras y cifras: España es una de las mayores potencias en la captura del tiburón, tanto a nivel europeo como a nivel mundial. Y desde luego, por la envergadura de nuestra flota y por contar con Vigo, el puerto pesquero más importante de Europa, los gallegos estamos en cabeza (es cierto que cada vez más buques portugueses eligen Vigo para sus descargas, dada su eficaz infraestructura y precios, pero el tonelaje total no es lo suficientemente abultado como para restarnos el menor mérito).
Las letras parecen claras, sin embargo las cifras no lo son tanto. Conviene advertir que prácticamente todos los números que vienen a continuación reflejan en buena medida lo que cada barco, cada flota y cada país han decidido comunicar (y por tanto ocultar) a las autoridades correspondientes, no siempre con exactitud tanto en lo relativo a las capturas accidentales y los descartes como a las especies implicadas. Naturalmente, no incluyen estimaciones de los ejemplares que salen del barco directamente al camión sin pasar por lonja, práctica habitual en todas partes, como nadie ignora; por no hablar de la situación en los países del tercer mundo donde también descarga nuestra flota (2), que ya os podéis imaginar.

Campeones de Europa: Efectivamente, no sólo en el fútbol, también en la pesca de tiburones somos los campeones de Europa. Según datos de la FAO (3), en 2009 los buques con bandera de la UE desembarcaron un total de 112.329 toneladas de elasmobranquios (tiburones y rayas) capturados en todo el mundo.
Más de la mitad de todas estas descargas fueron realizadas por españoles: 62.158 t, seguidos, a muchísima distancia, por franceses (19.498 t) y portugueses (18.614 t), y, a años luz, por los ingleses, con 5113 t.

Medalla de bronce en el Mundial: Si en Europa somos los campeones absolutos, a nivel mundial ocupamos un más que honroso tercer puesto. He aquí la lista del top-10 (las cifras corresponden al promedio anual de toneladas de tiburones desembarcados entre los años 2000 y 2008 (4); entre paréntesis, el porcentaje sobre el total):
  1. Indonesia: 109.248 (13,3%).
  2. India: 74.050 (9,0%)
  3. España: 59.777 (7,3%)
  4. Taiwan: 47.636 (5,8%)
  5. Argentina: 35.089 (4,3%)
  6. México: 33.971 (4,1%)
  7. Pakistán: 32.277 (3,9%)
  8. EEUU: 30.686 (3,7%)
  9. Japón: 24.961 (3,0%)
  10. Malasia: 24.334 (3,0%)
Francia está situada en el puesto duodécimo, con 21.511 t (2,6%); Portugal, en el decimosexto, con 15.819 t (1,9%); y Reino Unido se queda en el bochornoso y lejanísimo decimonoveno con 13.356 t (1,6%).
Tintoreras (Prionace glauca)

Especies implicadas: Volviendo a los datos del 2009, la tintorera fue (y sigue siendo) de lejos la especie con mayor volumen de capturas por parte de buques comunitarios, casi la mitad del total. En último lugar se sitúa el "tiburón martillo" (Sphyrna spp.) sin especificar de qué especies se trata. Este es el ranking (al lado de cada especie, el total de toneladas descargadas, así como los principales países que las capturan y, entre paréntesis, el tonelaje; he omitido las rayas):
  1. Tintorera (Prionace glauca), 53.397 t: España (40.483), Portugal (12.083).
  2. Pintarrojas, colayos, etc. (fam. Scyliorhinidae), 7483 t: Francia (5836), España (1036).
  3. Marrajo (Isurus oxyrinchus), 5147 t: España (3391), Portugal (1737).
  4. Musolas (Mustelus spp.), 4317 t: Francia (3095), Italia (495).
  5. Cazón (Galeorhinus galeus), 1077 t: España (576), Francia (330).
  6. Zorro marino (Alopias vulpinus), 247 t: España (122), Portugal (70).
  7. Tiburones martillo (Sphyrna spp.), 227 t: España (178), Portugal (37).
  8. Otros (sin especificar rayas o tiburones), 19.751 t.
Estas cifras constatan la preeminencia de España y, a bastante distancia, Portugal en la captura de las grandes especies pelágicas por parte, sobre todo, de sus potentes flotas de palangreros, que ha extendido su radio de acción al Pacífico y el Índico; en tanto que países como Francia y Reino Unido se concentran más en las pequeñas especies demersales de tiburones y rayas. 

Exportación de aleta: Los tiburones pasaron de ser captura accidental de las pesquerías del atún y pez espada a constituirse en especie objetivo, con un volumen de capturas igual o incluso superior, debido a la desmesurada demanda y, consecuentemente, el elevadísimo precio que alcanza la aleta en el mercado asiático, donde puede llegar a pagarse a 500 € el kilo (5).
De hecho, somos una de las primeras potencias mundiales en el suministro de aleta a los mercados asiáticos (Hong Kong y China continental, fundamentalmente), que se exporta desde dos puertos clave: Las Palmas (donde no sólo descargan palangreros españoles, sino también japoneses) y, sobre todo, Vigo, del que nos ocuparemos en otro post.

Fuente: Pew Environment Group, Navigating Global Shark Conservation Current Measures, p. 5.
Este gráfico, recientemente publicado (6), está basado en las últimas cifras oficiales del Census and Statistics Department of Hong Kong de 2012 referidas a las importaciones de aleta de tiburón (recordemos que Hong Kong que es el mayor mercado de aleta del mundo, responsable aproximadamente del 50% del comercio global, que se dice pronto). Según este organismo, durante el 2011, 83 países suministraron más de 10,3 millones de kilos de aleta... a la cabeza de los cuales, en efecto, estamos nosotros, España, seguidos de Singapur, Taiwan, Indonesia, Emiratos Árabes, Trinidad y Tobago, Yemen, México, EEUU, Costa Rica, Perú, Japón, Ecuador, Brasil y Senegal. En conjunto, la UE es el segundo bloque más importante, después de Asia, obviamente, y seguido de Hispanoamérica y el Caribe, África, Norteamérica y Oceanía.

Y vale insistir, una vez más, en el gravísimo detalle de la inexactitud de las cifras oficiales de capturas de tiburones. Tal como explica este informe, textualmente: "Las pruebas demuestran que en realidad la captura de tiburones a nivel mundial puede ser de tres a cuatro veces superior a las estadísticas oficiales de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO)"(7).

Aletas en Vigo

Pues ya sabéis... Si es que no todo va a ser fútbol. También somos unas máquinas en economía sumergida y en esto de los tiburones.

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(1) Muchas gracias a Raquel García Canosa por haberme enviado desinteresadamente las imágenes que ilustran este post, tomadas por su grupo de trabajo en la lonja de Vigo (me guardo alguna más para otro post).
(2) "Según los informes anuales remitidos a la Comisión por las autoridades españolas de acuerdo con el Artículo 6(1) de la Regulación, entre 2004 y 2008 los buques españoles con permisos especiales de pesca [permisos que cada país comunitario entrega a discreción a aquellos barcos que lo soliciten autorizándoles a desembarcar las aletas y los cuerpos de los tiburones en puertos distintos: Ver] descargaron aletas y cuerpos procesados de diferentes formas en puertos no comunitarios de Australia, Brasil, Cabo Verde, Chile, Ecuador, Fiji, Polinesia Francesa, Indonesia, Kenia, Mauricio, Namibia, Nueva Caledonia, Panamá, Perú, Senegal, Suráfrica, Trinidad y Tobago, y Uruguay. Los desembarcos anuales en puertos no comunitarios por parte de buques españoles con permisos de procesado a bordo fueron de 8077 toneladas en 2005, 9003 toneladas en 2006, 8295 toneladas en 2007 y 9119 toneladas en 2008."
(Informe de la Comisión de 23 de noviembre de 2011: Impact Assessment Accompanying the document Proposal for a Regulation of the European Parliament and of the Council amending Regulation (EC) No 1185/2003 on the removal of fins of sharks on board vessels, p. 9.)
(3) Informe de Shark Alliance según datos de FAO FishStat Plus, 2009
(4) Sara Fowler y Bernard Séret. Shark fins in Europe: Implications for reforming the EU finning ban. European Elasmobranch Association e IUCN Shark Specialist Group, 2010.  
Para ser justos, debemos advertir que los datos de los países de la UE son bastante más fiables y rigurosos, pese a todo, que los de otros lugares del planeta donde las leyes y el control por parte de las autoridades correspondientes son más laxos o directamente inexistentes (cuando no se ha establecido una connivencia del poder político y judicial con las redes de tráfico de aleta, como es el caso, por ejemplo, de ciertos países centroamericanos famosos por sus santuarios de tiburones).
(5) Dato del mencionado Informe de la Comisión de 23 de noviembre de 2011, p. 6.
(6) Ver informe del Pew Environment Group, Navigating Global Shark Conservation: Current Measures and Gaps, a cuyo resumen podéis acceder pinchando aquí.
(7) Y continúa: "Esto es debido a la ausencia de datos suministrados a la FAO por parte de naciones que pescan tiburones. De los países que sí suministraron datos, se reportó la cantidad de 737.073 toneladas de tiburones y rayas desembarcados en el 2010. De ellos, dos tercios, o sea 493.839 toneladas, fueron catalogados como tiburones. El tercio restante de los desembarcos se catalogó como: "tiburones, rayas, etc. nei [acrónimo de not elsewhere included, 'no incluidas en ninguna otra parte']" en vez de con el nombre de cada especie, o tan siquiera como "tiburón", haciendo casi imposible conocer cuántos tiburones fueron desembarcados." Sus estimaciones, realizadas tomando como base los registros de capturas más detallados, apuntan a que durante el 2010 se desembarcaron 600.000 toneladas en todo el mundo.

La importancia de la lonja de Vigo

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Puerto de Vigo (Foto: ACOPEVI)
Vigo es el puerto pesquero más importante de Europa. En España, representa actualmente más del 30% del total del tráfico de pesca fresca, superando en un 60% al segundo de la lista, como afirma orgullosa su Autoridad Portuaria. Su logística e infraestructuras (también mejores tasas portuarias, que han bajado del 2,4 al 2 por ciento del valor de la pesca) le permiten, además, seguir creciendo. Así lo destacaba el Atlántico Diario del 4 de abril de 2012: "Los últimos datos reflejan un incremento del tráfico de pesca fresca de un 10,79 por ciento en los dos primeros meses del año con respecto al mismo periodo en el 2011, situándose en las 9.067 toneladas; mientras que en la totalidad de puertos de interés general del Estado se experimentó un descenso del 10,93 por ciento, pasando de las 32.987 toneladas de 2011 a las 29.381 toneladas de los dos primeros meses del presente ejercicio".

Marrajos (Isurus oxyrinchus). Foto de Raquel García Canosa.
Durante el pasado año 2011, según datos de la Autoridad Portuaria, en el Berbés se subastaron 2780 toneladas de tiburón, con un precio de 6,3 millones de euros, algo más del 3 por ciento del valor total de la mercancía en fresco (210 millones) (2). Es importante destacar que no todas las descargas de tiburón proceden de la flota española. El dato, hasta cierto punto sorprendente, nos lo ofrece este titular del Faro de Vigo del 25 de enero del 2012: "El 80% de las descargas de espada y tiburón en el puerto de Vigo ya proceden de la flota portuguesa". Lo que hasta hace poco era una tendencia ascendente progresiva, causada, entre otros factores, por los mejores precios que conseguían aquí los portugueses, se ha consolidado con fuerza debido al notable incremento de las tasas portuarias en Portugal (hasta un 9% del valor de las descargas), lo cual, lejos de recaudar, lo que ha conseguido es espantar a los suyos.

En la lonja de Vigo (Foto de Raquel García Canosa).
A continuación, un extracto de un trabajo de Álex Bartolí que os va a explicar mucho mejor que yo ciertos aspectos del funcionamiento de la lonja de Vigo. Su referencia completa es:

Álex Bartolí. España, una potencia mundial en la pesca de tiburones: Revisión de las pesquerías españolas de tiburones, problemáticas de gestión y recomendaciones de mejora. SUBMON, 2009, pp. 44-46.
Según datos de la FAO del año 205 existen un total de 312 puertos pesqueros en el litoral español [...]. En función de la cantidad de desembarcos de pescado, las Comunidades Autónomas más significativas y sus puertos principales, en orden de mayor a menor, son (1): Galicia (Vigo, Cangas, A Coruña, Marín, Burela y Cillero); País Vasco (Ondarroa, Bermeo, Guetaria, Pasajes); Cantabria (Santoña); Asturias (Avilés y Gijón); Canarias (Las Palmas, Santa Cruz de Tenerife, Arrecife de Lanzarote y Los Cristianos); Andalucía (Cádiz, Isla Cristina); Valencia (Castellón); Cataluña (Tarragona, Roses) y Baleares (Palma de Mallorca).

[...] Vigo tiene el puerto pesquero más grande e importante de Europa y es el más importante del comercio europeo de aletas y carne de tiburón. Los palangreros y otras grandes embarcaciones españolas desembarcan sus capturas en todo el mundo y, posteriormente, son enviadas a empresas de Vigo y descargadas directamente en sus muelles privados. Esto se realiza gracias a un sistema de comercio global de contenedores barato y eficiente y, desde allí, se distribuyen a otras partes de Europa y del mundo. La mayor parte de la carne de tiburón se exporta a mercados europeos, especialmente a Italia, y las aletas se envían al mercado asiático, principalmente a Hong-Kong. En el caso de las aletas, debido a su alto valor, a veces son transportadas por aviones, mientras que la carne se manda congelada mediante cargueros.
Foto: Atlántico Diario, 4-IV-2012

Las embarcaciones de palangre de la UE descargan directamente los tiburones frescos en la subasta de Vigo. Estos tiburones, procedentes de las capturas de los últimos días, no son congelados debido a que, en dicha subasta, la carne fresca de tiburón tiene mayor valor.

Existen unas diez empresas en Vigo que comercian con aletas de tiburón. La forma de comercialización consiste, principalmente, en aletas frescas o congeladas, y sus principales clientes se encuentran en China, el Sudeste Asiático, Japón y Taiwán. Los precios de aletas congeladas oscilan dependiendo de las especies. Así, las de tintorera se encuentran entre 10 y 17 $/kg, las de martillo unos 30 $/kg y las de marrajo entre 11 y 12 $/kg.

El mercado de la carne, en cambio, es de menor importancia en cuanto a valor ya que, si comparamos, el precio de la carne congelada de tintorera varía entre 1-2 $/kg, es decir, más de diez veces menos que el precio de sus aletas. Aún así, en los últimos 45 años ha aumentado el mercado de carne de tiburón. De hecho, a nivel mundial la producción reportada de la carne de tiburón fresca, congelada o seca, se triplicó entre los años 1985 y 2004, pasando de 38.000 a 100.000 Tm, respectivamente. En los últimos años, España se ha convertido en uno de los mayores productores de carne congelada de tiburón, conjuntamente con Japón y Taiwán. En relación a las importaciones, España también ocupa un lugar muy destacado, siendo líder mundial en 2004 con 17.500 Tm y, en 2005, fue el responsable del 42% del total de las importaciones europeas, seguido de Italia con el 25%.

Otros productos derivados son las mandíbulas, la piel, el aceite del hígado, el cartílago y los dientes pero, debido a la poca información de los registros comerciales de este tipo de productos, es muy difícil estimar la relación entre el comercio, las capturas y el volumen total de las pesquerías de tiburón de manera global.
Tintoreras (Prionace glauca). Foto: ACOPEVI

Y para terminar, los últimos datos, todavía calentitos, correspondientes a mayo de 2012. Puden obtenerse sin mayor problema, junto con otros, en la propia página de la Autoridad Portuaria de Vigo. Transcribo literalmente:
  • Cazón: 5.784,00 kg; Valor: 4.251,88
  • Escualos: 8,00 kg; Valor: 28,00
  • Marrajo: 38.330,00; Valor: 168.333,70
  • Musola: 78,00; Valor: 103,15
  • Pintarroja: 12.131,00; Valor: 36.917,99
  • Quenlla tintorera: 195.968,00; Valor: 302.414,60
  • Total familia [Galeiformes]: 252.299,00; Valor: 512.049,32

Foto: ACOPEVI

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(1) Atlántico Diario, 23 de enero de 2012.
(2) Se incluye un cuadro basado en cifras de la FAO con las descargas de pescado fresco correspondientes al año 2005 en puertos dependientes de Puertos del Estado. En orden de mayor a menor (entre paréntesis, la cifra en toneladas métricas): Vigo (74.791), Coruña (26.999), Cádiz (24.786), Avilés (16.497), Pasajes (11.448), Gijón (8414), Castellón (7099), Santander (5510), Las Palmas (5263), Almería (5065), Marín (4787), Tarragona (3832), Alicante (3510), y Tenerife (3194).

Matar tiburones para protegernos es absurdo

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De nuevo poniendo a prueba mis escasas dotes de traductor (aunque creo que siempre es mejor esto que el traductor de Google, que es una porquería) para haceros llegar a quienes no controláis mucho el inglés una reflexión muy interesante sobre la conservación del tiburón blanco (y asimismo de todos los tiburones) planteada a raíz de la problemática que ha surgido en Australia Occidental tras la trágica muerte de un chico de 24 años por el ataque de un gran tiburón blanco. Su título es bastante elocuente: "Por qué es absurda la idea de matar tiburones para hacer que el mar sea más seguro".
Fue publicada anteayer, el 24 de julio, en Off the road, el Blog personal de su autor, Alastair Bland, que pertenece nada menos que a la web del Smithsonian, a la que os remito si leéis en inglés. Todas las imágenes están sacadas de ahí.

Why the Idea of Killing Sharks to Make Waters Safer Is Absurd.
Con mandíbulas hechas para matar, ¿los tiburones blancos son todavía merecedores de protección en Australia Occidental, donde han causado la muerte de cinco personas en menos de un año? Así lo creen los conservacionistas. Foto cortesía de la Pelagic Shark Research Foundation.
El quinto ataque mortal en menos de un año en las aguas de Australia Occidental ha sembrado la inquietud entre los bañistas, buceadores y surfistas locales. Las autoridades han intentado capturar y dar muerte al tiburón antes de que vuelva a atacar, pero puede que sus esfuerzos no se detengan ahí. Ciertos cargos públicos ya están proponiendo que los legisladores den un giro de 180 grados en las prácticas de conservación del tiburón, levanten la protección a los tiburones blancos y permitan que la gente pueda volver a pescarlos y matarlos tras una moratoria de 14 años.

El tiburón blanco es una especie protegida en la mayor parte del mundo y en ciertos lugares está considerada vulnerable y amenazada. Habiendo sido un objetivo popular para los pescadores de trofeos, que usaban cañas como grúas para capturar tiburones de hasta dos toneladas, el tiburón blanco recibió protección en Australia Occidental después de que la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza lo clasificase como especie "vulnerable".

Pero ahora el Ministro de Pesca de Australia Occidental, Norman Moore, dice que presionará para que se legalice la pesca deportiva y comercial de los tiburones blancos en las aguas de su jurisdicción.

El último ataque acabó con la vida de Ben Linden, de 24 años, que el 14 de julio iba remando sobre una tabla de surf cuando un enorme tiburón blanco partió al joven a la mitad. Un individuo en una moto acuática que se acercó para ayudarle dijo que el tiburón nadó alrededor de los restos de la víctima, luego golpeó suavemente la moto, tomó el torso de Linden en la boca y desapareció.

La muerte de Linden estuvo precedida por varios sucesos similares. El 4 de septiembre de 2011, Kyle James Burden, un bodyboarder, resultó muerto en Bunker Bay, a unas 190 millas de Perth. El 10 de octubre de 2011, Bryn Martin desapareció mientras nadaba en Cottesloe Beach, Perth. Sólo pudieron recuperar su bañador tiempo después. Posteriormente, el 22 de octubre de 2011, un turista americano de 32 años, George Wainwright, murió cuando buceaba en Rottnest Island, cerca de Perth. Por último, el 31 de marzo de 2012, otro buceador, Peter Kurmann, de 33 años, fue atacado y muerto cerca de Busselton.

En estos momentos, después del ataque a Linden, la gente está replanteándose cuán peligrosos son los tiburones, en qué medida el agua es segura y si deberíamos dejar vivir a los animales que matan personas. Lo cierto es que la rapidez a la que se han sucedido los ataques durante el pasado año en Australia Occidental ha sido alarmante, terrible y triste, y el Ministro de Pesca Moore está convencido de que hay que emplear la mano dura para proteger la valiosa industria turística de su estado.

"Cinco víctimas mortales en Australia Occidental (en diez meses), no tiene precedentes y es motivo de gran alarma", declaró hace poco Moore a la prensa. "No ayudará a nuestra industria turística, y aquellas personas que quieren venir aquí para disfrutar del mar se verán rechazadas debido a esta situación." También recientemente dijo: "Debemos adoptar medidas para resolver la cuestión".

Y ya se han adoptado medidas. El buceo con jaula, aunque una industria turística minoritaria, con toda probabilidad será prohibido en Australia Occidental. Ya antes incluso del ataque a Linden, sus críticos, Moore entre ellos, ya habían señalado que semejante práctica, que en ocasiones implica el uso de cebo y carnada para atraer a los tiburones hasta la zona donde se encuentran sus clientes, podría ser la responsable de llevar a los tiburones blancos hasta las proximidades de playas muy concurridas, y, lo que es peor, inculcando en los tiburones la asociación de seres humanos y comida gratis.

Usar trozos de atún y carne de mamíferos para atraer a los tiburones hacia los turistas dentro de las jaulas (esta imagen fue tomada en aguas de México) es una actividad popular en todo el mundo, pero en Australia Occidental la gente ha denunciado que echar carnada a los tiburones blancos podría estar poniendo en peligro a los bañistas de las playas cercanas. Foto cortesía de Scubaben, usuario de Flickr.

Suena aterrador. El caso es que los tiburones no son muy peligrosos. Al menos, son muchísimo menos peligrosos que los coches, los cuales cuidamos y lavamos los domingos por la tarde y utilizamos para llevar a nuestros hijos a la iglesia, y bajo cuyas letales ruedas la mayor parte de las sociedades poco menos que ponen una alfombra roja. Sólo en Australia Occidental 179 personas murieron durante el 2011 en accidentes de coche. Y en Norteamérica 150 ocupantes de vehículos mueren cada año en la carretera en choques contra ciervos.

Los tiburones tan sólo causaron la muerte de 12 personas en el 2011 —en todo el mundo— según el Archivo Internacional de Ataques de Tiburón. De manera que si a los turistas les da miedo meterse en el mar, deberían sentirse aterrorizados sólo de pensar en viajar por una carretera asfaltada para llegar hasta allí.

De momento, levantar la protección a los tiburones blancos es sólo una idea, pero si la propuesta llega hasta los despachos de los legisladores australianos (quienes es probable que vayan en coche a su trabajo), con toda seguridad tendremos noticias de una firme oposición por parte de los conservacionistas y de otras personas. En Santa Cruz, California, Sean Van Sommeran, investigador independiente sobre el tiburón blanco, tiene la esperanza de que la gente sencillamente acepte que en aguas de Australia los tiburones forman parte del medio ambiente, en vez de dar un paso atrás y rescindir las leyes que protegen a esta especie.

"La gente tiene que familiarizarse con el entorno en el que se meten para pasar su tiempo de ocio", dijo Van Sommeran, fundador y director de Pelagic Shark Research Foundation. "Hay ríos con cocodrilos y bosques con serpientes venenosas, y hay tiburones en el agua. Simplemente tienes que adecuar tu comportamiento al lugar, y no al revés".

Van Sommeran fue de los primeros que a principios de los '90 hizo campaña para la protección de los tiburones blancos. En 1994 recibieron protección total en California y en 1997 se ilegalizó su pesca en todas las aguas federales de los EEUU. En otros países, esta especie está igualmente protegida. En Suráfrica se prohibió su pesca en 1991; en Namibia, en 1993; en Australia, en 1998; en Malta en 2000; y en Nueva Zelanda en el 2007.

Sin embargo, Van Sommeran señala que estas leyes se han saltado una y otra vez para permitir la captura de tiburones blancos en nombre de la ciencia.

"En el 2001, acuarios y proyectos científicos de recogida de datos estuvieron saltándose las leyes", explicó. Por ejemplo, el Monterey Bay Aquarium ha ofrecido pagar a los pescadores comerciales que capturen accidentalmente tiburones blancos juveniles y luego los devuelvan, con tarifas que varían en función de la condición del animal —y se pagan cantidades altísimas por los juveniles vivos que periódicamente se han convertido en una atracción turística en el acuario. Y durante estos últimos años los equipos de documentales para la televisión no han cumplido las leyes que prohibían la pesca de tiburón blanco. Cada uno de los programas Expedition Great White, Shark Men y Shark Wranglers ha mostrado imágenes de equipos de científicos pescando y descargando tiburones blancos, subiéndolos a sus barcos y pasándose 20 minutos o más haciéndoles agujeros y colocándoles etiquetas SPOT (Smart Position and Temerature). Muchos críticos de esta actividad han advertido de que los procedimientos de marcado con etiquetas SPOT son potencialmente peligrosas para los animales más grandes.

En muchos lugares del mundo, los patrones atraen a los tiburones hacia sus embarcaciones para que sus clientes los observen desde jaulas metidas en el agua. En unos pocos lugares, los pescadores todavía pueden capturar tiburones blancos. Aquí, un tiburón blanco nada bajo un barco de investigación de California y su admiradora tripulación. Foto cortesía de la Pelagic Shark Research Foundation.
La popularidad de los tiburones en la cultura de masas parece haber aumentado con las cada vez más numeras presentaciones en televisión de los tiburones en su medio natural y de los hombres y mujeres que los estudian; sin embargo, Van Sommeran cree que no necesariamente ha crecido la preocupación por su protección.

"Los tiburones generan una extraña especie de entusiasmo que en absoluto está limitado a su conservación", añadió. Explica que buena parte de la gente entusiasmada por los tiburones sólo está entusiasmada ante la posibilidad de pescarlos. Incluso hoy en día, todos los años se celebran en los EEUU torneos de pesca de tiburón con muerte.

Van Sommeran advierte de que cualquier paso atrás en la protección de los tiburones blancos podría sentar un precedente para cambiar las leyes que protegen a otros grandes depredadores.

"Si eliminamos el estatus de protección de cada especie que entra en conflicto con los seres humanos, muy pronto nos quedaremos sin osos, leones y tigres", dijo.

El Archivo Internacional de Ataques de Tiburón informa de que en el 2011 los tiburones de todas las especies realizaron 75 ataques no provocados a personas. La base de datos añade que desde el 1900 los ataques de tiburón se han vuelto cada vez más comunes —tendencia que con toda probabilidad refleja la cada vez mayor popularidad del surf, el buceo, el bodyboard y otros deportes acuáticos. Es al mismo tiempo una tendencia que surge a pesar del descenso mundial de las poblaciones de tiburones, los cuales el hombre mata entre 30 y 70 millones por año, según el Archivo Internacional de Ataques de Tiburón.

Así pues, tal vez el balance final de esta historia debería ser que aunque los ataques de tiburón son trágicos y espantosos para todos los implicados, no suponen un peligro per capita relativamente significativo. Incluso es posible que hoy estemos más seguros en el agua que hace un siglo.

Simplemente tengan mucho, mucho cuidado cuando vayan en coche a la playa —y ojo, no vayan a atropellar a un ciervo.

 Alastair Bland
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Quelvacho (Centrophorus granulosus)

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Foto: Andy Murch (Elasmodiver.com).

Quelvacho

Centrophorus granulosus (Bloch & Schneider, 1801)

(es. Quelvacho; gal. Lixa de lei; in. Gulper Shark; port. Barroso.)

Orden: Squaliformes
Familia: Centrophoridae


El quelvacho es un tiburón sumamente interesante.
"Carajo, qué forma más original de empezar un artículo", quizá piense alguno con cierta retranca y no sin parte de razón. Pero es que es verdad: el quelvacho es interesante, muy pero que muy interesante, sobre todo el quelvachogallego. Y no es coña.

Para resumir la cuestión, que es un poco más compleja, baste decir que nuestro quelvacho podría ser el orgullo de cualquier abuela pura sangre, de esas que cuando has dejado limpio el plato deciden que te has quedado con hambre y te ponen otra montaña de cocido, o que, si lo has dejado a medias porque definitivamente tu capacidad estomacal no equivale a la del remolque de un tractor, decretan que la comida no te ha gustado mucho y entonces te preguntan qué otra cosa te pueden preparar mientras van sacando huevos de casa, una ristra de chorizos y medio kilo de patatas que se apresuran a volcar en una enorme sartén que —imposible saber cómo o en qué momento (te has asegurado de que la abuela sólo tiene dos brazos con sus respectivas manos)—  ya está al fuego.
En efecto, posiblemente el quelvacho galaico sea el mejor alimentado de todos cuantos hay repartidos por el mundo adelante, como nuestros emigrantes (los pasados, los presentes y los futuros, que se contarán por miles).

Un interesantísimo estudio llevado a cabo por Rafael Bañón, C. Piñeiro y M. Casas, publicado en el 2008 (1), revela que el tamaño de los quelvachos del Banco de Galicia y del talud superior de nuestra plataforma continental es claramente mayor que el generalmente establecido para la especie. Si Compagno señala los 110 cm de longitud total máxima, Capapé, 128 cm en el Mediterráneo, o Moreno 150 cm, los nuestros alcanzan los 166 cm (la abuela, satisfecha, diría: "Non ves? Da ghusto mirar pra eles", sacudiéndose el mandil antes de volver a los fogones).

Quelvacho descargado en Sesimbra (Foto: APECE)
Bromas aparte, el asunto es más complejo y con implicaciones de mayor calado, puesto que las diferencias detectadas no se limitan al tamaño, sino que afectan a parámetros de su biología reproductiva (2). Todo lo cual, sostienen sus autores, puede tener dos explicaciones:
  1. Que existan en el mundo diferentes poblaciones de Centrophorus granulosus con caracteres distintivos propios (como si vistiesen trajes regionales de diversas formas y colores), como ocurre con otras especies como la pailona (Centroscymnus coelolepis), más pequeña en el Mediterráneo que en el Atlántico o el Pacífico.
  2. Que no existan tales diferencias regionales, sino que todo sea producto de un error de identificación, de una confusión entre especies similares. Es decir, que los supuestos Centrophorus granulosus pertenezcan en realidad a una especie distinta. No es una idea descabellada. Al contrario: el conocimiento que tenemos de los centrofóridos, como el de muchos otros tiburones de aguas profundas, es todavía muy pobre, repleto de datos imprecisos e incluso contradictorios, como habéis visto en lo relativo al tamaño, y que por tanto están sujetos a constante revisión y reformulación, como no podía ser de otra manera (por si fuera poco, a veces los rasgos morfológicos que diferencian unas especies de otras son tan sutiles que resulta sumamente fácil confundirse incluso para un ojo experto). Los autores del trabajo citado sostienen que la única especie de centrofórido que encajaría con los datos biológicos obtenidos a partir de los ejemplares capturados en aguas gallegas es el quelvacho de Formosa (Centrophorus niaukang), una especie poco conocida que ya ha sido citada en el Atlántico nororiental entre los 29º y los 31º. (3)
La cuestión, de momento, sigue sin resolverse, así que mejor seguir por caminos un poco más despejados.

Descripción: El quelvacho presenta un cuerpo cilíndrico, alargado y fusiforme, rematado en un morro corto y grueso, con forma más o menos cónica.
La piel es bastante suave porque los dentículos dérmicos que la cubren son anchos, romos (no pedunculados) y espaciados, a diferencia de otras especies similares, como el quelvacho negro (Centrophorus squamosus).
Boca poco arqueada y solapas nasales claramente bilobuladas. Los ojos, carentes de membrana nictitante, son grandes y levemente alargados con un color verde brillante. Espiráculos grandes, alargados y oblicuos, situados detrás de los ojos.
La primera aleta dorsal es moderadamente alta y larga; la segunda es un poquito más baja y de base corta. Ambas están dotadas, en su parte anterior, de una espina asurcada, fuerte y corta. De ahí el término que da nombre a su familia y a su género, Centrophoridae, compuesto de dos voces griegas: kentron ('espina') y phoreo ('llevar').
El borde interno de las aletas pectorales se extiende hacia atrás formando un fino lóbulo alargado y puntiagudo, como se aprecia en esta imagen (en los jóvenes está menos desarrollado):

Foto: A. M. Arias (ICTIOTERM).
La aleta caudal tiene el lóbulo inferior claramente diferenciado y el terminal grande y bien marcado. Pedúnculo caudal sin quillas ni fosetas precaudales.
Color gris oscuro o pardo grisáceo uniforme con el vientre más claro con las membranas de las aletas más oscuras. La librea de los jóvenes es grisácea con un tono vinoso y las aletas están finamente ribeteadas de blanco. 

Dentición: Presenta dimorfismo dentario (dientes diferentes en cada mandíbula): los dientes superiores son estrechos y triangulares, de cúspide recta, y no imbricados, mientras que los de la inferior son más anchos, de cúspide inclinada (como tumbada), y están imbricados formando una sola fila cortante.

Talla: Con las salvedades ya expuestas y a la espera de datos más concluyentes, al nacer, los quelvachos miden entre 30-42 cm; los machos llegan a la madurez con 60-80 cm y las hembras a partir de los 90 cm. La LT máxima, según autor: 110 cm, 128 cm, 150 cm, o 166 cm (de momento).

Reproducción: Vivíparo aplacentario (ovovivíparo), con camadas extremadamente bajas de 1 a 2 crías tras un periodo de gestación de unos 2 años o más (hay quien sugiere que hasta incluso 3). Es posible que haya intervalos de descanso entre un periodo y el siguiente.
Durante su desarrollo, el embrión no recibe alimento alguno por parte de la madre, sólo agua y sales minerales. Por ello el oocito debe contar con todo los nutrientes necesarios, de ahí que pueda llegar a tener un tamaño considerable, como en esta especie: más de 9 cm, convirtiéndose así en una de las células más grandes de todo el reino animal.
La madurez sexual del quelvacho es tardía: las hembras la alcanzan entre los 12 y 16 años y los machos a los 7 u 8.
Es una especie longeva, puede vivir hasta 30 años.

Dieta: A base de peces óseos y pequeños tiburones demersales, cefalópodos y crustáceos. En sus estómagos también se han encontrado huevos de rayas. Probablemente sea carroñero, como otras especies similares, que no desaprovecha los restos procedentes de la superficie.

Hábitat y distribución: El quelvacho es un tiburón demersal habitante de la plataforma continental y el talud superior entre los 50 y casi 1490 m de profundidad, preferentemente entre los 200 y los 600 m.
Es una especie relativamente común que puede formar cardúmenes tal vez con separación de sexos y tamaños a lo largo del rango batimétrico descrito: parece que los juveniles de menor tamaño se encuentran a mayor profundidad, por debajo de los 1000 m.

Fuente: Wikipedia
Distribución amplia en mares cálidos a templados: Atlántico, Mediterráneo, Índico occidental, Pacífico occidental y posiblemente central. Aunque en la realidad probablemente sea más amplia que la que refleja este mapa, más o menos correctamente basado en Compagno et al (2005), Guía de campo de los tiburones del mundo, puesto que le falta indicar la costa sur de Mozambique.


Pesca y estatus: Se captura con aparejos de fondo (palangre, arrastre, trasmallos) y también arrastre pelágico. Su carne es buena y localmente apreciada para el consumo humano, aunque lo más importante es su enorme hígado (supone casi el 30% del peso corporal total), muy rico en escualeno.
Especie incluida en la lista roja de la IUCN con el estatus de Vulnerable.
Los datos de desembarcos en el área de Portugal apuntan a una disminución de entre el 80-95% de la población originaria, de ahí que para el Atlántico Nororiental haya recibido el estatus de En peligro crítico.

La problemática del quelvacho es la misma que la de muchos otros tiburones de aguas profundas. Su tasa reproductiva, extremadamente baja (crecimiento lento, baja fecundidad, madurez sexual tardía), implica una también bajísima tasa de reposición que lo hace muy vulnerable a cualquier tipo de pesquería. Las poblaciones no tardan en caer en picado hasta agotarse en un corto espacio de tiempo. Y las noticias no parecen ser halagüeñas. Disponemos de muy pocos datos, y las naciones se han dotado a sí mismas de un sistema de toma de decisiones extremadamente lento y burocratizado, sometido a intereses económicos cortoplacistas e incapaz, por tanto, de regular la vertiginosa expansión de la actividad pesquera hacia aguas y especies cada vez más profundas a medida que agotan las pesquerías de las zonas superiores e intermedias. Es muy triste, pero a nadie parece importarle una higa.

Foto: A. M. Arias (ICTIOTERM).

En todo caso, mientras los quelvachos sigan existiendo sobre el fondo del océano, durante el tiempo que sea, quedamos a la espera de novedades científicas que resuelvan definitivamente la cuestión: ¿Podemos añadir el quelvacho de Formosa a nuestra lista, o finalmente podremos hablar, con todas las de la ley, del quelvacho paisano?

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(1) R. Bañón, C. Piñeiro y M. Casas. "Biological observations on the gulper shark Centrophorus granulosus (Chondrichthyes: Centrophoridae) off the coast of Galicia (north-western Spain, eastern Atlantic)." Journal of the Marine Biological Association of the United Kingdom. 2008, 88(2), pp. 411-414.
Estudio realizado a partir de 268 ejemplares (hembras en su inmensa mayoría) capturados con palangre (en su mayor parte) y arrastre de fondo en el Banco de Galicia y en el talud superior de la plataforma continental entre los 741-1211 m de profundidad. La mayoría de las capturas procedía del Banco de Galicia.
(2) Datos como la talla de madurez sexual de las hembras (147 cm en Galicia frente a >90 cm según la mayoría de los estudios), la cantidad (1-10 frente a 1-2) y tamaño de los oocitos (diámetro de 55-80 mm frente a 20-155 o 100-120 mm, según autor), tamaño y número de embriones (hasta 6 aquí, frente a 1-2 en otras áreas), etc.
(3) La base del problema está en el reconocimiento "oficial" de la presencia del quelvacho de Formosa en aguas septentrionales del Atlántico, a uno y otro lado, pues el mismo caso descrito por Bañón et al en especímenes del mar de Galicia se ha planteado también en la costa este de los EEUU en 2003: los parámetros biológicos de supuestos Centrophorus granulosus concordaban más con los del Centrophorus niaukang.
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Ese Atlántico que jamás conoceremos

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Llegados a estas alturas de agosto, nos vamos a tomar unos cuantos días de vacaciones, durante los cuales os propongo, como lectura de verano, este "pequeño" artículo que hace unos meses escribí para el blog de AXENA, blog hermano en donde de vez en cuando me dejan publicar alguna cosilla de las mías, por supuesto sobre tiburones.
He unido los dos partes de que constaba originalmente y realizado pequeñas modificaciones aquí y allá, en las fotografías y en el texto, como eliminar algunas líneas, añadir otras, cambiar algunas imágenes, etc.
Espero que os guste.



Cuentan nuestros mayores, entre muchas otras anécdotas, que antiguamente las centollas y las nécoras no eran especies particularmente apreciadas. Apenas se les daba importancia, y se usaban mucho para abonar los campos. El mar arrojaba periódicamente a las playas cantidades suficientes para llenar cestos y carros sin mayor problema, tal era su abundancia. Por supuesto, eran comida de pobres.

Al principio estos testimonios nos suenan a batallita del abuelo y solemos acogerlos con cierta dosis de sorna e incredulidad. Pero cuando comprobamos que coinciden con los de gentes de diverso tipo y condición procedentes de otras partes de la ría, el escepticismo se transforma en alarma: esto ocurría hace poco más de medio siglo en la ría de Arosa, hoy una de las más contaminadas de Galicia y, en cuanto a productividad, una sombra de lo que fue. Y desde luego ya ni hablemos de esa suerte de arañas acuáticas, con sus repugnantes pelos y todo, ayer a la altura del estiércol y hoy convertidos en artículo de lujo y reclamo para turistas, ya que los de aquí apenas nos los podemos permitir. Sin embargo, lo más desolador es que, lejos de tratarse de una anécdota limitada a un espacio geográfico concreto, este duro proceso de degradación no es muy diferente del padecido por una buena parte de la costas y mares del planeta en donde el hombre ha metido la zarpa, como el Atlántico que baña las costas de nuestra vieja y gastada Europa. El propio Jacques-Yves Cousteau se lamentaba de que los lugares donde había buceado en su juventud se habían transformado en desiertos sin vida.
(Foto: Alexander Sofonof/Barcroft)

Ciertamente es desolador. Pero lo que hay detrás es bastante peor. Para descubrirlo debemos ir un poco más allá del ahora y del antes de ayer, porque la idea que nos hemos formado sobre la situación de nuestro mar se encuentra viciada por una larguísima trayectoria de destrucción sistemática. Larga desde el punto de vista humano, pero ínfima desde el punto de vista del propio océano.

De forma natural tendemos a valorar los cambios que se producen en todo lo que nos rodea en función del tiempo humano, bien sea nuestra propia experiencia, bien la de la generación que nos precede. Comparamos el mar que conocemos con el que fue y sacamos conclusiones que casi nunca son favorables. Así es como idealizamos el pasado, el vivido y el contado, y lo convertimos en un referente para nuestros esfuerzos conservacionistas (en realidad los que el poder económico nos permite llevar a cabo, pero este es otro tema), porque damos por hecho que nuestro Atlántico se encontraba entonces en un magnífico estado de salud. Lo cual no deja de ser cierto desde un punto de vista humano, pero es rotundamente falso si lo analizamos desde la perspectiva adecuada. Sesenta años o un siglo son mucho tiempo para las personas, pero para el mar no son nada, nada significan. El tiempo del hombre y el tiempo del océano no participan de la misma sustancia, por ello es imposible calibrar correctamente el uno aplicando la escala que utilizamos para el otro. A nadie en su sano juicio se le ocurriría medir en años luz la distancia que separa las localidades de San Xurxo de Sacos, provincia de Pontevedra, de Alamedilla del Berrocal, Ávila; o cuánto se tarda en ir desde el Sol hasta el centro de la Vía Láctea sin pasar de 120 km/h porque ponen multa. Se trata de dimensiones de naturaleza radicalmente disímil.¿Qué tendrá que ver la inabarcable inmensidad de un ente de 4500 millones de años con la historia de un señor que se pasea por la punta del muelle con un metro en la mano y un Ducados incrustado entre los dientes?

Si no tenemos esto en cuenta a la hora de analizar la situación, seremos incapaces de comprender la magnitud del desastre en toda su asombrosa crueldad. No se trata solo del grado de destrucción alcanzado, sino del vertiginoso ritmo al que hemos arrasado todo. Imaginemos una escena de película de terror: un tipo de aspecto sano, juvenil, brillante, de constitución fuerte y vigorosa, que repentinamente se transformase ante nuestros ojos en un ser decrépito, consumido y enfermo... ¡en apenas un segundo! Pues bien, quizá así estemos más cerca de la realidad: la verdad, como en El retrato de Dorian Grey, la inquietante novela de Oscar Wilde, se esconde bajo la apacible superficialidad de un cuadro.

Con toda probabilidad, el mar de nuestros padres y abuelos ya no era el mismo que el de sus abuelos, ni que el de los abuelos de sus abuelos. Ellos ya no están aquí para contárnoslo de viva voz, pero en su lugar disponemos de testimonios escritos de marinos, viajeros y naturalistas a partir de los cuales nos es posible reconstruir, con bastante precisión, cómo era aquel mar y, sobre todo, de qué forma factores como el advenimiento de la pesca industrial, allá por el siglo XIX, y muy particularmente una de sus artes más destructivas, el arrastre, puso en marcha el proceso de degradación que en estos momentos está llevando al océano al borde de la extenuación (ya ni hablemos, sobre todo a partir del primer tercio del XX, de la contaminación: millones de millones de toneladas de residuos industriales de todo tipo, químicos, radiactivos, plásticos, despachados impunemente al mar...). Estos testimonios nos describen un Atlántico totalmente desconocido, inimaginable, un océano pletórico, rebosante de vida y capaz de sustentar, con sobrada generosidad, no sólo a una infinitud de seres marinos y terrestres, sino de constituirse en una parte esencial de la actividad económica de todo el continente. Veamos un ejemplo.

Gracias a los documentales de naturaleza, muchos estamos familiarizados con un impresionante fenómeno natural que tiene lugar en el extremo sur de África entre los meses de mayo y julio (algunos afortunados incluso han podido permitirse contratar un viaje y pasarse unos días buceando en aquellas aguas). Se trata de la migración de la sardina (Sardinops sagax), tal vez más conocida por su nombre en inglés: Sardine run, cuyas imágenes ilustran este largo post. Llegada su época de reproducción, este pequeño pez se desplaza a lo largo de aquellas costas formando bancos gigantescos que a menudo superan los 7 km de largo por 1,5 km de ancho y 30 m de profundidad, en pos de los cuales viajan infinidad de depredadores: ejércitos de ballenas, delfines, tiburones, aves marinas… conformando un espectáculo colosal que todos los años atrae a miles de turistas y a decenas de operadores de televisión, generando una actividad económica considerable, además de la derivada de la pesca propiamente dicha, que se realiza desde tierra.

Pues bien, algo muy parecido ocurría hace poco más de doscientos años en la otra punta del Atlántico, en las costas septentrionales de Europa (es decir, aquí al lado), aunque, desgraciadamente, sin turistas ni cámaras de televisión que pudiesen dar fe de lo que estábamos a punto de perder para siempre. Se trataba de la migración del arenque (Clupea harengus), la especie más abundante y, de lejos, la de mayor importancia económica de todo el continente. Cada temporada, bancos gigantescos de arenques se desplazaban y arremolinaban todo a lo largo de estas costas, desde Islandia hasta la Bretaña francesa, dando lugar a un prodigioso fenómeno que los europeos de hoy difícilmente podemos siquiera imaginar en un mar comparativamente desierto y apenas productivo (1). 
Tan pronto [los arenques] abandonan su retiro, millones de enemigos surgen para diezmar sus escuadrones. Los rorcuales y los cachalotes engullen barriles de un bocado; la marsopa, la orca, el tiburón y toda la numerosa tribu de perros marinos al completo encuentran en ellos una presa fácil y dejan de hacerse la guerra los unos a los otros. Y por si fuera poco, la innumerables bandadas de aves marinas [...] devoran las cantidades que se les antoja. Estos enemigos hacen que los arenques se junten formando un cuerpo tan apretado, que una pala o cualquier objeto hueco que se meta en el agua los captura sin mayor problema.
Olaus Magnus, un escritor sueco del s. XVI, llegaba incluso a afirmar que en tales circunstancias un arpón clavado en el agua podía mantenerse perfectamente en pie sin caerse.


Desde sus puestos en la costa, los pescadores oteaban el horizonte en busca de indicios de su llegada: la presencia de algunos de sus depredadores, un cambio en el color o en el aspecto del mar, posiblemente también las aletas de los tiburones peregrinos que llegaban a millares cada temporada y eran señal segura de la abundancia de plancton. Hasta que un buen día, “oscureciendo el mar a lo lejos, de tal manera que su número parece inagotable”, aparecía al fin el gran banco: un ejército de millones y millones de arenques acosado y atacado en todos sus flancos por un sinfín de depredadores, que a su vez servían de presa de otros depredadores de mayor tamaño: grandes peces, mamíferos marinos como ballenas, marsopas, calderones, delfines, focas; diferentes especies de tiburones: cailones, marrajos, tintoreras, zorros marinos, de vez en cuando tiburones blancos; y por supuesto, desde el aire, nubes inmensas de alcatraces y otras aves marinas zambulléndose en una algarabía ensordecedora. “El océano entero parece estar vivo.”
Cuando llega el grupo principal, su anchura y profundidad son tales, que alteran la misma faz del océano. Viene dividido en varias columnas de cinco o seis millas de largo por tres o cuatro de ancho, y a su paso el agua se encrespa como expulsada de su lecho. A veces se hunden por espacio de diez o quince minutos y luego ascienden de nuevo a la superficie; y cuando el día es soleado centellean con una variedad de magníficos colores, como un campo salpicado de púrpura, oro y celeste. Los pescadores ya están preparados para brindarles el oportuno recibimiento, y, mediante redes fabricadas para la ocasión, a veces toman más de dos mil barriles en un solo lance. 
Si la actividad de los pescadores en el mar y desde tierra era frenética, la de los miles de personas empleadas en el procesamiento y transporte no lo era menos. Mujeres, niños y viejos salaban y preparaban el pescado, construían y reparaban redes, cuerdas, barriles, etc… casi a contrarreloj. En ocasiones el volumen de las capturas era de tal calibre, que o bien no había sal suficiente, o bien se habían acabado los barriles… Y así hasta el final de cada campaña.

Los viajeros que acertaban a pasar por las cercanías de aquella costa no tardaban en sentir la pestilencia de los miles de peces muertos que quedaban todavía en las playas llevados y traídos por la marea, y también de los que habían servido para abonar los campos... como las nécoras y centollos de nuestros abuelos.

Ocaso a la entrada de la ría de Arosa (o a la salida, según como se mire). Al fondo, Aguiño. (Foto: Toño Maño)

Hasta aquí una visión fugaz de lo que realmente ha sido. No es un mal punto de partida para volver a pensar y analizar el problema desde una óptica seguramente mejor calibrada. Una perspectiva excesivamente antropocéntrica (y yo añadiría que también interesada) nos impide ver la realidad en toda su cortante crudeza. Por supuesto, no es que nos vaya el masoquismo, como malintencionadamente se apunta siempre desde los mismos lugares cada vez que surge el debate en estos o parecidos términos. En realidad, se trata de algo infinitamente más aburrido, algo tan elemental como considerar que sólo mediante un análisis honesto y riguroso, por muy dolorosas que sean sus conclusiones, nos será posible comprender la verdadera naturaleza y dimensiones del problema, con el fin de elaborar e implementar cabalmente (si tal es, efectivamente, el verdadero interés de las partes y autoridades implicadas, cosa que dudo) medidas encaminadas a que el mar recupere, al menos, una parte del esplendor que una vez realmente tuvo, no el que creemos que ha tenido, ya que recuperarlo en su totalidad es imposible. Todo lo demás es como practicar el tiro al plato con una escopeta de feria.

(Foto: Jason Heller / Barcroft Media)
Para terminar, la idea principal, el punto de partida de todo este palabrerío, por supuesto no es mía, sino que surgió a partir de la lectura, extraordinariamente estimulante, de un libro escrito por un biólogo marino, Callum Roberts (2), titulado The Unnatural History of the Sea: Past and Future of Humanity and Fishing (Londres: Gaia, 2007), algo así como: 'La historia antinatural del mar: Pasado y futuro de la humanidad y de la pesca', y que me permito recomendar a todo el mundo. El único problema es que todavía no ha sido traducida, no entiendo cómo es posible (¿alguien se anima?).
Las citas y frases entrecomilladas pertenecen a otra magnífica obra publicada en 1774:  A History of the Earth and Animated Nature, del inglés Oliver Goldsmith (3), concretamente a su segundo volumen, que trata de los peces, entre otras especies. Podéis descargarlo desde aquí (problema: está también en inglés).


Que tengáis un feliz verano (o lo que os quede de él). Nos vemos en septiembre.
Seguiremos en Facebook dando un poco la lata y añadiendo y comentando, como siempre, cualquier noticia o imagen de tiburones que merezca la pena.

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(1) En las costas meridionales (sur de Francia, España y Portugal) los protagonistas eran la sardina y el boquerón, aunque sin alcanzar las proporciones del fenómeno del arenque.
(2) Por cierto, Callum Roberts fue asesor científico de la serie de la BBC Blue Planet y del documental The End of the Line, y acaba de publicar su segundo libro, Ocean of Life, una especie de continuación del anterior, en el que pasa revista al estado actual de los océanos. No veo el momento de hacerme con él.
(3) Alguien puede alegar que Goldsmith no fue un naturalista, sino un escritor. Y es verdad: fue un hombre de letras y además de un enorme talento literario, pero esto no invalida ni desacredita su trabajo. El personaje (por el que, por cierto, siento gran simpatía), aun siendo hijo de clérigo (o quizá tal vez por eso), llevó una vida desordenada a más no poder, muchas veces rozando el escándalo: le encantaban las juergas y sobre todo el juego. Hasta tal punto, que se de vez en cuando se veía obligado a buscar más ingresos con que pagar sus deudas y así poder seguir contrayendo otras recurriendo a su editor y escribiendo por encargo ensayos y manuales de todo tipo, sobre todo de Historia y, como vemos, también de Historia Natural, a pesar de que, según comentaba uno de sus amigos no sin cierta malicia, sus conocimientos de zoología apenas le daban para distinguir un caballo de una vaca. Por supuesto, tampoco era historiador, pero sus manuales tenían un gran éxito de público: el dominio del idioma, unido a su capacidad de síntesis, lograba hacer comprensibles para el lector medio los temas más abstrusos. Si en su vida privada era un desastre, su trabajo se lo tomaba con la máxima seriedad y rigor: su método era leer toda la bibliografía existente sobre determinada materia y a partir de ahí seleccionar y organizar los datos de manera comprensible, sin añadir ni quitar nada. De ahí el valor que su obra debe tener para nosotros.
A modo de anécdota, Oliver Goldsmith fue un polemista sumamente obstinado y pendenciero. Cuando se le cruzaban los cables, era capaz de defender con uñas y dientes el argumento más peregrino e insostenible. En una ocasión se empeñó en defender, contra toda evidencia, que él masticaba su cena ¡con la mandíbula superior! Genio y figura hasta la sepultura, a la cual llegó de joven tras haberse empeñado en recetarse sus propias medicinas.
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Bajo el mar de Galicia

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—A ver, ¿dónde viven los tiburones?
—Y dónde va a ser... pues en el mar.
—Vale. Pero ¿en qué parte del mar?
—Pues dentro de él.
—No me entiendes.
—No te explicas.
Tramo de océano desde el cabo Ortegal (Foto: Toño Maño)
Pues no. Me temo que este post que abre el nuevo curso no va a tratar exactamente sobre tiburones, sino sobre geografía. Y por un motivo creo que elemental: si queremos ser un poco rigurosos, no podemos seguir hablando de estos bichos sin saber algo del lugar donde se les puede encontrar. Al fin y al cabo son las características físicas, químicas y geológicas de cada rincón del relieve submarino las que determinan de alguna manera el tipo de especies que lo van a habitar. Hoy no vamos a entrar en terrenos tan específicos como las condiciones de presión, temperatura, salinidad, etc. porque este post se haría larguísimo, aunque los trataremos en su momento. El objetivo que nos proponemos es bastante más modesto: descubrir cómo es, qué aspecto tiene el fondo del mar que nos rodea, y también explicar a qué nos referimos cuando decimos, pongamos por caso, que tal especie habita en el talud superior, o qué es exactamente el Banco de Galicia y por qué el gobierno no lo rescata ni hace planes para protegerlo. Para ello no basta con contemplar el mar desde la superficie, hay que meterse dentro. Pero os aseguro que la experiencia merece la pena, porque lo que hay ahí abajo quita el aliento.

Cuando logramos dar la espalda y aislarnos del espanto, tan exquisitamente hortera y deprimente, en que hemos convertido las zonas habitadas que pespuntean todo nuestro litoral de arriba abajo, el espectáculo que nos ofrece el mar es siempre de una intensa e inquietante belleza difícil de describir. No nos cansamos de recorrer nuestra costa y detenernos en cada uno de sus extraordinarios rincones sólo para contemplarlo y admirarlo, siempre tan igual a si mismo y al mismo tiempo siempre tan diferente, como alguien dijo alguna vez. Y además tenemos para rato, porque el 35% de la costa española corresponde a Galicia: son 1195 km, casi nada. Sin embargo, el panorama que se oculta bajo la superficie es sencillamente sobrecogedor: un fabuloso e inmenso paisaje de grandes llanuras,
valles profundos de laderas escarpadas, cañones abruptos e interminables, montañas gigantescas... que deja en mantillas a todo lo que se nos ofrece detrás de nuestras ventanas. Así vemos el mar de Galicia desde el cielo:


 ...y así es como lo veríamos si la gruesa lámina de agua fuese transparente como un cristal (colores psicodélicos aparte):

Fuente: ICM-CSIC
¿A que no está nada mal? Pues entonces a ponerse el bañador, las aletas y las gafas con el tubo, y al agua, rumbo oeste y hacia abajo (y si me lo permitís, yo casi os aguardo aquí arriba y voy poniendo unas cervecitas a enfriar).

Para empezar, el fondo del mar puede dividirse en dos grandes regiones: el margen continental (el borde del continente cubierto por el mar), formado por la plataforma y el talud continental, y el gran fondo oceánico propiamente dicho, con sus llanuras, montañas submarinas, simas, etc.
El margen continental de Galicia es de tipo pasivo, es decir, geológicamente inactivo (en la costa no tenemos terremotos –de eso solo hay en el interior, en Triacastela y por ahí, para atraer a los turistas– ni actividad volcánica alguna como consecuencia de encuentros o fricciones entre placas, etc.), de ahí que su relieve es más bien suave, con una plataforma no muy estrecha y un talud poco inclinado que presenta una acumulación de sedimentos en su base (la elevación continental), entre otras características.

La plataforma continental de Galicia es relativamente estrecha. Su anchura máxima es de 35 km y su borde se encuentra en torno a los 150 m de profundidad.
Se trata de la zona más rica y productiva del océano, donde se concentra la mayor variedad y cantidad de organismos marinos. No en vano las zonas de pesca más importantes del mundo se encuentran aquí. Un dato más que elocuente: el 90% de las capturas mundiales se producen en esta zona, que representa el 8% de la superficie de todos los océanos.
La luz del sol ilumina sus aguas someras de arriba abajo permitiendo el desarrollo de los organismos que forman la base de la gran red trófica marina: organismos fotosintetizadores como el fitoplancton. A ello se une la enorme cantidad de nutrientes transportados por el aire, las corrientes, las olas, etc. que permite el crecimiento del zooplancton y otros miles de pequeñas criaturas que asimismo contribuyen a sostener todo este complejo entramado de vida.

El talud continental puede definirse como la falda del continente. Se forma cuando en el borde continental el suelo de la plataforma se dobla e inclina abruptamente para descender hasta los fondos abisales más allá de los 4500 m. La pendiente media es de 4-5º, veinte veces mayor que la de la plataforma continental.
Se divide en dos sectores: talud superior y talud inferior. El primero llega aproximadamente hasta los 1800 m y presenta pendientes acusadas, mientras que las del segundo son más suaves.
El talud está cortado, a modo de hachazos, por una serie de cañones submarinos (Ferrol, Coruña, Laxe, Muxía, Muros, Arousa, Pontevedra, Vigo...), una suerte de valles submarinos en forma de 'V' posiblemente de origen tectónico (1), que descienden desde las aguas superiores de la plataforma canalizando hasta lo más profundo una importante cantidad de sedimentos.
El talud es rico en nutrientes procedentes de la plataforma y la costa, lo cual permite la proliferación de especies de aguas intermedias (pelágicas) o más ligadas a los fondos (bentónicas y demersales).

Fuente: Encyclopaedia Britannica.
Hacia el oeste, el talud da paso a la llamada cuenca interior de Galicia. Se trata de una cuenca sedimentaria con forma de 'U' en sección transversal que recorre de norte a sur la casi totalidad del margen costero occidental a lo largo de unos 350 km. Tiene una anchura aproximada de unos 100 km y una profundidad de entre 3000 y 4000 m. Se la conocía con los nombres de valle de Valle-Inclán o Fosa de Galicia. Su límite occidental está marcado por una cadena de montes submarinos que la separan de la gran llanura abisal de Iberia, que son, de norte a sur, los bancos de Galicia, Vigo (2100 m de profundidad), Vasco da Gama (1750 m) y Porto (2200 m).

El más importante es el Banco de Galicia, una profunda montaña submarina (en realidad, un bloque continental) que se eleva desde los 5000 m de la llanura abisal de Iberia hasta unos 650 m de profundidad en su parte más alta; es decir, que estamos, ni más ni menos, ante la montaña más alta de Galicia, doblando los 2127 m de Peña Trevinca. Se encuentra a unas 120 millas de la costa y tiene unos 50 km de ancho en su eje E-W por 90 km de largo de norte a sur. Como se aprecia la imagen de abajo, su relieve es accidentado, presentando una serie de pequeñas crestas, valles y canales. Fue aquí, por cierto, adonde nuestras competentes autoridades enviaron el Prestige para que se hundiese tras haber dejado que rociase toda la fachada atlántica con piche, como quien pasa un spray antihormigas todo a lo largo del zócalo de la cocina.
Relieve del Banco de Galicia y parte de la cuenca interior (fuente: Pilar Marcos, WWF).
Es también un área rica en biodiversidad, tanto bentónica (arrecifes de corales de aguas frías, esponjas, etc.) como pelágica (2). Las corrientes de la zona hacen que los abundantes sustratos sedimentarios se mezclen con el agua horizontal y verticalmente. Esta presencia de nutrientes todo a lo largo de la columna de agua es la responsable del crecimiento de la producción primaria y, con ello, de la abundancia de peces de todo tipo que acuden a la zona con fines tróficos y/o reproductivos, así como de otras criaturas como cetáceos, aves marinas, etc. Como es natural, no existen planes de gestión y protección, que sepamos, para la zona. Como aquí no hay banqueros...

Finalmente, más allá del Banco de Galicia... el abismo. En el mapa vemos como el borde continental gallego está limitado por dos grandes llanuras abisales: la de Vizcaya al N y la de Iberia al W. La primera se encuentra a unos 5000 m de profundidad, la segunda a 5300 m. Las llanuras son en realidad amplias zonas de suelo oceánico que han sido cubiertas por una gruesa capa de sedimentos de hasta varios kilómetros de espesor que oculta el relieve original dándole el aspecto de una planicie suavemente ondulada. Lejos de lo que se creía hasta hace relativamente pocos años, el lodo de la llanura alberga una espectacular diversidad de formas de vida. Se la compara a menudo con la selva tropical vista desde el aire, donde el espeso manto verde de las copas de los árboles oculta una inmensa multiplicidad de especies.


La planicie abisal se extiende, con una leve inclinación en sentido ascendente, hacia la gran Dorsal Atlántica...

... y en el siguiente post hablaremos de tiburones.

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(1) Ver ICM-CSIC.
(2) "Estas formaciones obligan a las aguas profundas a subir hasta la superficie al chocar contra sus empinadas laderas, lo que permite el ascenso de nutrientes (conocidos como afloramientos o upwellings), hasta la superficie y los convierte en alimento accesible para el plancton. En las paredes de los montes arraiga una rica variedad de animales y vegetales sésiles –que no se desplazan–. Gracias a esta riqueza en nutrientes y la variedad en el tipo de sustratos, las montañas submarinas deben ser consideradas como enormes oasis en medio del mar abierto." (Pilar Marcos, WWF).

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Dónde viven los tiburones

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—Vale, pues ya lo he entendido: dentro del mar hay un montón de lugares distintos, ¿no?
—Exacto.
—Y en todos ellos hay tiburones.
—No en todos, pero vale, más o menos.
—Pues ya está. Ya nos hemos enterado. Hala, adiós, que me muero de sed.
—¡Eh! Quieto parado. Que todavía no me has respondido a la pregunta "¿Dónde viven los tiburones?".

—¡Cómo que no! Pero si te lo acabo de decir, tío plasta: en las diversas regiones que hay dentro del mar.
—¿Ah sí? ¿Todos mezclados en cualquier parte y de cualquier manera, como en una coctelería creativa?
—¡Y a mi qué carajo me...! Todos mezclados... yo qué sé. Mira, a mi déjame en paz.
—Pues no, ¿ves como  no te enteras?: cada especie tiene su lugar. Y si te quedas un rato más te lo explico.
—Sólo si prometes no volver a darme la paliza nunca más.
—Hecho.

Visera (Deania calcea) fotografiada a 1000 m en el Atlántico nororiental. (Foto: Nicola King, Universidad de Aberdeen).

Hace unos cuantos millones de años que los tiburones lograron colonizar con éxito los más diversos rincones del océano, llegando incluso a establecerse de forma permanente en algunos ríos (es el caso de las especies fluviales del género Glyphis). Lo más notable es que esta impresionante capacidad de adaptación se ha logrado mediante apenas un puñado de modificaciones realizadas sobre un diseño básico pero extraordinariamente eficaz: esqueleto de cartílago, 5-7 pares de aberturas branquiales laterales no protegidas por opérculos, ausencia de vejiga natatoria, etc. Así, por ejemplo, cuando unas condiciones ambientales adversas hicieron necesaria la ampliación de espacio para la instalación de un mayor número de electrorreceptores, se optó por alargar el morro, hacia delante o hacia los lados, según la especie, pero siempre respetando el diseño hidrodinámico marca de la casa; si en otro contexto la velocidad no resultó imprescindible para la supervivencia, se invirtió menos energía en el diseño de las aletas (suprimiendo algunas en determinados casos) y más en la construcción de un hígado más grande con el que se pudiese alcanzar la flotabilidad neutra; cuando se hizo evidente la necesidad de más estabilidad y potencia para la caza, se instalaron potentes quillas laterales en el pedúnculo caudal (y por supuesto, se autorizó la calcificación parcial del endoesqueleto para reforzar aquellas áreas más expuestas a la presión y esfuerzo físico); hubo incluso una escudería que desarrolló un sistema de calefacción con el que logró mejorar el rendimiento muscular y aumentar la velocidad del módulo de procesamiento de información y toma de decisiones... y así un pequeño etcétera.
De modo que quitémonos de la cabeza la imagen popular de una criatura primitiva que sólo piensa en comer y aparearse (si de verdad queréis ver qué es una criatura primitiva guiada exclusivamente por sus instintos primarios, encended la televisión y poned por ejemplo un Gran Hermano, o uno de estos programas de cotilleos, o mismamente un debate parlamentario). El tiburón es en realidad una especie tan sumamente moderna y avanzada que tardó relativamente poco en alcanzar un éxito evolutivo espectacular, de ahí que su diseño haya permanecido vigente, sin apenas modificación sustancial alguna, a lo largo de los últimos millones de años (¿qué necesidad hay de cambiar lo que está bien hecho?). No en vano continúa estudiándose y sirviendo como base de nuevos avances técnicos en campos tan diversos como el diseño naval, el aeronáutico, diseño de prendas deportivas, etc.

Tiburón anguila (Chlamydoselachus anguineus) fotografiado a 874 m por la NOAA.
Especie marcadamente mesopelágica, pero dependiente de los fondos del talud.
En el post anterior vimos como el fondo del mar es en realidad una extensísima región de una compleja estructura geológica que ofrece una insospechada variedad de hábitats. Los científicos los han catalogado con una serie de etiquetas cuyo significado, simplificándolo en la medida de lo posible, nos hemos propuesto conocer, puesto que son las que generalmente utilizamos para describir el hábitat y costumbres de cada especie. Es evidente que cada una de ellas ha elegido un rincón particular del fondo donde establecerse, para lo cual ha tenido que adoptar las adaptaciones o modificaciones más adecuadas para soportar las condiciones impuestas por el ambiente. Por eso hablamos de tiburones pelágicos o bentónicos, tiburones demersales, tiburones epipelágicos o mesopelágicos, tiburones costeros o tiburones oceánicos, etc., y a veces haciendo combinaciones.
Para ello tomaremos como punto de partida este excelente esquema realizado por Xvazquez para Wikipedia, muy claro y conciso:

(1) Región nerítica; (2) Región oceánica. (3) Zona epipelágica; (4a) Zona mesopelágica; (4b) Zona batipelágica; (5) Zona abisopelágica; (6) Zona hadopelágica. (A) Plataforma continental; (B) Talud continental, Zona batial; (B1) Talud superior; (B2) Talud inferior. (C) Zona abisal. (D) Zona hadal. La t es la termoclina, un área de las capas superiores en que la temperatura del agua cae bruscamente.

1) En primer lugar podemos dividir el mar en dos grandes regiones en función de su distancia de la costa: la nerítica y la oceánica, marcadas como 1 y 2 respectivamente.
  • Región nerítica: Las aguas más próximas a la costa, sobre la plataforma continental.
  • Región oceánica: El océano más allá de la plataforma, alta mar.


Especie típicamente bentónica: Angelote (Squatina squatina)
fotografiado en el acuario de Coruña (Foto: Drow male).
2) A partir de aquí se establecen dos grandes dominios: el dominio pelágico (números 3 al 6) y el domino bentónico (letras A - D).
  • Dominio pelágico: Constituido por la masa de agua comprendida entre la superficie y las proximidades del fondo y todos sus habitantes. El nombre procede del término griego pélagos, 'mar abierto', 'piélago'.
  • Dominio bentónico: Del griego benthos, 'fondo del mar'. Constituido por el fondo marino y las plantas y animales que viven sobre él o dentro de él.


3) A su vez, el dominio pelágico, atendiendo a factores como la luz solar, la temperatura o la salinidad, puede dividirse en:
  • Zona epipelágica: (3) Hasta los 200 m de profundidad aproximadamente. Es la zona que permanece iluminada por la luz del sol, lo cual permite la fotosíntesis y por tanto el desarrollo de la producción primaria (el prefijo epi-, de origen griego, significa, justamente, 'superficie').
  • Zona mesopelágica: (4a) 200-1000 m aprox. (del prefijo también griego meso-, 'medio'). Espacio de transición o zona crepuscular entre la luz y la oscuridad
    Tintorera (Prionace glauca) fotografiada por Joe Romeiro.
    Especie pelágica oceánica.
    total. La cantidad de luz es insuficiente para que pueda realizarse la fotosíntesis. Hay menos oxígeno disuelto en el agua, lo que obliga a la optimización del rendimiento de las branquias. Muchas criaturas ascienden a la superficie durante la noche para alimentarse. Abundan las especies bioluminiscentes. En las proximidades del margen continental, se correspondería con la parte superior del talud continental.
  • Zona batipelágica:(4b) 1000-4000 m aprox. (del grieto bathys, 'lo profundo'). Es el reino de la oscuridad absoluta punteada por los destellos de alguna criatura bioluminiscente. Aguas muy frías bajo una presión asfixiante. Cerca de la plataforma, es la capa de agua que baña el talud continental.
  • Zona abisopelágica:(5) Desde los 4000 m hasta el suelo oceánico, en torno a los 6000 m. Su nombre procede del griego ábyssos, el abismo, lo insondable.
  • Zona hadopelágica: (6) 6000-11000 m. Corresponde a la zona más profunda del mar: las fosas abisales. Su nombre deriva de Hades, nombre con que los griegos designaban el inframundo.

4) El dominio bentónico se divide según la profundidad y la zona del margen continental en:
  • Zonasintermareal (zona expuesta al aire con marea baja y sumergida con marea alta) y submareal (zona permanentemente cubierta por el mar, o sea, la mayor parte de la plataforma): (A) También se las conoce como litoral y sublitoral, respectivamente.
  • Zonabatial: (B) Zona del talud continental entre los 200 y los 4000 m aproximadamente.
  • Zonaabisal: (C) Zona del suelo oceánico o llanuras abisales entre los 4000 y los 6000 m aprox.
  • Zonahadal: (D) Comprende el suelo de las fosas oceánicas desde aproximadamente los 6000 m hasta los 11.022 m de la fosa de las Marianas.
Por otro lado, muchas veces se emplea el término demersal para referirnos a aquellas especies cuya vida transcurre muy cerca del fondo, en la capa de agua colocada justo encima de él.

(Fuente: NOAA)

    Finalmente, sólo nos queda señalar que, por algún motivo, los tiburones están prácticamente ausentes del dominio abisal, a partir de los 4000 m. Su presencia en esta zona es muy rara, probablemente limitada a incursiones ocasionales. Una de las explicaciones más plausibles es que tal vez la elevada necesidad energética de estos animales no puede satisfacerse en un medio de tan baja productividad, tan pobre en nutrientes (oligotrófico) (1).
    El récord absoluto de profundidad de todos los tiburones lo ostenta, de momento, una especie presente en nuestras aguas, la pailona (Centroscymnus coelolepis), también conocida en inglés, con toda justicia, con el nombre de Portuguese dogfish, con 3675 m.

    Pailona (Centroscymnus coelolepis) en Viana do Castelo (Foto: APECE)

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    (1) Imants G. Priede, Rainer Froese, David M. Bailey et al. "The absence of sharks from abyssal regions of the world's oceans". Proceedings of the Royal Society. 7 de junio de 2006, vol. 273, no. 1592, pp. 1435-1441.

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    Tiburón anguila (Chlamydoselachus anguineus)

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    Foto: CEMMA

    Tiburón anguila

    Chlamydoselachus anguineus (Garman, 1884)

    (es. Tiburón anguila, tiburón de gorguera; gal. Tiburón anguía; in. Frilled Shark; port. Tubarao cobra, tubarao anguia)

    Orden: Hexanchiformes
    Familia: Chlamydoselachidae


    Si decíamos que la cañabota podía considerarse, con toda justicia, un fósil viviente, el bicho que hoy traemos hasta aquí es sencillamente lo más parecido que podamos imaginar a un animal prehistórico que acabase de cruzar el túnel del tiempo. Cuerpo alargado y sinuoso como el de una anguila, cabeza de saurio dotada de una enorme boca terminal (es decir, situada en el extremo de la cabeza, no en la zona ventral como los demás tiburones) repleta de dientes con forma de tridente, orificios nasales en posición casi frontal, y ojos ovalados de color verdoso que componen el típico gesto de cruel irracionalidad de los dinosaurios del cine. Vamos, que estamos ante un auténtico monstruo de película, que si nos dicen que mide más de diez metros no nos extrañaría lo más mínimo (tranquilos, no pasa de dos).

    En efecto, el Chlamydoselachus es la más antigua de las más de 500 especies de tiburón descritas hasta hoy. Presenta una serie de caracteres anatómicos  primitivos que no se encuentran en otros tiburones. A los ya señalados cabe añadir que el canal de la línea lateral es prácticamente externo, se encuentra en buena parte a la vista; y también que, en vez de una columna vertebral propiamente dicha, el tiburón anguila tiene una notocorda formada por segmentos cartilaginosos. Es más que posible que esta especie de monstruo portátil no haya sufrido modificaciones evolutivas sustanciales en los últimos 50 millones de años o más.

    Descripción: Otro de los tiburones inconfundibles, tanto por su cuerpo anguiliforme, de donde le viene el nombre, como por la forma especial de esa cabeza como de serpiente. Está claro que es el tiburón con menos pinta de tiburón de todos. De hecho, hay quien ha propuesto separarlo del orden en el que se encuentra actualmente, que comparte con las cañabotas, y ubicarlo en uno propio, los Chlamydoselachiformes.
    No obstante, vamos a completar la descripción señalando que el morro es corto y romo, con la mandíbula superior un poco más prominente que la inferior; los ojos carecen de membrana nictitante, y que las narinas se encuentran en posición muy adelantada lateroventralmente. Presenta 6 pares de aberturas branquiales grandes, de amplios bordes a modo de collarín con volantes, que casi rodean la cabeza, especialmente el primer par, que se une entre sí en la zona ventral, por eso también se le conoce como tiburón de gorguera (1).

    Foto: Rafael Bañón
    Cuerpo delgado con pliegues o carenas longitudinales en la zona ventral. Sólo tiene una aleta dorsal, pequeña, roma y en posición muy retrasada, justo frente a la anal. Las pectorales son también pequeñas y redondeadas, mientras que las pélvicas y la anal son bastante grandes y alargadas. Caudal abatida, terminada en punta y sin lóbulo terminal; el lóbulo inferior apenas está definido.

    Foto: Juan Ignacio-Yosy (SGHN)
    La librea es de color pardo grisáceo a marrón oscuro uniforme, más claro en la zona ventral. Los extremos de las aletas son un poco más oscuros. 

    Dentición: Isomorfismo dentario; es decir, los dientes de las mandíbulas superior e inferior son iguales. Tienen tres cúspides altas, estrechas y afiladas, más una cuspidilla a cada lado de la central, todas inclinadas hacia atrás, hacia el interior de la boca, con lo que una presa tan escurridiza como un cefalópodo tiene difícil escapatoria una vez las fauces se cierran sobre ella. Alrededor de 300 dientes dispuestos en 25-27 filas funcionales transversas y claramente separadas.

    Foto: Juan Ignacio-Yosy (SGHN)

    Talla: Al nacer miden entre 39-55 cm. La longitud total máxima registrada fue de 196 cm (por supuesto, una hembra), si bien pueden llegar a los 2 m. Los machos alcanzan la madurez sexual entre los 92-110 cm y las hembras entre los 130 y los 135 cm, aunque algunos autores la suben hasta los 140-145 cm.

    Reproducción: Vivíparo aplacentario (ovovivíparo), con camadas de 2 a 15 crías (6 de media), la más baja de todos los Hexanchiformes, tras un periodo de gestación con toda probabilidad muy largo, de 1 a 2 años. Aunque renombrados especialistas como Sho Tanaka sostienen que en realidad podría ser mucho mayor, de 3,5 años o más (2), lo cual superaría con creces el récord, hasta ahora absoluto, de todos los vertebrados de la Tierra, que está en posesión de otro tiburón, la mielga (Squalus acanthias), con 24 meses, dos más que el elefante africano. Posiblemente los fetos reciban alimento directamente de la madre durante las últimas etapas de gestación.
    Siguiendo con el libro de los récords, comentar que los óvulos de este tiburón son las mayores células conocidas del reino animal, ya que pueden alcanzar nada menos que los 10 cm de diámetro.
    No parece existir una estacionalidad reproductiva definida. Sólo se sabe que, como ocurre yo diría que con todos los demás vertebrados (inferiores y superiores), los machos se muestran en todo momento y a lo largo de todo el año activos, entusiastas y colaboradores; son las hembras quienes, cuando les da la gana o lo consideran oportuno, deciden el cómo y el cuándo. ¿Os suena?
    Posiblemente forman cardúmenes con segregación por tamaño y grado de madurez.
    Se cree que puede vivir 50 años o más.

    Dieta: A base fundamentalmente de calamares, también peces de tamaño mediano y otros tiburones de aguas profundas. Sus grandes y flexibles mandíbulas le permiten tragarse enteras presas de hasta la mitad de su tamaño.


    Es un cazador activo y voraz. Por la forma de la cola y posición de las aletas pélvicas y anales, se cree que es capaz de efectuar súbitas aceleraciones para abalanzarse por sorpresa sobre sus víctimas. En cautividad se le ha observado nadando con la boca abierta, algunos aventuran que como parte de una técnica de caza: en la oscuridad del fondo las presas podrían sentirse atraídas hacia la tenue luminosidad de sus blanquísimos dientes.

    Hábitat y distribución: Especie mesopelágica y demersal del borde continental y el talud superior. Su rango batimétrico oscila entre los 50 y los 1600 m, aunque tiene preferencia por aguas entre los 120-1250 m. Raramente se le ve cerca de la superficie. Se cree que realiza movimientos nictamerales, es decir, durante la noche se aproxima a la superficie para alimentarse y durante el día permanece en el mar profundo.

    Fuente: Wikipedia

    Se trata de una especie poco común con una distribución amplia aunque discontinua en aguas frías a templadas del Pacífico y el Atlántico. Hace pocos años se descubrió que la población de Chlamydoselachus de aguas del sur del continente africano (Angola, Namibia y Suráfrica) estaba en realidad compuesta por una especie diferente, bautizada en 2009 como Chlamydoselachus africana o tiburón anguila africano.

    Pesca y estatus: No es una especie comercial. Se captura accidentalmente sobre todo con arrastre y palangre de fondo. Se aprovecha básicamente para harina de pescado, aunque en países Japón se lo comen... y quién sabe si aquí también, como uno de los ingredientes nunca definidos de esa cosa pastosa llamada surimi.
    Figura en la Lista roja de la IUCN con el estatus de Casi amenazado.

    Foto: CEMMA

    Todas las imágenes que acompañan este artículo, excepto las dos que figuran sin nombre de autor (cuando lo averigüe lo añadiré), corresponden a ejemplares capturados en Galicia (3). Aunque se trata de una especie rara, parece probable que en nuestras aguas existe una población estable de Chlamydoselachus, cuyas dimensiones y extensión todavía desconocemos. Como un grifo que gotea, a poco que nos metemos en faena, no tardamos en conocer noticias de diversas capturas accidentales, desde la primera de que tenemos constancia, que data de 1906, como la cerveza, hasta la actualidad. Algunas están bien documentadas, otras forman parte de comunicaciones personales que aguardan el refrendo de algún tipo de publicación (por ejemplo, varias de 2011, una de ellas a la altura de Corrubedo), y otras no son más que rumores. Y además, estoy convencido de que a todas ellas habría que añadir un número obviamente indeterminado de capturas sin reportar.

    La SGHN informa en su Blog de que guarda cuatro ejemplares de tiburón anguila, uno de los cuales ya está expuesto al público en el Museo da Natureza, en Ferrol. El último, por cierto, fue entregado a finales de marzo de 2007 por el Gonzacove Uno, con base en Marín, un arrastrero que parece tener un imán para los bichos raros. Los otros tres, dos machos y una hembra, proceden de los caladeros del Canto, los primeros, y de la Selva, la hembra, de casi 170 cm.
    Y para quienes anden por la zona, recordaros que el Museo de Historia Natural de Santiago también cuenta con un ejemplar.

    A pesar del intenso maltrato al que lo sometemos día y noche, año tras año, como una larguísima sesión de tortura, el mar de Galicia sigue empeñado en ofrecernos de vez en cuando muestras de su extraordinaria riqueza. Tal es el caso. En nuestro océano habita una auténtica joya ictiológica de valor incalculable. Y esto es un privilegio del que debemos ser conscientes.
    Como ocurre con tantas otras cosas, no sabemos lo que tenemos... hasta que lo perdemos.

    Ejemplar del Museo de Historia Natural "Luis Iglesias" (Foto: Toño Maño)
     ______________
    Una de las gorgueras más famosas
    del mundo, y no de las más grandes.
    (1) Por si queda algún despistado por ahí, expliquemos que la gorguera es esa aparatosa prenda hecha de lienzo plisado que adornaba el cuello de la gente guapa de unos cuatro siglos atrás, que parecía que les habían rebanado la cabeza y la habían colocado sobre una bandeja, o, mejor, sobre una enorme hogaza de pan blanco, como nos gustaba imaginar a algunos en las largas y lluviosas tardes de biblioteca.
    (2) Sho Tanaka, Yoshihisa Siobara et al. "The Reproductive Biology of the Frilled Shark, Chlamydoselachus anguineus, from Suruga Bay, Japan." Japanese Journal of Ichthyology. Vol. 37, no. 3, 1990, pp 273-291.
    (3) Mi agradecimiento a la CEMMA (Coordinadora para o Estudo dos Mamíferos Mariños), a la Sociedade Galega de Historia Natural (SGHN), en particular a Juan Ignacio, del Museo da Natureza en Ferrol, y a Rafael Bañón, por la cesión desinteresada de sus fotos, éstas y  muchas otras que ya iréis viendo.

    El problema del finning en la UE - Capítulo II

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    Foto: OCEANA

    Hace justo una semana, el pasado miércoles 19 de septiembre, la Comisión de Pesca del Parlamento Europeo votaba una serie de enmiendas a la propuesta de la Comisión Europea para endurecer la ley contra el finning o aleteo (ya sabéis, la práctica atroz de cercenar las aletas del tiburón y deshacerse del resto, devolviéndolo al mar muchas veces todavía con vida) modificando la normativa vigente EC 1185/2003. (1)
    Esta propuesta inicial incluía una serie de medidas como la de obligar a la flota comunitaria, en particular la palangrera de superficie congeladora (o sea, portugueses y españoles), al desembarco de los tiburones con las aletas pegadas al cuerpo de forma natural, así como la eliminación de los llamados "permisos especiales".

    Pues bien, pasó lo que tenía que pasar, que nadie sabe con certeza qué ha salido de ahí, qué es lo que se ha votado exactamente. Por un lado, parece que el resultado es positivo, y por el otro parece que no, de ahí que nos encontremos reacciones para todos los gustos. Así, las hay...

    ...de satisfacción: El titular de la noticia lo dice todo: "La flota palangrera mantiene su permiso para cercenar a bordo aletas de tiburón. "Satisfacción y cautela" en el sector a la espera del debate plenario en la Eurocámara". (2)
    [...] El mantenimiento del permiso de desembarcar las aletas por separado de los cuerpos fue posible al aprobar ayer la Comisión de Pesca de la Eurocámara dos enmiendas defendidas por la diputada portuguesa María do Ceo Patrao Neves,en sintonía con el sector, al proyecto para modificar el actual reglamento comunitario – 1185/2003– sobre el cercenamiento de las aletas.
    La patronal pesquera española Cepesca, así como la propia flota afectada celebraron ayer la aprobación de las enmiendas, aunque lamentaron el rechazo a otras enmiendas, como las encaminadas a reforzar las medidas de control de la pesquería de tiburones y de la recopilación de los datos científicos de las dos especies capturadas por los palangreros europeos. Desde Espaderos Guardeses, su gerente, Conchi Ortega, destacaba la "satisfacción pero con cautela" de lo acordado ayer por la Comisión de Pesca, ya que lo ajustado de las votaciones "e incluso los votos contradictorios" dejan el asunto pendiente de un debate en el pleno del Parlamento Europeo, el próximo mes octubre.

    ...de insatisfacción y desconcierto: Extracto de una nota de prensa de Shark Alliance con el siguiente titular: "Ajustada y confusa votación sobre el aleteo de tiburones en el Parlamento Europeo. Los vacíos legales no se han ampliado, pero todavía no están cerrados y la batalla se traslada al Pleno". (3)
    BRUSELAS - La Comisión de Pesca del Parlamento Europeo ha votado hoy, de una forma desconcertante e incoherente, sobre una serie de enmiendas que conforman su respuesta a la propuesta de la Comisión Europea para fortalecer la prohibición del aleteo (cortar las aletas y descartar el resto del cuerpo al mar) en la Unión Europea. Los votos en la mayoría de enmiendas han sido aprobados o rechazados por un estrecho margen y han generado mensajes contradictorios que rechazan y aprueban a la vez las lagunas que dificultan la aplicación de la prohibición del aleteo.[...]

     La Sra. Patrão Neves, eurodiputada para Portugal, ha utilizado su papel como ponente del informe para luchar en contra de la adopción de las mejoras propuestas por la Comisión. Hoy, su intento de ampliar los vacíos legales en la normativa europea contra el aleteo ha sido rechazado pero, en un movimiento contradictorio, los eurodiputados han aprobado una propuesta de texto sugiriendo excepciones para poder cercenar las aletas de los tiburones a bordo. La mayoría de sus enmiendas más problemáticas han sido rechazadas pero la falta de claridad en el texto finalmente aceptado presenta una amenaza para conseguir una fuerte prohibición contra el aleteo.
    Foto: Allan Bolanos

    ...de una mezcla de las anteriores: Este es el titular: "Un paso adelante en la prohibición del finning en la EU, pero con un giro confuso". (4)
    Hoy hemos dado un enorme paso adelante [...]. La Comisión ha votado para cerrar las grandes lagunas legales de la prohibición, que permitían a algunos países (léase España y Portugal) desembarcar cuerpos y aletas en puertos distintos y en momentos diferentes, lo que complicaba mucho controlar si se había respetado completamente la prohibición del finning.
    Lo importante es que la Comisión ha votado para eliminar el Artículo 4, la derogación que permitía a buques con permisos pesqueros especiales cercenar las aletas a bordo. También ha votado a favor de enmiendas que enfatizan el hecho de que muchas especies de tiburón están amenazadas, que la flota de la UE tiene pesquerías dirigidas a tiburones y demandando mejoras en los informes sobre el cumplimiento de la prohibición.
    Sin embargo, hay algo de confusión sobre lo que ha ocurrido.
    En particular, dos de las enmiendas aprobadas se refieren al Artículo 4, el mismo que han votado eliminar. Una de ellas define lo que es un permiso especial de pesca y la otra establece que las  aletas de tiburón se podrán cortar en parte y doblarse hacia la canal o, en los casos indicados en el Artículo 4, retirarse completamente del cuerpo.
    Uno de los miembros de la Comisión señaló que se había producido un error –se había aprobado una enmienda que se refería a una derogación que ya no existe–, pero el presidente no permitió que se volviera a votar.
    Así que así estamos. Digamos que es un traspié pero, desde luego, supone un gran paso adelante.

    No sé la vuestra, pero mi impresión es que todo sigue igual. Todo ha quedado en una declaración de intenciones que queda fenomenal para el lavado de cara de la Comisión de Pesca (al fin y al cabo, la opinión pública europea cada vez se manifiesta más claramente en favor de una política conservacionista). En mi opinión ha habido juego sucio y triquiñuelas políticas de unos contra los otros para torpedear cualquier intento de consensuar un texto con propuestas concretas y claras. En este sentido resulta particularmente indecente la postura de la portuguesa Patrao Neves, en su calidad privilegiada de ponente, así como de los otros señores miembros que han defendido descaradamente los privilegios de un puñado de armadores portugueses y españoles (5) y no el interés general de todos los ciudadanos europeos, que no es otro nuestro derecho a disfrutar de un medio ambiente marino saludable... o tan siquiera lo menos muerto posible... y no por una cuestión estética (que también), sino porque nuestro bienestar, presente y futuro, depende de ello, no del millonario beneficio económico de unos pocos (al que, por cierto, al paso que van no le queda mucho tiempo).

    Ha ganado la industria.

    Puerto de Vigo. Foto: Gustavo Rivas (La Voz de Galicia)

    No obstante, estaremos atentos a lo que próximamente decidirá el Pleno... Nunca se sabe.
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    (1) Para refrescar la memoria ver El problema del finning en la UE
    (2) Faro de Vigo, 20 de septiembre de 2012. Enlace.
    (3) The Shark Alliance, 19 de septiembre de 2012.Enlace.
    (4) Allison Perry en el Blog de Oceana, entrada también del 19 de septiembre.
    (5) Según el sector, la prohibición completa del finning le supondrá un coste de casi 9,4 millones de euros. Sin embargo, según una interesante nota de prensa del 12 de septiembre, un reciente estudio realizado por Oceana revela que "los palangreros de superficie españoles y portugueses que están autorizados para cortar las aletas a bordo recibieron más de 117 millones en subvenciones de la UE entre 1994 y 2007. Los costes anuales estimados por la industria representan como mucho un 8% de esta cantidad".
    Si el coste por barco y  año es de 22.000 €, "de los barcos subvencionados, 32 recibieron más de 1 millón de euros de la UE".
    Termina la nota con estas palabras de Xavier Pastor, Director Ejecutivo de Oceana Europa: "Los contribuyentes europeos han invertido una enorme suma de dinero en estos barcos pesqueros. Pagaron para ayudar a construirlos, modernizarlos y apoyarlos cuando se fueron a buscar nuevos caladeros de tiburones. Ahora, Europa pide a estas embarcaciones que se comprometan a realizar prácticas pesqueras sostenibles por el bien de los tiburones y del propio sector." 

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    La grave situación de los tiburones del mar profundo

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    Parte de un lance de arrastre en el que podemos distinguir varios tiburones de aguas profundas.

    Acaba de publicarse un interesantísimo estudio (1) sobre las pesquerías de aguas profundas en la Comunidad Europea. Viene firmado por un grupo de especialistas internacionales procedentes de diversas disciplinas e instituciones europeas (por cierto, con un papel destacado de las gallegas), entre los que figuran Sebastián Villasante, del Departamento de Economía Aplicada de la Universidad de Santiago, Manel Antelo, del Departamento de Fundamentos de Análisis Económico también de la USC, o Gonzalo Macho, del Departamento de Bioloxía e Ecoloxía Animal de la Universidad de Vigo.

    El trabajo, tan ambicioso como imprescindible, viene a dar cuenta de la gravísima situación en que se encuentran las poblaciones de las especies de aguas profundas de Europa, y aportando, al mismo tiempo, informaciones sumamente preocupantes sobre la ineficacia de las políticas pesqueras de la UE. No es que todo esto sea una novedad, pero sus aplastantes conclusiones son imprescindibles para fundamentar, una vez más, con datos objetivos e incontestables, cosas tan sospechadas y sabidas como el fracaso absoluto de la Política Pesquera Común por la desidia, desinterés e indisimulado sometimiento del poder político al económico, en este caso representado por el lobby de la pesca; por no hablar de los famosos TACs (Topes Admisibles de Capturas), que empezaron a funcionar allá por el 2002, y que ni se cumplen ni se hacen cumplir, aparte de que no se basan en criterios científicos, sino económicos (vamos, un cachondeo)... Y recordemos que se pusieron en marcha a raíz de un informe del Consejo Internacional para la Exploración del Mar (ICES en sus siglas en inglés) que declaraba que la explotación pesquera de la mayor parte de las especies de aguas profundas estaba fuera de los límites biológicos de seguridad. Nunca hasta ahora se había elaborado con tal detalle una panorámica general de la (in)eficacia de los TACs.

    Los autores se propusieron estudiar los cambios en la profundidad media de la flota pesquera antes y después de la adopción de la Política Pesquera Común (es decir, entre 1950-1982 y 1983-2006); analizar el grado en que el Consejo de Europa sigue las recomendaciones científicas sobre capturas sostenibles; y determinar en qué medida la industria pesquera respetaba los límites de capturas acordados. Pues bien, sus conclusiones no pueden ser más desesperantes y deprimentes:
    Lance de arrastre  en Hatton Bank
    (Foto: Greenpeace)
    • Entre 1950 y 2006 la flota europea ha experimentado una expansión hacia aguas profundas, a medida que iba acabando con los stocks de aguas superficiales, de un promedio de 78 m, casi el doble que la flota mundial (42 m). La adopción de la Política Pesquera Común no ha variado esta tendencia.
    • La longevidad de las diferentes especies se incrementa con la profundidad, es decir, a mayor profundidad, mayor longevidad (de unos 13 años en la superficie a alrededor de 60 años en el fondo), lo que quiere decir que las especies se vuelven mucho más vulnerables a la sobreexplotación.
    • En el 60% aproximadamente de los casos investigados, los TACs establecidos no estaban basados en criterios científicos, y aun así tampoco se cumplían. Las flotas de los diferentes estados miembros sobrepasaron estas cuotas en el 50% de los casos investigados entre el 2002-2011. Las capturas reportadas las superaron en tres veces y media (ya ni pensemos en las no reportadas), y en algunos casos en hasta 28 veces.
    En lo que respecta a los tiburones de aguas profundas (quelvachos, pailonas, tollos, etc.), la situación sólo puede calificarse de extrema debido a factores como una tasa reproductiva extremadamente baja (periodos de gestación muy largos y camadas muy pequeñas) que hace casi imposible el establecimiento de una pesquería sostenible. Aparte está el hecho de la existencia de cardúmenes con segregación sexual, lo que implica que un sólo lance puede cercenar para siempre las expectativas de supervivencia de una especie en una zona concreta. No en vano hace años que se está reclamando para estas especies un límite 0 de capturas.

    Tiburones de aguas profundas en la lonja de Lorient (Foto: OCEANA)

    Para completar un poco más esta información, os adjunto la nota de prensa emitida esta semana por The Bloom Association (la traducción no es muy allá -sí, es otra de las mías-, pero me sigue pareciendo infinitamente más digestiva que la de cualquier traductor de Google):

    Un nuevo estudio revela graves deficiencias en la gestión de las especies europeas de aguas profundas, según la edición digital de la revista Ocean & Coastal Management de esta semana.

    Sebastián Villasante y los coautores han analizado las recomendaciones científicas y el total admisible de capturas para los stocks de peces de aguas profundas desde 2002 hasta 2011. Se trata del primer análisis sistemático de la eficacia del régimen de gestión de la Comunidad Europea para estas especies. El estudio concluye que en el 6o% de los casos las cuotas eran superiores al valor recomendado por los científicos y que las capturas excedían las cuotas en el 50% de los casos.

    "Las capturas que sobrepasaron la cuota, la superaron en un promedio de 3,5 veces; sin embargo, en algunos casos llegaron hasta superar en 28 veces las cuotas acordadas para especies de aguas profundas", explicó Sebastian Villasante, de la Universidad de Santiago de Compostela.

    "Nuestro estudio muestra que el Consejo Europeo apenas tiene en consideración los dictámenes científicos sobre capturas sostenibles y que la industria pesquera no cumple los límites de capturas que se acuerdan. No es una sorpresa que la explotación de los stocks de aguas profundas esté fuera de los límites biológicos de seguridad, según el Consejo Internacional para la Exploración del mar (CIEM)", comentó Telmo Morato, coautor, procedente de la Universidad de las Azores, Portugal.

    "Parte del problema es que las nuevas pesquerías se desarrollan a una velocidad muy superior a la que pueden mantener la comunidad científica y los legisladores para hacerles frente", sostiene Henrik Österblom, del Stockholm Resilience Centre. "La consecuencia es que algunos de los datos más importantes de cada especie se recogen mucho tiempo después de que sus poblaciones se han venido abajo".

    El estudio demuestra que la longevidad media de las especies capturadas por la flota europea aumenta con la profundidad, desde los aproximadamente 13 años de las especies de aguas superficiales hasta los alrededor de 25 de las intermedias y los 60 de las especies de aguas profundas. De tal manera que pescar a más profundidad significa pescar especies más longevas y vulnerables.

    Los resultados también indican que la expansión batimétrica de la flota europea en el periodo 1950-2006 es el doble que la de la flota mundial. Así, los pesqueros europeos han incrementado la profundidad de pesca un promedio de 78 metros, en tanto que la expansión de la flota mundial ha sido de 42 m.
     
    "Este trabajo demuestra que la explotación de las especies de aguas profundas plantea serios problemas que se suman a los anteriormente identificados por los científicos, tales como la enorme cantidad de especies objeto de capturas accidentales (aproximadamente 100) por parte de los arrastreros de profundidad así como la destrucción del hábitat del fondo marino. Rebasar los dictámenes científicos y los límites de capturas establecidos no hacen más que agravar la calamitosa situación y enviar el claro mensaje de que nos encontramos muy lejos de una pesquería sostenible y bien gestionada", comentó Claire Nouvian, coautora del estudio y fundadora de la organización sin ánimo de lucro BLOOM.

    "El reiterado incumplimiento por parte de los estados miembros de la UE de respetar las cuotas que se han aprobado, que para empezar son con frecuencia demasiado altas, demuestra lo difícil que resulta gestionar estas pesquerías de aguas profundas", concluye Matthew Gianni, coautor y consultor de pesquerías de aguas profundas de los Países Bajos. "Algunas pesquerías de aguas profundas capturan por encima de 50 o más especies y es necesario que tanto las capturas como las capturas accidentales estén más estrictamente reguladas y reportadas. Hace falta una revisión integral del régimen de gestión europeo de las pesquerías de aguas profundas para asegurar la sostenibilidad de las especies a largo plazo, en particular de aquellas que conocemos muy poco pero que son altamente vulnerables a la sobrepesca".

    Este estudio se publica cuando el Parlamento Europeo comienza a debatir la propuesta de la Comisión Europea de 19 de julio de 2012 de revisión del régimen europeo de gestión del mar profundo y la eliminación gradual de la pesca de arrastre de fondo y redes de enmalle .
    __________________

    Una última (y breve) reflexión sobre la pesca en el mar profundo y la más destructiva de todas sus "artes", el arrastre de fondo. Como el tema daría para unos cuantos posts bien largos y rellenos como los míos, de momento nos vamos a quedar con esta imagen: el fondo marino pasado y repasado por el imponente aparejo, con sus enormes portalones, sus plomos, sus cadenas, etc.

    Foto: CRG Geociencias Marinas, Universidad de Barcelona
    Y si todavía hiciesen falta más argumentos, ved un fondo arrasado y un fondo con vida:

    Foto: OCEANA

    Foto: OCEANA

    __________________________
    (1) Villasante S, Morato T, Rodríguez-González D, Antelo M, Österblom H, Watling L, Nouvian C, Gianni M, Macho G, "Sustainability of deep-sea fish species under the European Union Common Fisheries Policy." Ocean & Coastal Management. http://dx.doi.org/10.1016/j.ocecoaman.2012.07.033. Ver Abstract.
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    La grave situación de los tiburones del mar profundo (II)

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    Hígados de tiburones de profundidad desembarcados en Viana do Castelo (foto: APECE)

    Éramos pocos y parió la abuela.
    Ya no son sólo las aletas... ahoracada vez más es el hígado.

    Desde hace muchos años, el aceite que se extrae del hígado del tiburón (1) se utiliza en la industria química (fabricación de lubricantes, por ejemplo), en la industria cosmética y también de la elaboración de suplementos dietéticos de Omega-3 cuya popularidad y, por tanto, demanda siguen en aumento.

    El pasado 4 de octubre OCEANA publicó una nota de prensa alertando sobre una nueva y gravísima amenaza que se cierne sobre los tiburones de aguas profundas: la pesca ilegal por el aceite de sus hígados, que en estas especies suelen ser enormes (llegan a representar hasta una cuarta parte de su peso total). Esto es lo que les ha colocado en el centro de la diana de los pesqueros "legales", pero también infinitamente más preocupante aun ilegales, piratas. Si en los primeros hay algo de control (2), como indicamos en el post anterior, en los segundos ya os podéis imaginar, o tal vez no: en realidad es inimaginable. Angela Pauly, en el Blog de Oceana:
    Los pescadores piratas han encontrado una mina de oro en los tiburones de profundidad y capturan ilegalmente estas vulnerables especies para vender su preciado aceite de hígado.
    El panorama es muy, pero que muy grave y desalentador. Ya sabemos que los tiburones de aguas profundas son especies extremadamente vulnerables dada su longevidad y lentísima tasa reproductiva. Y sabemos también que, por motivos obvios, resulta absolutamente imposible pararles los pies a los piratas: camparán a sus anchas en tanto puedan seguir colocando su mercancía. Como los de Oceana se explican mucho mejor que yo, vamos a "fusilar" el contenido de su página:
    Una fisura legal permite que el aceite de hígado de tiburón capturado en todo el mundo por piratas llegue a los consumidores de la UE como Omega 3.
    [...] En los últimos meses, buques incluidos en listas negras internacionales por actividades pesqueras Ilegales, No Declaradas y No Reglamentadas (IUUC, en inglés) han intensificado las capturas de tiburones de profundidad en el Pacífico y el Atlántico. Aunque el reglamento comunitario sobre pesca IUU prohíbe la entrada al mercado de pescado capturado ilegalmente, una laguna legal permite introducir aceite de hígado de tiburón.

    Xavier Pastor, Director Ejecutivo de Oceana Europa, reclama acciones inmdiatas. "Especies tan vulnerables como los tiburones de profundidad han despertado una nueva fiebre del oro entre furtivos de todo el mundo, incluyendo buques que han estado relacionados con intereses europeos. Mientras las normas de la UE sobre pesca IUU dejen de lado este producto, las fronteras europeas estarán abiertas al aceite de hígado de tiburón".
    [...] Con bajas tasas de crecimiento y madurez tardía, son especies muy vulnerables a la sobreexplotación. 
    "La preocupación sobre la insostenibilidad de capturar tiburones de profundidad ha llevado a un número cada vez mayor de prohibiciones sobre estas pesquerías, incluso dentro de la UE", añade la Dra. Allison Perry, científica marina de Oceana. "Sin embargo, es una flagrante incoherencia que la UE prohíba su pesca pero deje abierta la puerta a que el aceite ilegal de hígado de tiburón entre al mercado europeo".
    Desde 2011, se han detectado barcos pesqueros piratas con banderas de conveniencia capturando tiburones de profundidad con redes de enmalle en el Pacífico y el Atlántico Sur. Algunos de ellos [...] están en la lista negra de la Convención para la conservación de los recursos marinos vivos del Antártico (CCAMLR) por pescar ilegalmente merluza negra en el Océano Antártico. Continúna realizando actividades IUU y los beneficiarios de ellas parecen seguir sin ser castigados.
    A ellos se suma el Northern Warrior, que no se encuentra en la lista negra pero ha estado pescando ilegalmente tiburones de profundidad en el Pacífico. Atracó en el puerto de Vigo en noviembre de 2011, donde permaneció hasta enero de 2012, fecha en que se trasladó a caladeros del Atlántico.

    ¿Qué se puede hacer? ¿Qué podemos hacer nosotros como ciudadanos? Pues muy poco, o mucho, según por donde se mire. Un aspecto fundamental, por lo que nos jugamos a nivel personal, es actuar responsablemente como consumidores en la medida de nuestras posibilidades, e intentar averiguar qué nos están vendiendo (4). Participar en las diferentes campañas que se están llevando a cabo fundamentalmente en la red para presionar a los gobiernos y que tomen medidas. Y no es una tontería: compartir información con la gente más próxima y hacer un simple y cómodo "click" desde nuestro sillón vale para mucho más de lo que nos creemos. Gracias a este tipo de cosas, por ejemplo, se ha conseguido lo que hasta hace bien poco era imposible: que diversas cadenas de hoteles y líneas aéreas hayan eliminado la mortífera sopa de aleta de sus menús al darse cuenta de que eso les daba mala imagen (un simple "click", daos cuenta). Y por supuesto hay que apoyar a las organizaciones conservacionistas, que parece que no, pero muchas veces consiguen cosas:
    Oceana consiguió que Unilever eliminase el escualeno de tiburón de sus marcas de cosméticos, como Pond’s y Dove, y reemplazarlo con una versión vegetal. En América del Norte, Oceana logró que Vermont Country Store dejara de vender un producto de escualeno llamado “Oceana”. Además, Oceana trabaja para conseguir mejores medidas de gestión de los tiburones de aguas profundas.
    Y para terminar (por ahora), volvemos a Angela Pauly:
    El aceite de tiburón de profundidad contiene escualeno, empleado en los suplementos dietéticos de Omega-3, en cosmética y como lubricante industrial. ¿Sabías que también se puede extraer escualeno del aceite de oliva, el salvado de arroz y otras fuentes vegetales? No hace falta sacrificar tiburones de profundidad para ni para nuestra salud ni para nuestra belleza.
    Quelvachos (Centrophorus granulosus) (Foto: APECE)

    [Nota: Este tema tan preocupante del consumo no premeditado ni deseado de tiburón lo hemos tratado también en El tiburón que nos comemos sin querer.]

    _______________________
    (1) Recordemos que los tiburones carecen de vejiga natatoria como los demás peces. De manera que para el control de flotabilidad recurren fundamentalmente a su hígado, muy rico en aceites, más ligeros que el agua.
    (2) Aun así los barcos "legales" también cometen barbaridades con total impunidad. Hace un tiempo estuve charlando con gente que trabaja en el Índico pescando tiburones de profundidad, al sur de Madagascar, y ellos mismos se daban cuenta de lo que estaban haciendo. Iban a lo que aquí se llama "gata" (Dalatias licha), justamente por su hígado: largaban el aparejo a unos 1000 metros... y el barco acababa llenándose hasta los topes... hasta que la zona quedaba vacía, tras lo cual se trasladaban a otra... y vuelta a empezar: "El año pasado éramos 4 barcos; éste ya somos 9. En menos de medio año lo dejamos vacío, y después nos iremos a otra parte". El aceite del hígado era lo más valioso, e iba fundamentalmente para Francia; la carne la metían en España por Portugal, ya que allí les resultaba más fácil. Un barco lo intentó una vez por Cádiz, lo pillaron y se les cayó el pelo (eso me dijeron). 
    Os adjunto un vídeo que encontré en internet, de otro palangrero pescando legalmente en el Índico para que veáis el horror:



    (3) Esto no es una cuestión baladí. Hace 15 días envié una carta absolutamente bienintencionada a una empresa gallega que comercializa estos productos para preguntarles de qué especies procedía el aceite del que extraían el "Omega-3 activo" de sus cápsulas, y si podían asegurarme que estaba libre o depurado de productos altamente nocivos como metales pesados (ya sabéis que la concentración es mayor en los peces de gran tamaño y longevidad, como atunes y tiburones, que en las especies más pequeñas como la sardina o el arenque), así como productos químicos de diversa índole, etc. Los beneficios de estos productos son lo suficientemente importantes (y contrastados) como para plantearme su consumo, pero, claro está, no a cualquier precio. Esta empresa tiene una línea de productos para niños... Todavía sigo sin respuesta. 

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    Cazón (Galeorhinus galeus)

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    Una de las imágenes más bellas que he existen en la red, realizada porMatthew Meier.
    Cazón

    Galeorhinus galeus (Linnaeus, 1758)

    (es. Cazón, tollo; gal. Cazón; in. Tope Shark, Soupfin Shark; port. Perna de moça)

    Orden: Carcharhiniformes
    Familia: Triakidae

    Os parecerá que hablo del Paleolítico Superior, pero os juro que hasta hace muy pocos años no existía el internet. En serio. Si no me creéis, preguntad por ahí: los de 25 para arriba confirmarán este dato. No era posible teclear "tiburón", darle al "Enter", y que de repente la pantalla se embutiese con tropecientas mil entradas repletas de artículos, dibujos, fotos y películas de todo tipo, procedencia y condición, como en una especie de orgía tiburonera sin fin.
    Hasta aquel momento sólo había revistas, algún que otro libro y enciclopedias... Ah, y la televisión. Y si vamos unos pocos años más atrás, en la infancia de los de 35 años para arriba, ésta sólo contaba con dos cadenas: la Primera y la Segunda... Y para rizar un poquito más el rizo, los de cuarenta y pocos todavía vivimos unos pocos años de nuestra infancia con programación únicamente por las tardes, a partir de las seis y pico, con una interrupción previa para el telediario del mediodía y, si no recuerdo mal, noticias regionales, excepto los sábados y los domingos. Sin duda esto fue algo extraordinario, un lujo, se mire por donde se mire, pero tenía el inconveniente de que las oportunidades que teníamos los niños de ver imágenes de nuestros animales favoritos eran muy, pero que muy reducidas, hasta la desesperación y el aburrimiento. Y si el animalito que te gustaba era un tiburón y no un muflón o un lirón careto, pues ya ni os cuento. Normalmente dependías de un golpe de suerte, un pequeño guiño de la fortuna que hacía que por sorpresa, a una hora decente, encendieses la tele justo en el instante en que comenzaba, por poneros un ejemplo real, el mítico documental de Peter Gimbel, Aguas azules, muerte blanca, que disfrutabas como sólo puede disfrutarse un regalo caído del cielo (contando, los que vivíamos en la costa, que no hubiese temporal y se fuese la luz). ¿Internet? Nos resultaba más verosímil la idea de que el Halcón Milenario pasase a toda pastilla por encima de los tejados del pueblo, arrancando el pararrayos de la iglesia con su estela, que tener la posibilidad de acceder a decenas de miles de datos e imágenes de nuestro animal favorito procedentes de todos los rincones del mundo simplemente dándole a una tecla. Y olvidaros de los libros y revistas: cuanto más atrás en el tiempo, mayor su escasez, particularmente para quienes vivíamos en un pueblo o en una ciudad de provincias. Sólo nos quedaban los diccionarios y las enciclopedias.

    Foto: Rafael Bañón
    Vale, batallitas del abuelo aparte, todo esto ¿qué tiene que ver con los tiburones y, sobre todo, con el cazón? Buena pregunta. Pues es para explicaros como, en tales circunstancias de penuria tiburonera, en que una sola imagen valía casi tanto como todos los juguetes de los Reyes Magos, no recuerdo momentos más frustrantes que abrir cualquier enciclopedia por la letra Ten los dichosos aparadores de casi todas las casas de familiares y amigos había una enciclopedia, o un diccionario enciclopédico, más un libro de cocina para buscar con avidez la palabra mágica y, al pasar la última página, encontrarme, no con la imagen espectacular de un tiburón blanco mostrando sus dientes desencajados o su sonrisa diabólica, o de un tiburón tigre de mirada amenazante, o tal vez de una tintorera junto a un náufrago, o de un feroz marrajo como los que veía en la lonja, sino con la foto de un... cazón. La misma sensación que debe de tener un globo enorme y vistoso cuando se deshincha. Coitus interruptus. Igualmente cuando te decían: "Ven, ven, corre. Mira, aquí viene un tiburón", y desde el papel asomaba el sosísimo careto del Galeorhinus observándome con una mueca de aburrimiento, y por encima, muchas veces, en blanco y negro. En mi desesperación convertía al pobre cazón en culpable de una otra más oportunidad perdida, de toda mi frustración. Era injusto, como todos los niños. Pero esto solo lo sabemos a medida que nos hacemos mayores y aprendemos a mirar las cosas bajo una nueva luz no sé si mejor o peor, pero quizás más equilibrada, y entonces nos damos cuenta de que el cazón es en realidad un animal bellísimo que, como desagravio, merecería algo más que un post tan... soso como este (qué se le va a hacer, uno es así de... soso, y no da para mucho más).

    Quizá no tenga el "glamour" de otras especies más televisivas o fotogénicas, quizá su aspecto no nos ofrezca un sólo rasgo o elemento que destaque, que se nos quede grabado en la retina. Y sin embargo, así como lo veis, el Galeorhinus galeus es un animal sumamente fiero, voraz y combativo, digno de llevar la etiqueta de tiburón. Y no sólo eso: es también un buen nadador y un viajero incansable capaz de recorrer la friolera de 56 km en un sólo día. Ejemplares marcados en las Islas Británicas se han recuperado en Canarias y en las Azores. Y por supuesto en Galicia. El ejemplar de estas dos fotografías, amablemente cedidas por un auténtico especialista en tiburones, Gonzalo Mucientes, fue marcado en Irlanda y capturado en A Garda:

    Fotos: Gonzalo Mucientes
    Los cazones pueden desplazarse en grupos que, al menos en determinadas zonas, presentan segregación por sexo y por talla. En verano viajan hacia el norte y en invierno en dirección contraria, hacia el sur.

    Es un tiburón muy típico nuestra costa, que merece no solo ser conocido, sino sobre todo apreciado... y conservado. Citando la guía de Rodríguez Solórzano (1):
    É moi abundante en todo o litoral galego, adentrándose ó fondo das rías cando chega a época estival. Temos comprobado a súa presencia no Pedrido (Ría de Betanzos) onde causou pánico entre os bañistas. Péscase con palangre e comercialízase fresco no mercado.
    Descripción: El cazón tiene un cuerpo alargado y esbelto terminado en un morro largo, apuntado y típicamente traslúcido, como se aprecia en la primera imagen. Las dos últimas aberturas branquiales están situadas sobre la base de la aleta pectoral. Ojos grandes y alargados, con membrana nictitante bien desarrollada. Las narinas presentan solapas muy pequeñas. Boca grande y arqueada con pliegues labiales moderadamente largos.
    La primera dorsal, de forma triangular, es mucho mayor que la segunda; la cual, a su vez, es un poco más pequeña que la anal. Las son largas y falciformes, mientras que las pelvianas son pequeñas. La aleta caudal es de buen tamaño, con un lóbulo terminal grande y bien marcado, y un lóbulo inferior también grande (casi la mitad de largo que el superior).
    El color es gris a gris pardusco en el dorso y flancos, y blanquecino en la zona ventral.

    Foto: Ross Robertson, 2006
    Dentición: Dientes similares en ambas mandíbulas: pequeños, con una cúspide principal inclinada hacia las comisuras y varias cuspidillas en la base del borde comisural. Los dientes centrales son rectos, casi simétricos, y un poco más pequeños. Varias filas funcionales.
    Presenta un sinfisario, que puede estar ausente en la mandíbula superior.

    Talla: Parece que pueden existir variaciones regionales. La longitud total máxima registrada es de 195 cm (ya os imagináis que se era una hembra; la máxima para los machos es de 175 cm). En general, miden al nacer unos 30-40 cm, y alcanzan la madurez ellos en torno a los 120-170 cm, y ellas hacia los 135-185 cm.

    Reproducción: Vivíparo aplacentario (ovovivíparo) con camadas de entre 6 y 52 crías según el tamaño de la madre. No obstante, su productividad biológica es bastante baja dada su longevidad (hasta 60 años) y su maduración tardía: las hembras son maduras sexualmente a partir de los 10 años de edad (algunos sostienen que entre los 13-15 años) y los machos entre 12-17.
    Su tasa de crecimiento es también extremadamente lenta: en 1951 se colocó una etiqueta a un individuo de 135 cm con una edad estimada de 10 años; cuando 35 años después volvieron a capturarlo, tan sólo había crecido 6,5 cm.
    La cópula tiene lugar en el borde de la plataforma continental; posteriormente las hembras se dirigen hacia las zonas de cría en aguas someras como bahías o estuarios para dar a luz, que suele ocurrir en los meses estivales, lo cual concuerda con la cita de Rodríguez Solórzano. El periodo de gestación es de unos 10-12 meses. Las crías permanecen en las zonas de cría entre uno y dos años.

    Uno de los varios ejemplares capturados el pasado septiembre cerquita de Rianxo, en la ría de Arousa (2).
    Dieta: Es un depredador oportunista y voraz de todo tipo de peces, pelágicos y de fondo, e invertebrados: arenques, sardinas, anchoas, salmones, merluza, lenguados, cangrejos, caracoles marinos, erizos de mar... Y tampoco hace ascos a los cefalópodos: pulpos, calamares, etc. 

    Hábitat y distribución: El cazón es un habitante de las aguas de la plataforma continental desde las proximidades de la costa hasta bastante mar adentro, pero sin llegar al dominio oceánico. Es una especie demersal, aunque también muestra hábitos pelágicos, desde los 2 m hasta más allá de los 500 m. En ocasiones se le puede ver cerca de la superficie.

    Fuente: FAO
    Se encuentra en las aguas templadas y frías de casi todo el mundo: Atlántico oriental desde Noruega e Islandia hasta Suráfrica, Atlántico suroccidental, Mediterráneo, Pacífico oriental, Australia, Nueva Zelanda, etc.

    Pesca y estatus: Estamos ante una especie sumamente comercial tanto por su carne, que es excelente, y el aceite de su hígado, como, por supuesto, por sus aletas (en inglés norteamericano también se le conoce como soupfin shark, 'tiburón sopa de aleta'), de ahí que se la haya sometido a una intensa sobrepesca que ha llevado a diversas poblaciones en todo el mundo al borde del agotamiento. La situación es más que preocupante.
    El cazón se captura con diferentes artes de red y anzuelo, y es también apreciado por los pescadores deportivos dada su combatividad.
    Buena parte del cazón que capturamos en Galicia se va para la zona Mediterránea, donde su carne es sumamente apreciada: se consume fresca o salada.

    Figura en la Lista Roja de la IUCN con el estatus de Vulnerable, aunque la población del Atlántico nororiental se considera con "Datos deficientes". No siempre el cazón se etiqueta correctamente: a veces se incluye bajo una etiqueta genérica, y muchas veces se catalogan como cazón especies similares, como las musolas (gen. Mustelus).

    Foto: Toño Maño
    Se podían contar muchas más cosas del cazón, pero este post no se acabaría jamás. De modo que ahora os toca a vosotros. Si hemos logrado despertar el interés por este hermoso tiburón, ya sabéis: escribid "cazón", dadle al "Enter", y a disfrutar... Y tampoco sería mala idea volver abrir una de aquellas viejas enciclopedias, por la letra T y también, cómo no, por la C.

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    (1) Manuel Rodríguez Solórzano et al. Guía dos peixes de Galicia. Vigo: Galaxia, 1983.
    (2) Gracias a Jacobo Alonso, que tuvo la amabilidad dehacerme llegar esta fototan pronto la recibió.

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    Visera (Deania calcea)

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    Foto: Toño Maño
    Visera

    Deania calcea (Lowe, 1839)

    (es. Visera, sapata, tollo pajarito; gal. Paxariño, pico pato, viseira; in. Birdbeak Dogfish; port. Sapata, pala.)

    Orden: Squaliformes
    Familia: Centrophoridae

    Existen muchos motivos por los que los tiburones han logrado despertar en nosotros una fascinación tan profunda. De todos ellos, el más importante tiene que ver con el misterio, con la oscuridad no sólo física en la que transcurren su vidas. El misterio es algo así como una especie de oquedad, un lugar vacío que los seres humanos rellenamos a placer con nuestros deseos y temores, nuestras afinidades y nuestras antipatías, y sobre todo con nuestra imaginación. Esto explica por qué aquello que nos ha deslumbrado en la infancia de algún modo nos ha seguido acompañando a lo largo de nuestra vida, poderosamente gravado en algún rincón de nuestro cerebro, a veces en estado latente, mientras nos ocupábamos de otras cosas, a veces abriéndose paso al exterior hasta imponerse sobre casi todo lo demás con extraordinaria fuerza y descaro... ¡Hasta el extremo de que a alguno le ha dado por montar ni más ni menos que un blog! ¡A quién se le ocurre!
    En fin. Qué se le va a hacer. Cuantas más cosas aprendo sobre estos animales, más me fascinan. Pero ahora, la fascinación del misterio ha sido sustituida por la del conocimiento. Es el precio de hacerse mayor. Pero en esto tampoco soy un original. Le ocurre a muchos: los tiburones fascinan tanto por lo que ya se conoce de ellos como por lo mucho que queda por conocer. Porque salvo un puñado de especies, todavía sabemos muy poco de estas criaturas, lo cual hace que de algún modo conserven, todavía hoy, ese aura de misterio que siempre las ha rodeado.
    Foto: Toño Maño
    Esto es particularmente cierto en el caso de los tiburones de aguas profundas. La mayor parte de lo que conocemos de ellos no procede de la observación directa en su medio natural, como es lógico (pocas veces se les ha podido filmar y fotografiar en su hábitat), sino que es el resultado de necropsias, de conjeturas realizadas a partir del examen de individuos aislados y estudios comparativos, de registros de capturas no siempre fiables, etc. En cierto modo siguen siendo seres misteriosos.
    Y este es el motivo por el cual, aunque me siguen gustando como siempre los grandes tiburones pelágicos como el peregrino, la tintorera o los marrajos, con el tiburón blanco a la cabeza, cada vez me atraen y fascinan más los tiburones de aguas profundas. Así pues, no es de extrañar que cuando aquella noche de hace pocos años mi amigo Juan, excelente pescador y buen amigo (¿o era al revés?), patrón de una pequeña gran embarcación de bajura, el Nuevo Sin Par, de Castiñeiras, me llamó para decirme que tenía algo para mi que seguro me iba a gustar, que me lo dejaba en una bolsa delante del puente para que lo pasara a recoger cuando pudiese, que lo había pescado en el cantil..., y que era un pico pato... pues casi me da un ataque. Dejé cuanto tenía entre manos, me metí en el coche y salí como una centella para el muelle.

    Foto: Toño Maño
    Se trataba, efectivamente, de una preciosa hembra de 95 cm (viendo las fotos se entiende el porqué del nombre: ese morro larguísimo y aplanado dorsoventralmente en forma de espátula, repleto de sensores eléctricos). Era de noche, la observé un buen rato sobre la cubierta del Nuevo Sin Par bajo la luz de las farolas del muelle y me la llevé a casa. Pasó la noche metida en la nevera, al lado de un pollo decapitado, que, como también estaba muerto, pues no hubo lugar a mucha conversación. Por la mañana le haría una sesión de fotos. 

    Descripción: Como acabamos de ver, las viseras o sapatas, son inconfundibles debido a ese fantástico morro largo y espatulado. Otra cosa, bastante más complicada, es distinguir unas viseras de otras, porque en aguas de Galicia contamos con tres de las cuatro especies que conforman este género Deania: D. calcea, D. profundorum y D. hystricosa. Pero ya nos ocuparemos de todo ello en su momento.
    La boca de nuestra D. calcea es arqueada y tiene unos pliegues labiales grandes; las narinas son transversas y están en posición ventral.

    Foto: Toño Maño
    Las dos aletas dorsales están dotadas de fuertes espinas acanaladas. La primera dorsal es baja y alargada, y su espina es corta y robusta; la segunda dorsal es más estrecha y alta, y su espina, larga y curvada. Las aletas pectorales son pequeñas, de forma trapezoidal y bordes redondeados. Las pelvianas son más pequeñas que la segunda dorsal. El pedúnculo caudal es corto y carece de quilla subcaudal (ventral). La caudal es más bien pequeña, con el lóbulo inferior corto y el terminal bien marcado. Como todos los Squaliformes, carece de aleta anal.
    Librea gris a gris pardusco uniforme, con tonos más pálidos por debajo. La piel es de tacto suave a pesar de estar cubierta por característicos dentículos dérmicos en forma de tridente.

    Fijaos en la articulación mandibular. 
    Dentición: Dimorfismo dentario. Los dientes de la mandíbula superior son como pinchos: rectos, cortos y no imbricados; los de la inferior son anchos y sí están imbricados. Es curioso notar que en las hembras y ejemplares inmaduros la cúspide de los dientes inferiores es abatida, mientras que en los machos está claramente levantada.

    Talla: La longitud total máxima registrada corresponde a una hembra de 136 cm capturada en Mauritania. Al nacer miden poco más de 30 cm. Los machos alcanzan la madurez sexual hacia los 80 cm; las hembras, a los 100 cm. 

    Reproducción: Vivíparo aplacentario (ovovivíparo) con camadas de entre 6 y 12 crías. Es probable que exista un ciclo reproductivo bianual.
    Estudios llevados a cabo en el Atlántico Norte apuntan a que los machos son maduros con 17 años y las hembras con 25. La longevidad estimada es de 35 años.

    Dieta: A base de pequeños peces bentónicos y demersales, cefalópodos, gambas, camarones y diversos crustáceos.

    Hábitat y distribución: Es una especie eminentemente demersal que habita los fondos de la plataforma y talud superior. Su rango batimétrico es por tanto bastante amplio, entre los 70 y los 1740 m, aunque con preferencia entre 400-900 m.

    Fuente: Fishbase.
    Distribución mundial amplia aunque localizada en aguas frías a templadas del Atlántico oriental desde Islandia hasta Suráfrica, Pacífico oriental, Taiwán, Nueva Zelanda, Australia, etc.

    Pesca y estatus: Tradicionalmente formaba parte de las capturas accidentales de las pesquerías de profundidad (arrastre sobre todo), pero cada vez más se está convirtiendo en una especie objetivo debido al aceite de su enorme hígado, cuya demanda sigue en alza, tanto para la industria cosmética como en la dietética (por ejemplo, los famosos suplementos de Omega-3 que ya mencionamos aquí y de los que, me temo, seguiremos hablando durante mucho tiempo). Su carne es poco apreciada, aunque también se consume.

    La visera es un tiburón relativamente común, el más común del género Deania y una de las especies más abundantes en el talud medio. Esto ha hecho que esté catalogada en la Lista Roja de la IUCN con el estatus de Preocupación menor (Least concern), si bien se plantea la necesidad de más estudios poblacionales, especialmente en estos momentos en que las pesquerías avanzan cada vez más hacia el mar profundo.

    Foto: Toño Maño
    A la mañana siguiente tuvo lugar la sesión de fotos con un par de guías de campo en la mano. Pasé un par de horas la mar de entretenidas tratando de dilucidar qué especie de Deania era aquella, investigando cada detalle anatómico, viendo si el plieguecito que me parecía observar en la parte inferior del pedúnculo caudal era real o no y por tanto podía tratarse de una D. profundorum... (en definitiva, pajas mentales).
    Y finalmente la pobre Deania calcea se fue directa y rauda al contenedor de basura orgánica porque el día se me complicó y no tuve tiempo para hacerle un estudio más completo. Impensable, por el riesgo que corría mi integridad física, la posibilidad de devolverla al frigorífico durante para unas cuantas horas más de velatorio (además, el pollo ya no estaba, había volado).


    [Este artículo fue originalmente publicado en el blog de AXENA,donde, cuando me dejan (son gente muy paciente), publico de vez en cuando alguna cosilla. He hecho algunos cambios para adaptarlo al formato que solemos utilizar aquí para la descripción de cada una de las especies.]

    El aparato digestivo de los tiburones

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    Tintorera (Prionace glauca). Foto: Toño Maño
    A grandes rasgos, el aparato digestivo de los tiburones consiste en un tubo no excesivamente largo que comienza en la boca y termina en la cloaca. De la cavidad bucal del tiburón una indefensa sardina pasa casi directamente al estómago, dadas las reducidas dimensiones del esófago (característica que facilita la regurgitación de materiales no digeribles). Con un poco de suerte, llegará más o menos troceada y muerta, porque le aguarda una piscina de ácidos y otras sustancias destinadas a la digestión que en poco se parece a la de un balneario.

    El estómago tiene forma de J y es grande y expansible, lo cual permite el almacenamiento de grandes cantidades de alimento. Esto es vital para los grandes viajeros oceánicos como la tintorera (Prionace glauca), cuyas presas se encuentran muy dispersas, con lo que puede pasarse días y días sin nada que llevarse a la boca.
    En las especies de sangre fría la digestión es lenta, con un promedio de tres días; en cambio, en aquellas capaces de mantener el estómago a mayor temperatura, como el cailón o marrajo sardinero (Lamna nasus), el proceso se reduce a uno o dos.

    El estómago termina en una constricción, el píloro, una especie de anillo muscular que se contrae y relaja a intervalos para permitir el tránsito hacia el intestino del alimento semidigerido. Además, actúa como un tamiz que impide el paso de aquellos materiales difíciles o imposibles de digerir, desde huesos y conchas hasta objetos tan insólitos como una lata de refresco o una bolsa de patatas fritas. Estos materiales se van acumulando hasta que el tiburón los expulsa evertiendo su estómago, es decir, dándole la vuelta como si fuese una bolsa del Froiz vuelta del revés.
    En muchas especies el estómago sale literalmente por la boca hasta vaciarse por completo. A veces esto se produce de forma espontánea cuando el animal es sometido a un fuerte estrés, bien cuando se le captura (como la tintorera de la fotografía de abajo), bien, a veces, cuando se le introduce en un acuario. Hay quien sostiene que puede tratarse de una maniobra defensiva: la nube de desechos que se forma en el agua serviría para distraer la atención de un depredador potencial, o tal vez como repelente.

    Foto: Toño Maño
    Al cruzar el píloro, nuestra sardinaapenas un grumo de pasta blanda y malolienteentra en el corto duodeno y de ahí pasa al intestino, lugar donde tiene lugar la absorción de los nutrientes que se obtienen de la digestión.

    En el duodeno está conectado el páncreas, una pequeña glándula digestiva bilobular que se encarga del suministro de enzimas para la digestión. También es el lugar donde desemboca la vesícula biliar, cuyo papel almacenar la bilis segregada por el hígado y suministrarla en las dosis necesarias para la digestión de los ácidos grasos.

    El intestino es muy corto y voluminoso, y está dotado de un sistema casi exclusivo, la válvula espiral, así llamada porque está formada por una serie de pliegues membranosos dispuestos normalmente en forma de espiral. Su función es reducir la velocidad de circulación del alimento y, al mismo tiempo, multiplicar la superficie de absorción de nutrientes sin necesidad de alargar el intestino, como es el caso de los mamíferos (1).
    Intestino abierto de un tiburón blanco abierto mostrando la válvula espiral.
    El número de vueltas de la espiral varía de unas especies a otras, hasta el punto de que en ocasiones puede ayudar a distinguir especies muy próximas, como ciertos tiburones linterna (fam. Etmopteridae). Lo mismo ocurre con el diseño de la válvula: puede ser cónico espiral (fam. Parascylliidae), cilíndrico (fam. Sphyrnidae) o anular (típico de los Lamniformes). (2)

    A la válvula espiral le sigue el recto, corto y amplio, en el que desemboca también la glándula rectal, el llamado "tercer riñón", cuya función es básicamente la extracción del exceso de sales en sangre.

    El recto vacía su contenido en la cloaca, una cámara donde también desembocan los aparatos urinario y genital. La cloaca se abre al exterior a través del ano, abertura situada en la parte posterior de las aletas pélvicas. Los restos de nuestra sardina forman parte de una caca... en forma de espiral.

    Imagen semi pornográfica del final del tracto digestivo de una hembra de tintorera.
    ________________
    (1) Este inmejorable sistema de optimización del espacio presenta, sin embargo, el inconveniente de que la lenta circulación del alimento favorece la presencia de parásitos internos, sobre todo del tipo solitaria. Y es curioso que entre estos parásitos se encuentran también ejemplos de especialización. Por ejemplo, la válvula espiral de la musola pintada (Mustelus canis) -ausente de nuestras aguas- tiene ocho cámaras: las tres primeras están ocupadas por las Protochristianella, Lacistorhynchus y Calliobothriumlintoni; la cuarta, por la Calliobothrium verticillatum, pero las demás están desocupadas debido a que cuando el alimento alcanza la quinta cámara, la mayor parte de los nutrientes ya han sido extraídos.

    (2) Aquí los tres tipos de válvulas en una magnífica ilustración tomada de la guía de Joan Barrull e Isabel Mate Tiburones del Mediterráneo. Arenys de Mar: Llibrería El Set-ciènces, 2002.


    El sistema respiratorio de los tiburones

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    Detalle de la boca abierta de un peregrino (Cetorhinus maximus) mostrando los arcos branquiales (Captura de un video de la BBC).
    1. Los órganos de la respiración. Como todos los peces, para respirar, los tiburones extraen el oxígeno disuelto en el agua y lo transfieren al torrente sanguíneo, que ha sido liberado del dióxido de carbono que transportaba. Este intercambio de gases tiene lugar en unos órganos específicos ubicados en la faringe, al fondo de la boca, justo a la entrada del tracto digestivo: las branquias.

    Diagrama de la posición de las branquias: aberturas, filamentos y branquispinas
    (tomado de Sea World).
    Básicamente, las branquias son unos filamentos alargados dispuestos a lo largo de unas estructuras cartilaginosas denominadas arcos branquiales. Cada arco branquial sostiene, en su superficie externa, dos filas de filamentos; mientras que en la superficie interior presentan una serie de estructuras más o menos alargadas denominadas branquispinas, cuya función es la de proteger los filamentos branquiales impidiendo el paso de partículas (trozos de alimento o cuerpos que flotan en el agua) que podrían dañarlos, y también, en las especies filtradoras como el peregrino (Cetorhinus maximus) que ya estudiamos aquí, se han desarrollado y especializado en la filtración del alimento.
    Las branquias son de color rojo brillante (1) porque sus filamentos están irrigados por una densa red de capilares repletos de sangre oxigenada. Por si fuera poco, cada uno, a su vez, contiene un buen número de laminillas aplanadas en forma de disco, las lamelas, cuya función es multiplicar la superficie disponible para el intercambio de gases. Esto es muy importante para los nadadores activos, que necesitan importantes aportes de oxígeno, y por ello el número de lamelas se incremente notablemente con respecto al de los tiburones más sedentarios.

    Los tiburones carecen de opérculo, con lo que las branquias se abren directamente al exterior a través de los 5-7 pares de aberturas o hendiduras branquiales situadas a cada lado de su cabeza (de ahí procede el nombre elasmobranquios: branquias cubiertas por piel).

    Aberturas branquiales de un Cailón (Lamna nasus). Foto: Toño Maño
    2. Cómo respiran los tiburones. Como es obvio, para respirar el tiburón debe asegurarse de que las branquias estén bien ventiladas, es decir, debe canalizar de manera constante el flujo de agua hacia ellas. El sistema elegido no puede ser más elemental y efectivo: el agua entra por la boca, atraviesa los filamentos branquiales y sale por las hendiduras branquiales.
    Cabeza de una visera (Deania calcea) mostrando
    su enorme espiráculo (Foto: Toño Maño)
    La creencia popular según la cual los tiburones deben nadar constantemente para poder respirar es cierta sólo para un determinado número de especies, por ejemplo las grandes viajeras oceánicas como la tintorera (Prionace glauca) o el marrajo (Isurus oxyrinchus), que dependen exclusivamente de la natación constante con la boca entreabierta —ventilación ram—, de tal manera que se ahogarían si por cualquier circunstancia dejasen de moverse, por ejemplo al quedar atrapadas en una malla o un cabo, o cuando los echan al mar vivos habiéndoles desprovisto de su sistema de propulsión y sostén sobre la columna de agua: las aletas (el finning, ya os imagináis). En cambio, muchos otros tiburones pueden permanecer apoyados sobre el fondo, perfectamente inmóviles... sin morir en el intento. Esto se debe a que han logrado dar con un sistema alternativo de ventilación branquial: bombean el agua hacia sus branquias abriendo y cerrando la boca: la abren al tiempo que expanden la faringe para succionar agua, y al cerrarla ésta es propulsada hacia las branquias (2). Este sistema es fundamental para las especies bentónicas como el angelote (Squatina squatina): abren la boca al tiempo que expanden la faringe para succionar agua, y al cerrarla ésta es propulsada hacia las branquias (3).
    Muchos de estos tiburones están dotados de unos orificios de tamaño variable situados detrás de los ojos: los espiráculos, originados mediante la modificación del primer par de aberturas branquiales, que permiten la toma de agua incluso aunque la boca esté cerrada o enterrada en la arena. En las especies que son potentes andadoras el tamaño del espiráculo es mínimo, apenas es apreciable, pudiendo incluso estar ausente.

    Filamentos branquiales de un tiburón blanco.
    3. El intercambio gaseoso. El proceso físico mediante el cual se realiza el intercambio gaseoso es el de la difusión, esto es: el paso de moléculas desde áreas de concentración alta a áreas de baja concentración. En este caso, el oxígeno se traslada desde la zona donde su concentración es más alta el agua— hasta el ambiente donde su concentración es menor: la sangre que llega a las branquias procedente del resto del cuerpo (se trata del mismo proceso que, del otro lado, utiliza la sangre para desprenderse del dióxido de carbono).
    Para aumentar el rendimiento de este mecanismo, los tiburones, como todos los peces, han desarrollado un sistema sumamente simple y eficaz: el sistema de contracorriente del flujo, o sea, haciendo que la sangre fluya en sentido contrario al agua que baña las branquias, forzando de este modo la difusión aun cuando la concentración de moléculas de oxígeno se va igualando a medida que el agua va discurriendo a través de las branquias. Se llega incluso a conseguir que el contenido de oxígeno en sangre supere al del agua.
    Foto modificada de Sharks and Rays. TC Tricas, K Deacon, P Last, JE McCosker, TI Walker, L Taylor. 1997. Nature Company Guides, Time Life Book Series. Weldon Owen Pty Ltd San Francisco. La he tomado prestada de la página de New Brunswick
    Este sistema respiratorio resulta extraordinariamente eficiente. El agua marina contiene en superficie alrededor de un 1% de oxígeno disuelto, proporción que puede reducirse al 0,025% en aguas profundas. Y sin embargo, las branquias son capaces de extraer hasta 4/5 partes de ese oxígeno... en tanto que nuestros pulmones sólo extraen en torno a una cuarta parte del 21% contenido en el aire. (3)
    La eficacia de este sistema radica también en la cantidad de hemoglobina en sangre. La hemoglobina, como sabemos, es la proteína encargada del transporte del oxígeno y recogida del dióxido de carbono, y la que confiere el color rojo característico de la sangre.Se encuentra en los glóbulos rojos o eritrocitos. En los tiburones más lentos y sedentarios, y también en los que habitan en las zonas más frías y profundas del océano, la concentración de esta sustanciavaría de 3 a 5 g por 100 ml de sangre. En los nadadores de sangre fría como los martillos (género Sphyrna) llega a los 6 g por 100 ml. Mientras que en las especies de sangre caliente como el tiburón blanco y los marrajos (género Isurus y Lamna) los valores se acercan a los de los mamíferos: 14 g por cada 100 ml.

    Para conocer cómo es el recorrido de la sangre oxigenada y carboxilada, échale un vistazo aEl sistema circulatorio de los tiburones.

    ___________________
    (1) Como ya sabéis, una de las formas de conocer si un pescado está fresco o no es echar un vistazo a sus branquias: cuanto más fresco, más rojas son.
    (2) Este mecanismo de succión, por cierto, es también utilizado por especies como la gata nodriza (Ginglymostoma cirratum) para capturar a sus presas ocultas en oquedades del fondo.
    (3) Steve Parker. The Encyclopedia of Sharks. Londres: A&C Black, 2008, p. 75. 
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