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Channel: Tiburones en Galicia
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A palos con el campeón de los mares

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Imagen publicada en el periódico El Pueblo Gallego el 20/10/1955. Los datos parecen un pelín imprecisos.

El tiburón no tiene por costumbre atacar a las personas (para eso ya nos bastamos las propias personas, no necesitamos ayuda). No obstante, hay situaciones en las que es importante saber cómo actuar cuando uno se encuentra con uno de nuestros amados bichos.

Las estrategias son diversas. No hacer movimientos extraños, no perder al animal de vista mientras nos alejamos despacio, etc. Pero en esto, como en todos los órdenes de la vida, abundan las fantasmadas. Es el caso, por poner un ejemplo entre muchos, de aquel ex soldado de élite norteamericano, Clint Emerson, autor de una Guía SEAL de supervivencia que según parece gozó de cierto éxito:

Imagen publicada en el diario El Mundo el 22/07/2018.
"Sácale los ojos", "usa el puño", "arráncale las agallas"... Y si nada de ello funciona, aplíquese el chistoso lema SEAL: "Apuñala a tu colega y lárgate nadando". Válgame el cielo, qué manera de enredar.
     Más sobrio, pero igualmente jactancioso y farolero, es el caso de otro norteamericano, un tal Ben Ruttenberg, biólogo marino, que dice haberse zafado de un tiburón arreándole un puñetazo en todo el morro mientras buceaba en las Galápagos. Y sin despeinarse nos lo cuenta en Discover Magazine del 11 de diciembre de 2013: "I punched a shark" (le pegué un puñetazo a un tiburón).

Pero todo esto no son más que ganas de querer montar un espectáculo donde no lo hay (hay que reconocer que los norteamericanos en esto se pintan solos). Aquí, más sobrios y escuetos, nos basta con agarrar un palo. Esto lo saben hasta los bañistas madrileños, que ya es decir, como lo demuestra esta noticia publicada en el diario El Pueblo Gallego el 11 de septiembre de 1958:

ISLA DE AROSA
(De nuestro corresponsal Lays)

CAPTURA DE UN GRAN PEZ A PALOS

     El doctor madrileño don Antonio Ballesteros, cuando se bañaba en una de las playas de la parte oeste de la isla, observó como la aleta de un pez semejando al periscopio de un submarino, se movía por aquellas aguas, bastante cerca de tierra. Armado de un palo que halló al azar, se lanzó en persecución de la bestia marina, la que logró traer a la orilla aún con vida, tras no pocos esfuerzos.
     El pez midió un metro ochenta y dos centímetros de largo, y sus características son parecidas a las del tiburón.
     Con tal motivo se felicita al señor Ballesteros, así como a la señorita madrileña, Encarna Pérez Marín, que colaboró en la difícil captura.

En este lado del Atlántico respetamos la sobriedad de un buen trancazo, aborrecemos los excesos y, salvo excepciones, solemos mofarnos de los fantasmones cuando no son de nuestro pueblo. Como muestra, una breve crónica bien cargada de sarcasmo y justamente titulada "Pompas de jabón". Se publicó en el diario El País: Diario republicano de la tarde el 21 de agosto de 1933:

     Un conocido sporman de la capital, campeón de lanzamiento de jabalina y muy aficionado a la literatura que tiene como asunto la lucha del hombre con las fieras del océano, se encaminó ayer a la playa de la Lanzada para ver de librar a aquellos pobres y atemorizados pescadores de la presencia de un terrible tiburón, que había sembrado el pánico en aquella localidad.
     Ni corto, ni perezoso, aunque algo inquieto, nuestro intrépido hombre en cuanto vió aparecer en la superficie del mar al mortífero pez, requiere una chalana y un arpón y se va al encuentro del monstruo marino y después de una larga y emocionante lucha, en que hombre y bruto llegaron al cuerpo a cuerpo consigue clavar el arpón a su víctima y remolcarlo a tierra.
     Traído a Pontevedra el mencionado pez, que midió un metro 25 centímetros de longitud, al ser examinado por los técnicos, unos opinan que es un joven cachalote, otros una cría de delfín, y los más, entre ellos los marineros de la Moureira, creen que es un nieto del famoso Peixe Manduca que hace años apareció en Bueu, y que por tanto, la hazaña del olímpico lanzador de jabalina, no es acreedora del magno banquete con que se proyecta homenajearle para perpetuar su valor temerario.

Un "sporman de la capital" matando de un arponazo a un "monstruo marino" de metro veinticinco en una lucha cuerpo a cuerpo. Y todavía pretendía que le hicieran un banquete, y por supuesto gratis. Típico caso de fodechinchos; aquí en las rías los tenemos muy calados.

En fin. Tanto SEAL y tanta historia... Donde esté un buen garrote que se quite lo demás... Bien lo sabemos los españoles, que lo llevamos en el alma.

Goya supo como nadie retratar el alma española. Su Duelo a garrotazos se exhibe en el Museo del Prado.

 Y ahora, a disfrutar del carnaval. Con sentidiño.

NOTA: Las noticias se han transcrito literalmente, respetando grafías, puntuación y ortografía de los originales.


Tiburones para alimentar mascotas

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Montaje para arruinar una extraordinaria fotografía de Isaías Cruz, de Mako Pako, realizada en una de sus salidas para la observación de tintoreras en el Cantábrico.

Un trabajo publicado hace pocas semanas¹ ha venido a constatar de qué manera legalmente fraudulenta la carne de tiburón está entrando a formar parte de la comida que damos a nuestras mascotas.

Sus autores analizaron ADN contenido en 45 productos alimenticios para mascotas de dieciséis marcas tan conocidas como Whiskas o Sheba comprados en Singapur. En las etiquetas aparecían nombres genéricos como fish ('pescado'), ocean fish ('pescado oceánico'), white fish ('pescado blanco') o white bait (término que puede referirse a cualquier pez pequeño, desde los chanquetes hasta los alevines de otras especies), y solo en unos pocos casos se ofrecían nombres más concretos como "salmón", "atún" o "sardinas". En ninguna parte aparecía la palabra "tiburón".

Pues bien, los resultados son sorprendentes y descorazonadores. El 31% de las 144 muestras analizadas (45) contenían ADN de tiburón y, por encima, en su mayoría de especies amenazadas. Observad el siguiente cuadro, en el que he puesto una rica selección de alimentos húmedos para gatos:

Elaboración propia a partir de French & Wright (2022), Frontiers in Marine Science.

Carcharhinus es, de largo, el género más abundante en todas las muestras. La pena es que el nivel de deterioro del ADN por el procesado de los productos haya impedido a los científicos llegar hasta el nivel de especie. Pero para que el lector se haga una pequeña idea del desastre, baste decir que a este género pertenecen tiburones tan emblemáticos y amenazados como el jaquetón oceánico de puntas blancas (C. longimanus), el cobrizo (C. brachyurus) o el jaquetón de Milberto (C. plumbeus), entre muchos otros.

De las nueve especies que pudieron ser identificadas la más frecuente en las muestras fue la tintorera (Prionace glauca), seguida del jaquetón sedoso (Carcharhinus falciformis) y del tiburón coralino de puntas blancas (Triaenodon obesus). Y unos puestos más abajo, la desagradable sorpresa del tiburón toro (Carcharias taurus).

Y puesto que algunos nombres, tanto comunes como científicos, a muchos no nos dicen nada («¿"Comadreja segadora"? ¿Qué carallo es eso?»), aquí tenéis las fotos de los "peces oceánicos", "pescados blancos", "atunes", "salmones", "chanquetes", "atunes con gambas", "caballas", etc. que los científicos han encontrado en las latas de irresistible pienso para mininos:

Especies en peligro. Solo dos de las especies identificadas no se encuentran, de momento, amenazadas: el tiburón narigón (Loxodon macrorhinus) y el tiburón hocicudo gris (Rhizoprionodon oligolinx). 

La tintorera figura en la Lista Roja de la IUCN con el estatus de Casi amenazada a nivel global y En peligro críticoen el Mediterráneo; y se constata que sus poblaciones mundiales están cayendo en picado. Caso similar al del tiburón rabo manchado (Carcharhinus sorrah). Con el estatus de Vulnerable se encuentran el jaquetón sedoso, el tiburón coralino de puntas blancas, el tiburón de playa (Rhizoprionodon porosus) y la comadreja segadora (Hemigaleus microstoma), con sus poblaciones igualmente en descenso.

El tiburón toro, sin embargo, no aparece como Vulnerable en la Lista Roja, como erróneamente señalan los autores en el cuadro de abajo, sino En peligro crítico en casi todas sus poblaciones mundiales, que están en caída libre, salvo la de Australia Occidental, que parece estabilizada y por tanto figura como Casi amenazada².

Fuente: French & Wright (2022), Frontiers in Marine Science.

Pero todo esto no es nuevo. En 2019 se publicaron los resultados de un estudio de signo parecido³ llevado a cabo en los EEUU. Su autor analizó 87 tipos de piensos para mascotas y, con la tecnología de secuenciación de ADN entonces disponible, logró identificar el género y especie del 33% de las muestras (un total de 29), de las cuales 21 resultaron ser de tiburón. Lo tremendo es que en su inmensa mayoría (n=17, o sea, el 71%) eran de marrajo (Isurus oxyrinchus), tres de algún tipo de carcharhínido (Carcharhinus spp.) y otra de algún Carcharhinus del complejo puntas negras (C. limbatus, C. amblyrhinchoides, C. leiodon o C. tilstoni).
     Es una lástima que el autor no haya incluido referencia alguna de los productos que pudo analizar: marca, etiquetado, etc.

El marrajo es una de las especies oceánicas con menor productividad y mayores niveles de sobreexplotación (de ahí que hace poco se haya incluido al fin en el Apéndice II del CITES, tras el fracaso del ICCAT en su gestión de las poblaciones del Atlántico N) y figura en la Lista Roja de la IUCN con el estatus de Casi amenazado, al igual que el tiburón grácil (C. amblyrhinchoides) y el jaquetón manchado (C. limbatus). C. leiodon se encuentra En peligro y solo C. tilstoni está considerado como Preocupación menor.

También en cosméticos. Cardeñosa analizó igualmente el ADN presente en 24 productos de belleza de 15 marcas distintas en cuyas etiquetas figuraba el escualeno, si bien sin indicar su procedencia: animal (tiburones) o vegetal. El complejo procesado de estos productos degrada el ADN y dificulta extraordinariamente su secuenciación. Pese a todo, se logró obtener secuencias de tres muestras (el 12,5%) e identificar su procedencia: una era de tintorera, otra de algún Carcharhinus del complejo puntas negras y la tercera de uno de los tiburones martillo más amenazados, la cornuda común (Sphyrna lewini), que se encuentra En peligro crítico. Qué os parece.

¿Por qué hay tiburones en la comida de mis mascotas? La respuesta parece obvia: pues porque se pescan tiburones, muchísimos tiburones, aunque no exactamente para darles de comer a tu perro o a tu gato.
     El desmesurado aumento de la demanda de productos derivados del tiburón, en particular la aleta y, a cierta distancia, el escualeno, sobre todo en estas últimas décadas, se ha traducido en un potente incremento de su pesca, legal e ilegal. Más de 100 millones de tiburones se capturan cada año en el mundo en una estimación conservadora.

El hecho de que la carne de tintorera y de jaquetón sedoso sea la más frecuente en las latas de comida para gatos y sus aletas las más abundantes en los grandes mercados asiáticos como Hong Kong no es una coincidencia. Lo que ocurre es obvio: a estos y muchos otros tiburones se les arrancan las aletas y lo que sobra se intenta comercializar como sea: el hígado para cosméticos (si vale la pena), la carne para consumo humano (si alguien se la quiere comer y/o si merece la pena el esfuerzo de cortar al bicho en filetes) o animal. Y si nadie lo quiere se tira y listo.

¿Por qué habría de importarnos que haya tiburón en la comida de la gata Isidora o del perrito Rex? Algunas voces no ven mayor problema en esto, mientras sea una actividad legal. Argumentan que es una forma de aprovechar lo que de otro modo se acabaría desperdiciando de mala manera.
     A mucha otra gente, en cambio, el tema sí que nos importa, y bastante. La cuestión esencial es el derecho a disponer de una información completa y veraz que nos permita tomar nuestras propias decisiones como consumidores, un derecho que las autoridades y organismos públicos competentes (?) deberían garantizarnos obligando a los fabricantes a un etiquetado correcto de sus productos.
     Por un lado, nos gustaría poder decidir si deseamos seguir permitiendo que unos cuantos desalmados ganen un dinero extra a nuestra costa dándonos gato por liebre con la complicidad de nuestros representantes políticos.

Por el otro, y lo más importante, nos gustaría tener la posibilidad de decidir si deseamos seguir participando, siquiera de modo marginal, en el sanguinario proceso que está destruyendo los ecosistemas marinos de todo el planeta privándolos de una de las piezas fundamentales sobre los que se sostienen: sus depredadores. No deseamos entregar ni un solo céntimo de nuestros bolsillos a quienes están arruinando el océano. Una decisión ética que no se nos está permitiendo tomar porque se nos sustrae información.

Cuánto más bonitas están en el mar que troceadas en el plato de Micifuz. (Foto: Toño Maño).

Se calcula que las poblaciones de tiburones y rayas oceánicos han caído en un 71% a lo largo de los últimos 50 años debido al aumento de la presión pesquera, que se ha multiplicado por 18. La consecuencia es que tres cuartas partes de este grupo de especies se encuentran en peligro de extinción. 

La situación de los tiburones que viven más próximos a nosotros, en nuestras costas y arrecifes, no es mejor. Un trabajo publicado en 2020 recogía el resultado de más de 15 000 horas de grabación de cámaras submarinas depositadas en 371 arrecifes de 58 países con el objetivo de medir el impacto de la pesca. Pues bien: en casi el 20% de los arrecifes no lograron filmar ni un solo tiburón.

Cada vez son más las personas en todo el mundo que no desean ser cómplices de toda esta bárbara destrucción, que quieren que los tiburones permanezcan en el mar, vivos, y no en sus platos o en los cacharros de sus mascotas. Y sus gestos y decisiones cuentan muchísimo, son fundamentales para cambiar las cosas. La presión de los consumidores informados, gracias a la impagable labor de organizaciones como Oceana o Bloom, está logrando que grandes corporaciones como Unilever o L'Oréal hayan sentido la necesidad de anunciar que sus productos utilizan exclusivamente escualeno de origen vegetal, aun siendo más caro de producir. Si mienten o no nos dicen toda la verdad, no lo sabemos, pero son gestos que hablan por si solos.

Los trabajos mencionados no son más que aproximaciones al problema, lastradas por las limitaciones técnicas de los sistemas de análisis. A medida que se vayan incorporando mejoras en los sistemas de secuenciación del ADN, que permitirán identificar más especies, iremos conociendo la verdadera dimensión del drama. Este tipo de estudios son más necesarios que nunca y deberían extenderse también a Europa. Seguro que nos sorprenderíamos todavía más.

Estremece saber cómo hemos llegado a convertir unas extraordinarias y bellísimas criaturas que llevan millones de años controlando la salud de los océanos de la Tierra en pienso para gatos y chuchos. 

Somos una especie de lo más inteligente.

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¹Ian French & Benjamin J. Wainwright (2022). DNA Barcoding Identifies Endangered Sharks in Pet Food Sold in Singapore. Frontiers in Marine Science 9, 836941. https://doi.org/10.3389/fmars.2022.836941

²The IUCN Red List of Threatened Species, Version 2021-3. <https://www.iucnredlist.org>, consultada el 25 de marzo de 2022.

³Diego Cardeñosa (2019). Genetic identification of threatened shark species in pet food and beauty care products. Conservation Genetics 20, 1383-1387. https://doi.org/10.1007/s10592-019-01221-0

El asunto del escualeno en la industria cosmética es una tragedia que se está ensañandocon sanguinario énfasis con las poblaciones de tiburones de aguas profundas (tremendamente sensibles a la pesca debido a su bajísima tasa reproductiva) de todos los océanos del mundo, sobre todo en aquellas áreas donde la vigilancia es poca o nula: Índico, Atlántico SE, etc., donde las flotas arrasan una zona y pasan impunemente a la siguiente. Pero este es un tema demasiado extenso y complejo para tratarlo aquí.

El trabajo de campo se desarrolló a lo largo de cuatro años en arrecifes del Atlántico occidental, el Índico occidental, el Indo-Pacífico y el Pacífico, en cada uno de los cuales instalaron entre 30 y 100 cámaras submarinas con cebo. Véase M. Aaron MacNeil, Demian D. Chapman, Michelle Heuper et al. (2020). Global status and conservation potential of reef sharks. Nature 583, 801-806. https://doi.org/10.1038/s41586-020-2519-y

Véase, por ejemplo, The hideous price of beauty: Cosmetics industry drives deep-sea shark extinctions, de la Asociación Bloom; y There might be shark in your sunscreen, un reportaje de National Geographic.

Lonja de Vigo 2021

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Marrajos (Isurus oxyrinchus).

Un año más, os presento un breve informe sobre las descargas de tiburón en la lonja de Vigo a lo largo del pasado 2021 según los datos publicados por la Autoridad Portuaria de la lonja de Vigo. 

1. Las descargas de tiburón siguen en aumento. 1 877 266,9 kg, un 10% más que en el 2021 (1 703 459,38 kg) (véase Lonja de Vigo 2020). El motor de esta subida es la tintorera, con casi 300 000 kg más; las descargas de marrajo han caído más de un 33%

     -Tintorera (Prionace glauca): 1 592 678 kg. El año pasado fueron 1 297 638,45 kg.

     -Marrajo (Isurus oxyrinchus): 26 451,3 kg. En el 2020 fueron 79 011,2 kg.

Elaboración propia a partir de los datos publicados por la Autoridad Portuaria de Vigo.
La caída en las descargas de marrajo¹ sin duda se debe a los efectos, si bien tardíos, de su inclusión en el Apéndice II del CITES en el año 2019. Este apéndice incluye aquellas especies amenazadas cuyas poblaciones han experimentado un fuerte declive y cuya comercialización, por tanto, debe estar sujeta a controles por parte de las autoridades correspondientes. Tras diversos avatares, obstáculos, etc. por parte de ciertos países², por no hablar de los acostumbrados lamentos apocalípticos de los armadores y prensa afín, su desembarco y comercialización han quedado prohibidos por un periodo de dos años³, que se antoja escaso para una especie con una tasa reproductiva tan lenta, pero menos es nada.

2. Datos por especie. Como veis, en lo que respecta a la identidad de las especies desembarcadas, las estadísticas mensuales no ofrecen por desgracia apenas novedad alguna con respecto a años anteriores, excepto la desaparición de la palabra "gata", y en consecuencia, nos gustaría suponer, de su pesca (gata es un término que se aplica a cualquier tiburón de aguas profundas de color oscuro, en su gran mayoría especies con TAC=0, es decir, prohibidas). Podríamos hacer un copia y pega con todo lo comentado año tras año, que puede resumirse en el poco rigor en el uso de la nomenclatura ―exclusivamente nombres comunes―, lo cual dificulta o impide la identificación correcta de algunas especies, excepción hecha del marrajo, la tintorera, el cazón y, tal vez, la pintarroja y la mielga, nombres que parecen remitir sin duda a Isurus oxyrinchus, Prionace glauca, Galeorhinus galeus, Scyliorhinus canicula y Squalus acanthias, respectivamente.

Como siempre, en el cuadro que sigue he incluido los nombres científicos más probables para cada denominación, en ocasiones dando por sentado que existe una correspondencia unívoca entre ambos. Es el caso del "cazón blanco", nombre común oficial en gallego para la musola pinta (Mustelus asterias), y del lacónico "musola", que cabe suponer se refiere a Mustelus mustelus.
     Ese "alitán-cazón-botos-pata roxa" es probablemente el Scyliorhinus stellaris, también conocido como alitán y, en gallego, patarroxa. Pero ocurre que la palabra "cazón" suele estar referida al G. galeus, como acabamos de señalar, y "boto" en gallego puede aplicarse también al galludo (Squalus blainville). Estos tiburones son difíciles de confundir, pero ¿cuál es cuál? Es que son casi 51 toneladas y media.
     Damos también por sentado que "pintarroja-bocanegra" es el olayo bocanegra o Galeus melastomus. Pero esta especie es también conocida como "cazapa", de modo que ese "olayo-cazapa" también sería, en teoría, G. melastomus. Pero ahí lo hemos dejado, con un triple interrogante.
     Y lo del "tollo-mielga-cazón" es ya un disparate: ¿M. mustelus, M. asterias, G. galeus, S. acanthias, S. blainville, algún Scyliorhinus, alguna especie de profundidad que no se puede nombrar? Total, que 115 kg de "loquesea".

Elaboración propia a partir de las estadísticas mensuales publicadas por la Autoridad Portuaria de Vigo.

Sigue llamando muchísimo la atención el encontrarnos por segundo año consecutivo con una especie tan críptica como el olayo atlántico (Galeus atlanticus). Este pequeño tiburón es tremendamente parecido al G. melastomus (no en vano no fueron consideradas definitivamente como especies distintas hasta el 2007), del que se diferencia por un puñado de rasgos no siempre fáciles de apreciar (Diferenciando el olayo del olayo atlántico). Y resulta que en Vigo han conseguido descargar más de diecisiete toneladas estupendamente identificadas (el año pasado fueron más de veintiuna). Manda truco.

Olayos (Galeus melastomus). Foto: Toño Maño.

3. Precio y valor. Como siempre, el marrajo ha sido el tiburón que más valor ha alcanzado en lonja, con un precio medio de 7,44 €/kg, muy superior al resto de especies (en abril llegaron a pagarse hasta 10,59 €/kg). A muchísima distancia está la mielga, con 2,32 €/kg, y en el último puesto el supuesto olayo atlántico, que se pagó a la impresionante cantidad de 0,16 €/kg... impresionante para el trabajo que cuesta ya solo clasificarlo, distinguirlo del olayo "normal". Debería costar el triple.

El precio medio de la tintorera, el tiburón más importante en términos en principio cuantitativos, ha sido discretito, como viene siendo habitual: apenas se pagó a 1,33 € el kilo. Bastante inferior, por ejemplo, al de especies como el jurel (Trachurus trachurus), con un precio medio de 1,85 €/kg.
     ¿Por qué una especie por la que se paga menos que un jurel tiene sin embargo tanta importancia para la flota palangrera, hasta el punto de haber sustituido al pez espada como objetivo primordial? La respuesta es obvia: la aleta. Ahí está el negoción de verdad.
     El bicho llega a puerto, se descarga y se subasta; las aletas se cortan, se empaquetan y se mandan directamente a los mercados asiáticos por un pastón. Y la carne... pues la carne "ya tal", según la aplaudida sentencia de aquel famoso presidente que vivió no muy lejos de Vigo; básicamente se intenta comercializar como sea (incluso como alimento para mascotas, que mira que es triste). En España la podemos encontrar fileteada en cualquier sección de congelados, a veces camuflada bajo nombres como "quenlla" o "caella" que para la mayoría de consumidores no dicen nada.

Musola pinta (Mustelus asterias). Foto: Toño Maño.

Casi un millón seiscientos mil kilos de tiburones arrancados de un ecosistema del que todos dependemos y en cuya conservación juegan un papel esencial solo para abastecer de chucherías de lujo al insaciable mercado asiático. 

La UE en general y España en particular son (somos) los principales países suministradores de aleta a los mercados asiáticos de Hong Kong, Singapur y Taiwán. Entre 2003 y 2020 las importaciones de aleta procedentes de Europa representaron el 28% del total, alcanzando nada menos que el 45% en 2020 según un reciente trabajo. A la cabeza estamos nosotros, España, con 51 795 toneladas métricas, seguidos a gran distancia por Portugal, con 642, y Holanda, con 621.

El valor ecológico siempre por debajo del valor económico inmediato. No hay peor ceguera que la ceguera consciente. El precio que pagaremos superará seguro los mezquinos ciento y pico céntimos por kilo (más los muchos euros que unos cuantos se embolsan por sus aletas). ¿Estamos dispuestos a asumir el precio o nos da igual?

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¹Nos referimos naturalmente al también llamado marrajo azul o marrajo dientuso (Isurus oxyrinchus), no al otro marrajo presente (en realidad, casi ausente) del Atlántico norte, el marrajo sardinero o cailón (Lamna nasus), cuya pesca y comercialización siguen estrictamente prohibidas en la UE.
²Véase resumen de la cuestión en una nota de la Shark League for the Atlantic and the Mediterranean publicada el 12 de julio de 2021: La UE y EEUU impiden avanzar en la imprescindible protección del marrajo dientuso.
³Véase Reglamento (UE) 2022/109 del Consejo de 27 de enero de 2022 por el que se establecen para 2022 las posibilidades de pesca para determinadas poblaciones y grupos de poblaciones de peces aplicables en aguas de la Unión y, en el caso de los buques pesqueros de la Unión, en determinadas aguas no pertenecientes a la Unión.
S. Shea, B. Slee & M. O'Toole (2022). Supply and Demand: The EU's role in the global shark trade. Stitching IFAW (International Fund for Animal Welfare). The Hague, The Netherlands.


Migraciones verticales del cazón

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Cazón (Galeorhinus galeus). Foto: Andy Murch, bigfishexpeditions.com (editada).

El cazón es un tiburón de tamaño mediano que suele vivir en zonas más o menos cercanas a la costa, por lo que no es raro encontrárnoslo tanto en las lonjas como, bien muerto y troceado, en las mesas de nuestros restaurantes y de no pocas de nuestras casas, de ahí que nos resulte un bicho relativamente familiar, casi doméstico. Sin embargo, hay todavía muchas cosas que desconocemos de él. Cada estudio que sale a la luz nos descubre datos que dibujan un comportamiento de asombrosa plasticidad, como el que hoy vamos a comentar.

Lo que dice la literatura científica es que el Galeorhinus es un tiburón bentopelágico que habita las aguas templadas de la plataforma continental e insular desde el litoral hasta el talud continental superior, a profundidades de entre 0-826 m, si bien parece mostrar preferencia por el rango de los 200 metros¹. Pero este magnífico pez es también un nadador activo y fuerte capaz de emprender largas migraciones en las que puede llegar a recorrer 35 millas (unos 56 km) en una sola jornada, según se ha demostrado a lo largo de estos últimos años (véase por ejemplo El viaje del cazón (Galeorhinus galeus)).

Y ahora acabamos de saber que durante esos viajes, cuando abandona la plataforma y se interna en el gran océano, el cazón es capaz de adoptar un comportamiento típico de especies oceánicas. Un estudio de marcado llevado a cabo en aguas del Atlántico nororiental publicado este mismo año² ha encontrado indicios de un patrón de migración vertical diaria probablemente con el objetivo de obtener alimento, habida cuenta de que estos desplazamientos se realizaban hacia cotas donde se encuentra la capa profunda de dispersión.

Foto: Andrea Fieber, tomada de argentinat.org.

1.
(Y para los que somos de letras...)¿Qué es eso de "migración vertical diaria" y "capa profunda de dispersión"? Como su nombre indica (aunque en inglés suena muchísimo más científico y moderno: "diel vertical migration" o DVM), la migración vertical diaria es, en resumen, un patrón migratorio que cada día siguen millones de criaturas oceánicas como el krill, los copépodos, calamares, medusas y peces linterna, que con el crepúsculo ascienden hacia las capas superficiales del océano para alimentarse y al amanecer regresan a la zona de penumbra, a varios cientos de metros de profundidad. Se trata probablemente de la mayor migración masiva de la Tierra.
     Toda esa infinidad de organismos se desplazan en agregaciones masivas que forman como nubes o capas que pueden llegar a tener cientos de metros de espesor y extenderse horizontalmente a lo largo de centenares de kilómetros. Estas capas son las que se conocen colectivamente con el nombre de nivel o capa profunda de dispersión ("deep scattering layer" o DSL). No fueron descubiertas hasta la Segunda Guerra Mundial, cuando los buques de la armada estadounidense comenzaron a utilizar el sonar y descubrieron que en las profundidades existía algo que devolvía su señal de un modo extraño³―de ahí les viene el nombre―, una especie de "falso fondo" que además variaba su profundidad según el momento del día. En la zona mesopelágica existen también capas profundas de dispersión formadas por organismos que no realizan migraciones verticales; son las NMDSL ("non-migrant deep scattering layer"―si es que suena de maravilla―).

Captura de un barrido de sonar sobre el fondo marino del Atlántico norte; la franja verde suspendida sobre el fondo es posiblemente la capa profunda de dispersión (imagen de la NOAA Okeanos Explorer tomada de Wikipedia). Superpuesta a la izquierda abajo, imagen de sonar tomada por un vehículo submarino autónomo en el que se distinguen dos calderones grises (Grampus griseus) alimentándose en la capa profunda de dispersión, posiblemente en una nube de cefalópodos (fuente: Benoit-Bird et al., Limnology and Ocanography, 2017).

Como es natural, tanta cantidad y variedad de bicherío constituye una preciosa fuente de alimento para los grandes depredadores del océano, habida cuenta de que la altamar es para ellos un medio oligotrófico, es decir, un lugar donde las posibilidades de encontrar algo que echarse al diente son limitadas. De modo que no es extraño que ellos también tomen parte de esta masiva migración vertical o DVM: durante el día descienden varios centenares de metros y por la noche se quedan cerca de la superficie. Los datos obtenidos gracias al creciente empleo de transmisores o marcas de diverso tipo son reveladores: tiburones, mamíferos marinos, grandes peces... todos de algún modo participan en este macroevento biológico: peregrinos (Cetorhinus maximus), cañabotas (Hexanchus griseus), marrajos y cailones (Isurus oxyrinchus, Lamna nasus), zorros negros (Alopias superciliosus), jaquetones de ley (Carcharhinus longimanus), entre otros, y parece ser que también el Galeorhinus.

La capa profunda de dispersión siendo detectada por el sonar de el buque oceanográfico Atlantis, del Instituto Woods Hole. El tiburón blanco (Carcharodon carcharias) también realiza migraciones verticales; algunos científicos sostienen la hipótesis de que puede aprovechar la energía de los remolinos oceánicos para realizar inmersiones más profundas y largas. (Fuente imagen: https://submesoscale.org/category/sharks).

2. Itinerarios de los cazones en el océano.
Volviendo a lo nuestro, los autores del trabajo colocaron marcas archivadoras satelitales MiniPAT en dieciséis cazones adultos: quince capturados en la bahía Alemana (área suroriental del mar del Norte) durante sus agregaciones estivales y uno en Luce Bay, en el SW de Escocia, una posible zona de apareamiento. Cuatro de ellos se dirigieron hacia océano abierto al cabo de unas pocas semanas mientras que el resto se quedó en la plataforma y talud. 

El cazón escocés, un macho de 137 cm TL, puso rumbo nornoroeste y, tras unas semanas en altamar, viró hacia el sur siguiendo el talud del banco de Porcupine, al oeste de Irlanda; al cabo de 180 días su marca se desprendió en el Porcupine Seabight.
     Los tres ejemplares de la bahía alemana marcharon directamente hacia el sur, poniendo rumbo sursuroeste a través del canal de la Mancha. Uno de ellos (un macho de 145 cm) alcanzó la zona oceánica del norte del golfo de Vizcaya y dobló hacia el este siguiendo parcialmente el talud; su marca se desprendió al cabo de 253 días. El siguiente, una hembra de 150 cm, continuó su avance en una trayectoria más decidida, y, cruzando el canal de Valle-Inclán, justo delante de nuestras rías, llegó hasta la zona Atlántica del Estrecho, donde permaneció unas semanas antes que su marca se liberase después de 223 días. Finalmente, el ejemplar de mayor tamaño, una hembra de 160 cm, se fue directa hasta Madeira, nada menos; su transmisor se soltó prematuramente al cabo de 168 días, tras unos cuantos que llevaba por allí dando vueltas.

Fuente: Schaber et al., Sci Rep, 2022.

3. Movimientos diferentes en aguas continentales y oceánicas. El análisis de los datos de las marcas revelaron diferencias muy interesantes entre los movimientos en aguas continentales y oceánicas. Sobre la plataforma, los tiburones realizaban constantes desplazamientos verticales no sujetos a ningún patrón definido. En las áreas más costeras subían y bajaban desde el fondo hasta la superficie de forma alterna en periodos más cortos que en zonas de profundidades superiores a los 100 m, en las cuales, además, se acercaban comparativamente menos a la superficie. Los tiempos de permanencia en el fondo y en las capas superficiales fueron muy similares en todos los ejemplares, sin ninguna diferencia entre el día y la noche.

Pero una vez en altamar, fuera de los márgenes continentales, los cazones enseguida comenzaron a realizar descensos regulares a varios centenares de metros siguiendo un claro patrón de 24 horas. Durante la noche permanecían aproximadamente el 60% del tiempo en la zona epipelágica, en general por encima de los 100 m (174 m de profundidad media), y al amanecer emprendían el descenso hasta los 400-600 m (412 m de media), donde se quedaban durante un porcentaje similar de tiempo, en torno al 60%. La profundidad máxima registrada fue de 730 m, alcanzada por la hembra que llegó hasta el Estrecho. 

Estos datos de ocupación vertical se compararon con datos hidroacústicos obtenidos en varias campañas científicas llevadas a cabo en el Atlántico norte (entre ellas por el buque oceanográfico español Sarmiento de Gamboa) para la identificación de capas profundas de dispersión y migraciones verticales. La conclusión se hizo evidente: los cazones buscaban activamente las cotas donde en efecto se encontraban estas capas de organismos mesopelágicos, y curiosamente, además, dentro de ellas permanecían más tiempo en aquellas áreas en las que había más probabilidades de encontrar calamares, una de sus presas favoritas.

Cazón con una marca MiniPat. Foto: C. Howe (H2Owe) y M. Schaber (Thünnen-Institut).

4. Conclusiones. Naturalmente, estos datos deben tomarse con prudencia. El número de ejemplares de la muestra no es lo suficientemente amplio, aunque como porcentaje no está nada mal, pues supone una cuarta parte del total de marcas. Hacen falta más trabajos como este para verificar las conclusiones del trabajo. 

El cazón figura en la Lista Roja de la IUCN con el estatus de En peligro crítico a nivel global y Vulnerable en el Atlántico europeo y Mediterráneo, y sus números están en descenso. Ha sido objeto de pesca dirigida y accidental mediante diferentes artes a lo largo de la historia, lo que ha llevado a sus poblaciones al borde del colapso. La UE ha establecido una serie de regulaciones para paliar este desastre como la prohibición del palangre para esta especie, pero no para otras artes. 

Lo que este estudio pone de relieve es que el Galeorhinus galeus es una especie con una amplia plasticidad de movimientos, seguramente más amplia de lo sospechado: es continental y además semioceánica de hábitos mesopelágicos. Lo que esto quiere decir es que está mucho más expuesta a capturas accidentales por parte de flotas que operan en altamar con artes de diverso tipo. Esto obliga a implementar medidas de protección mucho más ambiciosas. 

¿Lo conseguiremos?


👉Más información en Cazón (Galeorhinus galeus).

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¹Véase, por ejemplo, Walker, T.I., Rigby, C.L., Pacoureau, N., Ellis, J., Kulka, D.W., Chiaramonte, G.E. & Herman, K. 2020. Galeorhinus galeus. The IUCN Red List of Threatened Species 2020: e.T39352A2907336. https://dx.doi.org/10.2305/IUCN.UK.2020-2.RLTS.T39352A2907336.enAccessed on 18 April 2022. Igualmente, David A. Ebert, Marc Dando & Sarah Fowler (2021). Sharks of the World: A Complete Guide. Princeton: Princeton University Press.
²Matthias Schaber, Sven Gastauer, Boris Cisewski, Nicole Hielscher, Mikael Janke, Marian Peña, Serdar Sakinan & James Thorburn (2022). Extensive oceanic mesopelagic habitat use of a migratory continental shark species. Scientific Reports 12, 2047. https://doi.org/10.1038/s41598-022-05989-z1
³
"El fondo verdadero produce un eco agudo y nítido, pero estas capas [...] producen un eco suave y difuso, que se aprecia como un rastro vago en los diagramas del sónar." (Peter Castro & Michael E. Huber (2007). Biología marina. Madrid: McGraw-Hill, pág. 361).
El océano se divide en varias zonas según factores como la cantidad potencial de luz que llega hasta ellas: epipelágica (0-200 m), iluminada por el sol; mesopelágica o zona de penumbra (200-1000 m); batial o batipelágica (1000-4000 m); abisal o abisoplelágica (4000-6000 m), y hadal o hadoplágica (6000-11 000 m), la más profunda.
Kelly J. Benoit-Mill, Mark A. Moline & Brandon L. Southall (2017). Prey in oceanic sound scattering layers organize to get a little help from their friends. Limnology and Oceanography. https://doi.org/10.1002/lno.10606

Tollo lucero liso (Etmopterus pusillus)

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Etmopterus pusillus. Foto: Alex Rogers, Deep Sea Research, 2016.

Tollo lucero liso

Etmopterus pusillus (Lowe, 1839)

(es. Tollo lucero liso; gal. Gata de mar, gata; por. Xarinha-preta, lixinha-da-fondura lisa; in. Smooth lanternshark.)

Orden: Squaliformes

Familia: Etmopteridae

Con la gata de mar o tollo lucero liso (Etmopterus pusillus) completamos la tríada de etmoptéridos presentes en el mar de Galicia, junto con el negrito (Etmopterus spinax) y el tollo lucero raspa (Etmopterus princeps). Estos preciosos bichos, con toda justicia conocidos en inglés como "tiburones linterna" (lanternsharks), son unos pequeños tiburones que se caracterizan porque su piel presenta bandas de fotóforos (orgánulos generadores de luz) de diversos tamaños y formas con los que iluminan la penumbra de nuestro mar profundo... y de nuestra vida.

Descripción. El tollo lucero liso tiene un cuerpo alargado y delgado que termina en una caudal corta y ancha. El morro es corto y romo, no bulboso, de longitud similar a la anchura de la cabeza. Las aberturas branquiales son largas y un poco más anchas que el espiráculo. Aletas dorsales con espinas acanaladas; la primera se origina detrás del borde posterior de las pectorales; su espina es fuerte y corta, no suele superar su borde superior. La segunda dorsal es mayor que la primera, con cerca del doble de su superficie, y se origina sobre el borde posterior de las pélvicas; su espina es fuerte, alta y ligeramente inclinada. Pectorales pequeñas y trapezoidales. Sin aleta anal, como todos los escualiformes. 

Foto: Paul Clerkin tomada de shark-references.
Uno de los rasgos anatómicos más característicos de esta especie es que su piel es bastante suave debido a que está cubierta de unos dentículos dérmicos bajos, espaciados, de cúspide truncada y ligeramente cóncava. Los otros dos etmoptéridos, en cambio, presentan dentículos de cúspide alta, en forma bien de ganchos, bien de cerdas, lo que les confiere un tacto más rugoso, particularmente en el E. princeps.

Dentículos dérmicos de las tres especies de etmoptéridos de aguas gallegas: 1. E. spinax; 2. E. princeps; 3. E. pusillus (vista dorsal). Fuente: Ebert et al., FAO, 2013.

Color pardo negruzco uniforme, un poco más oscuro en el vientre. A diferencia, por ejemplo, del negrito (E. spinax), presenta una tenue banda de fotóforos sobre las pélvicas con una ramificación anterior gruesa y una posterior bastante corta.
     El patrón, intensidad y ubicación de las bandas de fotóforos son elementos que sirven para identificar cada uno de los cuatro clados o subgrupos en que se distribuye la mayor parte de las especies de la amplia familia Etmopteridae.


Arriba: Comparación de los patrones de bandas luminiscentes en E. pusillus y E. spinax (fuente: Duchatelet et al., Oceans, 2021). Sobrepuesta, diferencias en la forma e intensidad de la banda de fotóforos ubicada sobre las pélvicas de ambas especies (fuente: Ebert et al. 2021). En los ejemplares preservados, como el de abajo, estas bandas no son apreciables (foto: Samuel P. Iglésias, 2013).

Dentición. Presenta dimorfismo dentario: los dientes superiores constan de una cúspide central alta y delgada y, normalmente, una cuspidilla secundaria a cada flanco; los inferiores son anchos, con una sola cúspide abatida, y están imbricados dispuestos en forma de cuchilla. 25-30 filas en la mandíbula superior y 35-44 en la inferior.

Dientes y, arriba a la dcha., mandíbula de Etmopterus pusillus. Fuente de ambas imágenes: Fumio Nakagawa, j-elasmo (Sharks of Japan).

Talla. Talla máxima de 50,2 cm. Al nacer miden unos 15-16 cm.

Reproducción. No es mucho lo que se sabe de la biología reproductiva de esta especie, excepto que es vivípara aplacentaria (ovovivípara) con camadas de 1-6 crías, con un promedio de entre tres y cuatro. En la parte sur y suroccidental de Portugal (Coelho & Erzini, 2007) la presencia de hembras grávidas parece mayor entre los meses de noviembre y abril. Puede que exista un ciclo reproductivo bianual.
     Las hembras alcanzan la madurez a edades y tallas superiores a los machos. En el trabajo citado, la primera madurez de las hembras se ha estimado en torno a los 9,86 años y 43,58 cm TL y la de los machos hacia los 7,13 años y 38 cm TL. Ebert et al. (2021) resumen la cuestión de esta manera: ellas maduran en torno a los 8-11 años con 38-47 cm y ellos entre 5-9, cuando miden entre 31 y 39 cm.

Ejemplar capturado en el golfo de México. Pascagoula Laboratory; Collection of Brandi Noble, NOAA/NMFS/SEFSC.

Dieta. Este pequeño tiburón tiene una dieta amplia, tanto de organismos del fondo como de la columna de agua. Se alimenta de huevos de otros peces, de peces abisales como los peces linterna, de pequeños tiburones de profundidad, cefalópodos como los calamares y de diversos crustáceos (decápodos e isópodos).

El análisis de los contenidos estomacales de ejemplares capturados accidentalmente en el Algarve (Xavier et al., 2012) ha revelado que existen variaciones ontogénicas en la alimentación: la dieta de los ejemplares menores de 25 cm era casi exclusivamente a base de crustáceos, los cuales paulatinamente, durante el crecimiento, iban siendo sustituidos por peces y cefalópodos.

Hábitaty distribución. El tollo lucero liso es un pequeño tiburón bentopelágico que suele habitar el talud continental e insular entre los 274 y los 1200 m, posiblemente hasta casi los 2000 m (1998 m). Es también una especie de hábitos oceánicos en aguas de gran profundidad como las del Atlántico sur entre Argentina y Sudáfrica, donde se le ha encontrado entre los 0-708 m, y en las que realiza migraciones verticales. 

Elaboración propia a partir de Bañón et al. (2010) y Ebert et al. (2021).

El pusillus es una de las pocas especies de su amplia familia con una distribución cosmopolita, y resulta especialmente abundante en áreas concretas como la costa suroccidental de Portugal.
    En el Atlántico occidental está registrado en la zona septentrional del Golfo de México y entre el sur de Brasil y la Argentina. En el Atlántico E, se encuentra desde Galicia (sobre todo en el Banco de Galicia) hasta Namibia, incluidas las Azores, Madeira y Canarias. Existen también registros en el Atlántico sur central entre Argentina y Sudáfrica, así como en la costa índica sudafricana (Índico SW), Japón y Hawái (Pacífico W y central).

Pesca y conservación. Estos etmoptéridos suelen formar parte de las capturas accidentales de artes de profundidad como el palangre y el particularmente nocivo arrastre de fondo. Por ejemplo, en el sur de Portugal, los palangreros que andan a la merluza (Merluccius merluccius), la cherna (Polyprion americanus) y el congrio (Conger conger), así como los arrastreros que van a la cigala (Nephrops norvegicus), la gamba roja (Aristeus antennatus) y la gamba blanca (Parapennus longirostris), los capturan en cantidades importantes... y para nada.

Aunque pueden utilizarse para consumo humano y para elaborar harina de pescado, estos pequeños tiburones apenas tienen valor comercial, por lo que normalmente se descartan, se devuelven al mar. Los ejemplares capturados con arrastre de fondo están casi todos muertos cuando los suben al barco; los del palangre llegan a menudo con vida, pero con una tasa de supervivencia prácticamente nula debido a las serias heridas causadas por los anzuelos sumadas al brutal cambio de presión y temperatura a que se ven sometidos. 

Un monstruoso sinsentido. Tanto más cuanto que no hay voluntad de acabar con él. La UE seguirá subvencionando fuertemente estas pesquerías de aguas profundas caiga quien caiga.

Hembra de 350 cm capturada en el Algarve. Foto de Rui Coelho tomada de shark-references.

La problemática del tollo lucero liso es similar a la de tantos otros tiburones de aguas profundas: su bajísima tasa reproductiva lo convierte en una especie sumamente vulnerable a cualquier tipo de pesca, incluso a la pesca accidental. Y para redondear el drama un poquito más, gracias al precioso trabajo de nuestros vecinos portugueses, ahora sabemos que el E. pusillus se alimenta de una gama amplia de organismos tanto del fondo como de la columna de agua, lo cual lo pone a tiro de una gama igualmente amplia de artes de pesca. 

Figura en la Lista Roja de la IUCN como Preocupación menor, si bien para sus poblaciones europeas, el estatus es de Datos incompletos

Y tanto que son incompletos. No solo porque los ejemplares capturados no llegan a puerto (en el caso, al menos, de lo observado en aguas portuguesas), sino porque ni siquiera aparecen de forma individualizada en los datos de pesca. Es una quimera reunir estadísticas de pesca sobre esta especie que permitan inferir tendencias o cambios de las poblaciones, información que resulta fundamental para diseñar algún tipo de medida o plan de gestión. 

Un futuro bien oscuro.

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BIBLIOGRAFÍA UTILIZADA

—BAÑÓN, Rafael, D. Villegas-Ríos, A. Serrano, G. Mucientes & J. C. Arronte (2010). Marine fishes from Galicia (NW Spain): An updated checklist. Zootaxa, 2667, pp. 1-27.

—BAÑÓN, Rafael, J. C. Arronte, Cristina Rodríguez-Cabello, Carmen Gloria Piñeiro, Antonio Punzón & Alberto Serrano (2016). Commented checklist of marine fishes from the Galicia Bank seamount (NW Spain). Zootaxa, 4067 (3), 293-333. http://dx.doi.org/10.11646/zootaxa.4067.3.2 

—COELHO, Rui & Karim Erzini (2007). Population parameters of the smooth lanternshark, Etmopterus pusillus, in southern Portugal (NE Atlantic). Fisheries Research 86: 42-57. doi: 10.1016/j.fishers.2007.04.006

—COMPAGNO, Leonard J. V. (1984). FAO Species Catalogue. Vol. 4. Sharks of the World, Part 1: Hexanchiformes to Lamniformes. FAO, Roma. 

—DUCHATELET, Laurent, Julien M. Claes, Jérôme Delroisse, Patrick Flammang & Jérôme Mallefet (2021). Glow on Sharks: State of the Art on Bioluminiscence Research. Oceans, 2, 822-842. https://doi.org/10.3390/oceans2040047

—EBERT, David A., Marc Dando (2021). Field Guide to Sharks, Rays & Chimaeras of Europe and the Mediterranean. Princeton University Press, Princeton.

—EBERT, David A., Marc Dando & Sarah Fowler (2021). Sharks of the World: A Complete Guide. Princeton University Press, Princeton.

—EBERT, David A., Matthias F. W. Stehmann (2013). FAO Species Catalogue for Fishery Purposes: Sharks, Batoids and Chimaeras of the North Atlantic. FAO, Roma. 

—FINUCCI, B., Cheok, J., Cotton, C.F., Kulka, D.W., Neat, F.C., Rigby, C.L., Tanaka, S. & Walker, T.I. (2020). Etmopterus pusillus. The IUCN Red List of Threatened Species 2020: e.T161443A888910. https://dx.doi.org/10.2305/IUCN.UK.2020-3.RLTS.T161443A888910.en. Accessed on 17 May 2022.

—MORENO, Juan (1995). Guía de los tiburones de aguas ibéricas, Atlántico Nororiental y Mediterráneo. Pirámide, Madrid. 

—MUCIENTES, Gonzalo & Toño Maño (2018). Tiburones presentes en las aguas de Galicia: Notas sobre identificación, estatus y conservación. Investigación. Cultura, Ciencia y Tecnología, 10(19): 36-45.

—RODRÍGUEZ VILLANUEVA, Xosé Luis et al. (1992). Peixes do mar de Galicia (I). Lampreas, raias e tiburóns. Edicións Xeráis de Galicia, Vigo.

—SOLÓRZANO, Manuel R. et al. (1988). Inventario dos peixes do litoral galego (Pisces: Cyclostomata, Chondrichthyes, Osteichthyes). Cadernos da Área de Ciencias Biolóxicas (Inventarios). Seminario de Estudos Galegos, Vol IV. Edicións do Castro, O Castro-Sada. 

—XAVIER, José C., Cátia Vieira, Carlos Assis, Yves Cherel, Simeon Hill, Esmeralda Costa, Teresa C. Borges & Rui Coelho (2012). Feeding ecology of the deep-sea lanternshark Etmopterus pusillus (Elasmobranchii: Etmopteridae) in the northeast Atlantic. Scientia Marina 76(2): 301-310. doi:10.3989/scimar.03540.07B


Primer registro de negrito (Etmpoterus spinax) con leucismo.

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Comparación entre la coloración natural de un negrito con la del ejemplar con leucismo (vistas lateral (a) y dorsal (b)), y detalle de la cabeza (c), donde se observa el ojo con su color normal. Fuente: Arronte et al., Journal of Applied Ichthyology, 2022.

Los tiburones tienen un patrón de color específico que les sirve para ocultarse tanto de las posibles presas como de los posibles depredadores. Este patrón depende en buena medida del tipo de hábitat en el que se mueven. Muchas especies de profundidad como los etmoptéridos (familia Etmopteridae) suelen presentar una coloración oscura más o menos uniforme gracias a la cual sus siluetas se desdibujan y diluyen en la negrura del mar profundo. Por este motivo resulta particularmente sorprendente el reciente hallazgo de un ejemplar de esta familia con leucismo.

El leucismo es una alteración de la pigmentación de la piel producida por un gen recesivo. Los animales con leucismo presentan una coloración parcial o totalmente blanquecina, excepto en algunas partes de su cuerpo, como típicamente los ojos, que mantienen su color natural. Este extremo suele ser útil para diferenciar el leucismo del albinismo, con el que puede confundirse. Simplificando, puesto que el tema es bastante más complejo, el albinismo es una condición genética heredada que afecta a la producción de melanina, el pigmento que da color a nuestro cuerpo, pelo y ojos, lo cual se traduce en la falta de pigmentación natural en piel e iris y por tanto a una mayor vulnerabilidad a los rayos UVA. El leucismo y el albinismo se han descrito tanto en personas como en una amplia variedad de especies, incluidos otros tiburones, rayas y quimeras.

El caso que nos ocupa, que diría un político inapetente, representa el primer registro conocido de leucismo en un etmoptérido. Se trata de una pequeña hembra de negrito (Etmopterus spinax) ―exacto: un negrito blanquecino― capturada en un lance de arrastre de fondo a 568 m de profundidad en el talud superior del Cantábrico más o menos a la altura de Gijón. Ocurrió el cuatro de noviembre del pasado 2021 en el marco de la campaña científica Demersales¹ llevada a cabo por el buque oceanográfico Miguel Oliver

Foto: Ana Antolínez, IEO-CSIC de Santander.
Cabe imaginarse la sorpresa de los científicos al encontrarse con un negrito que no era negrito. El pobre bicho, pequeñito y frágil, tenía el cuerpo y las aletas de color blanco brillante, exceptuando la parte inferior del morro, el abdomen y el margen posterior de la caudal, que presentaban un tono grisáceo; los ojos, en cambio, conservaban su color normal. Medía 11,3 cm, lo que quiere decir que era una recién nacida, habida cuenta de que la talla de nacimiento de estos pequeños tiburones oscila entre los ocho y los once centímetros. Por lo demás, quitando su particular coloración, era exactamente igual al resto de ejemplares de su especie: todos sus órganos estaban en orden, con el tamaño, forma y ubicación correctas.

Naturalmente, este asombroso hallazgo ha dado lugar a la correspondiente comunicación científica que conocimos hace unos días y que estamos medio fusilando aquí: Juan Carlos Arronte, Ana Antolínez, Rafael Bañón, José Rodíguez-Gutiérrez, Juan José Ortiz & Juan Manuel Martínez (2022). First recorded case of leucism in the velvet belly lantern shark Etmopterus spinax (Squaliformes: Etmopteridae). Journal of Applied Ichthyology, 00:1-7. doi: 10:1111/jai.14326.

Izq. Pareja de negritos (foto: Andy Murch, sharksandrays.com); las franjas oscuras en la parte ventral y lateral sobre las pélvicas hasta la cola indican la presencia de fotóforos. Dcha. Patrón bioluminiscente con los fotóforos "encendidos": arriba, vista lateral (fuente: Claes et al., Scientific Reports, 2014²); abajo, vista ventral (foto: Jérôme Mallefet).

La gata o negrito es, junto con su pariente el tollo lucero liso (Etmopterus pusillus), el tiburón más pequeño de nuestro mar; no suele superar los 50 cm aunque al parecer alguna hembra ha llegado a los 55 cm.³ Habita las aguas profundas del talud entre los 70 y los casi 2500 m, si bien es más habitual entre los 200-600 m. Su color original es oscuro, negro azulado o castaño oscuro en la zona dorsal con una superficie ventral abruptamente negra y finas franjas también negras sobre las aletas pélvicas y la caudal.

El color negro de estas zonas denota la presencia de fotóforos, orgánulos que producen luz mediante una reacción bioquímica, como las luciérnagas. Porque una de las cosas extraordinarias que tiene este pequeño tiburón es que es bioluminiscente, es decir, es capaz de brillar con luz propia ―un pálido resplandor azul― en la oscuridad del fondo, un rasgo que le viene de familia, no en vano en inglés los etmotéridos reciben el nombre de lanternsharks, 'tiburones linterna'. Las funciones de estas bandas o cenefas de fotóforos no están del todo claras. Pueden servir como camuflaje, para cazar y no ser cazado, sobre todo los de la superficie ventral: el brillo azulado serviría para difuminar la silueta del tiburón, vista desde abajo, contra el tenue brillo de la luz procedente de la superficie. También podrían funcionar como sistema de comunicación interespecífico, para el reconocimiento mutuo de tiburones de la misma especie e incluso entre individuos de distinto sexo.

Solo existe en todo el mundo un registro similar de aberración del color en un etmoptérido, aunque no por leucismo, sino por albinismo. Se trata de un melgacho linterna (Etmopterus lucifer) capturado igualmente por un buque oceanográfico a la altura del cabo Palliser, en el extremo meridional de la Isla Norte de Nueva Zelanda, en 1984. Era también una hembra de 24,3 cm, y por tanto posiblemente inmadura si nos atenemos a la talla de madurez para las hembras de su especie ―34 cm― que ofrece el trabajo de Ebert et al. (2021).

En las demás familias los registros globales son igualmente muy escasos. Tras un recorrido por la literatura científica sobre albinismo y leucismo en condrictios ―grupo que incluye a los tiburones, rayas y quimeras―, Arronte et al. solo han encontrado 39 casos en tiburones (20 de albinismo, 18 de leucismo y un caso sin especificar), 29 en rayas (14 albinas y 15 leucísticas) y uno, de albinismo, en una quimera. Pensemos que hasta el momento se han descrito en todo el mundo unas 550 especies de tiburones, más de 650 de rayas y 52 de quimeras.
Arriba: Lugar de la captura. Fuente: Arronte et al., Journal of Applied Ichthyology, 2022. Abajo: El buque oceanográfico Miguel Oliver (dichosos los afortunados que han estado a bordo). Foto: MAPA.

¿Por qué tan pocos registros? Hay dos factores que pueden explicar la escasez de registros. El primero y quizás más plausible es que la incidencia de este tipo de trastornos en tiburones y rayas sea posiblemente muy baja. El propio E. spinax asturiano de que hablamos es un buen ejemplo: es el único caso entre los miles de ejemplares observados a lo largo de los muestreos realizados solo en España desde 1983.

El segundo factor es más especulativo. Tiene que ver con las probabilidades de supervivencia que pueden tener los individuos a quienes ha tocado en suerte ir por ahí vestidos de blanco, alertando a posibles presas y llamando la atención de sus potenciales depredadores, que en principio y en buena lógica cabría suponer bastante bajas. Por eso conocemos tan pocos casos: la naturaleza todavía no ha tenido tiempo de eliminarlos. Algunas voces sostienen, en cambio, que las aberraciones del color no tienen un impacto tan negativo en la tasa de supervivencia de los tiburones. Se basan en el hecho de que hay registros de ejemplares albinos y/o leucísticos de buen tamaño, individuos que han podido salir adelante y hacerse mayores sin aparentemente demasiados problemas.

Pero este argumento debería tomarse con cautela. Habría que evaluar cada registro de forma individual, teniendo en cuenta no solo las características de la especie y su posición en la red trófica, sino las particularidades físicas y biológicas del lugar de captura (profundidad, tipo de fondo, abundancia de depredadores, etc.). Cada tiburón utiliza una estrategia particular para comer y no ser comido que viene dada por sus caracteres evolutivos específicos, pero también por las condiciones de la zona en que viven. En 2016 capturaron en Baja California una hembra madura de colayo inflado (Cephaloscyllium ventriosum) con albinismo; medía alrededor de 84 cm (la longitud máxima de la especie es aproximadamente un metro) y se encontraba en un fondo de rocas entre cuyas grietas había podido ocultarse y sobrevivir. Sabemos que esta especie tiene una alimentación variada, a base de pequeños peces y crustáceos que se encuentran con relativa facilidad; lo que no sabemos es la abundancia de sus depredadores naturales en esa zona.

El C. ventriosum posee una característica especial que sería sumamente interesante introducir en la ecuación: se trata de una especie biofluorescente; su piel absorbe un determinado espectro de luz azul y lo devuelve en una longitud de onda visible para sus congéneres (otras criaturas como por ejemplo nosotros mismos, los seres humanos, no podemos captar este brillo a simple vista, necesitamos unas lentes especiales). Esto puede servir para el camuflaje y para la comunicación con sus congéneres. ¿Cómo afecta el albinismo a la fluorescencia? ¿Puede tener efectos en su capacidad de supervivencia y de reproducción? 

Izq. Arriba, colayo inflado mostrando su fluorescencia; abajo, con su color tal como lo apreciamos. Fuente: Gruber et al., Scientific Reports, 2016. Dcha. Arriba, negra con su color natural; abajo, con sus fotóforos "encendidos". Fuente: Mallefet et al., Frontiers in Marine Science, 2021.
Bioluminiscencia y albinismo/leucismo. Relacionado con esto último, sería interesante determinar si el leucismo y el albinismo afectan a la capacidad bioluminiscente de las especies. Porque tal vez no sea casualidad que los dos únicos etmoptéridos registrados en todo el mundo hayan sido ejemplares muy jóvenes: un recién nacido y un inmaduro. Ambos presentaban fotóforos en la piel, pero no se pudo averiguar si eran funcionales o no. Teniendo en cuenta su pequeño tamaño y la importancia que la bioluminiscencia parece tener en el medio en que habitan, ¿podrían haber llegado a mayores en estas condiciones? Y llegado el caso, ¿en qué medida se vería afectada su capacidad para reproducirse, para poder transmitir sus genes a una nueva generación?

Un poco más arriba en la red trófica del fondo, por encima de los pequeños etmoptéridos, se encuentra la negra (Dalatias licha), uno de los grandes depredadores de aguas profundas y el tercer y último tiburón bioluminiscente con trastorno de color de que tenemos noticia ―exacto, otra vez: una negra blancuzca, aunque en este caso blancuzca a cachos―. El individuo en cuestión era un macho parcialmente albino de 90 cm y, según parece, ya maduro, capturado en el 2003 en el mar de Liguria con arrastre de fondo. Ebert et al. (2021) indican que la talla de madurez de los machos se sitúa en torno a los 100 cm, de manera que puede decirse que el bicho acababa de abandonar la adolescencia. Teniendo en cuenta que su especie puede llegar hasta los 182 cm ―es el mayor vertebrado bioluminiscente de la Tierra―, la pregunta es: ¿cuánto podría haber seguido creciendo en esas condiciones sin dejar de ser, como todos los de su especie, un voraz depredador de peces de aguas profundas, incluyendo, por cierto, otros tiburones como los etmoptéridos? ¿Hasta qué punto su posibilidad de supervivencia estaba asegurada?

Conclusiones. Conclusiones se pueden sacar muchas, pero vamos a quedarnos con dos:
     La primera es que los tiburones siguen siendo unas criaturas fascinantes y de extraordinaria belleza de las que queda todavía mucho que aprender.
     La segunda es también obvia: subrayar la vital importancia de las campañas de muestreo e investigación como Demersales y la necesidad de que las administraciones públicas inviertan en investigación. En un país como este, que tradicionalmente ha detestado el conocimiento científico, nunca está de más recordar que el verdadero patriotismo no se demuestra poniéndose banderitas hasta en el trasero y asistiendo a una corrida de toros, sino en apoyar y defender el conocimiento de nuestro medio. La investigación nunca es un gasto, sino una inversión.

Etmopterus spinax. Foto: Espen Rekdal, www.espenrekdal.no.

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¹"Demersales" es el nombre de una campaña multidisciplinar de evaluación de los recursos marinos de la plataforma norte peninsular a cargo del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA) en colaboración con el Instituto Español de Oceanografía que viene realizándose periódicamente desde el año 1983.
²Julien M. Claes, Dan-Eric Nilsson, Nicolas Straube, Shaun P. Collin, Jérôme Mallefet (2014). Iso-luminance counterillumination drove bioluminescent shark radiation. Scientific Reports, 4: 4328, doi: 10.1038/srep04328.
³David A. Ebert, Marc Dando & Sarah Fowler (2021). Sharks of the World: A Complete Guide. Princeton University Press, Princeton, NJ.
Como curiosidad, el ejemplar en cuestión fue en su momento depositado en el Auckland War Memorial Museum, donde permaneció olvidado durante más de treinta años, hasta que en 2018 una científica, la doctora B. Finucci, visitó este museo para identificar y ordenar los especímenes de la colección de tiburones de aguas profundas. Hay un pequeño reportaje sobre este hallazgo publicado el 22 de abril de 2020 en la página de la NIWA (National Institute of Water and Atmospheric Research): Extremely rare albino shark discovered in Auckland. Véase también la publicación a que ha dado lugar: Brittany Finucci (2020). First record of albinism in the lanternshark family, Etmopteridae. Journal of Fish Biology, 96(6): 1512-15015. https://doi.org/10.1111/jfb.14329.
Edgar E. Becerril-García, Elena Tamburin, Rogelio González-Armas, & Felipe Galván Magaña (2017). First record of albinism in the swell shark, Cephaloscyllium ventriosum (Elasmobranchii: Carcharhiniformes: Scyliorh10.1017/inidae). Acta Ichrhyologica et Piscatoria, 47(2): 201-204. doi: 10.3750/AIEP/02175
David F. Gruber, Ellis R. Loew et al. (2016). Biofluorescence in catsharks (Scyliorhinidae): Fundamental Description and Relevance for Elasmobranch Visual Ecology. Scientific Reports, 6: 24751. doi: 10.1038/srep24751
Jérôme Mallefet, Darren W. Stevens & Laurent Duchatelet (2021). Bioluminiscence of the Largest Luminous Vertebrate, the Kitefin Shark, Dalatias licha: First Insights and Comparative Aspects. Frontiers in Marine Science, 8:633582. doi: 10.3389/fmars.2021.633582
El ejemplar no era albino en su totalidad, sino solo en el 59% de su cuerpo, y sus ojos tenían una pigmentación normal. Sin embargo, los científicos que lo estudiaron prefirieron hablar de "albinismo parcial" y no de leucismo. M. Bottaro, S. Ferrando, L. Gallus, L. Girosi & M. Vacchi (2005). First record of albinism in the deep-water shark Dalatias licha. Marine Biodiversity Records, 1, e10. doi:10.1017/S1755267212001236.

Primera cita del solrayo (Odontaspis ferox) en Galicia

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Foto: Toño Maño.

El pasado jueves dos de junio apareció en Vilanova de Arousa una hembra de solrayo (Odontaspis ferox) de casi tres metros y medio de longitud. Había entrado por la estrecha bocana de su ría y, tras recorrer más de un kilómetro, llegado hasta el fondo dela ensenada, de donde ya no pudo volver. Se trata de la primera cita de esta especie en Galicia. Un acontecimiento biológico excepcional que no empaña la tristeza de ver un animal tan extraordinario terminar sus días en un lugar que no es el suyo.

0. Vilanova de Arousa. El tiburón había sido capturado accidentalmente esa misma mañana no muy lejos de allí, entre el pueblo y la Illa de Arousa, por la red de enmalle de un pequeño pesquero. Una vez liberado ―el patrón me comentaba sorprendido que el animal apenas hacía esfuerzos por soltarse, por lo que tuvo que agarrar un cuchillo y cortar parte del aparejo―, se alejó nadando y permaneció varias horas por esa parte de la ría de Arousa antes de enfilar hacia Vilanova para su particular viacrucis: atravesó la bocana del puerto, pasó bajo la pasarela peatonal que conduce a la playa del Terrón, cruzó el puente de la carretera de la Illa y a los pocos metros quedó varado en unas rocas cerca la orilla. Allí se lo encontró, sobre las siete de la tarde, el guardapesca Abrahám Rey, quien con un largo tronco pudo ayudar al animal a zafarse, operación que duró unos veinte minutos. Según comentó al Diario de Arousa, "el animal estaba cansado y le costaba moverse".
     Y el tiburón siguió directo hacia su trampa mortal.

Izq. Una de las fotos de la captura (Foto: José Dorado Solar). Dcha. El animal varado sobre las rocas (foto superior tomada del Diario de Arousa; inferior: Diversimar).
1. Qué es un solrayo Odontaspis ferox y dequién viene siendo. El solrayo es un tiburón bastante poco conocido y, por ello, de los más fascinantes. Su mundo son las profundidades lejos del ser humano. Ocasionalmente se deja ver cerca de la superficie o en la red de un arrastrero, tristemente, pero jamás dentro de una ría. Es bastante poco lo que conocemos de sus costumbres y su biología. Tiene una distribución amplia en mares templados y cálidos posiblemente de todo el mundo ―se ha capturado en aguas de 6-20ºC―. Vive asociado a los fondos y el talud superior de las plataformas continentales e insulares entre los 10-1015 m, aunque es más habitual a profundidades inferiores a los 300 m. Parece que adopta hábitos epipelágicos en tramos oceánicos de 2000-4000 m de profundidad. Desde hace unos años se están observando hembras adultas tal vez grávidas en varios puntos de las Canarias, en particular en aguas superficiales (1-20 m) del área marina protegida de Punta de la Restinga-Mar de las Calmas, en la isla del Hierro, lo que podría interpretarse como un indicio de filopatría¹.

El aspecto del Odontaspis es imponente: cuerpo grandote ―puede llegar a los 4,5 metros― y robusto rematado en un morro cónico, largo y bulboso que se extiende sobre una boca también grande y repleta de dientes largos, finos y afilados... y bien visibles. Pero las apariencias engañan. En realidad es un pez pachorrón y pacífico que se alimenta de peces medianos y pequeños, incluidos otros tiburones, calamares y gambas. No siente el menor interés gastronómico por las personas, los bañistas no le van.
Fotos: Toño Maño.
El nombre científico incide en este aspecto salvaje y despiadado. El significado del adjetivo latino ferox es evidente, mientras que su nombre genérico es un compuesto de las voces griegas odontos'diente' y aspis'víbora, cobra'. El binomio puede traducirse como "feroz dientes de víbora", en alusión al tamaño, forma y posición de sus dientes.

Las alrededor de 550 especies de tiburón que se han descrito hasta la fecha en todo el mundo se clasifican en nueve órdenes y 36 familias (véase Tiburones del mundo). El Odontaspis pertenece al orden Lamniformes, el mismo del tiburón peregrino, los marrajos y el tiburón blanco, y, dentro de él, a la familia Odontaspididae, que comparte con uno de los tiburones más conocidos por los asiduos a los acuarios, el tiburón toro (Carcharias taurus), como el famoso Gastón que, trasplantado desde Sudáfrica, tiene su domicilio en la Casa dos Peixes de Coruña. Puede decirse que son primos hermanos, por eso se parecen tanto.
Izq. Solrayo en el Hierro (foto de Sergio Hanquet tomada del Diario de Avisos). Dcha. Tiburón toro (foto: Andy Murch, sharksandrays.com).

2. El primer registro de Odontaspis ferox en aguas de Galicia. En los mapas de algunas guías de referencia como por ejemplo la de Ebert y Stehmann (2013)², Galicia aparece tangencialmente como parte de la distribución del Odontaspis ferox en el Atlántico NE: es el extremo de un largo trazo que se inicia a la altura de las Rías Altas y se extiende hacia el este todo a lo largo de la costa cantábrica española para ascender por la francesa hasta el departamento del Charente Marítimo. Es decir, marca el inicio de su área de distribución en el golfo de Vizcaya. Sin embargo, en los textos no hay ninguna mención explícita a Galicia. ¿Cómo puede ser esto?
     Lo que ocurre es que estos mapas responden a un modelo estimativo basado en tan solo dos registros, ambos de machos muy jóvenes: un ejemplar de 141 cm capturado en 1931 más o menos en el borde continental a la altura de La Rochelle, en torno a los 46ºN, 4ºW, que constituye el registro más septentrional, y otro de 121 cm capturado en 1970 en algún lugar sin especificar de la costa cantábrica española. De aquí para el sur las citas son más abundantes: las Azores, Canarias, Madeira, etc.³ 

Solo hay una obra que expresamente cita esta especie en nuestras aguas, la Guía dos peixes de Galicia, de Solórzano, S. Devesa y Lidia Soutullo, publicada hace casi cuarenta años. Comprensiblemente, la información que aporta es un tanto imprecisa: "Na nosa costa é moi raro. (...) achégase á costa durante o verán, cando se eleva a temperatura da auga. (...) Debido á súa rareza é practicamente descoñecido". Y en algún punto deja caer afirmaciones que, como mínimo, son muy discutibles, como la de que en el Mediterráneo, donde es más abundante, el solrayo "pode chegar a ser perigoso para o home". El error más importante está en el dibujo que representa la especie, que claramente no es un Odontaspis ferox, sino su pariente el Carcharias taurus; incluso le han puesto las típicas manchas de su librea. Solo acierta en la posición de la primera dorsal, que en el C. taurus está bastante más retrasada.
     El solrayo ya no aparecerá en el Inventario dos peixes do litoral galego publicado cinco años después, en 1988, por el mismo primer autor.
Imágenes del solrayo varado en Vilanova (fotos: Toño Maño). Arriba a la izquierda, el dibujo que aparece en Solórzano et al., 1983.
Así pues, el primer Odontaspis ferox registrado en Galicia es esta hembra que apareció en Vilanova el dos de junio del 2022. Los biólogos que al día siguiente la estudiaron en la nave de obras del ayuntamiento comunicaron a la prensa que tenía 336 cm de longitud y 300 kg de peso y que su estómago estaba vacío, lo que quiere decir que debía de llevar tiempo sin alimentarse.
     Teniendo en cuenta que la talla de maduración para las hembras se sitúa en torno a los 300-350 cm, es posible que fuese una adolescente en pleno tránsito a la madurez. Para constatarlo hace falta conocer los resultados de la necropsia.

3. ¿Por qué llegó hasta aquí? Seguramente es la pregunta más difícil de responder mientras no se publiquen los datos del estudio. En todo caso, lo que parece evidente a la vista de su comportamiento es que el tiburón se encontraba muy débil y desorientado debido a algún tipo de patología y/o de lesión interna grave, de la que las diversas marcas que presentaba en su cuerpo, particularmente en el costado derecho, fuesen un indicio.
     Aunque se le hubiese podido devolver al mar, como mucha gente reclamaba, seguramente el animal no habría sobrevivido. En el interés de la ciencia estoy convencido de que lo mejor que pudo haber ocurrido es precisamente lo que ocurrió: que el bicho "decidiese" terminar sus días cerca de nosotros. Gracias a ello, hemos constatado su presencia en nuestro mar y podrá ser estudiado para conocer más de su biología y, tal vez, comprender las causas que lo trajeron hasta aquí.

Ubicación del lugar y trayectoria aproximada del tiburón. Elaboración propia. 
4. Sobre los nombres comunes. Todas las especies reciben una variedad geográfica de nombres comunes, por eso, entre otras razones, la nomenclatura científica es tan necesaria: una especie, un nombre exclusivo. Para el Odontaspis ferox, el nombre común en castellano más extendido y aceptadoen nuestro país es solrayo. Eso de "tiburón dientes de perro", que suena tan efectista y circense, nunca se había utilizado aquí, por eso llamó tanto la atención cuando apareció en muchos de los periódicos que se ocuparon de la noticia hace un par de semanas. Procede del Caribe de habla hispana y, de todos los nombres que este tiburón recibe en los diferentes lugares de esa parte de América, es el aceptado por la American Fisheries Society, según recoge el biólogo de la NOAA José I. Castro en su monumental The Sharks of North America.

En gallego no tenemos un nombre propio para el Odontaspis dado que nunca hasta este año se había visto por aquí, por eso tenemos que buscar uno. Hace pocos días un cargo del "servicio de normalización lingüística" de cierta universidad, muy pagado de si mismo, exigía que no empleásemos el término "solraio", sino un nombre inventado hace veinte años para un libro de vocabulario gallego: "tiburón de area". El articulista defendía que es mejor copiar de "idiomas de nuestro entorno" antes que agarrar cualquier cosa del español. Debe de considerar que Galicia es una comunidad autónoma vecina de Wiskonsin, y no de Asturias, León o Zamora. Por no hablar del hecho de que el portugués tubarão areia, en el que se basa su propuesta, tampoco es una palabra vernácula, sino que viene del inglés sandtiger shark. El articulista insiste en que hay que huir del español "como del propio tiburón". En fin, se comenta solo. Alguien debería decirle al paisano, ya puestos, que "solrayo" ni siquiera es una palabra propia del castellano, sino un préstamo del catalán: solraig, que además es una palabra bien bonita. 

Izq. Foto: Toño Maño. Dcha. Foto: José Dorado Solar.

-------🚙💨ODISEA A BORDO DE UN CITROËN-DeLOREAN (Diario personal📝)-------

a. La noticia alucinante. Las noticias del solrayo comenzaron a llegar a mi teléfono la misma tarde de ese jueves de manera fragmentaria y un poco deslavazada. Primero fueron las fotos de un "tiburón raro" que, según decían, habían pescado en Galicia. El tipo de cosas que sin conocer la fuente uno valora con una ceja levantada ("¿Un odontaspis? ¿Aquí?"). Muchos minutos después llegaron otras fotografías de lo que parecía el mismo animal, pero muerto o moribundo en unas rocas a poquita profundidad, y por último un vídeo. Era Galicia, ahora ya no había duda. Y a la primera ceja levantada se le sumó la segunda (menos mal que solo tenemos dos). Alucinante.
     Vagamente recordaba que nuestro mar figuraba de algún modo en algunas guías como parte de la zona de distribución de esta especie (de hecho la había incluido en el apartado de citas dudosas del listado de tiburones de Galicia), pero no conseguía recordar si había alguna referencia más concreta. No estaba en casa y el móvil apenas tenía batería. En cualquier caso tenía claro que era un acontecimiento único que no me podía perder por nada del mundo. "¡Voy para allá! ―me dije―. Pero ¿dónde carallo es allá?". La respuesta llegó a última hora a través de una red social: Vilanova, justo al otro lado de la ría. Seguro segurísimo.
     Conozco el pueblo y enseguida encajé las imágenes: el puente que se veía en el vídeo era el de la carretera que va hacia la Illa. ¡Estaba a unos 50 minutos! Me fui a casa, dejé la bolsa de la compra, agarré a mi hija, o ella me agarró a mi, o nos agarramos el uno al otro (no recuerdo), y arrancamos, contentos como cascabeles. El sol aún tardaría más de una hora en ponerse.

Fotos: Toño Maño.
b. Citroën en un DeLorean transformado. Y cuando llegamos al lugar donde se había grabado el vídeo... ocurrió que el bicho no aparecía por ninguna parte. ¡Ni rastro! El gozo en un puñetero pozo. Al fondo, sobre la sierra del Barbanza, había entrado una franja de nubes que sofocaba la luz del crepúsculo y en el aire flotaba un agradable olor a algas y eucalipto. Al cabo de unos minutos mi hija sugirió: "En el puente hay gente mirando. ¿Y si volvemos por ahí?". Abatido y escéptico, obedecí, al fin y al cabo fui yo quien había dirigido toda la operación. Ahora le tocaba a ella. 
     Llegamos a la altura de unos paisanos que estaban apoyados en la baranda, observando y comentando, e hicimos lo que ellos: mirar. Y entonces vimos los destellos azules que venían del fondo del Esteiro, de la parte de Caleiro; distinguimos un coche de la policía y, delante, al borde del agua, un grupo de personas. Justo en ese instante recibí la llamada de un buen amigo que me confirmaba que el tiburón seguía allí (no, no se lo habían llevado), y además estaba vivo. Ju tenía razón.
     No hace falta decir que en cosa de nanosegundos nos materializamos en aquel lugar ―el Citröen de pronto transformado en un DeLorean―, que naturalmente no era Hill Valley, California, sino A Pantrigueira, parroquia de Caleiro, Vilanova, que es mucho más bonita y además no se encontraba en el futuro, sino en un presente inolvidable. En la orilla, al pie de una rampa de tierra y cascotes, se habían congregado un puñado de curiosos y un policía municipal. Y a unos 20-30 metros divisamos la oscura forma sobre la superficie. A su lado había una persona con un móvil. Pregunté al policía si era peligroso meterse en el agua para ir andando hasta allí, si había pozas o cualquier cosa rara (¡yo qué sé!). "Pola aghua non tendes problema. A cousa é se hai cristales ou puntas na area. Non vaiades poñer o pé enriba".
     Nos miramos, nos descalzamos y allá nos fuimos. Había pocos centímetros de agua, pero los pies se hundían en el fango mezclado con algas, caliente, esponjoso y suave como pasta de babosa, pensé. Resultaba un tanto desagradable, pero ahí estaba el magnífico pez.
Al fondo se aprecia la pasarela peatonal que une Vilanova con el Terrón. La boca del Esteiro se encuentra todavía más allá. Foto: Julieta Maño Capurro.
c. El magnífico pez. El pez era imponente, ninguna foto le hace justicia. Estaba inmóvil, aprisionado sobre el fango con el agua a la altura de los ojos: era una masa compacta, firme como una roca, que no podía dejar de admirar. Viéndolo desde la altura de una persona, las sensaciones eran contradictorias: por un lado se podía adivinar la potencia y fortaleza de aquel cuerpo perfectamente diseñado y, por el otro, su fragilidad y, acaso, su desamparo. Sus ojos también observaban, fijamente. Salvo por nuestra presencia, todo estaba en calma. No soplaba la más mínima brisa y la superficie del agua estaba lisa como un plato. Había algo irreal en toda aquella situación.
     De pronto el animal pegó una sacudida, levantó la cabeza la boca se abrió y cerró con un golpe seco, sordo, duro, que pareció clavarse en el aire como un proyectil―, la giró hacia un costado y la dejó caer. Fue un breve instante en el que todas esas sensaciones tan cargadas de significado moral, tan humanas, se convirtieron en un absurdo, en un sinsentido. Aquella criatura era una fuerza pura, un torrente de energía que luchaba contra su extinción. No había debilidad ni desamparo en aquel gesto, solo lucha.
     A lo largo de la hora y pico que estuvimos allí el tiburón no volvió a sacudirse con tanta potencia. Se le iban las fuerzas minuto a minuto.
     Aparte de las esperables erosiones y marcas provocadas por el aparejo y las rocas, el cuerpo del animal presentaba un número de heridas y cicatrices que se concentraban sobre todo en el costado derecho. Las más importantes no parecían recientes. 
Fotos: Toño Maño.
d. Paisanos, policías y cowboysA medida que bajaba la marea llegaban más curiosos, y con ellos el municipal. Algunos se acercaban, bajo su discreta mirada, a tocar al animal, pasaban la mano por el lomo en un sentido y en el otro (incluso así, la piel del solrayo es más suave que la de otras especies), comprobaban la consistencia de las aletas, comentaban las marcas sobre su cuerpo. El ambiente se llenaba con sus expresiones de sorpresa, curiosidad, admiración e indignación (cómo era posible que nadie hiciera nada por el pobre animal), y también con sus bromas. Alguien propuso filetearlo y venderlo como pez espada (estas cosas pasan) antes de venirse arriba e intentar ponerse a caballito sobre su lomo, sujetando la dorsal como si fuese una silla de montar. Ahí el paciente municipal se vio obligado a intervenir con firmeza.

De vez en cuando el tiburón se retorcía en su agonía, su cuerpo se tensaba y doblaba. Las aberturas branquiales se abrían ligeramente, de algunas caía un hilo de sangre. Se ahogaba. Abría y cerraba la boca, parecía querer agarrar con los dientes la vida que se le escapaba. Pero en su boca lo único que había era una bola de algas ensartada entre los dientes, lo que por momentos le daba un aspecto grotesco. 
Fotos: Toño Maño
Los perfiles del Barbanza desaparecían con los restos de la luz del día, que parecía llevarse consigo también el agua y el último aliento del pez. Como en un buen western de Peckinpah. El ambiente se iluminó con las luces de los móviles y de las lejanas farolas. Sobre las once llegó otro municipal, más alto, corpulento y malencarado, y nos echó a todos de malos modos. Con lo poco que cuesta ser amable. El paisano que quiso ser cowboy se negaba a acatar las órdenes; tras un tira y afloja se declaró biólogo aficionado y se alejó protestando con científica indignación.

En algún periódico he leído que allí había "cientos de personas" y que la policía se vio obligada a intervenir "para evitar males mayores". Pues bien, esto sencillamente no es cierto. Para empezar, no éramos "cientos de personas" los que estábamos allí. Aquello no era una manifestación, sino una reunión de curiosos que no llegaba al medio centenar. Por otro lado, la expresión "males mayores" presupone que hubo antes algún "mal", y excepto para el pobre animal, allí el único "mal" que sufrimos los que caminamos a dos patas fue la pena. El tiburón ni "lanzaba mordiscos" ni "daba latigazos" con la cola, sencillamente se retorcía en su agonía. Solo con mantenerse apartado un par de metros de la cabeza era suficiente para evitar cualquier susto. Y ya no digamos cuando el agua se retiró por completo y el animal quedó en la arena seca... A menos que alguien albergase el temor de que al tiburón de pronto le creciesen piernas y brazos y echase a correr detrás del personal arrancando cabezas a dentelladas. Excepto el incomprendido y frustrado cowboy, la gente actuó en todo momento con razonable cautela. 

Foto: Julieta Maño Capurro.

e. Qué pasó con el tiburón. Al día siguiente la prensa informó de que el tiburón murió en torno a la una de la madrugada y que el ayuntamiento mandó una pala del servicio de obras para llevárselo, "bajo la coordinación de la Policía Municipal y la colaboración del Seprona", a la nave donde por la mañana el personal de la Cemma le practicó una necropsia y tomó muestras.

Pasadas las once y cuarto, el DeLorean había vuelto a ser definitivamente Citroën. Rendidos y desinflados, arrancamos de vuelta hacia el otro lado de la ría previa parada técnica en Villagarcía, en un famoso restaurante escocés, como se decía en aquella película.

_____________________________Fin del diario__________________________________


Foto: Julieta Maño Capurro.

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NOTAS

¹Claudio Barría, A. I. Colmenero, A. del Rosario & F. del Rosario (2016). Occurrence of the vulnerable smalltooth sand tiger shark, Odontaspis ferox, in the Canary Islands, first evidence of philopatry. Journal of Applied Ichthyology, 00:1-3. https://doi.org/10.1111/jai.13644
²David A. Ebert & Matthias F. W. Stehmann (2013). FAO Species Catalogue for Fishery Purposes: Sharks, Batoids and Chimaeras of the North Atlantic. FAO, Roma.
³Véase Ian K. Ferguson, Ken J. Graham & Leonard J. V. Compagno (2008). Distribution, abundance and biology of the smalltooth sandtiger shark Odontaspis ferox (Risso, 1810) (Lamniformes: Odontaspididae). Environmental Biology of Fishes, 81: 207-228. doi:10.1007/s10641-007-9193-x
Manuel R. Solórzano, Sergio Devesa & Lidia Soutullo (1983). Guía dos peixes de Galicia. Editorial Galaxia, Vigo.
Manuel R. Solórzano, José L. Rodríguez, José Iglesias, Francisco X. Pereira & Federico Álvarez (1988). Inventario dos peixes do litoral galego (Pisces: Cyclostomata, Chondrichthyes, Osteichthyes). Cadernos da Área de Ciencias Biolóxicas (Inventarios). Seminario de Estudos Galegos, Vol IV. Edicións do Castro, O Castro-Sada.
José Ignacio Castro (2011). The Sharks of North America. Oxford University Press, Oxford, Mass.

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BIBLIOGRAFÍA

Para la redacción de este artículo me he basado en las noticias y crónicas publicadas por la prensa gallega durante los días dos y tres de junio, particularmente el Diario de Arousa, La Voz de Galicia y el Faro de Vigo.
     Otras obras consultadas, además de las mencionadas en las notas, fueron las siguientes:
     -David A. Ebert & Marc Dando (2021). Field Guide to Sharks, Rays & Chimaeras of Europe and the Mediterranean. Princeton University Press, Princeton, NJ.
     -David A. Ebert, Marc Dando & Sarah Fowler (2021). Sharks of the World: A Complete Guide. Princeton University Press, Princeton, NJ.


Solrayo (Odontaspis ferox)

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Odontaspis ferox fotografiado en El Hierro. Foto de Francis Pérez tomada de verdeyazul.diarioinformación.com

Solrayo

Odontaspis ferox (Risso, 1810)

(es. Solrayo, sarda; gal. Solraio, tiburón de area; port. Tubarão-areia; in. Smalltooth sandtiger.)

Orden: Lamniformes

Familia: Odontaspididae

El solrayo es un tiburón tan impresionante como enigmático. Tiene un buen tamaño y está dotado de una gran boca repleta de dientes formidables, bien largos y visibles, que le confieren ese aspecto de criatura salvaje y despiadada que su nombre científico parece querer reflejar. El significado del adjetivo latino ferox es evidente, mientras que el nombre genérico es un compuesto de las voces griegas odontos 'diente' y aspis 'víbora, cobra'. El binomio puede traducirse como "feroz dientes de víbora". Sin embargo, la realidad es que el Odontaspis es un animal tranquilo y pachorrón que va a lo suyo recorriendo lentamente el fondo del océano lejos del ser humano, por el que, las pocas veces que se lo encuentra, no siente demasiado interés. Ni para un pincho.

Aunque se encuentra en casi todo el mundo, sus apariciones son escasas, esporádicas y, salvo excepciones, impredecibles... o absolutamente inesperadas y sorprendentes, como la del pasado dos de junio de 2022, cuando vimos al solrayo por primera vez en Galicia: una hembra de 336 cm que terminó varada en Vilanova de Arousa [Primera cita del solrayo (Odontaspis ferox) en Galicia]. En muy pocas zonas del planeta su presencia puede ser relativamente predecible: la isla de Malpelo (particularmente en el monte submarino conocido como Bajo del Monstruo), en Colombia, la isla del Hierro desde hace unos años, la zona conocida como "Shark Point", frente a Beirut (Líbano), las islas Kermadec, en Nueva Zelanda, etc.; casi todas tienen en común un sustrato de roca en pendiente pronunciada hacia aguas profundas. El bajo número de registros explica por qué sabemos tan poco de él. Cada nuevo registro añade una pequeña (y valiosa) pieza en el conocimiento de su distribución y, con suerte, de sus costumbres y biología. Por eso los científicos se ven obligados a rellenar los abundantes huecos del puzzle mediante deducciones a partir de su forma y estructura corporal (dientes, aletas, hígado), sus contenidos estomacales y, no pocas veces, mediante inferencias a partir de una especie de su misma familia, mucho más familiar y mejor conocida para nosotros, el tiburón toro (Carcharias taurus).

Foto: NOAA Okeanos Explorer.
Descripción. El solrayo tiene un cuerpo robusto, largo y cilíndrico rematado en un morro cónico y bulboso, ligeramente aplanado dorsoventralmente, que se extiende sobre una boca grande dotada de largos dientes claramente visibles. Los ojos, no muy grandes, carecen de membrana nictitante, como todos los lamniformes. Los espiráculos son muy pequeños y están situados detrás de los ojos, aunque a bastante distancia, en la vertical de la comisura bucal.
     La primera dorsal, de forma triangular, se origina sobre el margen interno de las pectorales; la segunda, claramente más pequeña, está situada en posición más adelantada que la anal, cerca de la axila de las aletas pélvicas. Las aletas pectorales son cortas y anchas, con forma trapezoidal y los márgenes casi rectos. La aleta anal es grande, aunque no tanto como la segunda dorsal. Cola heterocerca, larga y abatida.
Hembra tal vez preñada. Foto: NOAA Okeanos Explorer 2016.

El color suele ser de un gris terroso uniforme, a veces con tonos oliváceos, de parduzco a rojizo, aclarándose en los costados y la superficie ventral. Posiblemente de aquí le viene el nombre. La palabra solrayo procede del catalán solraig, una probable disimilación de la voz solroig'rojo como el sol'¹. Algunos ejemplares pueden presentar grandes manchas rojo oscuro dispersas por el cuerpo.

Dentición. Los dientes son similares en ambas mandíbulas. Constan de una cúspide muy alta y estrecha flanqueada por uno o dos pares de cuspidillas secundarias. Los dos dientes centrales superiores son muy altos y van precedidos de un sinfisario diminuto y seguidos por entre tres y cinco dientes intermedios mucho más pequeños (indicados con flechas en la fotografía inferior derecha). Presenta entre 46-56 hileras en la mandíbula superior y entre 34-48 en la inferior.
Izq. Foto: Ian Merrington tomada de la página del Australian Museum. Centro. Arriba, diente central superior; abajo, diente lateral de la mandíbula inferior. Foto tomada de Tavares, Sánchez & Briceño (2019)². Dcha. Foto tomada de Kabasakal & Bayri (2019)³.

Talla. Al nacer miden alrededor de 100-110 cm. La talla máxima que encontramos en la mayor parte de la literatura científica son los 450 cm alcanzados por una hembra. Sin embargo, Kukuev & Batal'yants (2019) informan de la captura, en diciembre de 1985, de una hembra de 520 cm cerca del extremo meridional de Walvis Ridge, en el Atlántico SE, a 800 m de profundidad. En cuanto a los machos, el mayor registrado medía 344 cm. 
     Los machos maduran en torno a los 200-250 cm y las hembras hacia los 300-350 cm.

Reproducción. Aparte de que es vivíparo aplacentario como todos los lamniformes, es muy poco lo que se sabe de la biología reproduciva del solrayo dado que se han podido observar muy pocas hembras maduras y ninguna preñada. Una hembra capturada en el mar de Cortés (California) tenía su útero derecho repleto de centenares de pequeños huevos, lo que hace pensar que los embriones practican oofagia, si bien es imposible saber si luego se devoran los unos a los otros (adelfofagia) hasta dar lugar a camadas bajas de un embrión por útero, como hacen los nenés de su pariente el tiburón toro. Por lo demás, nada conocemos de su ciclo reproductivo, que se conjetura puede ser similar o más largo que el del C. taurus, que tiene un periodo de gestación de 9-12 meses con posiblemente un año de descanso entre medias; es decir, como mucho dos crías cada dos años.
     Las capturas de ejemplares neonatos o muy jóvenes, de menos de 150 cm de longitud, se han producido a profundidades mayores de 200 m, con lo que se especula que o bien los partos tienen lugar en aguas profundas, o bien los neonatos se desplazan enseguida hacia las profundidades posiblemente con una doble finalidad: evitar a los grandes depredadores como el jaquetón toro (Carcharhinus leucas) o el tiburón blanco (Carcharodon carcharias) y, tal como atestiguan los contenidos estomacales analizados, alimentarse a gusto de peces, cefalópodos y crustáceos del fondo con poca competencia por parte de otros tiburones.
     Desde hace unos años se están observando hembras adultas tal vez grávidas, a juzgar por sus vientres distendidos y su falta de comportamiento alimentario, en varios puntos de las Canarias, en particular en aguas superficiales (1-20 m) del área marina protegida de Punta de la Restinga-Mar de las Calmas, en la isla del Hierro, lo que podría ser un indicio de filopatría: tal vez estas hembras hayan elegido estas áreas de las Afortunadas para dar a luz.
     Las observaciones históricas de ejemplares adultos con cicatrices de apareamiento más o menos recientes hacen pensar que lo que los norteamericanos llaman golfo del Atlántico Sur (South Atlantic Bight), puede ser una zona de apareamiento para esta especie. Del otro lado del continente, se capturó un macho en el mar de Cortés que tenía los pterigópodos hinchados y enrojecidos, evidencia de una cópula reciente.

Una de las hembras posiblemente preñadas, a juzgar por su voluminoso vientre, que ha estado visitando la isa del Hierro. Foto: José Chamorro.
Dieta. Peces medianos a pequeños, incluyendo otros tiburones y rayas, cefalópodos y crustáceos. Una hembra capturada en Nueva Zelanda llevaba una espina de quimera clavada en su mandíbula inferior. La presa de mayor tamaño que se le conoce es un tiburón de profundidad, una negra (Dalatias licha) de 130 cm hallada en los contenidos estomacales de un macho de 290 cm en Nueva Caledonia.
     Los dientes del solrayo son más pequeños y menos robustos que los del tiburón toro y los laterales están menos adaptados para cortar, lo que hace pensar en una especialización para presas más pequeñas, menos activas y más blandas.

Depredador o presa. No se han encontrado restos de solrayo en los contenidos estomacales de otros depredadores... grandes, porque con los pequeños ya es otro cantar. Dejando aparte los parásitos, el único caso conocido de ataque sobre un solrayo adulto fue de un tiburón cigarro (Isistius sp., quizá I. brasiliensis): una hembra capturada en Fuerteventura presentaba la inconfundible herida en forma de cráter en su costado derecho, detrás de la 5ª abertura branquial. Aunque esto no debería sorprendernos, habida cuenta de cómo se las gasta este pequeño y puñetero tiburoncito; un milhomes, que diríamos en Galicia, con muy mala leche que se atreve incluso con el mismísimo tiburón blanco [véase Cuando el pez chico ataca al pez grande]. En aguas de Beirut pudieron fotografiar a otra hembra que tenía un agujero circular del tamaño de una pelota de tenis en su primera dorsal, otra herida típica causada en este caso por un pariente del Isistius, miembro de su misma familia, una negra (Dalatias licha).

Comportamiento. Es un nadador activo, solitario o formando pequeños grupos. Suele observarse nadando cerca del fondo siguiendo las laderas y paredes de su geografía. Dado que habita en aguas más profundas que su pariente el tiburón toro, no parece probable que controle su flotabilidad tragando aire, como hace este. Posiblemente el principal órgano hidrostático es su enorme hígado rico en aceites contenido en una cavidad corporal más grande.
     No es una especie agresiva ni peligrosa. Puede acercarse lentamente a los afortunados buceadores que se lo han encontrado y luego alejarse tranquilamente. Se le ha visto detenerse, abrir la boca, pegar un giro de 180º y dar una vigorosa sacudida con la cola, tal vez como una reacción agonística no agresiva.
     En Nueva Zelanda se le ha intentado mantener en acuarios, como el tiburón toro, pero sobrevive poco tiempo en cautividad.

Izq. Hembra de 336 cm aparecida en Vilanova el 2 junio pasado (foto: Toño Maño). Dcha. Hembra de 520 cm capturada al sur de Walvis Ridge (fuente: Kukuev & Batal'yants, 2019).

Hábitat y distribución. El solrayo es un tiburón demersal. Habita cerca del fondo en zonas de fango, arena y arrecifes rocosos entre los 10-883 m, aunque es más habitual a profundidades inferiores a los 300 m. En el trabajo citado, Barría et al. (2016) extienden la distribución vertical hasta casi la superificie (profundidad de 1 m)  a partir de sus observaciones en el Hierro, mientras que Ebert, Dando & Fowler (2021)¹⁰ lo hacen hacia el otro extremo, hasta los 1015 m.
     En el Atlántico NW las capturas y observaciones en aguas profundas se han producido en las proximidades de arrecifes de Lophelia. Suele observarse asociado a hondonadas y cañones submarinos escarpados.
     A juzgar por un número de capturas en aguas intermedias, parece que adopta hábitos epipelágicos en tramos oceánicos de 2000-4000 m de profundidad y se cree que puede recorrer grandes distancias a lo largo de cordilleras submarinas o siguiendo sistemas de islas y cañones submarinos como marcas de un camino.
Elaboración propia a partir de Ebert, Dando & Fowler (2021), Ebert & Stehmann (2013), Ferguson, Graham & Compagno (2008), Higgs et al. (2022), Kukuev & Batal'yants (2019), Long et al. (2014)¹¹ y Tavares, Sánchez & Briceño (2019).
Distribución mundial aunque aparentemente discontinua, considerando el bajo y localizado número de registros, en la plataforma y talud superior continental e insular en las aguas templadas y cálidas de casi todos los océanos del mundo, salvo los helados. Sus capturas se han producido en un amplio rango de temperaturas que va desde los 6ºC hasta por encima de los 20ºC.
     Es posible que, tal como ha ocurrido con otros tiburones de profundidad, todos estos registros aparentemente aislados acaben revelándose como parte de una distribución continua y más amplia a medida que vayamos sumando más observaciones¹¹.
     En el Atlántico NE la zona de mayor concentración de registros es el archipiélago de las Azores¹², todos ellos capturas accidentales muy esporádicas. En aguas europeas la presencia del Odontaspis se limita a cinco ejemplares, contando el nuestro de hace un mes. Si bien la literatura científica recoge tan solo las capturas de dos machos muy jóvenes: un ejemplar de 141 cm capturado en 1931 más o menos en el borde continental a la altura de La Rochelle, en torno a los 46ºN, 4ºW, que constituye, en principio, su registro más septentrional, y otro de 121 cm capturado en 1970 en algún lugar sin especificar de la costa cantábrica española.
     Sin embargo, existen testimonios y fotografías de otros dos ejemplares en la costa francesa. El primero es un macho de unos 250 cm y entre 200-300 kg que en agosto de 2012 apareció varado en una playa de Agon-Coutainville (Normandía), a la entrada del Canal de la Mancha. Según comenta la prensa, fue devuelto al mar con vida antes de que un biólogo in situ pudiese confirmar su identidad. Ebert & Stehmann (2013)¹³ despachan esta noticia así: "In 2012, a dead Odontaspis sp., presumably this species was washed ashore on the coast of Normandy (western English Channel), but no living individuals have been reported this far north". Al año siguiente, en septiembre de 2013 una hembra de 324 cm y 220 kg apareció muerta en la playa de Pénestin, en el sur de la Bretaña francesa. Si existe una comunicación científica (en las fotos se observa que el ejemplar fue medido y pesado por biólogos), no he sabido encontrarla.
Izq. Normandía, 2012 (fuente: Sharkyear Magazine). Dcha. Pénestin, Bretaña (fuente: thelocal.fr).

Pesca y conservación. Sin interés comercial. Se captura accidentalmente sobre todo con artes de fondo como el palangre y el arrastre y suele descartarse. Su carne es poco apreciada, "incluso en Japón", tal como deja caer Juan Antonio Moreno¹⁴ —no sin cierto punto de humor—, aunque no así su hígado, grande y rico en escualeno, y por supuesto sus aletas.
     El bajo número de registros parece indicar que no es una especie muy abundante, lo que unido a una baja tasa reproductiva hace que este tiburón sea particularmente vulnerable a la pesca. Y mucho más teniendo en cuenta el incremento de la presión pesquera en aguas profundas tras agotar los recursos de aguas más superficiales. La supervivencia de este tiburón al terrible trauma de una captura a esa profundidad es muy escasa. Aunque se le devuelva al mar con vida, lo más probable es que no dure mucho. Y por encima en muchas áreas del planeta lo estamos dejando sin comida.
     A todo esto hay que añadir la pesca ilegal de tiburones, incontrolable y parece que cada vez más desmedida, para seguir suministrando aleta a los malditos mercados asiáticos. Se capturan tiburones en las zonas más remotas del planeta, sobre todo en islas oceánicas tan importantes para esta y otras especies, incluso dentro o en las cercanías de santuarios marinos como Malpelo. Están acabando con todo. No puede extrañar que se hayan constatado importantes descensos generales de sus poblaciones en todo el mundo.

En fin. El Odontaspis ferox aparece en la Lista Roja de la IUCN con el estatus de Vulnerable a nivel global, pero En peligro crítico para las poblaciones europeas y mediterráneas

En Malpelo. Foto de Andy Murch, sharksandrays.com

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NOTAS

¹Véase Diccionario del castellano del siglo XV en la Corona de Aragón (DiCCA XV), del Grup d'història i contacte de llengües de la Universidad de Barcelona. Como curiosidad, la primera documentación de la voz "solrayo" es del año 1423 en la Corona de Aragón.  
²Rafael Tavares, Leonardo Sánchez & José Manuel Briceño (2019). First record of the ragged-tooth shark, Odontaspis ferox (Risso, 1810), in the Venezuelan Caribbean. Marine Biodiversity Records, 12:20. https://doi.org/10.1186/s41200-019-0179-0. 
³Hakan Kabasakal & Erdi Bayri (2019). Notes on the occurrence of smalltooth sandtiger shark, Odontaspis ferox (Lamniformes: Odontaspididae) from Antalya Bay, eastern Mediterranean, Turkey. Journal of the Black Sea/Mediterranean Environment, 25 (2): 166-171. 
Kukuev, E. I. & K. Ya. Batal'yants (2019). Catching of a Large Specimen of Smalltooth Sand Tiger Odontaspis ferox (Odontaspididae) near the Southern Part of Walvis Ridge (Southeastern Atlantic). Journal of Ichthyology, 59 (1): 120-122. 
Leonard J. V. Compagno (2002). Sharks of the World. Volume 2: Bullhead, Mackerel and Carpet Sharks (Heterodontiformes, Lamniformes and Orectolobiformes). FAO, Roma.
Resumen de la cuestión en K. J. Graham, Pollard, D.A., Gordon, I., Williams, S., Flaherty, A.A., Fergusson, I. & Dicken, M. 2016. Odontaspis ferox (errata version published in 2016). The IUCN Red List of Threatened Species 2016: e.T41876A103433002. https://dx.doi.org/10.2305/IUCN.UK.2016-1.RLTS.T41876A2957320.en. Visitado el 5 de julio de 2022.
Ian K. Ferguson, Ken J. Graham & Leonard J. V. Compagno (2008). Distribution, abundance and biology of the smalltooth sandtiger shark Odontaspis ferox (Risso, 1810) (Lamniformes: Odontaspididae). Environmental Biology of Fishes, 81: 207-228. doi:10.1007/s10641-007-9193-x
Claudio Barría, A. I. Colmenero, A. del Rosario & F. del Rosario (2016). Occurrence of the vulnerable smalltooth sand tiger shark, Odontaspis ferox, in the Canary Islands, first evidence of philopatry. Journal of Applied Ichthyology, 00:1-3. https://doi.org/10.1111/jai.13644
Jeremy M. Higgs, Eric R. Hoffmayer, William B. Driggers III, Christian M. Jones & Jill M. Hendon (2022). New records of the ragged-tooth shark, Odontaspis ferox, from the western North Atlantic Ocean, with a summary of regional occurrences. Bulletin of Marine Science, 98 (2): 155-164. https://doi.org/10.5343/bms.2021.0045
¹David A. Ebert, Marc Dando & Sarah Fowler (2021). Sharks of the World: A Complete Guide. Princeton University Press, Princeton, NJ.
¹¹Douglas J. Long, Enric Sala, Enric Ballesteros et al. (2014). Summary of South American records of the smalltooth sandtiger shark Odontaspis ferox (Chondrichthyes: Odontaspidae), with the first record from Chilean waters. Marine Biodiversity Records, 7; e67. doi: 10.1017/S1755267214000700
¹²Luís M. D. Barcelos, José M. N. Azevedo, Jürgen Pollerspöck & João P. Barreiros (2018). Review of the records of the smalltooth sand tiger shark, Odontaspis ferox (Elasmobranchii: Lamniformes: Odontaspididae), in the Azores. Acta Ichthyologica et Piscatoria, 48 (2): 189-194. doi:10.3750/AIEP/02436
¹³David A. Ebert, Matthias F. W. Stehmann (2013). FAO Species Catalogue for Fishery Purposes: Sharks, Batoids and Chimaeras of the North Atlantic. FAO, Roma.
¹⁴Juan A. Moreno (1995). Guía de los tiburones de aguas ibéricas, Atlántico Nororiental y Mediterráneo. Pirámide, Madrid.


Muros, zona quenlla 2021

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Muros, 28 de julio 2021.

Parece que Muros tiene algo que gusta mucho a las crías de quenlla o tintorera (Prionace glauca), porque casi todos los años hacia mediados-finales de julio viajan hasta allí para instalarse en su muelle durante días o incluso semanas. Tal vez les atraiga su gastronomía o quizás es que encuentran el entorno particularmente acogedor y agradable, o puede que sea una combinación de ambas. Lo cierto es que se trata de un acontecimiento excepcional que debemos aprender a valorar, cuidar y disfrutar.

Desde el 2015. Este fenómeno viene repitiéndose, que sepamos, al menos desde el 2015. Aquel año, un inolvidable domingo 9 de agosto, tuve la fortuna de estar allí [Agosto de tintoreras 2015] y además en la mejor compañía que uno puede tener a la hora de observar cualquier tipo de peixes, Rafael Bañón, uno de los principales taxónomos de peces de este país. Fue él quien se las había encontrado por casualidad el día anterior dando un paseo por el muelle y quien me había avisado. Acodados en la baranda y más tarde sentados en uno de los pantalanes flotantes, pasamos una buena parte del día contemplando pasmados como un grupo de unas siete quenllas chiquititas nadaban tranquilamente justo delante de nosotros. Aquel y otros muchos avistamientos ocurridos en diversos puntos de la costa gallega darían lugar a una comunicación científica en la que participó el mayor especialista en tiburones que tenemos en Galicia, Gonzalo Mucientes. Rafa y Gonzalo fueron lo suficientemente amables e inconscientes como para invitarme a colaborar: Rafael Bañón, Toño Maño & Gonzalo Mucientes (2016). Observations of newborn blue sharks Prionace glauca in shallow inshore waters of the northeast Atlantic Ocean. Journal of Fish Biology, 89 (4): 2167-2177. https://doi.org/10.1111/jfb.13082.

Fotos: Toño Maño.

Muros 2021. El número de ejemplares que entran y permanecen en el muelle varía mucho de un año a otro e incluso de un día para otro. Un buen ejemplo es lo ocurrido el pasado año, que fue espectacular. Nunca, en ninguna de mis visitas anteriores, había visto tanta cantidad (y aprovecho para dar las gracias a gente como Lalo Ventoso y, sobre todo, a Manuel Candamo, que estuvieron a pie de cañón y mandaron aviso tras dar parte a la Rede de Varamentos). Según los mensajes que llegaban al móvil, ya el viernes 16 de julio contaron hasta diez ejemplares. Parece que los avistamientos continuaron, si bien de forma irregular, a lo largo de las jornadas siguientes. El lunes 26 logré acercarme hasta Muros ¡y no había ni una sola tintorera! Por supuesto, al día siguiente, como yo no estaba, vieron cuatro (ley de Murphy, uno acaba acostumbrándose). Pero el miércoles 28 regresé y fue extraordinario: había nada menos que unas veinte crías de entre aproximadamente 45-70 cm solo en una de las dársenas. Desde la mañana hasta el atardecer quenllas y personas compartimos espacio, comida y un sol que, más que caer, daba martillazos (las cañas nos las bebimos solo las personas). En este enlace tenéis unas imágenes muy interesantes. Lo notable es que esa misma mañana se vieron más ejemplares en diversos puntos del concello de Muros, como la playa de San Francisco, nadando muy cerquita de la orilla. 
     Al día siguiente estaban "as dúas dársenas petadas delas", según mensaje de whatsapp; contaron hasta treinta solo en la dársena donde está el puesto de Bico de Xeado. Ese día varios ejemplares aparecieron muertos en diversos lugares de la zona. El día 30, un precioso día de suave orballo, habría tal vez unas 25-30 crías entre las dos dársenas. Una de ellas llevaba un señuelo clavado en el lóbulo terminal de la cola; la suerte quiso que pudiera acercarme lo suficiente para agarrarla y quitárselo. Por la tarde observamos otra con una potera enganchada en el lomo, pero había subido la marea y resultaba muy difícil seguir sus movimientos e intentar alcanzarla. Imposible hacer nada.

Nunca se debe echar la mano a ningún animal, bajo ningún concepto. En esta ocasión consideré que esta pequeña cría estaría mejor sin el señuelo que llevaba enganchado en la cola que con él puesto, que el tremendo susto que se iba a llevar estaba justificado. La operación duró unos segundos y el pobre bicho, una vez en el agua, se alejó como una centella. 

Juntas, pero no revueltas. Al menos cuando es posible observarlas con continuidad, que es de día y con marea baja, las pequeñas quenllas no parecen seguir un patrón determinado en sus movimientos. Nadan cerca de la superficie —a veces sus aletas chiquitas sobresalen cortando la lámina de fuel—, en solitario, en parejas, en tríos o en pequeñas formaciones de, por lo común, no más de siete individuos, que acaban disolviéndose y sus integrantes yéndose cada uno por su lado, o bien hacia la estela de otro u otros congéneres que se aproximan desde otro punto. Juntas pero no revueltas, esa parece ser la consigna. Cruzan de un lugar al otro de la dársena o se mueven en amplios círculos en una zona concreta hasta que, sin ningún motivo aparente, se trasladan a otra parte. A veces sus movimientos parecen acompasados, con varios ejemplares doblando casi al unísono en la misma dirección. Es muy habitual observarlas nadando pegadas a una pared del muelle, recorriéndola con insistencia de un extremo al otro dejándose acariciar por las algas.
     Nadan de forma sosesaga, con movimientos suaves, sinuosos y elegantes, ocasionalmente rotos por un súbito acelerón. Resulta fascinante y embriagador seguir sus evoluciones sobre todo hacia la hora de la comida y la siesta, cuando disminuye el ruido generado por el tráfico y el trasiego del pueblo.

Costó, pero al final conseguí que diez chiquitinas entrasen en el encuadre de la cámara del móvil. 

Agua más sucia y contaminada. Como contrapunto a todo lo anterior, lo que hemos podido ver es que el muelle de Muros cada año que pasa parece estar más y más sucio. Aquellos días el agua era en varias zonas una sopa de plásticos y residuos de todo tipo que flotaban en las extensas sábanas de fuel y aceite que cubrían su superficie. Un siniestro consomé en uno de los pueblos más hermosos de Galicia. 
     El colofón llegó el día 30 de julio por la tarde, cuando observamos como una gran nube blanca iba extendiéndose a lo largo de una esquina de los pantalanes flotantes. Procedía de una de las salidas de agua de la pared del malecón. ¡Era pintura! Alguien consideró que el mar se traga todo lo que le eches, y también los bichos que andan en él. Y si no se lo tragan, peor para ellos.

La nube de pintura sale del desagüe y se extendiende por la zona de los pantalanes flotantes. En el centro a la derecha, imagen de Google con la localización del vertido.

👉DOS PREGUNTAS QUE PREOCUPAN Y UNA QUE PREOCUPA MENOS

1. ¿SON PELIGROSAS? Absolutamente no. Son demasiado pequeñas para suponer una amenaza de ningún tipo. Estos ejemplares que nos visitan miden en general desde alrededor de 40 cm hasta los 60-70 cm. Teniendo en cuenta que al nacer miden entre 35-44 cm, podemos decir que muchos o la mayoría son neonatos. El único peligro que puede existir es el que va de nosotros hacia ellos, no al revés.

2. ¿Y SUS MAMÁS Y PAPÁS? Las tintoreras son tiburones oceánicos, no de hábitos litorales. Las mamás paren sus crías a unas cuantas millas de la costa y se vuelven a mar abierto; los papás hacen lo propio, pero bastante antes, justo al terminar la cópula. En Europa los juveniles permanecen en sus zonas de cría fuera de la costa hasta que alcanzan aproximadamente los 130 cm y luego también se van. No hay de qué preocuparse. 

3. ¿POR QUÉ VIENEN? No lo sabemos con seguridad. Quenllas siempre ha habido en el mar de Galicia, todos los mariñeiros lo saben. Pero el hecho de que los neonatos se estén acercando tanto a las playas e incluso lleguen a entrar en algunos puertos es un hecho reciente e insólito. Puede que sea debido a algún factor ambiental por determinar o puede que simplemente se esté produciendo un gran incremento en el reclutamiento de la especie que está empujando a los recién nacidos hacia aguas cada vez más someras [Tintoreras en la costa gallega]. 
      Y naturalmente, en el caso que nos ocupa, puede que en Muros encuentren buena comida y buen ambiente [Galicia de tintoreras 2019: Preguntas y respuestas]. Claro está que no sabemos hasta cuándo, porque les estamos dejando el hotelito rural hecho un verdadero asco. 

Cuatro crías asomando bajo una sábana de "sabediosqué".

👉¿QUÉ HACER EN CASO DE ENCONTRARNOS CON CRÍAS DE TINTORERA?

Las crías de tintorera aparecen todos los veranos en muchos puntos de la costa de Galicia, de norte a sur, no solo en Muros. ¿Qué debemos hacer en caso de encontrarnos con ellas en la playa? 

1. Nada. Relajarse, observarlas y disfrutar de la experiencia. SON TOTALMENTE INOFENSIVAS. Las dejamos a su aire y que vayan donde quieran. Son tímidas y tienden a alejarse de las personas.

2. Si se quedan varadas en la orilla, podemos utilizar una toalla para devolverlas al agua sujetándolas con cuidado. Nunca hay que agarrarlas por la cola, porque se revuelven y además podemos causarles una lesión. Procuremos hacerlo en el menor tiempo posible para reducir la carga de estrés: nunca mantengamos estas crías fuera del agua solo para hacer fotos. Respetémoslas y respetémosnos a nosotros mismos.

3. Llegado el caso, informar a los socorristas y seguir sus indicaciones.

[Obviamente, si los bichos están muertos pasamos directamente al último punto.]

4.COMUNICAD VUESTRAS OBSERVACIONES: Mejor si van acompañadas de imágenes y de todos los datos que podáis aportar: lugar, fecha, nº de ejemplares, talla aproximada, sexo. Podéis hacerlo de cualquiera de estas tres maneras. Las dos primeras son las más rápidas y sencillas. La tercera es opcional, complementaria a las anteriores; resulta un poquito más liosa, pero como el mensaje nos llega directamente, nos brindáis la oportunidad, si las circunstancias nos lo permiten, de que tanto la gente de Ecoloxía Azul como yo mismo podamos acercarnos hasta la zona para disfrutar también del espectáculo. 

  • Llamada al 112 (llamada gratuita).
  • Llamada o whatsapp con foto al teléfono de la Rede de Varamentos de Galicia, de la que se encarga la CEMMA y que está centralizando todos estos avistamientos: 686989008.
  • Visitad y mandad mensaje a cualquiera de las siguientes páginas de Facebook: CEMMA, Ecoloxía Azul - Blue Ecology y, por supuesto, Tiburones en Galicia (CORREO: tiburonesengalicia@gmail.com).

👉SON TINTORERAS (Prionace glauca),  NO MARRAJOS (Isurus oxyrinchus).

Aunque se trata de especies bien distintas, a veces la gente confunde estas pequeñas tintoreras con marrajos. Aquí tenéis un esquema con las diferencias más importantes. Para una información más detallada os recomiendo este artículo: Diferenciando marrajos de tintoreras.
Ilustraciones de Marc Dando.
1. La tintorera tiene un cuerpo esbelto y alargado rematado en un morro largo y aplanado dorsoventralmente. El cuerpo del marrajo es compacto y fusiforme, y termina en un morro cónico, más corto y muy afilado.
2. Ojos con membrana nictitante en la tintorera. Ojos sin ella en el marrajo.
3. El marrajo tiene unos dientes largos y grandes claramente visibles en la mandíbula inferior, aun con la boca cerrada. Los dientes de la tintorera son más pequeños y se aprecian bastante poco en comparación, incluso cuando nadan con la boca abierta; tienen forma triangular, con la cúspide de bordes aserrados ligeramente abatida.
4. Las aberturas branquiales laterales de la tintorera son bastante más pequeñas que las del marrajo.
5. La primera aleta dorsal de la tintorera es más baja y pequeña que la del marrajo, y está situada en posición más retrasada: aproximadamente en el punto medio entre la posición de las aletas pectorales y las pélvicas. La del marrajo es alta y se origina aproximadamente sobre el borde posterior de las pectorales.
6. Las aletas pectorales de la tintorera son más largas y estilizadas que las del marrajo.
7. / 8. La segunda dorsal y la aleta anal del marrajo son pequeñitas comparadas con las de la tintorera.
9. El pedúculo caudal del marrajo presenta fuertes quillas laterales, ausentes en la tintorera.
Vistas ventrales de los pedúnculos caudales de la tintorera (izq.) y del marrajo (dcha.), fuertemente ensanchado por las características quillas laterales, ausentes en la primera. Dibujos de Marc Dando (FAO).
10. La aleta caudal de la tintorera es heterocerca: el lóbulo superior es mucho más largo que el inferior. En el marrajo es homocerca: los lóbulos superior e inferior tienen un tamaño similar.

Dos imágenes para reflexionar.


Tintoreras en la mejor compañía

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Tintoreras en el Cantábrico. Foto: Isaías Cruz, MAKO PAKO.

Hace unos días pude cumplir uno de mis sueños más queridos y largamente deseados en esto de los tiburones: nadar con tintoreras en mar abierto. Fue una jornada inolvidable vivida en la mejor compañía. Esta es una pequeña crónica.

1. Personajes. Hay experiencias que resultan particularmente gratificantes y divertidas cuando las vives con amigos que comparten tu misma pasión y que además son expertos en el tema. Esta es una de ellas y Claudio Barría, del Instituto de Ciencias del Mar de Barcelona, es uno de esos amigos: biólogo especializado en condrictios (tiburones, rayas y quimeras), pertenece al grupo de expertos de la IUCN, es cofundador de la asociación Catsharks y por encima de todo es un gran tipo. Ambos llevábamos desde antes de la pandemia queriendo coincidir en una expedición como esta, que naturalmente solo podíamos realizar con MAKO PAKO, un turoperador de referencia en España en el buceo con tiburones. Claudio ya había hecho varias salidas con ellos y, con su fundador, Isaías Cruz, realizado algún proyecto. Y además se da la casualidad de que Isaías y un servidor nos conocemos desde hace casi quince años (¡cómo pasa el tiempo!), cuando coincidimos en el memorable Foro Tiburones, una especie de charca digital infestada de individuos tan raritos o más que nosotros, pero nunca nos habíamos visto en persona. Era pues una oportunidad única que le daba al viaje un punto más de emoción. Y la verdad es que fue un encuentro entrañable que naturalmente bendecimos con unas cuantas cañas en una de las terrazas del estupendo puerto de Bermeo. Debo añadir que Claudio tenía razón: Isa (todavía me cuesta muchísimo no llamarle por su nick) resultó ser un chaval estupendo. El lunes regresé a Galicia con la sensación de que habíamos hablado poco; queda para la siguiente ocasión.

Izq. Vamos a nadar con tiburones, con Mako Pako, desde Bermeo. Dcha. El encuentro entre dos moderadores. No hubo besos porque ambos somos gente seria y decorosa y además Isa venía sin afeitar.
En lo profesional, Isaías es instructor de buceo y conoce bien a los tiburones, ha pasado muchísimas horas buceando con ellos tanto en España como en otras partes del mundo, y además con tiburones de los que imponen. Sabe lo que se trae entre manos. Es también fotógrafo y cámara submarino profesional con varios premios en la mochila y, no menos importante, un conservacionista comprometido. Con él estaba Xabier Mina, otro navarro muy majo, licenciado en Ciencias del Mar, también fotógrafo y cámara submarino y además colega de profesión. Xabi colabora con Mako Pako como guía y asesor científico documentando y recopilando los datos de cada salida.

2. La salida. Salimos domingo 31 de julio pasadas las cinco de la tarde. Era un día de sol y pocas nubes, bonito, con una buena temperatura y algo de viento. En el mar había una suave marejadilla que hizo que, tan pronto abandonamos el puerto y la protección de su largo rompeolas, la lancha pegase de vez en cuando unos buenos panzazos contra las olas, levantando chorros de espuma que era gustoso sentir en la cara y los brazos. Íbamos hacia el cantil, el borde de la plataforma, que en esa parte del Cantábrico se encuentra a pocas millas de la costa. 

Mientras esta gente parloteba como cacatúas, yo observaba el mar a un lado y otro. Siempre he sentido una profunda fascinación por el mar abierto, por las criaturas y artilugios que recorren su inmensidad, así que cuando tengo la ocasión siquiera de asomarme a él en cualquier salida pelágica, suelo quedarme embobado escudriñando su superficie y recorriendo su horizonte como si algo extraordinario pudiese aparecer de un momento a otro. Esto también es bueno para combatir el mareo (aunque la biodramina no te la quita nadie). Sin embargo, en aquellos momentos lo único que de verdad deseaba era sosegar la agitación que me iba creciendo en el pecho a medida que se acercaba el momento de cumplir un sueño tan largamente deseado, agudizada por la desagradabilísima sensación, que venía acompañándome desde el almuerzo en alegre pandilla, de que la ley de Murphy rondaba la expedición como un cura rijoso un vestuario de chicos. El viernes habían visto unas siete tintoreras, ayer ¡unas catorce! ¿Hoy se mantendría la racha? ¿Seguirían estando ahí? ¿O más bien ocurriría como cuando veo un partido, que los equipos aprovechan para meter gol justo cuando me levanto a por una cerveza o para ir al baño? Cuanto más intentaba no darle vueltas, más vueltas le daba. Mi cabeza iba por libre.

Izq. Xabi admirando con deseo una apetitosísima cabeza de atún. Dcha. Isaías preparando el cebo.

Dejamos atrás la plataforma gasística de Enagas, una especie de araña gorda de metal clavada en el agua con las patas juntas (curiosamente, el nombre con que la han bautizado es Gaviota) a unos ocho kilómetros de la costa, y una pardela cruzó desde la banda de estribor; parecía una balear. Tiburones aparte, de todos los bichos de mar abierto, si hay un grupo que me atrae de un modo que no sé explicar es el de las aves oceánicas, aunque mi conocimiento sobre ellas es bastante justito, siendo muy generoso. Voceé entusiasmado por encima del ruido del motor: "¡Una pardela!". Algunos me miraron sorprendidos, luego se miraron entre si, me pareció detectar que con un cierto gesto divertido, y siguieron a lo suyo. Nos cruzamos con un pequeño grupo de delfines comunes con unas cuantas crías y hacia las seis o seis y pico llegamos a la zona prevista. Asier, el patrón, apagó el motor y Xabi e Isaías se pusieron manos a la obra. 

Desde la popa largaron una par de líneas con una cabeza de atún que venía en un exquisito coctail de sangre y ricos bocaditos de bicho marino con el que empezaron a rociar el agua. Durante la espera, un grupo de seis o siete paíños comunes vino a establecerse temporalmente a unos quince o veinte metros de la popa; iban y venían con su característico revoloteo inquieto picando en los restos de pescado que se alejaban con la corriente. Era fascinante seguir sus movimientos. Quise llamar la atención de la tropa, pero en vez de extasiarse ante la contemplación de las diminutas aves marinas, esas cacatúas sin sensibilidad optaron por convertirlas en el leitmotiv con el que me tomaron el pelo durante el resto de la jornada y las siguientes. En fin, sentado en la borda con el neopreno por la cintura, seguía también el paso silencioso y elegante de las medusas por la aleta de estribor. Iban rápido, lo que quería decir que había corriente, aunque el mar parecía haberse calmado un poco. La lancha se mecía dulcemente en el aire salado de la tarde. Se estaba muy bien allí. 

Isaías Cruz.

3. Al agua. No había pasado ni media hora cuando Isaías gritó no sé si "¡Tiburón!", "¡Tintorera!" o "¡Ahí hay uno!". No consigo recordarlo. Saltamos como resortes, pero al principio no lográbamos ver nada. Luego si: una fugaz mancha alargada azul claro que cruzaba por el fondo entre los cabos a pocos metros de nosotros. Unos minutos más y escuchamos: "¡Otro!". Murphy el rijoso y su ley se volatilizaron y el día se hizo más luminoso. Observé una pequeña conmoción junto a la boya del extremo de la línea que tenía justo delante: una aleta dorsal que cortaba la superficie y, detrás, el chapoteo de su caudal mientras su dueña mordisqueaba con ímpetu la cabeza de atún. Isaías y Xabi tiraban suavemente de los cabos para evitar que las tintoreras se zampasen la carnada y, al tiempo, estimular su curiosidad (y su hambre) para mantenerlas cerca. Luego apareció otra tintorera más. Y entonces, como si se hubiesen puesto de acuerdo, empezaron: "¡Toño, qué tal los paíños!", "¡Bonitos los paíños, eh!", "¡Mira, otro paíño por allí!". Intentaba no hacerles puñetero caso a esa panda de capullos, aunque por dentro no podía dejar de sonreír. Entre amigos, estas bromas son siempre una muestra de afecto. 

Isaías se metió el primero para ver cómo estaba la situación. Al poco rato Xabi nos dijo que ya podíamos ir bajando y que nadásemos hasta el cabo de seguridad bordeando la lancha por el costado de babor. Yo fui el último. Sentado en la escalerilla, me calcé las aletas y me aseguré la máscara tratando de respirar lentamente para dominar el entusiasmo y la agitación que me reconcomían por dentro. Pero, sobre todo, para centrarme en lo que estaba y no irme por el lado equivocado y acabar enredándome en alguno de los cabos, porque ya me conozco. 

Lo primero que me encontré al entrar en el agua fueron dos jóvenes tintoreras que cruzaban en silencio un inmenso espacio azul atravesado por chorros de sol que se hundían en la profundidad. Muchas emociones y deseos largamente contenidos se concentraron en aquel instante. Soy incapaz de expresar todo lo que sentí. Solo puedo decir que fue una de las escenas más hermosas que he visto en mi vida. Pero tuve que espabilar para llegar hasta el cabo. No estoy seguro, pero creo que alguien me pegó un toque para que despertase y agilizase.

Desde la lancha lo que se veía era esta especie de sopa de tropezones:

Y bajo el agua, esto:

Tienen razón quienes afirman que estar en el océano es estar en el azul: aunque pueda sonar cursi, es la verdad. Sin ninguno de los puntos de referencia a los que estamos acostumbrados, tales como rocas, paredes, bosques de algas o cualquier elemento del relieve del fondo, uno se siente como suspendido en la densa atmósfera de un planeta extraño donde la tierra, invisible, se encontrase muchos metros por debajo. Con sus finas alas extendidas, las tintoreras planeaban en este cielo invertido como el albatros sobre las olas, ambos separados por apenas una fina lámina de agua. Era tal la fascinación ante aquel espectáculo, que todavía tardé un rato en darme cuenta de dónde estaba; en ser consciente de mi mismo, de mi situación, del cabo que no podía perder de vista, de mi respiración y del agua que entraba por el tubo en según qué posiciones. Cuando ambos extremos, mi imaginación y la realidad, quedaron al fin en equilibrio, la experiencia fue extraordinaria. Empecé a disfrutarla de verdad. Y por encima el agua estaba bien calentita en la superficie, nada menos que a 23ºC.

Creo que no había transcurrido ni un cuarto de hora cuando apareció un grupo de delfines comunes, probablemente el que habíamos dejado atrás. Venían con sus crías y ni se acercaron. Varios metros por debajo de nosotros observamos como un par de jóvenes intentaron interactuar sin éxito con algunas tintoreras. Desparecieron enseguida y ya no volvimos a verlos más. 

4. Las tintoreras. Al principio había unas cinco o seis tintoreras dando vueltas a nuestro alrededor. Iban y venían curioseando entre las líneas, mordisqueaban las cabezas de atún, a veces en sus sacudidas el morro salía fuera del agua (disfruté muchísimo observándolas sumergido a medias, como en estas imágenes half-half, que capturan dos ambientes en una misma exposición: sobre el agua veía la aleta y el morro, bajo la línea de la superficie, el cuerpo en tensión entre nubes de burbujas); husmeaban y mordisqueaban la caja de cebo, de cuyos agujeros manaba un rico efluvio de pescado, o bien pasaban restregándose contra ella.
     En la segunda parte de la salida aparecieron más ejemplares. En total, al final del día habremos visto alrededor de doce tiburones, seguramente algunos más.

La gran mayoría andaban por los 100-175 cm de longitud y eran casi todos hembras. Solo vimos un macho de buen tamaño que apareció con un anzuelo de palangre clavado en la comisura derecha en la boca. Isaías hizo varios intentos por quitárselo con la ayuda de unas tenazas, pero resultó imposible.

Aquí con una enana que había venido a observarme y saludar... antes de volverse con el Isaías. Detrás Xabi con su cámara.
Los tiburones desaparecían y aparecían desde cualquier dirección. Parecían disolverse y materializarse como si en un punto del océano el azul se espesase y cristalizase en aquellas gráciles y estilizadas formas que contenían todos sus matices y escalas prodigiosamente combinados: azul claro, zarco, índigo, celeste, cian, azur, imperial, cobalto... Cuando pasaban cerca de ti era fácil apreciar como el brillo del sol arrancaba reflejos metalizados y tornasolados de una extraordinaria riqueza. El sustantivo tintorera está íntimamente ligado al color. En tierra firme, la tintorera es una mujer cuyo oficio es teñir, dar tinte o color a las cosas. La palabra lleva el color inscrito en el alma.

Las tintoreras pasaban entre nosotros deslizándose con su estilo elegante y bello. De pronto venían directas hacia ti para esquivarte en el último momento; luego aparecían desde atrás, por un costado o debajo de tus aletas. Enseguida se hizo evidente que la persona por quien se sentían particular, poderosa e insistentemente atraídas era por Isaías: se le acercaban constantemente, le daban golpecitos en su cámara con el morro y la boca y él las apartaba con una tranquilidad y una delicadeza propias de quien ya lleva muchas horas de buceo encima. Imagino que Isa les resultaba más guapo e irresistible que los demás, y puede que tal vez también quisieran salir hermosas en las fotos. Sin descartar la circunstancia de que el pamplonica permanecía todo el rato al lado de la caja del cebo.

Era evidente que las tintoreras andaban locas por Isaías y su cámara.

Xabi andaba a su bola sin dejar de cubrirnos la retaguardia. De vez en cuando lo veía subiendo y bajando en la columna de agua apuntando con su cámara a alguna tintorera. Apenas tuve tiempo de sentir mucha envidia porque estaba hipnotizado por las evoluciones de las que tenía nadando a mi alrededor. Solo eché de menos un poco de plomo en la cintura para bajar un poquito. Lo intenté un par de veces pese ser consciente de que era inútil: como es lógico, el agua me escupía para arriba como si fuese un balón de Nivea.

Entre los tiburones y las medusas, que seguían desfilando sin cesar, puede ver fugazmente, varios metros más abajo, la inconfundible silueta de una raya pelágica. Seguramente era una raya látigo violeta (Pteroplatytrygon violacea). Una feliz casualidad.

Al cabo de más de dos horas y cuarto sin salir del agua, tenía las yemas de los dedos que parecían pasas descoloridas. Debí de ser uno de los últimos en salir. No fue hasta que subí a la lancha cuando, de pie sobre la bañera, chorreando agua y felicidad, noté que el cuerpo se me había quedado frío. La parte superior del traje no se me ajustaba del todo bien y de vez en cuando, al realizar ciertos movimientos, me entraba agua. Estaba aterido. Con la ayuda de Claudio pude bajármelo hasta la cintura para secarme con una toalla y ponerme ropa seca.


"¡Qué, qué tal los paíños!", me soltaban estos entre enormes sonrisas de complicidad. Pero la verdad es que en aquellos primeros momentos no tenía mucha energía para seguirles demasiado las bromas. Solo podía concentrarme en devorar el pan con lomo que nos había ofrecido el bueno de Asier y que me estaba sabiendo a gloria bendita, mientras intentaba procesar todo lo que acababa de vivir.

Y todavía nos quedaba el postre.

5. La gran hembra. La tarde se iba y el cielo se había cubierto de retazos de nubes. Bien pasadas las nueve y media ya nos habíamos acomodado en nuestro rincón de la bañera listos para volver a puerto. Isaías estaba vaciando en el agua los restos de pescado cuando pegó un grito: "¡Ahí hay una grande! ¡¡Y lleva un pez piloto!!". En cuestión de minutos Xabi y él estaban de nuevo en el agua con sus cámaras, y obviamente Claudio fue detrás. A mi se me fue el frío de golpe y también me lancé al agua sin pensarlo, aunque me costó muchísimo subirme el traje y ponerme las aletas.

Habían llegado más tiburones, y ahora, con la noche practicamente encima, se les notaba más activos, como ocurre con todas las especies. Nadaban con más decisión cruzando veloces los haces de luz de las cámaras. Era una visión hipnótica. No podía creer lo que estaba ocurriendo: ¡una salida nocturna con tiburones! ¡Era un sueño! Y entonces divisé la gran hembra, casi bajo mis pies, avanzando lentamente desde la oscuridad con las larguísimas pectorales rectas como alas de avión. Era imponente, majestuosa. Se deslizaba sobre la lámina de agua sin esfuerzo, sin ningún movimiento o gesto perceptible de su cuerpo. Planeaba. Portaba dos pequeñas rémoras y un pez piloto (Naucrates ductor) con su característico uniforme a rayas. 

El tiburón era más largo que Xabi, que mide 1,88, calzado con sus aletas de pala larga. Asier, que estuvo observando todo desde la popa, nos comentó que sobrepasaba claramente los dos metros y medio de manga que tenía la lancha. Calculamos que debía de medir alrededor de 260 cm. El récord Mako Pako. No puedo ni imaginar lo que debe de sentirse buceando con ejemplares más grandes, porque la tintorera puede llegar a superar ampliamente los 350 cm. 

El enorme pez permaneció muchísimos minutos alrededor de la lancha, entrando y saliendo de la luz. Presentaba grandes cicatrices posiblemente de apareamiento que se concentraban sobre todo en su costado izquierdo; algunas contaban con incisiones profundas no cerradas del todo. El pez piloto que la acompañaba unas veces aparecía al lado de la dorsal, otras medio escondido bajo las pectorales... Cambiaba constantemente de posición. 

Aguanté una media hora más en el agua y ya me subí. Isaías y Xabi todavía se quedaron allí un buen rato, disfrutaban como locos. Volví a ponerme la ropa seca y abrí una bolsa de frutos secos que recordé llevaba en la mochila para ver el espectáculo. Estaba totalmente oscuro. De pie en la popa observábamos el agua negra atravesada por fugaces destellos del azul metálico de los tiburones bajo la luz de las lámparas. Una imagen onírica imposible de olvidar. Fue fantástico, la mejor culminación posible para un día inolvidable.

6. De vuelta a Bermeo bajo la luz del Matxitxako. Agotados, satisfechos más allá de lo imaginable, felices, eufóricos bajo la imponente luz del faro de cabo Matxitxako, que nos arropó durante la travesía de vuelta a Bermeo. Así estábamos. Dejamos atrás las luces de la plataforma Gaviota, que se perdieron en la lejanía. Bien pasadas las once de la noche llegamos a puerto.

Muy grandes Claudio e Isaías, Isaías y Claudio.

Nos quedaba la cena. Pero esa es otra aventura.

_____________________

PS 1: Todas las fotos de las tintoreras, con o sin marca de agua, son de Isaías. Muchas gracias, monstruo.

PS 2: Desde las asociaciones de armadores del país se quiere fomentar el consumo de carne de tintorera. Algo hay que hacer con el cuerpo de estos bichos tras arrancarles las aletas para enviarlas al mercado asiático, que eso es lo que da pasta de verdad y lo que está detrás del incremento de la presión pesquera a la que están sometidos estos bellísimos tiburones. Se puede exprimir la vaca todavía más.
     Por otro lado, la carne de los grandes depredadores del océano es un bioacumulador natural de metales pesados, plásticos y sustancias altamente peligrosas que no querríamos ver en el plato de nuestros seres queridos.
     Que cada cual tome la decisión que crea conveniente para si y los suyos.

     Por nuestra parte, los tiburones siempre vivos y en el mar. 

    Belleza y salud.

En la mejor compañía.


52 grandes blancos

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Fig. 1. La inmensa lamia o llamia de unos 550-600 cm capturada en la almadraba de Tabarca (Alicante) en agosto de 1946. Foto: Francisco Sánchez.

El tiburón blanco (Carcharodon carcharias) es uno de los depredadores más formidables del océano y seguramente, desde Spielberg, el que mejor encarna el monstruo de nuestras pesadillas. Por eso las noticias sobre avistamientos, supuestos o reales, de ejemplares gigantescos tienen tanta acogida en todos los medios de comunicación y redes sociales, donde por desgracia la ficción tiene demasiadas veces más recorrido que la realidad. 

La única manera objetiva, científica, de obtener la longitud de un pez como este o como cualquier otro es agarrar una cinta métrica y extenderla en línea recta a lo largo del animal desde la punta del morro hasta el extremo de la cola. El tiburón blanco más grande medido hasta la fecha es el famoso "monstruo de Cojímar", una enorme hembra capturada en Cuba en 1943 o 1945 que midió nada menos que 640 cm, según la información científica más aceptada, aunque no exenta de controversia. Algunos científicos la consideran una exageración y sostienen que el mayor ejemplar correctamente medido fue una hembra de 597 cm (19,6 pies) capturada en Ledge Point, Australia, en 1984. Estas son las tallas máximas del Carcharodon carcharias que vamos a encontrar en la mayor parte de la literatura científica, lo cual no significa que no existan o hayan existido ejemplares más grandes. Pero sin datos y cifras sólidas, esto no deja de ser una aseveración general, ciertamente verosímil, pero abierta a la subjetividad.

Fig. 2:1. El "Monstruo de Cojímar", Cuba, 1943 o 1945. 2. Isla de Jabuka, Croacia, 2003. Fuente: Soldo & Dulčić, 2005. 3. Malindi, Kenia, 1996. 4. Sète, Francia, 1956.

Porque fuera de la cinta métrica lo único que tenemos son aproximaciones, estimaciones cuyo grado de acierto y/o fiabilidad es tremendamente variable: van desde los cálculos estadísticos más sesudos basados en correspondencias entre magnitudes anatómicas (peso, tamaño de aletas, dientes, etc.) y los análisis de fotografías y vídeos, hasta los "cálculos a ojímetro", opiniones, bravuconadas y payadas de testigos reales o supuestos (y luego está la prensa). En el largo artículo Cuánto puede medir un tiburón blanco, del que este formaba parte originalmente, ya discutimos este tema con detalle. A él os remito para ampliar información y aclarar, si es posible, cualquier duda que os pueda surgir.

Aquí tenéis una lista con los 52 tiburones blancos más grandes de que tenemos noticia cuyas longitudes han sido medidas y estimadas, a nuestro juicio, con un razonable grado de objetividad y mesura. No pretende ser, en ningún caso, un listado de carácter científico. Su objetivo es saciar nuestra sed de monstruos integrando certezas y especulaciones con la información más rigurosa que he sido capaz de reunir. Porque nos encantan los monstruos, pero no a cualquier precio.
     ¿Por qué 52? Por nada en especial. Es un número como otro cualquiera, simplemente nos gusta.

Fig. 3. a: Enfola, isla de Elba, 1938. Fuente: De Maddalena, 2010.

52 DE LOS GRANDES

a. Entre 700 y 550 cm. Los registros están ordenados de mayor a menor, desde los siete metros hasta los cinco metros y medio. Ambas son cifras bien vistosas que sirven estupendamente como punto de partida y de llegada: si muy pocos ejemplares de 550 cm para arriba han podido ser medidos de forma científicamente incontestable, por encima de 700 cm la cosa ha sido de todo punto imposible (una vez más os remitimos al artículo original para una discusión sobre el tema).

b. Criterios de la selección. No se recogen registros anteriores al siglo XX ni testimonios o fotografías difusas e imposibles de contrastar, como por ejemplo fotos tomadas desde embarcaciones. Naturalmente, no hemos incluido ninguna referencia a esos ejemplares exhaustos aplastados vilmente sobre una plataforma fuera del agua con el objetivo de montar un circo televisivo protagonizado por un machote de barbas y sus muchachos; y desde luego, del mismo modo, nada de rubias repipis y cursis que se fotografían luciendo tipín mientras soban alguna de estas criaturas majestuosas para promocionarse a si mismas y sus líneas de productos. Eso no es ciencia, sino un espectáculo lamentable.
     Tampoco se incluyen referencias procedentes de la literatura científica que considero poco significativas en lo que respecta a la talla o la zona de captura, como pueden ser los ejemplares de alrededor de los 550 cm registrados en sus zonas habituales o en aquellas que ya están suficientemente representadas en la lista. Como es natural viviendo en un país entre dos aguas, he tenido muy en cuenta los registros del Mediterráneo, tanto en aguas españolas como en el resto de países de esta cuenca, ya que en esta parte del Atlántico, por desgracia, no hay casi nada. El ejemplar que nos visitó el año pasado no llegaba a los cinco metros. 

Fig. 3. b: Favignana, Sicilia, 1953. Foto: Giuseppe Guarassi.

c. TOT, TL o TLn. Estas siglas indican que la longitud se ha medido desde el morro hasta el extremo de la cola, bien en posición abatida (TOT) o bien en posición natural (TLn). La TLn representa casi el 97% de la longitud TOT. Cuando no sabemos si es una cosa o la otra, simplemente anotamos TL (total length 'longitud total'). Todas las longitudes se dan en centímetros.

d. Lupas, paréntesis y corchetes. Entre paréntesis se indica el sexo (H, hembra; M, macho), cuando se conoce. Entre corchetes se incluye, no la obra de referencia del registro, sino la obra u obras de donde he extraído la información, que no necesariamente coinciden. La lupa 🔍señala aquellos registros que han sido discutidos con cierto detalle en el mencionado artículo Cuánto puede medir un tiburón blanco

Fig. 4:1. Kangaroo Island, Australia, 1987. Fuente: Cappo, 1988. 2. Ganzirri, 1961. Fuente: D. Sorrenti, tomada de De Maddalena, 2010. 3. Filfla, Malta, 1987. Foto: John Abela.
  1. ~700 TLn. Orig. >700 TL. (H?).🔍Kangaroo Island, Australia. 1/04/1987 . Fig. 4 (1).
  2.  670-700 TL. (H). Seven Star Lake, provincia de Haulien, Taiwán. 14/05/1997. Peso estimado de unos 2500 kg. Capturada en una red fija. Fig. 9 (1). [Christiansen et al., 2014]
  3. 668-681 TOT (647-660 TLn). (H). 🔍Medida inicial de J. Abela, 714 TOT. Blue Grotto, sur de Filfla, Malta. 17/04/1987. Peso de unos 2730 kg. Capturada con un palangre de superficie. Su estómago contenía una tintorera (Prionace glauca) de 220 cm (o 180 cm, según otras fuentes), un delfín de casi 250 cm cortado en dos o tres trozos, una tortuga boba (Caretta caretta) con un caparazón de 60 cm de diámetro y una bolsa de basura que todavía tenía cosas dentro. El pescador Alfredo Cutajar afirma que en la misma zona capturó en 1973 un ejemplar de 18 pies (casi 550 cm). Podéis verlo junto con John Abela en una entrevista para el famoso documental dirigido por Jeremy Taylor Jaws in the Med, de 1995. Fig. 4 (3). [De Maddalena et al., 2001; De Maddalena & Heim, 2012]
  4. 667-687 TOT. (H). L'Estaque, Marsella. 15/10/1925. Peso de 1500 kg con el pez eviscerado. El tamaño inicial se estimó en 600 cm, sin embargo, tras el análisis del material fotográfico De Maddalena calcula 667-687 cm TL. [De Maddalena & Heim, 2012]
  5. ~666 TOT (645 TLn). (H). Ganzirri, Sicilia. 19/06/1961. Alrededor de 1500 kg. Arponeada. Su estómago contenía un delfín de gran tamaño cortado en dos. Fig. 4 (2). [De Madalena et al., 2001; De Maddalena & Heim, 2012]
  6. 640 TL. (H). 🔍Cojímar, Cuba. 1943 o 1945. Capturada con línea y anzuelo amarrados a un bidón. Fig. 2 (1).
  7. 620-642 TL. (H). SW de la isla de Mallorca. Marzo de 1969. 2500 kg. Capturado por Guillem Ferragut en una almadraba. La talla inicial reportada fue de 8 m. [Morey et al., 2003; De Maddalena & Heim, 2012]
  8. ~620 TL. (M). Gallipoli, Italia. 18/09/1979. Peso de 2700 o bien unos 1700 kg. Capturado en una red de enmalle. En su estómago encontraron un par de zapatos, un tambor de lavadora, una muñeca, un hueso de jamón y una o varias latas de carne de 1 kg sin abrir. Fig. 7 (3). [De Maddalena & Heim, 2012]
  9. 618 TOT. (H). Islas Príncipe, mar de Mármara, Turquía. 15/04/1956. Alrededor de 3000 kg. Capturada en una línea preparada para el atún [Kabasakal, 2003]
  10. ~616 TL. (H). NE de la isla de Mallorca. 26/12/1963. 2200 kg. Capturado en la almadraba de Pep Borrás. Durante ese mismo invierno se capturó otro ejemplar de casi 4 m en el mismo sector de la isla. [Morey et al., 2003]
    Fig. 5: Hembra de al menos 615 TL atrapada en cap Farrutx, Mallorca el 5/02/1976. Fotos: F. Pérez.
  11. 615-642 TL. (H). Cap Farrutx, Mallorca. 5/02/1976. Unos 2500 kg. Atrapada en la almadraba de Xisco Pérez. El estómago contenía una raya o una manta de gran tamaño. Fig. 5. [Morey et al., 2003; De Maddalena & Heim, 2012].
  12. ~600 o 660 TL. (M). Nusa Tenggara (Islas Menores de la Sonda Occidentales), Indonesia. 3/07/2013. Arponeado por unos pescadores para evitar que devorase la pesca mientras viraban el palangre. El animal era tan grande que tuvieron que cortarlo en cinco piezas para poder transportarlo y descargarlo en la lonja de Tanjung Luar, Lombok. La longitud estimada aparece como ~600 cm en el resumen de la comunicación científica y como "approximately 6.6 LT" en el texto. [Fahmi & Dharmadi, 2012]
  13. 602 TL. (H). Qingdao, Mar de la China Oriental. Año 2002. 2460 kg. [Christiansen et al., 2014]
  14. 601-618 TOT. Paliouri, Halkidiki, Grecia. 1985. Fig. 7 (2). [De Maddalena & Heim, 2012]
  15. ~600-650 (?) TL. (H). 🔍Guadalupe, México (Deep Blue). Fig. 9 (2).
  16. >600 TL. Capo Pasero, Sicilia. 1960. Capturado en una almadraba. [De Maddalena & Heim, 2012]
  17. >600 TL. Golfo de Ajaccio, Córcega. 8/09/1976. Capturado en una red de enmalle. [Maliet et al., 2013]
  18. ~600 TL. (H). Islas Kuriates, golfo de Hammamet, Túnez. Finales de junio de 1975. Peso estimado de 2000 kg. Capturado en una mattanza o almadraba. Fig. 8 (1). [Zaouali et al., 2020]
  19. ~600 TL. Clyde Island, Eaglehawk Neck, Tasmania. 1982. Cerca de 2000 kg. Fig. 6. [elasmollet.org]
  20. ~600 TL. Kerkira, Grecia, 10/02/1991. Capturado en un palangre. El estómago contenía una tortuga boba intacta, su caparazón tenía 60 cm de diámetro. [De Maddalena & Heim, 2012]
  21. 600 TL. Isla de Wae-Yeon, Chungman, República de Corea. 23/05/1981. [Christiansen et al., 2014]
    Fig. 6: Montaje realizado a partir del ejemplar de unos 6 m capturado en 1982 en Tasmania contra una caravana McLouis Menfys van-3.

  22. 597-613 TOT (579-594 TLn). (H?) Enfola, isla de Elba, Italia. 12/08/1938. 1800 kg. Capturada en una almadraba. Según los testigos, el perímetro de su cuerpo en la parte más ancha superaba los 4 m. El estómago contenía dos delfines. Fig. 3.a. [De Maddalena, 2001De Maddalena & Heim, 2012]
  23. 597 TL. (H). Ledge Point, Australia Occidental. 22/03/1984. 1508 kg (3324 libras). Según Ellis y McCosker (1991, pág. 62) no fue ni arponeada ni capturada con caña, sino "lassoed". [Mollet et al., 1996]
  24. ~594 TOT (575 TLn). (H). Isla la Formica, Isole Egadi, Sicilia. Mayo de 1974. Atrapada en una almadraba. 1500 kg; el hígado pasaba de los 300 kg. Su estómago contenía una cabra (Capra hircus), botellas y bolsas de plástico y un delfín de unos 80 kg posiblemente entero. [De Maddalena et al., 2001; De Maddalena & Heim, 2012]
  25. ~591 TOT (572 TLn). (H). Sète, Francia. 9/01/1991. Alrededor de 2000 kg. Atrapada en una red de arrastre. El estómago contenía cuatro delfines de entre 80-100 cm y dos peces espada. [De Maddalena et al., 2001; De Maddalena & Heim, 2012]
  26. ~589 TOT (571 TLn). (H). A tres millas de Maguelone, Sète (Francia), el 13/10/1956. Capturada en una red de enmalle de deriva para la pesca del atún. Alrededor de 2000 kg (360 kg solo el hígado). Perímetro corporal de 4 m en su parte más gruesa. Su estómago contenía dos delfines de unos 180 cm. El ejemplar fue adquirido por el Museo Cantonal de Zoología de Lausana, donde se preparó un molde perfecto que conserva las aletas y la dentadura originales. Fig. 2 (4). [De Maddalena et al., 2003]
  27. 587 TL. (H). Golfo de Gabès, Túnez. 26/02/2004. Peso estimado de más de 2000 kg. Hembra grávida capturada en una red de cerco para atunes. Portaba cuatro embriones de entre 132-135 cm que pesaban entre 27,6y 31,5 kg: un macho y una hembra en el útero derecho y dos hembras en el izquierdo. Fig. 7 (1). [Saïdi et al., 2005]
  28. ~580 TL. (M). Capo Testa, Cerdeña, junio 1977. [De Maddalena & Heim, 2012]
  29. ~580 TL. (H). Favignana, Isole Egadi, Sicilia. 24/04/1980. Hembra capturada en una almadraba, en la que también venía un macho de 540 cm TL. En el estómago de la hembra encontraron parte de un esqueleto de pez espada y un delfín de unos 20 kg en dos trozos. [De Maddalena & Heim, 2012]
  30. ~580 TL. (H). Furubira, norte de Hokkaido, Japón. 31/05/1985. El día anterior habían capturado otra hembra de unos 520-540 cm en Todohokke, también en la isla de Hokkaido, pero en su costa meridional, la que da al Pacífico. Ambos ejemplares se pescaron cerca de la orilla con una red de enmalle. [Nakano & Nakaya, 1987]
  31. ~580 TL. (H).🔍 Iquique, Chile, 23/05/1987. [Ellis & McCosker, 1991]
  32. 580 TL. (H). Zhejiang, mar de la China Oriental. 1/11/2001. El ejemplar se conserva en el Museo de Historia Natural de Zhejiang. [Christiansen et al., 2014]

    Fig. 7: 1. Golfo de Gabès, Túnez, 2004. Fuente: Saïdi et al. 2005. 2. Halkidiki, Grecia, 1985. 3. Gallipoli, 1979.
  33. 576-610 LT. (H). 🔍Alberton, Prince Edward Island (Canadá). 4/08/1983. En su estómago había restos de dos marsopas de seis pies (1,8 m) y varios bacalaos que posiblemente habían caído previamente en la red. Fig. 9 (3).
  34. 574 TLn. (H). Bunbury, Australia. 2/07/1991. [Mollet et al., 1996]
  35. 570 o 670 TOT. (H). Ghar El Melh, Túnez. 4/02/89. 2032 kg. [De Maddalena & Heim, 2012]. 
  36. 570-640 TL. (H). 🔍Malindi, Kenia. 16/07/1996. Portaba 6-8 embriones de alrededor de 100 cm y había abortado unos 10 mientras estaba en la red en la que había quedado atrapada. Fig. 2 (3).[Cliff et al., 2000]
  37. 570 TL. Chikura, Chiba (Japón). 29/12/1992. [Nakaya, 1994]
  38. 570 TL. (H). Isla de Jabuka, Croacia. 24/06/2003. Peso aproximado de 2500 kg. Los pescadores a bordo de un cerquero que rodeaba un banco de atún rojo (Thunnus thunnus) observaron que los peces huían antes de que se cerrara la red; más tarde descubrieron al enorme tiburón atrapado dentro. Fig. 2 (2). [Soldo & Dulčić, 2005]
  39. 567-600 TL. (H). Gansbaai, Sudáfrica, 17/01/1987. [Mollet et al., 1996]

    Fig. 8: 1. Túnez, 1975. 2. Camogli, 1954. La información original hablaba de 7 m, la estimación de De Maddalena & Heim (2012) es de 520-550 cm. 3. Taiwán NE, 27/10/2012. En la prensa le daban 6 m, los científicos (Christiansen et al., 2014), estiman alrededor de 5 m. Foto: news.ltn.com.tw.
  40. 563 TL. (H). Islas Anacapa, California. 6/11/1985. [Mollet et al., 1996]
  41. 555 TL. (H). Kin, Okinawa, Japón. 16/02/1985. 1970 kg. Preñada. Capturada con palangre. Fig. 10 (3). [Ushida et al. 1996]
  42. 555 TL. Tetuán, Marruecos. Principios de marzo de 1980. [De Maddalena & Heim, 2012]
  43. 555 TL. (H). Firth of Thames, Waiheke Island, Nueva Zelanda. Hacia el 9/11/2003. Hembra con 3-5 crías de alrededor de 150 cm. [elasmollet.org]
  44. 555 TL. (H). Ning Puo, China, 2005. 2530 kg. [Christiansen et al., 2014]
  45. 554 TL. (H). Whyhalla, Australia. Enero de 1984. [Mollet et al., 1996]
  46. 554 TL. (H). Israelite Bay, Australia. 20/07/1980. [Mollet et al., 1996]
  47. 552 TL. (H). Shimamaki, Hokkaido, Japón. 21/04/1992. 2500 kg. Capturada con una red fija. [Nakaya, 1994]
  48. 550-597 TL. NE de Mallorca. Febrero de 1969. 1250 kg. Capturado en una almadraba. En el mismo mes y sector se capturaron otros dos ejemplares, uno de alrededor de 477 cm y otro de unos 513-535 cm, igualmente en almadrabas. Fig. 10 (1). [Morey et al., 2003]
  49. 550-567 TL. (H). Zona NE de la isla de Mallorca. Enero de 1967. 1700 kg. Capturada en una almadraba. En octubre de ese año se capturó un macho de entre 450-567 cm TL en otra almadraba al NW de la isla. [Morey et al., 2003]
  50. 550-552 TL. (H). Isla Catalina, California. 13/06/1976. Arponeada a 14,8 km de la isla. Peso de 1514 kg. Circunferencia corporal de 3.1 m. [elasmollet.org]
  51. ~550 TL. (H). Tabarca, Alicante. 10/08/1946. 1790 kg. Capturada en la almadraba. Según el Diario Información de Alicante, medía "6 m de largo y dos y medio de diámetro en la parte más ancha", si bien De Maddalena & Heim rebajan un poco esta cifra hasta los 550 cm. El mismo periódico señala que "alrededor de cuarenta hombres intervinieron en la operación de desembarco". El hígado pesó unos 300 kg y de él se extrajeron cien litros de aceite. El estómago contenía un atún de 40 kg. Tanto la foto de Francisco Sánchez como estas referencias proceden del excelente blog lafogueradetabarca.blogspot.comFig. 1. [De Maddalena & Heim, 2012]
  52. ~550 TL. [H]. Favignana, Isole Egadi, Sicilia. 29/05/1953. Peso superior a 1700 kg. Capturada en una almadraba, pero logró romper las redes y huir; fue rematada con una ametralladora por una grupo de militares. Su estómago contenía una buena cantidad de peces de gran talla, un atún de 15 kg, una lata de 5 kg y basura. Fig. 3. b. [De Maddalena & Heim, 2012]

Fig. 9:1. Seven Star Lake, Taiwán, 1997. 2.Deep Blue, Guadalupe, 2013. 3. Alberton, Prince Edward Island (Canadá). 4/08/1983. Foto de Jack Woolner tomada de la página del GEERG.

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🌊⛱¿Y no podría haber tiburones blancos por encima de los siete metros? 

Por poder, podría, pero no... hasta que se demuestre que si. En la literatura científica nos encontramos algunas referencias a ejemplares de siete a incluso diez metros que en muchos casos los propios autores consideran exageraciones difícilmente verificables y que, por tanto, invitan a tomar con la máxima cautela. Solo conozco un testimonio sorprendente y muy significativo. Lo tenéis un poco más abajo.
     A modo de curiosidad, he preparado una pequeña selección de algunas de estas referencias organizada en franjas de siete, ocho, nueve y hasta diez metros; solo incluye ejemplares capturados, no avistados:

🔵700 cm: Cuatro citas en Mallorca que no han podido ser contrastadas: una de un invierno en la década de los años veinte del pasado siglo, la segunda del 3/09/1927, la tercera del invierno de 1935 y una cuarta del invierno de 1965 [Morey et al., 2003]. Dos ejemplares en el Bósforo y otros dos en el Mármara [ambos, Kabasakal, 2003 y 2014]; >700 o 770 capturado en Kralijevika (Croacia) el 2/09/1934 [De Maddalena & Heim, 2012]; >700 capturado en Ganzirri, Sicilia el 9/03/1965 (?) [De Maddalena & Heim, 2012].

🔵800 cm: Dos ejemplares en el Bósforo, uno anterior a 1926 (unos 4500 kg: dos grandes atunes de 200 kg y un delfín grande encontrados en su estómago) y otro el 28/12/1958 [ambos, Kabasakal, 2014]; Grau-du-Roi (Francia), hacia 1934 [De Maddalena & Zuffa, 2008]; Port'Ercole, Italia, 1933-1934 [De Maddalena & Heim, 2012]; 800-1000, Piombino, Italia, 1886 (en su estómago encontraron el cuerpo entero de un marinero envuelto en lona y pesos de hierro). [De Maddalena & Heim, 2012].
     👉800-900 cm:🔍En 1982 el profesor Juan Antonio Moreno presenció el desembarco en Dakar (Senegal) de una hembra gigantesca de tiburón blanco. Los dueños del pez le impidieron tomar biometrías y fotografías, pero pudo hacer una estimación midiéndolo dos veces con sus pies. El resultado quita el hipo: entre 8 y 9 metros. Con honestidad científica, tratándose de una estimación, nunca incluyó esta observación en ninguno de sus trabajos, pero la conocemos gracias a otros biólogos que trataron con él, como De Maddalena y Barrull & Mate, 2002.

🔵>900 cm: 900 Captura en Canale di Montecristo, 20/07/1964 (en el estómago había una gaviota, un pequeño delfín en dos pedazos, un peluquín negro, una escoba y trozos de la ballena de la que se estaba alimentando en el momento de la captura); captura en Canale dell'Isola del Giglio el 22/07/1967. 900-1000 capturado en Marzamemi, Sicilia, el 23/08/1937; Scopello, Sicilia, con un peso de 3590 kg [todos, De Maddalena & Heim, 2012].
Fig. 10: 1. Mallorca, 1969. La foto procede de un excelente artículo de Damián Ramis publicado en Brisas, mayo de 1988: "Tiburones en Mallorca". 2. Ejemplar que posiblemente superaba los 5 m capturado accidentalmente en El Barril, México, en abril de 2012. Nunca fue medido. 3. Kin, Okinawa, 1985.

🔵10 m: Ejemplar de "alrededor de 10 m" y unos 2500 kg (quizás una hembra) capturado el 15/03/2008 en Sandun, China [elasmollet.org].

🔵Y para rematar la faena, De Maddalena & Heim (2012) recogen testimonios de ejemplares de 13,36 m (Scilla, Italia, 7/05/1883; el estómago contenía muchos huesos humanos, cráneo incluido, y prendas de ropa: un par de botas, tres zapatos, tres calcetines, un corpiño de lana y un par de calzoncillos) y hasta de 14 m (en Italia: canal de Piombino, 12/1876, golfo de Trieste, 6/1908 y Pizzo Calabro, 1930).

... y ahora, a soñar.

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BIBLIOGRAFÍA

—Barrull, Joan & Isabel Mate (2002). Tiburones del Mediterráneo. Arenys de Mar: Llibrería El Set-ciències.
—Christiansen, Header M., Victor Lin, Sho Tanaka, Anatoly Velikanov, Henry F. Mollet, Sabine P. Wintner, Sonja V. Fordham, Aaron T. Fisk & Nigel E. Hussey (2014). The Last Frontier: Catch Records of White Sharks (Carcharodon carcharias) in the Northwest Pacific Ocean. PLoS ONE 9(4): e94407. doi:10.1371/journal.pone.0094407.
—Cliff, G., L. J. V. Compagno, M. J. Smale, R. P. van der Elst & S. P. Wintner (2000). First records of white sharks, Carcharodon cacharias, from Mauritius, Zanzibar, Madagascar and Kenya. South African Journal of Science, 96: 365-367.
—Compagno, Leonard J. V. (2002). Sharks of the World. Volume 2: Bullhead, Mackerel and Carpet Sharks (Heterodontiformes, Lamniformes and Orectolobiformes). Roma: FAO.
—De Maddalena, Alessandro (2010). Lo squalo bianco nel Mediterraneo. Roma: Rivista Marittima, Supplemento junio 2010.
—De Maddalena, Alessandro (2014). Biologia dello squalo biancho. Milan: Magenes Editoriale.
—De Maddalena, Alessandro, Olivier Glaizot & Guy Oliver (2003). On the Great White Shark, Carcharodon carcharias (Linnaeus, 1758), preserved in the Museum of Zoology in Lausanne. Marine Life, 13 (1-2): 53-59.
—De Maddalena, Alessandro & Walter Heim (2012). Mediterranean Great White Sharks. A Comprehensive Study Including All Recorded Sightings. Jefferson: McFarland & Co.
—De Maddalena, Alessandro & Marco Zuffa (2008). Historical and contemporary presence of the great white shark, Carcharodon carcharias (Linnaeus, 1758), along the Mediterranean coast of France. Bolletino del Museo Civico di Storia Naturale de Venezia 59: 81-94.
—De Maddalena, Alessandro, Marco Zuffa, Lovrenc Lipej & Antonio Celona (2001). An analysis of the photographic evidences of the largest great white sharks, Carcharodon carcharias (Linnaeus, 1758), captured in the Mediterranean sea with considerations about the maximum size of the species. Annales, Series Historia Naturalis 11 (2): 193-206.
—Ellis, Richard & John McCosker (1991). Great White Shark. Stanford: Stanford University Press.
—Fahmi & Dharmadi (2012). First confirmed record of the white shark Carcharodon carcharias (Lamniformes: Lamnidae) from Indonesia. Marine Biodiversity Records 7, e53. doi:10.1057/S1755267214000414.
—Kabasakal, Hakan (2003). Historical records of the great white shark, Carcharodon carcharias (Linnaeus, 1758) (Lamniformes: Lamniadae), from the sea of Marmara. Annales, Series Historia Naturalis 13 (2): 173-180
—Maliet, Vincent, Christian Reynaud & Christian Capapé (2013). Occurrence of great white shark, Carcharodon carcharias (Elasmobranchii: Lamniformes: Lamnidae), off Corsica (Northern Mediterranean): Historical and contemporary records. Acta Ichthyologica et Piscatoria 43(4): 323-326. doi: 10.3750/AIP2013.43.4.11
—Mollet, Henry, White Shark Summary Carcharodon carcharias (Linnaeus, 1758), en: www.elasmollet.org/Cc/Cc_list.html.
—Mollet, Henry F., Gregor M. Caillet, A. Peter Klimley, David A. Ebert, Antonio D. Testi & Leonard J. V. Compagno (1996). A Review of Length Validation Methods and Protocols to Measure Large White Sharks. En A. Peter Klimley & David G. Ainley (Eds.). Great White Sharks: The Biology of Carcharodon carcharias (pp. 91-108). San Diego: Academic Press.
—Morey, Gabriel, Martí Martínez, Enric Massutí & Joan Moranta (2003). The occurrence of white sharks, Carcharodon carcharias, around the Balearic Islands (western Mediterranean Sea). Environmental Biology of Fishes 68: 425-432.
—Nakano, Hideki & Kazuhiro Nakaya (1987). Records of the White Shark Carcharodon carcharias from Hokkaido, Japan. Japanese Journal of Ichthyology, vol. 33, nº 4.
—Nakaya, Kazuhiro (1994). Distribution of White Sharks in Japanese Waters. Fisheries Science 60(5): 515-518.
—Saïdi, Béchir, Mohamed N. Bradaï, Abderrahman Bouaïn, Olivier Guélorget & Christian Capapé (2005). Capture of a pregnant female white shark, Carcharodon carcharias (Lamnidae) in the Gulf of Gabès (southern Tunisia, central Mediterranean) with comments on oophagy in sharks. Cybium 29(3): 303-307.
—Soldo, Alen & Jakov Dulčić (2005). New record of a great white shark, Carcharodon carcharias (Lamnidae) from the eastern Adriatic Sea. Cybium 29(1): 89-90.
—Ushida, Senzo, Minoru Toda, Kazuyuki Teshima & Kazunari Yano (1996). Pregnant White Sharks and Full-Term Embryos from Japan. En A. Peter Klimley & David G. Ainley (Eds.). Great White Sharks: The Biology of Carcharodon carcharias (pp. 91-108). San Diego: Academic Press.
—Zaouali, Jeanne, Sihem Rafrafi-Nouira, Khadilla Ounifi-Ben Amor, Mohamed Mourad Ben Amor & Christian Capapé (2020). Capture of a large great white shark, Carcharodon carcharias (Lamnidae) from the Tunisian coast (central Mediterranean Sea): A historical and ichthyological event. Annales, Series Historia Naturalis 30(1): 9-14. doi:10.19233/ASHN.2020.02

Fig. 11: Izq. Hembra de 504 cm en inmovilidad tónica: le están instalando un transmisor acústico interno en aguas de Albany, Australia. No hace falta montar un show televisivo para hacer un buen trabajo científico. Fuente: abc.net.au. Dcha. Hembra capturada cerca de la Torre de la Doncella, en el Bósforo (Turquía), el 28/12/1965. Originalmente reportada en 700 cm (Kabasakal, 2003) pero estimada en torno a los 600 cm por De Maddalena & Heim, 2012.

El cortejo del peregrino

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Foto: Irish Basking Shark Group (IBSG).

Hace unos días se publicaba un fantástico trabajo¹ que desvela el misterio de uno de los comportamientos más enigmáticos y sorprendentes de los tiburones peregrino (Cetorhinus maximus): las reuniones de decenas o incluso centenares de individuos que se pasan horas nadando en círculos sin un motivo aparente.

Este tipo de agregaciones no eran desconocidas para los científicos. Ya habían sido observadas en diversas ocasiones desde mediados del siglo pasado en varios puntos del Atlántico norte, fundamentalmente en su lado occidental (costa este de Canadá y los EEUU): grupos de hasta 1398² individuos que nadaban lentamente unos detrás de los otros, bien en hileras, bien en formación escalonada o formación echelon, trazando enormes anillos cerca de la superficie como un toscote corro infantil. Unas veces era evidente que los tiburones se estaban alimentando puesto que se les veía filtrando el agua con sus inmensas bocas abiertas y las aberturas branquiales desplegadas. Muchas otras veces, en cambio, no era así, no había señal de actividad trófica, con lo que se especulaba que podía tratarse de algún tipo de ceremonia de cortejo.

Se sabía que las zonas oceánicas de alta productividad constituyen un imán para estos grandes filtradores, que acuden a ellas en abundantes números para degustar su rica sopa de plancton, y se sospechaba que podían cumplir también una función social: propiciar el encuentro en torno a una mesa, utilizando un símil humano, de un puñado de individuos solitarios y esquivos durante el cual podrían conocerse para encontrar pareja. Sin embargo, no se podía ir más allá de la especulación sin contar con datos concretos. La gran mayoría de las observaciones eran superficiales (nunca mejor dicho), hechas desde un avión a baja o media altura, con lo que no era posible determinar correctamente la talla ni el sexo de los tiburones y conocer si eran adultos o no, dato indispensable para poder hablar de cortejo.

Captura del vídeo publicado por la MBA y el IBSG.

Pero esta vez sí se ha podido ir más allá. Un equipo formado por biólogos marinos de la Marine Biological Association y el Irish Basking Shark Group ha logrado mirar bajo la superficie y ver qué ocurre en el seno de esas impresionantes formaciones circulares. Y lo que han descubierto combinando imágenes de dron con grabaciones submarinas y observaciones directas es algo extraordinario, un mundo de una complejidad insospechada.

Una de las primeras cosas que observaron fue que esos anillos o discos giratorios que se veían desde el aire son en realidad estructuras tridimensionales sumamente dinámicas que tienen forma de rosquillas gigantes. Técnicamente los autores hablan de "toros sólidos". En geometría un toro es un tipo de superficie de revolución que se genera cuando una circunferencia se pone en rotación alrededor de un eje. Vamos, una rosquilla o, si lo preferís, un flotador gigante.

Izq. Imagen de dron. Fuente: S. Berrow (IBSG), en Sims et al., JFB, 2022. Dcha. Toro de anillo. Fuente: Encyklopedia PWN.

A lo largo de tres veranos entre agosto de 2016 y septiembre de 2021, los científicos lograron estudiar diecinueve toros formados a unos 6-20 km de la costa occidental de Irlanda, en la bahía de Galway, entre las islas de Aran y el estuario del Shannon. Tenían diámetros de entre 17-39 m y estaban formados por grupos de seis a veintitrés individuos distribuidos en capas verticales que podían llegar hasta los dieciséis metros de profundidad.

Todos sus integrantes eran adultos de ambos sexos con una longitud media de unos 730 cm (entre 540-950 cm), lo cual concuerda con las tallas de madurez observadas para el Cetorhinus, y ninguno estaba alimentándose pese a que había bastante zooplancton en el agua. En algún caso en la misma zona había ballenas jorobadas (Megaptera novaengliae), rorcuales aliblancos (Balaenoptera acutorostrata), atunes rojos (Thunnus thynnus), delfines comunes (Delphinus delphis) y numerosas aves marinas alimentándose de jureles (Trachurus trachurus) y espadines (Sprattus sprattus). 

Los tiburones se desplazaban muy lentamente, a menos de un metro por segundo, y siempre en un mismo sentido, horario o antihorario, indistintamente. Podían incluso invertir su sentido de giro en pocos minutos. Las grabaciones muestran como de pronto un ejemplar se separaba de su borde exterior, seguido por uno o varios compañeros, al poco rato se daba la vuelta y, siempre con el pequeño grupo detrás, regresaba al punto de partida, ahora nadando en sentido contrario; y en menos de un minuto el resto de los componentes del toro había cambiado de dirección. 
     Se pudo comprobar que los ejemplares próximos al centro del toro se desplazaban a menor velocidad que los situados en su borde exterior, lo que puede entenderse como una voluntad para mantener la natación en paralelo de los unos respecto de los otros.

Foto: Nick Pfeiffer (IBSG).

Y es que las observaciones revelaron como la estructura toroide de estos agrupamientos facilita extraordinariamente las interacciones rápidas entre individuos en constante movimiento. Los integrantes de un toro podían trasladarse de un lugar a otro mediante un breve acelerón, e interactuaban o se comunicaban entre si mediante una rica variedad de recursos kinésicos y proxémicos como la natación en paralelo, los contactos físicos de aleta con aleta o de aleta con cuerpo, ponerse de costado para mostrar la superficie ventral al vecino o vecinos que se acercaban por detrás, etc. No se detectó ninguna diferencia importante en el comportamiento de los machos y las hembras ni tampoco en su ubicación en el seno del grupo, a excepción del macho más pequeño, de 540 cm, que se mantuvo casi siempre en la zona interior. 

En algo más del 50% de los toros se observaron individuos saltando fuera del agua, algunos protagonizados por un macho —sus pterigópodos eran visibles desde la embarcación—, el famoso breaching. Ocurría sobre todo en los agrupamientos más numerosos. No es un porcentaje tan significativo que permita relacionar de forma directa o unívoca este comportamiento con el cortejo, como sostienen algunos científicos (mediante el breaching los machos competirían entre si y las hembras anunciarían que están receptivas). Puede tratarse, quizá, de algún tipo de sistema de comunicación que todavía hay que investigar (más información en El salto del Cetorhinus).

El estudio describe un comportamiento particularmente curioso e interesante que también implica a ellas y a ellos por igual. Imaginad: dos grandes tiburones de diferente sexo nadando en paralelo; uno de ellos se pone de lado mostrándole al otro su superficie ventral —sus genitales, cabe suponer—, y este comienza entonces a mover su cabeza repetidamente arriba y abajo, como si estuviese asintiendo, y levanta la cola. ¿No es extraordinario? En uno de los casos en que era la hembra quien asentía, el macho completó el giro lateral hasta ponerse en vertical y realizar una breve inmersión. Se desconoce si al final ella terminó yendo tras él... o viceversa.

Captura del vídeo publicado por la MBA y el IBSG.

Tomados en su conjunto, todo esta variedad de comportamientos parece apuntar inequívocamente a una complejo sistema de cortejo. Los toros funcionarían de este modo como una plataforma de citas rápidas o speed dating, como dicen los autores: los participantes llegan, se buscan, se observan, se reconocen, se exhiben y se ofrecen con la finalidad de encontrar una pareja³. En una ocasión los biólogos pudieron observar como una hembra pasaba por debajo de un gran macho rozándole —¿frotándole?— los pterigópodos con la dorsal, una invitación cuyo desenlace, si lo hubo —que ojalá si, y de los gustosos—, ocurrió lejos de sus cámaras. Un dato interesante es que los machos grandes tendían a asociarse con la hembra de mayor tamaño. Uno de ellos fue visto nadando bajo las hembras de su grupo, pasando cerca de sus cloacas, posiblemente en busca de señales químicas que informasen de su disponibilidad.

Otro dato particularmente interesante que ayuda a reforzar la teoría del cortejo es que en un amplio porcentaje las hembras resulta que tenían un tono de color más claro que los machos. Los cambios o variaciones de color durante el cortejo y apareamiento han sido detectados en otras especies de tiburón como los nodrizas (Ginglymostoma cirratum) y los tiburones toro (Carcharias taurus).

En ninguno de los toros se puso observar nada parecido a una cópula. Tal vez estas tienen lugar en aguas profundas, fuera de la mirada de los científicos. Quién sabe. Aunque sí se detectaron abrasiones y marcas recientes de mordiscos en las aletas pectorales de algunas hembras, así como abrasiones en los pterigópodos de algunos machos, que parecen indicios de una reciente cópula o intento de cópula. 

Izq. Fotografía en la que se aprecia la coloración más clara de las hembras (F) en comparación con la de los machos (Fuente: Sims et al., JFB, 2022). Decha. Captura del vídeo publicado por la MBA y el IBSG.

Estas grandes rosquillas, flotadores o toros de tiburones peregrino sin actividad trófica se han detectado siempre hacia finales del verano, entre los meses de agosto y septiembre, en los márgenes fríos de frentes oceánicos próximos a la costa, una vez que las agregaciones que se forman al comienzo de la primavera en estas zonas de alta productividad han saciado su hambre de zooplancton. A menudo había varios toros visibles en la misma zona separados por apenas unos pocos kilómetros. El 28 de agosto del 2021 observaron nada menos que siete, más seis individuos y dos parejas desplazándose entre ellos. 

Los toros se forman a partir de grupos de seis o más ejemplares que nadan próximos entre si en fila india o en formación escalonada, cuando el individuo o individuos que van en cabeza completan el giro para situarse próximos a la cola de los que cierran el grupo. En algunos casos, durante este proceso se han observado ejemplares que nadaban con la boca abierta, o sea, alimentándose; pero una vez formado el toro, todo comportamiento alimentario cesó.

Todo ello viene a corroborar la hipótesis inicial. Los grandes eventos gastronómicos marinos despiertan el instinto reproductor de sus participantes dando lugar a este tipo de ceremoniosos bailes de sociedad a los que nuestros magníficos gigantones se entregan durante horas. Constituyen una oportunidad preciosa para encontrar pareja antes de regresar a la inmensa soledad del océano.

Captura del vídeo publicado por la MBA y el IBSG.

Este extraordinario trabajo es el primer estudio que analiza en detalle la naturaleza de estos especiales agrupamientos de peregrinos; es también la primera vez que se observan en este lado del Atlántico norte. Sus implicaciones a la hora de pensar estrategias para la recuperación de la especie, sujeta a una fortísima presión pesquera durante la primera mitad del siglo XX de la que todavía no se ha podido recuperar, son enormes. Ahora ya conocemos la finalidad de esos toros, sabemos cuándo y dónde suelen tener lugar. Gracias a esta información, podemos diseñar medidas de protección más eficaces que eviten capturas accidentales, colisiones con buques, y sirvan para paliar cualquier otra perturbación ambiental antropogénica que pueda alterar estos toros, rosquillas o flotadores de Cetorhinus.

Según los últimos datos de la IUCN, el peregrino se encuentra En peligro a nivel global. Solo las poblaciones atlánticas europeas muestran ciertos signos de estabilidad. En el resto del mundo continúan en descenso.

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¹David W. Sims, Simon D. Berrow, Ken M. O'Sullivan, Nicholas J. Pfeiffer, Richard Collins, Kev L. Smith, Brianna M. Pfeiffer, Paul Connery, Shane Wasik, Lois Flounders, Nuno Queiroz, Nicolas E. Humphries, Freya C. Womersley & Emily J. Southall (2022). Circles in the sea: annual courtship "torus" behaviour of basking sharks Cetorhinus maximus identified in the eastern North Atlantic Ocean. Journal of Fish Biology, 1-22. https://doi.org/10.1111/jfb.15187

²Esta espectacular agregación fue detectada el tres de noviembre de 2013 frente a la costa oriental norteamericana, al sur de Nueva Inglaterra: había ejemplares alimentándose, otros pegando saltos, otros nadando en formación echelon... Impresionante. Véase L. M. Crowe, O. O'Brien, T. H. Curtis, S. M. Leiter, R. D. Kenney, P. Duley & S. D. Kraus (2018). Characterization of large basking shark Cetorhinus maximus aggregations in the Western North Atlantic Ocean. Journal of Fish Biology, 92. 1371-1384. https://doi.org/10.1111/jfb.13592

³Muchos seres humanos, aparentemente más sofisticados que los tiburones, hacen cosas parecidas, pero buscando el espectáculo: ellos y ellas, ellas y ellos, se reúnen, bien disfrazados y tatuados, delante de decenas de cámaras de televisión para exhibirse ante miles y miles de congéneres mostrando sus fortalezas y sus técnicas para acceder a la cópula y, a la vez, desalentar a posibles competidores/as. A algunas personas el espectáculo les gusta; a otras, les produce una profunda desesperanza.


El temible Scymnodon ringens

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Scymnodon ringens. Foto: Juan Carlos Arronte, IEO de Santander.

Cuando alguien me pregunta qué es lo que tienen los tiburones de profundidad, que tan embobado estoy con ellos, a veces no sé qué explicar ni cómo, así que recurro a fotografías como la que encabeza este pequeño artículo (y las que siguen). Y ya no hacen falta más palabras ("¿Que qué tienen? Tú mira esto."). Lo que veis es una bruja (Scymnodon ringens), uno de los tiburones de aspecto más inquietante y turbador que tenemos en nuestro mar profundo.

La bruja es un escualiforme de la familia Somniosidae, a la que pertenecen especies tan extraordinarias como la pailona (Centroscymnus coelolepis), que habiéndose encontrado a casi 3700 m ostenta uno de los récords de profundidad en el mundo de los tiburones, y algunos de los más grandes depredadores de aguas profundas, como el colosal tiburón de Groenlandia (Somniosus microcephalus), que puede llegar a medir más de 6 m. Somniosidae es un término latino que significa 'somnoliento', 'lento', tal vez porque algunos de los miembros más grandes de la familia se mueven muy lentamente y reaccionan con aparente pesadez o apatía cuando se los pesca (aunque ciertamente el Scymnodon mucha pinta de somnoliento no tiene).

Foto: Juan Carlos Arronte, IEO de Santander.

Estamos ante un poderoso depredador de hábitos demersales. Su vida transcurre ligada a los fondos del talud continental sobre todo entre los 500 y los 1500 m, cuya inmensidad recorre con tenaz constancia en busca de presas a las que es capaz de despedazar con esa espeluznante dentadura que la evolución le ha regalado. Tiene un corpachón recio rematado en una cabeza ancha y robusta y cubierto por una áspera armadura de fuertes dentículos dérmicos. Cuenta, además, con dos cortas espinas al comienzo de cada una de las dorsales, que le sirven de protección en caso de que a algún bicho grande le diese por intentar alguna sorpresa viniendo desde arriba. Una criatura temible para presas y depredadores.

Su nombre científico es un compuesto de las voces griegas scymnus'cachorro', históricamente utilizada para referirse a tiburones de pequeño tamaño como las mielgas, y odontus'diente', en alusión al tamaño de los dientes inferiores; el nombre específico ringens es latino y significa 'enorme, muy abierto', en una evidente referencia a la boca. Parafraseando: pequeño tiburón de formidables dientes y enorme boca. Descripción atinada donde las haya. No hay más que mirar las fotografías de abajo.

Izq. Foto: Gonzalo Mucientes. Dcha: Foto: Maialen Galina Gaiton.

Los dientes superiores, relativamente pequeños, son lanceolados y están inclinados hacia atrás, preparados para ensartar e inmobilizar a sus presas. Los dientes inferiores, muy altos, anchos, de punta triangular y tremendamente afilados, están imbricados formando una hilera que, como una sierra, puede trocear casi cualquier cosa que se les ponga delante. Por eso la bruja se conoce en inglés con el sugerente nombre de knifetooth shark, 'tiburón dientes de cuchillo'.

Con este tiburón ocurre como con tantas otras especies de profundidad, que no sabemos casi nada ni de sus costumbres ni de su biología, lo que contribuye, junto con su aspecto, a que nos resulten todavía más misteriosos y fascinantes. No obstante, el tremendo y eficaz arsenal que acabamos de describir, encajado además en una boca de potente musculatura, hace pensar que el Scymnodon es un cazador activo y enérgico capaz de atreverse con presas de gran tamaño. Su dieta, a tenor de los contenidos estomacales observados, se compone de peces óseos, cefalópodos y diversos crustáceos del fondo. 

El color negro uniforme de su librea le sirve al Scymnodon para fundirse en la perpetua oscuridad del mar profundo desde la cual puede acechar a sus presas y evitar a sus depredadores. A partir de los 200 m la luz del sol disminuye drásticamente hasta convertirse en un exiguo pulso de radiación electromagnética apenas perceptible. A partir de los 1000 m la oscuridad es ya absoluta. Estamos en la zona crepuscular o mesopelágica del océano, un lugar hostil, helado, sometido a una presión brutal y donde el alimento no es muy abundante (sin luz no hay fotosíntesis y por tanto plantas ni organismos que se alimentan de ellas). Sin embargo, contrariamente a lo que pueda parecer, este inmenso ecosistema está repleto de vida, de infinidad de criaturas que luchan por subsistir y perpertuar sus genes, por comer mientras procuran no ser comidos. 

Foto: Juan Carlos Arronte, IEO de Santander.

Un lugar extremo exige también adaptaciones especiales. Una de las más asombrosas para nosotros son los ojos. Los tiburones mesopelágicos como el Scymnodon poseen grandes ojos redondos y brillantes, con ese alucinante color verde fosforito o amarillo verdoso que veis en las fotos, que nos resulta tanto más inquietante cuanto contrasta con el color normalmente oscuro de su piel. Esto denota que son ojos de una prodigiosa sensibilidad: han sido diseñados por la evolución para captar el más mínimo destello de luz, tanto la ambiental, escasa o practicamente inexistente, como la emitida por sus posibles víctimas. Porque, a falta de sol, el mar profundo está repleto de millones de criaturas que generan su propia luz¹.

Estos ojos de los tiburones de profundidad presentan una gran pupila circular con un iris de poca mobilidad, lo cual tiene su lógica: por un lado, una pupila grande permite la entrada de la mayor cantidad posible de la escasísima luz que pueda haber a esas profundidades; por el otro, dado que los niveles de irradiación son constantes (a diferencia de la superficie, donde hay grandes fluctuaciones entre el día y la noche), no hay necesidad de regular constantemente su flujo de entrada.
     La retina es extraordinariamente sensible. Los bastoncillos que abarrotan su superficie están cubiertos de potentes pigmentos fotosensibles preparados para captar las longitudes de onda que predominan a esas profundidades, las del espectro del azul².
     Y para rematar, los tiburones, como muchos otros animales, tienen tras la retina una especie de capa reflectante formada por cristales de guanina que devuelve aquellos resquicios de luz que no han sido absorbidos por sus fotorreceptores. Es el llamado tapetum lucidum ('tapiz brillante'), el responsable de que, por ejemplo, los ojos de animales como los búhos, los linces o los gatos brillen con tanta intensidad por la noche por muy escasa que sea la luz que les llega. Pues bien, se dice que los ojos de estos tiburones son al menos dos veces más sensibles que los de los gatos.

Foto: Gonzalo Mucientes.

La bruja o "tiburón dientes de cuchillo" puede llegar a medir alrededor de 110 cm. Es un auténtico lujo saber que forma parte de nuestro ecosistema de aguas profundas. Solo ha sido registrado en esta parte del Atlántico oriental, desde Escocia hasta Senegal, con alguna cita aislada en Nueva Zelanda.

¡Cómo no vamos a sentirnos fascinados por los tiburones de profundidad!

👉Para saber más (todo lo poco más que se puede saber):Bruja (Scymnodon ringens).

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¹A este respecto, me permito recomendaros un estupendo libro publicado hace poco (es del 2021) titulado precisamente The Brilliant Abyss. True Tales of Exploring the Deep Sea, Discovering Hidden Life and Selling the Seabed, de la bióloga marina Helen Scales. Está publicado por Bloomsbury Sigma. Por desgracia creo que todavía no se ha traducido al castellano.

²Peter A. Klimley (2013). The Biology of Sharks and Rays. The University of Chicago Press, Chicago. 

Cutre Shark: Diez de las más delirantes (y cutres) películas de tiburones

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El aterrador tiburón poseído de Shark Exorcist (2015).

Si eres de los que siempre han pensado que Sharknado resulta demasiado realista, que incluso costó trabajo convencerte de que no era una peli de Ken Loach, esta selección de obras maestras del séptimo arte es la tuya. Efectos digitales cutres hasta el desvarío, actores (?) a los que no conocen ni en su casa (si la tienen), tramas delirantes, cientos de cabezas, brazos, patas y vísceras arrancadas y/o trituradas entre gruñidos de tiburón, litros reales de mermelada de fresa aguada, y alaridos de dolor y espanto.

Existen centenares de cutre-películas de tiburones con las que se podrían confeccionar muchas listas como esta con arreglo al más variado tipo de criterios. Como es obvio teniendo en cuenta las fechas en las que estamos, me he centrado en aquellas donde intervienen elementos del más allá combinados con elementos del más acá: espíritus del mal y pescadores deportivos de tendencias sádicas, criaturas diabólicas y sheriffs del condado, zombies y labriegos de Kentucky, grutas submarinas encantadas y verdes prados con vacas, nazis malignos y agentes del FBI, playas y lanchas repletas de chavalas en bikini y chavales en boxer o fardahuevos, campos de maíz y laboratorios secretos del gobierno, monjas demoniacas y científicos muñones, maldiciones bíblicas, islas paradisíacas, vampiros... y algún tiburón. Gloria bendita.

El objetivo de este cutre artículo y esta cutre lista es doble: por un lado, aportar unos cuantos barriles de alpiste estético y leña temática a estas celebraciones de Halloween o Samaín, o lo que sea que uséis como excusa para desconectar de una realidad a veces tan desoladora. Por el otro, introducir un pequeño paréntesis humorístico que, después de diez años, no viene mal para este blog.

Vamos allá.

Los dibujos de las carátulas son lo más realista que vais a encontrar en las películas.

1. Sky Sharks. Alemania. 2020. 101 minutos. Dirección: Marc Fehse. Reparto: Cary-Hiroyuki Tagawa, Naomi Grossman, Tony Rod, etc. Una expedición geológica al Ártico descubre casualmente (así son los grandes hallazgos) un laboratorio alemán de finales de la II Guerra Mundial donde los nazis habían estado desarrollando en secreto un arma poderosísima, devastadora, terrible y muy malvada con el objetivo de destruir y dominar el mundo. Como era de esperar, los científicos acaban activándola sin querer, despertando ejércitos de zombies nazis (superhombres manipulados genéticamente) que teledirigen e incluso cabalgan super tiburones zombis voladores, también manipulados genéticamente y también nazis, que atacan todo cuanto surca los cielos y todo cuanto camina, se arrastra o fornica por debajo de ellos. Peeeero, la solución viene de la mano de un equipo de soldados norteamericanos caídos en Vietnam, no exactamente zombies, sino resucitados, los Dead Flesh Four. La película está cargada de cutre efectos digitales y mucho, muchísimo gore, con un interesante punto de humor negro. Un delirio surgido de alguna noche de calenturas neuronales y, posiblemente, alucinógenos. Tecnología y diseño alemanes que solo podían tener este merecidísimo primer puesto en la lista.

2. Sharkula. EEUU. 2022. 71 minutos. Dirección: Mark Polonia. Reparto: Jeff Kirkendall, Kyle Rappaport, Titus Himmelberger, etc. El juego de palabras del título es tan evidente como poco serio porque te destroza la película antes de verla, y eso da mucha rabia. La leyenda de Drácula ("Un hombre con una capa, ojos penetrantes y que habla con acento") se mantiene viva (es una forma de decirlo) en un turístico pueblo costero de los EEUU, que de pronto se ve amenazado por un tiburón vampiro ("pez diablo de las aguas") que resulta que viene ultraconectado con el Conde (esto puede pareceros obvio, pero si lo pensáis no lo es tanto), etc. Este, a su vez  vive rodeado de unos vampirozombies o zombivampiros particularmente cutres que quieren acabar con todos los habitantes de la zona y también, si es posible, con el resto del mundo. Unos estudiantes con aspecto de jubilados de la tuna compostelana tras 25 años de servicio llegan casualmente al pueblo para, según aseguran, preparar una tesis. Ellos serán los encargados de arreglar la situación (claro, son universitarios). Menos mal que Bram Stoker no puede levantar la cabeza ... ¿O si? En cutrez debería ocupar el primer puesto de la lista.

1. Espeluznante ataque en un maizal (y luego aquí hay gente que se queja de los jabalíes) en Sharks of the Corn.  2. Como bien pone de manifiesto Zombie Shark, uno de los mayores problemas de los tiburones zombies es que no hay dios que los mate. Es cosa de especialistas, no se puede dejar en la mano de cualquiera. 3. El espectro vengador de Ghost Shark en pleno ataque.

3. Shark Exorcist. EEUU. 2015. 71 minutos. Dirección: Donald Farmer. Reparto: Angela Kerecz, Channing Dodson, Bobby Kerecz, etc. El título lo dice todo y el subtítulo todo y un poco más: "Satán tiene mandíbulas". Un joven y aguerrido sacerdote de los de sotana y alzacuellos se enfrenta al mismísimo diablo con mandíbulas. Y todo por culpa de una monja puñetera, demoniaca, rencorosa y tan ruin que no se le ocurre otra cosa que invocar al demonio para que posea el cuerpo de un tiburón asesino con el solo objetivo de vengarse de la humanidad (no se entiende muy bien por qué quiere vengarse, pero tampoco importa mucho) y traerle todo el mal posible devorando chavalas en bikini. Alguien debería investigar algún día por qué las monjas les tienen tanta tirria a los bikinis, porque en la peli tampoco se explica. Claramente deudora del neorrealismo italiano, las malas lenguas aseguran que lo más caro de la producción fue la cámara que tomaron prestada para rodarla. También se dice en los corrillos más frikis que hubo un crowdfunding para una secuela que ignoro si llegó a materializarse.

4. Ghost Shark. EEUU. 2013. 87 minutos. Dirección: Griff Furst. Reparto: Mackenzie Rosman, Richard Moll, Robert Aberdeen, etc. A ver, el punto de partida de este subproducto para televisión no está tan mal: un pescador deportivo y su hija torturan con saña y matan miserablemente a un tiburón blanco que creen que les ha comido la pesca. El cadáver del animal se hunde hasta una cueva submarina que resulta que está encantada y donde resucita transformado en un sanguinario espíritu que no solo vuelve para vengarse de sus asesinos, sino de todo cristo viviente. Lo más interesante es que el tiburón fantasma ataca con pasmosa brutalidad en cualquier lugar donde haya algo de agua: piscinas, charcas, cañerías, un vaso de agua... ¡la lluvia! Es salvaje y muy graciosa.
     Como es natural, hay una secuela, Ghost Shark 2: Urban Jaws (Nueva Zelanda. 2015. 76 minutos. Dirección: Johnny Hall & Andrew Todd. Reparto: Campbell Cooley, Johnny Hall, Steve Austin, etc.), que no tiene nada que ver con ella, pero no importa. Un espíritu maligno con forma de tiburón decide atacar Auckland, y su alcalde lo que hace es llamar a un cazador de tiburones fantasma para que se ocupe. Esto se llama eficacia. No se le ocurren cosas como agarrar al monstruo, envolverlo en lucecitas de navidad y exponerlo junto al Corte Inglés para salir en el telediario. En absoluto. Siendo un espíritu maligno, lo que hay que hacer es matarlo como dios manda y listo. Qué envidia dan los pueblos con gestores de este nivel de seriedad y eficiciencia.

1 y 2. La escalofriante criatura de Sharkenstein. 3. Superhombres zombies nazis a lomos de tiburones zombies nazis en la tremebunda Sky Shark. 4. Uno de los mayores problemas de los espectros de tiburón asesino es que no se limitan a matar en el mar o cerca de él, sino que es fácil que se desmanden y se atrevan también con las piscinas de tierra adentro, como vemos en esta escena de Ouija Shark, en la que también podemos constatar que la tipa que está a punto de ser devorada no tiene nada que ver con la chavala que pintan en la carátula.

5. Toxic Shark. EEUU. 2017. 87 minutos. Dirección: Cole Sharpe. Reparto: Kabby Borders, Eric Etebari, Christina Masterson, etc. El océano está cada vez más contaminado por sustancias peligrosísimas, lo que puede traer consecuencias no muy deseadas para las personas. Esta película es un buen ejemplo de ello. En las aguas que rodean un resort para jóvenes solteros ubicado en algún lugar de Costa Rica habita un tiburón mutante asesino (y menudo tiburón mutante asesino), un perverso engendro que, debido a espantosas mutaciones genéticas provocadas por las elevadas concentraciones de arsénico, es capaz de matar dentro y fuera del mar, aunque, a diferencia de otros engendros asesinos, sin necesidad de salirse de él. Resulta que en la superficie dorsal, más o menos a la altura de la cabeza, al bicho le ha salido una prolongación, una especie de pitocho (en el cartel de la película se ve muy bien), desde la que dispara chorros de un engrudo verdoso que convierte a las personas en hambrientos muertos vivientes que se lían a dentelladas con sus semejantes. Ahí es nada. 

6. Zombie Shark. EEUU. 2015. 86 minutos. Dirección: Misty Talley. Reparto: Becky Andrews, Ross Britz, Carter Burch, etc. Unas chicas se van de escapada de fin de semana a una isla... donde se encuentran un banco de tiburones zombies producto (¿hace falta decirlo?) de un experimento militar secreto del gobierno. Siendo zombies, logicamente resulta dificilísimo exterminarlos, porque no dan muerto por mucho que les dispares o les claves cosas. Las niñas contratan a un pistolero a sueldo para ver qué se puede hacer. Al equipo se suma una científica que consigue no reírse durante el tiempo que aparece en escena. Ciencia y pistolas se unen para evitar que el mal termine con todo bicho viviente en la isla. Maravillosa y sincera.

7. Sharkenstein. EEUU. 2016. 85 minutos. Dirección: Mark Polonia. Reparto: Greta Volkova, Titus Himmelberger, Jeff Kirkendall, etc. De nuevo el dichoso juego de palabras. Qué manía estúpida esta de querer romper la intriga antes de darle al play solo para hacerse el ingenioso. En fin. En un diabólico y nunca visto experimento biológico (otro), unos científicos nazis (otros) construyeron, al final de la II Guerra Mundial, un tiburón super mortífero y super asesino a partir de órganos humanos y de cachos de los tiburones más sanguinarios que ha habido. La diabólica y cutrísima criatura reaparece sesenta años después en un turístico pueblo costero. Por su estructura y motor, el bicho está preparado para matar tanto en el mar como en tierra (eficacia alemana): bañistas y vacas, todo lo que encuentra. Cabe valorar que algunos actores consiguen aguantarse la risa a lo largo de la hora y pico que dura este engendro. Cibercutreactualización de una de las grandes obras del romanticismo inglés. 

8Ouija Shark. EEUU, 2020. 81 minutos. Dirección: Brett Kelly. Reparto: John Migliore, Zoe Towne, Peter Whittaker, etc. Unos jóvenes con un criterio tan exiguo como sus bikinis encuentran el tablero de una güija en la orilla y no se les ocurre otra idea que empezar a jugar con él. Como es natural, lo que convocan no es al espíritu de la abuela, sino el de un terrible tiburón espectral que se los quiere comer, a todos estos (que sería lo natural), pero también al resto del mundo (que no tenemos culpa ninguna). Para intentar arreglarlo esta gente recurre a un ocultista.
     Si alguien se queda con ganas, que sepáis que existe una segunda parte, en la que el bicho maléfico vuelve con más potencia y más ganas de enredar, lo que a su vez obliga al protagonista a emplearse más a fondo en un tour de force digno de los más épicos personajes de John Ford: Ouija Shark II. Canadá, 2022. 82 minutos. Dirección: John Migliore. Reparto: John Migliore, Deborah Jayne Reylly Smith, Kylie Gough, etc. Se ve que John Migliore, haciendo honor a su apellido, se toma en serio su trabajo.

1. El tiburón zombi de Zombie Shark lanzando un chorro de engrudo ácido. 2. Si el espectro de Ouija Shark 1 era devastador, el de Ouija Shark 2 ni os cuento (la imagen, impactante como pocas, habla por si misma). 3. El inefable Jeff Kirkendall, fijo en todas las películas de Mark Polonia, haciendo de Drácula mientras invita al Sharkula a ocuparse de una joven. 3. El espíritu bíblico-diabólico de Noah's Shark prendiendo cual llama del infierno.

9. Noah's Shark. EEUU. 2021. 71 minutos. Dirección: Mark Polonia. Reparto: Jeff Kirkendall, Jamie Morgan, Titus Himmelberger, etc. Haciendo otro ingeniosísimo juego de palabras con Noah's Arc intraducible al español ("El carca de Noé", por ejemplo, suena bien, pero no se ajusta al contenido). Un telepredicador emprende con un equipo de rodaje tipo Discovery Channel la búsqueda del arca de Noé. Pero hete aquí que esta está protegida por una maldición bíblica encarnada en un terrible y super cutre tiburón prehistórico que no tardará en ponerse a dar cuenta de los cutre intrusos con la mayor saña y crueldad. En la trama hay otros elementos inquietantes que no he sabido descifrar.

10. Sharks of the Corn. EEUU. 2021. 105 minutos. Dirección: Tim Ritter. Reparto: Shannon Stockin, Ford Windstar, Steve Guynn, etc. Pues si. El título no engaña: tiburones blancos que atacan entre los campos de maíz de Druid Hills, Kentucky. Luego aquí los paisanos se quejan del jabalí. Es una peli exigente a nivel estructural, con una trama poliédrica que combina la historia de un asesino en serie que mata con mandíbulas de tiburón con una maldición de algún modo relacionada con una secta satánica liderada por una sacerdotisa malvada cuyos miembros usan capuchones y pasamontañas cutrísimos con forma de tiburón. Los personajes tienen nombres relacionados con actores y equipo técnico de Tiburón, la obra maestra de Spielberg. Es graciosa. 

Hala. Y ahora a disfrutar procurando no vomitar sobre el vecino.

BONUS TRACKS. Si ya habéis vomitado lo suficiente y os vuelve a entrar el hambre, permitidme dos películas más. La primera podría haberla añadido a la lista anterior, pero es que no salen tiburones de verdad, ni siquiera en versión espectral, sino en pesadilla. Se trata de Nightmare Shark (en castellano "La maldición de la bruja del sueño"), de 2018, dirigida por Griff Furst: supervivientes de ataques de tiburón acosados en sus sueños por un tiburón sobrenatural.

La segunda es otro subproducto para TV y muy apta para anticiparnos vomitivamente a la próxima gran celebración, la navidad. Es también del 2018 y también de Syfy: Santa Jaws. Dirigida por Mitsy Talley y protagonizada por gente que no conoce ni dios, viene con moraleja. Cuidado cuando deseéis que vuestra familia desaparezca y os deje pasar las navidades en paz, sobre todo si vivís en la costa. Al protagonista de la peli el deseo se le cumple, y de qué manera. Tibu Noel, con su gorra de Santa Claus en la dorsal y su cuerpo decorado con luces de navidad (encendidas), termina masacrando a los suyos. Es muy graciosa. 

1. Primer ataque de espectro de tiburón asesino jamás registrado en un vaso de agua. En Ghost Shark. 2. El tiburón de pesadilla en Nightmare Shark. 3 y 4. Tibu Noel con su gorro en la dorsal y su decoración navideña encargándose de familiares no deseados.

DEDICADO A LA GENTE BONITA Y FRIKI DEL FORO BLOGTIBURONES con quienes tanto he aprendido y tanto me he reído a lo largo de estos años (seguimos haciéndolo): Mireia, Joseclón, Fri (quien me pasó algunos enlaces), Dave, Tricky, Mako, Miguel... y el gran Rafa, que nunca deja de estar aquí con nosotros.

"Ho, ho, ho... you son of a fish!" Otro jueguecito de palabras intraducible ("Jo, jo, jo... hijo de trucha" (?)).


Pesca sostenible de tiburones: Un cuento chino (I)

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Aletas recién cortadas. Lonja de Vigo. Naturalmente, se trata de una actividad legal, regulada.

La única forma de proteger de manera efectiva a los tiburones y las rayas es frenar su comercio y, por tanto, su pesca. Para ello deberían incluirse en el Apéndice I del CITES (Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Flora y Fauna Silvestres), que recoge aquellas plantas y animales que se encuentran en serio peligro de extinción y cuyo comercio, por tanto, está severamente restringido y solo se autoriza en circunstancias muy excepcionales. Lo ideal sería, en cualquier caso, un acuerdo internacional vinculante para la recuperación y protección de la biodiversidad de los océanos.

Esta es la demoledora —y valiente— conclusión a la que han llegado los autores de un trabajo¹ recientemente publicado en la revista Sustainability, basado en una extensa y detallada revisión de la no menos extensa bibliografía sobre el tema de la pesca, el comercio y la conservación de tiburones y rayas. Su título es elocuente: Shark Fishing vs. Conservation, la pesca de tiburones contra su conservación. Y es que todos los datos analizados apuntan en una misma dirección: el número de elasmobranquios (tiburones y rayas) que se encuentran en situación crítica es cada vez mayor. Las diversas políticas pesqueras que, con más o menos buenas y/o sinceras intenciones, se han puesto en marcha para alcanzar la "sostenibilidad" de los recursos no han servido, en general, para mucho.

Como ya sabemos, la pesca del tiburón ha experimentado un salvaje incremento a nivel global impulsado por la letal combinación de dos factores: el auge absolutamente desproporcionado y fuera de control del comercio de aleta, propiciado por la monstruosa demanda procedente sobre todo de China (millones de consumidores pagando lo que sea por un producto que solo sirve para presumir ante sus millones de vecinos²), y la severa caída, cifrada en cerca del 90%, de las poblaciones de teleósteos tras décadas de sobrepesca por parte de las flotas industriales³ de todos los países, que vieron en la aleta una preciosa oportunidad para conseguir y/o aumentar ingresos. Con los océanos cada vez más vacíos, en vez de apostar por la recuperación de la biodiversidad perdida, numerosas pesquerías de todo el mundo se pusieron de pronto a pescar tiburones por primera vez. De ser, en general, una molestia, los tiburones fueron paulatinamente convirtiéndose en uno de los objetivos de pesca más lucrativos. La maldita sopa se paga a precio de oro.

Arriba. Izq. Stan Shea/IFAW. Dcha.: They Yomiuri Shimbun. Abajo. Izq.: South China Morning Post. Dcha.: Paul Hilton.

Primero fueron a por las especies pelágicas y oceánicas, cuyas aletas inundaban los mercados asiáticos en los primeros años de esta carnicería; luego fueron a por los tiburones costeros más pequeños... Ahora van a por todo lo que se mueva. Miles y miles de embarcaciones de pesca escudriñan cada día cualquier rincón del océano en busca de tiburones, algunas veces de forma más o menos controlada con arreglo a la legislación correspondiente —sobre todo cuando operan en países donde las inspecciones no funcionan—, pero muchas otras sin orden ni concierto, en una estúpida carrera hacia la nada. La mayor parte de las capturas ni siquiera están registradas y ya no digamos gestionadas. En los mercados asiáticos se encuentran muchísimas más toneladas de aleta que las oficialmente declaradas a los organismos pesqueros internacionales. 

Pocos dudan de que la pesca industrial es el principal motor de destrucción de la biodiversidad, con un impacto particularmente devastador en las poblaciones de tiburones, cuya biología reproductiva los hace en general altamente sensibles a la sobrepesca. Actualmente solo conservamos el 6% de los tiburones oceánicos y el 3% de los tropicales costeros que había a mediados del siglo XX, cuando se produjo su despegue, brutal y definitivo. Se calcula que a comienzos del siglo XXI los mares del planeta habían perdido alrededor del 90% de sus depredadores; el 80% solamente durante los quince primeros años de explotación industrial.

Izq. Procesado de tiburones en la lonja de Ketsenuma (Japón). Dcha. Miles de aletas puestas a secar en los tejados de Hong-Kong. Foto: Antony Dickson/AFP.
Típicamente, la pesca industrial tiene como resultado una fuerte caída de las capturas en un corto periodo de tiempo. En aguas europeas el caso del colapso del cailón (Lamna nasus) es bien conocido; su práctica eliminación en los años 60 dirigió el esfuerzo pesquero hacia el otro lado del Atlántico, hacia aguas norteamericanas, donde su biomasa fue prácticamente esquilmada en solo seis años. En el Pacífico, las capturas de jaquetón sedoso (Carcharhinus falciformis) han caído en un 92%; en el Golfo de México, las del jaquetón de ley o jaquetón oceánico de puntas blancas (Carcharhinus longimanus), en más del 99%. En la costa este norteamericana se han constatado caídas del 87% para el tiburón gris (Carcharhinus plumbeus), 93% para el jaquetón manchado (Carcharhinus limbatus), 97% para el tiburón tigre (Galeocerdo cuvier), 98% para la cornuda negra (Sphyrna lewini) y más del 99% para el jaquetón toro (Carcharhinus leucas), el jaquetón lobo (Carcharhinus obscurus) y la cornuda (Sphyrna zygaena). En Brasil, los informes sobre las pesquerías pelágicas han confirmado la desaparición de catorce especies de carcharhínidos entre 1977 y 1994. En los años 70 del pasado siglo, en el mar de la China Meridional se capturaban hasta 109 especies distintas de tiburón; en la actualidad, solo diecinueve. El mercado está ahora dominado por especies más pequeñas, el 65% de las cuales son inmaduras. La situación en los mares e islas del sudeste asiático es terrofífica: los elasmobranquios están siendo salvajemente eliminados sin ningún tipo de control y con escasos registros de capturas, por lo que resulta casi imposible estimar siquiera las pérdidas.

El Mediterráneo es un caso trágico. Desde los años 50, el arrastre ha conducido a la pérdida de dieciséis de treinta y una especies del mar Tirreno, seis de treinta y tres en el Adriático y aproximadamente el 50% en el golfo de León. Los pocos registros existentes confirman caídas de entre el 96 y el 99,99% de especies como los tiburones martillo (Sphyrna spp.), la tintorera (Prionace glauca), el marrajo (Isurus oxyrinchus), el cailón y el tiburón zorro (Alopias vulpinus). Nueve de las dieciséis especies actualmente desembarcadas en el Mare Nostrum están más amenazadas a nivel local que a nivel global, y entre el 53 y el 71% se encuentran en riesgo de extinción.

En 2019 las Naciones Unidas advertían de que más de un tercio de los tiburones y rayas conocidos se encontrarían en peligro de extinción en las próximas décadas; su último informe concluye que más de tres cuartas partes de los tiburones oceánicos se encuentran en este momento amenazados de extinción. Se calcula, en una estimación muy conservadora publicada en 2015, que cada año se pescan más de 100 millones de tiburones en todo el mundo (la horquilla está entre los 63 y los 273 millones).

¿Pesca sostenible? ¿Dónde queda eso? 

Aletas preparadas para su exportación desde Vigo.

Como veremos en la segunda parte, aunque la aleta es el principal motor del desastre, el tiburón tiene también otro elemento corporal sumamente valioso, el hígado, altamente rico en aceites muy apetecibles para la industria cosmética, que está llevando a la silenciosa desaparición de poblaciones enteras de especies de aguas profundas (se habla de "shark finning", pero también de "shark livering"). Y para completar la tragedia, existe un movimiento, auspicicado por las autoridades públicas, para introducir la carne de tiburón en la dieta de todo el mundo, tanto humanos como animales, de manera subrepticia y tramposa.
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¹Ila France Porcher & Brian W Darvell (2022). Shark Fishing vs. Conservation: Analysis and Synthesis. Sustainability 14, 9548. https://doi.org/10.3390/su14159548

²Los consumidores de la sopa de aleta están dispuestos a pagar lo que sea a costa de lo que sea por su producto de lujo. Conceptos como legalidad y sostenibilidad se los pasan por donde estáis pensando. En China, no obstante, cada vez son más las personas y grupos que luchan contra esta lacra mediante campañas de concienciación que están dando sus resultados.

³El advenimiento de la pesca industrial se produjo en Europa a finales del XIX con el desarrollo de las embarcaciones de vapor. Los barcos cada vez se hicieron más grandes y con mayor potencia, y podían alejarse cada vez más de la costa en busca de más posibilidades de pesca. Pero fue hacia mediados del siglo XX, tras la II Guerra Mundial, cuando la pesca industrial experimentó un crecimiento descomunal, con enormes buques factoría capaces de procesar el pescado a bordo y de permanecer muchos meses en la mar; barcos cada vez más potentes que iban incorporando además nuevas mejoras tecnológicas que les permitían multiplicar su ya de por si descomunal eficiencia. 


Clasificación de los tiburones

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Cabeza de una negra (Dalatias licha). Foto: Jérôme Mallefet.

Clasificar organismos consiste básicamente en agruparlos y ordenarlos con arreglo a un sistema de carácter jerárquico basado en sus relaciones de parentesco, en la filogenia. Hasta hace relativamente pocos años, aquello que permitía determinar afinidades y vínculos entre los diversos grupos o taxones, era, grosso modo, el estudio comparativo de caracteres morfológicos y anatómicos. Hoy el núcleo de este sistema es el análisis del ADN, propiciado por los grandes avances en la biología molecular. 

Cualquier clasificación es siempre provisional, en el sentido de que está constantemente sujeta a revisión y a eventuales modificaciones a medida que se avanza en el conocimiento, particularmente hoy en día, con el vertiginoso desarrollo de herramientas de investigación cada vez más potentes. Luego está también el criterio de los científicos, quienes deben decidir si tal o cual información es lo suficientemente sólida o pertinente como para justificar cualquier cambio. En esto de los tiburones tenemos un buen ejemplo en la familia Echinorhinidae, la de los tiburones de clavos. Algunos biólogos consideran que existen datos suficientes para encajarla en un orden propio, Echinorhiniformes, que es el modelo que seguimos aquí; otros, sin embargo, sostienen que esos mismos datos son demasiado endebles para respaldar un salto semejante, de modo que optan por mantenerla en el orden Squaliformes, donde siempre ha estado. En fin, los científicos son así, hay que quererlos. Sin ellos y sin los artistas, el universo sería un lugar más estúpido, triste y aburrido.

Tiburón blanco (Carcharodon carcharias). Foto: Andrew Fox.

CLASIFICACIÓN DE LOS TIBURONES

A la luz de lo anterior se entiende por qué es tan difícil encontrar un modelo único, definitivo, de clasificación de los tiburones (o de cualquier otro bicho). Si buscamos en la red encontraremos unos cuantos, lo cual puede resultar desconcertante o divertido según tengamos el día. En cualquier caso, las diferencias que los separan no suelen ser sustanciales. El que ofrecemos aquí es, por tanto, uno más. Las obras de referencia en que está basado se recogen en la bibliografía.
     Tal vez un buen punto de partida para todo lo que sigue es el artículo ¿Qué es un tiburón?

1. Phylum Chordata (del griego chordé, 'cuerda'). Conjunto de organismos del reino animal caracterizados por la presencia de una cuerda dorsal o notocorda, un tubo neural hueco, hendiduras branquiales y cola al menos en alguna etapa de su desarrollo embrionario. Este amplísimo grupo incluye las ascidias, los anfioxos, los mixinos, las sardinas, los reptiles, los buitres y los presidentes de clubes de fútbol.

2. Subphylum Vertebrata [=Craniata]¹. (del latín vertebrātus, 'vertebrado'). Animales con espina dorsal o columna vertebral compuesta de vértebras o esbozos de vértebras. Fuera de este grupo se quedan criaturas tan extrañas como los anfioxos y las ascidias.

3. Infraphylum Gnathostomata (del griego gnathos, 'mandíbula', y stóma, 'boca'). Vertebrados con mandíbulas. Este grupo incluye la mayor parte de los vertebrados actuales: peces, anfibios, reptiles, aves y mamíferos.

4. Superclase Chondrichthyes (del griego khóndros, 'cartílago' e ichthýs, 'pez'). Peces de esqueleto cartilaginoso. Incluye tres grupos o taxones: las quimeras, los tiburones y las rayas. Se divide en dos clases: Holocephali (del griego hólos, 'todo' y kephalé, 'cabeza'), a la que pertenecen las quimeras, y Elasmobranchii.

5. Clase Elasmobranchii (del griego elasmós, 'placa' y bránkia, 'branquias'). Peces de esqueleto cartilaginoso y 5-7 pares de aberturas branquiales abiertas al exterior sin ningún tipo de cubierta o protección. Esta clase la conforman dos grupos: los tiburones (infraclase Selachii), elasmobranquios con las aberturas branquiales en posición lateral, y las rayas (infraclase Batoidea), con las aberturas branquiales en posición ventral.

👉6. Infraclase Selachii (del griego selachos, 'pez cartilaginoso, tiburón').Tiburones propiamente dichos. Los estudios genéticos junto con una serie de caracteres anatómicos y morfológicos permite establecer dos grupos en esta infraclase: escualomorfos y galeomorfos.

7. Superorden Squalomorphii. Grupo muy heterogéneo de especies en general de aguas más frías y profundas que los galeomorfos. Entre otros caracteres, tienen en común la falta de aleta anal —excepto en el orden Hexanchiformes— y la suspensión mandibular orbitostílica (la mandíbula superior articula con el cráneo mediante un ligamento unido a la pared orbital), de nuevo, con la excepción de dos órdenes tan primitivos como los Hexanchiformes y, dentro de los galeomorfos, los Heterodontiformes, que presentan suspensión anfistílica: el palatocuadrado se une al cráneo en dos puntos (amphi, 'dos lados o partes'). Todas las especies de este superorden son vivíparas aplacentarias con saco vitelino y, en algunos casos, matrotrofia limitada (una vez agotado el contenido del saco, el embrión se alimenta de secreciones uterinas).

SQUALOMORPHI. 1. Echinorhiniformes: Echinorhinidae: Tiburón espinoso (Echinorhinus cookei). Foto: NOAA. 2. Squatiniformes: Squatinidae: Angelote (Squatina squatina). Foto: Krupskaya Narváez & Filip Osaer. 3. Squaliformes: Dalatiidae: Tiburón cigarro (Isistius brasiliensis). 4. Pristiophoriformes: Pristiophoridae: Tiburón sierra japonés (Pristiophorus japonicus). Foto: Ume-y (Wikipedia). 5. Hexanchiformes: Hexanchidae: Cañabota (Hexanchus griseus). Foto: NOAA.

▹Orden Hexanchiformes.
⸺Familia Chlamydoselachidae. ➢Tiburones anguila.
⸺Familia Hexanchidae. ➢Cañabotas.
▹Orden Echinorhiniformes.
⸺Familia Echinorhinidae. ➢Tiburones de clavos.
▹Orden Squaliformes. 👉 Claves de los Squaliformes.
⸺Familia Squalidae. ➢Mielgasgalludos.
⸺Familia Centrophoridae. ➢Quelvachos, viseras.
⸺Familia Etmopteridae. ➢Negrito, tollos, tollos luceros, melgachos.
⸺Familia Somniosidae. ➢Pailona, sapatas, brujasdormilones, tiburón de Groenlandia.
⸺Familia Oxynotidae. ➢Cerdos marinos.
⸺Familia Dalatiidae. ➢Negras, tiburones cigarro, tollos pigmeo.
▹Orden Squatiniformes.
⸺Familia Squatinidae. ➢Angelotes.
▹Orden Pristiophoriformes.
⸺Familia Pristiophoridae. ➢Tiburones sierra.

8. Superorden Galeomorphii. Grupo igualmente muy heterogénero de especies en general de aguas más someras y costeras que el anterior, excepto un par de familias de aguas profundas. Todas ellas presentan aleta anal. La suspensión mandibular es hiostílica (excepto en los Heterodontiformes): el palatocuadrado articula con el cráneo mediante un ligamente preorbital. El modo de reproducción es muy variado; va desde el más ancestral, el oviparismo, hasta el más evolucionado, el viviparismo placentario, pasando por el viviparismo aplacentario u ovoviviparismo con sus diversas modalidades, tales como la oofagia o la adelfofagia (tras agotar el vitelo, los embriones pueden alimentarse de óvulos no fecundados proporcionados por la madre, o bien de sus hermanos y hermanas más pequeñas).

GALEOMORPHI. 1. Lamniformes: Lamnidae: Cailón salmonero (Lamna ditropis). Foto: Jennifer Idol. 2. Orectolobiformes: Rhincodontidae: Tiburón ballena (Rhincodon typus). 3. Heterodontiformes: Heterodontidae: Suño japonés (Heterodontus japonicus). 4. Carcharhiniformes: Carcharhinidae: Jaquetón manchado (Carcharhinus limbatus). Fotos 2, 3, 4: Andy Murch, sharksandrays.com.

▹Orden Heterodontiformes.
⸺Familia Heterodontidae. ➢Suños, tiburón de Port Jackson.
▹Orden Orectolobiformes.
⸺Familia Parascylliidae. ➢Falsas pintarrojas.
⸺Familia Brachaeluridae. ➢Tiburones "ciegos".
⸺Familia Orectolobidae. ➢Tiburones alfombra, wobbedongs.
⸺Familia Hemiscylliidae. ➢Pintarrojas colilargas.
⸺Familia Ginglymostomatidae. ➢Nodrizas.
⸺Familia Stegostomatidae.➢Tiburón cebra.
⸺Familia Rhincodontidae. ➢Tiburón ballena.
▹Orden Lamniformes. 👉 Claves de los Lamniformes.
⸺Familia Mitsukurinidae. ➢Tiburón duende.
⸺Familia Carchariidae. ➢Tiburón toro.
⸺Familia Odontaspididae. ➢Solrayos.
⸺Familia Pseudocarchariidae. ➢Tiburón cocodrilo.
⸺Familia Alopiidae. ➢Zorros marinos.
⸺Familia Megachasmidae. ➢Boquiancho.
⸺Familia Cetorhinidae. ➢Tiburón peregrino.
⸺Familia Lamnidae. ➢Marrajos, tiburón blanco.
▹Orden Carcharhiniformes. 👉 Claves de los Carcharhiniformes.
⸺Familia Pentanchidae. ➢Pejegatos, olayos.
⸺Familia Scyliorhinidae. ➢Pintarrojas.
⸺Familia Proscylliidae. ➢Tollos coludos.
⸺Familia Pseudotriakidae. ➢Musolones.
⸺Familia Leptochariidae. ➢Musola barbuda.
⸺Familia Triakidae. ➢Musolas, cazones.
⸺Familia Hemigaleidae. ➢Comadrejas, gáleos.
⸺Familia Carcharhinidae. ➢Jaquetones.
⸺Familia Galeocerdidae. ➢Tiburón tigre.
⸺Familia Sphyrnidae. ➢Tiburones martillo.

BIBLIOGRAFÍA UTILIZADA

—ABEL, Daniel C. & R. Dean Grubbs (2020). Shark Biology and Conservation. Johns Hopkins University Press, Baltimore.
—EBERT, David A., Marc Dando & Sarah Fowler (2021). Sharks of the World: A Complete Guide. Princeton University Press, Princeton, NJ.
—NELSON, Joseph S., Terry C. Grande & Mark V. H. Wilson (2016). Fishes of the World (5ª ed.). John Wiley & Sons, Hoboken, NJ.
—RUGGIERO, Michael. A., Dennis P. Gordon, Thomas M. Orrell, Nicolas Bailly, Thierry Bourgoin, Richard C. Brusca, Thomas Cavalier-Smith, Michael D. Guiry & Paul M. Kirk (2015). A Higher Level Classification of All Living Organisms. PLoS ONE 10 (4): e0119248. doi:10.1371/journal.pone.0119248
—WORMS Editorial Board (2022). World Register of Marine Species. https://www.marinespecies.org. Consultado el 28-XI-2022. doi:10.14284/170

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¹Algunos autores (véase por ejemplo Nelson, 2016) establecen una distinción entre Craniata y Vertebrata, craneados y vertebrados. Craniata sería un subfilo de los cordados que incluiría unicamente a los mixinos. Consideran que, a diferencia de los "verdaderos" vertebrados, poseen vértebras rudimentarias solo durante su desarrollo larvario. Vertebrata se considera un infrafilo que incluiría a todos los demás vertebrados, con y sin mandíbulas. Modernos estudios genéticos, sin embargo, devuelven a los mixinos al grupo de los vertebrados como una clase (Mixini) de la infraclase Agnatha (peces sin mandíbulas), a la que pertenecen las lampreas (Clase Cephalaspidomorphi). De este modo, Vertebrata y Craniata serían sinónimos. 

Pesca sostenible de tiburones: Un cuento chino (II)

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Parte de la carga ilegal de tiburones de profunidad (muchísimos Centrophorus spp., en grave peligro de extinción) que contenía el Labiko 2, un buque pirata que faenaba ilegalmente en aguas de Liberia y, naturalmente, utilizaba también artes de pesca prohibidas. El barco pudo ser interceptado gracias a la impagable ayuda prestada por Sea Shepherdal Ministerio de Defensa Nacional de Liberia. Foto: Melissa Romao, Sea Shepherd.

Los elasmobranquios (tiburones y rayas) se encuentran cada vez más amenazados a nivel global y las medidas para protegerlos y/o para hacer que su pesca sea "sostenible" no están siendo efectivas. La única forma efectiva de conservarlos es detener su comercio. Esta es la conclusión del excelente trabajo que estamos comentando, basado la extensa revisión de los datos recogidos en multitud de informes y estudios publicados a lo largo de estas últimas décadas: Ila France Porcher & Brian W. Darvell (2022). Shark Fishing vs. Conservation: Analysis and Synthesis. Sustainability 14, 9548. https://doi.org/10.3390/su14159548

En la primera parte de este artículo señalábamos que uno de los motores principales de esta debacle es la imparable demanda de aleta por parte de los mercados asiáticos, que ofrece a las flotas industriales de todo el mundo una alternativa preciosa para ganar o completar ganancias, una vez que los stocks tradicionales de teleósteos de los que se alimentaban han sido arrasados o mutilados gravemente. El altísimo precio de la aleta ha hecho que los tiburones pasaran de ser un incordio en los aparejos a convertirse en un ansiado objetivo que da muchísimo dinero. 

El hígado. Pero además de la aleta, los tiburones, particularmente los de aguas profundas, tienen un órgano que siempre ha sido de mucho interés para la industria, sobre todo cosmética²: el hígado. Esta víscera es su principal órgano hidrostático, por eso es tan grande —puede representar una cuarta parte del peso total del pez— y rico en aceites como el escualeno, más ligeros que el agua. El drama es que estas especies, debido a su bajísima tasa reproductiva, son terriblemente vulnerables a cualquier tipo de pesca: tardan mucho en alcanzar la madurez sexual, suelen tener periodos de gestación muy largos y dan a luz a un bajo número de crías. 

En Europa existe todavía un TAC 0 para los tiburones de aguas profundas, pero su pesca continúa en otras partes del mundo, aumentada por el desplazamiento del esfuerzo pesquero, de forma más o menos legal, alegal o directamente criminal³. Tramos enteros de océano quedan cada año vacíos de tiburones. En el mar se permiten y alientan cosas que en tierra serían un escándalo de proporciones inimaginables.

Apenas existen datos oficiales sobre esta trágica forma de destrucción. No obstante, se estima que para sustentar la escala en la que se sitúa actualmente el mercado de este aceite, es necesario el sacrificio anual de al menos tres millones de tiburones de profundidad.

Mielgas (Squalus acanthias). Foto: B. Sanders.

La carne. Pero es la carne el producto que está sirviendo en mayor medida para fomentar, justificándola, la pesca de tiburones. En general, la carne de los tiburones nunca ha sido demasiado apreciada, a excepción de un pequeño puñado de especies que, en determinados lugares del mundo, tradicionalmente se consumen de manera habitual. Pero lo que se está observando con creciente preocupación es que, gracias a la complicidad de las autoridades y organismos públicos correspondientes, siempre plegados a los intereses de la industria pesquera, la carne de tiburón se está imponiendo a los consumidores de todo el mundo, demasiadas veces de forma tramposa y mezquina. Aquí mismo nos la encontramos cada vez con mayor frecuencia, convenientemente disfrazada, en los supermercados, en ciertos restaurantes, en nuestras mesas y en los alimentos de nuestras dulces y amorosas mascotas

Esta carne se está empleando, entre otras cosas, para sustituir la de aquellas especies de teleósteos que han sido arrasadas por la industria pesquera. Un estudio de 2019 llevado a cabo en Inglaterra descubrió mediante análisis de ADN que casi el 90% de las muestras de productos de sus repugnantes fish and chips eran carne de mielga (Squalus acanthias), una especie de tiburón que se encuentra En peligro en Europa y el Mediterráneo, con las poblaciones en descenso, y es Vulnerable a nivel global; estaba disfrazada bajo nombres como rock salmonrock eel y rock ('salmón de roca', 'anguila de roca', 'roca'). O sea, que a los comensales les dicen merluza o eglefino y les meten tiburón. 

Buena parte o la totalidad de esta mielga procede del otro lado del Atlántico, de los EEUU, de una pesquería sorprendentemente calificada como "sostenible". Y por si alguien se pregunta qué más dará una cosa que la otra, mielga que eglefino, no está de más recordar dos cosas: la primera es que nos están timando, se están forrando a nuestra costa dándonos gato por liebre, y eso no da igual; la segunda, bastante más importante, es que allí mismo han detectado que el 32% de las muestras de este tiburón superaban el umbral máximo de mercurio de 0,3 ppm recomendado por la US Environmental Protection Agency, por eso no se recomienda su consumo a niños menores de ocho años ni a mujeres embarazadas o que estén buscando quedarse embarazadas; y para el resto de la población la recomendación es de, como mucho, dos comidas al mes. Evidentemente no, no da igual. 

Con este tipo de fórmulas, la industria gana muchísimo más dinero si cabe —siempre cabe—, a la vez que, en no pocos casos, aprovecha para dar salida al resto del animal una vez que se le han arrancado las aletas. La obligación de descargar el tiburón con las aletas pegadas de forma natural al cuerpo tiene sus efectos positivos, pero también obliga a abrir de algún modo el mercado a todo lo demás: más carne, más piensos y más suplementos alimentarios cuya eficacia, contrariamente a lo que se nos quiere vender, no está en absoluto demostrada... Puede decirse que el mercado de aleta ha empujado al de la carne, hasta el extremo de que, en la actualidad, esté generando unos ingresos brutales¹. En Costa Rica, país donde se empezó a pescar tiburones de una manera desmedida precisamente por la aleta, antes de los los 80 el tiburón era un alimento no deseado; hoy los costarricenses consumen una media anual de 2000 toneladas. 

En Costa Rica. Foto cortesía de Nakawe Project & Pretoma Costa Rica.

Con todas estas presiones para seguir pescando tiburones cueste lo que cueste y a costa de quien sea y de la salud de quien sea, está, por último, el tema de la evaluación de las poblaciones con el objetivo de calcular su "sostenibilidad", es decir, valorar cuántos tiburones se pueden pescar sin que estas colapsen. De esto hablaremos en la tercera y última parte de este artículo.

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¹Los barcos piratas tienen propietarios, muchos viven no muy lejos de nosotros, en España, en Europa y en algunas potencias pesqueras más. En el mar no hay leyes; y las pocas que hay apenas se cumplen. Ninguna nación del mundo está interesada en concertar y aplicar regulaciones para proteger los oceános, ni para proteger a los trabajadores del mar... Empezando por el tema de las banderas de conveniencia, que de forma tan obscena se usan abiertamente para estafar, robar y destruir personas y recursos. Quien desee asomarse un poquito a esta tenebrosa realidad le recomiendo un libro extraordinario y profusamente documentado escrito por un periodista del New York Times, Ian Urbina. Se titula Océanos sin ley: Viajes a través de la última frontera salvaje y está publicado por Capitán Swing.

²Antiguamente el aceite se usaba fundamentalmente como lubricante industrial y como combustible para lámparas. Estos usos casi terminan con las poblaciones de peregrino (Cetorhinus maximus) en Europa, sometidas a una brutal cacería sobre todo por parte de la flota noruega.

³En muchos lugares del mundo a estos pobres bichos les arrancan el hígado y, si valen la pena, también las aletas y los devuelven al mar. Sin su órgano de flotación por excelencia, los cuerpos se hunden como un plomo. Esto es lo que se conoce ya como shark livering, en paralelo con el shark finning o aleteo. En muchas pesquerías la carne también se aprovecha para consumo humano, procesada en subproductos com el surimi, que nadie sabe explicar exactamente de qué está hecho, o bien para la elaboración de piensos.

En Galicia nos comemos el melgacho o ghaxapo (Scyliorhinus canicula) y la zapata (Galeus melastomus) desde siempre y en el sur de la Península son muy aficionados al cazón (Galeorhinus galeus) y similares (Mustelus spp.), a veces disfrazado bajo el irónico nombre de "bienmesabe". La cosa llega allí hasta el punto de que las autoridades públicas regionales y locales animan a su consumo mediante ferias gastronómicas bien publicitadas, importándoles bastante poco si la especie está amenazada o si su carne contiene un porcentaje alto o muy alto de sustancias tan alimenticias como el mercurio, que todo el mundo sabe que viene estupendamente, sobre todo para niños y mujeres embarazadas (deben de pensar que el adobo lo mata todo).

El Galeorhinus galeus figura en la Lista Roja de la IUCN con estatus de En peligro crítico a nivel global y como Vulnerable en el Mediterráneo y el Atlántico europeo, con sus poblaciones en descenso. Pero no importa.
Walker, T.I., Rigby, C.L., Pacoureau, N., Ellis, J., Kulka, D.W., Chiaramonte, G.E. & Herman, K. 2020. Galeorhinus galeus. The IUCN Red List of Threatened Species 2020: e.T39352A2907336. https://dx.doi.org/10.2305/IUCN.UK.2020-2.RLTS.T39352A2907336.en. McCully, S., Dureuil, M. & Farrell, E.D. 2016. Galeorhinus galeus (Mediterranean assessment). The IUCN Red List of Threatened Species 2016: e.T39352A16527949. McCully, S., Dureuil, M. & Farrell, E. 2015. Galeorhinus galeus (Europe assessment). The IUCN Red List of Threatened Species 2015: e.T39352A48938136. Consultados el 17 de diciembre de 2022.
Por si alguien se lo está preguntando, la situación de las musolas tampoco está para echar cohetes: la musola (Mustelus mustelus) se encuentra En peligro crítico a nivel global y Vulnerable en el Atlántico y el Mediterráneo, con sus poblaciones en descenso; la musola pinta (M. asterias), Casi amenazada a nivel global y en el Atlántico y Vulnerable en el Mediterráneo, con sus poblaciones cayendo; y la musola punteada (M. punctulatus) figura como Vulnerable en todos sus ámbitos geográficos, con sus poblaciones igualmente en descenso.

El truco más extendido está en qué información se nos muestra y cómo. Mediante un etiquetado engañoso, cuando no directamente tramposo, a los consumidores se nos oculta información, privándonos así del derecho a elegir lo que queremos comer. ¿Tan complicado es obligar a que se incluyan, bien visibles, las palabras "Carne de tiburón" en las etiquetas de estos productos, al lado, si se quiere, de los nombres comunes —reales, confusos o inventados— y científicos, que suelen aparecer en letras diminutas, no vaya a ser que algún consumidor poco miope y medianamente informado sepa reconocer su referente? Dadas las características de estos animales, no es lo mismo comer tiburón que comer merluza o jurel; como no nos cansamos de repetir, además del tema de su ecología, está el problema que acabamos de mencionar de la presencia de contaminantes peligrosos en su carne.
     Que la gente sepa y después que decida. Es algo elemental. Y aparte, hay que recordar que las multimillonarias subvenciones y ayudas que recibe la flota industrial proceden de los impuestos que pagamos los consumidores. Naturalmente esto no solo es un problema europeo; se da en todos los países del mundo y con mucha menos transparencia que aquí, lo cual tampoco es que sea un consuelo.

Finucci, B., Cheok, J., Chiaramonte, G.E., Cotton, C.F., Dulvy, N.K., Kulka, D.W., Neat, F.C., Pacoureau, N., Rigby, C.L., Tanaka, S. & Walker, T.I. 2020. Squalus acanthias. The IUCN Red List of Threatened Species 2020: e.T91209505A124551959. https://dx.doi.org/10.2305/IUCN.UK.2020-3.RLTS.T91209505A124551959.en. Consultado el 17 de diciembre de 2022.

Otro ejemplo similar lo encontramos en Australia, también relacionado con los dichosos fish and chips. Allí, bajo el nombre flake (palabra cajón de sastre que puede significar cualquier cosa, desde 'copo', 'escama' o 'pescado' de especie indefinida) se ha encontrado carne de especies en peligro como el cazón (Galeorhinus galeus), la cornuda (Sphyrna lewini) o un colayo en peligro crítico, el Cephaloscyllium albipinnum. Solo menos del 30% de las muestras analizadas estaban correctamente etiquetadas. La mitad de los consumidores australianos no saben que están comiendo o comprando tiburón; creen que el flake es otro tipo de pez.

Digo sorprendentemente porque, por mucho que nos lo quieran explicar, resulta difícil de entender cómo o en qué sentido es "sostenible" una pesquería que emplea fundamentalmente artes tan sumamente destructivas como el arrastre de fondo, una de las artes de pesca menos selectivas que existen, que arrasa sin misericordia el fondo marino destrozando todo lo que encuentra a su paso y eliminando infinidad de especies sin interés pesquero pero necesarias para sostener la rica biodiversidad de la red trófica marina. ¿Cómo se puede hablar de "sostenibilidad" sin atender al impacto que determinado tipo de pesca tiene sobre los ecosistemas, sin tener en cuenta cómo afecta a las demás especies?

Que el consumo de tiburón no es aconsejable dado su elevado contenido en sustancias tan poco saludables como el mercurio y otros metales pesados, sobre todo en las especies que alcanzan grandes tallas, es algo a lo que se le da poca publicidad. La información está ahí, pero en pequeñito. Cuando me lo preguntan, siempre digo que el tiburón más peligroso es el que tenemos en nuestro plato. Y no es una boutade. Cada vez más estudios que alertan sobre ello. 

¹Un informe encargado por el WWF del que hablaremos más adelante ha descubierto que el comercio de carne de tiburones y rayas supera al de la aleta tanto en volumen como en valor. El valor total del comercio de tiburones y rayas en el periodo 2018-19 superó con creces los 4100 millones de euros; de ellos, 2600 millones correspondían a la carne y los restantes 1500 millones a la aleta. El mercado está dominado por España, que exporta carne a 85 países. Simone Niedermüller, Gill Ainsworth, Silvia de Juan, Raúl García, Andrés Ospina-Álvarez, Pablo Pita & Sebastián Villasante (2021). The shark and ray meat network: A deep dive into global affair. WWF.

Pesca sostenible de tiburones: Un cuento chino (III)

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Foto: Ahmed Ramzan, Gulf News.

Con tantos intereses y presiones por parte de la industria pesquera de todos los países para seguir pescando tiburones, cueste lo que cueste y a costa de quien sea, tal como vimos en la primera y en la segunda parte de este largo artículo, tenemos, finalmente, el tema de la evaluación de las diversas poblaciones con el objetivo de calcular su "sostenibilidad", es decir, de valorar cuántos tiburones se pueden pescar sin que estas colapsen.

El impresionante trabajo que hoy terminamos de resumir (la France Porcher & Brian W. Darvell (2022). Shark Fishing vs. Conservation: Analysis and Synthesis. Sustainability 14, 9548 https://doi.org/10.3390/su14159548) concluye, basándose en la extensa revisión de los informes y estudios más importantes publicados a lo largo de estas últimas décadas, que todas las medidas tomadas para proteger a los tiburones y hacer que su pesca sea "sostenible" no han sido efectivas. Cada vez hay más especies de elasmobranquios (tiburones y rayas) amenazados a nivel global y las perspectivas no son nada esperanzadoras. 

La explicación de todo este desastre no es sencilla. El trabajo de France y Darwell aborda el problema admirablemente bien desde todos los puntos de vista posibles utilizando un enorme caudal de datos procedentes de diversas fuentes que resultan muy difíciles de condensar en un espacio como este. De manera que para resumir la cuestión se me ocurre una analogía con un ecosistema terrestre con el que estamos más o menos familiarizados: la selva amazónica, un inmenso espacio geográfico compartido por varias naciones con grandes intereses económicos en ella.
EL CUENTO DEL AMAZONAS
El Amazonas. Qué maravilla, ¿verdad? Bien, pues ahora imaginemos que son las grandes empresas madereras, ganaderas, agrícolas y por supuesto pesqueras (podemos incluir también la minería) quienes ostentan el patrimonio de la gestión y explotación de este complejísimo y rico ecosistema, al que han convertido en una fuente de recursos económicos y así lo asumen los gobiernos y la ciudadanía. Se consideran a si mismas como sus legítimos usuarios, de manera que sus poderosas naves se internan sin control todo a lo largo y ancho de su geografía para talar árboles, cazar todo tipo de animales, recoger todo tipo de frutos y plantas, peinar ríos y afluentes en busca de grandes peces, con el objetivo de abastecer de alimento y materias primas a los mercados nacionales e internacionales. Lo hacen además mediante técnicas no particularmente selectivas: si el jaguar se esconde en la espesura, tanto peor para la espesura: basta arrastrar, por ejemplo, a través de ella una fuerte red de acero unida a dos grandes máquinas separadas por varios metros, que ya caerá, el jaguar y la espesura (esto es el equivalente en tierra del arrastre de fondo en el mar).
     Las naciones protegen y defienden ferozmente los intereses de sus grandes empresas, a las que subvencionan, además, con ingentes cantidades de dinero público para que sigan e incrementen la intensidad de su actividad extractiva, tanto en las áreas de explotación exclusiva que les correponde a cada una, delimitadas mediante una convención internacional, como en una gigantesca área común que es de todas y de ninguna.  
     Imaginemos ahora que en esta zona común, que pongamos representa más del 75% de la superficie del Amazonas, no existen apenas leyes que controlen o modulen estas actividades económicas, y las pocas que hay no se aplican porque ningún país muestra el más mínimo interés en ello; no hay voluntad alguna de introducir reformas y leyes más severas y establecer controles estrictos que garanticen su cumplimiento (el territorio común queda lejos de casa y de sus votantes, que no se enteran, y por encima cuesta dinero).
     Podemos añadir que a las empresas que operan en el amplio espacio de la selva, tanto en el territorio común como en muchas de las áreas económicas exclusivas, se les brinda la posibilidad de poner sus camiones, excavadoras, barcos, fábricas, etc. a nombre de sociedades opacas, difíciles de rastrear y ya no digamos exigir responsabilidades, y además matricularlos en países muy lejanos donde las normativas de explotación, de recursos y de personas, son laxas o inexistentes; porque resulta que la legislación que han acordado las naciones amazónicas les permite llevar a cabo su actividad económica según las leyes del país de matriculación, no las de la nación de origen.
     Naturalmente, de pronto parecen voces de alarma, alertas por parte de diversas sociedades y de organismos científicos. Pero resulta imposible llegar a un acuerdo internacional común, valiente y vinculante. Los países no se sienten demasiado concernidos por esas advertencias, no hacen mucho caso. Alegan dificultades insalvables de llegar a un acuerdo, la complejidad de las leyes que rigen el Amazonas y echan la culpa los unos a los otros como mientras defienden a sus propias industrias. Curiosamente, solo adoptan acciones perfectamente conjuntadas cuando alguien sugiere que hay que parar o, cuando menos, limitar drásticamente la tala de árboles, las matanzas de animales, etc.; ahí si que van todos a una; no hay dificultades ni complejidades.
     No obstante, algunas naciones, por presión de sus respectivas opiniones públicas, han acordado, al cabo de muchos años de explotación sin medida ni control, adoptar políticas extractivas basadas en criterios científicos más o menos favorables a sus industrias (o hacerlo una vez han sido convenientemente rebajados), basados en un concepto lo suficientemente extraño como para que nadie entienda exactamente su significado ni su alcance: la "sostenibilidad"; es decir, ¿cuál es la cantidad o tonelaje máximo que es posible extraer sin que ese árbol, pez o planta desaparezca? 
     Pero ello no debe sorprendernos. A lo largo de los años, estos gobiernos se han encargado de que la mayor parte de la producción científica sobre las plantas y demás criaturas que pueblan el Amazonas se realice desde la perpectiva exclusiva de la explotación económica: ¿cuántos organismos hay y cuántos quedan para seguir explotándolos? Y una vez agotados unos, ¿qué otros pueden ocupar su lugar? ¿Qué alternativas se les puede ofrecer a las industrias maderera, piscícola, cinegética, agrícola y minera para seguir operando una vez que han agotado las poblaciones de tal árbol, tal pez, tal planta o tal mineral? 
Pues bien. Esto es lo que ocurre, multiplicado por mil, en el océano y por eso hemos llegado hasta donde hemos llegado. El mar y los organismos que lo habitan no son más que un recurso económico a disposición de unos pocos, y no un ecosistema sumamente complejo del que depende la vida en la Tierra tal como la conocemos. El océano es el que regula nuestro clima, fija el mayor porcentaje de CO2 (él es el verdadero pulmón del planeta, no el Amazonas), y además nos proporciona belleza, disfrute y por supuesto también alimento.

Los tiburones no son considerados como entidades biológicas fundamentales para el mantenimiento de la biodiversidad y de la salud del océano, sino como un mero recurso pesquero, económico, y así se tratan en muchos trabajos científicos que hablan de su "sostenibilidad". Importa cuántos tiburones se pueden pescar, no en qué medida ello afecta a su función en el ecosistema, el impacto que su eliminación o la reducción drástica de sus números pueden tener sobre él. 

Foto: Ricardo Martínez García, Oceana.

Evaluar el estatus actual de las poblaciones de tiburones es ya de por si una tarea muy difícil y compleja debido a la propia naturaleza inaccesible e inabarcable del medio en que viven. Algunos trabajos advierten de datos contradictorios, de informaciones incompletas, etc. Luego está el tema de la base a partir de la cual determinar dicho estatus para elaborar planes de gestión; es decir, ¿partimos de una población sana o, por el contrario, de una población seriamente diezmada tras décadas de explotación industrial? El peso medio de las tintoreras que se capturaban en los años 50 era de 52 kg; en los años 90, eran 22 kg. Su abundancia se estima que es ahora solo el 13% de entonces. Y se sigue defendiendo su "pesca sostenible". 

Lo cierto es que los cálculos de "sostenibilidad" no se puede decir que hasta ahora hayan tenido mucho éxito. No pueden tenerlo. ¿Qué datos se manejan a la hora de calcular cuántos tiburones se pueden extraer sin que sus poblaciones desaparezcan? Sabemos que muchos países no informan adecuadamente, o no informan en absoluto, de las capturas de sus respectivas flotas; apenas somos capaces de adivinar el brutal impacto de la pesca ilegal, no reportada y no reguada (IUU en sus siglas en inglés), que se estima que supone el 20% de las capturas mundiales, llegando hasta el 50% en algunas pesquerías; no se tiene en cuenta el tema de la mortalidad real a la que se enfrentan los tiburones, la no relacionada con la extracción de aleta (mortalidad post captura y después de la liberación, la causada por depredación en los palabres, capturas accidentales y deportivas, descartes...). Un estudio llevado a cabo en Hong Kong entre 1999 y 2001 concluyó que la mortalidad necesaria para sostener el mercado de aleta era al menos cuatro veces superior a lo reportado a la FAO.
     ¿Se pueden hacer cálculos realistas de "sostenibilidad" en estas condiciones? Los datos nos están demostrando que no.

En conclusión, o los países adoptan fórmulas más contundentes o la cosa seguirá yendo a peor. Los autores del trabajo abogan por incluir todos los tiburones y rayas en el Apéndice I del CITES para frenar su comercio; que los miles de millones de subvenciones públicas a la pesca industrial se inviertan en recuperar stocks agotados y para generar puestos de trabajo en tierra y que las administraciones apuesten por la pesca artesanal, sostenible.

¿Pesca sostenible de tiburones? ¡Un cuento chino!

Los tiburones en López Seoane (1866)

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Izq. Víctor López Seoane. Dcha. Portada de su Reseña de la historia natural de Galicia.

Víctor López Seoane y Pardo-Montenegro (Ferrol, 1832 - A Coruña, 1900) es uno de los grandes naturalistas de la historia de Galicia y, probablemente, de los más destacados en el panorama de la zoología europea del siglo XIX. A lo largo de su amplia y entusiasta labor científica, centrada fundamentalmente en la taxonomía, fue miembro de diversas sociedades europeas dedicadas al estudio del mundo natural, publicó en las más prestigiosas revistas internacionales y llegó a relacionarse con las grandes figuras nacionales e internacionales de la ciencia de su época, desde Haeckel, Bolivar, Paz Graells —de quien fue discípulo—, Blanchard o Günther hasta Darwin, con quien mantuvo cierta correspondencia. Entre sus múltiples reconocimientos destaca el que le llegó en 1889, cuando fue nombrado uno de los secretarios del Primer Congreso Internacional de Zoología de París, celebrado en el marco de la famosa Exposición Universal.¹

Su amplia mirada científica recorrió casi todo el espectro del mundo natural, en particular el de su tierra, desde la botánica hasta la zoología —sobre todo la entomología, la herpetología y la ornitología—, pasando por la geología y la meteorología. En su incansable labor de observación y clasificación, logró reunir una de las mayores colecciones naturales de España, así como tal vez una de las mejores y más completas bibliotecas especializadas. Los museos de historia natural más importantes de Europa, como el de Londres o el de París, guardan un buen número de especímenes donados por él. Varias especies vegetales y animales llevan su nombre; entre los más conocidos está la víbora de Seoane, Vipera seoanei Lataste, 1879, descrita a partir precisamente de ejemplares enviados por el ferrolano al ilustre herpetólogo francés.²

Bien entrada la segunda mitad del XIX, su buen amigo el historiador Manuel Murguía encargó a López Seoane la redacción de los capítulos sobre historia natural que incluiría en el primer tomo de su monumental Historia de Galicia, obra compuesta por cinco volúmenes publicados entre los años 1865 y 1913³. Esta colaboración sería editada como obra independiente un año después, en 1866, con el título de Reseña de la historia natural de Galicia, también publicada por la imprenta de Soto Freire, de Lugo.

La Historia de Galicia constituye uno de los puntales del Rexurdimento, el movimiento de inspiración romántica de recuperación y revitalización de la cultura e identidad de Galicia que se desarrolla a lo largo del siglo XIX, de manera muy similar a la Renaixença catalana. Y es este espíritu de recopilación y sistematización de todos aquellos elementos que se consideran propios del país —su historia, su lengua, su cultura y su naturaleza— el que alienta las páginas de López Seoane y convierte su Reseña en el primer compendio de la historia natural de esta tierra. 

Por su extraordinaria riqueza natural, el país es, a los científicos ojos del ferrolano, «uno de los más mimados por la Providencia». Motivo por el cual se lamenta con tanta amargura por la falta de interés y de motivación de sus paisanos para abordar el estudio científico de tan magna obra de la "creación". Una queja que, con matices, hace extensible a los zoólogos de fuera, para muchos de los cuales Galicia era «menos conocida tal vez que las remotas regiones americanas»: «No son muchos los zoólogos que han acudido á Galicia con objeto de estudiar sus producciones naturales, y aquellos que lo verificaron, ó lo han hecho muy de prisa, ó tan solo se contentaron con una simple escursion, casi siempre con objeto de recojer insectos y plantas» (citamos en todo momento respetando las grafías y puntuación del original). Es la misma queja que, antes que él, expresaron otros grandes pioneros de la ciencia en Galicia y España, singularmente Sarmiento y Cornide, a quienes nuestro autor cita con afecto y reconocimiento.

Esta escasez de estudios científicos se traduce en escasez de conocimientos, de tal manera que la propia Reseña no puede ser para su propio autor más que una obra imperfecta e inacabada, un «ligero bosquejo de la historia natural de Galicia, que dé á conocer los rasgos mas culminantes de la naturaleza gallega», escrito con la esperanza de que otros lleguen a culminarlo: «¡Ojalá que otros mas claros talentos emprendan con ánimo y fortuna el grande inmenso trabajo de llenar en su mayoria el vasto cuadro que trazamos!».

Izq. Víctor López Seoane. Dcha. Carta de Charles Darwin enviada a López Seoane en 1881. Se expone en el pazo de las Torres do Allo (foto: Basilio Bello, La Voz de Galicia).

Los tiburones en la Reseña de la historia natural de Galicia (1866).

La Reseña es una obra desigual, con importantes desequilibrios entre los temas que apasionaban a su autor y que, por tanto, mejor dominaba, como el de las aves, y aquellos que le resultaban un tanto ajenos, como es el caso de nuestros pobres tiburones: «Bien es verdad que los tiburones, y otros terribles escualos, tienen poco de agradables para que nos deleite su estudio, pero tambien es cierto que en la sublime armonía de la creacion, cuyos insondables misterios no es dado á la pequeñez humana penetrar, no basta un lunar para que abandonemos un firmamento de bellezas». Pobres tiburones.

Tampoco es que los demás peces salgan mucho mejor parados. La cita anterior no es más que un ejemplo de los pocos reparos que muestra el autor a la hora de incluir entre sus páginas comentarios y opiniones personales digamos "poco científicas" y no muy acertadas, cuando menos para el lector actual. Sostiene así que los peces atraen mucho la atención del naturalista «no porque cual los mamíferos o las aves le entiendan y obedezcan, porque los peces son de los animales más estúpidos que se conocen, sino por la singularidad de sus costumbres, por el elemento en que habitan, y por esos rutilantes y metálicos colores que cubren su cuerpo». Estas son las singulares razones por las que Don Víctor recorría los mercados de su tierra en busca de espécimenes interesantes que estudiar e incorporar a su colección, «regalando parte al Museo de Ciencias de Madrid y la mayor parte á la Universidad de Santiago».

Algunos de estos ejemplares de teleósteos y selacios, actualmente expuestos en el Museo de Historia Natural "Luis Iglesias" de Santiago, fueron recogidos y preparados por López Seoane. Foto: Toño Maño.

La Reseña contiene las únicas referencias a los tiburones de Galicia que vamos a encontrar en la obra de López Seoane, por eso nos hemos centrado en ella. Se concentran en el siguiente párrafo, tristemente escueto como comida carcelaria:

Los escuálidos, son igualmente conocidos en el pais, entre los cuales se cuentan la Squatina angelus, el Acanthias vulgaris, el Spinax niger, y el Notidamus griseus, habiéndose visto llegar á las costas de Galicia, aunque es sumamente raro, algun tiburon, Sphyrna tudes, siguiendo á los buques en su viaje á la península. No tan raro es ver algun pez sierra, Pristis antiquorum, y la tintorera, Squalus glaucus, siendo abundantes en toda Galicia los Scyllium gunneri, stellare y canicula.

Como se ve, el párrafo consiste en apenas una enumeración de diez especies, una de las cuales no está presente en nuestras aguas y tampoco es un tiburón, sino un batoideo (un tipo de raya), y contiene un par de imprecisiones que vamos a intentar resolver. López Seoane emplea exclusivamente binomios científicos que, excepto uno, se encuentran actualmente en desuso, como es habitual en todos los textos históricos. Las correspondencias son las siguientes:

1. Squatina angelus Duméril, 1808. 👉 Squatina squatina (Linnaeus, 1758). Angelote, peixe anxo. Squatiniformes: Squatinidae. 

2. Acanthias vulgaris Bonaparte, 1846. 👉 Squalus acanthias (Linnaeus, 1758). Mielga, melga. Squaliformes: Squalidae. 

3. Spinax niger Cloquet, 1816. 👉 Etmopterus spinax (Linnaeus, 1758). Negrito, gata. Squaliformes: Etmopteridae. 

4. Notidanus griseus (Bonnaterre, 1788). 👉 Hexanchus griseus (Bonnaterre, 1788). Cañabota, bocadoce gris. Hexanchiformes: Hexanchidae. López Seoane escribe incorrectamente «Notidamus».

1. Squalus acanthias. Ilustración de Edward Donovan (1802). 2. Squatina squatina. Ilustración de principios del XIX. 3. Hexanchus griseus. Ilustración de 1866. 4. Etmopterus spinax. Dibujo de Jules Richard (1907).

5. Sphyrna tudes (Valenciennes, 1822). 👉 Sphyrna zygaena (Linnaeus, 1758). Cornuda, peixe martelo. Carcharhiniformes: Sphyrnidae. Se trata claramente de un error de identificación. La cornuda ojichica o Sphyrna tudes solo se encuentra en el otro lado del charco, en las aguas tropicales y subtropicales americanas. La única especie de tiburón martillo registrada en nuestra zona, bastante más fría, es S. zygaena. Es posible que el error se deba a la confusa nomenclatura utilizada para nombrar estas dos especies por parte de varias autoridades a lo largo del XIX. Así, por ejemplo, para Sphyrna zygaena nos encontramos Zygaena malleus Valenciennes, 1822 y Zygaena vulgaris Cloquet, 1830; y para Sphyrna tudesZygaena tudes Valenciennes, 1822. Como curiosidad, otra importante autoridad científica española del XIX, Antonio Machado Núñez (no confundir con el gran poeta, también andaluz, cuyo segundo apellido era Ruiz), cita igualmente Sphyrna tudes para las costas de Cádiz y Huelva de una forma un tanto confusa, identificándola con el lanetón, Squalus tiburo Linnaeus 1758 (actualmente Sphyrna tiburo), otra especie propia de las costas atlánticas y pacíficas americanas. Del mismo modo, Bonaparte (1848)¹ cita S. tudes para el Mediterráneo acompañándolo de un signo de interrogación y preguntándose si no será S. tiburo.

6. Pristis antiquorumLatham, 1794. (?) 👉 Pristis pristis (Linnaeus, 1758). Pez sierra. Rhinopristiformes: Pristidae. Cita más que sorprendente, habida cuenta de que se trata de una especie propia de aguas cálidas tropicales y subtropicales, y además extraordinariamente difícil de confundir con ninguna otra debido a su característico morro alargado en forma de sierra. Su presencia es accidental solo en el Mediterráneo y, antiguamente, en el Atlántico oriental central. FishBase indica «eastern Atlantic: Portugal to Angola, including the western Mediterranean Sea», añadiendo que desde el siglo XIX no se ha vuelto a registrar¹¹. Nuestro autor indica que "no es tan raro" encontrársela, lo que resulta desconcertante. No habiéndose producido citas anteriores o posteriores, solo cabe concluir que se trata de un error difícil de explicar. Por otro lado, el pez sierra es un batoideo, como las rayas o los peces guitarra, a cuyo orden pertenece, no un tiburón propiamente dicho, puesto que sus aberturas branquiales no están en posición lateral, sino ventral.

Izq.: Sphyrna zygaena. Ilustración de Marcus Bloch, 1786. Dcha. En la tercera edición de su Le règne animal distribué d'après son organisation (1836-1849), publicada póstumamente, George Cuvier representa en la misma lámina el Pristis antiquorum y el Zygaena tudes.

7. Squalus glaucus Linnaeus, 1758. 👉 Prionace glauca (Linnaeus, 1758). Tintorera, quenlla. Carcharhiniformes: Carcharhinidae.

8. Scyllium gunneri (Cuvier). 👉 Galeus melastomus (Rafinesque, 1810). Olayo, zapata. Carcharhiniformes: Pentanchidae. La referencia Scyllium gunneri (Cuvier) es sumamente confusa. Así, autores españoles como el citado Machado (1857) lo identifican como alitán "Scyllium stellare", siguiendo a Bonaparte (1846). 

9. Scyllium stellare Linnaeus, 1758. 👉 Scyliorhinus stellaris (Linnaeus, 1758). Alitán, roxa, patarroxa. Carcharhiniformes: Scyliorhinidae.

10. Scyllium canicula (Linnaeus, 1758). 👉 Scyliorhinus canicula (Linnaeus, 1758). Pintarroja, melgacho, ghaxapo. Carcharhiniformes: Scyliorhinidae.

1.Prionace glauca. Ilustración de Marcus Bloch, 1786. 2. Galeus melastomus. Ilustración de Jonathan Couch, 1877. 3.Scyliorhinus canicula. Ilustración de 1884. 4.Scyliorhinus stellaris. Ilustración de Jonathan Couch, 1877.


EN CONCLUSIÓN.
Pese a sus errores y carencias, la Reseña es una obra que merece toda nuestra consideración y respeto. Además de su valor científico, si bien desigual en algunos campos, constituye un honesto intento de dignificar la propia tierra y una llamada para que los gallegos (y también los no gallegos) aprendan a valorarla y amarla no solo desde la dulce abstracción del sentimiento convertido en canto, sino también desde la mirada concreta de la ciencia:

...de lamentar es que aquí, en esta region afortunada, entre esta abundancia de materiales, no haya habido un gran número de hombres estudiosos que [...] al menos en sus mas interesantes ramos nos diesen á conocer los ricos tesoros que encierra este suelo tan fértil como desgraciado. En buen hora que los poetas celebren uno y otro dia la hermosura de estos paisages y la abundancia de los campos natales; las palabras del botánico, seran en esto, un testimonio mas auténtico y apreciado, que los dulces versos y los bellos pensamientos de los que la aman con el santo amor de un entusiasmo nunca desmentido.

____________________________________

NOTAS:

¹Tal vez D. Víctor pudo presumir del honor de convertirse en la primera personalidad gallega en cruzar bajo la torre Eiffel, recién terminada para la ocasión, cuyos imponentes arcos servían de entrada al Campo de Marte, el principal espacio de la Exposición.
     Como curiosidad, dado que la Exposition Universelle se celebraba para conmemorar el centenario de la toma de la Bastilla y el nacimiento de la República, recibió el caluroso boicot oficial de las monarquías europeas, entre ellas (claro) la española, recién restaurada (bien es verdad que tampoco hay noticias de que el rey Alfonso XII, más interesado en visitar mujeres y tabernas —o al revés—, sufriera mucho por ello, aun con toda su educación europea). En cualquier caso, ciudadanos y empresas de estos países si participaron a título privado.

²Para más información sobre la vida y la labor científica de nuestro autor, incluidos sus momentos de debilidad, que le llevaron a actuar de forma no muy honesta científicamente hablando en un par de ocasiones, puede consultarse la estupenda página electrónica del Instituto José Cornide de Estudios Coruñeses así como una entrevista a su director, Xosé Antón Fraga Vázquez, publicada el 26-10-2018 en el periódico La Voz de Galicia"López Seoane tivo unha especial tentación por ser protagonista". La Wikipedia alberga también un completo artículo dedicado a este autor. Por último, es interesante la visita a la sección Cartas a Darwin, de la página electrónica de las Torres do Allo, el magnífico pazo propiedad de la familia de Francisca de Riobóo Álvarez, esposa de López Seoane, donde ambos vivirían tras su casamiento en 1869.

³Los cinco volúmenes de la Historia de Galicia pueden consultarse y descargarse desde la página de la Galiciana, la Biblioteca Dixital de Galicia.

Sin restar importancia al fundamental trabajo de Murguía, escrito en castellano, se considera que el hito que marca de verdad el inicio del Rexurdimento fue la publicación de la primera gran obra de su mujer, una tal Rosalía de Castro: Cantares gallegos, un poemario escrito enteramente en gallego publicado el 17 de mayo de 1863. Como es natural entre nosotros, Rosalía, una de las más grandes poetas que han tenido las lenguas gallega y castellana, fue en vida vilmente despreciada; solo una vez bien muerta y enterrada comenzó a recibir los honores que merecía. Cien años después de los Cantares gallegos, se decidió que el 17 de mayo sería declarado Día das Letras Galegas. Algo parecido le había ocurrido a otra señora extraordinariamente buena en su oficio, Teresa Sánchez de Cepeda, que solo después de muerta fue no solo beatificada, canonizada y nombrada Doctora de la Iglesia, sino también cortada en cachitos y repartida por lugares tan singulares como la mesilla de noche de un sanguinario dictador, paisano, como ya habéis adivinado, de D. Víctor; algunas de las muelas de Doña Teresa, por cierto, se guardan como reliquias en la Catedral de Santiago, capital de Galicia. Como veis, todo está conectado. (Mil disculpas por la digresión, pero es que si no lo digo, reviento.)

Vale la pena destacar como López Seoane se lamentaba no solo de la falta de interés científico de sus paisanos, sino también de su falta de interés económico a la hora de explotar los inmensos recursos naturales del país mediante la creación de una industria propia: «Ningun país en mejores condiciones que Galicia para el cultivo de los peces, ninguna [sic] con mejores puertos ni mas estensas y abrigadas rias, y sin embargo, no solo no se acomete empresa tan lucrativa, sino que se permite á los estranjeros que vengan á esplotar nuestros mares, dejando á los infelices pescadores sumidos en la miseria, efecto de su credulidad e ignorancia».

Víctor López Seoane (1866). Reseña de la historia natural de Galicia. Imprenta de Soto Freire, Lugo. Texto disponible en el portal de la Biblioteca Dixital de Galicia.

En el Museo de Historia Natural "Luis Iglesias" de Santiago de Compostela puede verse en la actualidad al menos una parte importante —el Museo no ofrece esta información a las visitas, y es una pena— de los cincuenta y cuatro especímenes de peces recolectados, preparados y donados por López Seoane. Entre ellos un alitán (Scyliorhinus stellaris), un cailón (Lamna nasus) y una tintorera (Prionace glauca). Véase Carlos Brezmes Comesaña (2017). "Víctor López Seoane (1832-1900)". Ferrol y la biología marina. Edicións Embora, Ferrol, pp. 65-76.

Véase Rafael Bañón & Toño Maño (2022). Revisión taxonómica de la ictiología marina de Galicia: Clases Cephalaspidomorphi y Elasmobranchi. Nova Acta Científica Compostelana, 29. https://doi.org/10.15304/nacc.id.6795

Antonio Machado Núñez (1857). Catálogo de los peces que habitan ó frecuentan las costas de Cádiz y Huelva con inclusion de los del rio Guadalquivir. Imprenta Libreria Española y Extrangera, Sevilla. Accesible a través del Depósito de Investigación de la Universidad de Sevilla

¹Carlo L. Bonaparte (1846). Catalogo metodico dei pesci europei. Stamperia e Cartiere del Fibreno, Napoli. Accesible a través del extraordinario portal Biodiversity Heritage Library

¹¹Véase Pristis pristis en Froese, R. & D. Pauly. Editors. 2022. FishBase. World Wide Web electronic publicatcion. www.fishbase.org, consultada el 11 de enero de 2023. Igualmente las evaluaciones de las poblaciones europea y mediterránea recogidas en la página de la Lista Roja de la IUCN: Kyne, P.M. 2015. Pristis pristis (Europe assessment). The IUCN Red List of Threatened Species 2015: e.T18584848A48950295 y Kyne, P.M. 2016. Pristis pristis (Mediterranean assessment). The IUCN Red List of Threatened Species 2016: e.T18584848A81175173. Ambas consultadas el 10 de enero de 2023.

Ataques 2022

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Tiburón blanco (Carcharodon carcharias). Foto: Andrew Fox, Rodney Fox Shark Expeditions.
 
Ya tenemos aquí las cifras de los ataques de tiburón ocurridos en todo el mundo a lo largo del pasado año 2022. Acaban de ser publicadas por el Archivo Internacional de Ataques de Tiburón (o ISAF por sus siglas en inglés), con sede en Florida. 

El equipo de especialistas del ISAF investigó 108 incidentes, de los cuales 57 se consideraron realmente como no provocados; es decir, el comportamiento del tiburón no había sido desencadenado por la propia víctima de manera consciente o inconsciente, por ejemplo al intentar tocar al animal, darle de comer, desengancharlo de un anzuelo, o bien durante la práctica de la pesca con arpón, etc. En estos casos se habla de ataques provocados: 32 incidentes entraron en esta categoría.
     De los 19 restantes, cuatro resultaron ser simples interacciones con embarcaciones, otros cuatro fueron casos de mordeduras post mortem y uno un accidente ocurrido en un acuario. Dos casos fueron en realidad desastres marítimos que causaron el hundimiento de las embarcaciones de las víctimas. Tres incidentes se declararon "dudosos" al considerar que posiblemente la especie implicada no era un tiburón, y otros cinco quedaron sin  resolver, bien porque no existen datos suficientes (n=3), bien porque no puede confirmarse la participación de un tiburón (n=2). Han quedado pendientes de que alguna autoridad municipal o médica puedan aportar más datos que decanten la balanza.

Vamos al resumen de los datos:

57 ataques no provocados. Dieciséis menos que en el 2021 [véase Ataques 2021]. La cifra está bastante por debajo de la media anual de los últimos años, que se situá en 70 ataques.

5 personas fallecidas. Cuatro menos que en 2021. El ISAF investigó nueve muertes supuestamente relacionadas con tiburones, pero solo cinco casos encajan en la categoría de ataques no provocados. La cifra encaja en el promedio anual de estos últimos años.
     Los incidentes ocurrieron en el mar Rojo, Egipto (2), Sudáfrica (2) y Hawái, EEUU (1).
     En cuanto a las especies implicadas, parece claro que en Sudáfrica el gran tiburón blanco (Carcharodon carcharias) es quien andaba por el medio, pero en los demás casos este punto no está tan claro. En Egipto ambos ataques pudieron haber sido causados por un único tiburón, que en un primer momento fue erróneamente identificado como marrajo (Isurus oxyrinchus), pero que, dada la forma y coloración de las aletas, es muy probable que fuese un tiburón tigre (Galeocerdo cuvier), igualmente sospechoso del ataque fatal de Hawái, ocurrido el 8 de diciembre (los testigos hablaron de un "large shark").

Imagen de Jane Domínguez, University of Florida. Fuente: ISAF

Distribución de los ataques. Como es habitual, EEUU ha sido la nación más "atacada" por los tiburones, con 41 incidentes, que suponen nada menos que el 71% del total global. La mayor parte de estos "ataques no provocados" se produjeron (cómo no) en Florida, que, con dieciséis casos, representa el 39% del total norteamericano y el 29% mundial. De nuevo, el condado de Volusia se sitúa orgullosamente a la cabeza del estado, no en vano se consideran "The Shark Bite Capital of the World". El resto de casos ocurrieron en los estados de Nueva York (8), Hawái (5), California (4), Carolina del sur (4), Carolina del Norte (2), Alabama (1) y Texas (1). Como se ve, la inmensa mayoría se concentran en los estados que bordean el Golfo de México. 

A gran distancia de los EEUU se sitúa Australia (9 ataques), Egipto (2, ambos en el mismo día), Sudáfrica (2), Brasil (1), Nueva Zelanda (1) y Tailandia (1). Los casos de Egipto y Sudáfrica son particularmente trágicos: dos ataques, dos personas fallecidas.

Tipología de las víctimas. En este punto encontramos una importante novedad. Por primera vez los surfistas y practicantes de otros deportes de tabla no han sido quienes más encontronazos con tiburones han sufrido; apenas suponen el 35% de todos los casos registrados. Durante el 2022, este indeseado honor ha sido para los nadadores y vadeadores, con un 43% del total. Practicantes de apnea y snorkel representan el 9% y el 13% restante se lo resparten los buceadores con botella y otros usuarios de playas: gente que se estaba tirando al agua o que flotaban en una balsa.

Número de ataques y víctimas mortales ocurridos en la última década. Elaboración propia a partir de los datos publicados anualmente por el ISAF.

CONCLUSIONES.

Las conclusiones que podemos extraer de todo este caudal de datos y cifras son las de todos los años, a saber:

Primera: Una año más, los datos siguen siendo concluyentes. Los tiburones no son tan fieros ni tan sanguinarios como seguimos empeñados en creer. La imagen que se nos sigue transmitiendo desde muchos medios de (des)información de masas, que prefieren vender producto a costa de lo que sea, incluida la propia verdad, no puede estar más lejos de los hechos: si hubiese algo de cierto en la basura que insisten en transmitirnos, poca gente saldría entera de un baño en el mar. 

Las cifras resultan ridículas (naturalmente no así para las propias víctimas y sus allegados, pero estamos hablando en términos generales, no particulares) si las ponemos en contexto: millones de kilómetros de playas, millones de personas que pasan millones de horas metidas en el agua en todo el mundo... ¿y una media anual de tan solo 70 ataques no provocados y 5 personas fallecidas? Cualquier administración firmaría esos números para las víctimas de accidentes de circulación o de violencia de género, y además sonriendo para las cámaras llenos de felicidad y satisfacción. Solo en España la violencia de género se ha cobrado la vida de 49 mujeres en 2022... y ya llevamos ocho en lo que va de 2023 [datos de la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género consultados el 6-II-2023].
¿Y luego son los tiburones los que nos dan miedo? 

Segunda: Esto no quiere decir que los tiburones sean encantadores ositos de peluche (de peluche, ojo, porque los "ositos" reales también matan y despedazan personas con particular energía y eficiencia) que uno puede achuchar a gusto. Al contrario: son eficaces depredadores, extraordinarios, prodigiosos, únicos, pero que están ahí para eso, para depredar, no para que los sobemos y los convirtamos en deprimentes animales de circo, o en reclamos para vender una línea de productos, como hacen ciertos personajes que desgraciadamente pululan por el mundo digital con sus miembros intactos (en efecto, estoy pensando en la rubia desagradable esa).

Existen unas 550 especies de tiburón en todo el mundo. De ellas apenas una docena puede suponer, por su propia naturaleza y tamaño, un peligro para las personas si no se actúa con la debida precaución y el debido respeto.

Es evidente que su objetivo no somos nosotros.

Tiburón tigre (Galeocerdo cuvier). Foto: Andy Murch, sharksandrays.com.

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