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Los tiburones y el comercio de esclavos

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Slavers Throwing Overboard the Dead and Dying—Typhoon Coming ("Negreros arrojando por la borda a los muertos y los moribundos—Se aproxima un tifón"). J. M. W. Turner (1840). Cuadro inspirado en un suceso real.
El comercio atlántico de esclavos constituye, desde cualquier punto de vista, excepto tal vez el capitalista, uno de los episodios más atroces y sanguinarios de la historia de la humanidad... y de la inhumanidad que le es consustancial. A lo largo de 300 años de horror, millones de personas fueron brutalmente arrancadas de sus tierras, almacenadas en buques en peores condiciones que el ganado y transportadas al otro lado del océano convertidas en esclavos. El feroz salvajismo con el que unos supuestos seres humanos se ensañaron con sus semejantes es solo comparable con el exhibido (diferencias cuantitativas aparte) durante otros episodios de nuestro glorioso pasado como el exterminio de los indígenas de Tierra del Fuego, la conquista del Congo, o los campos de exterminio de los nazis¹. Centenares de miles de almas se dejaron la vida durante la interminable travesía del Atlántico, bien víctimas de la enfermedad, bien del castigo, bien para huir de su prisión. Todos acabaron en el mar.
     Los tiburones tuvieron su papel en esta tragedia, un papel importante, aunque por supuesto involuntario. El llamado "barco negrero" y el tiburón se encuentran íntimamente vinculados en la memoria y las historias de los protagonistas. Significativamente, según la explicación más ampliamente aceptada, la propia palabra shark ("tiburón") se incorporó al inglés hacia la segunda mitad del XVI procedente de la voz maya xoc que los marineros ingleses que habían participado en las primeras expediciones de comercio de esclavos incorporaron a su habla.
     Antes del advenimiento de la pesca industrial, el océano estaba rebosante de vida, y de depredadores. Los tiburones, criaturas sumamente oportunistas, no debieron de tardar en descubrir en los transportes de esclavos una valiosa (por lo segura) fuente de alimento. Estos buques dejaban tras de si estelas interminables de poderosos estímulos químicos: basura, despojos, residuos humanos de todo tipo... y el hedor de miles de cadáveres lanzados al agua. Diversos testimonios de oficiales, marineros y pasajeros describen como los grandes tiburones seguían a los barcos y se abalanzaban como centellas sobre todo aquello que era arrojado por la borda. No siempre eran visibles desde la cubierta, excepto cuando el mar estaba en calma y el barco navegaba a poca velocidad. Entonces los pasajeros observaban con terror las enormes formas oscuras que lentamente se deslizaban alrededor y por debajo del barco, "con su negra aleta dos pies por encima del agua, su morro ancho y sus pequeños ojos, y ese aspecto maligno que le hacía a uno estremecerse incluso estando a una distancia segura"².

Muertos, enfermos graves y moribundos se despachaban sin miramientos, directamente a las fauces de los tiburones.

Los buques "negreros" ingleses que viajaban hacia las costas occidentales de África para cargar su mercancía se topaban con los primeros tiburones hacia la altura de Madeira y las islas Canarias, que se iban haciendo cada vez más abundantes a medida que se acercaban al continente: Cabo Verde, Congo, Gambia, Senegal... hasta Angola.
     El festín de los tiburones comenzaba dentro de los ríos por los que bajaban canoas y otras embarcaciones de poco calado cargadas de esclavos capturados tierra adentro. Los ríos eran el territorio exclusivo de los temibles y voraces jaquetones toro (Carcharhinus leucas), que abundaban a millares. En la costas se sumaban los enormes tiburones tigre (Galeocerdo cuvier), algún que otro tiburón blanco (Carcharodon carcharias) y los tiburones martillo (Sphyrna sp.), entre otras especies. La mortandad entre los nativos era ya muy elevada antes incluso de comenzar la travesía oceánica: "Cuando se lanzan los muertos al mar, lo cual sucede casi todos los días (...), los tiburones están tan atentos que tan pronto el cadáver toca el agua, es inmediatamente despedazado y devorado delante de nuestros ojos". Los muertos negros iban, pues, al mar; y los muertos blancos (ajusticiados o muertos por enfermedades tropicales)... pronto aprendieron las autoridades a enterrarlos bien tierra adentro, porque las mareas se llevaban la arena y los cuerpos en descomposición no tardaban en ser descubiertos por los depredadores.
     Los leucas y los tigres podían seguir a los barcos que emprendían la travesía del Atlántico durante semanas, es posible que algunos hasta alcanzar el otro lado del mar. Pero en el océano abierto, el relevo lo tomaban los grandes oportunistas pelágicos como las tintoreras (Prionace glauca) y, sobre todo, el tiburón posiblemente más abundante y temido, el jaquetón oceánico de puntas blancas (Carcharhinus longimanus), además de otras especies como el marrajo (Isurus oxyrinchus) o el jaquetón sedoso (Carcharhinus falciformis).
     En el espacio vacío de la altamar, el casco de los navíos deslizándose a velocidad moderada sobre la superficie constituían una suerte de refugio para infinidad de peces y de tiburones que se congregaban bajo la quilla y que servían como una valiosa fuente de comida que permitía ahorrar provisiones. Los tiburones eran un alimento apreciado por los esclavos, aunque no tanto por los marineros, algunos de los cuales tenían ciertos escrúpulos a la hora de hincar el diente a criaturas que se habían estado alimentando de carne humana.
     Los tiburones también fueron de extraordinaria utilidad para los capitanes: eran la mejor disuasión posible para cualquier marinero que estuviese pensando en desertar, o para cualquier esclavo que estuviese tentado de huir lanzándose por la borda. Aunque esto último no siempre funcionaba: hubo muchos que prefirieron morir antes que ser esclavos lo mucho o poco que les quedase por vivir. No eran infrecuentes las escenas en las que se ordenaba bajar al agua a un esclavo amarrado con una cuerda para izarlo poco después medio devorado. Una imagen expeditiva.

Gravado que muestra la terrible escena en la que probablemente se basó Turner para pintar el cuadro que encabeza este artículo. Un capitán se deshace de unos 130 esclavos lanzándolos vivos por la borda hacia una muerte segura con la única finalidad de cobrar un seguro.
Las escenas de horror, reales o imaginadas, de hordas de tiburones sedientos de sangre abalanzándose sobre los esclavos para despedazarlos vivos fueron constantemente utilizadas por los abolicionistas de Europa y América en sus campañas de concienciación. El tiburón se erigió de este modo en símbolo de la violencia y el terror asociados al esclavismo. Y es en este contexto donde encontramos una curiosa joyita con la que cerramos este artículo: una solicitud dirigida nada menos que "A los muy honorables miembros de la Cámara de los Lores reunidos en el Parlamento, y firmada por ¡"los tiburones de África"!
     En efecto, los tiburones de África, que atraviesan un momento de gran prosperidad, de vacas gordas, dirigen al Parlamento británico una carta en la que ruegan a sus señorías que no hagan caso de las voces, fanáticas y chirriantes, de los abolicionistas, peligrosos extremistas que piden nada menos que la eliminación de una lucrativa actividad económica altamente beneficiosa, tanto para el país... como para ellos. La exposición de motivos ya da una idea de por dónde van los tiros:
Los tiburones de África

Exponen:

Que los solicitantes constituyen un cuerpo numeroso, y en estos momentos en una situación muy próspera, debido principalmente a la constante visita de transportes procedentes de vuestra isla.
     Que rondando alrededor de estas mazmorras flotantes los solicitantes reciben grandes cantidades de su más preciado alimento: la carne humana.
     Que los solicitantes reciben sustento no solo de los cadáveres de aquellos que han caído por culpa de las fiebres, sino que con frecuencia se les agasaja con ricos banquetes de cuerpos de negros vivos que voluntariamente se arrojan a la morada de los solicitantes, prefiriendo el exterminio inmediato entre sus fauces a los horrores imaginados de una prolongada esclavitud.
     Que entre la espuma y las grandes olas que recorren el territorio de los solicitantes naufragan cantidad de navíos ingleses, cuyas tripulaciones suelen quedar abandonadas a su suerte, proporcionándoles muchas deliciosas comidas; pero, sobre todo, esos grandes navíos repletos de negros se estrellan contra las rocas y los bajíos que abundan en las regiones de los solicitantes, con lo que cientos de seres humanos, tanto negros como blancos, se precipitan todos a la vez en su elemento, donde el masticado de carne humana y el crujido de los huesos, proporcionan a los solicitantes el mayor disfrute que sus naturalezas son capaces de disfrutar...
     La carta, cuyo original completo podéis leer pinchando aquí, fue escrita y publicada a finales del XVIII por el médico, poeta y compositor escocés James Tytler siguiendo la mejor tradición de los grandes escritores satíricos del país, que no dudaron en utilizar el humor negro (casi sangriento) en sus escritos. Pienso, por ejemplo, en mi admirado Jonathan Swift, en aquella inolvidable "Modesta proposición"³.
     Tytler fue arrestado por su radicalismo y acusado de sedición. En 1793 logró huir y exiliarse, primero en Irlanda, luego en Salem.
     Poco a poco, a lo largo del siglo XIX las diversas naciones occidentales fueron aboliendo el comercio de esclavos. El último "barco negrero" que llegó a los EEUU fue el Clotilde, que en 1859 desembarcó ilegalmente su cargamento en el puerto de Mobile, Alabama.
     Hoy, seguimos vaciando el mar de peces, y permitiendo que se siga llenando de cadáveres.

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¹No en vano el comercio atlántico de esclavos forma parte sustancial del llamado Holocausto Africano o Maafa (término swahilli que significa "gran desastre" o "gran tragedia"). 
²Tomo estos pasajes, así como la gran mayoría de datos de este artículo, del interesante trabajo de Markus Rediker (2008). History from below the water line: Sharks and the Atlantic slave trade. Atlantic Studies, Vol. 5, nº 2. doi: 10.1080/14788810802149758. Véase también un artículo del mismo autor publicado en el Boston Globe el 23 de septiembre de 2007: Slavery: A shark's perspective. A strange text sheds new light on the true roots of abolition.
³El título completo es: A Modest Proposal For preventing the Children of Poor People From being a Burthen to Their Parents or Country and For making them Beneficial to the Publick ("Una modesta proposición para evitar que los hijos de los pobres sean una carga para sus padres o su país y para hacerlos útiles para la población"), publicada en 1729. Recordemos que el bueno del clérigo irlandes, llevado de la más negra amargura por la ineptitud y desidia de las autoridades irlandesas a la hora de paliar la horrible hambruna que asolaba su país, proponía nada menos que la creación de un mercado local de carne de niño, que era sumamente abundante, nutritiva, barata y fácil de conseguir. Obviamente, se trataba de un ejercicio de humor negro.


Lonja de Vigo 2017 y 2018

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Tintoreras (Prionace glauca). Foto tomada de www.unterwasser.de
La lonja de Vigo es la más importante de Europa y una de las más importantes del mundo, por eso resulta tan interesante conocer sus estadísticas. ¿Cuántos tiburones pasan por ella cada año? ¿Cuáles son las principales especies? ¿Podría utilizarse el histórico de las descargas como un indicio —uno más entre muchos— con el que valorar el estado y evolución de las diferentes poblaciones?
     Como es obvio, dada su extraordinaria complejidad, esta última cuestión no se puede abordar aquí, en un artículo de esta extensión y naturaleza, con un mínimo de rigor. A ello hay que sumar, un año más, la falta de criterio y seriedad en el empleo de los nombres comunes en las estadísticas oficiales, lo cual hace muy difícil, cuando no imposible, identificar no pocas de las especies que en ellas se recogen. Existe incluso un sorprendente descuadre entre el número de especies que aparecen en el resumen anual —seis— y las que figuran en los cuadros mensuales —ocho en 2017, doce en 2018—. La consecuencia es que la lectura e interpretación de las estadísticas se convierte en un auténtico sudoku, que vamos a intentar resolver en el último punto.
     Debido a los meses de descanso que nos tomamos el pasado 2018, dejamos sin analizar los datos pesqueros correspondientes al ejercicio anterior, como tenemos por costumbre. Por eso los incluyo hoy aquí junto con los del 2018. Recordad que solo disponemos de los datos de descargas de tiburón fresco; del congelado nada sabemos, nada se nos dice. Toda la información procede de las respectivas memorias anuales y mensuales publicadas por la Autoridad Portuaria de Vigo.

Marrajos (Isurus oxyrinchus). Foto tomada de gciencia.com.

1. Descargas totales: Una caída importante. Tal como se aprecia en el gráfico, en el 2018 las descargas de tiburón fresco descendieron casi un 33% con respecto al año anterior, un descenso más acusado si lo ponemos en relación con las cifras del 2016, que superaron las 3000 toneladas, concretamente 3 275 804 kg (véase Lonja de Vigo 2016). En relación con ese año, la caída supera el 46%.
 

¿Cómo valorar estas cifras? En principio, que se pesquen menos tiburones parecería una buena noticia. Seguro que muchos estáis pensando lo mismo. Pero, ¿y si ello se debe a que hay menos tiburones en el mar? Los buques disponen de armas tecnológicas cada vez más sofisticadas y certeras, ¿y aun así capturan menos tiburones? Uno siente un escalofrío solo de pensar lo que de verdad está ocurriendo.
     Para los armadores de Vigo, la causa principal de esta caída es el hecho de que los espaderos están dejando el Berbés y regresando a Portugal para realizar sus descargas (la mayoría son de allí), debido "a las trabas crecientes a las capturas y comercialización, especialmente intensas en Vigo por motivos obvios: en torno a la lonja se concentran controles de las autoridades gallega, estatal y también comunitaria, precisamente por tratarse de la primera lonja de Europa, y por tanto la más examinada", y ello hasta el extremo de que el tiburón corre el riesgo de "dejar de ser negocio en Vigo" [véase atlántico.net]. Esto puede querer decir dos cosas: una, que para los armadores de Vigo, al parecer, los controles son un problema (lo cual no se acaba de entender si todo lo que hacen en Vigo es legal, que teóricamente lo es); y dos, que en Portugal controlan menos... o directamente no controlan. ¿Con cuál se queda el lector?

Foto: Marport Activities.
2. Datos por especie. El dato que primero llama la atención es la drástica caída en las descargas de los tiburones de mayor interés comercial, singularmente el marrajo (Isurus oxyrinchus), que cae casi un 42%, y la tintorera (Prionace glauca), casi un 34%, más o menos como el cazón (Galeorhinus galeus), con un 33% (en el 2016 las descargas fueron de 143 963 kg de marrajo, 2 865 349 kg de tintorera y 121 015 kg de cazón)... en el supuesto de que lo que aquí llaman "cazón" sea de verdad cazón, es decir, G. galeus... que ya veremos que no lo es.
     Tanto o más preocupantes han sido los desplomes de la musola —supuestamente, Mustelusmustelus—, que desciende nada menos que el 99%, y de la gata —sea esto lo que sea—, con algo más del 71%.
     Tan solo la pintarroja (Scyliorhinus canicula), el tiburón más abundante de nuestras costas, padece un incremento de sus capturas de algo más del 15%. Pero un incremento con trampa.

Comparativa del resumen anual de especies. Elaboración propia a partir de las memorias anuales de 2017 y 2018 publicadas por la Autoridad Portuaria de Vigo.
A la vista de semejante cuadro (y una vez recuperados del susto), la pregunta que enseguida nos hacemos es: ¿Cuánto hay de verdad en él? Las cifras globales no parece que admitan mucha discusión, puesto que las sumas son las correctas, dan lo que tienen que dar, pero ¿y las individuales por especie? Para averiguarlo, hemos cotejado las estadísticas anuales con las tablas mensuales, también publicadas por la propia Autoridad Portuaria... y en efecto, lo que nos hemos encontrado es que el número de especies que aparecen a lo largo de estos 24 meses ¡es exactamente el doble!, y algunas igualmente difíciles o imposibles de identificar. Literalmente, son: "alitán-cazón-botos-p[atarroxa]", "cazón", "cazón blanco", "gata", "marrajo", "mielga", "musola", "olayo-cazapa", "pintarroja-bocanegra", "pintarroja-melgacho", "pintarroja/gata" y "quenlla tintorera". Para que os hagáis una idea de cómo funciona la cosa, aquí tenéis la ficha correspondiente a agosto de 2018, que contiene tres especies más que la memoria anual:

Fuente: Memoria mensual de agosto de 2018. Autoridad Portuaria de Vigo.
Más nombres no implica más exactitud. Por poner un ejemplo, el olayo y la bocanegra, que ahí aparecen en dos entradas distintas —"Olayo-cazapa" y "Pintarroja-bocanegra"—, son, en principio, nombres comunes para el mismo tiburón que científicamente conocemos como Galeus melastomus. Tampoco es posible saber a ciencia cierta qué se entiende por "gata" y qué por "pintarroja/gata". Una gata puede ser cualquier tiburón de tamaño mediano o pequeño, de color tirando a oscuro, normalmente de profundidad, que no encaja en ninguna de las especies más habituales de aguas someras... y lo más gracioso es que para muchas de estas especies la UE ha decretado un TAC=0.

Tintoreras. Foto: CRAM.

3. Desbarajuste de especies. En el siguiente cuadro he incorporado de forma tentativa el nombre científico más probable de la especie a la que parece aludir cada nombre o conglomerado de nombres. A propósito he dejado fuera a la tintorera o quenlla y al marrajo (dando por supuesto que todos fueron Isurus oxyrinchus), dado que son los tiburones más fácilmente identificables, resultan más difíciles de confundir y de mezclar, porque además son de las especies qué más ganancias generan, particularmente el segundo. De hecho las sumas mensuales dan el resultado anual correcto, cosa que no ocurre en todos los casos restantes.

Elaboración propia a partir de los resúmenes mensuales de pesca de los años 2017 y 2018 publicados por la Autoridad Portuaria de Vigo.
Como se ve, en el 2017 aparecen datos de pesca de 6 especies y en el 2018, nada menos que de 10. Igualmente sospechoso es que en las estadísticas de algunos meses encontramos especies que luego desaparecen de las cifras anuales. Así, la mielga (Squalus acanthias), que solo aparece en algunos meses del 2018, y el cazón blanco —nombre con que en gallego se conoce a la musola pinta (Mustelus asterias)—, que solo figura en las estadísticas de los meses de noviembre y diciembre de 2018. ¿Hemos de suponer que que nunca antes ni nunca después ha vuelto a capturarse ni un solo ejemplar de ninguno de ellos?
     No es difícil pensar que el resto de los meses y años ambas especies han acabado diluidas en las estadísticas de otros tiburones, como quien vierte varias cucharadas de azúcar en una cazuela llena de orujo, enciende el fuego y revuelve. Es muy probable que no todas las musolas comunes o smooth-hound (el nombre inglés que se cita es el correcto) registradas fueron realmente Mustelus mustelus; seguramente un número importante eran Mustelus asterias, habida cuenta de que se parecen mucho y a veces no es difícil confundirlas, aunque os va a sorprender bastante el dato que incluyo a continuación.

4. Resolviendo el sudoku. La suma de los desembarcos recogidos en las estadísticas mensuales coincide con el total que figura en la memoria anual. Esto significa que las 12 especies de tiburón tienen que haberse encajado de algún modo en las 6. ¿Cómo? Como ya hemos señalado, la tintorera y el marrajo quedan fuera de toda duda. Lo mismo ocurre con la musola, con la salvedad que acabamos de señalar. En cuanto a las demás especies, haciendo las sumas y restas más plausibles (que es que ni Montoro en sus mejores tiempos), a mi el sudoku me ha quedado de la siguiente forma:

  • ⏩ En 2017, los 152 246 kg de "Cazón (shark dog)" resultan de la suma de los de "Alitán-cazón-botos-patarroxa", "cazón" y "pintarroja-bocanegra". Que es como decir que esta extraña especie de tiburón, el "cazón (shark dog)"¹, es una suerte de hibridación monstruosa entre el alitán (Scyliorhinus stellaris), el cazón de verdad (o sea, el Galeorhinus galeus) y el olayo (Galeus melastomus). Para expresarlo de un modo gráfico:
(Ilustraciones de Mark Dando.)
Por lo que respecta a la pintarroja y a la gata, sus datos mensuales y anuales concuerdan.
  • ⏩ En 2018, la cosa se complica un poco más, porque hay que cuadrar más especies. Esta vez los 101 771 kg del "Cazón (shark dog)" son el resultado de la suma de los kg de "Alitán-cazón-botos-patarroxa", "cazón blanco", "cazón" y "Olayo-cazapa". De modo que en ese año nuestro híbrido contenía un ADN más complejo. Para entendernos:
(Ilustraciones de Mark Dando.)
Los 161 287 kg de "Pintarroja (Small spotted catshark)" (el nombre inglés es el correcto) son la suma de los kg de "pintarroja-melgacho", "pintarroja-bocanegra" y "mielga". Gráficamente:
(Ilustraciones de Mark Dando.)
     Esto implica que el incremento de las capturas de esta especie en el 2018 es ficticio, aunque también es cierto que no tenemos la completa seguridad de que en el 2017 los 139 948 kg de pintarroja fuesen pintarroja de verdad.
Y por último, los 144 kg de "Gata (Dog fish)" resultan de sumar los kg de "Gata" y los de "Pintarroja/gata". Es decir:
(Ilustraciones de Toño Maño.)

5. Conclusión. El empleo exclusivo de nombres comunes, sin el sustento de la nomenclatura científica, dificulta extraordinariamente la identificación de la mayor parte de las especies, y más cuando se hace de una forma tan chapucera. Esto supone un serio problema a la hora de cuantificar, interpretar y valorar cabalmente la evolución de las descargas, y ya no digamos extraer alguna remota idea sobre el tamaño y evolución de las diversas poblaciones. ¿Hasta qué punto podemos confiar en que las especies que se nos mencionan son verdaderamente esas especies y no otras?
     Y una última pregunta igualmente pertinente: ¿lo harán a propósito?

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¹Si escribís "shark dog" en cualquier buscador, lo que obtendréis son resultados como estos. Haced la prueba, ya veréis qué divertido:


CITES 2019, ICCAT y los marrajos

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Marrajo (Isurus oxyrinchus). Foto: Joe Romeiro.
1. CITES 2019. La XVIII Conferencia de las Partes de la CITES (Convención sobre el comercio internacional de especies amenazadas de fauna y flora silvestres) celebrada en Ginebra durante la segunda quincena del pasado agosto aprobó la inclusión del marrajo (Isurus oxyrinchus) y del marrajo negro o marrajo de aleta larga (Isurus paucus) en su Apéndice II¹. Como sabéis, este apéndice recoge aquellas especies que todavía no están seriamente amenazadas de extinción, pero cuyo comercio debe ser regulado y controlado a fin de que eso no ocurra. A partir de ahora, los marrajos solo podrán ser objeto de pesca y comercio por los algo más de 180 países que han suscrito el acuerdo CITES mientras se demuestre que ello no amenaza su supervivencia. Menos es nada. La propuesta, formulada por México, obtuvo el respaldo de 102 votos a favor y 40 en contra, un cifra récord, según parece. A favor, la UE, entre otros; en contra, países como Islandia, Nueva Zelanda, China o Japón y los EEUU.

 
Como es tradicional, los grandes armadores han vuelto a poner el grito en el cielo ("¡Esto es una vergüenza!") ante tamaña afrenta. Es parte del folclore patrio, uno se extrañaría si no lo hiciesen. Sostienen indignados que no hay evidencia científica que respalde tal medida, que ellos hacen muy bien las cosas (así lo sostienen los datos que dicen manejar), y que otras flotas seguirán capturando marrajos de forma ilegal y además practicando el finning sin ningún problema (en esto último no les falta razón). Y por encima, más burocracia. A partir de ahora "se requerirá de un permiso de exportación o un certificado de reexportación a la hora de poner el marraxo en el mercado", lo cual «supondrá hacer frente a más burocracia, una ralentización de las operaciones y un incremento de los costes»" (La Voz de Galicia, 28-VIII-2019). A juzgar por sus declaraciones, parece que están constantemente siendo acechados y atacados desde todos los flancos por una especie de contubernio internacional de ecologistas, rojos y masones que, en escandalosa coyunda con las autoridades comunitarias, no buscan otra cosa que causarles la ruina. Y es que el marrajo da muchísimo dinero. Particularmente inspiradores han sido los siguientes argumentos:
⇢"Está bien que decidan [los del CITES] sobre elefantes, pero no sobre especies marinas comerciales". (Cepesca)
⇢"Es absurdo que equiparen al marrajo con un rinoceronte blanco o con un lince, que no se comen". "Hay quinientas especies [de tiburones], y comerciales propiamente dichas solo cinco o seis, a las que no les pasa nada y no tienen ningún problema". (Sergio López, gerente de la Organización de Productores Pesqueros de Lugo).
En fin. A día de hoy, este Apéndice II, en lo que se refiere a tiburones², queda conformado de la siguiente manera (para el listado completo de especies véase Apéndices CITES):


Marrajo negro (Isurus paucus) en un palangre. Foto: Gonzalo Mucientes.
2. ICCAT 2019. Hace pocos días la sesión plenaria número 26 de la ICCAT (Comisión internacional para la conservación del atún atlántico) reunida en Palma de Mallorca decidió rechazar cualquier medida de protección para el marrajo, tal como recomendaban tanto los científicos asociados al propio organismo como diversas asociaciones conservacionistas al encontrar las poblaciones atlánticas en clara situación de sobrepesca. La estimación es que estas podrían tardar entre 4 y 5 décadas en recuperarse, incluso bajo la prohibición total de su pesca.
     Durante las acaloradas sesiones, se debatieron diversas propuestas, desde la prohibición total hasta diversos límites de captura anuales (TAC de 500 t, TAC inicial de 700 t a reducir en tres años hasta las 500 t). Pero la falta de consenso ha hecho que las cosas sigan como están, para variar: los grandes armadores ganando pasta pescando marrajos sin ningún límite gracias, además, a multimillonarias subvenciones de dinero público, y el mar vaciándose de tiburones. Para que no se diga. La decisión, por llamarlo de alguna manera, "generó una gran algarabía en la flota gallega", como triunfalmente recoge uno de sus órganos habituales de propaganda, La Voz de Galicia.
     Después de hacerse un pequeño lavado de cara para la galería, apoyando la inclusión del marrajo en el Apéndice II del CITES, la UE, con el apoyo de los EEUU, volvió a ponerse descaradamente de parte de los grandes armadores, como tiene por costumbre. Esta vez el contubernio ecologista-rojo-masón-altas instancias políticas no se salió con la suya. Y no lo hizo por dos motivos elementales que los armadores nunca mencionan: uno, porque en realidad nunca se sale con la suya; y dos (el más importante), porque tal contubernio ni existe ni jamás ha existido. 
     Para salir guapos en la foto y no parecer excesivamente proclives a la parte del dinero, la ICCAT decidió convocar en 2020 una reunión intersesiones "para desarrollar y proponer medidas adicionales con miras a lograr los objetivos de conservación y ordenación para este stock" (véase nota de prensa de la ICCAT). Es difícil concebir un mayor ejercicio de cinismo. En teoría, el sector dispone de unos meses para demostrar que las medidas que ya viene empleando en su oficio son suficientes para garantizar la buena salud de las poblaciones, y por tanto que los informes de los científicos son, como siempre, erróneos.
     Como único punto interesante respecto de los tiburones, la reunión de la ICCAT acordó, por vez primera, establecer TAC anuales para la tintorera del Atlántico: 39 102 toneladas para la del Atlántico norte y 28 923 t para la del Atlántico sur.
     Esto es lo que hay.

3. Marrajos y tintoreras en la Lista Roja de la UICN³:
  • ⏩ El marrajo (Isurus oxyrinchus) es una especie En peligro de extinción, según la Lista Roja de la UICN. Sus poblaciones están en declive. En el Mediterráneo está En peligro crítico.
  • ⏩ El marrajo negro (Isurus paucus) se encuentra igualmente En peligro de extinción a nivel global.
  • La tintorera (Prionace glauca) está Casi amenazada a nivel global y En peligro crítico en el Mediterráneo. Sus poblaciones europeas están en declive.
Tintorera (Prionace glauca) en el Cantábrico. Foto: Isaías Cruz.
Mm.
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¹Como sabéis la CITES distribuye los animales y plantas que necesitan de algún tipo de protección en tres apéndices. El Apéndice I corresponde a las especies seriamente amenazadas de extinción, cuyo comercio está por tanto absolutamente restringido a casos muy especiales. De los peces cartilaginosos, solo los peces sierra (familia Pristidae) están recogidos en él.
El Apéndice III incluye aquellas especies que están protegidas en al menos un país, que solicita la ayuda de los demás para controlar su comercio. Es el caso de las rayas de agua dulce (fam. Potamotrygonidae) de Colombia y Brasil.
²En cuanto a las rayas, en el Apéndice II figuran las mantarrayas, Mobula spp. (Myliobatiformes: Myliobatidae), y los peces guitarra, familias Glaucostegidae (Glaucostegus spp.) y Rhinidae (orden Rhinopristiformes), añadidos en esta última reunión.
³Rigby, C.L., Barreto, R., Carlson, J., Fernando, D., Fordham, S., Francis, M.P., Jabado, R.W., Liu, K.M., Marshall, A., Pacoureau, N., Romanov, E., Sherley, R.B. & Winker, H. 2019. Isurus oxyrinchus. The IUCN Red List of Threatened Species 2019: e.T39341A2903170. http://dx.doi.org/10.2305/IUCN.UK.2019-1.RLTS.T39341A2903170.en. Downloaded on 30 November 2019.
Rigby, C.L., Barreto, R., Carlson, J., Fernando, D., Fordham, S., Francis, M.P., Jabado, R.W., Liu, K.M., Marshall, A., Pacoureau, N., Romanov, E., Sherley, R.B. & Winker, H. 2019. Isurus paucus. The IUCN Red List of Threatened Species 2019: e.T60225A3095898. http://dx.doi.org/10.2305/IUCN.UK.2019-1.RLTS.T60225A3095898.en. Downloaded on 30 November 2019.
Sims, D., Fowler, S.L., Ferretti, F. & Stevens, J.D. 2015. Prionace glauca. The IUCN Red List of Threatened Species 2015: e.T39381A48924261. Downloaded on 30 November 2019.


Diferenciando el alitán de la pintarroja

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Arriba: Pintarroja (foto: Ramón Fernández). Abajo: Alitán (fotos: Eliseo Ruiz).
La pintarroja (Scyliorhinus canicula) y el alitán (Scyliorhinus stellaris) son tiburones íntimamente emparentados entre si; son algo así como primos hermanos dentro de la amplísima y abigarrada familia Scyliorhinidae. Esto explica por qué son tan parecidos. Ambos comparten una serie de rasgos anatómicos que hacen que no poca gente los confunda: pequeña talla y aletas pequeñas, dorsales bastante retrasadas, morro corto, ojos relativamente grandes y librea más o menos parduzca con manchas oscuras en dorso y flancos. Sin embargo, a poco que nos fijemos, las diferencias se nos aparecen con bastante nitidez. Aquí os presentamos algunas claves.

     ⏩ Cuerpo. El alitán tiene un cuerpo más grande y robusto, que supera tranquilamente el metro de longitud total (por lo general pueden medir en torno a los 125 cm, si bien pueden llegar a alcanzar los 162 cm). La pintarroja es claramente más pequeña y estilizada; en el Atlántico y mar del Norte no pasa de los 100 cm de longitud total y en el Mediterráneo es más pequeña todavía, no suele sobrepasar los 60 cm.
     ⏩ Solapas nasales. En el alitán los faldones o solapas nasales están claramente separados y distanciados de la boca, mientras que en la pintarroja ocurre lo contrario: están unidos y llegan hasta la boca.

A. Arriba, Scyliorhinus canicula; abajo, Scyliorhinus stellaris (foto: Rafael Bañón). B.S. canicula (foto: Toño Maño). C.S. stellaris (foto: Gonzalo Mucientes).
     ⏩ Librea. La librea del alitán presenta presenta un patrón de manchas grandes de diferente forma y tamaño, que a veces pueden agruparse adoptando formas que recuerdan a las del leopardo. En la pintarroja las manchas son muy pequeñas y mucho más abundantes, con 8-9 "sillas de montar" oscuras y claramente perceptibles (en el alitán son muy tenues o imperceptibles).
     ⏩ Aletas. En el alitán la base de la aleta anal es igual o mayor que el espacio interdorsal, mientras que en la pintarroja es claramente menor. O dicho de otro modo: en el alitán las dorsales están más próximas entre si.

Dos alitanes y una pintarroja en medio. Lonja de Riveira, 1 de agosto de 2019 (foto de Sergio Permuy Leal).
Por último, la pintarroja es más abundante y fácil de observar, tanto viva en su medio como muerta en la lonja. Es muy común en fondos de arena y fango desde casi la orilla hasta los 200 e incluso 400 m. El alitán, en cambio, suele preferir los fondos de roca y guijarros; se encuentra desde los 1-2 m hasta al menos los 125 m, aunque es más habitual entre los 20 y 63 m.

Para saber más podéis consultar los siguientes artículos:

Pintarroja (Scyliorhinus canicula).
Alitán (Scyliorhinus stellaris).

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PS: Una breve nota de agradecimiento a los amigos de este blog que constantemente nos envían fotos de sus avistamientos de tiburones. Hoy le toca a Sergio Permuy, Ramón Fernández y Eliseo Ruiz; y también, como siempre, a Rafa Bañón y Gonzalo Mucientes por su constante apoyo y aliento... que ya casi  he perdido la cuenta de las cañas que les debo.



Un alitán llamado quenlla

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Foto publicada en La Voz de Galicia del 26-V-2017.
Una forma tan agradable como cualquier otra de estrenar un nuevo año es refrescarse con una vieja noticia. Esto es lo que hoy os propongo aprovechando una de esas joyas periodísticas con las que de vez en cuando La Voz de Galicia nos regala la vista y el intelecto a partes iguales. Apareció publicada en la edición de Carballo del 26 de mayo de 2017, es decir, hace algo más de 2 años. Di con ella por casualidad hace pocos días... y no lo he podido resistir. Ahora vais a entender por qué:
Un vecino de la Costa da Morte que se encontraba disfrutando de la playa en Laxe se encontró con una quenlla, también conocida como tintorera, varada en la arena. El pez estaba muerto, pero todavía en buen estado y tenía buen tamaño. El bañista le tomó una foto para dar cuenta de su curioso hallazgo, que lo dejó un poco intranquilo.
Escalofriante, a que si. Pues vamos a analizarla en detalle, troceándola como en una carnicería, porque tiene más chicha de lo que parece. Veamos:
  1. Un paisano se encuentra un tiburón en la playa. Bien.
  2. El tiburón estaba en la arena, muerto. Interesante.
  3. De su aspecto se deduce que no debía de llevar muchas horas en ese estado, o sea, muerto. No es precisamente un notición como el de la caída del muro de Berlín, aunque todo es opinable.
  4. Tenía "buen tamaño" (siempre hablamos del tiburón). Y aquí el lector levanta una ceja: ¿Qué debemos entender por "buen tamaño"? ¿Buen tamaño para un tiburón, o para tratarse de un pez? ¿Qué tamaño tendría el vecino de la Costa da Morte?
  5. El paisano bañista le hizo una foto al bicho muerto para inmortalizar el "curioso hallazgo". Una operación que solo puede merecer nuestro más profundo reconocimiento y más sinceras felicitaciones.
Y ahora dejamos el choteo y pasamos a lo serio y preocupante, a aquello que de verdad me empujó a dedicarle tiempo y espacio a esta noticia: la constatación, una vez más, del desconocimiento y el absoluto desinterés que tiene una parte no despreciable de la prensa hacia un componente tan importante de nuestro patrimonio natural como son los tiburones (si bien es verdad esto también es válido para cualquier bicho viviente en general que no sirva a unos intereses económicos concretos como la caza o la pesca).
  • "Una quenlla, también conocida como tintorera". En un primer momento este artículo iba a titularse "Alitán o paloma". Mira que es difícil confundir un alitán (Scyliorhinus stellaris), como el de la foto que precisamente encabeza la propia noticia, con una tintorera (Prionace glauca). Casi hay que hacer un esfuerzo. Pero lo más grave es que al periodista esto no parece preocuparle lo más mínimo; ni tan siquiera se ha tomado la más elemental molestia de informarse. Bastaba con escribir "quenlla", o "tintorera", en un buscador y darle al "enter" para comprobar en pocos segundos que una quenlla de verdad guarda tanto parecido con el bicho de su foto como Robert Redford con un indio yanomami. ¿Es pura desidia y desinterés, o hay algo más? ¿Es así como pretenden informar a sus lectores?
Arriba, el alitán. Abajo, una quenlla de verdad, de esas que, en efecto, son también conocidas como tintoreras, fotografiada en la playa de Cirro (Sada) por Luz Villasenín a finales de julio de 2019. Como veis, dos gotas de agua.
  • El hallazgo "lo dejó un poco intranquilo" al paisano. No sabemos si de verdad el paisano sintió intranquilidad al toparse con una patarroxa en la playa, o si esto es más bien cosa del periodista, para abundar en el truco fácil del sensacionalismo más mezquino, cada vez más extendido en nuestro país, que consiste en seguir asociando los tiburones con el peligro, la amenaza y el miedo con el objetivo de obtener más audiencia. Observad la antítesis que estructura la breve noticia, y que de ninguna manera parece casual: un tipo estaba "disfrutando" de la playa, cuando un hallazgo inesperado le mete en el cuerpo una sensación de intranquilidad. ¿Hemos de entender que el hallazgo de un bicho que no llega al metro y medio ha logrado ensombrecer, siquiera un poquito, una luminosa jornada de disfrute playero? ¿Una nube en forma de tiburón, como en la película? ¿Acaso lo que de verdad tenía en mente nuestro periodista de La Voz era algo como esto (sustituyendo "Amity" y "tiburón asesino")?:
    "Laxe siempre ha sido conocida por su aire puro, agua cristalina y playas hermosas de arena blanca. Pero en estos días apareció una nube en el horizonte de este hermoso lugar. Una nube en la forma de un tiburón de metro y pico".
Peter Benchley haciendo de reportero de TV en Tiburón, la extraordinaria película que Spielberg construyó a partir de su novela.
¿De verdad uno de los periódicos con más lectores de este país necesita recurrir a trucos tan ruines para ganar audiencia?
Por supuesto, no es justo generalizar. Tanto en La Voz de Galicia como en otros medios trabajan grandes profesionales que se toman muy en serio su labor de informar a sus lectores con el más exquisito rigor y objetividad. Pero hay que reconocer (tienen que reconocer) que cada vez les salen, como hierbajos de efecto laxante, más colegas dispuestos a ensuciar su imagen.

     En fin, vamos a terminar con una nota de humor (porque aquí si que no hay lugar para la indignación, sino para el puro cachondeo). Se trata de una noticia más reciente publicada en el Diario de Pontevedra el 19 de agosto de 2019. Su titular es rotundo, salvaje, bestial: "Encuentran dos crías de tiburón en playas de O Morrazo". Uno de los ejemplares parece ser que si era de verdad una cría de tintorera, como las muchas que están apareciendo en nuestras playas durante estos últimos años. Pero la otra... la otra... es esta de la foto:

Diario de Pontevedra, 19-VIII-2019.
¡Exacto! ¡Un melgacho! Una pintarroja (Scyliorhinus canicula), precisamente prima hermana del alitán que oscureció el día de playa del bañista de la costa da Morte. Habida cuenta de que esta especie llega a la madurez cuando alcanza aproximadamente los 40-50 cm, parece difícil creer que el ejemplar de la foto sea de verdad una cría.
     Pero lo más gracioso es la entradilla: "Desde los centros de investigación tranquilizan a la población, pues estas especies solo persiguen a los bancos de peces". Nuestra pobre, modesta y linda pintarroja es un pequeño tiburón de hábitos bentónicos que no suele superar los 70 cm; se alimenta de pequeños peces e invertebrados de fondo (cangrejos, gasterópodos, cefalópodos, poliquetos). Desde luego, perseguir bancos de peces, como que no.

     En fin. Que el lector extraiga sus propias conclusiones.

     Y que este nuevo año 2020 nos sea propicio, que venga bien cargadito de belleza, salud y buenas noticias.

Ataques 2019

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Tiburón cigarro (Isistius brasiliensis). Foto: Personnel of NOAA ship Pisces (tomada de AllRefer).

El ISAF (siglas del Archivo Internacional de Ataques de Tiburón), de la Universidad de Florida, acaba de publicar su informe anual. El equipo de especialistas analizó un total de 140 incidentes entre tiburones y personas ocurridos a lo largo del 2019, de los cuales solo 64 fueron considerados claramente como ataques no provocados, es decir, interacciones ocurridas en el medio natural (no en piscinas o tanques de acuario) en las que no hubo ningún tipo de provocación por parte de la víctima*. Son 18 casos menos que la media anual de los últimos 5 años, que se sitúa en 82. Aquí tenéis las cifras:
  • 64 ataques no provocados. 2 menos que en 2018.
  • 2 personas fallecidas. La mitad que durante el año anterior. Los desgraciados accidentes ocurrieron uno en las Bahamas y el otro en la isla de Reunión. Hubo 3 fallecidos más en circunstancias dudosas.
  • Distribución de los incidentes. Los EEUU, siguiendo la tradición, es el país donde más incidentes se han registrado, con un total de 41 (9 más que en 2018): 21 en Florida, 9 en Hawái, 3 en California y en Carolina del Norte, y 1 en los estados de Georgia, Oregón, Rhode Island, Carolina del Sur e Islas Vírgenes. Significativamente, no hubo ni una sola muerte.
        En Australia se registraron 11 incidentes, 9 menos que el año anterior. Según el Australian Shark Attack File fueron 6 en Queensland, 4 en Nueva Gales del Sur y 1 en Australia Occidental (el ISAF habla de 4 en Queensland y 6 en Nueva Gales del Sur, alguien se ha hecho un lío).
        En Sudáfrica se produjeron 2 ataques no provocados, otros dos en las Bahamas y uno en cada uno de las siguientes regiones del mundo: Canarias, Caribe, Cuba, Guam, Israel, México, Nueva Caledonia, Polinesia Francesa y Reunión.
  • Tipología de las víctimas. Como es obvio, habida cuenta del tiempo que pasan en el agua en zonas tan sensibles como las rompientes, los surfistas y demás practicantes de deportes de tabla son el colectivo más expuesto a este tipo de desafortunados encuentros con tiburones: han sido coprotagonistas involuntarios en nada menos que el 53% de incidentes.
         En cuanto al resto, el 25% de las víctimas fueron nadadores y bañistas; el 11%, practicantes de snorkel y apnea; 8% body-surfers, y el 3% submarinistas.

Los datos son testarudos. Un año más vienen a demostrar que los tiburones no son bichos sanguinarios dispuestos a triturar personas a la mínima que uno deja una pata en el agua. Pero son un excelente reclamo para rellenar espacios y de paso aumentar la audiencia de telediarios y periódicos, sobre todo cuando se acerca el verano. Muchos (demasiados) periodistas demuestran ser más testarudos que las cifras y siguen entregados al más rastrero sensacionalismo con el objetivo de ganar un par de lectores más mintiendo sobre estos animales: si la realidad dice otra cosa, peor para la realidad.
     Todos los años hacemos las mismas reflexiones: cada vez hay más personas disfrutando del océano, lo que incrementa el riesgo potencial de un encuentro (o encontronazo) no deseado, y sin embargo el riesgo real es ínfimo. Podéis ver un resumen y un análisis más profundo en el artículo del año pasado: Ataques 2018.

⇒ATAQUES DE TIBURÓN CIGARRO. Sin duda el dato más curioso es el registro de tres ataques del tiburón cigarro (Isistius brasiliensis), un bicho tan pequeño como matón y puñetero, si me permitís la expresión, por el que es difícil no sentir cariño e incluso fascinación. Y es que esta cosa alargada, canija y escuchimizada se atreve incluso con uno de los reyes del océano, ¡con el gran tiburón blanco! Podéis leer sobre ello en Cuando el pez chico ataca al pez grande.
     Los tres ataques se produjeron sobre nadadores de larga distancia que cruzaban, ¡por la noche!, el canal de Kaiwi, en Hawái, que separa las islas de Oahu y Molokai (si es que a quién se le ocurre; se ve que hay gente que parece que lo está pidiendo a gritos). De ello nos hicimos eco en su momento, cuando aprovechamos par actualizar un artículo que ha gustado bastante, El ataque del tiburón cigarro.
     Con justicia, y cierto gracejo, el ISAF habla de "El año del tiburón cigarro".

⇒MÁS TIBURONES QUE SIGUEN A LOS BARCOS DE PESCA. Un dato que da que pensar es el aumento en los informes de pescadores, particularmente de la costa este norteamericana, que hablan de grandes números de tiburones que siguen a los barcos pesqueros para arrebatar los peces que caen en los diversos aparejos. Los expertos descartan que esto pueda deberse a que hay más tiburones en el mar. En realidad, el asunto parece estar más relacionado con el descenso de las poblaciones de peces, también detectado por los propios pescadores. Ante la falta de presas, los tiburones están buscándose la vida como pueden. Muy preocupante.

Tiburón blanco (Carcharodon carcharias). Foto: Euan Rannachan.

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*41 incidentes fueron calificados de "ataques provocados". Se consideran ataques provocados aquellas situaciones en las que es la persona quien consciente o inconscientemente desencadena una reacción agresiva en el tiburón. Por ejemplo al desengancharlo de una red o anzuelo, al querer tocarlo, acariciarlo o darle de comer, en situaciones de pesca con arpón, etc.
     De los restantes 35 incidentes investigados y descartados, 12 fueron situaciones en las que el tiburón mordía el casco o el motor de una embarcación; otro fue un caso de mordeduras postmortem; otro más implicó a un buceador dentro de un acuario. Tres supuestos "ataques" fueron muy posiblemente obra de especies distintas del tiburón; en otros 9 si intervinieron tiburones, pero fue imposible conocer las circunstancias exactas para determinar si fueron provocados o no provocados. Finalmente, hubo 9 casos no confirmados.

Huida de San Juan de Ulúa

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Castillo de San Juan de Ulúa.
Las historias de cárceles guardadas por voraces hordas de tiburones son un clásico de los relatos, reales y ficticios, que abundan en las diversas revistas y periódicos de los siglos XVIII y XIX hasta bien entrado ya el siglo XX. En nuestro país eran muy del gusto del lector, sobre todo cuando, como en este caso, a la emoción de la aventura se une la relación afectiva con América.
     Hoy os presento un relato aparecido en noviembre de 1913 en la revista semanal ilustrada Alrededor del mundo, editada en Madrid entre los años 1899 y 1930, cuya variada temática (curiosidades, viajes y aventuras, novedades y descubrimientos científicos, temas costumbristas y artísticos, etc.) la hizo muy popular.
     Como es habitual, respeto las grafías y ortografía del original por aquello de mantener su sabor antiguo. Solo introduzco pequeños cambios en la puntuación cuando lo creo necesario en aras de la claridad. Todos los dibujos y fotografías proceden de la propia publicación.


ENTRE EL PRESIDIO Y LOS TIBURONES
Relato de una evasión arriesgada.

A media milla del actual muelle de pasajeros del puerto de Veracruz (Méjico) álzase sobre un arrecife cortado á pico el castillo de San Juan de Ulúa, construído en 1528 en el mismo lugar donde diez años antes desembarcó por primera vez en Méjico el conquistador Juan de Grijalba.
     En esta fortaleza hay una porción de celdas situadas algunas bajo el nivel del mar, que llevan cuatro cientos años sirviendo de cárcel, y sin embargo no se recuerda que en tan largo espacio de tiempo se haya escapado con vida más que un preso, porque en los canales que rodean la tétrica construcción pululan de día y de noche enormes tiburones, guardianes más fieles y eficaces que los carceleros y los cerrojos.
     Los incontables prisioneros que en el transcurso de del tiempo han tratado de evadirse arrojándose al agua y ganando á nado la costa han servido invariablemente de pasto á la voracidad de algún tiburón. Tal es la confianza que inspiran estos guardianes de las aguas, que la guarnición de San Juan de Ulúa no se preocupa gran cosa de impedir las evasiones, sobre todo si el prisionero está condenado á reclusión perpetua, porque consideran segura su muerte y siempre es un individuo menos á quien vigilar.
"El héroe de esta aventura".
     Por esta causa, el preso que se echa al agua tiene que cuidarse más de las mandíbulas de los tiburones que de los fusiles de los centinelas de la prisión.
     [...] El único preso que ha logrado evadirse de la inexpugnable fortaleza ha sido Manuel Rojas González, el cual relata su arriesgada aventura en uno de los últimos números del "Wide World Magazine". González, que había sido encarcelado por los partidarios de Madero como enemigo político, era hombre de cierta importancia en la población y conocía la bahía de Veracruz palmo á palmo por haberla recorrido muchas veces en su lancha. También conocía las celdas de los presos políticos de San Juan de Ulúa y sabía por qué estaban protegidos, por la ley de los tiburones que frecuentaban aquellas aguas, pero no se había figurado lo excelentes guardianes que eran hasta un domingo que le llevaron á oir misa á la capilla de la fortaleza y vio á los enormes selacios nadando por el canal.
     Al volver de la capilla —escribe González— vi la posibilidad de la evasión. Al día siguiente, cuando me tomaron declaración acusándome de fomentar la oposición á Madero, comprendí que me iban á condenar á prisión perpetua en una celda de incomunicado. Los cargos que se me dirigían eran falsos, pero los apoyaban una porción de testigos á quienes ni siquiera conocía de vista, y considerándome perdido, resolví exponerme á morir en las mandíbulas de un tiburón antes que vivir encerrado en una celda lóbrega. Después de la comparecencia ante el tribunal me volvieron á llevar á mi celda, que era la última de una galería que cruzaba las entrañas del arrecife. Un muro de piedra de un metro de largo me separaba del mar. Por allí no había esperanza de abrirse salida, porque no la hubiera abierto ni con una caja de dinamita; pero mientras permanecía sentado meditando vi por la pequeña ventanilla de hierro de mi celda un rayo de luz que entraba por otro hueco de parecidas dimensiones abierto en el muro.
     "Mientras esperaba la comida de la tarde anocheció y me quedé á obscuras. Los ocupantes de las demás celdas estaban en silencio, y entre el rumor de las olas oí abrir una puerta de hierro y sentí echar al mar los desperdicios de la cocina de la cárcel. Inmediatamente escuché un ruido peculiar indicador de que los tiburones venían por su pitanza vespertina. Oí los coletazos de los monstruos un rato breve, media hora quizás. Luego quedó todo en calma, y mientras esperaba mi retrasada comida se me ocurrió una idea.
     "Si podía ganar la muralla á aquella hora —siete de la tarde—, era más que probable que no hubiera tiburones en el canal por haber ido al lado del mar á comer las sobras cotidianas.
     "Al día siguiente, después de haber escuchado el ruido de la ventana y el golpe de las substancias arrojadas al agua, sentí abrirse nuevamente la ventana y escuché un golpe fuerte que supuse sería algún cadáver arrojado á la inmensa tumba del Golfo de Méjico. Aquel ruido y su siniestro significado contribuyeron poderosamente á afirmar mi resolución de huir, aunque ello significase una horrible muerte.
     "Al otro día me fingí enfermo, porque sabía que habían de volver á interrogarme y estaba decidido á retrasar todo lo posible mi comparecencia, y pedí ver al médico, cosa que me permitieron por no estar sentenciado aún. De este modo, cuando quisieran llevarme ante el inspector y juez eran las siete, hora en que el funcionario suspendía su trabajo y regresaba á Veracruz en un bote. Y así fué, en efecto, mas cuando llegamos á su despacho se disponía á salir y aplazó mi interrogatorio para el próximo día.
     "[...] Mi carcelero y yo nos dirigimos á la entrada de la galería inferior, la cual se halla á poca distancia, á unos cinco metros del lado del arrecife que da al canal. Estábamos solos el carcelero y yo, porque los demás guardianes de uniforme se ocupaban de despedir al inspector. Mi carcelero no llevaba más que un revólver pendiente del lado derecho del cinturón, que era precisamente el lado en que yo iba. "Ahora o nunca", pensé, y arrebatando el revólver al carcelero le di un fuerte golpe en la cabeza con la culata del arma y cayó sin sentido. En dos saltos llegué á una tronera de la muralla, me quité la americana y los zapatos y me tiré de cabeza al canal infestado de tiburones.
     "Como no se presentaba ningún tiburón comencé á concebir esperanzas. Poco á poco fueron abandonándome la desesperación y la depresión que se habían apoderado de mí en la cárcel, y después de bucear un poco con excelentes ánimos me asomé á la superficie con grandes precauciones.
     "El poniente teñía de púrpura el hermoso pico del Orizaba y el cielo se cubría de nubes cenicientas que al reflejarse en las aguas le daban un color pizarroso. Desde el canal distinguía la muralla de San Juan de Ulúa, llena de gente la fortaleza, pero confiaba en que no podían verme.
     "Al volverme lentamente de la posición que había tomado para ver mi cárcel, casi tropecé con un enorme tiburón de la especie inofensiva. En cuanto vi su blanco cuerpo comprendí que no corría peligro, pero, no obstante, me llevé un susto terrible.
     "Había avanzado unos doscientos ó trescientos metros á través del canal cuando, con una violencia que me obligó á sumergirme casi hasta el fondo, pasó por mi lado un cuerpo gris de forma de torpedo, ¡un tiburón de los peligrosos! Indudablemente no me atacó desde luego, porque no tenía hambre, pero al volver á la superficie me pasó por encima de la cabeza, sin duda buscándome. Al sacar la cabeza oí gritar desde San Juan de Ulúa: "¡Los tiburones! ¡Los tiburones!". Inútilmente intentaría describir aquí el estado de mi ánimo. Sólo sé decir que nadé como un desesperado dando gritos y agitando mucho el agua para asustarle. Recuerdo que una de las cosas que le grité fué un trozo de una canción que cantaban los niños para ahuyentar a los tiburones durante el baño. Creo que el remedio serviría de muy poco, pero me confortó.
     "De este modo avancé unos setenta metros más, seguido del tiburón, al que cada vez contenían menos mis voces y mis bruscos movimientos, hasta que por último ví que se disponía á atacarme. El canal estaba en perfecta calma y por esta causa podía ver todos los movimientos del monstruo con la fosforescencia de las aguas. Le vi alejarse y dar la vuelta para lanzarse sobre mí y yo me hundí rápidamente en el agua, virando hacia la derecha y nadando desesperadamente hacia la costa. Con gran sorpresa de mi parte, el tiburón no me siguió, y cuando hube contenido el aliento todo lo posible, subí á la superficie. Con intensa satisfacción tocaron mis pies el fondo y me encontré con la cabeza y los hombros fuera del agua.
     "Entonces me di cuenta cuatro ó cinco metros por un agua que me permitía permanecer de pie y por lo tanto donde el tiburón no se atrevía á entrar. Tres metros más allá estaba el fondo cenagoso y no tardé en trasponerlo. Luego corrí en línea recta hacia los cerros de la costa, desde allí me puse abrigo del bosque y por fin encontré amigos, los cuales me proporcionaron ropa limpia, caballo y dinero para llegar á Tampico donde tomé un vapor para llegar sano y salvo á Nueva Orleans".

Alrededor del mundo, noviembre de 1913, pp. 442-445.

Primeras citas de tiburón anguila y cañabota en Galicia

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Cañabota (Hexanchus griseus). Fotograbado de Laporta sobre una fotografía de José Sellier (en el original atribuida a E. Bertrand). Fuente: Bol. Real. Soc. Esp. Hist. Nat., VII, 1907.
Las primeras citas en Galicia del tiburón anguila (Chlamydoselachus anguineus) y de la cañabota (Hexanchus griseus) dos Hexanchiformes datan del año 1907, cuando el ilustre naturalista Ignacio Bolívar y Urrutia, a la sazón catedrático de Entomología de la Universidad Central de Madrid, director del Museo de Historia Natural y secretario de la Real Sociedad Española de Historia Natural, publica una nota sobre unos peces muy singulares titulada "Indicación de algunos peces notables de La Coruña".

1. Franceses y españoles. La publicación de estos hallazgos está muy vinculada al nacimiento de las primeras instituciones oceanográficas de nuestro país. La información sobre ambos especímenes procedía de un ingeniero industrial francés de nombre Etienne Bertrand (Esteban, para los locales), que en aquellos años residía en Coruña y que, entre otras actividades, se dedicaba a estudiar los especímenes raros que traían a puerto los vapores de altura; su propósito era compartir muestras y datos con el Museo de Historia Natural de Madrid. Este señor era nada menos que el vicepresidente de la Société d'Oceanographie du Golfe de Gascogne, fundada en 1899 en Burdeos con el objetivo de favorecer el desarrollo de la oceanografía y sus aplicaciones en la industria del mar. Su esfuerzo y entusiasmo, unido al apoyo de diversas personalidades locales, conscientes de la importancia del conocimiento científico del mar, fueron el motor del establecimiento en la ciudad de una subcomisión de la SOGG: la Sociedad de Oceanografía del Golfo de Gascuña. Ocurrió en 1906, hay quien sostiene que coincidiendo con la escala en el puerto del yate Andrée, que había sido fletado por la Société para una campaña oceanográfica en el Cantábrico. En sus inicios, la Sociedad contaba con 81 socios coruñeses, entre ellos el fotógrafo de origen francés José Sellier, introductor del cinematógrafo en Galicia.
     No es difícil entender la dimensión de este acontecimiento tan poco conocido para nosotros si pensamos que en España no existía ninguna institución oceanográfica¹; tuvieron que venir los franceses para desbrozarnos el camino, ellos ya llevaban muchos años de recorrido con apoyo de sus instituciones (y luego todavía hay quien celebra el haberlos expulsado del país para entregarnos al oscuro nacionalcatolicismo de Fernando VII). El Instituto Español de Oceanografía (IEO) se fundaría unos años después, en 1914, gracias a la infatigable labor del gran pionero de la oceanografía en España, el insigne aragonés Odón de Buen [sobre su figura hablamos en Odón de Buen y un peregrino].

La Sociedad Oceanográfica del Golfo de Gascuña instaló su sede en este palacete construido en el muelle de la Batería e inaugurado en 1911, el conocido como "Pabellón oceanográfico". Allí permanecería hasta su disolución en 1918. Fuente de la imagen: Coruña Antigua, a través del blog deandanzasyrelatos.wordpress.com.
2. La cañabota. Fue precisamente Etienne Bertrand quien identificó el descomunal bicho que el vapor Avispa había descargado en el puerto herculino como Notidanus griseus (en la actualidad el nombre científico aceptado es Hexanchus griseus). Había sido capturado el 26 de octubre de 1906 a 30 millas al NW de cabo Vilán a una profundidad de 210 brazas (unos 385 m). Era una hembra de casi cinco metros 482 cm de longitud total, para ser exactos, y estaba preñada: portaba 42 crías y había parido otras cinco más durante su captura. Una verdadera lástima.
     El artículo de Bolívar incluye el interesantísimo dato de que entre el 15 de octubre y el 20 de noviembre de aquel año
apenas pasó un día, según me escribe el Sr. Bertrand, sin que la flotilla de pesca de La Coruña no trajese uno ó varios ejemplares de esta especie, desde 1,50 metros hasta el gigantesco representado en la lámina [se refiere a la imagen que encabeza este artículo]... la aparición de tales escualos coincidía siempre con la disminución de la pesca; los barcos que antes de su aparición volvían al puerto con 600 ú 800 merluzas, no traían después más que 100 ó 200. En el interior de los ejemplares pescados se encontraban con frecuencia merluzas aun no digeridas...
     Sin entrar a valorar si realmente existía alguna relación causal entre la disminución de la merluza y la aparición de estos tiburones (no lo parece), resulta significativo que la primera cita de cañabota en Galicia sea la de una hembra grávida. Desde entonces son varias las noticias de capturas similares. En el artículo que dedicamos a esta especie, Cañabota (Hexanchus griseus), encontraréis unas cuantas; no es una coincidencia que su fotografía de portada corresponda a un ejemplar capturado exactamente un siglo después, en julio de 2006, en la misma zona geográfica: otra hembra que pasaba ampliamente de los 4 m y que también llevaba un buen número de crías en su interior.
     Aunque se necesitan más datos para confirmar una hipótesis de esta naturaleza, no creo descabellado pensar que nuestro mar tal vez podría ser o, mucho me temo, pudo haber sido una zona de cría para esta especie: la presencia de hembras grávidas y de ejemplares jóvenes son solo indicios a investigar... indicios posiblemente truncados por el advenimiento de la pesca industrial desde finales del XIX y principios del XX, y el incremento de la potencia pesquera en aguas cada vez más profundas gracias a la incorporación de los motores de vapor.

100 años después, otra hembra de gran tamaño, también grávida, capturada por un arrastrero. Foto: Antonio Parada (quién le iba a decir que justo un siglo después iba a estar en Camariñas para tomar el relevo de José Sellier).
3. El tiburón anguila. El espécimen de tiburón anguila fue identificado por Ignacio Bolívar una vez llegado a Madrid tras un viaje que realizó a Coruña, "aprovechando las últimas vacaciones de Semana Santa", donde pudo examinar en persona al extraño pez. "No tuve que rebuscar mucho, pues existiendo en nuestra Biblioteca el hermoso libro de George Brown Goode "Oceanic Icthyology"² ... fácilmente pude encontrar que se refería al Chlamydoselachus anguinus [sic] Garman...". El autor afirma que es el primer registro en "los mares de Europa".
     Por lo demás, no hay datos concretos sobre la captura del ejemplar en cuestión, excepto que se produjo en "La Coruña" en algún momento del verano de 1906 y que medía 114 cm.
Cuando se pescó este ejemplar... llamó poderosamente la atención por su extraña forma, que á primera vista es la de una salamandra gigantesca; su cabeza recuerda la del gallipato por lo ancha y deprimida y sus mandíbulas, cuando se cierran, forman entre las dos el borde límite de la cabeza, disposición contraria, como es sabido, á la de los tiburones, en los que la cabeza se prolonga en hocico saliente abriéndose la boca en el plano inferior y á cierta distancia de aquel borde.
Tiburón anguila (Chlamydoselachus anguineus). Fotograbado de Laporta sobre una fotografía de J. Sellier. Fuente: Bol. Real. Soc. Esp. Hist. Nat., VII, 1907.
4. Peces en una exposición. En 1907, Etienne Bertrand acudió a la Exposición Marítima Internacional de Burdeos en calidad de presidente del subcomité de la Sociedad de Oceanografía del Golfo de Gascuña llevando consigo ambos especímenes, que presentó junto con una colección de diversos peces, crustáceos y moluscos facilitados por varios armadores. El trabajo de José Bernárdez Ojén, taxidermista de la sociedad, fue fundamental, y por ello recibió una merecida medalla de bronce (equivocadamente, Ignacio Bolívar atribuye al francés el descubrimiento "de un líquido conservador á base de formol y glicerina, pero en proporciones que dan un excelente resultado"). El subcomité recibió un diploma de honor por su participación y su vicepresidente, el ingeniero Eduardo Vila Algorri, una medalla de oro.
     El rey Alfonso XIII visitó la exposición acompañado de Bertrand, y mostró cierto entusiasmo por lo que Francia y Mónaco llevaban haciendo en el campo de las ciencias del mar. Sin embargo, más interesado en el cine porno³, tan calorífico y gustoso, que en los fríos y poco amorosos habitantes del océano, su apoyo al tema científico fue más una cuestión de buenas palabras y palmaditas en la espalda que algo práctico. Ello no le impidió aceptar la presidencia de honor del subcomité de Coruña, que pasó a llamarse Real Subcomité de La Coruña de la Sociedad Oceanográfica del Golfo de Gascuña. Para que no se diga.

5. Ubi sunt qui ante nos in hoc mundo fuere? (Breve epílogo histórico). Todas las cosas tienen su final. El breve instante en el que la sociedad española comenzó a ser consciente del valor del pensamiento y el conocimiento científico gracias al tesón, a veces heroico, a veces trágico, de un puñado de hombres y de mujeres admirables, terminó trágicamente en 1936. Los nacionales y la Iglesia se aplicaron, codo con codo con encomiable celo, a la demolición y erradicación de todo asomo de pensamiento libre muera la inteligencia, era su lema, para así devolver el país a la cálida, lenta y pesada modorra tardomedieval en la que llevaba instalado al menos desde Fernando VII.

Arriba: Ignacio Bolívar. Abajo: El dibujo del Chlamydoselachus anguineus procedente del plato VI del libro de Goode & Bean que el ilustre entomólogo consultó para identificar el ejemplar gallego.
     En 1939, con 89 años, Ignacio Bolívar, el "príncipe de las ciencias naturales españolas", fue desposeído de sus medallas de académico junto con otros científicos y se vio obligado a marchar al exilio, primero en Francia, luego en México. Por su extraordinaria labor en la Universidad Autónoma de aquel país durante los cinco años que todavía le quedaron de vida, se le concedió el título de Doctor honoris causa. No fue hasta 2019 cuando el gobierno español reconoció la ilegitimidad de las sanciones que los rebeldes fascistas le impusieron a él y a otros seis científicos.
     El reconocimiento que los patriotas españoles dispensaron a otro científico de prestigio internacional como Odón de Buen fue quizás un poco más exquisito. Lo detuvieron y encarcelaron (su estancia en la cárcel agravó su diabetes), y a su hijo Saidí, médico reconocido por sus esfuerzos en la erradicación de la malaria, lo fusilaron en Sevilla. Tras su liberación como parte de un canje de prisioneros, logró llegar a Banyuls, en el sur de Francia, y de ahí, tras la muerte de su mujer, se trasladó a México, donde falleció en 1945. Por supuesto, los amantes de España lo relegaron al olvido.

Quema de libros en la dársena de Coruña, agosto de 1936. Quemando el pensamiento. Qué felices estaban y qué a gusto se quedaron. Foto del Archivo Luis Lamela publicada en La Voz de Galicia del 22 de junio de 2017.
     Por su parte, en 1909 Etienne Bertrand dejó la presidencia del Real Subcomité y se trasladó a San Sebastián donde participó activamente en la fundación de la Sociedad Oceanográfica de Guipuzcoa. En 1917 fue expulsado de España junto con otro socio del subcomité, el armador francés Henry Gilard, tras haberse descubierto sus actividades como informadores del gobierno francés de los movimientos de barcos desde Coruña y Corcubión.
     Esto es lo que hay y lo que tenemos.


Para saber algo más sobre el tiburón anguila:
Tiburón anguila (Chlamydoselachus anguineus).
⏩Tiburón anguila en O Grove.

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¹Para ser justos, hay que señalar que antes de 1906 existieron en España diversas entidades dedicadas al estudio del mar. Así, la Estación Marítima de Santander, fundada en 1896; el Laboratorio Biológico-Marino de Baleares, fundado por Odón de Buen en 1906. 
²El título completo de esta magna obra es: George Brown Goode & Tarlenton H. Bean (1896). Oceanic Ichthyology: A treatise on the deep-sea and pelagic fishes of the world, based chiefly upon the collections made by the steamers "Blake", "Albatross", and "Fishhawk" in the northwestern Atlantic, with an atlas containing 417 figures.
³Tal vez quede algún despistado que no sepa que el bisabuelo del actual rey fue un reconocido aficionado al sexo, a cuya práctica se entregó en cuerpo y (si se puede decir) alma, y promotor del cine porno (fue, de hecho, el introductor en nuestro país de esta especial variante del séptimo arte). Llegó incluso a escribir los guiones de tres películas realizadas aquí, posiblemente harto de tanto filme extranjero con argumentos tan alejados de la realidad patria. Véase, por ejemplo, Amadeo Salvador, "Alfonso XIII produjo las primeras películas porno españolas y están en Valencia", en cadenaser.com.
Valga el ejemplo de Odón de Buen, que fue además una figura importante en la divulgación del darwinismo en España. Durante el reinado de Alfonso XII sus libros fueron incluidos en el índice de libros prohibidos por la iglesia católica, cuyas presiones lograron que en 1895 fuese apartado temporalmente de su cátedra de Historia Natural de la Universidad de Barcelona.
Pueden consultarse los artículos de Juan Miguel Baquero en eldiario.es (España homenajea a siete científicos represaliados por Franco y les devuelve su diploma académico) y de Manuel Asende en El País (El nonagenario experto en saltamontes que tuvo que huir de Franco).

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BIBLIOGRAFÍA
 
—Ignacio Bolívar (1907). Indicación de algunos peces notables de La Coruña. Boletín de la Real Sociedad Española de Historia Natural. VII, pp. 206-209. (Todas las citas y entrecomillados proceden de aquí, respetando la ortografía y puntuación del texto original). 
—Fraga, Xosé A. "Na Coruña botou a andar a primeira institución creada en Galicia para o estudo dos océanos". La Opinión el 17 de agosto de 2017. <https://www.laopinioncoruna.es/coruna/2017/09/17/na-coruna-botou-andar-primeira/1217849.html>
—González-Garcés, Alberto. "Cincuenta años del centro oceanográfico del IEO en A Coruña". La Voz de Galicia el 16 de abril de 2018. <https://www.lavozdegalicia.es/noticia/opinion/2018/04/15/cincuenta-anos-centro-oceanografico-ieo-coruna/00031523815643495131240.htm>
—Guerra Sierra, Ángel & Ricardo Prego Reboredo (2003). El Instituto de Investigaciones Pesqueras: Tres décadas de historia de la investigación marina española. Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas.



El origen del tiburón blanco del Mediterráneo

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El tiburón blanco (Carcharodon carcharias) en una extraordinaria fotografía de George Probst.
Hace unos 5 millones de años grandes tiburones blancos recorrían estas costas de la Europa atlántica. Sus dientes han aparecido en depósitos del Plioceno desde Bélgica hasta Portugal, como ya comentábamos en Tiburones blancos en la Europa atlántica del Plioceno. El Plioceno comienza hace aproximadamente 5,33 millones de años y termina hace unos 2,59 Ma). ¿De dónde procedían aquellos tiburones? ¿Cuánto tiempo llevaban allí (aquí)?
     La respuesta a estas preguntas, si la hay, solo nos la podría proporcionar el grupo de tiburones blancos más cercano a nuestro espacio geográfico, el del Mediterráneo. Allí todavía cuentan con una población cuyo origen ha sido posible rastrear comparando su ADN con el de grupos de otras partes del mundo. Los resultados son tan asombrosos que merece la pena emprender este pequeño viaje (que además es muy sencillo: no tenemos más que tirar hacia Portugal y, según pasamos el cabo San Vicente, virar todo a babor y seguir sempre em frente).

1. La vieja hipótesis: Indo-Pacífico vía Sudáfrica. En 2010 se publicaba un estudio¹ que sostenía que la colonización del Mediterráneo por el Carcharodon carcharias pudo haber sido llevada a cabo durante el Pleistoceno hace aproximadamente unos 450 000 años por un puñado de individuos llegados desde Sudáfrica debido a un error de navegación.
     Los científicos habían encontrado puntos de similitud entre el ADN de cuatro ejemplares mediterráneos y el de otros procedentes del Indo-Pacífico, y los datos que manejaban indicaban que la población mediterránea no podía ser consecuencia de un flujo migratorio continuado, sino de acontecimientos puntuales. La hipótesis a su juicio más probable era que varios individuos aislados que viajaban desde el Índico siguiendo la corriente de las Agujas pudieron haber entrado por error en algún remolino de mesoescala² provocado por la intensa inestabilidad climática del Pleistoceno. Extraviados de la senda inicial, tomaron rumbo norte a lo largo de la costa occidental africana hasta llegar a la puerta del Estrecho para cruzarla en dirección este.

Foto: Andy Murch, bigfishexpeditions.com, elasmodiver.com.

2. La nueva teoría: Australia/Nueva Zelanda vía California. Pero un trabajo³ recién publicado permite construir un relato muy distinto y, desde mi punto de vista, infinitamente más sugerente y fascinante. Concluye no solo que el tiburón blanco llegó al Mare nostrum varios millones de años antes de lo establecido en el estudio de 2010, sino que su ADN entronca con el ilustre linaje de la población originaria australiana llegado hasta allí tras haber cruzado todo el Pacífico y todo el Atlántico.
     El equipo de científicos amplió el número de muestras genéticas mediante modernas técnicas de extracción y amplificación de ADN antiguo con las que lograron obtener secuencias de ADN a partir de tejidos, mandíbulas y dientes de 18 ejemplares históricos capturados en el Mediterráneo entre 1823 y los años 80 del pasado siglo XX y conservados en museos y colecciones privadas. A continuación compararon estas muestras con las de un importante número de ejemplares procedentes de diversas áreas del planeta. Y completaron la información con datos aportados por los abundantes registros fósiles de C. carcharias de todo el Mediterráneo.
     Los científicos comprobaron que los ejemplares mediterráneos guardaban una relación evolutiva más estrecha con los grupos de Australia/Nueva Zelanda y Pacífico NE que con los de Sudáfrica y Atlántico noroccidental (es decir, Florida y costa este de los EEUU). Por otro lado, observaron que el linaje del Pacífico NE ocupaba un punto intermedio entre el de Australia/Nueva Zelanda, el más antiguo, y el del Mediterráneo.

Tomando caminos divergentes. Foto: Andrew Fox, Rodney Fox Great White Shark Expeditions <www.rodneyfox.com>
3. Reconstruyendo la historia familiar. Hace probablemente más de 5 millones de años una parte de la gran población de tiburones blancos de la región de Australia y Nueva Zelanda se expandió hacia el este para establecerse en el Pacífico NE, más o menos en la zona de California [2]. Otra parte tomó un camino divergente hacia el oeste [1].
     A comienzos del Plioceno aún no se había completado la formación del istmo de Panamá. Las aguas del Pacífico y el Atlántico ya no se mezclaban libremente sobre la zona, como antaño, pero seguía habiendo comunicación entre ambos océanos. Las aguas del Pacífico discurrían hacia el Caribe a lo largo de grandes cauces poco profundos entre tierras emergidas posiblemente formando fuertes corrientes que potenciaban el tránsito de especies. Entre ellas, naturalmente, el gran tiburón blanco [3].
     La paulatina elevación del istmo posibilitó la formación, en su vertiente atlántica, de un inmenso flujo de agua en dirección este que facilitaba enormemente la travesía del océano, la corriente del Golfo. Existen evidencias de que durante este proceso se produjeron grandes fluctuaciones en la intensidad de esta corriente que alcanzaron el pico máximo entre finales del Mioceno y comienzos del Plioceno.
     Una invitación tal vez innecesaria para que el Carcharodon emprendiese la travesía del Atlántico [4].

Elaboración propia a partir de Leone et al., Journal of Biogeography, 2020.
     Y una vez colonizada esta orilla del Atlántico norte, llegó el turno del Mediterráneo. El C. carcharias cruzó el Estrecho como una exhalación colonizando la práctica totalidad de su cuenca de oeste a este: mar de Alborán, mar Balear, mar de Liguria, Tirreno, Egeo, Mármara, Adriático... dejando innumerables registros fósiles de su paso en depósitos que datan incluso de principios del Plioceno. Esto quiere decir que esta colonización debió de coincidir en algún punto con el final de la crisis salina del Messiniense, cuando se reanudó la conexión del Mediterráneo con el Atlántico en la conocida como inundación Zancliense, ocurrida hace unos 5,33 millones de años. Se ve que el inmenso caudal de agua con que el Atlántico volvió a inundar la casi vacía e hipersalina cuenca mediterránea contenía algo más que agua.

La inundación Zancliense. Montaje realizado a partir de trabajos gráficos de F. Brigida, Montero, García-Castellanos, Pau Bahí y Roger Pibernat (imagen 2a, donde se aprecia el desnivel entre el Atlántico y el Mediterráneo en las primeras etapas de la inundación Zancliense) tomados de la Wikimedia Commons.
   Finalmente, los científicos sitúan el origen de la rama evolutiva del tiburón blanco del Mediterráneo hace unos 3,23 millones de años. Es decir, fue en esa época cuando el linaje del Pacífico adquirió unos caracteres propios que quedaron impresos en su ADN.

4. El rey ha muerto. Viva el rey. En los depósitos de principios del Plioceno se han encontrado dientes fósiles de Megalodon junto con los de C. carcharias. Esto sugiere que ambas especies de algún modo cohabitaron, o, mejor dicho, compitieron entre si en una lucha desigual durante un breve periodo de tiempo.
     El mar era entonces un hervidero de vida repleto de presas y de depredadores que, sin saberlo, se aproximaban a un cambio de época y de dinastía: el más grande y temible, el Carcharocles megalodon, estaba dejando el puesto de mando del océano al Carcharodon carcharias, más pequeño, ágil y con mayor capacidad de adaptación a los cambios que ya se estaban produciendo. El mar se enfriaba y el viejo gigante no disponía de un mecanismo generador de calor que le permitiese seguir a sus grandes presas hacia aguas más frías.
     Hablando de tallas, aunque hoy en día el tiburón blanco muy rara vez supera los 6 m, el tamaño de los dientes encontrados en yacimientos de todo el mundo sugiere que los ejemplares superiores a los 7 m no eran en modo alguno infrecuentes.

5. El rey se está muriendo. ¿Viva el rey? En la actualidad la población de tiburones blancos del Mediterráneo está cayendo en picado de una forma alarmante, al igual que ocurre con muchas otras especies marinas. La sobrepesca es el principal motivo: literalmente, estamos arrasando el Mediterráneo.
     Uno de los datos preocupantes del estudio es que, de todas las poblaciones analizadas, la del Mediterráneo es la que posee una menor diversidad genética. Esto significa que es una población joven, que pudo originarse por un número limitado de individuos, o que experimentó algún tipo de cuello de botella evolutivo, es decir, que en algún momento de su pasado sufrió una fuerte caída en sus número; y también significa que sus perspectivas de recuperación y supervivencia se reducen considerablemente. El futuro no es muy halagüeño para el rey. Es significativo que los científicos, ante la falta de muestras de ejemplares frescos, se vieron obligados a recurrir a ADN histórico para llevar a cabo su estudio.
     La UICN considera el tiburón blanco como vulnerable a nivel global; pero sus poblaciones mediterráneas y atlánticas figuran en su Lista Roja con el estatus de En peligro crítico. ¿Dejaremos que el rey se muera?

1. Tabarca (Alicante). 2. Favignana (5,5 m aprox). 3. Mallorca. 4. Favignana (5,35 m). 6. Mármara. 6. Isla de Elba. 7. Camogli (5,5 m aprox).
6. ¿Y qué pasa con el Atlántico norte? Ahí vamos. La formación del istmo de Panamá fue un acontecimiento geológico de primera magnitud que trajo consigo grandes cambios en el océano que causaron la desaparición masiva de muchas especies, tal como se recoge en el registro fósil del Plioceno. Pudo facilitar la travesía del océano para el tiburón blanco, pero tal vez, paradójicamente, también su desaparición del Atlántico norte. Hacia finales de este periodo la población de ambas orillas es esfumó. Puede que con antelación, la población del oeste se trasladase hacia el este huyendo de los cambios, o puede que el colapso se produjese en ambas orillas por igual.
     El análisis comparativo de las secuencias de ADN revelan que la única población actual más o menos estable del Atlántico norte, la de la costa este norteamericana, está vinculada genéticamente con la Sudafricana y la del Índico. Esto quiere decir que es producto de una colonización más reciente que pudo haberse producido durante el Pleistoceno, cuando las condiciones ambientales permitieron que un grupo sudafricano se decidiese a cruzar el Atlántico en dirección NW [5].
     En la actualidad, la presencia del Carcharodon carcharias en el Atlántico NE puede calificarse, siendo optimistas, de puntual, escasa y muy esporádica. Para una discusión más detallada podéis revisar los artículos ¿Hay o no hay tiburones blancos en Galicia? y ¿Hay o no hay tiburones blancos en las islas británicas?

7. El Plioceno y el Antropoceno. Pese a tantos cambios, el mundo del Pleistoceno era casi idéntico al de ahora. En su deriva, los continentes se encontraban ya a menos de 100 km de su posición actual; el nivel del mar estaba 25 m por encima del que disfrutamos ahora. Pero algunas cosas eran diferentes. Europa estaba habitada por infinidad de mamíferos de todo tipo, desde roedores hasta grandes antílopes, hipopótamos, leones, tigres dientes de sable... Los Australopithecus no habían tenido tiempo de conformar naciones, fundar partidos políticos, aniquilarse unos a otros con saña, ni de convertir su espacio vital en un inmenso e insalubre basural, puesto que estaban todavía naciendo como especie en algún lugar de África. Todavía les faltaba mucho para convertirse en sapiens.

Muchos museos de Italia conservan mandíbulas y dientes de tiburones blancos capturados en el Mediterráneo. En la imagen, en el Museo Di Zoologia P. Doderlein de Palermo, Sicilia. Un museo muy especial que conserva en sus vitrinas la atmósfera de los museos científicos de finales del siglo XIX.
 
Y Feliz día de la Tierra.
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¹Chrysoula Gubili, Rasit Bilgin, S. Ünsal Karhan, David W. Sims, Hakan Kabasakal, Andrew P. Martin & Leslie R. Noble (2010). Antipodean white sharks on a Mediterranean walkabout? Historical dispersal leads to genetic discontinuity and an endangered anomalous population. Proceedings of the Royal Society B: Biological Sciences. https://doi.org/10.1098/rspb.2010.1856
²La corriente de las Agujas fluye todo a lo largo de la costa SE Africana en dirección sur, desde el canal de Mozambique hasta el cabo de las Agujas, en el extremo sur del continente. En este punto da un giro de 180º y vuelve en dirección opuesta, hacia el Índico.
Los remolinos de mesoescala se producen en el seno de grandes flujos de corriente debido, entre otros, a factores ambientales. Pueden alcanzar diámetros de 500 km y persistir durante meses o incluso años.
³Agostino Leone, Gregory N. Puncher, Francesco Ferretti, Emilio Sperone, Sandro Tripepi, Primo Micarelli, Andrea Gambarelli, Maurizio Sarà, Marco Arculeo, Giuliano Doria, Fulvio Garibaldi, Nicola Bressi, Andrea Dall'Asta, Daniela Minelli, Elisabetta Cilli, Stefano Vanni, Fabrizio Serena, Píndaro Díaz-Jaimes, Guy Beale, Alessia Cariani & Fausto Tinti (2020). Pliocene colonization of the Mediterranean by Great White Shark inferred from fossil records, historical jaws, phylogeographic and divergence time analyses. Journal of Biogeography, 00: 1-11. doi: 10.1111/jbi.13794
Aaron O'Dea, Harilaos A. Lessios et al. (2016). Formation of the Isthmus of Panama. Science Advances, 2(8): 1600883. doi:10.1126/sciadv.1600883.
Según este trabajo, el flujo genético entre los dos océanos parece haberse cortado definitivamente hace unos 3,2 Ma.
La crisis salina del Messiniense tuvo lugar a finales del Mioceno, hace entre casi 6 y 5,33 millones de años. Durante este periodo el Mediterráneo perdió su conexión con el océano Atlántico llegando casi a su completa evaporación.
Sylvain Adnet, Ausenda C. Balbino, Miguel Telles Antunes & J. M. Marín-Ferrer (2010). New fossil teeth of the White Shark (Carcharodon carcharias) from the Early Pliocene of Spain. Implication for its paleoecology in the Mediterranean. Neues Jahrbuch für Geologie und Paläontologie Abhandlungen, 256: 7-16, Stuttgart.
 

Diferenciando el olayo del olayo atlántico

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Fuente: Rey et al. 2006, Cybium.
Entre los tiburones no son infrecuentes los casos de especies crípticas, especies tan parecidas entre si que a veces solo son identificables por especialistas capaces de reconocer elementos tan sutiles como la forma y tamaño de los dentículos dérmicos o el número de vueltas de la válvula espiral. El olayo u olayo bocanegra (Galeus melastomus) y el olayo atlántico (Galeus atlanticus) no llegan a tales extremos, pero son un buen ejemplo de esto.  
     El G. atlanticus fue descrito por primera vez en 1888 por Vaillant, pero tras una larga historia taxonómica vivida a la sombra de su pariente el G. melastomus, no fue hasta el 2007 cuando su estatus como especie válida quedó definitivamente refrendado gracias a la genética, tal como explicamos en Olayo atlántico (Galeus atlanticus).
     Las diferencias entre el olayo atlántico y el olayo bocanegra (por más que el olayo atlántico también tiene la cavidad bucal de color negro) son bastante sutiles, aunque evidentes gracias al imprescindible trabajo publicado de Javier Rey, Bernard Séret, Domingo Lloris, Rui Coelho y Luis Gil de Sola(2006). A new redescription of Galeus atlanticus (Vaillant, 1888) (Chondrichthyes: Scyliorhinidae) based on field marks. Cybium, 30(4), suppl.: 7-14. En él nos hemos basado para preparar este pequeño artículo.

Los rasgos más evidentes a simple vista para diferenciar el Galeus atlanticus del Galeus melastomus son los siguientes:

1. Forma del morro. El G. atlanticus tiene un morro campaniforme; en cambio, el del G. melastomus es ampliamente redondeado y más bulboso.




Comparación de la cabeza del G. atlanticus (arriba) y G. melastomus (abajo) en vistas dorsal, ventral y lateral. Montaje a partir de Rey et al. 2006, Cybium.
2. Pliegues orales. Las concavidades de los pliegues orales son oscuras en G. atlanticus y claras o blancas en G. melastomus.

Diferencias de color en la concavidad de los pliegues orales: izq. G. atlanticus; dcha. G. melastomus (fuente: Rey et al. 2006, Cybium).
3. Librea general. La librea del G. atlanticus presenta en su lomo menos de 10 manchas oscuras en forma de silla de montar y, en algún caso, un reducido número de manchas laterales sobre las pectorales. El G. melastomus tiene un número mucho mayor de manchas, hasta 20, en lomo y flancos.

Fuente: ICM-CSIC.

4. Borde posterior caudal. El borde posterior de la aleta caudal del G. atlanticus suele tener dos franjas oscuras alargadas, mientras que en el G. melastomus son dos manchas.



Pejegato fantasma blanco (Apristurus aphyodes)

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Apristurus aphyodes. Fotografías de Antonio Punzón (IEO Santander).

Pejegato fantasma blanco

Apristurus aphyodes Nakaya & Stehmann, 1998.

(es. Pejegato fantasma blanco; in. White ghost catshark.)

Orden: Carcharhiniformes
Familia: Pentanchidae

El pejegato fantasma blanco (Apristurus aphyodes) completa la tríada de los pejegatos o Apristurus hallados en aguas de Galicia hace muy poquitos años, en 2011, durante la espectacular campaña INDEMARES llevada a cabo en el banco de Galicia, una de las áreas de mayor biodiversidad de nuestro mar, nuestra especial selva tropical sumergida. Los otros dos fueron el pejegato narizón (Apristurus melanoasper) y el pejegato abisal (Apristurus profundorum).
     De los tres, el A. aphyodes resultó ser el más abundante: fueron 18 los ejemplares muestreados: 7 machos y 11 hembrastodos ellos juveniles capturados entre los 1460-1809 m. Hasta la fecha, constituye el registro más meridional de la especie.
     Los apristurus constituyen un grupo particularmente críptico. Son tiburones que habitan los grandes fondos del talud a partir de los 500 m, y resulta por ello muy poco conocidos y bastante difíciles de distinguir por un ojo no experto. Como el pejegato abisal, el pejegato fantasma blanco pertenece al llamado grupo spongiceps, uno de los tres grupos en que Nakaya y Sato han organizado el género. Las especies que lo conforman se caracterizan por tener los surcos labiales superiores subiguales o claramente más cortos que los inferiores, una válvula espiral de entre 7 y 12 vueltas y los canales supraorbitales continuos [véase Apristurus en Galicia]. En general, suelen tener un cuerpo más robusto y dientes más grandes que otras especies y se encuentran a mayor profundidad, normalmente a partir de los 1000 m.

Descripción. Pequeño tiburón morfológicamente parecido a una pintarroja. Su cuerpo es alargado, con las dos aletas dorsales pequeñas, sin espinas y próximas a la cola. Cabeza aplanada dorsoventralmente, con un morro relativamente alargado, grandes narinas y una larga boca ampliamente arqueada que se extiende delante de los ojos. Largos surcos labiales, los superiores ligeramente más cortos que los inferiores. Ojos grandes y ovales, con un débil pliegue subocular. La primera dorsal es un poquito más pequeña que la segunda y se origina aproximadamente sobre la base de las pélvicas o un poco más retrasada respecto de su punto medio. La anal es grande y alta, pero con una base relativamente corta, y está separada de la caudal por una pequeña muesca. Aleta caudal corta. La válvula espiral presenta de 9 a 11 vueltas.
Color blancuzco uniforme hasta un gris plomizo con las aletas ligeramente más oscuras.
Fuente: Iglésias, S. P. (2014). Handbook of the marine fishes of Europe and adjacent waters (A natural classification based on collection specimens, with DNA barcodes and standarized photographs), Volume I (Chondrichthyans and Cyclostomata), Provisional version 08, 01 March 2014. http://iccanam.mnhn.fr
Dentición. Dientes similares en ambas mandíbulas: pequeños, con una cúspide central alta y recta flanqueada por 2 o 3 cuspidillas secundarias. 56-68 filas en la mandíbula superior, 49-64 en la inferior.

Zoology
Parte inferior de la cabeza y dientes superiores e inferiores (fuente: Ebert & Stehmann, FAO, 2013). Izq, cápsula huevo de A. aphyodes (barra de escala=10 mm) (fuente: Iglésias et al., Cybium, 2002).https://tiburonesengalicia.blogspot.com/2020/06/pejegato-fantasma-blanco-apristurus.html
Talla. La longitud total máxima registrada es de 54 cm. Los machos son totalmente maduros con 47 cm y las hembras con, al menos, 49 cm. Se desconoce la talla de nacimiento.

Reproducción. Poco conocida. Es una especie ovípara. Las cápsulas huevo son pequeñas (5-7 cm de largo por 2-3 cm de ancho) en forma jarrón, con la parte posterior oque su valada y la anterior con cuernos cortos en espiral en cada esquina. La ausencia de largos zarcillos, característica de los apristurus del grupo spongiceps, parece indicarnos que la puesta se realiza directamente sobre el sustrato arenoso. Flammang, Ebert y Cailliet consideran que tal vez estos pejegatos entierren ligeramente sus huevos para evitar que sean levantados y arrastrados por alguna corriente del fondo, tal como hacen los suños (Heterodontiformes), que incrustan los suyos en las grietas de las rocas del fondo. Obviamente, es solo una hipótesis.
     Iglésias ha encontrado una cápsula en cada oviducto de varios ejemplares estudiados.

Dieta. Poco conocida, aunqoe posiblemente oportunista. Incluye crustáceos (camarones, krill), cefalópodos y pequeños peces bentónicos.
     A diferencia de otros tiburones de aguas profundas y morfología similar, como el olayo (Galeus melastomus), el Apristurus aphyodes presenta un mayor número de electrorreptores en la superficie dorsal de la cabeza que la ventral. Esto nos lleva a pensar que sus hábitos tal vez están más ligados al fondo que en el caso de sus primos los Galeus, y sugiere que su estrategia de caza es abalanzarse sobre sus presas viniendo desde abajo.
Patrón de distribución de electrorreceptores en la cabeza del A. aphyodes. Fuente: Moore & McCarthy, Aquatic Biology, 2014.
Hábitat y distribución. Habitante del talud atlántico desde los 1014 hasta los 1809 m, a menudo sobre fondos blandos. Los registros de esta especie se han producido en temperaturas de entre 3.7 ºC y 9.7 ºC.

Elaboración propia a partir de Ebert & Stehmann, 2013 y Rodríguez Cabello et al., 2014.
El pejegato fantasma blanco se encuentra en el Atlántico nororiental desde Islandia hasta el golfo de Vizcaya y el banco de Galicia.

Pesca y conservación. La enorme profundidad a la que vive este tiburón lo mantiene lejos del alcance de las artes de pesca de aguas profundas tan altamente destructivas como el terrorífico arrastre. Por este motivo la UICN le ha otorgado en su Lista Roja la calificación de Preocupación menor.
     A ver cuanto tiempo nos dura.

Ilustración de Marc Dando. Shark Trust 2009.


BIBLIOGRAFÍA

Ebert, David A. & Matthias F. W. Stehmann (2013). FAO Species Catalogue for Fishery Purposes: Sharks, Batoids and Chimaeras of the North Atlantic. FAO, Roma.
—Flammang, Brooke E., David A. Ebert & Gregor M. Cailliet (2007). Egg cases of the genus Apristurus (Chodrichthyes: Scyliorhinidae): Phylogenetic and ecological implications. Zoology, 110: 308-317. doi: 10.1016/j.zool.2007.03.001
Iglésias, S. P., Marie-Henriette Du Buit & Kazuhiro Nakaya (2002). Egg capsules of deep-sea catsharks from Eastern North Atlantic, with first descriptions of the capsule of Galeus murinus and Apristurus aphyodes (Chondrichthyes: Scyliorhinidae). Cybium, 26(1): 59-63.
Moore, D. M. & I. D. McCarthy (2014). Distribution of ampullary pores of three catsharks species (Apristurus spp.) suggest a vertical-ambush predatory behaviour. Aquatic Biology, vol. 21: 261-265.  doi: 10.3354/ab00599. 
—Nakaya, Kazuhiro & Keiichi Sato (1999). Species grouping within the genus Apristurus (Elasmobranchii: Scyliorhinidae). En B. Séret & J.-Y. Sire (Eds.) Proceedings of the Indo-Pacific Fish Conference, 1997, Nouméa. Société Française d'Ichtyologie & Institut de Recherche pour le Développement, Paris, pp. 307-320.
Nakaya, Kazuhiro, Keiichi Sato, Samuel P. Iglésias & William T. White (2008). Methodology for the taxonomic description of members of the genus Apristurus (Chondrichthyes: Carcharhiniformes: Scyliorhinidae). En P. R. Last, W. T. White & J. J. Pogonosky (Eds.). Descriptions of New Australian Chondrichthyans. CSIRO Marine & Atmospheric Research Paper, No. 022, pp. 49-60.
Rodríguez Cabello, Cristina, M. Pérez & Rafael Bañón (2014). Occurrence of Apristurus species in the Galicia Bank Seamount (NE Atlantic). Journal of Applied Ichthyology, 1-10, doi:10.1111/jai.12480.
 Walls, R. 2015. Apristurus aphyodes. The IUCN Red List of Threatened Species 2015: e.T44207A48925828. https://dx.doi.org/10.2305/IUCN.UK.2015-1.RLTS.T44207A48925828.en. Downloaded on 30 June 2020.


Lonja de Vigo 2019

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Tintoreras (Prionace glauca). Foto: Toño Maño.
Como cada año, aquí tenéis los datos de descargas de tiburón en la lonja de Vigo durante el pasado 2019, según figuran en la Memoria Anual publicada por su Autoridad Portuaria. Recordemos que hablamos siempre de tiburón fresco; del congelado no nos especifican nada (y presumiblemente se trata de muchas toneladas, pero estas cosas son así). 
     Los aspectos más destacables son prácticamente los de todos estos años: por un lado, se mantiene la caída en las descargas y, por el otro, se siguen ofreciendo datos muy confusos, siendo biempensantes, en lo relativo a la identificación de las especies. Para un análisis un poco más completo, os invito a que echéis un vistazo al artículo del año pasado: Lonja de Vigo 2017 y 2018.

1. Continúa la caída de las descargas de tiburón. El gráfico muestra la evolución de este descenso en el conjunto de especies y en las dos más comerciales, la tintorera (Prionace glauca) y el marrajo (Isurus oxyrinchus).
  • Total descargas en 2019: 1 447 447, 12 kg. En 2017 fueron 2 575 689 kg y en 2018, 1 757 804 kg.
 
Elaboración propia a partir de las memorias anuales del 2017, 2018 y 2019.
  • Descargas de tintorera en 2019: 1 138 386 kg. En 2017, 2 120 788 kg y en 2018, 1 405 974 kg.
  • Descargas de marrajo en 2019: 63 267 kg. En 2017, 151 788 kg y en 2018, 88 559 kg.
El diagrama refleja muy bien la enorme importancia de la tintorera en este negocio del comercio del tiburón; observad que representa nada menos que el 78,64% del total. Este hermoso tiburón se vende aquí para consumo humano, camuflado a ojos del consumidor con nombres como caella, y las aletas se envían al mercado asiático. Este es su verdadero valor, lo que de verdad da pasta. Un reciente estudio de carácter molecular¹ ha confirmado que las aletas de tintorera son, de largo, las más abundantes en los dos mercados de aleta más grandes y potentes del mundo, Hong Kong y Guangzhou, en la China continental.

2. Datos por especies. El análisis de las descargas desglosadas por especies resulta desesperante, como todos los años, para no variar. El uso indiscriminado y poco o nada riguroso de nombres comunes es solo uno de los factores que explican por qué los datos son tan confusos. Parece (tal vez lo sea) hecho a propósito. La Memoria Anual recoge tan solo las cinco especies que aparecen en el siguiente cuadro, con sus nombres comunes en castellano y en inglés (si queréis saber qué es exactamente un "shark dog" y además pasar un rato divertido, solo tenéis que escribir esta palabra en un buscador y seleccionar el apartado de imágenes):
laboración propia a partir de la Memoria Anual de la Autoridad Portuaria de Vigo.
Elaboración propia.
Sin embargo, las estadísticas mensuales nos ofrecen datos de 11¡seis especies más!—, que he recopilado copiando los nombres comunes tal cual aparecen en ellas e identificándolos tentativamente mediante un nombre científico seguido de una interrogación. Como veis, hay cosas bastante extrañas, como el empleo de nombres comunes de una misma especie en dos entradas diferentes —el caso del Galeus melastomus—, la serie incongruente de nombres comunes "Alitán-Cazón-Botos-Pata Roxa", o la disparidad de cifras entre el total anual y la suma de los parciales mensuales en una especie tan importante como el marrajo.
Elaboración propia a partir de las estadísticas mensuales de pesca publicadas por la Autoridad Portuaria de Vigo.
3. Resolviendo el sudoku 2019. Ahora viene lo entretenido. ¿Cómo resolver tal desbarajuste de cifras y nombres? Pues, aceptando que los datos de la tintorera y de la musola son los correctos, la única manera que se me ocurre es esta:
     ⏩ La cifra anual de descargas de marrajo viene de sumar los kilos de marrajo propiamente dicho (o sea, Isurus oxyrinchus) y (atentos) los de ¡mielga! (teóricamente, Squalus acanthias). Gráficamente se entiende mejor el disparate:
Ilustraciones de Marc Dando tomadas de Shark Trust.
     ⏩ Las descargas de pintarroja (Scyliorhinus canicula), uno de cuyos nombres comunes en inglés es, en efecto, small-spotted catshark, se obtienen sumando las de pintarroja de verdad con las de "pintarroja-bocanegra" (o sea, Galeus melastomus) y las de "pintarroja/gata" (?). Recordemos que la voz "gata" puede referirse a cualquier tiburón de profundidad de color oscuro. La cosa quedaría tal que así:
Ilustraciones de Marc Dando tomadas de Shark Trust excepto la interrogación, que es del autor.
     ⏩ Como el año pasado, la combinación más difícil del sudoku sigue siendo la del cazón (en principio, Galeorhinus galeus): los 94 315 kg anuales son la suma de los del cazón de verdad más los de la musola pinta o, en gallego, cazón blanco (Mustelus asterias), los de "alitán-cazón-botos-pata roxa" (supuestamente Scyliorhinus stellaris) y los de "olayo-cazapa" (a lo mejor, de nuevo, Galeus melastomus). Gráficamente:
Ilustraciones de Marc Dando tomadas de Shark Trust.
4. Una imagen para concluir. El humor no debe ocultar la sangrienta verdad de la pesca y el comercio del tiburón. Las cifras de Vigo, aunque no sean precisamente un paradigma de claridad, reflejan el hecho incuestionable de que cada año quedan menos tiburones en el mar, sometidos a una presión pesquera demencial un poco por su carne, pero sobre todo por la aleta. Y que conste que, en el oscuro panorama mundial, los pescadores españoles son de los más respetuosos con la ley. La destrucción que causan los chinos o los rusos es inimaginable, tanto en aguas internacionales, tan solo sujetas a la ley del más fuerte, como en aguas de países en desarrollo. Somos como Heidi al lado de Darth Vader.

Subasta de tintorera. Foto: LHZB tomada de www.straitstimes.com
      ¿Nos vale la pena, como sociedad y como especie, que permitamos tanta destrucción?
____________________________
¹A bastante distancia se sitúan el jaquetón sedoso (Carcharhinus falciformis), la cornuda común (Sphyrna lewini), la cornuda (Sphyrna zygaena) y el marrajo (Isurus oxyrinchus). Diego Cardeñosa, Andrew T. Fields, Elizabeth A. Babcock, Stanley K. H. Shea, Kevin A. Feldheim & Demian D. Chapman (2020). Species composition of the largest shark fin retail-market in mainland China. Scientific Reports 10, 12914. https://doi.org/10.1038/s41598-020-69555-1

Ataques 2020

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Tiburón blanco (Carcharodon carcharias) en una extraordinaria foto de Christian Pulham.

Hace ya unas cuantas semanas, el Archivo Internacional de Ataques de Tiburón, más conocido como ISAF, en sus siglas en inglés, publicaba su informe anual sobre el 2020, y aquí os lo presentamos, este año con un poquito de retraso.

Los especialistas del ISAF investigaron 129 encuentros hombre-tiburón, de los cuales 57 fueron considerados como ataques no provocados, es decir, sucesos ocurridos en el medio natural en los que el comportamiento del tiburón no fue provocado, consciente o inconscientemente, por la víctima, por ejemplo al querer tocar al animal, acariciarlo, o darle de de comer. Cuando esto ocurre, se habla de ataques provocados, categoría en la que encajaron 39 incidentes. En seis casos no se encontraron datos suficientes para determinar la naturaleza del ataque, por lo que se dejaron sin asignar, con una especie de interrogante.
     De los 27 incidentes restantes, uno tuvo lugar en un acuario, otro fue un caso de mordeduras post mortem, y en tres se demostró que los responsables de los "ataques" habían sido especies distintas de los tiburones. Sin embargo, dieciséis quedaron como no confirmados, ante la imposibilidad de conocer si realmente había sido un tiburón la especie implicada.
     Sorprende por lo absurdo que un año más el ISAF haya tenido en consideración las interacciones de los tiburones con embarcaciones, llegando a la ridiculez de incluirlas en sus estadísticas bajo el epígrafe de boat attacks, 'ataques a embarcaciones', que es que manda carallo. Como si en el mundo real ocurriese como en las películas, donde estos bichos hacen con las lanchas lo que nosotros con las avellanas, destrozar la cáscara para comerse lo que hay dentro. Es bien sabido que los tiburones pueden mordisquear el casco y las hélices de las embarcaciones llevados por su curiosidad y atraídos por los potentes estímulos que desprenden, pero no por las ganas de trocear a sus tripulantes. En fin, que por lo visto se registraron seis "ataques" de estos.

Y ahora vamos a los datos importantes:

  • 57 ataques no provocados. Fueron siete menos que durante el 2019.
  • 10 personas fallecidas. Ocho más que en 2019. Una víctima en la isla de San Martín, tres en los EEUU (Hawái, California y Maine) y seis en Australia (dos en Nueva Gales del Sur, dos en Queensland y otros dos en Australia Occidental).
  • Distribución de los ataques. Nuevamente, como en sus películas, EEUU fue el país más "atacado" por los tiburones, con 33 casos. Florida sigue estando a la cabeza, con dieciséis incidentes (la mitad en el famoso condado de Volusia), seguida de Hawái (5), California (4) y Carolina del Norte (3). La lista la completan los estados de Alabama, Delaware, Maine, Oregon y Carolina del Sur, con uno cada uno.
         Australia presenta, de lejos, el peor registro en porcentaje de víctimas mortales: 18 incidentes, seis de ellos fatales. Aunque el Australian Shark Attack File sube a 22 el número de ataques no provocados y a siete el de fallecidos: ocho ataques en Nueva Gales del Sur, siete en Australia Occidental (donde informa de tres fallecidos, no de dos), cinco en Queensland y uno en Victoria y en Australia Meridional. Cuestión de criterios.
         Finalmente, se registraron incidentes aislados en Fiji, Nueva Caledonia, Nueva Zelanda, Polinesia Francesa, San Martín y Tailandia.
         Un dato curioso es que en Sudáfrica no se produjo ningún ataque en todo el 2020.
  • Tipología de las víctimas. Los surfistas y practicantes de otros deportes de tabla son el colectivo más expuesto a estos desafortunados encuentros; representan el 61% de todos los casos, lo cual es lógico habida cuenta del número de horas que pasan en el agua en zonas de rompientes frecuentadas por los tiburones. A gran distancia se sitúan los nadadores y bañistas (26% del total), body surfers (5%), los practicantes de snorkel y apnea (4%) y los submarinistas (4%).

Tiburón blanco. Foto: Fede Viana Shark Adventure.

CONCLUSIONES

Primera: No son asesinos. Los tiburones siguen siendo muchísimo menos fieros de como los pintan las películas, los medios de (des)información de masas y las propias masas debido a lo anterior. No son monstruos sanguinarios siempre ansiosos por triturar bañistas en remojo ni son unos asesinos despiadados, ni tampoco nos tienen manía, aunque razón no les falta (nosotros matamos cada año unos 100 millones de tiburones). Los datos son muy tercos y, un año más, evidencian justamente todo lo contrario.

El dato más evidente es el escaso número de ataques no provocados cuando lo analizamos en una escala global. Pensemos en los millones y millones de horas que millones de personas pasan metidas en el agua a lo largo de millones de kilómetros de costa en todo el mundo... ¿y un promedio anual que ronda solamente los ochenta incidentes? Cualquier presidente firmaría con una flamante sonrisa en la bocay generosas bandejas de canapés en la sala de prensauna cifra similar de accidentes de tráfico graves en su territorio*.

Ciertamente es llamativa (y por supuesto trágica) la fuerte subida del número de fallecidos con respecto al año anterior. Sin embargo, si ponemos esta cifra en una perspectiva temporal un poco más amplia, lo que observamos es que el promedio anual no ha variado. Sin ir más lejos, en el 2013 murieron también diez personas, tres más que en 2012; cifra que en el 2014 cayó hasta los tres, para volver a subir hasta seis en 2015, y de ahí, tras un descenso paulatino, hasta los dos del 2019.

Elaboración propia a partir de los datos publicados por el ISAF.

El gráfico nos muestra otro elemento que también debe hacernos reflexionar: el bajísimo número de ataques con resultado de muerte en relación con el total anual. Particularmente interesante es el dato del 2015, el año con el mayor número de ataques no provocados de la serie nada menos que 98 y solo seis personas fallecidas. Si de verdad los tiburones fuesen asesinos despiadados, no hace falta explicar que la línea roja estaría moviéndose en zonas bastante más próximas a la azul.

Segunda: Son solo peces. Los tiburones son, sencillamente, peces; animales salvajes dotados de dientes con los que de vez en cuando nos topamos cuando nos metemos en el mar.
     La inmensa mayoría de estos encuentros son tranquilos o pasan totalmente inadvertidos, pero de vez en cuando la cosa no termina del todo bien, y en alguna que otra ocasión lo hace de la peor manera posible. El mordisco de un animal de metro y medio suele terminar en un susto y posiblemente en algunos puntos de sutura; el de un animal de tres, cuatro o cinco metros puede suponer además la amputación de un miembro, la rotura de un vaso importante... y, sin una asistencia médica inmediata, el peor de los desenlaces.
     Según el ISAF, el tiburón blanco (Carcharodon carcharias) ha sido la especie implicada en seis de los accidentes mortales (cuatro en Australia y dos en los EEUU, uno por cada costa); el otro grande, el tiburón tigre (Galeocerdo cuvier), está detrás de otras dos víctimas.    

Tercera: Fragilidad y misterio. El problema que tenemos con los tiburones deriva, no de los hechos, sino de la conciencia de nuestra propia fragilidad, física y emocional, y de nuestro anhelo de misterio.
     Un mundo sin monstruos a quien temer nos resultaría infinitamente más aburrido e insoportable. Pero de esto, como de tantas otras cosas, los tiburones no tienen culpa.
     Mm.

________________________________
*
Alrededor de 22 800 personas murieron en accidentes de tráfico en la UE solo durante el 2019. He aquí algunas cifras por países: 37 muertes en Alemania, 46 en Austria, 56 en Bélgica, 36 en España, 48 en Francia, 55 en Italia, 61 en Portugal... Fuente: UE, https://ec.europa.eu/transport/media/news/2020-06-11-road-safety-statistics-2019_es.
Y luego lo que nos da miedo son los tiburones.

Lonja de Vigo 2020

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Marrajos (Isurus oxyrinchus) en la subasta. Foto: Ricardo Grobas, Faro de Vigo.

El 2020, año inaugural de la pandemia, no trajo consigo tregua alguna para los tiburones. Los desembarcos en la lonja más importante de Europa, Vigo, de hecho se incrementaron con respecto al año anterior rompiendo una breve trayectoria descendente. Aquí tenéis las estadísticas.
     La Autoridad Portuaria no ha publicado todavía su memoria anual del 2020, por lo que debemos basarnos exclusivamente en los datos mensuales, que sí están recogidos en su página web.

1. Incremento de las descargas de tiburón. 1 703 459,38 kg, frente al 1 447 447, 12 kg del 2019. Un incremento de casi el 18% que nos acerca a los niveles del 2018. [Información más detallada en Lonja de Vigo 2019 y Lonja de Vigo 2017 y 2018].

     -Tintorera (Prionace glauca): 1 297 638,45 kg. En 2019 fueron 1 138 386 kg.

     -Marrajo (Isurus oxyrinchus): 79 011,2 kg. En 2019, 63 267 kg.

La tintorera y el marrajoson las especies de mayor importancia, tanto por el volumen de capturas (ambas representan el 81% del total), como por su valor económico, particularmente la segunda, que en marzo llegó a pagarse a 8,30 € el kg. El valor medio del marrajo fue de 5,70 €/kg y de 1,70 €/kg el de la tintorera. En total, el valor de las descargas del lámnido fue de 361 465,57 € y el del carcharhínido de 1 836 079,74 €.

Elaboración propia
Elaboración propia a partir de datos publicados por la Autoridad Portuaria de Vigo.

2. Datos por especie. Aquí nos hemos encontrado con tres cuestiones bastante sorprendentes. La primera es la notificación del desembarco en abril de una cornuda, literalmente citada como "cornuda (p. martillo)", cabe suponer que una Sphyrna zygaena. Pesaba 20 kg y el comprador pagó por ella 114 € (a 5,70 € el kilo, similar al precio medio del marrajo). Y nosotros convencidos de que esta especie de tiburón martillo estaba totalmente protegida en aguas europeas, sus capturas y comercialización prohibidas [véase Cornuda (Sphyrna zygaena)]. Qué ingenuos.*

Foto tomada en la lonja de Vigo hace ya unos cuantos años. Detrás de la cornuda había otro tiburón hoy también prohibido, el zorro (Alopias vulpinus).

La segunda cuestión nos lleva de lo sorprendente a lo asombroso, y de ahí a lo directamente milagroso: la incorporación por vez primera a la lista del olayo atlántico (Galeus atlanticus), una especie críptica bastante difícil de distinguir del olayo bocanegra o zapata (Galeus melastomus), con el que tradicionalmente se le venía confundiendo, excepto por un puñado de rasgos no siempre fáciles de apreciar. Tan es así que no se le reconoció como especie válida hasta el 2007 pese a que su primera descripción fue realizada por Léon Vaillant allá por 1888 [véase Diferenciando el olayo del olayo atlántico].
     Las primeras apariciones del G. atlanticus en la subasta se iniciaron en el mes de junio y continuaron ininterrumpidamente hasta diciembre con una progresión espectacular: de 64 kg en junio pasaron a 9996 kg en julio. ¡Casi 10 000 kg más! Siete apariciones en siete meses. De tratarse de la Virgen o de algún santo, a estas alturas la diócesis ya habría ampliado el negocio con siete santuarios y sus respectivas romerías y rutas de peregrinación. En fin, en total se descargaron en Vigo 21 303 kg de supuesto olayo atlántico.

La tercera cuestión ya no sorprende tanto, porque es lo de todos los años: el empleo desordenado y falto de rigor de nombres comunes para referirse a las distintas especies, lo cual impide o dificulta extraordinariamente su identificación, salvo en algunos casos puntuales, como la tintorera, el marrajo o, tal vez, el cazón y el alitán. En el siguiente cuadro he recogido estas denominaciones tal como figuran en las hojas mensuales; tan solo he añadido, en algunos casos de manera bastante aventurada, el nombre científico más probable, dando por sentado que existe una correspondencia directa entre el nombre común y la especie a la que alude. Tal es el caso, por ejemplo, del "cazón blanco", nombre común oficial en gallego para Mustelus asterias ("musola pinta" en castellano).

Elaboración propia a partir de los datos de pesca mensuales publicados por la Autoridad Portuaria de Vigo.

El "olayo-cazapa" podría ser el Galeus melastomus, como también podría serlo la "pintarroja/gata", si bien "pintarroja" puede referirse asimismo a un Scyliorhinus y por "gata" podemos entender cualquier pequeño tiburón raro de profundidad (teóricamente prohibidos). El "tollo-mielga-cazón" ya es más complicado: podría tratarse de un MustelusM. asterias o M. mustelus, del Galeorhinus galeus o de algún Squalus, un S. acanthias o un S. blainville. Quién sabe. Pero es desesperante.

3. Para concluir. Cada vez hay menos tiburones en el mar, sometidos a una presión pesquera brutal que se desplaza sobre dos vectores paralelos: el oficial, en el que buques y desembarcos están sometidos a un control o regulación por parte de las autoridades competentes; y el no oficial, mucho más inquietante y destructivo, donde buques o flotas enteras operan en la más completa oscuridad, sin someterse a ley alguna, sin el más mínimo escrúpulo. Desde luego, Vigo no encaja en esta segunda categoría, como tampoco los pescadores gallegos y portugueses que vienen a descargar aquí (por supuesto, no todo es tan bonito como suena, y siempre hay margen de mejora).

Saber qué se pesca y cuánto es fundamental para diseñar planes de gestión sensatos y eficaces que sirvan para recuperar y mantener las diversas poblaciones y, por tanto, resulten beneficiosos para el propio sector pesquero, que es la base de nuestra economía.
     Lo otro es echar a caminar con una venda en los ojos y un abismo abriéndose en algún lugar por delante.

___________________________________

*Por si no os apetece perder tiempo buscando, el Reglamento (UE) 2020/123 del Consejo, de 27 de enero de 2020, por ejemplo, establece en su Artículo 22 lo siguiente: "Queda prohibido mantener a bordo, transbordar o desembarcar cualquier parte o canales enteras de cornudas de la familia Sphyrnidae (excepto los Sphyrna tiburo) capturadas en las pesquerías de la zona del Convenio CICAA".

Nueva guía Sharks of the World

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Ya tenemos aquí Sharks of the World: A Complete Guide, de David A. Ebert, Marc Dando y Sarah Fowler, la esperada actualización de la guía del 2013, de la que ya informábamos puntualmente en Nueva guía, nuevas especies. Esta nueva edición ha sido publicada por Princeton University Press, pero con la misma producción y exquisito diseño de Wild Nature Press. Incluye nuevos capítulos dedicados a cuestiones como el análisis genético, la pesca, conservación, ecoturismo, dentición, etc. —sólo la introducción tiene treinta páginas más— y, naturalmente, trae unas cuantas novedades taxonómicas que pasamos a detallar.

La novedad más destacable, por lo sorpresiva, es la reacomodación del tiburón tigre (Galeocerdo cuvier) en una familia propia, diseñada para él solo: Galeocerdidae. Aunque nos pilla de improviso, la idea no es nueva, lleva años circulando al menos entre algunos miembros de la comunidad científica, conscientes de que esta especie presenta unos rasgos específicos, únicos, que la apartan del resto de miembros de la familia Carcharhinidae, donde hasta ahora se le ubicaba (venía siendo algo así como una geisha en un convento de monjas clarisas). Tenemos, por un lado, rasgos morfológicos como su gran talla, la forma y tamaño de los espiráculos (relativamente grandes y alargados, como una hendidura detrás del ojo) y sus característicos dientes, similares en ambas mandíbulas, muy anchos y fuertemente aserrados, de cúspide oblicua y una gran escotadura en su borde externo. Por el otro, está su particular biología reproductiva tal  vez el caracter más importante—: era el único vivíparo aplacentario (ovovivíparo) en una familia de vivíparos placentarios. Y para zanjar la cuestión, los estudios moleculares han confirmado que el Galeocerdo es genéticamente distinto del grupo de los carcharhínidos. Quizá por todo ello los autores han elegido este tiburón como portada de su guía.

Otro cambio significativo, aunque este era más esperable, es la reestructuración de la extensa y variopinta familia Scyliorhinidae (pintarrojas, melgachos, olayos, etc.)mediante la reubicación de una parte sustancial de sus miembros en una familia aparte, Pentanchidae ausente en la edición de 2013, concretamente los géneros Apristurus, Asymbolus, Bythaelurus, Cephalurus, Figaro, Galeus, Halaelurus, Haploblepharus, Holohalaelurus, Parmaturus y Pentanchus.

Esta Sharks of the World recoge 52 nuevas especies con respecto a la anterior, elimina trece, reasigna el género a dos y cambia el nombre específico de una. Y sin embargo, como es de esperar tratándose de un grupo de peces tan poco conocido, sobre todo los que habitan en aguas profundas, nace ya un poco desfasada. Por ejemplo, no incluye especies como Somniosus cheni, descrita en 2020, o Apristurus manocheriani, de este mismo año. O sea, que eso de "Complete Guide" no es del todo cierto. Un detalle interesante es la inclusión del código 3-alfa de la FAO de todas las especies.
     Aquí tenéis la lista de cambios, que a quienes seguimos más o menos al día las noticias de este mundillo seguro que no nos pillan de improviso, pero que tal vez sorprendan a mucha otra gente. Las especies que desaparecen están en rojo con un aspa y verde las que sufren algún cambio en su nomenclatura.

HEXANCHIFORMES
     Hexanchidae

          Hexanchus vitulus

SQUALIFORMES
     Squalidae

          Squalus acutipinnis
          Squalus albicaudus
          Squalus bahiensis
          Squalus bassi
          Squalus boretzi
          Squalus clarkae
          Squalus hawaiiensis
          Squalus lobularis
          Squalus quasimodo

👉Curiosamente, los autores mantienen Squalus rancureli como especie válida aunque Viana & de Carvalho (2018)¹ han concluido que era una sinonimia con Squalus melanurus.
     Y uno se queda con la impresión de que debe de haber algún tipo de asunto con Sara Viana, Marcelo de Carvalho y los suyos cuando tampoco se recogen aquí sus otras aportaciones a la revisión del complejo género Squalus. La guía excluye nada menos que tres especies nuevas descritas por estos autores: Squalus mahia Lisher & de Carvalho, 2017, Squalus margaretsmithae Viana, Lisher & Carvalho, 2017, Squalus shiraii Viana & Carvalho, 2020; así como, pasando a otro orden y familia, Squatina varii Vaz & Carvalho, 2018. Todas ellas han sido reconocidas por otros autores en diversos catálogos de fauna marina.

     Centrophoridae
          Centrophorus acus >Sinónimo de Centrophorus granulosus.
         
Centrophorus lesliei
          Centrophorus longipinnis

          Centrophorus niaukang >Sinónimo de Centrophorus granulosus.
          Centrophorus uyato
         
Centrophorus zeehaani >Sinónimo de Centrophorus uyato

👉Llama muchísimo la atención que Deania hystricosa se incluye como especie válida cuando el propio David Ebert señala en la entrada correspondiente a Deania calcea de su Fiel Guide to Sharks, Rays & Chimaeras of Europe and the Mediterranean, publicada a comienzos de este mismo año 2021, que "The Rough Birdbeak Dogfish Deania hystricosa, formerly considered a separate species, is now known to be the same species"².

     Etmopteridae
          Etmopterus alphus
         
Etmopterus baxteri > Sinónimo de Etmopterus granulosus.
          Etmopterus benchleyi
          Etmopterus lailae
          Etmopterus marshae
          Etmopterus parini
          Etmopterus samadiae

     Somniosidae
          Proscymnodon plunketi > Sinónimo de Scymnodon macracanthus
         
Scymnodon ichiharai <Zameus ichiharai
          Scymnodonmacracanthus<Proscymnodon macracanthus

     Dalatiidae
          Isistius labialis > Sinónimo de Isistius brasiliensis
          Mollisquama mississippiensis

PRISTIOPHORIFORMES
     Pristiophoridae

          Pliotrema annae
          Pliotrema kajae
          Pristiophorus lanae<Pristiophorus sp. C

SQUATINIFORMES
     Squatinidae

          Squatina david
          Squatina varii

ORECTOLOBIFORMES
     Hemiscylliidae

          Chiloscyllium caeulopunctatum
          Hemiscyllium halmahera

     Ginglymostomatidae
          Ginglymostoma unami

     Stegostomatidae
          Stegostoma tigrinum<Stegostoma fasciatum

CARCHARHINIFORMES
     Pentanchidae
          Apristurus breviventralis
          Apristurus garricki
          Apristurus nakayai
          Apristurus yangi
          Bythaelurus bachi
          Bythaelurus naylori
          Bythaelurus stewarti
          Bythaelurus tenuicephalus
          Bythaelurus vivaldii
          Galeus corriganae
          Parmaturus angelae
          Parmaturus nigripalatum

     Scyliorhinidae
          Akheilos suwartanai
          Atelomycterus erdmanni
          Cephaloscyllium formosanum

          Cephaloscyllium maculatum>Sinónimo de Cephaloscyllium fasciatum
          Cephaloscyllium pardelotum >Sinónimo de Cephaloscyllium fasciatum
          Scyliorhinus cabofriensis
          Scyliorhinus duhamelii
          Scyliorhinus ugoi

     Pseudotriakidae
          ✗Gollum sp. B
          Planonasus indicus
 

     Triakidae
          ✗Iago mangalorensis >Posiblemente sinónimo de Iago omanensis
          Mustelus andamanensis
          Mustelus walkeri>Sinónimo de Mustelus antarcticus

     Carcharhinidae
          Carcharhinus cerdale
          Carcharhinus humani
          Carcharhinus obsoletus
          Glyphis fowlerae >Sinónimo de Glyphis gangeticus
          Glyphis siamensis >Sinónimo de Glyphis gangeticus

     Sphyrnidae
          Sphyrna gilberti


=> Más cosas positivas y otras que lo son menos

Como es normal, el nuevo Sharks of the World ofrece cosas muy positivas y otras que nos parecen menos. Entre las primeras, además de todo lo señalado, podemos mencionar, por ejemplo, el recurso a la distribución en clados o grupos en la descripción de un número de especies pertenecientes a taxones especialmente complejos o crípticos como la familia Etmopteridae o el género Apristurus (fam. Pentanchidae).

Es en el tema artístico donde uno se queda un tanto chafado. Por un lado, llama la atención la notable mejora en las ilustraciones de las entradas de cada especie, como por ejemplo los dientes o las vistas de la cabeza. Pero por otro se echa en falta un mayor detalle en la descripción de los patrones de color de la librea. En este punto, la edición anterior del 2013 sale ganando con creces, tal como se observa en la fotografía:

En todo caso, esta nueva guía sigue siendo un libro más que aconsejable, tanto por su contenido como por su cuidada edición (pese a algunas erratas bastante gordas en algunos pies de foto). Es de estos libros que da gusto hojear de vez en cuando por el simple placer de recorrer sus páginas y detenerse aquí y allá en una ilustración, una fotografía, una especie. Merece la pena.

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¹Sarah T. de F. Viana &Marcelo R. de Carvalho (2018). Squalus rancureli Fourmanoir, 1979, a new junior synonym of the blacktailed spurdog Squalus melanurus Furmanoir, 1979, and updated diagnosis of S. bucephalus Last, Séret & Pogonosky, 2007, from New Caledonia (Squaliformes: Squalidae). Zoosystema 40(2): 159-177. https://doi.org/10.5252/zoosystema2018v40a9

²David A. Ebert & Marc Dando (2021). Fiel Guide to Sharks, Rays & Chimaeras of Europe and the Mediterranean. Princeton University Press, Princeton (pág 218).


Los ataques más antiguos de la historia

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Elaboración propia. Mapa: Pter Dlouhý (Wikimedia Commons). Foto 1: Jeffrey Quilter; foto 2: Universidad de Kyoto; foto 3: Peter Siegel.

El hombre lleva miles de años conviviendo con el tiburón. Desde el instante en que por primera vez contempló el mar como una fuente de alimento y se decidió a meter los pies en el agua para investigar sus rincones, aprendió que los tiburones eran parte inevitable de una naturaleza que te daba la vida, pero también, en ocasiones, la muerte, una muerte que podía llegar a ser tan espantosa como alguna de las que siguen.

1. HACE 6000 AÑOS había pequeños asentamientos humanos en la zona de la actual Paloma, en la costa del Perú. Sus habitantes vivían en cabañas circulares hechas de caña y se dedicaban a la pesca y al marisqueo, en la orilla o buceando.
     En 1976, en un yacimiento situado en una colina a 3,5 km de la costa, el bioarqueólogo Robert Benfer, de la Universidad de Missouri en Columbia, y el arqueólogo y antropólogo Jeffrey Quilter, de la Universidad de Harvard, se toparon con una tumba singular. A diferencia de la mayoría de las otras 201, que habían sido abiertas debajo o justo en el exterior de las cabañas, esta consistía en una fosa alargada cavada en campo abierto y dejada sin cubrir. Contenía los restos de un chico de unos 17 años mutilado de un modo atroz. Le faltaba la pierna izquierda y presentaba marcas y profundos cortes en los huesos de la cadera y el antebrazo derecho que no dejaban lugar a dudas.
     El cuerpo del joven había sido depositado en una tumba ovalada y cubierto con cañizo y unas esterillas. Junto a él depositaron una concha marina, una gran piedra plana y varias cuerdas, una de ellas presentaba nudos muy elaborados y una borla en un extremo.
     Es el ataque de tiburón más antiguo jamás registrado.¹

2. HACE 3000 AÑOS ocurrió el ataque posiblemente mejor documentado de la antigüedad. Lo conocimos en todos sus detalles hace apenas unas semanas gracias a un trabajo publicado en el Journal of Archeological Science: Reports.² La víctima es un hombre de mediana edad —probablemente un pescadorque vivió en algún asentamiento costero del mar interior de Seto, en el sur del archipiélago de Japón, y murió entre las fauces de un tiburón blanco (Carcharodon carcharias) o tal vez de un tiburón tigre (Galeocerdo cuvier). Todo lo que queda de él es un esqueleto casi completo horriblemente marcado con varios centenares de heridas; le faltan la mano izquierda y la pierna derecha, y la izquierda parece como si hubiese sido previamente arrancada, pues estaba enterrada en posición antinatural, sobre el cuerpo pero en sentido contrario a este. Se estima que su propietario, cuando estaba vivo, medía cerca de 158 cm. El análisis mediante carbono-14 situó el momento de su muerte entre los años 1370-1010 a. e. c., hacia finales del periodo pescador-cazador-recolector de Jōmon.

El esqueleto no tiene nombre, sino solo una etiqueta: "Tsukumo nº 24". Es uno de los más de 170 hallados en el yacimiento prehistórico de Tsukumo durante su primera excavación de 1915 y depositados en la Universidad de Kyoto. Allí fue examinado por J. Alyssa White y Rick Schulting, de la Universidad de Oxford, cuyo propósito inicial era reconstruir las circunstancias de su muerte en el marco de un proyecto de investigación sobre la violencia en los pueblos del Japón prehistórico. Pero lo que se encontraron fue algo muy diferente.

Tsukumo nº 24 presentaba al menos 790 heridas perimortem de diverso tamaño, forma y consideración muescas, cortes, estrías, incisiones profundas, así como una cantidad importante de fracturas. En su mayoría se concentraban en la región pélvica, la pierna izquierda, los brazos y los hombros, aunque también había unas cuantas en las costillas. Los investigadores estaban atónitos. Por un lado, les resultaba imposible entender el porqué y el cómo otro u otros seres humanos pudieron haber causado todo aquel daño a un semejante. Y por el otro, la forma, profundidad y distribución de las tremendas heridas resultaban incompatibles con cualquier tipo de arma o de materiales de los que se usaban en la época. En otras palabras, no podían ser producto de ninguna clase de violencia humana.
    Tras consultar diversa bibliografía, los autores advirtieron que las heridas eran muy parecidas a las causadas por ataques de tiburón, de modo que resolvieron recurrir a una de las mayores autoridades mundiales en este campo, George Burgess, viejo conocido de todos los tiburoneros por haber sido durante muchos años director del ISAF (siglas de Archivo Internacional de Ataques de Tiburón). Y las sospechas se confirmaron. Se formó un equipo de especialistas que logró elaborar un relato de cómo debió de haber sido el ataque utilizando una combinación de técnicas arqueológicas y forenses, incluido un novedoso modelo tridimensional por ordenador desarrollado por tres de sus miembros. 

Fuente: J. Alyssa White, G. H. Burgess et al. (2021). Journal of Archaeological Sciencies: Reports.

¿Qué ocurrió aquel día de hace algo más de 3000 años? Elementos como el patrón, amplia tipología y distribución de las heridas y traumatismos parecen indicar que la víctima estaba viva durante el ataque, si bien no permiten extraer conclusión alguna sobre la identidad y talla de la especie implicada. No obstante, los únicos tiburones registrados en la zona capaces de causar tales destrozos son el tiburón blanco, responsable de varios ataques registrados en épocas recientes, y el tiburón tigre. Tampoco hay datos que descarten con toda seguridad la participación de más de un ejemplar, aunque de tratarse de un C. carcharias, este escenario es más improbable, dado que se trata de un depredador solitario.
     En el tramo final del periodo Jōmon se constata un incremento en la explotación de los recursos marinos. Existen evidencias de que en aquel tiempo ya se capturaban peces de aguas profundas e incluso se buceaba en busca de especies como los abulones u orejas de mar.³ Parece lógico pensar que Tsukumo nº 24 se encontraba en el agua pescando cuando se desencadenó la tragedia.

El primer ataque debió de ser devastador; posiblemente iba dirigido hacia las extremidades inferiores. Las dos piernas fueron arrancadas; la derecha nunca pudo recuperarse. Y en un vano intento por defenderse, la víctima perdió también la mano izquierda. La arteria femoral y otros vasos principales resultaron seccionados produciendo una masiva pérdida de sangre; lo más probable es que el pescador perdiera el conocimiento, y enseguida le llegó la muerte por shock hipovolémico. La superposición de marcas de diversa orientación sugiere que el tiburón continuó alimentándose del pobre Tsukumo nº 24, ya cadáver, durante unos minutos antes de que otros pescadores o testigos lograsen recuperar su cuerpo espantosamente mutilado.
     Sus restos fueron enterrados tres km tierra adentro en un conchero, gracias a lo cual su esqueleto logró preservarse en las excelentes condiciones que han permitido elaborar este relato.

Tiburón blanco (Carcharodon carcharias). Foto: Chris Fallows.

3. HACE 1000 AÑOS. La historia del redescubrimiento de Tsukumo nº 24 es similar a la de este otro pescador, muerto posiblemente en un lance de pesca cuando tan solo contaba unos 28 años. Sus restos fueron hallados a finales de los años ochenta del pasado siglo en el yacimiento precolombino de Maisabel, situado en la costa septentrional de Puerto Rico cerca de la moderna ciudad de Vega Baja, en una excavación dirigida por el Dr. Peter Siegel. A diferencia del japonés, no es su cuerpo a quien pusieron número, sino a su sepultura: el 17. El carbono-14 sitúa el momento de la muerte entre los años 789 y 1033 e. c.

La tumba 17 contenía un esqueleto casi completo enterrado en posición fetal; le faltaba el antebrazo derecho, arrancado a la altura del codo, y el húmero correspondiente presenta múltiples cortes e incisiones profundas. En un principio todo esto se calificó como heridas de guerra; sin embargo, ante la evidencia de que no coincidían con ningún tipo de herramientas o armas de la época, revisiones posteriores concluyeron que debían de haber sido causadas por un depredador. Tras diversas consultas, las fotografías de los huesos llegaron a George H. Burgess, quien no tuvo ninguna duda: un tiburón, y además con nombres y apellidos: Galeocerdo cuvier, el tiburón tigre. Las pequeñas marcas estriadas de muchos cortes no dejaban lugar a dudas.

Un dato curioso es que en el mismo lugar otro esqueleto llevaba el aguijón de una pastinaca clavado entre las costillas y también se consideró una herida de guerra.

Tiburón tigre (Galeocerdo cuvier). Foto: Gerald Nowak, Westend 61

EN CONCLUSIÓN: Los ataques de tiburón son una rareza hoy en día, una excepción, como lo fueron en el pasado. Sin embargo, en nuestra sociedad, tan moderna y sofisticada, y teóricamente más avanzada e informada, los tiburones siguen despertando un miedo atroz—que en no pocos casos roza lo cursi— incluso en aquellas zonas del planeta donde jamás ha habido un ataque.Lejos de esta especie de histeria, los pueblos antiguos convirtieron a estos fascinantes peces en divinidades o espíritus, en una suerte de símbolos que los ligaban a un entorno natural con el que había que aprender a vivir. Hombre y tiburón formaban parte de una unidad. Una lección de humildad y sabiduría.

El yacimiento de Tsukumo está en Kasaoka, ciudad de la prefectura de Okayama situada en la zona oriental del mar interior de Seto. Del otro extremo del mar, hacia poniente y más al sur, se encuentra Hiroshima.
     En 1945, con la guerra casi terminada, los EEUU decidieron ver qué tal funcionaba su lustroso armamento atómico y, ya de paso, darse también un poco de lustre a si mismos de cara al nuevo escenario internacional. Habían desarrollado dos modelos de bomba: una utilizaba un isótopo del uranio y la otra del plutonio. Tan ilusionados estaban que hasta les pusieron nombres de lo más "cuqui": Little Boy a la primera y Fat Man a la segunda. Y no se les ocurrió mejor idea que probarlas sobre la población civil del enemigo en su propio territorio (aunque esto no era ninguna novedad: meses antes, por ejemplo, los aliados es decir, los buenos ya habían estado emulando las proezas de los malos probando el poder destructivo de su armamento sobre la población civil enemiga en aquella espantosa "tormenta de fuego" que lanzaron sobre Dresde. Pero claro, eran los buenos). Y así fue como el 6 de agosto Little Boy, "el niñito", aniquiló de forma instantánea a alrededor de 80 000 personas, el 30% de la población de Hiroshima, más otros miles más que irían cayendo víctimas de las terribles heridas y de las espantosas secuelas de la radiación. "My God, what have we done?", fueron las palabras del capitan Robert Lewis, copiloto del Enola Gay. Días después su país fue a por Nagasaki.

Y luego dicen que los tiburones dan miedo. Los seres humanos deberíamos hacérnoslo mirar.

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¹Tal vez este suceso habría permanecido oculto durante mucho tiempo si no fuese por el revuelo causado por la publicación de J. Alyss White y George H. Burgess citada abajo. Véase Bruce Bower. "A skeleton from Peru vies for the title of oldest known shark attack victim". Science News, publicado en internet el 30 de julio de 2021.

²J. Alyssa White, George H. Burgess, Masato Nakatsukasa, Mark J. Hudson, John Pouncett, Soichiro Kusaka, Minoru Yoneda, Yasuhiro Yamada & Rick J. Schulting (2021). 300-year-old shark attack victim from Tsukumo shell-mound, Okayama, Japan. Journal of Archaeological Science: Reports. Vol 18, August 2021, 103065. https://doi.org/10.1016/j.jasrep.2021.103065.

³Como curiosidad, se han encontrado también restos de tiburones en varios yacimientos de esta cultura, lo cual parece indicar que formaban parte de la dieta de las personas o eran objeto de algún tipo de explotación o comercio. De hecho, la representación de un tiburón tal vez más antigua que se conoce data precisamente de este periodo. Es la imagen de abajo, un tiburón martillo tallado en una cerámica de alrededor del año 700 a. e. c. 

Foto: Iiyama Board of Educators a través de J. Alyssa White, G. H. Burgess et al. (2021). Journal of Archaeological Sciencies: Reports.

Encontraréis una reconstrucción de este suceso en un artículo del Dr. William F. Keegan publicado en la sección Caribbean Archaeology Program de la página del Florida Museum de la Universidad de Florida: The First Documented Shark Attack in the Americas.

Véase Hiroshima & Nagasaki Remembered.


Primer registro claro de tiburón blanco en Galicia

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Tiburón blanco (Carcharodon carcharias). Foto: José María Méndez Laza.

Hasta hace unas horas repitiendo cien veces "montaje, montaje, montaje"; y desde hace unas horas obligado a repetir cien veces "real, real, real". Qué se le va a hacer. 

1. Historia de unas imágenes y de cómo un NO se convirtió en un SI. Ayer por la tarde comenzó a difundirse el notición, desde la Autoridad Portuaria, La Voz de Galicia y un buen número de periódicos, hasta las redes sociales...: ¡Un tiburón blanco en Galicia! Un bicho de cerca de 5 m que acababa de aparecer por la parte de Arteixo, Coruña. La noticia venía acompañada de un vídeo grabado en Punta Langosteira en el que se veía una aleta dorsal cortando la superficie junto con unas fotos donde se apreciaba claramente la cabeza de un tiburón blanco (Carcharodon carcharias), que, según decían, habían sido hechas en esa misma zona, es decir, eran del mismo animal.
     Teniendo en cuenta la enorme cantidad de fakes o noticias falsas sobre supuestos avistamientos de este tiburón que circulan por la red, lo primero que pensé fue: "montaje", y además de los clásicos. Pasan una imagen donde se aprecia algún elemento del entorno que resulta familiar o fácilmente identificable y al lado, fotos de un bicho hechas sabe dios dónde, donde solo se lo ve a él, sin ninguna otra referencia ni datos sobre el autor. Cuando te han colado una, ya no te cuelan más... o eso crees. Enseguida las redes sociales se llenaron de discusiones y debates entre quienes defendíamos que era un montaje y quienes afirmaban que no, que era verdad.

Esta mañana, hacia mediodía, la CEMMA subió una nota en la que comentaban que habían podido localizar y charlar con el autor de las fotos y que para ellos su testimonio les merecía credibilidad. Y añadían que esa persona, además, no había puesto reparos a que se conociese su nombre, José María Méndez Laza. Y naturalmente la cosa empieza a tomar un cariz diferente.
     Previamente, la Coordinadora había preguntado a expertos como el biólogo marino Gonzalo Mucientes (Ecoloxía azul) y Gorka Ocio, de Verballenas, sobre la identidad del bicho que aparecía en el vídeo y para confirmar que las fotos eran, en efecto, un tiburón blanco, que evidentemente que sí lo era. El vídeo, en cambio, no era muy claro; lo más lógico era pensar que podía tratarse de un tiburón peregrino (Cetorhinus maximus) como los que suelen verse por la zona. Lo que estos amigos no podían confirmar era que fotos y vídeo correspondían al mismo pez en la misma zona.
    Un poco después, Claudio Barría, biólogo marino del ICM de Barcelona y uno de los fundadores de Catsharks, además de buen amigo de este blog, pudo también mantener una charla telefónica con José María, quien amablemente le envió una copia de sus fotografías. Tras estudiarlas en detalle, Claudio y un servidor mantuvimos otra charla, con cerveza digital incluida, en la que me expuso sus impresiones, con las que no podía más que estar de acuerdo.
     Y las dudas se terminaron. 

Hay ocasiones en que uno se siente feliz de estar equivocado. Esta es una de ellas.

Foto: José María Méndez Laza.
2. El primer registro claro de tiburón blanco en aguas de Galicia. El único registro de esta especie en Galicia se debe a Manuel Rodríguez Solórzano, Sergio Devesa Regueiro y Lidia Soutullo Garrido en su Guía dos peixes de Galicia¹, donde afirman haber visto seis ejemplares en la lonja de Coruña capturados con un palangre del marrajo. No hay ninguna foto ni referencia alguna a la zona donde fueron pescados, de ahí que lo califiquemos como un registro dudoso.²

Este no es el caso: hay fotos y hay autor. Las fotos de José María Méndez Laza se han convertido en el primer registro, claro e inequívoco, del magnífico tiburón blanco o Carcharodon carcharias en aguas de Galicia. 29 de septiembre de 2021. Una fecha para enmarcar. El animal nadaba tranquilo, llegó tranquilo, se dejó fotografiar y desapareció.

3. Preguntas, dudas, temores. Es imposible conocer de dónde viene y a dónde se dirige este ejemplar; si sigue aquí o si ya se ha ido. Tampoco el porqué se ha dejado fotografiar por Coruña. De momento no existen datos contrastados sobre factores ambientales, condiciones del animal, etc., por lo que no puede hablarse ni de cambio climático, ni de enfermedad, ni de despiste, ni farrapo de gaitas. Lo único que sabemos es que ha sido una feliz coincidencia: en el momento y lugar en que asoma el Carcharodon carcharias... hay unos paisanos que llevan móvil con cámara.

Tampoco se puede decir que Galicia es una zona de paso de tiburones blancos, como se está oyendo por ahí. No existe ningún trabajo, ninguna publicación científica que haya dado cuenta de estas supuestas "migraciones" por delante de nuestra costa. Hasta que no haya una prueba sólida, esto no se sostiene. El tiburón blanco es una especie rara en todo el norte atlántico del continente
     Es cierto que Galicia, como toda la fachada atlántica de la Península, figura en todos los mapas de distribución de la especie, pero estos responden a modelos teóricos, no a registros concretos. De hecho el Atlántico NE es una zona donde los registros históricos de tiburón blanco son escasísimos: ¡siete en 200 años! [¿Hay o no hay tiburones blancos en Galicia?] Por no hablar del hecho de que, con tantos pesqueros como tenemos faenando día y noche por aquí delante, no dispongamos ni de una sola foto, por muy borrosa que sea.
     En Inglaterra, donde se mueren de ganas de demostrar que ellos también tienen tiburones blancos, tampoco existen registros más allá de algunos testimonios (alguno ciertamente sorprendente) y una fotografía de una aleta dorsal tomada en Escocia que no es concluyente [¿Hay o no hay tiburones blancos en las islas británicas?]. O sea, Galicia 1, GB 0.

No obstante, sí hubo tiburones blancos en esta zona del Atlántico, pero hace varios millones de años [Tiburones blancos en la Europa atlántica del Plioceno], desde su misma consolidación como especie, tras haber "derrotado" al antiguo rey megalodón.
     Un dato sorprendente es que esos tiburones con toda probabilidad llegaron hasta aquí desde Australia, cruzando todo el Pacífico y el istmo de Panamá en formación, para luego entrar en el Mediterráneo, donde establecieron una colonia [El origen del tiburón blanco del Mediterráneo].

Foto: José María Méndez Laza.

Con nuestra enhorabuena y agradecimiento al autor de las fotos.
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¹Manuel Rodríguez Solórzano, Sergio Devesa Regueiro y Lidia Soutullo Garrido (1983). Guía dos peixes de Galicia. Vigo, Ed. Galaxia. Véase también: Manuel R. Solórzano, José L. Rodríguez, José Iglesias, Francisco X. Pereira & Federico Álvarez (1988). Inventario dos peixes do litoral galego (Pisces: Cyclostomata, Chondrichthyes, Osteichthyes). Cadernos da Área de Ciencias Biolóxicas (Inventarios). Seminario de Estudos Galegos, Vol IV. Edicións do Castro, O Castro-Sada.

²Gonzalo Mucientes & Toño Maño (2018). Tiburones presentes en las aguas de Galicia: Notas sobre identificación, estatus y conservación. Investigación. Cultura, Ciencia y Tecnología, vol 10, 19 y 20.


Cuánto puede medir un tiburón blanco

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Fotografía de Fred Buyle. https://nektos.net

Desde Spielberg, el gran tiburón blanco se ha consolidado como el monstruo de referencia de nuestro imaginario colectivo. Es el terror impredecible (y fascinante) que acecha en el océano oscuro de nuestro subconsciente: una criatura fría, desprovista de sentimientos y ajena a toda lógica humana que nos observa atentamente desde un lugar que no es el nuestro. Por eso nos gusta que sea muy grande y fiero, cuanto más mejor. Porque los monstruos tienen que ser eso, monstruosos.

0. Ávidos de monstruos. Las noticias sobre avistamientos y capturas de tiburones blancos de gran porte suelen tener por ello una entusiasta acogida entre el público. No importa si son reales, si tienen un poquito de verosimilitud o si son un completo disparate, enseguida llenan los medios de comunicación y las redes sociales, y de vez en cuando hasta se cuelan en algunas publicaciones divulgativas y en ciertos documentales (es que estas cosas venden muy bien). Algunas noticias consisten simplemente en testimonios apócrifos, otras en testimonios absolutamente imaginarios y en no pocas veces, en puras exageraciones. La tentación de fabricar un monstruo es demasiado golosa y, para algunos, difícil de resistir: pescadores, periodistas, incluso algún que otro científico. 

Richard Ellis¹ relata como a principios de 1981 recibió una carta del editor del  Guinness Book of Animal Facts & Feats (el Guinnness de los animales) con la fotografía de un tiburón blanco que —decía— había sido capturado en la isla de San Miguel, en las Azores, en julio de 1978 y que medía 29,6 pies, es decir, nada menos que ¡nueve metros! Al año siguiente logró organizar el deseado viaje al archipiélago para buscar testigos, más fotos, restos del animal, noticias de algún tipo. Visitó tres islas, preguntó a pescadores y periodistas, investigó en el museo de Ponta Delgada, incluso llegó a poner un anuncio en la prensa local ofreciendo una recompensa por un diente, y lo que encontró fue nada, humo. Ni siquiera pudo hablar con el supuesto autor de la foto, un pescador llamado Trevor Housby, porque resulta que vivía en Inglaterra. Lo más desconcertante es que este señor, que por lo visto era autor de varios libros sobre pesca "deportiva", más tarde aseguró que en realidad la foto no la había hecho él, sino un fotógrafo llamado "Silvano" que nadie sabía quién era. Total, que Ellis se volvió tal como había llegado. La fotografía se publicó igualmente en la tercera edición del Libro Guinness de 1982 con la información de que había medido 900 cm pese a que no existía evidencia alguna que avalase siquiera la verosimilitud de semejante dato².
     En la actualidad todo lo que queda del tiburón de las Azores es, parafraseando a Góngora, humo, polvo, sombra, nada. Tan solo una foto en blanco y negro que, por poder, pudo haberse hecho hasta en Santa Uxía de Ri💙eira, provincia de la Coruña.

Fig. 1: 1 y 2. Fotos del enorme tiburón blanco capturado en Iquique publicadas en la prensa del momento. 3. El tiburón de las Azores: los 9 m iniciales se quedan en 5-6.

1. El deseo y la realidad. Está claro que una cosa es lo que nos gustaría creer y lo que nos quieren vender y otra muy distinta lo que de verdad puede constatarse de una forma objetiva, científica. En su gran libro sobre el tiburón blanco, Richard Ellis y John McCosker sostienen que las grandes tallas enseguida empiezan a encogerse en cuanto aparece un observador responsable con una cinta métrica. Hay que reconocer que algunos científicos son en exceso fríos y tajantes para nuestra mentalidad ávida de monstruos —yo creo que algunos hasta disfrutan siéndolo—, pero supongo que ese es su papel, bajarnos a tierra, sobre todo cuando el panorama comienza a llenarse de monstruos con pretensiones de realidad. Ante cualquier noticia sobre un tiburón gigante, lo que toca es levantar la ceja y preguntar por la fuente y por las pruebas que pueda aportar, que deben someterse a verificación. De esto va la ciencia; lo otro es rica ficción. 

El tiburón blanco (Carcharodon carcharias) es un bellísimo pez de gran porte que puede excepcionalmente llegar hasta los 600 o 640 cm de longitud total según la información científica más contrastada. Por encima de estas tallas los registros son muy difíciles o imposibles de verificar. Los tiburones blancos más grandes que se capturan suelen rondar los 500 cm y los 580 cm.³

El 23 de mayo de 1987 la prensa chilena recogía la noticia de un gigantesco tiburón de "7 m y una tonelada" que había sido capturado a seis millas de la localidad de Iquique, en la costa norte del país. Semejante notición atrajo la atención de Richard Ellis y John McCosker, quienes enseguida se pusieron en contacto con el Dr. Louis H. DiSalvo, un colega del Centro de Investigaciones Submarinas de la Universidad del Norte, en Chile, para ver qué podía averiguar. El zoólogo logró comunicarse con la armadora del pesquero, cuyos responsables "respondieron tímidamente que los periódicos estaban equivocados y que en realidad [el tiburón] había medido unos 5,8 m y pesado 1300 kg, medidos en una báscula de camiones".Como si un bicho de casi 6 m pareciese poquita cosa poco gigantesco y hubiera que ponerle un metro más.

Fig. 2: Hembra de 5,35 m TL atrapada en una almadraba de la isla de Favignana, costa occidental de Sicilia, el ocho de marzo de 1987. Su estómago contenía un delfín de entre 150-200 kg. En el aparejo había también un macho que logró escapar con vida. Datos tomados de De Maddalena & Heim (2012).

Los científicos reconocen que por diversas circunstancias a menudo resulta complicado medir la talla y el peso de los tiburones blancos de grandes dimensiones, por lo que muchas veces lo que se encuentran no son cifras definitivas obtenidas con una cinta métrica, sino estimaciones más o menos aproximadas, lo cual suele generar más especulaciones que certezas. Por este motivo han estudiado métodos con los que aproximarse a la realidad de la forma más objetiva posible, como son las correlaciones estadísticas entre la longitud total y una serie de magnitudes anatómicas: altura del mayor diente de la mandíbula superior, perímetro de dicha mandíbula, tamaño de las vértebras situadas debajo de la primera dorsal o en posición inmediatamente anterior, longitud de las aletas, peso (cuando lo hay), etc. En algunos casos es posible ajustar los resultados combinando estas estimaciones con las obtenidas a partir de material fotográfico válido y, con suerte, con las declaraciones de testigos más o menos fiables. Y con todos estos ingredientes los científicos se enzarzan en largos debates donde se plantean dudas sobre la fiabilidad de las biometrías, dudas sobre el protocolo seguido para obtener alguna de ellas, dudas sobre la solidez de los cálculos y fórmulas de regresión, etc., dando lugar a todo un universo de cifras, gráficos y fórmulas por el que, como es natural, vamos pasar muy de puntillas.

Fig. 3: A la izquierda, noticia publicada el 6/11/1987 en uno de los periódicos sensacionalistas por excelencia, el Sun:"Eso no es un tiburón, es una ballena". La crónica apuntaba una talla de siete metros. A la derecha, una foto del mismo ejemplar con una nota manuscrita apócrifa que indica 20,8 pies (634 cm), 5085 libras (2306 kg) y dientes de dos pulgadas (5 cm). Las fotos son impresionantes, pero algunas fuentes consideran que esta pobre hembra no llegaba a los 600 cm. Esta muerte innecesaria es una de las muchas infamias cometidas por un canalla despreciable con el aplauso de parte de la prensa local.

2. Dos certezas universales sobre el tamaño. Entre tanta duda, lo único de verdad claro y demostrado en todo este asunto son dos cosas. La primera es que, como en las mayoría de los tiburones, las hembras del tiburón blanco son las que alcanzan mayores tallas, y tardan más en alcanzar la madurez: entre los 400-500 cm, frente a los 310-410 de los machos. Ellas pueden llegar a los 640 cm y ellos, a los 550, siempre hablando en general.De los 52 ejemplares listados abajo, 40 son hembras (dos de ellas, con ciertas dudas), tres son machos y de los nueve restantes no existe información sobre el sexo.
     La segunda certeza es que, en todo lo que respecta al Carcharodon carcharias, el tamaño sí importa. Y mucho.

3.¿Cómo se mide un tiburón blanco? Como es obvio, la única medición fiable y definitiva es la que se obtiene agarrando un metro y extendiéndolo en línea recta a lo largo del animal desde la punta del morro hasta la cola. Pero claro, este método resulta un tanto engorroso cuando el bicho es muy grande y está muy vivo; solo funciona con ejemplares muertos o inmovilizados y amarrados a una lancha de investigación.¹⁰
     Existen varios tipos de medidas de longitud. La mayor de todas es la longitud total (TL), que es la que se mide desde la punta del morro hasta el ápice del lóbulo terminal de la aleta caudal. Puede hacerse de dos maneras: con la cola en posición abatida (TOT) o en posición natural (TLn). La TLn representa aproximadamente cerca del 97% de la TOT (96,91% según lo estimado por De Maddalena, 2001). No siempre es posible conocer a cuál de ellas se refieren los diversos trabajos o referencias con que nos encontramos; en estos casos hablamos de longitud de un modo general, sin especificar, o bien indicamos simplemente TL.
     Otras medidas que suelen manejarse son la longitud estándar o longitud precaudal (PRC), tomada desde el morro hasta el origen de la aleta caudal, y la longitud de la horquilla o longitud furcal (FOR), hasta el punto de unión de los lóbulos caudales en su borde posterior.

Fig. 4: 1. Otras medidas utilizadas: PD1 (longitud a la primera dorsal), PP2 (longitud prepélvica) y PP2-PPI (distancia prepélvica-prepectoral). Dibujo de Alessandro De Maddalena tomado de De Maddalena et al. (2001) (editado). 2. Perímetro de la mandíbula superior seca (Dried Upper Jaw Perimeter). 3. Dimensiones del primer diente anterior superior (UA1): UA1H (altura del diente), UA1E1 (altura de la corona), UA1E2 (altura máxima de la corona). Los dibujos 2 y 3 (editado) son de Rhys Meyerkort, tomados de devianart.com.

La longitud máxima (TL) más extendida en la literatura científica son los 6,4 m (21 pies) del famoso ejemplar capturado en Cojímar, una pequeña localidad pegada a La Habana, en 1945 o 1943, según algunas fuentes, y medido por el biólogo cubano Luis Howell-Rivero. Esta talla, sin embargo, ha sido cuestionada por científicos como J. E. Randall, quien concluye que los dientes y vértebras conservados se corresponden más con un ejemplar de alrededor de 5 m (las fotos tampoco le convencen).¹¹ Otros especialistas, en cambio, restan solidez a estos cálculos y sostienen que no hay ningún motivo para considerar errónea la medición original, de ahí que siga siendo ampliamente aceptada.
     Para añadir un puntito más de sabor al debate, existe una anotación manuscrita en el reverso de una de las fotos originales que indica, en español, lo siguiente (transcribo literalmente): "...el monstruo peso 7,125 lbr, midió 19 pies y medio, el hígado peso 1,005 lbr, fué atrapado en el año 1943".¹² O sea, 594 cm. Pero ¿quién tiene razón, el biólogo o el autor del comentario?

Fig. 5: Fotografías del "Monstruo de Cojímar", 1943 o 1945.

Muy pocos tiburones blancos de gran talla han podido ser medidos de manera fiable. Para el biólogo de la NOAA José I. Castro, que en esto sigue a Randall (1987), el mayor de todos es una hembra de 597 cm (19,6 pies) capturada el 22 de marzo de 1984 en Ledge Point, Australia Occidental. De Maddalena¹³ añade dos más, también hembras: una de 574 cm (TLn) capturada en Bunbury, Australia, el dos de junio de 1991 y otra de 589 cm TOT, capturada en Sète, Francia, el trece de octubre de 1956. Esta última es el tiburón blanco de mayor tamaño con las biometrías completas correctamente realizadas y el mayor también que se conserva en el mundo de cuerpo entero. Se exhibe en el Museo Cantonal de Zoología de Lausana.

Fig. 6: Izq. Sète,13 de octubre de 1956 (foto: Azais Polito). Dcha. El mismo ejemplar en exhibiciòn en el Museo de Zoología de Lausana (foto: Guy Oliver tomada de De Maddalena et al. 2003).

Si las mediciones hechas por científicos son objeto de controversia, ya ni os cuento las realizadas por gente que no pertenece al ramo. El caso más célebre y estrambótico es el de la hembra capturada el 17 de abril de 1987 en Filfla, Malta, por Alfredo Cutajar. El inmenso bicho fue medido en Marsaxlokk por un entusiasta de los tiburones de nombre John Abela, dando la cifra alucinante de 714 cm. La noticia no tardó en saltar a los medios. ¡El ejemplar más grande jamás registrado! Y ahí empezó el follón. La medida fue contestada por autores como Fergusson, que la consideraba una exageración de libro. Para él, el animal no pasaba de los 550 cm. Las inconsistencias y contradicciones de los testimonios de algunos testigos no hicieron más que enredar todavía más la cuestión, tal como vemos en el relato que hace Alessandro De Maddalena¹⁴ de sus propias investigaciones. Alguno llegó a decir que Abela no había utilizado un metro para medir el tiburón, sino una cuerda. Para no extendernos: Abela siempre se ha reafirmado en su medición, declarando que incluso midió el tiburón dos veces para estar completamente seguro; Mollet et al. en 1996 consideran que parámetros como la altura del diente, el perímetro de la mandíbula superior y varias medidas de las aletas pectorales, así como el peso estimado, son consistentes con un ejemplar de 7 m, por lo que concluyen que no se puede descartar la medición original. Sus cálculos arrojan una horquilla de 460-700 cm. De Maddalena suma a todo esto el análisis de tres fotografías para obtener la estimación de 668-681 cm TOT, o bien 647-660 cm TLn (no sabemos si los 714 cm de Abela son TOT o TLn; según Fergusson, serían TOT).

Fig. 7: Algunas imágenes del ejemplar de Filfla, Malta, 1987. 1. Foto: John Abela. 2. Alfredo Cutajar y el tiburón: el pescador no era consciente de que en ese momento el tiburón no estaba muerto del todo. Foto: Peter Antonenko. 3. Foto: John Gullaumier. 4. Foto tomada del Times of Malta. 5. Captura de vídeo sin autor.

4. ¿Y qué ocurre cuando tenemos cinta métrica pero no el tiburón? Este suele ser el caso de los ejemplares históricos y de un buen número de capturas accidentales cuando el animal termina procesado, cortado en trocitos y comercializado de algún modo sin dar tiempo a que alguien se acerque con un metro, o a veces impidiéndole directamente que lo haga. Lo que nos llega son sobre todo dientes, mandíbulas, la cabeza entera, alguna aleta y, tal vez, alguna imagen. Los científicos se guardan la cinta métrica y agarran instrumentos adecuados para magnitudes más pequeñas; y también sus calculadoras, para los complicados cálculos de regresión que mencionábamos más arriba.
     Por supuesto, también están las estimaciones que hacen pescadores y testigos, pero que es necesario calibrar con cuidado porque no siempre aciertan. Calcular a ojo la talla de un animal tan extraordinario, en todos los sentidos de la palabra, como un tiburón blanco de gran porte es tremendamente difícil, sobre todo cuando el encuentro es inesperado. Un dato curioso nos lo ofrece un estudio¹⁵ llevado a cabo en Australia en el que se observó que los pescadores tendían a subestimar las tallas de los ejemplares pequeños (>2,5 m) y a sobrestimar las de los más grandes, los de 3,5 m para arriba (por lo común solían ser de igual o mayor tamaño que sus embarcaciones); y, más sorprendente todavía, tanto pescadores deportivos como comerciales acertaban mucho más en las tallas de los tiburones de tamaño mediano, aquellos que rondaban los 3 m.

El 16 de julio de 1996, unos pescadores de Malindi, Kenia, se toparon con una hembra enorme que había quedado atrapada por la noche en sus redes, que estaban caladas a 35 m de profundidad a unos 8-10 km de la costa. La remolcaron a tierra y la despiezaron antes de que nadie pudiese medirla ni fotografiarla de cuerpo completo. Le calcularon unos 6,4 m; un paisano del lugar comentó que a lo largo de los años ya llevaban pescados varios tiburones blancos, pero ninguno de ese tamaño. Las diversas piezas del animal sumaron como mínimo 2200 kg, aunque parece que no las pesaron todas, como tampoco todos los embriones que portaba. Porque era una hembra: dentro llevaba entre seis y ocho embriones de alrededor de 3,5 pies (107 cm) y entre 10-20 kg, más unos diez que había abortado mientras estaba en la red, según afirmaron los pescadores. Solo la cabeza, que habían cortado, en un costado, a la altura de las aberturas branquiales y, del otro, por detrás de la pectoral, pesó 450 kg.  Los científicos pudieron calibrar unas vértebras que teóricamente procedían de la sección comprendida entre las aletas pectorales y se pusieron a hacer cálculos. Por un lado, el peso, si era fiable, sería consistente con una talla de 6,3 m, similar a la estimada; por el otro, las vértebras, suponiendo que procediesen de la zona corporal que decían, se corresponderían con un ejemplar de unos 5,7 m, los cuales, sin embargo, concuerdan con un peso de 1625 kg. Conclusión: imposible confirmar esos 6,4 m, por lo que hay que tomarlos con mucha cautela.¹⁶

Pero el caso sin duda más importante es el de la captura accidental de uno de los ejemplares más grandes de la historia reciente. Ocurrió el uno de abril de 1987 en Kangaroo Island, Australia, a 40 millas al SSE de Cape Hart, cuando Peter Riseley se encontró un inmenso tiburón blanco enganchado en una red de enmalle que había calado a casi 35 brazas (64 m). El animal era demasiado grande para subirlo al barco, por lo que lo amarró a un costado y se llevó una aleta y la cabeza, que tardó cuatro horas y media en cortar. Aunque no pudo medirlo, el pescador estimó que rondaba los 23 pies (7 m) basándose en la distancia entre las bitas de proa y popa; incluso comentó que era un cálculo a la baja, puesto que el cuerpo del tiburón no estaba en posición recta, tieso, sino arqueado, doblado hacia abajo por su propio peso. Naturalmente, esta estimación fue revisada por los científicos.

Fig. 8: 1. Andrew Brockoff, marinero del barco de Peter Riseley, posando con la cabeza y la enorme pectoral del ejemplar que acababan de encontrar. 2. Otra imagen del mismo ejemplar, con Peter Riseley a la izquierda. Fuente de ambas imágenes: Cappo, 1988. 3. Taiwan, 1997. 4. Isla de Jabuka, Croacia, 2003. Fuente: Soldo & Dulčić, 2005.

John McCosker tuvo la oportunidad de examinar las mandíbulas en un museo de Sidney y en su opinión el tamaño de los dientes no se corresponde con un bicho de 7 m; y De Maddalena le calcula alrededor de 645 cm TOT (o 625 TLn). Sin embargo, otros especialistas como Michael Cappo y Mollet et al., concluyen algo bien distinto¹⁷. El primero, siguiendo las tablas de correspondencias propuestas por Randall y basándose en la altura del diente de mayor tamaño y el perímetro de la mandíbula superior, obtiene las tallas estimadas de 580 y 680 cm respectivamente; en su opinión, de haber habido un científico con cinta métrica en aquel momento y lugar, tal vez estaríamos hablando de un récord incontestable. Por su parte, Mollet et al., tomando también en consideración las dimensiones de la aleta pectoral, concluyen que este tiburón es más grande que el capturado en Filfla; sus cálculos arrojan una horquilla de entre 530 y 820 cm, con lo cual los 7 m del patrón les parece una longitud creíble.

Un caso bien extraño y desconcertante es el de la enorme hembra capturada, también accidentalmente, en agosto de 1983 en Alberton, Prince Edward Island, en el golfo de San Lorenzo (Canadá), parece ser que en un aparejo destinado al arenque. En Ellis y McCosker leemos que las autoridades apenas permitieron tomar unas fotografías mientras el bicho era desembarcado y subido a un camión para llevárselo de inmediato y así evitar "publicidad no deseada", de manera que nadie pudo medirlo, aunque los testigos le calcularon entre 17,5 y 20 pies (5,33 y 6,1 m). En su página White Shark Summary, Henry Mollet apunta la talla de 576 cm citando como referencia a Hubbell (1996), mientras que Mollet et al. (1996) le dan 610 cm (exactamente 6,096), también citando al mismo Hubbell.¹⁸ Sin embargo, los del Greenland Shark & Elasmobranch Education & Research Group (GEERG), proclaman que, con 17,17 pies (523 cm), la hembra de Alberton es el mayor ejemplar que ha podido ser medido con precisión en Canadá. Y aquí nos quedamos de piedra. Una búsqueda rápida en internet y nos encontramos dos reportajes donde testigos de aquella captura y desembarco explican queel tiburón fue enterrado sin cabeza en un vertedero y no fue examinado hasta tres semanas después por un biólogo, un tal Tom Hurlbut, del Canadian Department of Fisheries and Oceans.¹⁹ Uno de los testigos, autor, además, de las fotos, asegura que el pez medía mucho más de 5 m, confirmando que la estimación de Hubbell no iba muy desencaminada.

Fig. 9: 1 y 2. Golfo de San Lorenzo, Canadá, agosto de 1983. Fotos de Jack Woolner tomadas de GEERG. 3. Favignana, Sicilia, 1953. Foto: Giusepe Guarassi. 4. Ganzirri, 196. Fuente: D. Sorrenti, tomada de De Maddalena, 2010.

5. ¿Y si tenemos el tiburón pero no una cinta métrica? A esta casuística pertenecen los encuentros hombre-tiburón de los cuales lo único que nos llega son testimonios e imágenes, pero ningún trocito de bicho sobre el que extender un metro o abrir un calibre. Lo único que podemos hacer son estimaciones "a ojímetro", es decir, a partir de la observación del animal respecto de algún punto de referencia, obviamente sustentada por fotos o vídeos. En estos casos la polémica y los debates suelen ser más apasionados dependiendo de la credibilidad del testigo o testigos y del material que puedan aportar. Las exageraciones las involuntarias y las que no lo son tanto suelen ser mucho más abundantes, como es fácil imaginar, por parte de testigos, de algunos —siendo muy optimistas— medios de comunicación y en estos últimos años por las redes sociales, que han convertido esto en una locura.
     Las estimaciones visuales no suelen ser en general muy ajustadas, incluso en aquellas situaciones en las que los encuentros con tiburones blancos están previstos y, además, pueden prolongarse a lo largo de unas horas o días, como son las actividades de ecoturismo. En un estudio realizado en una de las áreas más importantes para este tipo de negocio, las islas Neptuno, en Australia, se observó que el mayor grado de acierto provenía no de la experiencia en el mar y el contacto visual más frecuente, como es el caso de la tripulación de las embarcaciones, sino de los científicos, acostumbrados a observar y medir; en tercer y último lugar estaban las estimaciones de los clientes.²⁰

El ejemplo más mediático de estos últimos años es sin duda el de Deep Blue, la hermosota hembra que en 2013 se dejó filmar en Guadaluperodeando la jaula de Mauricio Hoyos en unas imágenes que dieron la vuelta al mundo. Este biólogo mexicano especialista en el tiburón blanco estima que debía de medir alrededor de 650 cm, pues pudo compararla con el tamaño de su lancha.²¹ Los mass media de todo el planeta se llenaron de fuegos artificiales: ¡El tiburón blanco más grande jamás filmado/documentado/visto! Y como era de esperar, otros especialistas no tardaron en rebajar las cifras. En su cuenta de Instagram, Michael Domeier, tal vez un poco picado, afirmaba que la cosa no era para tanto, que, de hecho, él ya llevaba vistos en las costas de California dos ejemplares que superaban claramente el tamaño de Deep Blue, uno en los Farallones y otro en las proximidades de punta Concepción.²² George Burgess, por su parte, le calcula como mucho unos 18 o 19 pies (549 o 579 cm).²³

Fig. 10:Arriba. Capturas del famoso vídeo donde la mediática Deep Blue se deja saludar por Mauricio Hoyos. ¿550, 580, 600 o 650 cm? Abajo. Otra hembra de tamaño parecido a Deep Blue, con la cual se la suele confundir: Haole Girl, fotografiada en Oahu, Hawái. Foto tomada del Twitter de George T. Probst.

6. ¿Y si no tenemos ni tiburón ni cinta métrica? Pues entonces lo único que nos queda es la fuente, su fiabilidad o el grado de confianza que nos merezca. En un lado de las escala tenemos casos tan folclóricos como el del famoso "submarino"²⁴, que aparece en varios documentales bastante ridículos. En el otro nos encontramos el testimonio de gente tan seria y solvente como el malogrado Juan Antonio Moreno, el mayor especialista en tiburones que ha dado nuestro país, cuyo testimonio me merece, particularmente, toda la credibilidad del mundo.
     En 1982 el profesor Moreno pudo presenciar el desembarco en Dakar (Senegal) de una hembra gigantesca de tiburón blanco. Al parecer hubo problemas con los dueños del pez, quienes le impidieron tomar cualquier tipo de biometrías o de fotografías; no obstante pudo hacer una estimación midiéndolo dos veces con sus pies. Y el resultado quita el hipo: entre 8 y 9 metros. La mandíbula ya se la habían vendido a un norteamericano que pagó por ella 1000 dólares.
     La honestidad intelectual de Moreno fue tal que nunca recogió esta observación en ninguna de sus publicaciones científicas, y solo ha podido ser conocida por el público gracias a que algunas de las personas que lo conocieron o pudieron tratarlo personalmente, también científicos de prestigio como Joan Barrull, Isabel Mate y Alessandro De Maddalena, decidieron recogerla en sus trabajos.²⁵ Otros ya habrían montado un insufrible circo mediático.

7. Los ejemplares más grandes. Y ahora, con todas las cautelas, os presento una lista con los 52 tiburones blancos más grandes registrados hasta hoy, de tallas medidas o estimadas, según acabamos de ver, por encima de los cinco metros y medio. 550 cm es una cifra redonda, bien vistosa y a la vez muy útil para establecer un punto de partida: muy pocos ejemplares por encima de esta longitud han podido ser medidos de forma científicamente incontestable. Como punto de llegada he dejado la cifra, igualmente redonda y vistosa, de los 700 cm (longitud aproximada). Es el límite máximo posible: si hasta aquí ya resultaba difícil verificar magnitudes y realizar cálculos estimativos, de los siete metros para arriba esto es de todo punto imposible.²⁶ Por el momento.
    
Son todos o casi todos los que están, pero por supuesto no están todos los que son o han sido (y ya os imagino a algunos/as apresurándoos a rebuscar entre vuestros libros, cuadernos o historiales de favoritos). Esto no es más que una selección entre otras posibles. El número máximo que me he fijado de 52 ejemplares entre 550 y 700 cm obliga necesariamente a elegir y a dejar fuera casos como mínimo igual de interesantes. He dejado fuera registros anteriores al siglo XX y también aquellos avistamientos de los que no existe evidencia alguna más allá del testigo o testigos y, tal vez, algunas fotografías difusas e imposibles de contrastar (fotos tomadas desde una embarcación, por ejemplo). Tampoco he incluido referencias recogidas en la literatura científica que considero poco significativas en lo que respecta a la talla o la zona de captura, como los ejemplares de alrededor de los 550 cm registrados en sus zonas habituales o en las que ya están suficientemente representadas en la lista. Como es natural viviendo en un país entre dos aguas, he tenido muy en cuenta los registros del Mediterráneo, tanto en aguas españolas como en el resto de países de esta cuenca, ya que en esta parte del Atlántico, por desgracia, no hay casi nada. El ejemplar que nos visitó hace poco no llegaba a nuestro mínimo establecido: los 4-5 m estimados no están nada mal, pero non chegan. Naturalmente, nada de ejemplares exhaustos aplastados sobre una plataforma fuera del agua con un machote de barbas agarrándoles la cola, y nada de rubias repipis y engoladas luciendo tipín mientras soban y se hacen selfies con estas criaturas majestuosas.

Fig. 11: Enfola, isla de Elba, 1938. Fuente: De Maddalena, 2010.
Los registros están ordenados por tamaños, aunque en muchos casos de manera aproximada e incluso imprecisa. Pero no puede ser de otra manera, habida cuenta de que muchos de los datos de partida lo son. La inmensa mayoría de las longitudes no son más que estimaciones que unas veces se han sustanciado en una cifra única modulada por expresiones del tipo "aproximadamente", "en torno a", "más de", y otras en un rango de tallas, algunas de límites igualmente imprecisos. Y para complicar un poco más la cosa, en muchos casos no sabemos con certeza si las tallas que tenemos son TOT o TLn, ni de qué manera han sido calculadas. Por este motivo no me he complicado demasiado buscando un orden imposible ni me he roto los cuernos tratando de unificar todas las magnitudes y ponerlas en TOT o TLn para elaborar alguna especie de tabla de clasificación con pretensiones científicas. Más bien al contrario, lo que he hecho es incluir ambas longitudes cuando así se recogen en los trabajos que he consultado; y como señalamos arriba, cuando no sabemos si son una cosa o la otra, simplemente dejamos TL. Que sea el lector quien decida. La idea que deseo transmitir es que nos movemos en un terreno extraordinariamente complejo, contradictorio e impreciso, que, más que firme, yo lo calificaría como "espumoso".

Las longitudes se dan todas en centímetros. Entre paréntesis se indica también el sexo (H, hembra; M, macho), cuando se conoce. Entre corchetes se incluye no la obra de referencia del registro, sino la obra u obras de donde he extraído la información, que no necesariamente coinciden.

Fig. 12: La inmensa lamia o llamia de unos 550-600 cm capturada en la almadraba de Tabarca (Alicante) en agosto de 1946. Foto: Francisco Sánchez.

52 DE LOS GRANDES

  1. ~700 TLn. Orig. >700 TL. (H?). Kangaroo Island, Australia. 1/04/1987. Fig. 8 (1, 2). [Discutido arriba]
  2.  670-700 TL. (H). Seven Star Lake, provincia de Haulien, Taiwán. 14/05/1997. Peso estimado de unos 2500 kg. Capturada en una red fija. Fig. 8 (3). [Christiansen et al., 2014]
  3. 668-681 TOT (647-660 TLn). (H). Medida inicial de J. Abela, 714 TOT. Blue Grotto, sur de Filfla, Malta. 17/04/1987. Peso de unos 2730 kg. Capturada con un palangre de superficie. Su estómago contenía una tintorera (Prionace glauca) de 220 cm (o 180 cm, según otras fuentes), un delfín de casi 250 cm cortado en dos o tres trozos, una tortuga boba (Caretta caretta) con un caparazón de 60 cm de diámetro y una bolsa de basura que todavía tenía cosas dentro. El pescador Alfredo Cutajar afirma que en la misma zona capturó en 1973 un ejemplar de 18 pies (casi 550 cm). Podéis verlo junto con John Abela en una entrevista para el famoso documental dirigido por Jeremy Taylor Jaws in the Med, de 1995. Fig. 7. [De Maddalena et al., 2001; De Maddalena & Heim, 2012] [Discutido arriba]
  4. 667-687 TOT. (H). L'Estaque, Marsella. 15/10/1925. Peso de 1500 kg con el pez eviscerado. El tamaño inicial se estimó en 600 cm, sin embargo tras el análisis del material fotográfico, De Maddalena calcula 667-687 cm TL. [De Maddalena & Heim, 2012]
  5. ~666 TOT (645 TLn). (H). Ganzirri, Sicilia. 19/06/1961. Alrededor de 1500 kg. Arponeada. Su estómago contenía un delfín de gran tamaño cortado en dos. Fig. 9 (4). [De Madalena et al., 2001; De Maddalena & Heim, 2012]
  6. 640 TL. (H). Cojímar, Cuba. 1943 o 1945. Capturada con línea y anzuelo amarrados a un bidón. Fig. 5. [Discutido arriba]
  7. 620-642 TL. (H). SW de la isla de Mallorca. Marzo de 1969. 2500 kg. Capturado por Guillem Ferragut en una almadraba. La talla inicial reportada fue de 8 m. [Morey et al., 2003; De Maddalena & Heim, 2012]
  8. ~620 TL. (M). Gallipoli, Italia. 18/09/1979. Peso de 2700 o bien unos 1700 kg. Capturado en una red de enmalle. En su estómago encontraron un par de zapatos, un tambor de lavadora, una muñeca, un hueso de jamón y una o varias latas de carne de 1 kg sin abrir. Fig. 14 (3). [De Maddalena & Heim, 2012]
  9. 618 TOT. (H). Islas Príncipe, mar de Mármara, Turquía. 15/04/1956. Alrededor de 3000 kg. Capturada en una línea preparada para el atún [Kabasakal, 2003]
  10. ~616 TL. (H). NE de la isla de Mallorca. 26/12/1963. 2200 kg. Capturado en la almadraba de Pep Borrás. Durante ese mismo invierno se capturó otro ejemplar de casi 4 m en el mismo sector de la isla. [Morey et al., 2003]
  11. 615-642 TL. (H). Cap Farrutx, Mallorca. 5/02/1976. Unos 2500 kg. Atrapada en la almadraba de Xisco Pérez. El estómago contenía una raya o una manta de gran tamaño. Fig. 13. [Morey et al., 2003; De Maddalena & Heim, 2012].

    Fig. 13: Hembra de al menos 615 TL atrapada en cap Farrutx, Mallorca el 5/02/1976. Fotos: F. Pérez.
  12. ~600 o 660 TL. (M). Nusa Tenggara (Islas Menores de la Sonda Occidentales), Indonesia. 3/07/2013. Arponeado por unos pescadores para evitar que devorase la pesca mientras viraban el palangre. El animal era tan grande que tuvieron que cortarlo en cinco piezas para poder transportarlo y descargarlo en la lonja de Tanjung Luar, Lombok. La longitud estimada aparece como ~600 cm en el resumen de la comunicación científica y como "approximately 6.6 LT" en el texto. [Fahmi & Dharmadi, 2012]
  13. 602 TL. (H). Qingdao, Mar de la China Oriental. Año 2002. 2460 kg. [Christiansen et al., 2014]
  14. 601-618 TOT. Paliouri, Halkidiki, Grecia. 1985. Fig. 14 (2). [De Maddalena & Heim, 2012]
  15. ~600-650 (?) TL. (H). Guadalupe, México (Deep Blue). Fig. 10 (arriba).[Discutido arriba]
  16. >600 TL. Capo Pasero, Sicilia. 1960. Capturado en una almadraba. [De Maddalena & Heim, 2012]
  17. >600 TL. Golfo de Ajaccio, Córcega. 8/09/1976. Capturado en una red de enmalle. [Maliet et al., 2013]
  18. ~600 TL. (H). Islas Kuriates, golfo de Hammamet, Túnez. Finales de junio de 1975. Peso estimado de 2000 kg. Capturado en una mattanza o almadraba. Fig. 15 (1). [Zaouali et al., 2020]
  19. ~600 TL. Clyde Island, Eaglehawk Neck, Tasmania. 1982. Cerca de 2000 kg. Fig. 16. [elasmollet.org].
  20. ~600 TL. Kerkira, Grecia, 10/02/1991. Capturado en un palangre. El estómago contenía una tortuga boba intacta, con un caparazón de 60 cm de diámetro. [De Maddalena & Heim, 2012]
  21. 600 TL. Isla de Wae-Yeon, Chungman, República de Corea. 23/05/1981.  [Christiansen et al., 2014]
  22. 597-613 TOT (579-594 TLn). (H?) Enfola, isla de Elba, Italia. 12/08/1938. 1800 kg. Capturada en una almadraba. Según los testigos, el perímetro de su cuerpo en la parte más ancha superaba los 4 m. El estómago contenía dos delfines. Fig. 11. [De Maddalena, 2001; De Maddalena & Heim, 2012]
  23. 597 TL. (H). Ledge Point, Australia Occidental. 22/03/1984. 1508 kg (3324 libras). Según Ellis y McCosker (1991, pág. 62) no fue ni arponeada ni capturada con caña, sino "lassoed". [Mollet et al., 1996]

    Fig. 14: 1. Golfo de Gabès, Túnez, 2004. Fuente: Saïdi et al. 2005. 2. Halkidiki, 1985. 3. Gallipoli, 1979.
  24. ~594 TOT (575 TLn). (H). Isla la Formica, Isole Egadi, Sicilia. Mayo de 1974. Atrapada en una almadraba. 1500 kg; el hígado pasaba de los 300 kg. Su estómago contenía una cabra (Capra hircus), botellas y bolsas de plástico y un delfín de unos 80 kg posiblemente entero. [De Maddalena et al., 2001; De Maddalena & Heim, 2012]
  25. ~591 TOT (572 TLn). (H). Sète, Francia. 9/01/1991. Alrededor de 2000 kg. Atrapada en una red de arrastre. El estómago contenía cuatro delfines de entre 80-100 cm y dos peces espada. [De Maddalena et al., 2001; De Maddalena & Heim, 2012]
  26. ~589 TOT (571 TLn). (H). A tres millas de Maguelone, Sète (Francia), el 13/10/1956. Capturada en una red de enmalle de deriva para la pesca del atún. Alrededor de 2000 kg (360 kg solo el hígado). Perímetro corporal de 4 m en su parte más gruesa. Su estómago contenía dos delfines de unos 180 cm. El ejemplar fue adquirido por el Museo Cantonal de Zoología de Lausana, donde se preparó un molde perfecto que conserva las aletas y la dentadura originales. Fig. 6. [De Maddalena et al., 2003]
  27. 587 TL. (H). Golfo de Gabès, Túnez. 26/02/2004. Peso estimado de más de 2000 kg. Hembra grávida capturada en una red de cerco para atunes. Portaba cuatro embriones de entre 132-135 cm que pesaban entre 27,6y 31,5 kg: un macho y una hembra en el útero derecho y dos hembras en el izquierdo. Fig. 14 (1). [Saïdi et al., 2005]
  28. ~580 TL. (M). Capo Testa, Cerdeña, junio 1977. [De Maddalena & Heim, 2012]
  29. ~580 TL. (H). Favignana, Isole Egadi, Sicilia. 24/04/1980. Hembra capturada en una almadraba, en la que también venía un macho de 540 cm TL. En el estómago de la hembra encontraron parte de un esqueleto de pez espada y un delfín de unos 20 kg en dos trozos.[De Maddalena & Heim, 2012]
  30. ~580 TL. (H). Furubira, norte de Hokkaido, Japón. 31/05/1985. El día anterior habían capturado otra hembra de unos 520-540 cm en Todohokke, también en la isla de Hokkaido, pero en su costa meridional, la que da al Pacífico. Ambos ejemplares se pescaron cerca de la orilla con una red de enmalle. [Nakano & Nakaya, 1987]
  31. ~580 TL. (H). Iquique, Chile, 23/05/1987. Fig. 1 (1, 2). [Ellis & McCosker, 1991] [Discutido arriba]
  32. 580 TL. (H). Zhejiang, mar de la China Oriental. 1/11/2001. El ejemplar se conserva en el Museo de Historia Natural de Zhejiang. [Christiansen et al., 2014]
  33. 576-610 LT. (H). Alberton, Prince Edward Island (Canadá). 4/08/1983. En su estómago había restos de dos marsopas de seis pies (1,8 m) y varios bacalaos que posiblemente habían caído previamente en la red. [Discutido arriba]
  34. 574 TLn. (H). Bunbury, Australia. 2/07/1991. Figs. 9 (1, 2) y 18. [Mollet et al., 1996]
  35. 570 o 670 TOT. (H). Ghar El Melh, Túnez. 4/02/89. 2032 kg. [De Maddalena & Heim, 2012]. 
  36. 570-640 TL. (H). Malindi, Kenia. 16/07/1996. Portaba 6-8 embriones de alrededor de 100 cm y había abortado unos 10 mientras estaba en la red en la que había quedado atrapada. [Cliff et al., 2000] [Discutido arriba].
  37. 570 TL. Chikura, Chiba (Japón). 29/12/1992. [Nakaya, 1994]
  38. 570 TL. (H). Isla de Jabuka, Croacia. 24/06/2003. Peso aproximado de 2500 kg. Los pescadores a bordo de un cerquero que rodeaba un banco de atún rojo (Thunnus thunnus) observaron que los peces huían antes de que se cerrara la red; más tarde descubrieron al enorme tiburón atrapado dentro. Fig. 8 (4). [Soldo & Dulčić, 2005]
  39. 567-600 TL. (H). Gansbaai, Sudáfrica, 17/01/1987. [Mollet et al., 1996]

    Fig. 15:1. Túnez, 1975. 2. Camogli, 1954. La información original hablaba de 7 m, la estimación de De Maddalena & Heim (2012) es de 520-550 cm. 3. Taiwán NE, 27/10/2012. En la prensa le daban 6 m, los científicos (Christiansen et al., 2014), estiman alrededor de 5 m. Foto: news.ltn.com.tw.
  40. 563 TL. (H). Islas Anacapa, California. 6/11/1985. [Mollet et al., 1996]
  41. 555 TL. (H). Kin, Okinawa, Japón. 16/02/1985. 1970 kg. Preñada. Capturada con palangre. Fig. 17.3. [Ushida et al. 1996]
  42. 555 TL. Tetuán, Marruecos. Principios de marzo de 1980. [De Maddalena & Heim, 2012]
  43. 555 TL. (H). Firth of Thames, Waiheke Island, Nueva Zelanda. Hacia el 9/11/2003. Hembra con 3-5 crías de alrededor de 150 cm. [elasmollet.org]
  44. 555 TL. (H). Ning Puo, China, 2005. 2530 kg. [Christiansen et al., 2014]
  45. 554 TL. (H). Israelite Bay, Australia. 20/07/1980. [Mollet et al., 1996]
  46. 554 TL. (H). Whyhalla, Australia. Enero de 1984. [Mollet et al., 1996]
  47. 552 TL. (H). Shimamaki, Hokkaido, Japón. 21/04/1992. 2500 kg. Capturada con una red fija. [Nakaya, 1994
  48. 550-597 TL. NE de Mallorca. Febrero de 1969. 1250 kg. Capturado en una almadraba. En el mismo mes y sector se capturaron otros dos ejemplares, uno de alrededor de 477 cm y otro de unos 513-535 cm, igualmente en almadrabas. Fig. 17 (1). [Morey et al., 2003]
  49. 550-567 TL. (H). Zona NE de la isla de Mallorca. Enero de 1967. 1700 kg. Capturada en una almadraba. En octubre de ese año se capturó un macho de entre 450-567 cm TL en otra almadraba al NW de la isla. [Morey et al., 2003]
  50. 550-552 TL. (H). Isla Catalina, California. 13/06/1976. Arponeada a 14,8 km de la isla. Peso de 1514 kg. Circunferencia corporal de 3.1 m. [elasmollet.org]
  51. ~550 TL. (H). Tabarca, Alicante. 10/08/1946. 1790 kg. Capturada en la almadraba. Según el Diario Información de Alicante, medía "6 m de largo y dos y medio de diámetro en la parte más ancha", si bien De Maddalena & Heim rebajan un poco esta cifra hasta los 550 cm. El mismo periódico señala que "alrededor de cuarenta hombres intervinieron en la operación de desembarco". El hígado pesó unos 300 kg y de él se extrajeron cien litros de aceite. El estómago contenía un atún de 40 kg. Tanto la foto de Francisco Sánchez como estas referencias proceden del excelente blog lafogueradetabarca.blogspot.com. Fig. 12. [De Maddalena & Heim, 2012]
  52. ~550 TL. [H]. Favignana, Isole Egadi, Sicilia. 29/05/1953. Peso superior a 1700 kg. Capturada en una almadraba, pero logró romper las redes y huir; fue rematada con una ametralladora por una grupo de militares. Su estómago contenía una buena cantidad de peces de gran talla, un atún de 15 kg, una lata de 5 kg y basura. Fig. 9 (3). [De Maddalena & Heim, 2012]

Fig. 16: Montaje realizado a partir de un ejemplar de unos 6 m capturado en 1982 en Tasmania contra una caravana McLouis Menfys van-3.

8. Conclusiones. Es evidente que aunque la longitud máxima registrada con un cierto grado de fiabilidad son los 640 cm de la hembra de Cojímar, el tiburón blanco puede excepcionalmente llegar a alcanzar tallas bastante superiores. Pero estos ejemplares son ya historia. Hace muchos años, los tiburones de gran tamaño eran más habituales en el mar, pero la pesca industrial los ha eliminado. La consecuencia es que estos peces, como tantos otros habitantes del océano, son cada vez más pequeños.²⁷ Un reciente trabajo centrado en el Mediterráneo confirma un descenso en las tallas medias desde 1913 hasta 2012.²⁸
     Cada vez queda menos sitio en los océanos para que los ejemplares de gran tamaño puedan prosperar. Los estamos acosando y eliminando poco a poco, tiburón a tiburón, con inexorable tenacidad. Lo vemos aquí al lado, en el Mediterráneo, una población fija establecida desde hace seis millones de años tras cruzar medio planeta que estamos a punto de eliminar. Su presencia en el Adriático, vinculada a los grandes bancos de atún, es cada vez más escasa, así como en diversas áreas de Turquía, Grecia, italia... y España, donde directamente el tiburón blanco ha desaparecido.

El estatus que le da la IUCN a nivel global es de Vulnerable; pero en Europa y el Mediterráneo se encuentra En peligro crítico... y sus poblaciones siguen en descenso.²⁹

Se nos va.

 

Agradecimientos a Jürgen Pollerspöck, de Shark References, y a Drew Scerbo, del White Shark Interest Group, por el suministro de alguno de los papers y a Claudio Barría, de Catsharks, por la información sobre Chile. Y gracias, muy especialmente, a los compañeros y sin embargo amigos del Foro Tiburones por su asesoramiento en esto de las furgonetas y caravanas; sin ellos este trabajo no hubiera sido posible.

Fig. 17:1. Mallorca, 1969. La foto procede de un excelente artículo de Damián Ramis publicado en Brisas, mayo de 1988: "Tiburones en Mallorca". 2. Ejemplar que posiblemente superaba los 5 m capturado accidentalmente en El Barril, México, en abril de 2012. Nunca fue medido. 3. Kin, Okinawa, 1985.
___________________________

NOTAS

¹Información extraída de Ellis & McCosker (1991).
²Pocos años después, tras comparar la foto con otras de ejemplares correctamente medidos, J. E. Randall (1987) llegó a la conclusión de que, siendo generosos, el bicho no pasaba de los 6 m. El insigne ictiólogo da una versión ligeramente diferente de la anécdota contada por Richard Ellis, según la cual fue el editor del Guinness, Gerald L. Wood, quien envió primero a Randall la nota con la fotografía del tiburón, y este, ante la imposibilidad de viajar él mismo al archipiélago, se puso en contacto en primer lugar con McCosker, quien a su vez pasó recado a Ellis.
³Compagno (2002).
De nuevo, Ellis & McCosker (1991).Desgraciadamente, la documentación que pudiera existir referida a este caso y a otros análogos desapareció en un incendio ocurrido en los laboratorios de la Universidad de Chile (Claudio Barría, com. pers. tras una consulta con el Dr. Germán Pequeño).

Mollet et al. (1996).
Pero este tipo de estimaciones no siempre resultan todo lo sólidas que sería de desear. Por ejemplo, en algunos casos no existe un protocolo unificado de muestreo y medición, en otros se descubre que ciertas variables no pueden utilizarse como marcas de tamaño puesto que pueden obedecer a cambios ontogénicos o a una simple variabilidad natural entre ejemplares de cierto tamaño, como ocurre con los dientes, donde el cálculo de tallas funciona bien solo en ejemplares jóvenes, dado que en aquellos que han alcanzado la madurez sexual la estructura dentaria es muy diversa.
Aunque existan muchas fotos de un mismo ejemplar, es habitual que solo un pequeño porcentaje puede tener utilidad para realizar un cálculo estimativo. Véase por ejemplo De Maddalena (2001).
Compagno (2002).
Ebert et al. (2021).

¹⁰En este blog no seguimos la actividad de ese programa de tv cuyo promotor, que no es científico sino pescador profesional, gana ingentes sumas de dinero levantando tiburones de gran porte fuera del agua, espachuflados sobre una plataforma como si fuesen sacos de patatas, previamente agotados y estresados, para luego hacerse fotos y vídeos a su lado. Eso es espectáculo sensacionalista, no ciencia.
¹¹Randall (1987) basa su refutación de la medición original en una simple fotografía y en cálculos estimativos a partir de la altura de un diente de la mandíbula superior y de las dimensiones de un centrum vertebral tomados de un artículo del ictiólogo cubano Darío Guitart-Manday y de J. F. Milera publicado en 1974 en un número de la revista Mar y Pesca que contenía varias fotos, del ejemplar y de uno de sus dientes (Ellis & McCosker, 1991). Sin embargo, el propio autor admite que desconoce dos datos que, según establece el protocolo que sigue, son fundamentales para ajustar los cálculos: si el diente es, efectivamente, el de mayor tamaño de la mandíbula superior (entiende que es "presumably a large one from the front of the jaw") y si la vértebra es de las que están situadas debajo de la primera dorsal o en posición inmediatamente anterior (aquí su estimación empieza con un condicional: "If this centrum was taken..."). Otro dato que no le encaja es el peso del hígado: 1005 libras (456 kg) dice que son demasiado pocas para un ejemplar de 21 pies. Sin embargo, admite que el peso estimado de 7000 libras (3175 kg) sí encajaría en un animal de esa talla.
     Y con estos datos habla de exageración, refutándose incluso a si mismo, que en 1973 escribía "The largest white shark reliably measured was a 21-foot (6.4-meter) individual from Cuba". Pero seamos justos, esto lo ponía en el abstract; en el cuerpo de texto matizaba un poquito con un: "believed to be reliably measured". Quién entiende a los científicos :) .
¹²Véase José I. Castro (2012).
¹³De Maddalena (2001).
¹⁴De Maddalena (2001 y 2012).

¹⁵Malcolm et al. (2005).
¹⁶Cliff et al. (2000).
¹⁷Véase Ellis & McCosker (1991), Cappo (1988), Mollet et al. (1996) y De Maddalena et al. (2001)

¹⁸"Hubbell (1996)" es la referencia del artículo de este autor que figura en el volumen Great White Sharks: The Biology of Carcharodon carcharias, publicado en 1996: "Using Tooth Structure to Determine the Evolutionary History of the White Shark". En él se da el número de identificación M91683 (no el M91583, como equivocadamente anota Mollet) a un ejemplar de 5,94 m TL, indicando que es una hembra. Sin embargo, Mollet et al., en el mismo volumen unos capítulos más adelante, hacen referencia a ese mismo ejemplar, con idéntico número identificativo, pero con la longitud de 6,096 m y la anotación "G. Hubbell (personal communication)". ¿Con qué versión quedarse?
Para quien no lo conozca, el Dr. Gordon Hubbell, veterinario de profesión, es uno de los más reconocidos expertos en paleontología de tiburones y, según dicen, la persona que más mandíbulas de tiburón blanco ha visto y medido en el mundo, convirtiéndolo una referencia para ictiólogos de la talla del ya citado J. E. Randall. En su casa de Gainesville, Florida, guarda una extraordinaria colección de mandíbulas y dientes fósiles.

¹⁹
En un reportaje en el Chasing Pisces del 22/07/2005 titulado "P.E.I.'s Great White Shark", Jack Woolner, testigo del desembarco del animal y autor de las fotografías, cuenta que los pescadores no eran conscientes de lo que traían, decían que habían cogido una ballena en la red. Ninguna autoridad se mostró interesada en hacerse cargo del bicho para conservarlo de algún modo y estudiarlo. Bien al contrario, en plena histeria por las secuelas psicológicas que había dejado Tiburón, hicieron que lo despachasen enseguida; los propietarios se lo llevaron a un vertedero y allí lo enterraron. Woolner decidió entonces llamar a un amigo que dirigía una revista de pesca en Boston, quien a su vez avisó a otro amigo, científico del U.S. National Marine Fisheries Services, quien finalmente contactó con el biólogo Tom Hurlbut, del Canadian Department of Fisheries and Oceans (quien, por cierto, en opinión de David McKendrick, uno de los pescadores que capturó el tiburón, era idéntico a Matt Hooper, el biólogo marino más inolvidable del cine (y del mundo mundial) encarnado por el gran Richard Dreyfuss en Tiburón). En otro reportaje publicado el 19/06/2015 en el Toronto Star con el elocuente título de "Canadian who caught real-life Jaws wishes he hadn't", McKendrick cuenta que, inconsciente del valor científico de aquel extraordinario animal, vendió su mandíbula, de 36 pulgadas de ancho (91,44 cm) y alrededor de 130 dientes, a un museo de Miami (tal vez Hubbell andaba metido por el medio) por una suma considerable. El resto lo enterraron. Su testimonio confirma que los pescadores no tenían ni idea de lo que había caído en su red, hasta que tres semanas después llegó Hooper (perdón, Hurlbut) y desenterraron lo que que quedaba del bicho (la cabeza estaba pudriéndose al aire tirada en una parte del descampado).

Fig. 18. Golfo de San Lorenzo, 1983. Fotos de Jack Woolner tomadas de GEERG.

²⁰Como curiosidad, a diferencia de los pescadores, los clientes de estas expediciones de ecoturismo tendían a sobrestimar las tallas de los ejemplares menores de 3 m y a subestimar los más grandes. Véase Cameron May et al. (2019).
²¹Véase Mauricio Hoyos Padilla (2017). En muchas otras publicaciones y noticias online esta estimación de 6,5 m (unos 21,5 pies) aparece rebajada a 6 m (20 pies).
²²Más detalles sobre este "a ver quién mea más lejos" en Deep Blue the largest great white shark? 'Not so fast', USA Today Sports del 30 de diciembre de 2020.
²³Entrevista citada en Meet 'Deep Blue': Possibly the greatest white shark ever filmed, ABC News, 25/07/2018.
²⁴
Si recordáis, "el submarino" es el fabuloso tiburón blanco de 7 m o más que durante un tiempo dicen que "apatrulló" las costas de Sudáfrica por la parte de False Bay y que nadie, excepto unos elegidos, pudo ver en directo (fotografías, no conozco ninguna). Uno de ellos es Craig Antony Ferreira, un especialista de por allí que incluso afirma haber tenido hasta cuatro encuentros con el submarino ese, que relata en unos documentales con los que debe de haber ganado una pasta, así como en su libro Great white sharks on their best behaviour, publicado en 2011: que si intentó pescarlo con su padre y en un par de ocasiones se les escapó, aun enganchado a una línea y todo; que si otra vez el bicho se le puso justo delante a pegar saltos fuera del agua... y que tal vez ahora ya debe de haber muerto porque seguro que era muy mayor. En fin, si os interesa el asunto, podéis asomaros a su página web o mirar algún extracto de los "documentales" en que aparece, pero no gastéis el dinero a lo bobo.
²⁵Véase Joan Barrull & Isabel Mate (2002) y De Maddalena en varios de sus trabajos.
²⁶En la literatura científica podemos encontrar unos cuantos testimonios y referencias a ejemplares de 7 a incluso 10 metros que
en muchos casos los propios autores consideran exageraciones difícilmente verificables y que, por tanto, invitan a tomar con la máxima cautela. A modo de curiosidad, he preparado una pequeña selección organizada en franjas de 7, 8, 9 y 10 m que solo incluye ejemplares capturados, no avistados:

  • 700 cm: Cuatro citas en Mallorca que no han podido ser contrastadas: una de un invierno en la década de los años veinte del pasado siglo, la segunda del 3/09/1927, la tercera del invierno de 1935 y una cuarta del invierno de 1965 [Morey et al., 2003]. Dos ejemplares en el Bósforo y otros dos en el Mármara [ambos, Kabasakal, 2003 y 2014]; >700o770 capturado en Kralijevika (Croacia) el 2/09/1934 [De Maddalena & Heim, 2012]; >700 capturado en Ganzirri, Sicilia el 9/03/1965 (?) [De Maddalena & Heim, 2012].
  • 800 cm: Dos ejemplares en el Bósforo, uno anterior a 1926 (unos 4500 kg: dos grandes atunes de 200 kg y un delfín grande encontrados en su estómago) y otro el 28/12/1958 [ambos, Kabasakal, 2014]; Grau-du-Roi (Francia), hacia 1934 [De Maddalena & Zuffa, 2008];Port'Ercole, Italia, 1933-1934 [De Maddalena & Heim, 2012]; 800-1000, Piombino, Italia, 1886 (en su estómago encontraron el cuerpo entero de un marinero envuelto en lona y pesos de hierro). [De Maddalena & Heim, 2012].
  • 900 cm: >900 Captura en Canale di Montecristo, 20/07/1964 (en el estómago había una gaviota, un pequeño delfín en dos pedazos, un peluquín negro, una escoba y trozos de la ballena de la que se estaba alimentando en el momento de la captura); >900, captura en Canale dell'Isola del Giglio el 22/07/1967; 900-1000 capturado en Marzamemi, Sicilia, el 23/08/1937; 900-1000, Scopello, Sicilia, con un peso de 3590 kg [todos, De Maddalena & Heim, 2012].
  • 10 m: Ejemplar de "alrededor de 10 m" y unos 2500 kg (quizás una hembra) capturado el 15/03/2008 en Sandun, China [elasmollet.org].
Y para rematar la faena, De Maddalena & Heim (2012) recogen testimonios de ejemplares de13,36 m (Scilla, Italia, 7/05/1883; el estómago contenía muchos huesos humanos, cráneo incluido, y prendas de ropa: un par de botas, tres zapatos, tres calcetines, un corpiño de lana y un par de calzoncillos) y hasta 14 m (en Italia: canal de Piombino, 12/1876, golfo de Trieste, 6/1908 y Pizzo Calabro, 1930).
²⁷Una lectura estimulante y muy recomendable sobre esta esta y otras consecuencias de la pesca industrial es Callum Roberts (2007). The Unnatural History of the Sea: Past and Future of Humanity and Fishing. Londres: Gaia.
Véase también Asta Audzijonyte, Anna Kuparinen, Rebecca Gorton & Elisabeth A. Fulton (2013). Ecological consequences of body size decline in harvested fish species: positive feedback loops in trophic interactions amplify human impact. Biology Letters 9 (2):20121103. doi: 10.1098/rsbl.2012.1103.
²⁸Boldroccchi et al., 2017.

²⁹Rigby, C. L., R. Barreto, J. Carlson, D. Fernando, S. Fordham, M. P. Francis, K. Herman, R. W. Jabado, K. M. Liu, C. G. Lowe, A. Marshall, N. Pacoureau, E. Romanov, R. B. Sherley & H. Winker (2019). Carcharodon carcharias. The IUCN Red List of Threatened Species 2019: e.T3855A2878674. https://dx.doi.org/10.2305/IUCN.UK.2019-3-RLTS.T3855A2878674.en.
Consultado el 23 de noviembre de 2021.

Fig. 19: Izq. Hembra de 504 cm en inmovilidad tónica: le están instalando un transmisor acústico interno en aguas de Albany, Australia. No hace falta montar un show televisivo para hacer un buen trabajo científico. Fuente: abc.net.au. Dcha. Hembra capturada cerca de la Torre de la Doncella, en el Bósforo (Turquía), el 28/12/1965. Originalmente reportada en 700 cm (Kabasakal, 2003) pero estimada en torno a los 600 cm por De Maddalena & Heim, 2012.

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El ejemplar de la fotografía posiblemente anda por los 4 m y poco. Sin ser uno de los gigantes que acabamos de ver, solo su silueta impone. Foto tomada desde un dron en Bulli, Nueva Gales el Sur (Australia). Foto: AVCON Projects.

Un monstruo en cabo Prior y otro en Combarro

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Estampa en un puerto de Galicia en 1902, con un toque monstruoso ausente en la foto original.

Con los monstruos marinos ocurre como con casi todo, que habelos, hainos, en nuestras fantasías, en nuestros deseos y pesadillas, y sobre todo en la prensa. Como muestra os presento dos asombrosos encuentros ocurridos hace muchos años, a principios y a mediados del siglo pasado, uno en las Rías Altas y el otro en las Rías Baixas.

1. Cabo Prior, 1901. Sucedió el sábado cinco de octubre a unas cinco millas al norte del cabo, cuando los mariñeiros a bordo de una lancha pesquera de Maniños (Fene) avistaron un "monstruo marino, no visto jamás en estos mares". La embarcación iba patroneada por Fulgencio García Filgueira y tripulada por Juan Canzobre Prego, Andrés Mantiñán García, Juan Cajaraville, Juan Calvente Ventureira y Manuel García Rumbo, el hijo del patrón. Así lo relataba El Correo Gallego: Diario Monárquico en su edición del 11 de octubre:

Navegaba la embarcación á un largo, con dos rizos tomados á causa de los chubascos que caían del Noroeste, cuando divisaron los marineros, boyando sobre el mar, un cuerpo largo y estrecho, que al pronto tomaron por una trainera volcada. Más de cerca, advirtieron que se trataba de un animal que tenía, según dicen, la figura de un melgacho, pero de dimensiones colosales. 

Y tan colosales.
La tripulación arrió la vela y tomó los remos para acercarse con cautela a aquel melgacho gigante, que debía de estar herido o moribundo "pues apenas hacía algún ligero movimiento con la cola", y le calcularon unas once varas de longitud. Teniendo en cuenta que una vara equivale aproximadamente a 0,84 m, la cifra, de ser cierta, es de las que quitan el hipo: 9,24 m. Una barbaridad.

Tras varios intentos (en uno de ellos el hijo del patrón se cayó al agua y casi muere ahogado) lograron enganchar un rizón en una de las aberturas laterales ("uno de los agujeros que tenía á los lados de la enorme cabeza") y, "con gran esfuerzo y remando con energía", remolcaron el inmenso pez "hasta la playa de Menlle, en donde quedó varado". Muchos paisanos se acercaron a admirar "un animal tan enorme y terriblemente armado", según informa El Diario de Pontevedra: Periódico liberal del 12 de octubre, que añade la siguiente descripción:

... su cuerpo es alargado y estrecho, gris oscuro por el dorso y blanco por el vientre. La cola es formidable y la cabeza tiene dos varas y media de longitud [unos 2 m], desde la boca hasta el último de los orificios respiratorios. La boca es relativamente pequeña y se halla armada con cinco filas de dientes muy puntiagudos.

¿Qué clase de melgacho puede encajar en una descripción así? Pues ninguno. No existe ningún tiburón de dientes afilados, gris oscuro por arriba y blanco por abajo que mida nueve metros. Esta cifra tan exagerada posiblemente es producto de algún tipo de confusión o error ocurrido durante el proceso de comunicación y transmisión de la información; o tal vez simplemente es que alguien quiso tomarle el pelo al reportero. Cabe la posibilidad de que la longitud original fuese en pies, no en varas. Once pies vienen siendo casi tres metros, una longitud mucho más razonable y consistente con las especies más habituales en nuestras costas, que además de vez en cuando aparecían también en la prensa de aquellos años. 

Ilustraciones clásicas del cailón (Lamna nasus) y del marrajo (Isurus oxyrinchus).

Si nos ceñimos a estas dimensiones, parece claro que el tiburón era algún lámnido. Por ser el más abundante en nuestro litoral y, fundamentalmente, por el color gris oscuro del dorso, lo más probable es que lo que vieron los mariñeiros de Maniños era un cailón o marrajo sardinero (Lamna nasus) de buen tamaño. El marrajo azul (Isurus oxyrinchus), más esbelto —lo que encajaría con ese "cuerpo largo y estrecho" de la descripción—, presenta un color azul acerado, más claro en los flancos, difícil de pasar por alto, aunque tampoco podemos descartarlo. Ambas especies pueden llegar a superar los tres metros de longitud hasta alcanzar los 365 cm y los 445 cm, respectivamente. Desde luego, nunca nueve metros.

Por si alguien se lo está preguntando, la referencia a la boca "relativamente pequeña" con dientes "muy puntiagudos" descarta el tiburón blanco (Carcharodon carcharias), cuya boca es bien grande y está repleta de grandes dientes triangulares —no "puntiagudos"— de bordes aserrados imposibles de olvidar.
     Otro candidato podría ser la tintorera (Prionace glauca), tan habitual en el mar de Galicia: tiene un cuerpo alargado y estrecho que puede superar ampliamente los tres metros (hasta 384 cm)¹, pero su color característico no encaja con la descripción. Sus dientes superiores tampoco son puntiagudos, sino de cúspide triangular inclinada y bordes aserrados, como los del tiburón blanco.

Izq. Cailón (Lamna nasus) de 219 kg capturado en Canadá (foto tomada de newenglandsharks.com). Dcha. Marrajo (Isurus oxyrinchus) de alrededor de 380 cm capturado en la costa de Massachusetts (foto de Jack Tassinari tomada de elasmollet.org).

2. Combarro
, 1948. El bicho que sacudió la lancha de unos mariñeiros que faenaban por la parte de Combarro en febrero de 1948 debió de ser tan imponente o más que el de cabo Prior, si hemos de creer lo que nos cuenta el diario El Progreso del 22 de febrero de aquel año:

Un tiburón acometió en Combarro, Ayuntamiento de Poyo, a una embarcación a remo que, con varios marineros patroneados por José González Carballal, se dedicaban a las faenas de la pesca. El tiburón quedó aprisionado en la red, al aproximarse la barca, mientras los marineros demandaban auxilio. Acudieron inmediatamente otras embarcaciones cercanas y el escualo pudo ser muerto a golpes de hacha en la cabeza. 

El susto debió de ser tremendo. El periódico describe un tiburón "de gran tamaño, con una boca de un metro de diámetro y con cuatro hileras de afilados dientes", y con un peso descomunal: "En la playa, donde fué arrastrado, dió un peso de cerca de dos mil kilos".

Suponiendo que todos los datos sean veraces (que es mucho suponer), ¿qué tiburón de cerca de dos toneladas y cuatro hileras de afilados dientes en una boca de casi un metro de diámetro se nos viene a la cabeza? El que todas/os estáis pensando. Como el melgacho de cabo Prior, la referencia a los dientes descarta por completo al peregrino (Cetorhinus maximus), la única especie en nuestras costas capaz de alcanzar un peso semejante, que presenta dientes vestigiales diminutos. Naturalmente, el número de hileras no hay que tomarlo al pie de la letra, probablemente solo se contaron las más visibles. Ninguna de las especies mencionadas baja de las veinte hileras por mandíbula.
     Para hacernos una idea del tamaño de un tiburón de cerca de 2000 kg, observad la siguiente fotografía, publicada en El Pueblo Gallego el 28 de febrero de 1962: un tiburón blanco de cinco metros capturado en Alicante, a dos millas del litoral. Su estómago contenía un atún y un delfín².

Fuente: El Pueblo Gallego: Rotativo de la mañana, 28/02/1962. La noticia informa también de la captura en las "Islas Columbretas (sic)" de otro ejemplar "de seis metros de largo con un peso de 200 arrobas" en 1878. Doscientas arrobas equivalen aproximadamente a 2300 kg.

3. Conclusión. Estas noticias hay que tomarlas con mucha cautela, particularmente la segunda. No existe evidencia alguna (o al menos yo no he sabido encontrarla), más allá de los textos de las noticias, que confirme los encuentros con esos dos "monstruos marinos": ni fotografías, ni dientes, ni mandíbulas, ningún testimonio... Nada de nada. De hecho, el "monstruo" de Combarro pudo ser desde una carallada hasta un cetáceo "adornado" con varias filas de dientes. Quién sabe.

Lo que sí sabemos con certeza es que nuestros maravillosos monstruos están desapareciendo de nuestro mar. Mejor dicho, los estamos "desapareciendo".
     Aquí tenéis el estatus actual de las especies que hemos mencionado según la Lista Roja de la IUCN:

  • Cailón o marrajo sardinero (Lamna nasus): Vulnerable a nivel global; En peligro crítico en Europa y Mediterráneo.
  • Marrajo (Isurus oxyrinchus): En peligro a nivel global; En peligro crítico en el Mediterráneo. En lo que nos toca, se están recopilando datos para determinar con exactitud el nivel de deterioro de sus poblaciones europeas.
  • Tiburón blanco (Carcharodon carcharias): Vulnerable a nivel global; En peligro crítico en Europa y Mediterráneo.
  • Peregrino (Cetorhinus maximus): En peligro a nivel global, Europa y Mediterráneo.
  • Tintorera (Prionace glauca): Casi amenazada a nivel global, con sus poblaciones en descenso; En peligro crítico en el Mediterráneo.

Y esto sí que no es una carallada.

______________________________
¹Todos los datos sobre longitudes proceden de David A. Ebert, Marc Dando & Sarah Fowler (2021). Sharks of the World: A Complete Guide. Princeton: Princeton University Press.
²
Esta última información procede de Alessandro De Maddalena & Walter Heim (2012). Mediterranean Great White Sharks. A Comprehensive Study Including All Recorded Sightings. Jefferson: McFarland & Co.

Ataques 2021

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Tiburón blanco (Carcharodon carcharias). Foto: Rodney Fox Great White Shark Expeditions.

El Archivo Internacional de Ataques de Tiburón (ISAF, por sus siglas en inglés) acaba de publicar su informe anual sobre los ataques registrados en todo el mundo durante el pasado año 2021. Aquí tenéis todos los datos.

Los especialistas del ISAF investigaron 137 incidentes, 73 de los cuales fueron considerados ataques no provocados, es decir, aquellos en los que el comportamiento del tiburón no fue provocado por la propia víctima, consciente o inconscientemente, por ejemplo al tratar de tocarlo, darle de comer o realizando pesca submarina. En estos casos se habla de ataques provocados; 39 incidentes entraron en esta categoría.
     De los veinticinco restantes, cuatro resultaron ser simplemente interacciones con embarcaciones y uno un caso de mordeduras post mortem. Hubo cinco casos considerados dudosos, puesto que las heridas casi con toda probabilidad no fueron causadas por tiburones, sino, en tres de ellos, por algún pez óseo, en uno por algún tipo de raya látigo y, en el que queda, parece que el paisano o paisana simplemente se dio contra unas rocas. Quince casos han quedado sin resolver; uno porque es imposible, no hay datos suficientes, y en los otros catorce no puede confirmarse la participación de un tiburón, por lo que han quedado pendientes hasta que alguna autoridad municipal o médica pueda aportar algún dato extra que decante la balanza.
     Vamos a por las cifras.

73 ataques no provocados. Dieciséis más que en 2020. Este incremento rompe una racha de tres años consecutivos de descenso, si bien se mantiene la media anual de estos últimos cinco años. No obstante, los 57 casos del 2020 constituyen una anomalía posiblemente debida al menor número de visitantes a las playas por las restricciones de la pandemia.

9 personas fallecidas. Una menos que en 2019. El Global Shark Attack File, del Shark Research Institute, en cambio, eleva el número hasta diez, al incluir un hombre fallecido en mayo en Jamaica mientras practicaba pesca submarina. La cifra, si bien es similar a la del año pasado, casi dobla la media anual de cinco fatalidades de estos últimos años.
     Solo se conoce la especie implicada en cinco de estos casos (el de California, el de Sudáfrica y los tres de Australia): el tiburón blanco (Carcharodon carcharias).

Distribución de los ataques: De nuevo, los EEUU es el país con el mayor número de ataques no provocados, con un total de 47. Florida es el estado con más casos: 28, que representan el 60% del país y el 38% del total mundial. A gran distancia están los estados de Hawái (seis ataques), Carolina del Sur (cuatro), Carolina del Norte y California (tres cada uno), Georgia (dos) y Maryland (uno). Quienes estáis familiarizados con este tema no os sorprenderá saber que, dentro de Florida, el condado de Volusia ha sido otra vez el "más atacado", con diecisiete incidentes que suponen el 63% del total estatal. Pese a encabezar este ranking tan particular, en los EEUU solo hubo una víctima mortal en todo el año, un trágico suceso ocurrido el 24 de diciembre en California.
     En Australia el ISAF registra doce ataques no provocados, tres de ellos con resultado fatal. En cambio, el Australian Shark Attack File, de la Taronga Conservation Society Australia, recoge diecisiete indicentes: ocho en Nueva Gales del Sur (dos de ellos fatales), seis en Australia Occidental (un fallecido), dos en Victoria y uno en Queensland.
     Tres incidentes se produjeron en Brasil, Nueva Zelanda y Sudáfrica con una víctima mortal en cada país.
     El peor porcentaje se lo lleva Nueva Caledonia: dos ataques y dos muertos. Un tristísimo 100%.
     Por último, Canadá, Ecuador y la Federación de San Cristóbal y Nieves (oficialmente, Saint Kitts and Naevis), en las Antillas, registraron un incidente cada una.

Tipología de las víctimas: Comprensiblemente, dado el elevado número de horas que permanecen en zonas de rompientes frecuentadas por los tiburones, los surfistas y practicantes de otros deportes de tabla han sido el colectivo más expuesto, con un 51% del total de incidentes; y con porcentajes sensiblemente menores los nadadores y bañistas (39%), body surfers (6%) y los practicantes de apnea y snorkel (4%). Este año no se registraron percances con submarinistas.

Porcentaje de personas fallecidas en relación con el número de ataques no provocados registrados desde el 2012. Elaboración propia a partir de los datos suministrados por el ISAF.

CONCLUSIONES

Primera. Los tiburones no son esos asesinos implacables y sanguinarios que nos pintan las películas y una parte de la prensa. Más bien al contrario. Como acabamos de ver, los datos demuestran que estos bichos no tienen particular interés en perseguir y triturar bañistas; las personas les importamos bien poco. Incluso una especie tan peligrosa como el tiburón blanco en modo alguno puede considerarse un animal particularmente cruel o despiadado. Si así fuera, las costas de lugares tan emblemáticos como Australia, Sudáfrica o California enseguida se vaciarían de surfistas... o de surfistas con todas las extremidades en su sitio. Y no es el caso.
     Naturalmente, esto no quiere decir que el gran Carcharodon carcharias sea una especie de osito de peluche al que uno pueda acercarse y acariciar con toda tranquilidad. Es un super depredador y como tal hay que tenerle respeto, tanto por nuestro propio bien como porque se lo merece por ser una de las criaturas más prodigiosas del océano, cuya salud y equilibrio, por cierto, ayuda a mantener. Es bueno para los seres humanos que el mar esté lleno de tiburones.

Segunda. Los asesinos realmente implacables, crueles y sanguinarios somos las personas, tanto hacia nosotros mismos como hacia el resto de las criaturas con quienes compartimos planeta. Llevamos doscientos años contaminando y arrasando los océanos del mundo con una saña que ni el depredador más hambriento y brutal de la naturaleza podría siquiera soñar.
     Y lo más patético es la forma en que empleamos nuestros dones más preciados como especie, la razón y el lenguaje, para justificarnos, para justificar toda esta bárbara destrucción que va incluso contra nuestros propios intereses.

Tercera. Existen 550 especies de tiburones. Tan solo pequeño puñado puede suponer, por su naturaleza, un peligro para las personas. Osos, lobos, hipopótamos, cocodrilos, vacas, matan muchísima más gente cada año y no nos echamos las manos a la cabeza. ¿Por qué con los tiburones si? Pues porque nos gustan los monstruos: hemos convertido al tiburón en el gran monstruo de nuestro imaginario colectivo y no queremos sacarlo de ahí.

El gran tiburón blanco. Fuente de la imagen, desconocida.

El ser humano mata unos 100 millones de tiburones cada año. Muchas de estas muertes tienen como objetivo suministrar materia prima para elaborar un puñetero plato de sopa que usamos, no para alimentarnos, sino para aparentar un estatus social.

Y luego hablamos de "ataques" de tiburón y del miedo que nos dan. Si es que...

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