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Visera áspera (Deania hystricosa)

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Macho de 90 cm capturado en las Azores (foto: Pedro Niny Duarte (c)ImagDOP, tomada de FishBase).
Visera áspera

Deania hystricosa (Garman, 1906)

(es. Visera áspera, sapata raspa, tollo raspa; gal. Pico pato, paxariño; in. Rough Longnose Dogfish.)

Orden: Squaliformes
Familia: Centrophoridae


He aquí un tiburón que dentro de un tiempo tal vez ya no exista, y no porque lo hayamos borrado del mapa (estad tranquilos), sino porque a lo mejor se comprueba que no constituye una especie distinta de su pariente más próximo, la visera (Deania calcea); dicho de otra manera, que D. calcea y D. hystricosa son en realidad la misma especie. No creáis que se trata de una afirmación gratuita o de un hecho insólito.
¿Cómo puede ser eso? Pues fundamentalmente debido a tres factores íntimamente relacionados: estamos ante bichos morfológicamente muy parecidos, de los que, en bastantes casos, contamos con pocos registros (y por tanto estudios), lo cual se traduce en un deficiente corpus de trabajos taxonómicos sobre el género en cuestión. Es el pan de cada día en una buena parte de las especies de aguas profundas... y no tan profundas¹. Solo el espectacular avance de las técnicas de análisis genético nos están permitiendo subsanar estas carencias y poner un poco de orden en algunas familias, como está ya ocurriendo en la más que necesaria revisión del género Centrophorus, una de cuyas primeras conclusiones es que nada menos que lo que se creía eran tres especies distintas son una y la misma: el quelvacho (C. granulosus), el quelvacho de Formosa (C. niaukang) y el quelvacho aguja (C. acus) son el mismo quelvacho, definitivamente bautizado como Centrophorus granulosus².
Es justo señalar que diversos taxónomos y científicos ya llevaban tiempo llamando la atención sobre algunas inconsistencias en los parámetros biológicos y atribuciones específicas de este género, como también, por supuesto, del género Deania:
Los haplotipos de visera D. calcea generados durante esta investigación mostraron una distancia genética muy baja (0,2%) respecto de los extraídos del GenBank pertenecientes a la misma especie y a la visera áspera D. hystricosa. Los haplotipos de D. calcea de aguas septentrionales de la Península Ibérica se agrupaban con los de D. hystricosa obtenidos durante una campaña de barcoding de peces de aguas profundas en la zona norte del Atlántico central y con las muestras de D. calcea procedentes de una iniciativa de código de barras genético de peces de Australia. Nuestra conclusión es que la relación entre la D. calcea y la D. hystricosa debe ser investigada más a fondo. La similitud en el COI indica un grado sumamente elevado de parentesco. Harán falta más estudios genéticos, incluido el análisis de ADN nuclear, para determinar el nivel de aislamiento reproductivo entre estas dos especies. Conclusión parecida podría extraerse del modo de agrupamiento de los haplotipos de Centrophorus granulosus y C. niaukang
Esta proximidad genética de D. hystricosa y D. calcea se ve claramente reflejada en sus respectivos caracteres morfológicos. Cualquier guía de campo que consultemos nos indicará que el único rasgo distintivo que permite distinguir la una de la otra es el tamaño de los dentículos dérmicos, ni siquiera su forma, como en los Centrophorus: casi el doble en la primera que en la segunda, lo que confiere a su piel el tacto áspero que le da nombre.

Descripción: Como acabamos de señalar, la Deania hystricosa es prácticamente idéntica a la Deania calcea: morro espatulado muy largo, boca arqueada con pliegues labiales grandes, narinas totalmente ventrales y transversas, espiráculos alargados. Dorsales con fuertes espinas acanaladas, la primera más corta que la segunda. La primera dorsal es baja y muy larga, la segunda es más corta y alta. Las pectorales son cortas y redondeadas. Las aletas pelvianas son más pequeñas que la segunda dorsal. Pedúnculo caudal corto y sin quilla inferior. La aleta caudal no es muy grande, y tiene el lóbulo inferior poco definido y el terminal bien marcado.

Dentículos de un macho de 88 cm LT. Fuente: Fumio Nakayama, J-elasmo
Los dentículos dérmicos laterales son grandes, tienen forma de tridente, y están espaciados. Miden entre  0,8-1 mm de longitud (frente a los 0,5 mm de la D. calcea).
En cuanto a su librea, es de un pardo negruzco a gris oscuro uniforme con tonos pardos.

Dentición: Como la D. calcea, nuestra visera áspera presenta dientes diferentes en ambas mandíbulas (dimorfismo dentario): los de la mandíbula superior son cortos, rectos y no imbricados, mientras que los inferiores son anchos, de cúspide abatida y están imbricados. Todos ellos son unicuspidados. Aparentemente no hay dimorfismo sexual dentario.
Fuente: Fumio Nakayama, J-elasmo
Talla: La longitud total máxima es 111 cm, si bien algún autor la eleva hasta los 120 cm. Los machos maduran entre 81-84 cm y las hembras entre 92-106 cm. La talla al nacer se estima en alrededor de los 30 cm.

Reproducción: Poco conocida. Especie vivípara aplacentaria (ovovivípara). Una hembra contenía 12 huevos de gran tamaño, con lo que tal vez las camadas ronden esa cifra.

Dieta: Se supone que similar a otros Deania: pequeños peces óseos bentónicos y demersales, cefalópodos, crustáceos, etc.

Hábitat y distribución: Especie bentónica y epibentónica del talud medio y superior continental e insular entre los 470-1900 m. Más abundante por debajo de los 550-1000 m en Namibia, donde se le ha encontrado a 1900 m.
En Galicia existe un único registro no reportado procedente del Banco de Galicia⁴.

Mapa de Wikipedia modificado según Ebert et al. (2013)
Probablemente su distribución es más amplia de lo registrado hasta ahora. Atlántico central oriental y suroriental: Azores, posiblemente Madeira, Canarias, Namibia, costa noroccidental surafricana; quizá, ocasionalmente, suroeste de las Islas Británicas y golfo de Vizcaya. Pacífico: Japón y Nueva Zelanda.

Pesca y estatus: Se le captura ocasionalmente con palangre y redes de fondo. Se aprovecha su carne y sobre todo el abundante aceite contenido en su hígado.
Figura en la Lista Roja de la UICN bajo la etiqueta de Datos insuficientes en tanto no se obtenga más información y datos sobre su biología y ecología.
Es evidente que la monitorización de las capturas de visera áspera es extremadamente complicada dado que resulta en extremo difícil distinguirla de la visera común... a menos que el citocroma oxidasa I lo remedie.

Dentículos dérmicos de D. hystricosa (foto tomada de la librairie.immateriel.fr).
________________________
¹Incluso dentro de las especies más archiconocidas puede saltar la liebre taxonómica. Hace muy pocos meses se confirmó el nacimiento de una nueva especie de tiburón martillo desgajada de un tiburón tan común y estudiado como la cornuda negra (Sphyrna lewini). La nueva especie ha sido bautizada como Sphyrna gilberti, y solo se conocen 54 ejemplares capturados en aguas costeras del Carolina del Sur (Golfo de México). Exteriormente es indistinguible de la S. lewini, de la que morfológicamente la separa el cómputo vertebral (tiene unas 20 vértebras menos). Genéticamente, comenzaron a divergir de un tronco común hace unos 4,5 millones de años. ¿A que es asombroso?
Véase Joseph M. Quattro, William B. III Driggers, James M. Grady et al. (2013). "Sphyrna gilberti sp. nov., a new hammerhead shark (Carcharhiniformes, Sphyrnidae) from the western Atlantic Ocean." Zootaxa, 3702 (2),
DOI: http://dx.doi.org/10.11646/zootaxa.3702.2.5
²William T. White, ²David A. Ebert, Gavin J. P. Naylor, Hsuan-Ching Ho, Paul Clerkin, Ana Veríssimo, Charles F. Cotton (2013). "Revision of the genus Centrophorus (Squaliformes: Centrophoridae): Part 1-Redescription of Centrophorus granulosus (Bloch & Schneider), a senior synonym o C. acus Garman and C. niaukang Teng." Zootaxa, 3752 (1):035-072.
Véase también el post Quelvacho (Centrophorus granulosus).
³Andrés Sanjuán, Alejandro De Carlos, Cristina Rodríguez-Cabello, Rafael Bañón, Francisco Sánchez, Alberto Serrano (2012). "Molecular identification of the arrowhead dogfish Deania profundorum (Centophoridae) from the northern waters of the Iberian peninsula". Marine Biology Research, 8:9, 901-905.
(COI es la sigla de Citocroma Oxidasa I, el gen mitocondrial que comúnmente se utiliza para realizar el código de barras o barcoding genético de una determinada especie.)
⁴Rafel Bañón, Gonzalo Mucientes et al. (2010). "Marine fishes from Galicia (NW Spain): An updated checklist."Zootaxa, 2667, pp. 1-27.



Un diente entre 50 000

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Foto: David Jenkins tomada de dailymail.co.uk
No es fácil encontrar imágenes como esta: un gran tiburón blanco fotografiado en el mismo instante en el que uno de sus dientes sale disparado tras atrapar lo que parece un señuelo o tal vez una foca de verdad.
La foto está tomada en las cercanías de Seal Island, cerquita de Ciudad del Cabo (o 'Capetón', como decían nuestros abuelos), un lugar privilegiado donde los tiburones blancos practican la particular técnica de caza que les hace pegar esos impresionantes saltos de hasta 3,3 m sobre el agua que no nos cansamos de ver en centenares de documentales y de fotografías.
Invisible contra el oscuro fondo, el tiburón recorre pacientemente los alrededores de la Isla de las Focas, hasta que una conocida silueta aparece de pronto surcando la superficie. La profundidad de las aguas le va a permitir alcanzar la punta de velocidad adecuada para que el ataque sea lo más certero y devastador posible. De lo contrario, las posibilidades de supervivencia de la foca se multiplican exponencialmente y el enorme gasto energético habrá sido en vano. 16-18 m son suficientes para que una tonelada de músculo y dientes se abalance a más de 40 km/h sobre la presa, viniendo desde abajo y atrás en un ángulo de entre 45-90º.

Fin de un ataque exitoso. La foto es de Remo Sabatini.
Un tiburón blanco tiene alrededor de 50 posiciones dentarias en cada mandíbula, unas 26 en la de arriba y 24 en la de abajo. Cada diente tiene detrás una hilera de 5-7 dientes más. Esto hace un total de unos 300 dientes en diferentes estadios de desarrollo. Cuando el primero, el más exterior, se desgasta y se pierde, enseguida viene el siguiente para ocupar su lugar (la clásica imagen de una cinta transportadora no puede ser más fiel a la realidad). Esto ocurre porque los dientes no están anclados o implantados en el cartílago, sino que se encuentran adheridos al epitelio basal, una capa externa de tejido. Un tiburón puede perder entre 30 000 y 50 000 dientes a lo largo de su vida, con lo que el de la imagen no es más que una anécdota totalmente intrascendente. Pero no así la foto.
Naturalmente, fue una cuestión de suerte. De hecho, el fotógrafo, David Jenkins, cuenta que no se percató de su involuntaria proeza hasta que no se puso a revisar la foto en la pantalla de la cámara para ver si estaba bien centrada y ajustada.
Una foto única que bien vale este pequeño post.

... Los dientes del tiburón blanco son característicos: anchos, grandes, con los bordes aserrados... y, como veis, pueden llegar a ser bastante grandes.


Ataques de tiburón 2013

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Tiburón blanco (Carcharodon carcharias). Fotografía de Rafa Aso.

El ISAF (siglas del International Shark Attack File, 'Archivo Internacional de Ataques de Tiburón') acaba de publicar los datos de ataques de tiburón ocurridos en todo el mundo durante el pasado 2013. Este es el resumen:

-72 ataques no provocados. Nueve menos que durante el 2012. Recordemos que se consideran ataques no provocados aquellos que se producen en el medio natural sin que haya habido provocación alguna por parte de la víctima. De 125 interacciones hombre-tiburón reportadas, sólo 72 obtuvieron esta consideración.
El país con mayor número de ataques sigue siendo EEUU, con 34, esto es, el 47,2 % del total. A gran distancia le siguen Hawai (13 ataques) y Australia (10); a continuación Suráfrica (5), Reunión (3) y Jamaica (2); y con un único ataque se encuentran Brasil, Diego García, Nueva Caledonia, Nueva Zelanda y las Seychelles.

-10 víctimas mortales. Son tres más que en el 2012, superando claramente el promedio de seis cada año para el periodo 2003-2012.
Sin embargo, si valoramos esta triste cifra desde una perspectiva temporal más amplia, lo que observamos es que confirma una sólida tendencia a la baja que lleva produciéndose durante las últimas 11 décadas.
Fueron dos víctimas en Australia y otras dos en la isla de Reunión; y una en Brasil, el atolón de Diego García, Hawai, Jamaica, Nueva Zelanda y Suráfrica.

-Tipología de las víctimas: 46% de los ataques fueron a surfistas y practicantes de algún otro deporte de tabla, el 31% a bañistas y nadadores, y el 14% a buceadores.
Esta diferencia probablemente se deba a la mayor cantidad de tiempo que los surfistas pasan en el agua chapoteando, braceando, etc., en una zona, además, frecuentada por los tiburones.

Tiburón tigre (Galeocerdo cuvier). Foto de Raquel Rossa.

En resumen: a pesar de la globalización y de los espectaculares avances en las tecnologías de la comunicación y la información, que hacen cada vez más difícil pasar por alto (u ocultar) cualquier ataque ocurrido en el punto más remoto del planeta, y a pesar también del cada vez mayor número de personas que pasan sus vacaciones no sólo cerca del mar, sino metidas en él durante cada vez más tiempo, el número de ataques reportados (incluidos los ataques mortales) sigue descendiendo. Esto significa dos cosas:
  1. Que los tiburones no son tan fieros como los pintan y como mucha gente todavía se empeña en creer. No están ahí para masticar señores, sino porque el mar es donde viven y donde comen.
  2. Que la única forma de reducir el riesgo de un ataque de tiburón es la educación de los usuarios de las playas, la mejora en las medidas de seguridad y, en determinados puntos calientes, el contar con personal bien entrenado para atender, con la suficiente rapidez y eficacia, a cualquier víctima. Es por este motivo por el que en los EEUU se está reduciendo significativamente el número de ataques y de fatalidades.
Las vacas causan muchísimas más muertes al año que los tiburones, también los perros, los osos, los hipopótamos... y, encima de todos ellos, las propias personas. El ser humano es el mayor depredador de seres humanos.

[Información más completa pinchando aquí].

>>Véase también los siguientes posts:

Pailona (Centroscymnus coelolepis)

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Foto: Rafael Bañón.

Pailona

Centroscymnus coelolepis (Bocage & Capello, 1864)

(es. Pailona; gal. Foca, carocho; in. Portuguese dogfish; por. Xara preta, carocho.)

Orden: Squaliformes
Familia: Somniosidae

La pailona es otra de las joyas ictiológicas de nuestro mar profundo. Un bicho modesto en su apariencia, pero sorprendente en muchos otros aspectos de su biología, el más espectacular de los cuales es que se trata del tiburón que habita en aguas más profundas. Se le ha detectado nada menos que a 3675 m, que en la superficie, en horizontal o hacia arriba, no son muchos metros, pero en el mar, hacia abajo, la cosa cambia bastante. Una persona bien preparada física y mentalmente (y bien abrigada) es capaz de alcanzar los 8848 m del Everest por su propio pie y sin ayuda de oxígeno; pero ningún ser humano ha logrado jamás descender más allá de los 330 m sin estar metido en algún tipo de carcasa o traje rígido. Entre otras cosas, la tremenda presión lo aplastaría como a una colilla. Los submarinos nucleares más avanzados no se internan, que sepamos, por debajo de los 1500 m; tan solo un par de naves especializadas han logrado no solo superar esa marca, sino llegar a coronar la sima del océano, si se me permite el juego de palabras, a 10 911 m... soportando una presión de casi 1100 bares, que es como decir más de 1000 kg por cm².
La pailona es uno de los señores de las regiones mesopelágica y batipelágica del océano [ver Dónde viven los tiburones]. La primera, que se extiende aproximadamente entre los 200 y los 1000 m, es la llamada zona de penumbra; la luz es tan tenue que apenas resulta perceptible al ojo humano; muchos de los seres que la habitan realizan migraciones verticales: por la noche ascienden en busca de comida y, viceversa, vuelven a las profundidades cuando se acerca la madrugada. La segunda llega hasta los 4000 m, y pertenece ya al reino de la más honda negritud, apenas punteada aquí y allá por los destellos ocasionales de criaturas bioluminiscentes bajo una presión atroz y unas temperaturas bajísimas.
Robin McPhee (c) NORFANZ Founding Parties, tomada del CSIRO

En estas condiciones, aunque el nombre de su familia indica lo contrario (Somniosidae = dormilones), la pailona se muestra como un cazador activo y eficaz, preparado evolutivamente para la detección de sus presas preferidas, los cefalópodos bioluminiscentes de la eterna penumbra del fondo, en buena medida gracias al sentido de la vista.
Sus ojos, de una agudeza visual muy superior a la de muchos otros tiburones de aguas profundas, solo comparable a la de no pocas especies epipelágicas, están perfectamente diseñados para esta función. Por un lado, poseen una pupila muy ancha, un cristalino esférico y un potentísimo tapetum lucidum (responsable del rechamante color verde amarillento) capaz de retener los más apagados retazos de luz; por otro, gracias a una serie de elementos estructurales¹ como la particular distribución de células ganglionares de gran tamaño (encargadas de la detección de movimiento) en franjas de alta densidad dispuestas a lo largo del plano central del ojo, han logrado no solo dotarse de una visión panorámica horizontal, sino incrementar su sensibilidad visual y su capacidad de detección de movimiento en el plano horizontal, además de posibilitar la más leve gradación lumínica en este mismo plano.
El análisis de los contenidos estomacales de ejemplares capturados en diferentes zonas del planeta parecen corroborar esta especialización en la detección de presas bioluminiscentes: más del 70-80% eran cefalópodos como el Heterotheutis dispar o el Taningia danae, cuyos espectros de emisión biolumínica se corresponden con la capacidad máxima de absorción de luz del tiburón.
La pailona es un cazador visual... en un entorno donde apenas existe la luz.

Imagen tomada y modificada (y ya lo siento por el chaval de barbas, que parece muy majo) de www.jypichthyology.info.
A pesar de los estudios que se han venido sucediendo estos últimos años, todavía es poco lo que sabemos sobre el Centroscymnus coelolepis.Todavía tenemos más hipótesis que certezas. Y además está el hecho de que existen variaciones geográficas en cuanto a las tallas y a diversos parámetros de su biología reproductiva, como veremos a continuación, circunstancia que realmente tampoco nos pilla de sorpresa, ocurre con muchas otras especies. Pensemos que al fin y al cabo la biología reproductiva está muy ligada a las características del hábitat y el medio (temperatura, disponibilidad de alimento, etc.). Por eso no es de extrañar que las diferencias morfométricas más evidentes se den entre las poblaciones del Mediterráneo y las del resto del planeta. Aunque es probable que también existan algunas dentro del ámbito del Atlántico nororiental, por ejemplo entre nuestras pailonas "paisanas" y las pailonas de las Azores o las Islas Británicas. Aunque no parece haber todavía datos definitivos sobre este punto, y lo cierto es que los estudios genéticos no han hallado diferencias sustanciales entre ejemplares capturados en áreas distantes varios miles de kilómetros entre si que haga pensar en la existencia de poblaciones diferenciadas o aisladas.

Descripción: Cuerpo grueso y cilíndrico terminado en una cabeza más bien pequeña con un morro corto y redondeado. De ahí que nuestros pescadores le llamen "foca". Su piel es bastante suave, puesto que los dentículos que la cubren, aunque tienen un buen tamaño, son lisos y están muy imbricados. La boca es transversa; los pliegues labiales superiores son cortos y los inferiores largos. Espiráculos grandes cerca de unos ojos no demasiado grandes. Cinco pares de aberturas branquiales muy cortas situadas delante de las pectorales. Las espinas de las dorsales son muy pequeñas, pudiendo incluso no ser claramente apreciables en un primer vistazo puesto que apenas asoma la punta sobre la piel; están ligeramente inclinadas hacia atrás. Las dos dorsales son pequeñas, de parecido tamaño, si bien la segunda es un poco mayor que la primera. El origen de la primera dorsal está claramente más retrasado que el borde posterior de las pectorales, que son pequeñas y redondeadas, con forma trapezoidal. Las pélvicas son mayores que la segunda dorsal. Los lóbulos inferior y terminal de la caudal están claramente definidos.
La librea es muy poco llamativa y carece de marcas distintivas: de marrón a negro uniforme en adultos y juveniles; negro azulado en los más jóvenes.

Foto: Rafael Bañón.
Dentición: Dientes diferentes en las dos mandíbulas. Los de la superior son pequeños, lanceolados, finos y rectos, dispuestos en varias filas funcionales; los centrales son rectos y los laterales tienen la cúspide oblicua y la base más ancha. En cambio, los de la mandíbula inferior son grandes y anchos como cuchillas, tienen una cúspide abatida y están imbricados formando una sola fila funcional. Sin sinfisarios.

Fuente: J-elasmo.
Talla: La longitud total máxima registrada es de 122 cm. Miden al nacer 25-30 cm; los machos maduran hacia los 85-100 cm y las hembras en torno a los 95-110 cm.
Los individuos del Mediterráneo son sensiblemente más pequeños que los del Atlántico y el Pacífico². Así, en Clò et al. se señala una longitud total máxima para el Mediterráneo de 65 cm (una hembra), si bien Barrull y Mate han podido examinar dos machos en el Mar Catalán de 76,5 y 72,5 cm de longitud total: "El de talla más pequeña era claramente maduro, en cambio el de talla más grande aún no había alcanzado la madurez sexual"³. Las tallas de nacimiento y madurez son también ligeramente diferentes: se han medido embriones de 10 cm y un neonato de 22,5 cm.
En un estudio sobre ejemplares del talud continental gallego y el Banco de Galicia, Rafael Bañón refiere que la hembra madura más pequeña que se encontraron medía 115 cm y la inmadura de mayor talla 111 cm; el macho inmaduro más pequeño tenía 88 cm y el inmaduro más grande 97 cm, lo cual parece concordar con los parámetros generales de la especie. Igualmente la talla de nacimiento, estimada entre 27-29 cm a partir de 12 embriones a término de una de las hembras.

Reproducción: Vivíparo aplacentario con camadas de 1 a 29 crías, aunque el promedio oscila entre 12 y14. El embrión se alimenta exclusivamente de las reservas de alimento contenidas en el saco vitelino (lecitotrofismo).
Como de momento no se ha encontrado esperma en el canal reproductor femenino, cabe concluir que la fertilización se produce inmediatamente después del apareamiento. Es posible que la ovulación coincida o incluso sea inducida por la cópula, hipótesis que parece avalar el hecho de que en el mismo rango batimétrico coincidan las hembras con oocitos maduros y los machos maduros.
No parece existir un ciclo reproductivo determinado, puesto que se han encontrado ejemplares en diversos estadios de su ciclo reproductivo así como fetos en diferentes momentos de su desarrollo a lo largo de todo el año.
Existe segregación sexual y por tallas. Los ejemplares más jóvenes se encuentran a mayor profundidad y las hembras grávidas a menor profundidad, siempre por encima de los 1200 m.
Veríssimo et al (2010), analizando la estructura de las poblaciones del Atlántico oriental, explican que la gran mayoría de las hembras maduras capturadas en Madeira y las Azores se encontraban en las primeras etapas de su ciclo reproductivo (antes de la ovulación), mientras que en el resto de las áreas occidentales de Europa este porcentaje apenas llegaba a la mitad; por otro lado, las hembras preñadas representaban el 34-51% de las hembras maduras en Portugal y menos del 26% en las Islas Británicas y las Azores; solo se reportaron hembras post parto en Portugal y oeste de las Islas. Por su parte, los machos maduros predominaban sobre los inmaduros en Madeira y las Azores, es decir, en las zonas donde el porcentaje de hembras al comienzo de su ciclo reproductivo era mayor; y al contrario, donde el porcentaje de hembras grávidas era más elevado, como en Portugal, los que abundaban eran los inmaduros.

Embrión desembarcado en Viana do Castelo. Foto: APECE.
En el citado trabajo de Bañón et al, las hembras resultaron ser diez veces más numerosas que los machos, cifra similar a la de aguas portuguesas pero muy superior a la del talud occidental de las Islas Británicas, donde la ratio se sitúa entre el doble y el triple a favor de las hembras.
Un dato que viene a corroborar la hipótesis de la segregación sexual y por tallas es que el 85% de las hembras estaban preñadas, con embriones en diversos etapas de desarrollo, y no se capturó ni un solo ejemplar juvenil "tal vez debido a una segregación batimétrica, espacial o behavioral de los diferentes estadios de madurez". Todos estos datos, sostiene Bañón, apuntan a que tal vez la franja comprendida entre los 1000-1200 m de nuestras aguas haya sido elegida por la pailona como lugar idóneo para dar a luz.
Apenas existen capturas de ejemplares jóvenes o juveniles en aguas de Galicia, Portugal y las Islas Británicas; en cambio, el 88% de las capturas en muestreos realizados en el talud de Mauritania con arrastre demersal eran juveniles, lo cual apunta a que se trata de una zona de cría.

Si sumamos todos estos datos al hecho de que no se ha encontrado variabilidad genética entre las pailonas muestreadas en diferentes áreas del Atlántico oriental separadas entre si miles de kilómetros(lo que implicaría que o bien existe o bien ha existido un flujo de transferencia genética a lo largo de estas zonas), podría concluirse que las hembras maduras realizan migraciones a gran escala a lo largo del Atlántico central y nororiental relacionadas con el ciclo reproductor, tal como hacen las tintoreras (Prionace glauca) cruzando el Atlántico de W a E:
Por ejemplo, el apareamiento podría tener lugar en las Azores y al oeste de las Islas Británicas, las hembras preñadas posiblemente migrarían hacia el sur a lo largo del talud occidental de Europa hacia aguas de Mauritania para dar a luz. Tras el parto, las hembras retornarían a sus zonas de alimentación donde entrarían en un periodo de descanso antes del siguiente ciclo reproductivo.
Naturalmente, esta hipótesis debe ser confirmada con estudios más detallados que también deberían recoger y explicar si las diferencias detectadas en este ámbito Atlántico resultan significativas o no.

Dieta: La dieta de la pailona es bastante variada pero con una clara preferencia por los cefalópodos bioluminiscentes, en cuya detección se ha especializado, como hemos visto. También se alimenta de teleósteos y de otros pequeños tiburones, de gasterópodos y crustáceos de los grandes fondos, etc.
Presenta también hábitos carroñeros. Le gusta la carne de ballena y de foca, y puede llegar incluso a abalanzarse sobre animales vivos para arrancarles pedacitos de carne, en una estrategia análoga a la que emplean los tiburones cigarro (Isistius) [véase El ataque del tiburón cigarro].

Hábitat y distribución: La pailona es una especie demersal que habita los grandes fondos oceánicos del talud y las llanuras abisales desde los 270 m hasta, probablemente, más allá de los 3700 m en aguas de 5-13ºC. Ostenta el récord de profundidad de todos los tiburones, con una cota de 3675 m.

Mapa realizado a partir de Ebert y Ebert et al (2013).
Su distribución es amplia pero irregular. Atlántico oriental: a lo largo del talud continental desde Islandia hasta Marruecos, incluidas las Azores, Madeira y las Canarias; Sierra Leona, Namibia y Suráfrica. Atlántico occidental: desde Terranova y los Grandes Bancos hasta Cuba y Haití; más parte de la franja septentrional suramericana: Guayana Francesa y norte de Brasil. Pacífico occidental: Japón, Australia, Nueva Zelanda. Índico: Eastern Cape, montañas submarinas al sur de Madagascar, dorsal sur del Índico oriental entre África y Australia; costa sur australia, Tasmania. También presente en el Mediterráneo occidental.

Ejemplar desembarcado en Viana do Castelo. Foto: APECE

Pesca y estatus: Especie con interés comercial, sobre todo en ciertas partes del planeta como Japón, tanto por su carne como, sobre todo, por el aceite contenido en su enorme hígado, empleado en la industria cosmética y alimentaria.
En el ámbito europeo, la pesquería más importante de la pailona se ha dado, por tradición e importancia, en Portugal. Más tarde entraron los grandes arrastreros franceses a pillar su parte del pastel sobre todo al oeste de Irlanda... y las capturas terminaron cayendo en picado, en contraste con las de la flota portuguesa, de carácter más artesanal, que se iban manteniendo más o menos, pero hacia abajo.
Una vez más, recordemos que los tiburones, muy particularmente los tiburones de aguas profundas, tienen una tasa reproductiva sumamente baja, lo que los vuelve vulnerables en extremo a cualquier tipo de explotación pesquera de carácter industrial.
La pesquería de la pailona iba también asociada a la del quelvacho negro (Centrophorus squamosus)... y como era de esperar, los stocks de ambas especies han acabado derrumbándose, de ahí que el ICES, ya en 2008, recomendase un TAC 0 para las dos, que entró en vigor para toda la UE en el 2010.
Lo más gordo es que a estas dos tal vez tengamos que añadir una más, la sapata rugosa (Centroscymnus owstoni), que gracias a los estudios genéticos se ha descubierto que también se descarga en los puertos portugueses mezclada con la pailona "normal", puesto que ambas son muy parecidas.¹⁰
Figura en la Lista Roja de la IUCN con el estatus de Casi amenazado.



[Mi agradecimiento a Rafa Bañón, por estar ahí, por las fotos y por la tonelada y media de bibliografía con que me inundó el correo.]

________________
¹Véase el interesantísimo trabajo de Anna Bozzano (2004). "Retinal specialisations in the dogfish Centroscymnus coelolepis from the Mediterranean deep-sea". Scientia Marina, 68 (suplemento 3):185-195.
²S. Clò, M. Dalù, R. Danovaro, M. Vacchi (2002). "Segregation of the Mediterranean Population of Centroscymnus coelolepis (Condrichthyes: Squalidae): A Description and Survey". NAFO Scientific Council Research. Serial nº 4702. Véase también el trabajo, igualmente sobre ejemplares mediterráneos, de Luca Tosti, Roberto Danovaro, Antonio Dell'Anno et al. (2006). "Vitellogenesis in the deep-sea shark Centroscymnus coelolepis."Chemistry and Ecology, vol. 22, no. 4, pp. 335-345.
³Joan Barrull, Isabel Mate (2002). Tiburones del Mediterráneo. Llibreria El Set-ciènces, Arenys de Mar, p. 178.
Rafael Bañón, Carmen Piñeiro y M. Casas (2006). "Biological aspects of deep-water sharks Centroscymnus coelolepis and Centrophorus squamosus in Galician waters (north-western Spain)."Journal of the Marine Biological Association of the United Kingdom, 86, pp.843-846.
Trabajo sobre 351 ejemplares capturados entre los 902-1211 m en el talud continental y el Banco de Galicia en su gran mayoría con palangre.
Algunos trabajos suscitaron la cuestión de si en los últimos estadios de su desarrollo el embrión podía servirse también de algún aporte extra de nutrientes contenidos en el líquido intrauterino: "La presencia de vellosidades en la capa interna del útero que aumentan en tamaño e irrigación durante la gestación sugieren una fuente adicional de nutrientes para los embriones." (Ana Veríssimo, Leonel Gordo, Ivone Figueiredo (2003). "Reproductive biology and embryonic development of Centroscymnus coelolepis in Portuguese mainland waters."ICES Journal of Marine Science, 60, p. 1439). 

Sin embargo, un trabajo posterior afirma que no ha encontrado evidencia alguna de matrotrofismo, con lo que, en consecuencia, "C. coelolepis es una especie vivípara lecitotrófica, sin aporte motrotrófico alguno excepto agua y sales minerales: "Los oocitos de esta especie tienen un elevado contenido energético suficiente para asegurar el total desarrollo de los embriones". (Teresa Moura, Carla Nunes, Narcisa Bandarra et al. (2011). "Embryonic development and maternal-embryo relationships of the Portuguese dogfish Centroscymnus coelolepis". Marine Biology, 158:401-411, p. 411. DOI 10.1007/s0027-010-1568-4).
Ana Veríssimo, Jan R. McDowell, John E. Graves (2011). "Population structure of a deep-water squaloid shark, the Portuguese dogfish (Centroscymnus coelolepis)". ICES Journal of Marine Science, 68(3), 555-563. doi:10.1093/icesjms/fsr003.
Ídem, p. 560.
Bañón señala que el promedio de 14 embriones por hembra concuerda con los resultados obtenidos en el oeste de las Islas Británicas, "pero es superior que la media de nueve reportados en aguas portuguesas". La propia Veríssimo, en el trabajo citado de 2003, señala diferencias en varios parámetros reproductivos, como por ejemplo que la fecundidad y la talla de nacimiento parecen ser mayores al oeste de las Islas Británicas que en Portugal, si bien el diámetro de los oocitos es inferior, lo cual indicaría que la estrategia reproductiva de los individuos del talud portugués "prima la acumulación de reservas de vitelo para el desarrollo del embrión a expensas del número de crías y la talla de nacimiento". Igualmente, el tamaño de los pterigópodos de losportugueses (hablamos de los tiburones) parece ser bastante superior al de sus parientes ingleses. 
David A. Ebert (2013). Deep-sea cartilaginous fishes of the Indian Ocean. Vol. 1: Sharks. FAO, Roma; D. A. Ebert, Matthias F. W. Stehmann (2013). Sharks, Batoids and Chimaeras of the North Atlantic. FAO Species Catalogue for Fishery Purposes. No. 7. FAO, Roma; D. A. Ebert, Sarah Fowler, Leonard Compagno, Marc Dando (2013). Sharks of the World: A Fully Illustrated Guide. Wild Nature Press, Plymouth.
¹⁰"Dado que esta especie se está mezclando en las descargas con C. coelolepis, los futuros esfuerzos deben dirigirse a estimar la frecuencia de sus apariciones y el grado de identificación errónea con C. coelolepis puesto que esta información es esencial para el diseño e implementación de planes de gestión y conservación adecuados." Teresa Moura, Mónica Silva et al. (2008). "Molecular barcoding of north-east Atlantic deep-water sharks: species identification and application to fisheries management and conservation."Marine and Freshwater Research, 59, 214-223, p. 220.


Lonja de Vigo: Estadísticas 2013

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Descarga de tintorera en Vigo (Foto: La Voz de Galicia).

La Autoridad Portuaria de Vigo acaba de publicar su Memoria Anual 2013. De ella hemos extraído los datos referidos a los desembarcos de tiburones, tal como hicimos el año pasado [véase Lonja de Vigo: Estadísticas 2012]. En esta ocasión también hemos tenido en cuenta los resúmenes mensuales que se han venido publicando a lo largo de todo el año.

En 2013 aumentaron las descargas de tiburón con respecto al 2012. Un aumento moderado en la pesca fresca pero espectacular en la congelada: cerca de 100 toneladas más en la primera, y unas 2000 toneladas más en la segunda, gracias fundamentalmente a la notable subida de las descargas de tintorera congelada.
Bajaron los desembarcos de pintarroja, musola y marrajo (fresco y congelado); en cambio, aumentaron los de gata, cazón y, muy especialmente, los de mielga, que se cuadriplicaron, y los de tintorera.

Como es natural, el valor total de la pesca también se ha multiplicado: de los 8 971 666 € del ejercicio 2012 pasamos a 12 670 048,50 € de 2013. Una gran noticia, supongo, para los directamente beneficiados, pero que le deja a uno un mal cuerpo al comprobar, repasando las cifras, el poco valor económico que se les da a unos animales que, paradójicamente, cumplen una función tan vital en el mantenimiento de la salud del océano... del que depende nuestro modo de vida. Sorprende el poco valor cualitativo de una especie tan extraordinaria como la tintorera, que con casi 8700 toneladas es el tiburón más pescado: sólo en marzo del año pasado llegó a pagarse por encima de los 2 € el kilo, el resto de los meses apenas sobrepasó la barrera del euro y medio, bajando hasta los 0,84 €/kg en junio. Cuántas más toneladas se pescan, más barato es su precio. Es desesperadamente ridículo, se mire como se mire, porque aquí no vale el manido argumento de la oferta y la demanda, porque estamos hablando de animales en peligro, no de aparatos que se fabrican en serie.
En cambio, el marrajo nunca bajó de los 4 €/kg, excepto en diciembre, cuando se pagó a 3,73 € el kilo; los primeros cinco meses de 2013 incluso se mantuvo por encima de los 5 €/kg, alcanzando en abril su mayor cotización, con 6,08 €/kg. La cornuda o pez martillo se pagó a 5,95€ el kilo en marzo.

En los datos de marzo de 2013 figura la cornuda (suponemos que Sphyrna zygaena): 10 kg con un valor total de 59,50 € (precio medio 5,95€), cifras que no aparecen en la Memoria Anual, pero que sí recogemos aquí...
Y para que conste, la Orden ARM/2689/2009 de 28 de septiembre, prohíbe "a los buques pesqueros españoles la captura, trasbordo, desembarque y comercialización de los tiburones de la Familia Sphyrnidae (géneros Sphyrna y Eusphyra), y Familia Alopiidae (género único Alopias) en todos los caladeros en que realicen su actividad, incluyendo las aguas jurisdiccionales de terceros países con los que existe un acuerdo de pesca firmado por la Unión Europea, y aquéllas a las que se pueda acceder mediante un acuerdo privado o un contrato de arrendamiento de buques pesqueros" (las negritas son mías).

Foto: Asociación de Comercializadores de Pescado de Vigo (ACOPEVI)

1) Datos globales:
  • Descargas de pesca fresca: 2 953 949 kg
  • Descargas de pesca congelada: 6 720 061 kg
        TOTAL: 9 674 010 kg
  • Valor de la pesca fresca: 5 120 323,50 €
  • Valor de la pesca congelada: 7 549 725 €
        TOTAL: 12 670 048,50 €


2) Datos por especie(v=valor, pm=precio medio):

     Pesca fresca:
  • Cornuda: 10 kg (v=59,50; pm=5,95)
  • Escualo (sic): 1 kg (v=2 ; pm=2)
  • Marrajo: 364 443 kg (v=1 813 394; 4,98)
  • Mielga: 1031 kg v=2209; pm=2,14
  • Musola: 3396 kg (v=7614; pm=2,24)
  • Tintorera: 2 468 006 kg (v=3 158 086; pm=1,28)
  • Gata: 1080 kg (v=2841; pm=2,63)
  • Pintarroja: 63 321 kg (v=75 396; pm=1,19)
  • Cazón: 52 661 kg (v=60 722; pm=1,15)

     Pesca congelada:
  • Marrajo: 518 540 kg (v=1 348 204); pm=2,60)
  • Tintorera: 6 201 521 kg (v=6 201 521; pm= 1,00)

    => Total marrajo: 882 983 kg; v=3 161 598 €
    => Total tintorera: 8 669 527 kg; v=9 359 607 €


Aunque no podemos por menos que agradecer a la Autoridad Portuaria el afán por hacer públicas todas estas estadísticas, a diferencia de otras lonjas que no hará falta mencionar, lo cierto es que seguimos encontrando datos bastante confusos que en parte se podrían solucionar acompañando cada especie con su nombre científico, tal como suele aparecer en el etiquetado. Los vicios detectados el año pasado se mantienen:
1) El apartado Escualo va acompañado de las voces inglesas Smooth-hound y tope shark. La primera puede referirse a cualquier triákido del género Mustelus: la musola (Mustelus mustelus) o la musola pinta (Mustelus asterias). La segunda es como comúnmente se conoce al cazón (Galeorhinus galeus), especies que ya han sido mencionadas: "Cazón/ Shark dog" (sic) y "Musola/ Smooth-hound". O sea, que por "Escualo" debemos entender cualquier cosa.
2) Cito textualmente del post Lonja de Vigo: Estadísticas 2012: "El término gata es muy genérico. Se suele aplicar a una amplia variedad de especies normalmente de aguas profundas, como los Squaliformes. Pero dado que en la lista de la Autoridad Portuaria ya existe este apartado, en el que sólo figura la mielga (Squalus acanthias), cabe pensar que tal vez se refiera a algún tipo de esciliorrínido (fam. Scyliorhinidae), probablemente el olayo (Galeus melastomus). La voz inglesa que lo acompaña, suponemos que a modo de aclaración, Dogfish, engloba también a una buena cantidad de especies, desde muchos Squaliformes (la mielga, por ejemplo, se denomina en inglés "Spiny dogfish") hasta ciertas familias de Carcharhiniformes, como los esciliorrínidos o los triákidos (Scyliorhinidae y Triakidae)".
Finalmente, sería interesante conocer qué tiburones (de haber alguno) entran en los 183 617 kg de especies agrupadas bajo el desconcertante Varios, que obtuvieron un valor total de nada menos que 333 941 €.

Olayos (Galeus melastomus). Foto tomada de www.galiciaunica.es

>>Más información sobre la importancia de la lonja del Berbés en los artículos España (y Galicia), potencias mundiales en la pesca del tiburón y La importancia de la lonja de Vigo, en el que reproducimos un fragmento de un excelente trabajo de Álex Bartolí.

Un ataque, una persecución y una pesca

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Pataches y bergantines en Rande a principios del siglo XX (imagen tomada del blog imrama.com).

No es nada fácil encontrar documentos históricos que contengan algún tipo de referencia sobre la presencia de tiburones en aguas de Galicia, ni tan siquiera en las hemerotecas digitales, que sobre este punto se muestran más generosas con las aguas del Mediterráneo que con la costa Atlántica [véase Noticias antiguas de tiburones]. De ahí el enorme valor que tienen los textos que hoy os presentamos para comprender cómo era nuestro mar antes de que las malas artes de la pesca industrial, así como la codicia de muchos pescadores, lo hubiesen convertido en un terreno baldío. No olvidemos que los tiburones son un perfecto indicador de la salud del mar: donde hay tiburones, hay presas, o sea, vida.
Estos documentos son las copias de tres viejas protestas de mar¹ presentadas a principios del siglo XIXque forman parte de la colección Blanco-Cicerón y que muy amablemente el propio Jorge Cicerón ha transcrito, tal cual figuran en sus archivos, para Tiburones en Galicia. Un lujo que seguro sabréis apreciar.


Bergantín-goleta en una imagen del XIX.

I.  Ataque de "un pez grande y fiero" a un marinero portugués a la altura de Aveiro. 
Diciembre 1818. Protesta del Capitán J. I. Pinto contra la mar, el mal tiempo y la pérdida de un brazo de su contramaestre en un ataque de "pez grande y fiero". Bergantín portugués Loreto. Antonio de Sousa, contramaestre. Carga de arroz, café, aguardiente, cueros marinos, maderas oleaginosas y salazón. Origen Puerto de los Santos. Destino Oporto. Arribada Marín. (...) navegó hasta la barra de su destino, en la que fondeó y tomó práctico para su entrada (...) tanta mar que le obligó a suspender el ancla. (...) se le partió la verga grande, la botavara, se le rifó la gavia, y trinquetilla, llevándose la mar un ancla y un cable, sin que nada se pudiese remediar, por lo que decayó el barco a sotavento hasta que observó se hallaba en la barra de Aveiro en altura de doce brazas de agua, viéndose obligado a fondear con tres anclas, dos de las cuales fueron transportadas con la barca de remos, no así la tercera, debido a la amputación del brazo izquierdo del contramaestre por ataque de pez grande y fiero en el momento de desenredar la cadena trincada en la mar (sic) y aguantar así hasta el 6. 

Tintoreras en una pintura del siglo XIX.
II. Tres tiburones "persiguen" a un bergantín español a lo largo de la Costa da Morte:
Febrero 1814. Protesta de mar del capitán español Domingo de Doborán. Bergantín español "Volador". Carga potes de fierro. Origen Bristol. Destino Vigo. Arribada Ferrol. Ratifica la protesta tomada en Ferrol, añadiéndole lo ocurrido con posterioridad. Averías en el buque (timón) y daños en la carga. Solicita su descarga para vararle, dándose por concluido su viaje. (...) hallándose con Prioyro (Prioriño), despidió al referido práctico, gobernando a NO 1/4 O, con viento recio por el NE que le hizo aferrar toda vela menuda. (...) se llamó el viento con chubasco al NE muy duro, precisándole tomar dos andanas de rizos a las gavias, prosiguiendo en vuelta de O con fuerte marejada que ofendía y fatigaba, pudiendo a fuerza de vela montar la isla de Sisarga. (...) se observó que había padecido avería el timón y, reconocida, resultó que estaban rotas dos hembras de bronce, y por ser perseguidos por tres tiburàos (sic) y no poder afanarse en el mar y ser irremediable en la mar, se le dio la ayuda de dos aparejos a los barones de dicho timón, poniéndose en vuelta al SE. (...) y estando dentro de dicha isla (de Ons), habiéndose ido a la voz de dos lanchas pescadoras, con el auxilio de estas, logró fondear el bergantín.

Goletas amarradas al muelle da Moureira, Pontevedra. Foto de finales del XIX tomada de la página del Museo de Pontevedra.
III. 200 kg de mielga salen de Pontevedra con destino Cádiz.
Mayo 1803.Barco Místico "La Pastora". Matrícula de Cádiz, de 15 toneladas de porte. Fianza de navegación. Origen Muelle del Puente, Pontevedra. Destino Cádiz. Pesca de caballa y arenque. (...) mezclándose 7 arrobas de arenque con 17 arrobas de T. de cacho² de media vara. (...) instancia para patente de navegación. Fianza de Cosme de la Isla Cobián, de Pontevedra. 12.000 reales, mitad del valor del buque y carga.

___________________________
¹Una protesta de mar es un escrito que el capitán o el patrón de un navío presenta ante la autoridad correspondiente para dejar constancia de su irresponsabilidad o la de su tripulación ante determinada circunstancia adversa como un accidente, una avería, etc.
²Se refiere al tollo de cacho, nombre con el que también se conoce a la mielga (Squalus acanthias). Es probable que englobe igualmente al galludo (Squalus blainvillei), con el que puede confundirse.
Media vara son aproximadamente 42 cm. Una arroba castellana—la más extendidaequivale a 11,50 kg, de manera que 17 arrobas son 195,5 kg.

De cuando Suárez vino a pescar tintoreras

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Adolfo Suárez desembarcando en Pedras Negras (foto de la portada del ABC del 7 de agosto de 1980).
El presidente del Gobierno, Adolfo Suárez, dedicó la jornada de ayer a la pesca de tiburones, por la costa de Pontevedra, según informa Europa Press. A las diez de la mañana embarcó en el yate "Rosarito", propiedad de un industrial gallego, junto con su secretario particular, Aurelio Delgado, y el secretario de la Xunta de Galicia y diputado de UCD por Pontevedra, José Luis Nogueiras.
El señor Suárez y sus acompañantes almorzaron a bordo del yate y regresaron a Piedras Negras, localidad próxima a San Vicente del Mar, a las siete y cuarto de la tarde. Habían capturado catorce tiburones del Atlántico, especie de poco más de medio metro de longitud, muy frecuente por aquellas latitudes.

ABC, sábado 9 de agosto de 1980, p. 3.
A finales de julio de 1980 un helicóptero de las Fuerzas Aéreas aterrizaba en A Lanzada. A bordo viajaba el presidente del gobierno Adolfo Suárez, que llegaba a Galicia para pasar parte de sus vacaciones estivales junto con su familia y unos amigos. El lugar que se le había buscado era la finca La Atlántida, flamante propiedad del todopoderoso constructor Raymundo Vázquez Lera: una mansión de 700 m², con torreón incluido, edificada a mediados de los 60 en un terreno 60 000 m² de jardines y pinares ubicado en el monte do Castro y abierto al inmenso panorama del Atlántico. Según dicen, esta escapada había sido iniciativa de José Quiroga Suárez, en aquel momento presidente de la Xunta preautonómica, y de Pío Cabanillas, que no se perdía una.

Portada del ¡Hola! del 16 de agosto de 1980.
Suárez se encontraba en una situación terriblemente delicada, acosado y fustigado de manera inmisericorde desde dentro y fuera de su partido. El país atravesaba circunstancias difíciles (paro, inflación, terrorismo, independentismos dando la murga, sensación de inseguridad ciudadana), lo cual, sumado a la debilidad de su ejecutivo, era carnaza para sus rivales políticos, que no perdían ocasión de roer sobre la herida abierta. De hecho, el PSOE acaba de presentar una durísima moción de censura pocos meses antes. Su propio partido, la UCD, se había convertido en un nido de hienas y se resquebrajaba por dentro en peleas intestinas debido tanto a la incapacidad del propio Suárez como a la infatigable labor de personajes como Óscar Alzaga o Fernández Ordóñez, entre otros, que no por casualidad eran conocidos como "los termitas". Y por si fuera poco, como ruido de fondo, el creciente runrún y chasquido de sables del glorioso Ejército, cada vez más impaciente y hostil frente a lo que consideraba un gobierno débil que se estaba plegando al empuje de las hordas rojas, masónicas, separatistas y hasta ateas que estaba a punto de romper España. Estaba claro que el Presidente necesitaba unas vacaciones lejos de la Corte.

"Siempre me había gustado Galicia y de joven veraneaba aquí. Me encanta el clima y los paisajes. Voy a descansar de verdad" (Blanco y negro, 13 de agosto de 1980, p. 4). Los veinte días que pasó en Galicia, el presidente se dedicó a hacer paseos con su familia y amigos a bordo del Rosarito por las rías de Pontevedra y Arosa e ir de pesca, de tiburones o de lo que se terciase. También pudo practicar su deporte favorito, el tenis, con su amigo Manolo Santana, además de verse con amigos personales. Y por supuesto también mantenía algún que otro encuentro con la prensa, que le preguntaba si en septiembre tenía pensado someterse a una moción de confianza.
"El descanso ya se nota en la cara del Presidente, que parece muy satisfecho en estas vacaciones gallegas". Blanco y Negro, 13-VIII-1980.
Lo cierto es que, como es natural dada la situación del país, las vacaciones del presidente fueron objeto de un minucioso escrutinio mediático que incluía no pocos dardos cargados de mala baba cuando no de veneno.

Estos quince escualos colgados a la entrada de un restaurante fueron capturados por el jefe del Gobierno durante su estancia estival en Galicia. Del anterior jefe del Estado —tan aficionado a la pesca— se decía que le ojeaban los salmones [...]. De Suárez nadie dice que le hayan enganchado en el anzuelo estos [sic] "quenllas", tiburones gallegos. Faltaría más, en una democracia. El presidente aprovechó sus vacaciones para ejercitar la paciencia, cualidad esencial en un pescador, y olvidar por unos días, frente a la inmensidad del océano, la inmensidad de los problemas que dejó sin resolver al partir y se encuentra al llegar corregidos y aumentados.
Blanco y Negro, 10 de agosto de 1980, p. 69.
"En Galicia estoy siempre de vacaciones" (El País, 14 de agosto de 1980). Podéis juzgar por vosotros mismos la naturaleza de aquellas vacaciones:
Durante las ocho horas que pasó ayer a bordo del pequeño yate Rosarito dedicó parte de su tiempo a trabajar en temas del gobierno, y él mismo descendió del barco en San Vicente de El Grove llevando en la mano el portafolios que contenía "algunos papeles de trabajo que llevé al mar". Adolfo Suárez, acompañado en este viaje marítimo por toda su familia y por su amigo íntimo Fernando Halcón, declaró a EL PAÍS que "en medio de las aguas se puede trabajar a gusto en algunas cosas".
El País, 14 de agosto de 1980.
No solo se llevaba Suárez "algunos papeles de trabajo" al barco, sino que durante aquellos días mantuvo unas cuantas reuniones de carácter político con diversos personajes. Porque además de los problemas del conjunto del país, también estaban los problemas de Galicia, como el espinoso y tan mal llevado asunto del Estatuto de Autonomía, cuyo referéndum era inminente. Por último, todavía tuvo tiempo para recibir a los familiares de los marineros del Gargomar, que había sido apresado por el Frente Polisario. Está claro que el hombre debió haberse ido de veraneo un poco más lejos, a Honolulu, por ejemplo.

Foto tomada de El Periódico.
¿Cuántos "tiburones gallegos", como los llamaba el ABC, habrá pescado Suárez en Galicia? En algunos periódicos leemos que 14, en otros 15, y alguno creo recordar que eleva la cifra a 24. Pero no importa demasiado, y menos hoy. La pesca de tintoreras era una actividad lúdica o deportiva como cualquier otra, como lo sigue siendo todavía hoy, a pesar del enorme caudal de información de que disponemos, a diferencia de aquellos años, cuando el mar y sus criaturas eran inagotables y no había conciencia de su fragilidad.

Foto de La Voz de Galicia.
De aquellos días de 1980 nada queda ya. Hoy el mar de Galicia está más vacío y degradado, como el propio país. Vacío de tiburones, de vida, de riqueza y, acaso, de dignidad. Lo poco que había, ya no lo hay. Como el mar, el país ha sido arrasado y saqueado por los grandes poderes económicos gracias a la vil connivencia de sus gobernantes, de uno y otro color, y de buena parte de los ciudadanos que los votaron y jalearon. Es posible que esta situación, unida a la distancia en el tiempo, nos presente todo aquello bajo una luz en exceso cegadora, capaz de cubrir todas sus sombras. Ya en agosto de 1980 nada era lo que parecía: el indestructible imperio de Raymundo Vázquez se estaba desmoronando. De hecho, el Presidente de la Nación y su familia estaban alojados en la propiedad de una constructora que había entrado en suspensión de pagos. Difícil sustraerse a una interpretación simbólica.
La información enviada por una entidad bancaria pontevedresa en abril de 1980 a la central de riesgos del Banco de España sobre la suspensión de pagos de la constructora, resultó el detonante de una crisis que se fue de las manos y nadie consiguió parar.
El desmoronamiento del imperio de Raymundo Vázquez era tan impensable aquellos días que la Xunta de Galicia no tuvo ningún reparo en gestionar la cesión de La Atlántida para albergar a Adolfo Suárez y toda su familia durante sus vacaciones estivales. De existir el más mínimo temor al respecto, nadie en su sano juicio habría instalado al presidente del Gobierno sobre un volcán en erupción.
El Faro de Vigo, 14 de abril de 2013.
Una aleta de tintorera cortando  de Galicia (foto de la SEO-Pontevedra).

Cinco meses más tarde, Adolfo Suárez presentó al rey su dimisión irrevocable y pocas semanas después Tejero y su tricornio entraron y salieron del Congreso estropeando la sesión de investidura de Calvo Sotelo y desbaratando planes más oscuros de gente más poderosa. Finalmente, desapareció en el olvido, primero de todos, después de si mismo.

Adolfo Suárez, con sus grandes aciertos y sus graves errores, fue el primer y único presidente verdaderamente político que ha tenido este país. Incluso para quienes estamos bastante lejos de su ideología, permanecerá como un ejemplo de dignidad y de honestidad política que nadie, salvo contadísimas excepciones, ha podido, o querido, igualar. Nos queda su recuerdo en medio de la desoladora mediocridad de una clase dirigente que carece de los más elementales principios de decencia y de compromiso político con sus votantes.

La Atlántida ha cambiado de dueños. Actualmente se alguila para la celebración de banquetes (foto tomada de galiciaunica.com)

El salto del ditropis

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Fotograma de Asesinos del hielo, National Geographic (2009).

El cailón o marrajo salmonero (Lamna ditropis) es otro de los tiburones saltarines. Es verdad que sus saltos no llegan a la categoría de los de especies como el marrajo (Isurus oxyrinchus), el tiburón blanco (Carcharodon carcharias), el zorro (Alopias vulpinus), o el jaquetón picudo (Carcharhinus brevipinna), del que hablamos hace poco [El salto del brevipinna]; y también es verdad que, como este último, tampoco está presente en nuestras aguas (y este blog se llama, precisamente, "Tiburones en Galicia"). Pero hay al menos tres razones por las que merece que le dediquemos este pequeño artículo: la primera, porque es un tiburón tan extraordinario y fascinante que no merece caer en el olvido solo porque no ande por aquí cerca; la segunda, porque es primo hermano de nuestro cailón (Lamna nasus) [véase Cailón (Lamna nasus)], y ya sabéis que la familia es lo primero, al menos de vez en cuando; y finalmente, porque nos gustan los tiburones, todos los tiburones, y por eso nos encanta conocer los bichos de otros rincones del gran Océano.

L. ditropis y L. nasus son las únicas dos especies que conforman el género Lamna (ya sabéis, orden Lamniformes, familia Lamnidae, como los demás marrajos y el tiburón blanco). De hecho, puede decirse que el ditropis es el cailón del Pacífico (1), donde vive ocupando prácticamente el mismo nicho ecológico, si bien con una especialización alimentaria ligeramente diferente, que es la que recoge su nombre común: cailón salmonero o tiburón salmón.
El parecido entre ambos es evidente, pero si nos fijamos en un par de detalles anatómicos, no resulta excesivamente complicado distinguirlos. El L. ditropis es más rechoncho que el L. nasus, su morro es más corto y romo, y su color es más oscuro (la parte inferior del morro, sobre todo), con manchas características en la superficie ventral; y además carece de la típica mancha clara en la base posterior de la primera dorsal. Las tallas son más o menos parecidas: si la longitud total máxima registrada para el L. nasus ha sido de 355 cm, para el L. ditropis son uno 305 cm, con registros no confirmados de casi 400 cm.

Foto: TOPP, tomada de la página sfgate.com
Aunque la dieta del cailón salmonero es muy variada (incluye peces que forman bancos, como arenques, sardinas, diversas especies de gádidos, etc.), parece que siente predilección por los salmones del Pacífico, que cada primavera y verano retornan a sus ríos de origen para el desove. Allí los estarán esperando sus depredadores más despiadados: los pescadores, las orcas y los tiburones, particularmente los ejemplares más grandes, que han recorrido varios miles de millas para una cruenta competición. Algunas estimaciones señalan que los ditropis se llevan entre el 12 y el 20% de los salmones, además de estropear decenas o centenares de costosos aparejos, de manera que no es de extrañar que los pescadores los consideren algo más que una molestia, llegando en algunos casos a los extremos de cruel irracionalidad que solamente pueden darse nuestra especie: los matan a palos o a puñaladas cuando los suben accidentalmente enganchados en una red, o les cortan las aletas y los devuelven al agua, todavía vivos, para vengarse. Para que luego digan que somos animales racionales.

Foto de Scott Anderson.
Uno de estos lugares privilegiados son las frías aguas del Prince William Sound, en Alaska, un lugar bellísimo donde se filmaron las impresionantes imágenes de un documental de la National Geographic que me permito recomendar: Asesinos del hielo: Los secretos del tiburón salmón de Alaska (2009). En él vais a observar con qué extraordinaria habilidad y velocidad los cailones dan caza a los escurridizos y rápidos salmones. La potencia de sus acometidas les hace saltar por encima de la superficie en piruetas verdaderamente espectaculares.

Foto: Dr. Kenneth J. Goldman.
¿Cómo es posible que un tiburón sea capaz de moverse con tal agilidad en aguas que apenas superan los 5ºC? Pues porque tiene sangre caliente: dispone de un extraordinario sistema de retención de calor que les permite mantener el interior de su cuerpo a una temperatura de hasta 26ºC (2). Con ello logran incrementar exponencialmente su rendimiento muscular [véase El sistema circulatorio de los tiburones], además de permitirles sobrevivir en las frías aguas del Pacífico Norte. ¿No es extraordinario?

Magistral fotografía de Doug Perrine.

_____________________________
(1) Bien mirado, también la gente de aquella zona podría sostener exactamente lo mismo, que el nasus es el cailón salmonero del Atlántico.
(2) Diego Bernal, Jeanine M. Donley et al. (2005) "Mammal-like muscles power swimming in a cold-water shark". Nature 437, 1359-1352


Olayo (Galeus melastomus)

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Foto: Toño Maño

Olayo

Galeus melastomus (Rafinesque, 1810)

(es. Olayo, bocanegra; gal. Zapata, casapa, colaio; in. Blackmouth Catshark; por. Leitao)

Orden: Carcharhiniformes
Familia: Scyliorhinidae

El olayo es probablemente el tiburón demersal más abundante de la zona media y alta del talud continental. Suele encontrársele entre los 200 y los 500 m de profundidad, y aunque por su aspecto se diría que es una pintarroja (Scyliorhinus canicula) como cualquier otra, en realidad puede decirse que ocupa un nicho intermedio o, si se quiere, de transición entre esta especie propia de aguas someras y aquellas otras más características del mar profundo como la pailona, de la que hablamos aquí recientemente [véase Pailona (Centroscymnus coelolepis)]. De hecho, en determinadas áreas, su rango batimétrico se solapa, por arriba y por abajo, con el de ambas.

Parece evidente que la vistosa librea del olayo está diseñada para cumplir una función de camuflaje en un entorno alumbrado, siquiera mínimamente, por la luz solar (las especies propias de aguas profundas suelen presentar libreas sin ningún tipo de dibujo o patrón). Al menos en ciertas etapas de su vida, en esta franja de entre 200-300 m aproximadamente, el olayo comparte territorio con la pintarroja, cuyo rango batimétrico llega hasta los 110 m y, excepcionalmente, los 400 m. Pero compartir territorio significa competir. Un excelente trabajo¹ llevado a cabo a lo largo de la costa cantábrica desde el norte de Galicia hasta el País Vasco encontró que la dieta de estos dos tiburones era muy similar, pero en los ejemplares menores de 30 cm, es decir, mientras son juveniles. A medida que van creciendo, la pintarroja se desplaza hacia la costa y el olayo, en dirección contraria, hacia aguas más profundas. Esta especialización espacial lleva pareja una especialización sensorial: la pintarroja depende del sentido del olfato, más desarrollado que el del olayo, para detectar presas fundamentalmente bentónicas, mientras que éste, por su parte, cuenta con unos ojos más avanzados que le permiten la caza en la columna de agua.
Curiosamente, es el espectacular desarrollo del sentido de la vista el que también ha facilitado a la pailona la especialización en presas de aguas más profundas, al menos en el Mediterráneo², como forma de evitar la competencia con el olayo.

 
Foto: Toño Maño
Descripción: El olayo tiene un cuerpo alargado y esbelto de piel no muy áspera y un morro moderadamente alargado y redondeado. La boca es grande, muy arqueada, y su interior presenta un característico color negro debido a la mucosa que lo recubre. Los ojos, grandes y ovalados, tienen una membrana nictitante rudimentaria en la parte inferior y una carena subocular poco definida. Los espiráculos son pequeños y están situados cerca de los ojos. Posee narinas amplias y de aberturas estrechas, con pequeñas solapas triangulares. Aberturas branquiales pequeñas, menores que la longitud ocular, con la última situada sobre las pectorales. Las dos aletas dorsales son pequeñas, prácticamente del mismo tamaño, y se encuentran en posición muy retrasada, claramente por detrás del origen de las aletas pelvianas, que son pequeñas y bajas. Las pectorales son grandes. La aleta anal es más grande que las dorsales, y de longitud mayor que el espacio interdorsal. Caudal heterocerca: lóbulo superior largo, con una muesca subterminal bien marcada, e inferior poco desarrollado; presenta una cresta de dentículos dérmicos grandes en el pedúnculo caudal y en el lóbulo superior.

Foto: Toño Maño
La librea consiste en un entramado de manchas oscuras en dorso y aletas sobre un fondo gris terroso a marrón claro: entre 15 y 18 manchas circulares a ovaladas o rectangulares (a veces como fusionadas) dispuestas a lo largo del dorso desde la zona branquial hasta la cola; los flancos presentan también manchas de diversos tamaños con una tendencia a formar un patrón longitudinal. La superficie ventral es blanquecina. Aletas con bordes blancuzcos.

Dentición: Dientes pequeños y pluricuspidados, similares en ambas mandíbulas y dispuestos en varias series funcionales. Constan de una cúspide principal alta y una o varias secundarias. Los dientes superiores están claramente más adelantados que los inferiores.

Fuente: J-elasmo.
Talla: La talla máxima ronda los 62-70 cm, aunque se ha documentado una hembra de 90 cm (los ejemplares mediterráneos son más pequeños). Los machos maduran entre los 34-42 cm, las hembras entre 39-45 cm. En el Mediterráneo se ha constatado 38-51 cm para las hembras y 34-45 cm para los machos. No se conocen las tallas de nacimiento; Barrull y Mate³ comentan que el nadador libre más pequeño que observaron tenía 8 cm, de manera que al nacer deben de medir algo menos. 

Reproducción: Especie ovípara, con una media de 2-8 huevos por hembra (Compagno sostiene que hasta 13) que suelen eclosionar en primavera y verano, si bien no parece existir un periodo reproductivo definido, dado que se ha observado actividad vitelogénica a lo largo de todo el año. La fecundidad se ha estimado en torno a las 15-25 cápsulas-huevo por año. Esta cápsula-huevo mide en torno a los 6x3 cm.

Dieta: Bastante variada, sobre todo invertebrados bentónicos (camarones, cefalópodos) y pequeños peces bentónicos y demersales como los peces linterna, e incluso pequeños elasmobranquios;también, sobre todo en el talud superior, krill (Euphausiacea) y diversos decápodos. Es también una especie oportunista con hábitos carroñeros.

Hábitat y distribución: El olayo es un tiburón bentónico-demersal muy común en la plataforma exterior y talud superior. Su rango batimétrico oscila entre los 150-200 m y los 500 m, ocasionalmente entre 55 m y 2000 m.
Parece existir segregación por tamaño y sexo: los ejemplares inmaduros más pequeños se dan normalmente por encima de los 500 m.
Fuente: Wikipedia, modificado ligeramente según Ebert et al, 2013.
Se encuentra en el Atlántico nororiental, desde la costa SW de Islandia, islas Feroe y Noruega hasta Senegal, incluyendo las Azores. También en el Mediterráneo, aunque es menos común o raro en el Adriático norte y en el mar Egeo.


Pesca y estatus: Debido al agotamiento de los stocks de especies más típicamente comerciales, está dejando de ser un descarte más de arrastreros y palangreros de profundidad para formar parte de las descargas habituales de pescado para consumo o transformación. Hasta hace unos años, los arrastreros que iban a especies como la cigala (Nephrops norvegicus) o la gamba roja (Aristeus antennatus) capturaban cantidades enormes de olayos que normalmente se tiraban por la borda, a veces vivos pero con terribles heridas que hacían difícil su supervivencia. Ahora todo parece indicar que se retienen a bordo para su comercialización, al menos en un porcentaje nada despreciable, como un suplemento más para rellenar la bodega.
Su carne se puede consumir fresca o salada, y su piel se aprovecha para la fabricación de cueros.
En lo que respecta a Galicia, en 1983 Rodríguez Solórzano señalaba que "É frecuente durante a época estival nas lonxas de Aguiño e Ribeira procedente de capturas de palangre."

Fotografiado a 500 m (University of Plymouth Deepsea Species Catalogue.)
Figura en la Lista Roja de la IUCN con el estatus de Preocupación menor, si bien, al tratarse de una especie de creciente interés comercial, es posible que a medio plazo sus stocks se vean seriamente amenazados.
Medidas como la prohibición del arrastre de profundidad por debajo de los 1000 m en el Mediterráneo, pueden ayudar a la conservación de la especie. En 2010 se decreta el TAC 0 en aguas de la UE.
Veremos.

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¹I. Olaso, F. Velasco, A. Serrano, C. Rodríguez-Cabello, O. Cendrero (2004). "Trophic Relations of Lesser-Spotted catshark (Scyliorhinus canicula) and Blackmouth Catshark (Galeus melastomus) in the Cantabrian Sea."Journal of Northwest Atlantic Fishery Science, vol. 35, 481-494. 
Las pintarrojas se capturaron en su mayor parte en cotas de 30 a 200 m, y los olayos, entre 150-500 m (principalmente a partir de los 300 m); los juveniles de una y otra especie, entre los 150-300 m y entre los 200-350, respectivamente.
²Véase Anna Bozzano (2004)."Retinal specialisations in the dogfish Centroscymnus coelolepis from the Mediterranean deep-sea". Scientia Marina, 68 (suplemento 3):185-195. 
³Joan Barrull, Isabel Mate (2002). Tiburones del Mediterráneo. Llibreria El Set-ciènces, Arenys de Mar, p. 88.
Manuel Rodríguez Solórzano et al. (1983). Guía dos peixes de Galicia. Editorial Galaxia, Vigo, p. 39.

Claves de la familia Lamnidae (marrajos)

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Marrajo (Isurus oxyrinchus). Foto: Andy Murch.
Los lámnidos constituyen probablemente el grupo más famoso y mediático de todos los tiburones, gracias sobre todo a su miembro más insigne, el gran tiburón blanco (Carcharodon carcharias). Se trata de una familia pequeña, formada por tan solo cinco especies (una de ellas ausente en nuestra zona) agrupadas en tres géneros: Isurus, Carcharodon y Lamna. Todas guardan un innegable parecido entre si, por lo que a no poca gente le resulta difícil diferenciarlas. Sin embargo, como enseguida vamos a ver, la cosa es bastante más sencilla de lo que parece a primera vista. Tan sólo hace falta saber dónde mirar.
Para empezar, recordemos que la familia Lamnidae pertenece al orden de los Lamniformes, como el peregrino (fam. Cetorhinidae) o el tiburón duende (fam. Mitsukurinidae) [véase Claves de los nueve órdenes de tiburones], y se caracteriza porque que las especies de que se compone presentan un cuerpo fusiforme (es decir, en forma de huso*), fuerte y compacto, terminado en un morro cónico; aberturas branquiales largas; primera dorsal grande y alta, y la segunda diminuta, más o menos del tamaño de la anal; aleta caudal homocerca, en forma de media luna; pedúnculo caudal con fuertes quillas laterales; dientes grandes, etc. [véase Claves de los Lamniformes].

Marrajo (Isurus oxyrinchus). Foto: Patrick Doll/Wikimedia Commons.
Marrajo negro (Isurus paucus). Foto: Rodrigo Friscione.
Tiburón blanco (Carcharodon carcharias). Foto: Willtu.
Cailón (Lamna nasus). Foto: Andy Murch.
Cailón salmonero (Lamna ditropis). Foto: Brooke Olson
Puestos uno a continuación del otro, las diferencias saltan a la vista, empezando por el diseño corporal. Si os fijáis, veréis que es posible incluso establecer una escala, desde la especie con el cuerpo más esbelto y el morro más afilado el marrajo (Isurus oxyrinchus), hasta la más rechoncha, con el morro más corto y romo, el cailón salmonero (Lamna ditropis). Hacia la mitad de la tabla situaríamos el tiburón blanco (Carcharodon carcharias), de cabeza y cuerpo algo más gruesos que el marrajo negro (Isurus paucus), pero con una figura indudablemente más estilizada que el cailón (Lamna nasus).
Aparte de esto, las claves morfológicas más objetivas para su identificación son la dentición y la presencia o no de una quilla secundaria en la aleta caudal, que se completarán con rasgos como la librea y la forma y tamaño de las aletas. Veamos.

A. Dientes triangulares, de bordes aserrados. Género Carcharodon.

  • Dientes amplios, sobre todo los de la mandíbula superior; sin cúspides secundarias. Sin diastema entre el 3º y 4º de la mandíbula superior.
  • Sin quilla secundaria en la caudal.
  • Primera dorsal ampliamente triangular, de ápice moderadamente afilado, originada sobre el borde posterior de las pectorales; la segunda dorsal está más adelantada que la anal.
  • Pectorales grandes y apuntadas, con una mancha oscura en la axila y otra en su ápice inferior.
  • Color gris oscuro con tonos parduzcos u oliváceos en el dorso, superficie ventral blanca. El cambio de color es brusco, bien delimitado, sin zonas de transición.
Tiburón blanco (Carcharodon carcharias). Foto: Morne Hardenberg.

B. Dientes más estrechos o lanceolados, de bordes lisos y afilados.

1. Dientes estrechos y pluricuspidados: una cuspidilla basal a cada lado de la principal. Quilla secundaria en la caudal situada debajo de la principal. GéneroLamna.
  • Primera dorsal alta y de ápice redondeado; su origen se encuentra aproximadamente sobre la axila pectoral. 
  • La segunda dorsal está en posición enfrentada a la anal.
Detalle de la dentadura de un cailón (Lamna nasus). Foto: Toño Maño.
Base caudal de un cailón (Lamna nasus) con la quilla principal (A) y la secundaria (B). Foto: Toño Maño
     1.a. Morro relativamente largo. Mancha blanca en la base posterior de la primera dorsal. Sin franja blanca sobre la base de las pectorales. Gris oscuro con tonos azulados en el dorso y superficie ventral blancuzca; no hay cambios bruscos de color, sino un difuminado progresivo. Lamna nasus.
Cailón (Lamna nasus). Foto: Andy Murch.
     1.b. Morro corto y romo. Sin mancha blanca en la base posterior de la primera dorsal, pero con una franja blanca sobre la base de las pectorales. Manchas oscuras en la superficie ventral y parte inferior del morro también oscura. Lamna ditropis [ausente en nuestra zona].


2. Dientes lanceolados, largos y afilados, de una sola cúspide. Sin quilla secundaria en la caudal. Género Isurus.

Detalle boca de un marrajo (Isurus oxyrinchus). Foto: Bill Fisher.
  • Diastema entre los dientes 3º y 4º de la mandíbula superior.
  • Primera dorsal alta, de ápice ligeramente apuntado y situada detrás de las pectorales; la segunda está ligeramente más adelantada que la anal.

    2.a. Pectorales de extremo relativamente apuntado y de longitud inferior a la cabeza. Morro fino y afilado. Los primeros dientes inferiores son muy altos, de cúspide oblicua y flexionada hacia el exterior. Color azul metalizado, intenso en el dorso, más claro en los flancos, y difuminándose hacia el blanco de la superficie ventral, incluida la parte inferior del morro (en los ejemplares adultos, tiende a ser un blanco azulado). No hay cambios bruscos de color. Isurus oxyrinchus.

Marrajo (Isurus oxyrinchus). Foto: Matt Wallace.
     2.b. Pectorales de extremo ancho y claramente más largas que la cabeza. Morro un poco más grueso y romo que el I. oxyrinchus. Primeros dientes inferiores de cúspide más recta y no flexionada hacia el exterior, como el anterior. Color azul pizarroso en el dorso y parte inferior del morro, un poco más claro en los flancos; superficie ventral blanca. El cambio de color es brusco, marcado. Isurus paucus.

Marrajo negro (Isurus paucus). Foto: Billy Turnbull.


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*Por si alguien no lo tiene claro, un huso es un objeto que se utilizaba para hilar. Estos de aquí son husos:

... y esto es un tiburón blanco:


Los tiburones según Aristóteles (I)

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La inmensa figura de Aristóteles (384-322 a. C.) no solo abarca el campo de la filosofía, sino también el de las Ciencias de la Naturaleza. En efecto, el estagirita defendía el estudio de los seres vivos como un complemento a la reflexión sobre cuestiones más trascendentes como la física o la metafísica. Por un lado lo consideraba una actividad placentera, fuente de agradables sorpresas ("en todas las realidades naturales hay algo de maravilloso"); por otro, advertía que la inmensa variedad y multiplicidad de la Naturaleza escondía una teleología, que todo tenía un objetivo que podía llamarse Belleza. Todos sus tratados sobre zoología y biología estaban encaminados a demostrarlo.
De todos ellos, la Historia animalium o Investigaciones sobre los animales, compuesta hacia mediados del IV a. C., es sin duda la que ocupa un lugar más destacado, tanto por su extensión como por su ambicioso objetivo, el de elaborar un cuadro de la organización general de todos los seres vivos mediante una escala que iba desde la criatura de mayor complejidad y perfección, el ser humano, hasta los organismos inferiores más primitivos. En definitiva, un tratado de zoología general.
Pese a sus comprensibles errores e inexactitudes, un buen número de descripciones contenidas en esta obra son de una exactitud sorprendente para la época, hasta el punto de que algunas estuvieron vigentes hasta la llegada de los modernos métodos de investigación científica nacidos bajo el impulso de la Ilustración, allá por el siglo XVIII, o sea, veinte siglos después. Aristóteles fue, por ejemplo, el primero en reconocer que los cetáceos eran mamíferos y, ya hablando de tiburones, a él debemos la distinción entre peces cartilaginosos y peces óseos. De hecho, según Plinio, fue él quien acuñó el término selacios para referirse a las lamias, los perros de mar, las rayas, los torpedos, etc.: "[...] entre estos últimos [los peces], los vivíparos tienen cartílagos en lugar de espinas, como los llamados selacios". (III 6). "El cartílago tiene también la misma naturaleza que el hueso, pero se distingue por una diferencia cuantitativa, y como ocurre con el hueso, tampoco el cartílago crece de nuevo si es cortado. En los sanguíneos¹ vivíparos terrestres los cartílagos no están perforados, y en ellos no se forma médula, como se forma en los huesos. Sin embargo, en los selacios (pues estos peces tienen una espina cartilaginosa), cuando son planos, se observa, en la región de la espina dorsal, una sustancia cartilaginosa análoga al hueso, que contiene un líquido parecido a la médula." (III 8).

Página de Historia animalium en un códice de mediados del siglo XIII.
Todas las citas proceden de la excelente edición de Investigaciones sobre los animales de la editorial Gredos (1992), en la traducción y notas de Julio Pallí Bonet, de lectura más que recomendable.
Descripción de los peces (II 13): Entre los mismos peces que tienen branquias, unos tienen un opérculo que recubre las agallas, mientras que los selacios las tienen al descubierto. Los peces que poseen esta cobertura tienen todos las branquias al costado, mientras que entre los selacios, los planos las tienen debajo en el vientre, como, por ejemplo, el pez torpedo y la raya; los alargados las tienen en las costillas, como, por ejemplo, los escualos. [...] Los escualos tienen todos las branquias dobles, cinco a cada lado y el pez espada tiene ocho branquias dobles.[...] Así pues, todo el género de los peces es sanguíneo¹: unos son ovíparos, otros vivíparos. Los que tienen escamas son todos ovíparos, y los selacios todos vivíparos, a excepción del rape.
Esta descripción general incluye análisis de la anatomía externa, sino también interna, como la posición de la vesícula biliar: "Pero algunos peces tienen la vesícula biliar adherida al hígado, como, por ejemplo, los escualos, el siluro, el angelote, la raya, el torpedo, y entre los peces largos, la anguila de mar y el pez martillo." (II 15); o la forma y características del hígado: "De los animales que tienen hígado, unos lo tienen de una sola pieza y colocado enteramente a la derecha. Otros tienen el hígado dividido desde la base y la mayor parte situado a la derecha. En algunos animales, en efecto, las dos partes están separadas una de ootra sin ninguna adherencia a la base, como en los peces escualos." (II 17); "[...] el hígado es graso en algunos animales, como, por ejemplo, en los peces selacios. En efecto, los pescadores obtienen aceite de estas vísceras derritiéndolas. Pero los selacios en sí están poco provistos de grasa tanto en la carne como en el estómago." (III 17).
Particularidades del útero (III 1) [...] el conducto inferior es único y más bien carnoso, y la parte dividida y los huevos están en el extremo superior, cerca del diafragma. En todos los animales ápodos que son vivíparos exteriormente pero internamente ovíparos, como los escualos y los llamados selacios (se llama así a todo animal ápodo que posea branquias y sea vivíparo), el útero está bifurcado y se extiende hasta el diafragma, como en las aves. Además, en medio de las dos bifurcaciones, el útero, procedente de la parte inferior, se extiende hasta el diafragma, y los huevos se producen aquí y más arriba, en el punto en que empieza el diafragma. Luego avanzan hacia la parte más ancha y las crías salen de los huevos.
Seguramente, los aspectos descritos con más detalle y acaso agudeza son los relativos a la reproducción:
El apareamiento de los peces (V 5): Todos los peces, a excepción de los selacios que son planos, se aparean tumbándose de lado, vientre contra vientre. Pero los peces planos que tienen cola, como la raya, la pastinaca y otros de este tipo, no solamente se colocan uno al lado de otro, sino que el macho monta a la hembra colocando su vientre sobre la espalda de la hembra, siempre que la cola, demasiado grande, no lo impida. El pez ángel y todos los peces de este género con cola voluminosa se aparean frotándose solamente vientre contra vientre. Pero hay personas que afirman haber visto a ciertos selacios copulando por detrás, como los perros.
En todos los selacios la hembra es más grande que el macho y lo mismo ocurre en el caso de todos los demás peces. Figuran entre los selacios, además de los ya citados, el buey marino, la lamia, el pez águila, el pez torpedo, el rape y todos los peces del género escualo. Ahora bien, numerosos observadores afirman que todos los selacios se acoplan según los modos descritos; en efecto, la copulación dura siempre más tiempo en los vivíparos que en los ovíparos. También los delfines y todos los cetáceos actúan de la misma manera. En efecto, el macho cubre a la hembra tumbados ambos de lado, y la duración de su acoplamiento no es ni corta ni demasiado larga. En ciertos peces selacios los machos se distinguen de las hembras por poseer dos especies de apéndices situados cerca del orificio de salida de los excrementos, apéndices que no tienen las hembras, como ocurre, por ejemplo, en los peces escualos, pues esta distinción entre macho y hembra se da en todos los referidos selacios. Pues bien, ni los peces ni ningún otro animal ápodo tienen testículos, pero tanto en las serpientes como en los peces, los machos poseen dos canales que se llenan de semen en la época del apareamiento y todos ellos emiten un líquido lechoso. Estos canales se unen en un solo conducto, como ocurre en las aves. [...] Pues bien, este conducto se prolonga y penetra en el órgano receptor de la hembra.
Época del apareamiento de los peces (V 9): Entre los selacios, sólo el pez ángel desova dos veces: lo hace, en efecto, a principios del otoño y hacia el ocaso de las Pléyades, pero el desove del otoño es mejor. De cada puesta salen alrededor de siete u ocho pequeños. Ciertos escualos, como el estrellado, parece que desovan dos veces por mes; y esto sucede porque todos los huevos no llegan a su desarrollo al mismo tiempo.
Aristóteles estudiando los animales.
Y para cerrar este primer capítulo, un par de fragmentos que a muchos seguro que os van a gustar:
Sonidos emitidos por los peces (IV 9): [...] Los peces no tienen voz (pues no poseen ni pulmón, ni tráquea, ni laringe), pero emiten ciertos sonidos y pequeños gritos que algunos llaman voces, por ejemplo la lyra, el verrugato (estos peces emiten una especie de gruñido), el pez jabalí del Aqueloo y aún la chalcis y el pez cuco²: el primero emite una especie de silbido, el segundo un sonido parecido al del cuco terrestre, lo que hace que lleve el mismo nombre. Todos estos animales emiten lo que parece una voz, unos por frotamiento de las branquias (pues esta región es de materia espinosa), otros por medio de las partes internas que rodean el abdomen, pues cada uno de ellos encierra aire que frota y agita para producir los sonidos. También algunos selacios parece que lanzan pequeños gritos, pero en todos estos casos no se trata propiamente de voz, como se dice, sino de ruidos.
El sueño y la vigilia (IV 10): [...] Sin duda el sueño de todos estos animales [los animales acuáticos] es breve, pero es evidente que duermen. La prueba no puede deducirse del examen de los ojos (porque no tienen párpados) sino de su inmovilidad [...] En efecto, es posible a menudo caer de improviso sobre ellos, hasta tal punto de poderlos coger con la mano o golpearlos con el arpón sin que se den cuenta. En estas circunstancias permanecen del todo inmóviles y sólo mueven ligeramente la cola. Y lo que demuestra bien que duermen es su precipitación si algún movimiento turba su reposo, pues se lanzan como arrancados de un sueño. [...] En cuanto a los selacios, duermen tan profundamente que se les puede coger con la mano.El delfín, la ballena y todos los animales con espiráculo duermen sacando este órgano fuera del agua, por donde respiran, y moviendo suavemente las aletas. Y hay algunas personas que dicen que han oído roncar al delfín.

____________________
¹Por "sanguíneo" Aristóteles entiende animales con sangre (no producidos por generación espontánea), vertebrados, en oposición a los seres con funciones vitales elementales, como los invertebrados, que serían "no sanguíneos".
²La lyra tal vez sea la cabra (Trigla lyra); el pez jabalí es el Capros aper; la chalcis, puede ser el Zeus faber o el Clupea sardina. Información tomada de las propias notas del traductor, Julio Pallí Bonet, en la edición citada.

Los tiburones según Aristóteles (II)

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Continuamos revisando la extraordinaria Investigación sobre los animales. Los extractos que recogíamos enlaprimera parte se encuadraban en una descripción general de los seres vivos, atendiendo a elementos de la anatomía externa e interna y los modos de reproducción. Hoy os ofrecemos los que tratan exclusivamente de los tiburones, de los selacios, que estoy seguro no os van a decepcionar, tanto en sus aciertos como en sus comprensibles inexactitudes y errores (recordemos una vez más que esta obra fue redactada ¡a mediados del siglo IV a. C.!). Mirad, por ejemplo, con qué asombrosa agudeza describe Aristóteles el viviparismo placentario de las musolas. Y es que estamos anteuna obra científica, en el sentido moderno de la palabra, redactada con todo el rigor y honestidad intelectual de un autor comprometido con el análisis de la realidad tal cual es, y para lo cual echa mano de un amplio aparato bibliográfico (todo lo amplio que puede ser en aquel momento), que completa con sus propias observaciones y estudios (la autopsía), así como las noticias y testimonios de pescadores, viajeros, etc.

El texto de referencia sigue siendo la versión y notas de Julio Pallí Bonet publicado por la editorial Gredos (1992).
Los selacios (VI 10): [...] en lo que respecta al útero, hay diferencias entre los peces: por ejemplo, los escualos difieren entre sí y de los peces planos. En efecto, en algunos los huevos están unidos, como hemos dicho, en medio del útero, alrededor del espinazo, como, por ejemplo, en los perros de mar¹, pero al crecer se desplazan. Y puesto que el útero es bifurcado y se adhiere al diafragma, como en los otros peces del mismo tipo, los huevos se desplazan a una y a otra parte. El útero de estos peces, como el de los otros escualos, posee un poco por encima del diafragma una especie de tetas de color blanco², que no existen cuando no hay embriones en el útero. Los perros de mar y las rayas tienen una especie de cascarón en donde se encuentra un líquido análogo al del huevo. La forma del cascarón recuerda a las lengüetas de las flautas, y conductos capilares están adheridos al cascarón. En los perros de mar, que algunos llaman escualos moteados, los pequeños nacen cuando el cascarón se raja y cae. En cambio, en las rayas, después que las madres han expulsado los huevos, el cascarón se raja y el pequeño sale. El escualo espinoso tiene dos huevos adheridos al diafragma por encima de las tetas; cuando el huevo desciende y ha acabado de soltarse, el pequeño nace. El modo de generación es el mismo también para el zorro de mar.
Los escualos llamados lisos³ tienen sus huevos en medio del útero, igual que los perros de mar; después de haber pasado a cada uno de los dos compartimentos del útero, descienden y las crías nacen con el cordón umbilical unido al útero, de manera que una vez que los huevos se han consumido, el embrión parece presentar las mismas características que el embrión de los cuadrúpedos. El cordón umbilical, que es largo, está adherido, por un lado, a la parte inferior del útero (cada uno de los cordones umbilicales está suspendido de una especie de ventosas), y, por otro lado, hacia el centro del embrión, por donde se encuentra el hígado. La comida que se encuentra al abrir el embrión, aun cuando no exista el huevo, tiene la sustancia de éste. Un corion y membranas particulares rodean a cada uno de estos embriones, como en los cuadrúpedos. Los embriones, cuando son jóvenes, tienen la cabeza arriba, pero cuando crecen y llegan a la madurez, la tienen abajo. También en la parte izquierda del útero se forman machos, como en la derecha hembras, y en un mismo lado a la vez machos y hembras. Cuando se abren los embriones, se nota, como ocurre también en los cuadrúpedos, que las vísceras, por ejemplo el hígado, son grandes y llenas de sangre.
Los selacios tienen, al mismo tiempo, arriba cerca del diafragma huevos más o menos grandes, en gran cantidad, y abajo embriones ya formados. De ahí procede que muchos creen que los peces de esta clase engendran y conciben todos los meses, puesto que sus crías no nacen todas al mismo tiempo, sino que salen en varias veces y en un largo período. Los embriones situados en la parte baja del útero llegan a su madurez al tiempo que alcanzan su pleno desarrollo.
Pues bien, los demás escualos paren y meten dentro de sí a sus pequeños, tanto el pez ángel, como el torpedo (se ha visto un torpedo de gran tamaño que tenía en su cuerpo alrededor de ochenta embriones); pero el escualo espinoso es el único que no mete a sus pequeños dentro de sí a causa de las espinas que posee. De los peces planos, la pastinaca y la raya no meten a sus crías dentro de sí a
Grabado de mediados del XVIII.
causa de la dureza de sus colas.
Algunas particularidades de los selacios (VI 11): Los machos, en la época del apareamiento, tienen los conductos tan llenos de semen que si se hace presión sobre ellos sale un esperma de color blanquecino. Los referidos conductos están bifurcados y tienen su punto de partida en el diafragma y en la gran vena. Ahora bien, en este momento precisamente los conductos de los machos se distinguen fácilmente si se los compara con el útero de las hembras, pero cuando no es la época del celo, son menos perceptibles a los no familiarizados con ello. Pero en algunos y en ciertas circunstancias los conductos son totalmente invisibles, como se ha dicho a propósito de los testículos de las aves. Existen todavía otras diferencias entre los conductos seminales del macho y los uterinos, ya que los primeros están adheridos a los flancos, mientras que los de las hembras son libres y sólo están unidos por una fina membrana. Pero para ver cómo están dispuestos los conductos de los machos, hay que acudir a las figuras de los cuadros anatómicos.
Los selacios, por otra parte, están sujetos a la superfetación y su gestación dura como máximo seis meses. El escualo que cría con más frecuencia es el llamado estrellado, pues tiene crías dos veces por mes, y su apareamiento empieza en el mes de Memacterión. Los demás escualos paren dos veces por año a excepción del perro de mar que sólo lo hace una vez al año. Los escualos se reproducen en general en la primavera, pero el pez ángel tiene su segundo parto en el otoño, en el ocaso invernal de las Pléyades, y el primero, en la primavera, pero la segunda camada es la más espléndida. Los torpedos paren a finales del otoño. Los selacios depositan a sus pequeños cerca de tierra; se retiran de alta mar y de las grandes profundidades porque buscan el calor y temen por sus crías.
Ahora bien, de los demás peces, sólo se han visto apareamientos entre individuos de la misma especie, con excepción del pez lija y de la raya. Existe, en efecto, un pez llamado pez guitarra, que tiene la cabeza y la parte anterior de la raya y las posteriores del pez lija, como si procediera de la unión de estos dos peces. Sea como sea, los escualos y los peces de esta clase, como, por ejemplo, el zorro de mar, el perro de mar, así como los peces planos, torpedo, raya, raya lisa y pastinaca, son vivíparos después de haber sido ovíparos, como hemos indicado.


Y para terminar, unas cuantas curiosidades:
Hibernación de los peces (VIII 13): De los peces, unos se ocultan en la arena y otros en el fango, dejando asomar sólo la boca. Pues bien, la mayoría se esconde solamente en el invierno, y los crustáceos, los peces de roca, las rayas y los selacios sólo hibernan durante los días más fríos del invierno: el hecho es evidente por la imposibilidad de pescarlos cuando hace frío. 

Ingeniosidad de ciertos peces (IX 37): [...] Se ocultan igualmente en la arena, la merluza, la raya, la platija y el pez ángel y, cuando están fuera del alcance de la vista, tienden los filamentos que poseen en el hocico y que los marineros llaman varitas. Y los peces de los que se alimentan se acercan tomándolos por algas. 

[...] En cuanto a los peces llamados zorros de mar, cuando se dan cuenta de que se han tragado el anzuelo recurren a un procedimiento que recuerda al de la escolopendra: remontan el sedal y lo cortan de un mordisco. En algunos lugares de aguas rápidas y profundas se los pesca con cañas de varios anzuelos.

[...] También los bonitos se agrupan cuando ven a algún bicho; los más grandes nadan en círculo alrededor de él y, si toca a alguno de ellos, todos le hacen frente. Tienen dientes potentes y se ha visto a diferentes peces, entre ellos a una lamia, atacar a los bonitos y salir con muchas heridas.

[...] Los peces que se encuentran alrededor de Lesbos, tanto los de alta mar como los que habitan en el estrecho, desovan en el estrecho, pues se aparean en el otoño y el desove se produce en la primavera. También en el otoño se juntan los selacios, macho y hembra, para la fecundación; pero en la primavera entran separadamente en el estrecho y así permanecen hasta después del desove. En la época del acoplamiento, son capturados muchos de ellos apareados entre sí.

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¹La pintarroja (Scyliorhinus canicula).
²Difícil decidir a qué se refiere. En nota al pie, Pallí Bonet recoge la explicación de Thompson: "Son las glándulas del oviducto que segregan el cascarón". El cascarón o cápsula del huevo se segrega en la glándula nidamentaria.
³Posiblemente la musola (Mustelus mustelus).
La superfetación es la fertilización de un óvulo durante el embarazo.
Por "estrellado" entendemos la musola estrellada (Mustelus asterias). El mes de Memacterión es el que va de mediados de octubre a mediados de noviembre.
"Noviembre, probablemente, o quizá diciembre." (Pallí Bonet)
Probablemente un tiburón blanco (Carcharodon carcharias), aunque cabría la posibilidad de que se tratase de un marrajo (Isurus oxyrinchus).
Se refiere al estrecho de Pirra, al sur de la isla.

Los sentidos (I): El cerebro

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Sistema de detectores y conexiones sensoriales dentro de la cabeza de un tiburón blanco (Carcharodon carcharias). El cerebro, en forma de Y, está suavemente marcado en naranja (cada brazo de esa Y se conecta con un bulbo olfatorio). Imagen tomada de la página de Fin Fighters UK.

Los sentidos son fundamentales para nuestra supervivencia, individual y como especie. A través de ellos logramos salir de nosotros mismos y abrirnos al exterior para captar toda la información que necesitamos para adoptar un determinado patrón de comportamiento y descartar otros. Esto puede hacerse bien de modo instintivo, bien tras un procesamiento más o menos consciente o elaborado de los datos. Gracias a nuestros sentidos somos capaces de conseguir alimento, encontrar una pareja receptiva, establecer algún tipo de cooperación con nuestros congéneres, y detectar un peligro o amenaza. En todos los seres vivos ocurre algo parecido.

Los tiburones, como depredadores extraordinariamente evolucionados que son, están dotados de un sistema sensorial muy sofisticado, que está conectado a un cerebro que en muchas especies es comparable, en complejidad y tamaño relativo, al de las aves y los mamíferos superiores. No es de extrañar que a menudo se los compare con cazas de última generación, aparatos diseñados para la vigilancia y el ataque y repletos de sensores de todo tipo siempre alerta para detectar la presencia de una presa o de una amenaza: sensores químicos, lumínicos, de sonidos, de presión, de movimiento, de campos eléctricos, todos perfectamente modulados e integrados en un sistema que se adapta a las necesidades de cada especie y hábitat específico. No todos los tiburones son iguales, y no todos los cerebros son iguales. Pueden variar en estructura y tamaño de una especie a otra, desde los más simples de algunos Squaliformes a los más complejos de los Carcharhínidos, hasta llegar al cerebro más grande y complejo de todos, el de los tiburones martillo (fam. Sphyrnidae), no en vano se trata de los tiburones más evolucionados (como curiosidad, el cerebro más grande de todos los elasmobranquios es el de las mantas diablo). Así por ejemplo, el cerebro del peregrino (Cetorhinus maximus) es el más pequeño de todos los lamniformes, probablemente porque su técnica de caza es sumamente simple y pasiva, típica de un animal filtrador: nadar lentamente con las fauces abiertas dejando que el agua atraviese sus branquispinas¹; mientras que en el otro lado tenemos el del tiburón toro (Carcharias taurus), el cerebro más grande del grupo el del tiburón blanco (Carcharodon carcharias) se situaría en un punto medio.

Vista dorsal del cerebro de una mielga (las pelotas oscuras a cada lado son los ojos). Fuente: www.zoology.ubc.ca
El cerebro del tiburón es una estructura alargada con forma de Y como si agarrásemos un cerebro "normal" y lo estirásemos sobre una mesa. Puede dividirse en cinco áreas o regiones:
  • Telencéfalo o encéfalo anterior, que se prolonga en los lóbulos olfativos; contiene los hemisferios cerebrales (responsables de la toma de decisiones, comportamiento social, el aprendizaje y la memoria), el hipotálamo y la glándula pituitaria.
  • Diencéfalo, que se encarga del control de diversos procesos hormonales; sobre él se encuentra la glándula pineal. 
  • Mesencéfalo o encéfalo medio, donde se sitúan los lóbulos ópticos.
  • Cerebelo o metencéfalo, responsable, entre otras, de la coordinación de los movimientos musculares y de la integración de los estímulos sensoriales con el movimiento.
  • Miencéfalo o médula oblonga, encargada de la transmisión de diversos estímulos de la médula al cerebro, entre otras funciones.
Vista anterior dorsal del cerebro. En primer término los bulbos olfativos (1) con sus respectivos tallos (2), que los conectan a los lóbulos olfativos (3); el telencéfalo (4), los lóbulos ópticos (5), el cerebelo (6) (la pequeña protuberancia que se observa en su lado derecho abajo es uno de los lóbulos auditivos), y la médula oblonga o mielencéfalo (7). En rojo (8), la glándula pineal (foto tomada de classes.endowner.net y posteriormente modificada).
Vista lateral derecha (fuente: classes.edowner.net).
Aunque probablemente existen muy diversas variables y procesos que todavía no acabamos de comprender en relación a este punto, puede decirse que la forma y tamaño del cerebro parece depender en buena medida más del estilo de vida y hábitat típico de una determinada especie que de la herencia genética que comparte con sus parientes cercanos incluidos en el mismo taxón. Esto quiere decir que tiburones con un alto grado de parentesco pueden poseer cerebros radicalmente distintos. El cerebro del tiburón ballena (Rhincodon typus), muy pequeño en comparación a la masa corporal, se parece mucho más al del tiburón peregrino (orden Lamniformes) que al de otras especies de su mismo orden (Orectolobiformes), como la gata nodriza (Ginglymostoma cirratum). En efecto, Rhincodon y Cetorhinus presentan un telencéfalo relativamente pequeño, un diencéfalo relativamente grande, un mesencéfalo relativamente pequeño... y un cerebelo enorme (de los más grandes de todos los elasmobranquios) fuertemente foliado², a diferencia del cerebelo de otras especies, cuya superficie es lisa.
Sección longitudinal del cerebro de un tiburón ballena. En el centro, se muestra la perspectiva desde el exterior, abajo, el corte interior (fuente: Jason G. Goldman, en blogs.scientificamerican.com).
Lo más curioso es que esta esta estructura es también similar a la de los zorros marinos (Alopiidae), igualmente pertenecientes al orden Lamniformes, pero con una dieta y técnica de caza radicalmente distintas. ¿Cómo encajar todo esto? Sabemos que el cerebelo interviene en la organización y coordinación de los movimientos así como en la corrección de errores en la ejecución de las órdenes motoras, lo cual, en teoría, resulta fundamental para los cazadores activos, como los alópidos, pero, ¿para los filtradores? La única explicación plausible es que la anatomía del cerebelo responda más a la necesidad de coordinar movimientos que a las exigencias motoras propias de la caza. Los tiburones ballena como los peregrinos realizan grandes migraciones horizontales y verticales, y se les ha visto suspendidos en posición vertical sobre la columna de agua mientras se alimentaban, un tipo de maniobra que requiere un alto grado de coordinación.

Tiburones ballena alimentándose (extraordinaria fotografía de Jeffrey C. de Guzman).
Como sucede con otras muchas especies, la estructura de los cerebros del tiburón ballena y del tiburón peregrino es producto de una convergencia evolutiva motivada por un estilo de vida similar, no por compartir una clasificación taxonómica (pensemos que a ambos los separan unos 289 millones de años de evolución).
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¹Véase Peregrino (Cetorhinus maximus)-Primera parte y Peregrino (Cetorhinus maximus)-Segunda parte.
²Yopak, K.E., Frank L. R. (2009) "Brain size and brain organization of the whale shark, Rhincodon typus, using magnetic resonance imaging."Brain, behavior and evolution, 74(2), 121-42.
Véase también el excelente artículo de Jason G. Goldman "Cooler than Shark Week: What Can We Learn From the Brains of the Largest Sharks?", publicado el 7 de agosto de 2013 en el blog de Scientific American.


Cabezas de martillo (fam. Sphyrnidae)

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Radiografía de la cabeza de una cornuda (Sphyrna zygaena). (Fuente: http://biosciweb.net/practicum/frontend/view/257)

Aunque su aspecto un tanto extravagante tal vez invita a pensar lo contrario, los tiburones martillo constituyen la familia más avanzada, en términos evolutivos, de todos los tiburones. Podríamos decir que son los tiburones más modernos, el modelo de última generación diseñado y producido por el extraordinario laboratorio de ingeniería marina de la Evolución. Un modelo que cuenta con importantes mejoras en el chasis y al que, por si fuera poco, se ha equipado con las últimas tecnologías tanto para su centro de control de datos como para su sistema de navegación. El cerebro de los esfírnidos es el más complejo y sofisticado de todos los tiburones, y es capaz de procesar con toda fiabilidad la inmensa cantidad de datos obtenidos por un sistema sensorial que ha sido modificado y ampliado a partir del ensanchamiento de la cabeza.

Las expansiones cefálicas laterales (el "martillo") cumplen una doble función: sensorial e hidrodinámica. Por un lado, multiplican la superficie detectora de campos eléctricos (las ampollas de Lorenzini abarrotan la práctica totalidad de su superficie ventral) y, a la vez, amplían el campo de visión frontal y lateral (los ojos están situados a cada lado del "martillo" dando lugar a una visión binocular, "en estéreo") así como la superficie de barrido de estímulos químicos, al estar las narinas colocadas muy cerca de los extremos de la cabeza (excepto en el género Eusphyra). Aunque su dieta es variada, los esfírnidos están especializados en la detección de presas que se entierran en la arena, en particular las rayas y los torpedos. Para ello utilizan el "martillo" a la manera de un detector de metales, pasándolo a pocos centímetros del fondo hasta detectar los minúsculos campos eléctricos generados por la actividad muscular de sus presas... y no suelen fallar.
Por otro lado, estas expansiones proporcionan un mayor hidrodinamismo y maniobrabilidad: al estar aplanada dorso-ventralmente, la cabeza ofrece menos resistencia al agua y multiplica la capacidad del animal para realizar giros bruscos o cambios de dirección sin perder estabilidad; al tiempo que actúa como una aleta más, complementaria de las pectorales (de hecho, su diseño exterior es muy similar), para proporcionar mayor fuerza de sustentación y elevación dinámica.

Sphyrna mokarran. Foto de Steve Hincynski.
Los tiburones martillo pertenecen a una familia compuesta por 9 especies distribuidas en dos géneros, Eusphyra y Sphyrna, que viven en todos los mares tropicales, templados y cálidos del planeta. De ellas solo una está, en principio, presente en aguas de Galicia, la cornuda o pez martillo (Sphyrna zygaena), si bien algunas guías¹ incluyen esta zona dentro del área de distribución de otras dos especies: la cornuda común o cornuda negra (Sphyrna lewini) y el impresionante tiburón martillo (Sphyrna mokarran).

Algunos esfírnidos son inconfundibles. Por ejemplo, el espectacular tiburón martillo (Sphyrna mokarran): uno observa un "martillo" recto y una altísima dorsal en forma de guadaña, y no hay más que decir. Otras especies, en cambio, ya necesitan un poco más de atención. ¿Qué claves nos permiten distinguir unas de otras? Pues en un primer momento, la forma de la cabeza, como se muestra en esta foto, en la que faltan dos especies, la cornuda planeadora (Eusphyra blochii) y la cornuda corona (Sphyrna corona):

Foto tomada de diversforsharks.com.br
La forma de la cabeza permite establecer dos grandes bloques genéricos: el género monoespecífico Eusphyra y el género Sphyrna, que engloba a las 8 especies restantes, el cual, a su vez se subdivide en dos grupos según si la cabeza tiene forma de pala o de martillo (como veis, el término "cabeza de martillo" no es del todo exacto). Y a partir de aquí, además de la posición y forma de las cabeza (arqueada hacia atrás o recta, con o sin muescas centrales, etc.), habremos de tener en cuenta elementos como la forma y posición de las dorsales, la dentición o el cómputo vertebral.

>Género Eusphyra: Las "palas" o expansiones laterales de la cabeza son estrechas y muy alargadas (la anchura de la cabeza puede representar entre el 40-50% de la longitud total del tiburón), con forma de alas, dándole a la cabeza la apariencia de una punta de flecha. Las narinas son también muy alargadas, casi el doble que el ancho de la boca.
Este género cuenta con una única especie: Eusphyra blochyii, la cornuda planeadora o, más propiamente, cabeza de flecha, que vive en aguas de la zona indopacífica, desde el Índico norte hasta Australia y China.
Eusphyra blochii. (Fuente: página del Queensland Department of Agriculture, Fisheries and Forestry).

·Género Sphyrna: Expansiones cefálicas anchas, no en forma de alas, y claramente más cortas que en el género anterior. Narinas también cortas, de longitud inferior al ancho de la boca. Ocho especies.

  >I. Cabeza en forma de pala, no de martillo, estrecha (normalmente inferior al 21% de la longitud corporal), y sin muesca central en su margen anterior. Dientes posteriores molariformes. Sphyrna tiburo.

Lanetón (Sphyrna tiburo). Foto: Udo Savalli (www.savalli.us).

  —II. Cabeza en forma de martillo, de una anchura superior al 22% de la longitud corporal. Dientes posteriores no molariformes.

   -A. Los márgenes posteriores de las expansiones de la cabeza son más o menos transversos, es decir, perpendiculares a ésta. Ápice posterior libre de la primera dorsal encima o detrás del origen de las pelvianas. Especies de pequeño tamaño, que normalmente no superan los 2 m de longitud total.

   ->A.1. Margen anterior de la cabeza con una profunda muesca central y dos laterales bien marcadas. Surcos prenariales presentes. Primera dorsal recta y alta. Ojos relativamente pequeños. Sphyrna tudes.
La cornuda ojichica (Sphyrna tudes) presenta una llamativa coloración amarilla o amarillo anaranjada, más apagada en los adultos. Se encuentra en las costas del Atlántico occidental desde Venezuela hasta el Uruguay. (Imagen: Wikipedia y FAO)
   --A.2. Margen anterior cefálico con muescas centrales y laterales poco marcadas; la cabeza tiene forma de maza, más que de martillo. Sin surcos prenariales. Primera dorsal falcada.
  • A.2.a. Morro relativamente largo: la longitud preoral es casi la mitad (>2/5) de la anchura de la cabeza. La aleta anal es ligeramente cóncava. Sphyrna corona.
La cornuda corona (Sphyrna corona) se encuentra en la costas del Pacífico oriental central, desde el golfo de California hasta Perú. Foto de Ross Robertson tomada de fishBase.
  • A.2.b. Morro relativamente corto: longitud preoral por debajo de los 2/5 de la anchura de la cabeza. Boca ampliamente arqueada y aleta anal muy cóncava. Sphyrna media.
La cornuda o pez martillo cuchara (Sphyrna media) se encuentra en aguas cálidas del Atlántico occidental, desde Panamá hasta el Brasil, y en el Pacífico oriental, desde el golfo de California hasta el N. de Perú. Foto: Andy Murch.
   -B. Los márgenes posteriores de las expansiones cefálicas están arqueados hacia atrás, excepto en los adultos de S. mokarran, que son perpendiculares a la cabeza. Ápice posterior libre de la primera dorsal enfrentado al origen de las pelvianas. Estas especies pueden alcanzar tallas superiores a los 3 m (6 m en el caso del S. mokarran).

   ->B.1. Borde anterior de la cabeza prácticamente recto en los adultos. Surcos prenariales ausentes o muy poco desarrollados. Dientes fuertemente aserrados en jóvenes y adultos. Aletas pelvianas altas y falciformes. La primera dorsal es muy alta y falcada; la segunda, más alta que la anal. Sphyrna mokarran.
El tiburón martillo o cornuda gigante (Sphyrna mokarran) es el esfírnido de mayor tamaño, pudiendo superar los 6 m de longitud. Foto tomada de la página swimswam.com
  --B.2. Borde anterior de la cabeza arqueado. Surcos prenariales bien desarrollados. Dientes lisos en los jóvenes y ligeramente aserrados en los adultos. Aletas pelvianas bajas y casi rectas. Primera dorsal claramente más baja que la del S. mokarran y ligeramente falcada; la segunda es más baja que la anal.

     -->B.2.i. Borde anterior de la cabeza sin muesca central. La base de la aleta anal es ligeramente mayor que el de la segunda dorsal. Los barbillones de esta segunda dorsal (los ápices posteriores libres) nítidamente más adelantados que el origen de la caudal. Sphyrna zygaena.

Cornuda o pez martillo (Sphyrna zygaena). Foto: Andy Murch.
     ---B.2.ii. Muesca central en el borde anterior de la cabeza. La base de la aleta anal es claramente mayor que el de la segunda dorsal, cuyos barbillones llegan casi hasta el lóbulo superior caudal en su origen. Dos especies (una de ellas recientemente descrita) casi idénticas en su aspecto exterior, que solo pueden distinguirse mediante el análisis genético o el cómputo vertebral².
  • B.2.ii.a. Entre 83-91 vértebras. Sphyrna gilberti.
La Sphyrna gilberti o cornuda de Carolina ('carolina hammerhead' en inglés), todavía sin nombre oficial en español, ha sido recientemente descrita a partir de 54 ejemplares capturados en las costas de Carolina de Sur, Golfo de México. Foto tomada de novataxa.blogspot.com.
  • B.2.ii.b. Entre 92-99 vértebras. Sphyrna lewini.
La cornuda común o cornuda negra (Sphyrna lewini) suele agruparse formando enormes cardúmenes. Foto de Philip Colla.
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Un detalle sumamente interesante antes de terminar: la especie de tiburón martillo más antigua (o mejor dicho, la primera en aparecer) es la cornuda flecha (Eusphyra blochii). Es muy probable que las restantes sean resultado de pequeñas modificaciones a partir de este diseño original: la flecha se va abriendo y acortando, al tiempo que las narinas se afinan y se desplazan hacia el borde exterior con el objetivo de ampliar el campo de detección química, hasta llegar al esfírnido más reciente, el lanetón (Sphyrna tiburo). Esto se aprecia mejor en el siguiente cladograma realizado por el profesor Aidan Martin (las cifras muestran la anchura de la cabeza como porcentaje respecto de la longitud corporal).

(Cladograma tomado de la excelente página del ReefQuest Centre for Shark Research.)

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¹Véase David A. Ebert, Sarah Fowler, Leonard Compagno, Mark Dando(2013). Sharks of the World: A Fully Illustrated Guide. Wild Nature Press, Plymouth, y también: David A. Ebert, Matthias F. W. Stehmann (2013). FAO Species Catalogue for Fishery Purposes: Sharks, Batoids and Chimaeras of the North Atlantic. FAO, Rome.
²Véase Joseph M. Quattro, William B. Driggers III et al. (2013). "Sphyrna gilberti sp. nov., a new hammerhead shark (Carcharhiniformes, Sphyrnidae) from the western Atlantic Ocean."Zootaxa, 3702 (2): 159-178.

Jaquetón de Milberto (Carcharhinus plumbeus)

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(Foto: Ken Tan. Dianne J. Bray, 2012, Carcharhinus, in Fishes of Australia, accessed 22 May 2014, http://www.fishesofaustralia.net.au/home/genus/270)

Jaquetón de Milberto

Carcharhinus plumbeus (Nardo, 1827)

(es. Jaquetón de Milberto, tiburón gris, tiburón trozo; gal. Lobo; in. Sandbar Shark; port. Tubarao-corre-costa.)

Orden: Carcharhiniformes
Familia: Carcharhinidae


El jaquetón de Milberto es un clásico en los tanques principales de casi todos los acuarios, junto con el tiburón toro (Carcharias taurus) y las musolas (Mustelus spp.). Soporta relativamente bien la cautividad e incluso, si se dan las condiciones adecuadas, puede llegar a completar su ciclo reproductivo completo, como ya ha ocurrido en algunos¹. Estemos o no de acuerdo con el complejo tema de la exhibición de animales en cautividad, la triste paradoja es que el único rincón del planeta donde este y otros tiburones tienen garantizada su supervivencia es en el interior de una de estas grandes peceras. Porque en su medio natural las amenazas a las que se enfrenta están siendo cada vez más graves... e inexorables. Un ciclo trágico que no sé muy bien cómo se puede revertir, y en caso de que se pueda, si llegaremos a tiempo. A veces el ser humano es una criatura muy triste.

Descripción: El C. plumbeus tiene un cuerpo robusto y bastante alto, y una cabeza de perfil curvo, con un morro relativamente corto, redondeado, y como levemente levantado. La primera dorsal es muy característica: de forma triangular, muy grande y alta, apuntada y ligeramente inclinada hacia atrás, con su origen aproximadamente sobre la axila pectoral; su barbillón posterior es relativamente corto. La especie presenta una carena o cresta interdorsal baja pero claramente marcada.

Cabe suponer que ahí pone "cresta interdorsal".
La boca es ancha, con cortos pliegues labiales. Las narinas presentan solapas apuntadas, cortas pero prominentes. Los ojos son de talla mediana. Las aletas pectorales tienen base ancha, son semifalcadas y de extremo apuntado. La segunda dorsal es moderadamente alta y se encuentra enfrentada a la anal o ligeramente adelantada.
Su librea es sencilla, sin marcas distintivas: color gris o pardo grisáceo en dorso, difuminándose hacia los flancos, y blanquecino en la zona ventral. Las pectorales y pélvicas pueden presentar los ápices un tanto más oscuros.
Fuente: Web del Queensland Department of Agriculture, Fisheries and Forestry.

Dentición: Dimorfismo dentario. Los dientes superiores son triangulares, con los bordes finamente aserrados, de base ancha y una sola cúspide alta e inclinada. Los inferiores tienen también una sola cúspide, pero estrecha y recta, con finas serraciones. Presentan unos 27-32 dientes en la mandíbula superior y 25-32 en la inferior, más uno o dos sinfisarios.

Imagen tomada de thefossilforum.com
Talla: La talla máxima ronda los 250 cm, aunque es probable que llegue hasta los 3 m. Al nacer miden entre 56-75 cm, aunque algunas fuentes amplían el abanico hasta un mínimo de 45-50 cm.
Los machos maduran sexualmente entre los 130-180 cm, y las hembras entre 145-185 cm.

Reproducción: Viviparismo placentario, con un cordón umbilical liso (véase Reproducción VI: Viviparismo placentario). Las camadas suelen ser de un promedio de 1-14 crías (por lo común entre 5-12), posiblemente dependiendo de la talla de la madre: a mayor tamaño, mayor número de crías. El periodo de gestación oscila entre los 8 y los 12 meses, según la zona: por ejemplo, entre 9-12 meses en el Atlántico occidental, septentrional y central; 12 meses en Brasil, Suráfrica, Australia Occidental, etc.
Las hembras dan a luz cada dos o tres años. En el hemisferio norte, los partos tienen lugar en las zonas costeras entre finales de la primavera y principios del verano.
En las áreas de cría de aguas someras, los jóvenes se agrupan en bancos mixtos que en invierno se desplazan hacia aguas más profundas. Los adultos solo se reúnen para el apareamiento, en primavera y verano.
Se han detectado casos de paternidad múltiple.

Fuente: Hawaii Institute of Marine Biology (www.hawaii.edu).
Estamos ante un carcharhínido de baja tasa reproductiva. Produce pocas crías y es de los tiburones más longevos y de más lento crecimiento. Algunos autores han estimado su longevidad entre 19-25 años (Ebert et al., 2013); otros, sin embargo, elevan la cifra hasta los 35-41 años (Musick 2005; McAuley et al., 2006, citados en www.iucnredlist.org). A esto hay que añadir que tardan mucho en alcanzar la madurez sexual. La edad de madurez varía según la zona, aunque en general puede situarse entre 8-14 años para los machos y 7,5-16 para las hembras.

Dieta: La dieta es variada, compuesta principalmente de peces de tamaño mediano o pequeño que viven cerca del fondo. También cefalópodos y diversos crustáceos y moluscos. A diferencia de otros carcharhínidos, el C. plumbeus rechaza la carroña de mamíferos y la basura. Son un poco más activos durante la noche.

Hábitat y distribución: El jaquetón de Milberto es una especie pelágica nerítica (el área oceánica que cubre la plataforma continental), tanto lejos como cerca de la costa, en aguas preferiblemente inferiores a 23ºC. Aunque su rango batimétrico comprende los 1-280 m, parece preferir la zona próxima al fondo en aguas de 20-25 m, donde suele alimentarse. Le gustan los fondos de arena y fango, y puede resultar común en bahías y estuarios cenagosos, llegando incluso a internarse dentro de los puertos. También puede aparecer en bancos oceánicos e islas.
Algunas poblaciones realizan emigraciones estacionales relacionadas con la temperatura del agua, para lo cual suelen agruparse en grandes cardúmenes segregados por tamaños y sexos.
Mapa tomado de Wikipedia y modificado según Ebert, Fowler, Compagno, Dando (2013).
Es una especie cosmopolita, de amplia distribución en aguas tropicales y templadas de todo el planeta.
El C. plumbeus está citado en Galicia como especie ocasional en la guía de Rodríguez Villanueva et al. (1992), Peixes do mar de Galicia (I): Lampreas, raias e tiburóns. No obstante, Moreno (1995), Compagno (2002, 2005), Ebert y Stehmann (2013), Ebert et al. (2013) y otros incluyen nuestras aguas como zona de probable distribución.

Fotografiado dentro de la dársena del puerto de Lahaina (Maui) por Dai Mar Tamarack (daimarsadventures.blogspot.com).

Pesca y conservación: El jaquetón de Milberto es una especie objetivo de muchas pesquerías costeras (su aprovechamiento es integral), y cuando no, acaba como captura accidental. Es decir, lo tiene todo. En Australia, su biomasa ha caído alrededor del 35%.
Uno de los problemas más graves a la hora de establecer medidas de protección y gestión de sus pesquerías es la falta de datos. Una buena parte de sus capturas no están registradas. En algunas zonas del planeta ha sido objeto de una fortísima sobrepesca, debido, sobre todo... (¿hace falta decirlo?)..., a sus aletas, que son muy apreciadas en el mercado de Hong Kong, hasta el punto de que representan el 2-3% del total.
(Recordemos que su particular biología reproductiva hace a esta especie sumamente vulnerable a la sobrepesca.)
Mientras los diversos organismos de gestión de pesquerías se dedican a la recolección de datos, de momento está clasificada como Vulnerable en la Lista Roja de la IUCN.
A ver si se dan prisa.

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¹En el año 2004 tuve la oportunidad de asistir a un curso sobre tiburones en el Zoo Aquarium de Madrid. Me sorprendió conocer que, hasta aquel momento, la especie se había reproducido con el ciclo completo en tan solo tres acuarios de todo el mundo: Okinawa, Antibes (Francia) y Madrid (desconozco si desde entonces alguno más se ha sumado a la lista). En aquel momento no tenían muy claro el porqué. Entre los diversos factores que se estaban barajando (calidad del agua, de la alimentación, etc.), hubo uno que me llamó particularmente la atención: el hecho de que el tanque recibe luz natural, lo cual podría suponer que tal vez los tiburones hubieran podido continuar su ciclo reproductivo natural según el discurrir de las estaciones. Verdaderamente curioso, a que si.
Durante las charlas, Javier González, el Conservador del acuario, comentó que unos días antes del parto, que tuvo lugar por la noche, la hembra, Griselda, dejó de comer y se mostraba solitaria y arisca con respecto a los demás tiburones, y nadaba cerca del fondo del tanque buscando la soledad, seguramente como ocurre en el medio natural. Su instinto alimentario de la hembra queda en suspenso y busca un lugar apartado para dar a luz, con el objetivo de evitar que sus crías puedan ser depredadas por algún adulto. Los neonatos (no recuerdo si todos) fueron recogidos por los cuidadores y trasladados a otro tanque más pequeño con este fin.

C. plumbeus en el tanque del Zoo Aquarium (imagen tomada de Zoomadrid.com).
Posteriormente, en 2004 y 2006, la misma hembra volvió a dar a luz. Estas dos fotografías (siento no haber podido encontrar una mejor resolución) se corresponden con el apareamiento dentro del tanque: como veis, el macho mantiene inmovilizada a Griselda sujetándole la aleta pectoral derecha con la boca mientras se pone en posición para insertar uno de sus pterigópodos, o ambos:

(Fuente: www.infoecología.com)


El salto del oxyrinchus

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Secuencia fotográfica de Tom Lynch realizada a 50 millas de NJ.

En el mundo de los tiburones, el marrajo (Isurus oxyrinchus) es quien ostenta el récord de salto de altura: más de 7 metros por encima de la superficie algunos elevan el listón hasta los 9 m. Una cifra espectacular para la que hace falta mucha potencia y punta de velocidad. Se ha calculado que un salto de 6 m requiere una velocidad aproximada de 40 km/h. ¿Cómo lo consigue?


La respuesta es sencilla: siendo un marrajo, el más rápido de todos los tiburones, y una de las criaturas más veloces del mar. No en vano algunos lo llaman el halcón peregrino del océano, imagen tal vez poética, pero no del todo justa, pues de momento ese honor les corresponde a los peces vela (Istiophorus albicans e Istiophorus platypterus), que pueden llegar a alcanzar nada menos que los 110 km/h. Tal es la estimación obtenida durante unas pruebas de velocidad que se llevaron a cabo en Florida, en las que un pez vela atlántico (I.
Pez vela atlántico (I. albicans).
albicans) se llevó 100 yardas (91,4 m) de línea en tres segundos (claro que el bicho estaba pegando saltos, de modo que tal vez habría que rebajar un poco la cifra).

Calcular velocidades dentro del medio acuático no resulta nada fácil. Entre otras cosas, es imposible conseguir que alguno de estos bichos nade en linea recta a toda velocidad a lo largo de un tramo de mar bien acotado y medido. Por eso no es extraño que en la literatura abunden más las estimaciones que los datos objetivos, es decir, las cifras incuestionables. Hay quienes consideran que el marrajo alcanza puntas de velocidad de 60 km/h, otros de 75 km/h, y algunos incluso de 110 km/h o más. Pero todos estos números están sujetos a discusión, bien por discrepancias sobre el método empleado para las mediciones y/o las estimaciones, o bien porque las condiciones en que fueron realizadas no eran las más apropiadas. En todo caso, se ha podido medir con bastante fiabilidad un ejemplar adulto nadando a 50 km/h. Que no está nada mal.

Foto Mandy Hague
El marrajo está diseñado para la velocidad: cuerpo fusiforme perfectamente estilizado, rematado en un característico morro cónico muy afilado, y dotado de una poderosa musculatura que transmite toda su potencia a un pedúnculo caudal reforzado con grandes quillas laterales para mover una cola en forma semilunar ideal para lanzarse a la carrera. De hecho, los grandes velocistas del mar —atunes, bonitos, peces espada— tienen un diseño caudal bastante parecido. Todos ellos, por cierto, forman parte de la dieta en la que se ha especializado nuestro tiburón. En el análisis de los contenidos estomacales de no pocos ejemplares se han encontrado restos de algunas de estas especies que estaban enteros, en perfecto estado (obviamente hablamos de aquellos que todavía no habían comenzado el proceso de digestión), que tan solo mostraban profundas heridas hacia la mitad del cuerpo, lo cual parece indicar que el tiburón logró inmovilizarlos en una persecución, clavándoles sus afiladísimos dientes, antes de tragárselos enteros.

A punto de abalanzarse sobre un cebo (extraordinaria foto de Joe Romeiro).
Volviendo a nuestro tema, y para terminar, no está claro el porqué saltan los marrajos. No se ha podido asociar claramente tal comportamiento a algún objetivo específico, bien de carácter reproductor, trófico, o comunicativo. Solo sabemos que cuando pica un anzuelo puede llegar a realizar hasta 9 saltos consecutivos sacando el cuerpo entero fuera del agua, y ello a pesar del freno que le impone la línea a la que está mortalmente sujeto. Esto parece que gusta mucho a los pescadores deportivos. Sienten atracción por los animales combativos... Y uno no puede evitar pensar que ya le gustaría ver a algún señor valiente de esos "combatiendo" dentro del agua, frente a frente, de tú a tú, con alguna de estas magníficas criaturas... En fin.



>>Si queréis conocer otros tiburones "saltarines", podéis visitar los posts El salto del brevipinna y El salto del ditropis.

La vida de los tiburones (1905)

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"Una pareja de tiburones."
Ya sabéis lo que me encanta bucear por entre los extraordinarios fondos de la Hemeroteca Digital, una impagable página de la Biblioteca Nacional de España que no me canso de recomendar. Nunca dejas de descubrir cosas. La joyita que hoy os presento es un pequeño reportaje sobre los tiburones publicado en marzo de 1905 en Alrededor del mundo, una revista ilustrada semanal que se editó en Madrid entre los años 1899 y 1930. Su temática era muy variada, tocaba desde temas costumbristas, artísticos, curiosidades, viajes y aventuras, hasta las recientes novedades y descubrimientos científicos y técnicos, lo cual explica su amplia popularidad.
De este reportaje, el aspecto que sin duda más llama la atención es que, pese a todas sus inexactitudes, la prensa de hace un siglo se ocupaba del tema de los tiburones con mucha más justicia y ecuanimidad que sus equivalentes de hoy en día. El primer párrafo lo dice todo: "el tiburón no es más rapaz ni más carnicero que cualquier otro pez...; si no todos [los peces] matan á los hombres para comérselos, es porque no son bastante grandes para semejante tour de force."¿No es sorprendente?

Para mantener el saborcillo a viejo, he respetado escrupulosamente la puntuación y acentuación del original. Las ilustraciones pertenecen también al reportaje.


LA VIDA DE LOS TIBURONES
    Se han contado tantas historias exageradas acerca de la voracidad y carácter sanguinario del tiburón, que éste ha venido á convertirse en objeto de terror para todo el que tiene que navegar. Sin embargo, el tiburón no es más rapaz ni más carnicero que cualquier otro pez. Todos los peces se alimentan de carne y de otros pescados, y prefieren la carne viva á la muerta; si no todos matan á los hombres para comérselos, es porque no son bastante grandes para semejante tour de force. En cuanto á eso de que los tiburones huelen cuando hay un enfermo en un buque y siguen al barco para no perder la presa, no es más que una de tantas consejas de marinero.
     El tiburón tiene muchas buenas cualidades, considerado conforme á nuestras ideas sobre la moral. Por de pronto, es monógamo y fiel compañero de su pareja durante la época de sus amores. Fuera de dicho periodo, cada tiburón va siempre solo, no reuniéndose muchos mas que en aquellos sitios en que abundan las ocasiones de proporcionarse carne fresca.
     Sin embargo, al decir "solo", quiere indicarse que cada tiburón vive separado de sus semejantes, no que su soledad sea absoluta. Hay un pececillo que es para el tiburón un amigo inseparable, que le acompaña en todos sus viajes y parece guiarle en todas sus empresas. Es el pez piloto, uno de los más bonitos y más pequeños de la familia de los escombros [sic], con el cuerpo rayado de azul y oro, y apenas de dos decímetros de longitud. Le llaman piloto precisamente por la costumbre que tiene de ir como dirigiendo al tiburón, nadando siempre á unos cuantos palmos sobre la nariz de éste. Algunos hombres de ciencia, que si á mano viene no han visto en su vida un tiburón vivo, niegan esta costumbre del pez piloto, tachándola de inverosímil; pero el pez piloto no parece quererles dar la razón, y continúa siempre fiel á su gigantesco amigo.
     A lo mejor, el piloto sepárase bruscamente del tiburón, y con rapidez sin igual se dirige á un montón de algas, á una roca ó á cualquier objeto por el estilo, nada un poco alrededor, vuelve junto a su compañero, se le acerca primero á un lado de la cabeza y después al otro, y por fin recobra su puesto sobre la nariz. Entretanto, el tiburón ni se detiene ni se apresura; parece tener conciencia de que el pececillo volverá. Indudablemente hay algún medio de comunicación entre el tiburón y el piloto, por el cual debe éste decir á aquél algo como: "Aquello me huele á cosa buena; voy á ver qué es... No es más que un montón de algas; no vale la pena que nos detengamos".
    Todos los habitantes del mar huyen asustados al acercarse el tiburón con su inseparable guia. Este último, sin embargo, puede apoderarse de algunos diminutos animalillos que le sirven de alimento; pero el tiburón, relativamente lento, sólo puede comer cosas que permanezcan inmóviles, tales como los pies de los percebes, que si bien calman un poco su apetito, no bastan á dejarlo satisfecho. El estómago de un tiburón es demasiado grande para hartarse con tan poca cosa; no es, por lo tanto, de extrañar que el enorme pez se precipite con ansia sobre toda sustancia comestible que caiga de un barco, sea el cuerpo de un hombre ó los desperdicios de la cocina. Cuando se presenta un buque á algunas millas de distancia, el piloto, por una especie de secreta intuición que nadie ha podido explicar, conoce su presencia y se dirige rápidamente hacia él, seguido de cerca por el tiburón, que sin duda alguna comprende lo que quiere decir aquel apresuramiento.
    Probablemente habrá muchas personas que ignoren que el tiburón hembra no pone huevos como otros peces, sino que da á luz á sus crias, que rompen, por decirlo asi, el cascarón dentro del vientre materno. En cada parto nacen quince ó veinte pequeñuelos, raras veces más; la madre les profesa gran afecto y procura defenderlos de los ataques de otros tiburones hambrientos, hasta que crecen lo bastante para poder vivir solos.
"El pez-sierra, que se alimenta de entrañas de otros peces."
     En la familia de los tiburones hay una porción de especies interesantes. Una de ellas es el pez-sierra, ese curioso habitante de los mares orientales, cuya cabeza está armada con una prolongación cartilaginosa, provista en los bordes de fuertes dientes. El uso que el tal pez hace de esta arma singular no puede ser más extraño. Tiene el pez-sierra gustos muy particulares en cuestión de comidas: aunque no le desagrada encontrar cualquier carroña para variar su menu, lo que prefiere á todo son las entrañas del pescado, y para procurárselas tiene un modo especial de abrir el vientre, de un solo golpe de sierra, á todo pez que encuentre de su gusto.
    Un pez-sierra puede alcanzar una longitud de cinco metros y un peso de una tonelada; pero esto no es mucho comparado á las dimensiones del tiburón propiamente dicho, el cual mide algunas veces nueve y aun diez metros.
    Muy notable también es el tiburón-zorro, que por cierto abunda mucho en el Atlántico. Es completamente inofensivo para el hombre, y no mide nunca más de cuatro ó cinco metros, de los cuales se lleva más de la mitad la cola, que es larguísima y delgada como un látigo. Sigue las bandadas de arenques y de sardinas, devorando grandes cantidades de ambos pescados. Cuando caza azota vigorosamente la superficie del agua con su cola, y esto basta para introducir la más espantosa confusión entre los peces, que caen así más pronto en su poder.
"El tiburón zorro, inofensivo para el hombre."
    Hay muchas clases de tiburones que, al contrario de las que acabamos de citar, no suelen acercarse á la superficie del mar; viven á grandes profundidades y sólo suben á buscara capas más superiores durante la época en que crían. En cambio, la especie común, que casi siempre nada á flor de agua, baja á lo más profundo en la estación de los amores.
    Ya que de tiburones hablamos, podemos añadir que hoy existe la creencia de que la tan traída y llevada serpiente de mar no es sino un tiburón gigante. Hace pocos días, un buque inglés, el Armadale Castle, ha tenido un encuentro con el famoso monstruo, y los pasajeros que han podido verlo de cerca, aseguran que, en efecto, tiene todo el aspecto de un tiburón de 17 metros de largo.
Alrededor del mundo, 9 de marzo de 1905, pp. 155-56.


Los sentidos II: Olfato y gusto

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Pintarroja (Scyliorhinus canicula). Foto: Toño Maño.

El olfato y el gusto son los sentidos encargados de la quimiorrecepción, es decir, de la captación de los estímulos químicos presentes en el medio y su traducción a impulsos nerviosos. Su funcionamiento es similar a la de los seres humanos y resto de vertebrados. Veamos.

1. EL OLFATO:

El olfato de los tiburones es extraordinariamente agudo. Se trata, de hecho, de uno de sus sentidos más importantes y desarrollados, de ahí que se les haya tildado de "narices que nadan". El tamaño de los lóbulos olfativos, que ocupan la mayor parte de la parte delantera del telencéfalo [ver], da idea de su importancia (en el tiburón blanco, por ejemplo, suponen el 14% de la masa cerebral). Gracias al olfato, el tiburón es capaz de detectar y localizar no solo una posible fuente de alimento en la lejanía, dado que las sustancias químicas disueltas en el agua pueden recorrer largas distancias llevadas por las corrientes, sino (los machos) algo tan fundamental como una hembra receptiva, siguiendo el rastro de feromonas que esta va dejando en el agua [véase Reproducción II: Cortejo y apareamiento]. También es de utilidad para la detección de depredadores y para su sistema de navegación, en sus largas migraciones hacia las zonas de cría, apareamiento y alimentación, mediante la fijación y reconocimiento de marcas químicas.

Para dar idea de la extrema sensibilidad de su sistema olfativo, a menudo se dicen cosas como que un un tiburón es capaz de detectar una gota de sangre en un volumen de agua equivalente al de una piscina municipal, o una parte de una sustancia entre 10-25 millones de partes... que viene a ser como una pelota de golf en mitad del lago Ness... Todo esto lleva a mucha gente a creer que si se me cae una gota de sangre en el mar habiendo un tiburón cerca, me localiza seguro. Pues bien, esto no es del todo cierto. Por un lado, hay que tener en cuenta que estas y otras comparaciones se refieren a las concentraciones relativas de solutos en el agua. Un tiburón jamás va a detectar rastro alguno de nuestra sangre, de nuestro pis, o de la loncha de chorizo que se le ha caído al niño en el agua, a menos que una parte de estas sustancias entre en contacto directo con los quimiorreceptores de su epitelio olfatorio. En segundo lugar, tal vez debido al profundo temor y respeto que todavía inspiran estos animales, se tiende a exagerar y mitificar muchas de sus indudables habilidades. Para poneros un ejemplo, se ha demostrado que, al menos en cuanto a los aminoácidos se refiere, el umbral de sensibilidad de los tiburones no es muy distinto del de los teleósteos¹. Es decir, los tiburones tienen un olfato muy fino y desarrollado, en efecto, pero no exageradamente superior al de unos cuantos peces óseos (naturalmente, esta hipótesis debe ser corroborada por estudios posteriores).

Sea lo que fuere, no es difícil adivinar que los órganos del olfato se encuentran dentro de las narinas, esas aberturas situadas a cada lado de la parte inferior del morro, delante de la boca.

Visera (Deania calcea). Foto: Toño Maño.
Cada narina está formada por un juego de solapas diseñado para dirigir el flujo de agua hacia su interior mientras el tiburón se desplaza o permanece en reposo sobre el fondo. Normalmente las solapas nasales dividen la abertura en dos: una abertura incurrente, de entrada de agua, y una abertura excurrente, de salida, que no siempre es visible, particularmente en los tiburones bentónicos.
Existe una amplia variedad en cuanto a la morfología, tamaño y posición de las narinas dependiendo del tipo de hábitat². Así, por ejemplo, se ha demostrado que existe una correlación entre la longitud narial y la distancia de las narinas a la boca: en las especies costeras pelágicas son más largas y están más separadas de la boca que en las especies bentónicas, lo cual quiere decir que la entrada de agua depende exclusivamente del flujo externo de agua durante la natación.
En algunas especies como la pintarroja de la fotografía de portada, que suelen permanecer quietas sobre el fondo, las narinas están conectadas externamente con la boca por medio de unos surcos nasoorales. Este sistema es de gran utilidad, pues permite la entrada del flujo de agua generado por la acción de las agallas y la boca durante la respiración activa [ver].

Las narinas se abren a los bulbos olfatorios, dos sacos ciegos repletos de sensores químicos, que, diferencia de otros animales, no tienen conexión interna con la cavidad bucal.

 Cerebro y sistema olfativo de una cornuda común (Sphyrna lewini). Observad los dos enormes bulbos olfativos, que parecen pinzas de cangrejo, y su unión al telencéfalo a través de sus respectivos tallos. En consonancia con el tamaño de los bulbos, los lóbulos olfativos del telencéfalo son también grandes (fuente: www.neuroscienceassociates.com).
La cámara interna de cada bulbo está formada por un amplio número de pliegues membranosos —las lamelas— cubiertos por elepitelio olfatorio, la capa de tejido que contiene las células quimiorreceptoras, como se observa en la imagen de abajo³. Ya os imagináis que se trata de una estrategia de optimización de espacio análoga a la de la válvula espiral intestinal [ver]: se trata de multiplicar la superficie sensorial dentro de un espacio limitado. El número y superficie de las lamelas varía de unas especies a otras. Esto es debido, no a causas filogenéticas, sino al tipo de hábitat preferente: las especies bentónicas presentan mayor superficie sensorial y menor número de lamelas que las bento-pelágicas.

Corte de un bulbo olfatorio de una cornuda común (Sphyrna lewini). (Fuente: www.neuroscienceassociates.com)
Cada célula olfatoria contiene una proteína diseñada para reconocer un rango determinado de moléculas "olorosas", en un sistema similar al de las cerraduras y las llaves: así como una llave está construida para encajar en su correspondiente cerradura, cada sustancia posee una forma o estructura química distintiva que va a "encajar" en una determinada proteína. Al igual que en los seres humanos, existe una enorme variedad de estas proteínas con el objetivo de cubrir un amplio espectro químico.

El agua que entra por las narinas baña el interior de los bulbos olfatorios y entra en contacto directo con los quimiorreceptores. El reconocimiento de una determinada sustancia genera alteraciones eléctricas que son enviadas a los grandes lóbulos olfatorios del cerebro, donde son procesadas para su identificación. Cuanto más perfecto sea el encaje de la molécula en su correspondiente proteína, más intensa será la respuesta eléctrica.

Cornuda común (Sphyrna lewini). Fotografía de Chris & Monique Fallows.
Como es natural, el olfato de los tiburones es particularmente sensible a las moléculas que informan de la presencia de elementos vitales para su subsistencia, que son básicamente dos: la comida y el sexo. Se han observado machos de diversas especies nadando detrás de una hembra madura, con el morro apuntando claramente a su cloaca. Se ha comprobado también que el tiburón es especialmente sensible a fluidos de origen animal, particularmente ciertos aminoácidos de las proteínas de la carne y de la sangre (hemoglobina, seroalbúmina) y distintas sustancias presentes en las excreciones animales (betaína, trimetilamina), que son indicadores de una posible fuente de alimento. Cuanto más hambriento está el animal, más se agudiza su sensibilidad química.

Cuando un tiburón detecta un rastro interesante, su reacción es inmediata: ir hacia su origen. Un animal herido imaginémoslo con una herida abierta  crea una suerte de corredor oloroso que puede extenderse a lo largo de varios centenares de metros (algunas estimaciones hablan de más de un kilómetro y medio). El tiburón debe localizarlo, determinar el sentido de flujo con el fin de recorrerlo en sentido inverso, a contracorriente. Típicamente se desplaza moviendo la cabeza de un lado a otro. De este modo se amplía el campo de barrido y se averigua la dirección del rastro de olor, ya que los tiburones son capaces de determinar cual de las dos narinas es la que detecta la mayor concentración de olor y actuar en consecuencia (es decir, el sentido del olfato es direccional). Otra estrategia es nadar en zigzag, cruzando varias veces el corredor; a veces pueden cambiar bruscamente de dirección para asegurarse de que la señal química tiene la misma intensidad en las dos narinas.

Tintorera (Prionace glauca). Foto de Joe Tepper (DivePhotoGuide.com).
Pero los tiburones no solo son capaces de percibir olores dentro del agua. En un fascinante trabajo de anatomía comparada, unos científicos han podido demostrar que el jaquetón oceánico (Carcharhinus longimanus) es capaz de detectar olores ¡también fuera! Al parecer, la estructura anatómica de su sistema olfativo le permite captar burbujas de aire por encima de la superficie y retenerlas en el interior de sus narinas, lo cual les confiere una clara ventaja competitiva sobre los demás depredadores de mar abierto, al permitirles detectar rastros químicos arrastrados por el viento y localizar su origen con mayor rapidez. Ello explicaría la costumbre que tiene este tiburón de sacar el morro fuera del agua.
Algunos científicos sostienen que posiblemente el tiburón blanco (Carcharodon carcharias), que también suele asomar la cabeza por encima de la superficie para controlar lo que hay a su alrededor (lo que inglés se conoce como spy hooping), siga idéntica estrategia: no solo ver, sino oler.

C. longimanus quizá olisqueando el aire. Fotografíado por Gorka Ocio en un viaje por Sierra Leona (véase la deliciosa crónica completa en gorkaocio.blogspot.com).

2. EL GUSTO

Los tiburones tienen papilas gustativas distribuidas a o largo de la boca, la faringe y, al menos algunas especies como el tiburón blanco, también en la base de los dientes. Son como pequeños botones con una fina abertura en el medio donde se encuentran las células sensoriales.
En la boca está la definitiva "prueba del algodón": a través del gusto el tiburón va a determinar finalmente si algo es o no es comida, si vale o no vale la pena comérselo. En caso negativo, se descarta; en caso afirmativo, para dentro. Esto explica, en parte, por qué hay tantos supervivientes de ataques. Y estoy pensando como vosotros en el tiburón más famoso y temido, el tiburón blanco. Algunos científicos creen que en décimas de segundo es capaz de discernir si el bicho que acaba de morder contiene la suficiente cantidad de alimento (entiéndase grasa de alto contenido energético, como la de las focas y ballenas) y, por tanto, vale la pena el gasto energético de su digestión, o si, por el contrario, es mejor escupirlo y reservar el espacio y la energía para otra cosa.
Si es que por mucho que nos empeñemos en tenerles miedo, a estos bichos no les gustamos. Y no me extraña. ¿No opináis lo mismo?

____________________
¹Véase Tricia L. Meredith & Stephen M. Kajiura (2010). "Olfactory morphology and physiology of elasmobranchs."The Journal of Experimental Biology 213, 3449-3456. doi. 10.1242/jeb.045849.
"Although elasmobranchs are reputed to posses greater olfactory sensitivities than bony fishes, they demonstrate comparable amino acid thresholds as teleosts, further highlighting the olfactory system parallels between these two groups." (pp. 3455-56). 
Y termina la cita apuntando que harán falta más estudios para comprobar si los receptores de aminoácidos en los elasmobranquios son similares a los de los peces óseos.

²A este respecto, véase L. L. Timm, F. E. Fish (2012). "A comparative morphological study of head shape and olfactory cavities of sharks inhabiting benthic and coastal/pelagic environments."Journal of Experimental Marine Biology and Ecology, 414-415, pp. 75-84.

³La estructura interna del saco olfatorio es más compleja de lo que mi simplificación deja entrever. El año pasado se publicó un interesantísimo estudio computacional de la hidrodinámica de las áreas olfativas de la cornuda ojichica (Sphyrna tudes) que demostraba que el diseño y posición de cada surco y cada solapa, así como la estructura interna de los sacos, constituían un complejo sistema de regulación del flujo y presión de agua, tanto de entrada (más elevada en las aberturas incurrentes, más baja en las excurrentes), como en la circulación interna: entre las lamelas dorsales y las ventrales se abre un espacio apical que funciona a la manera de un bypass, para aliviar la presión del flujo de agua y así proteger las lamelas.
Estos dos gráficos pertenecen al mencionado trabajo: Alex D. Rygg, Jonathan P. L. Cox, Richard Abel, Andrew G. Webb, Nadine B. Smith, Brent A. Craven (2013). "A Computational Study of the Hydrodynamics in the Nasal Region of a Hammerhead Shark (Sphyrna tudes): Implications for Olfaction."PLoS ONE 8(3):e59783. doi: 10.1371/journal.pone.0059783.
Este gráfico muestra perfectamente como es la estructura interna del saco: las lamelas están divididas en dos grupos, uno dorsal y otro ventral. Entre ambos se abre el canal incurrente, que resulta ser más angosto que el canal excurrente, del que lo separa el espacio apical.
a=anterior; p=posterior; m=medial; l=lateral; d=dorsal; v= ventral.
El estudio consistía en un completo estudio comparativo de la hidrodinámica, estructura, externa e interna, e histología de los aparatos olfativos del Carcharhinus longimanusy de la mielga (Squalus acanthias) y la simulación del movimiento de ambas especies en una unidad de aerohidrodinámica. La conclusión fue que la estructura anatómica del primero le permitía retener, dentro del bulbo olfatorio, burbujas de aire captadas en la superficie: "Estas burbujas se captaban y permanecían dentro de los órganos olfatorios cuando el morro estaba a 1-2 cm por encima de la superficie y el movimiento se realizaba a una velocidad superior a los 1,2 m/seg. A velocidades inferiores, el aire puede permanecer entre las lamelas durante un periodo indefinido de tiempo."¿No es fascinante? 
Por otro lado, las lamelas olfatorias del C. longimanus contienen un elevado número de fibras de colágeno y las células están dispuestas de una forma compacta. En cambio, las lamelas del S. acanthias apenas tienen fibras de colágeno y las células olfatorias no están distribuidas de manera compacta.
Tanto la cita como la información proceden del resumen o abstract del trabajo; me ha resultado imposible encontrar la publicación íntegra. Si alguien desea intentarlo, la referencia completa es: S. V. Savel'ev, V. P. Chernikov (1994). "Oceanic whitetip shark Carcharhinus longimanus can use aerial olfaction for food searching". Voprosi Ikhtiologii, 34(2):219-225.

200 o 2000 tiburones blancos en California

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Un macho joven fotografiado en Guadalupe por George Probst.
La disparidad de opiniones, de puntos de vista e incluso de criterios para abordar o evaluar un determinado asunto no solo enriquecen extraordinariamente el debate científico (en realidad cualquier debate), sino que nos acercan más a la verdad. Sin embargo, hay casos en los que estas divergencias son tan amplias que, lejos de aclararnos algo, lo que consiguen es dejarnos sumidos en el más desolador desconcierto. Hoy os presento uno de estos casos.
A la pregunta de cuántos tiburones blancos puede haber, siquiera aproximadamente, en el área de California central, dos trabajos publicados con tres años de diferencia y firmados, cada uno, por un generoso puñado de reputados especialistas, responden, el primero, que poco más de 200, y el segundo, que poco más de 2000. Y uno se queda helado. ¿Cómo es posible que en tan poco tiempo la cifra se haya multiplicado por 10? Veamos qué dicen el uno y el otro.

Áreas de foto identificación.
1. Chapple et al. 2011¹. El primer estudio recoge las conclusiones de un trabajo de foto identificación realizado entre 2006 y 2008 en dos zonas donde periódicamente se producen elevadas concentraciones de tiburones blancos: Punta Tomales, el extremo noroccidental de Point Reyes, al norte de San Francisco, y los famosos islotes de los Farallones, situados a 30 millas al oeste de la ciudad. Algunos os preguntaréis, como yo en su momento, ¿por qué, tratándose de un espacio geográfico tan amplio, los científicos solo se han centrado en estos dos puntos? Los diferentes estudios de marcado y seguimiento han descubierto un patrón migratorio estacional definido a lo largo de cuatro áreas principales del Pacífico nororiental:
  • El archipiélago de Hawai, 
  • El conocido como White Shark Café, una zona intermedia entre la costa californiana y Hawai.
  • Las aguas de la plataforma continental americana, particularmente punta Tomales, los Farallones y la isla de Año Nuevo, situada a unos 90 km al sur de San Francisco.
  • Isla de Guadalupe, México.
Sin embargo, lo que los autores tuvieron en cuenta fue la elevada tasa de fidelidad geográfica de los tiburones blancos. Sus migraciones muestran un fuerte componente filopátrico es decir, caracterizado por la tendencia a permanecer o regresar todos los años a las mismas zonas de cría y reproducción, a consecuencia del cual se ha llegado a constituir en una población genéticamente diferenciada. Todos los años de agosto a enero² regresan a las aguas de California, pero, según afirman los autores, en dos grupos que suelen mantenerse separados: los de Guadalupe por un lado y los de California por el otro. Y en California, las zonas donde a juicio de los autores se producen, con diferencia, las mayores concentraciones son las elegidas: Tomales y Farallones.

"Área migratoria y rutas de 179 tiburones blancos marcados en la costa de California Central entre 2000-2008. Los tiburones se concentraron principalmente en tres áreas: California, Hawai y una zona intermedia denominada White Shark Cafe."
Aunque el marcado y seguimiento es un sistema válido para realizar un censo de esta naturaleza, los autores alegaron que resultaba caro y que además exigía un esfuerzo continuado a lo largo de varios años. En consecuencia, optaron por la foto identificación, un método más económico pero igualmente efectivo teniendo en cuenta esta particular dinámica poblacional.
Ya sabéis que en los tiburones blancos el dibujo del borde posterior de la aleta dorsal es como una huella digital, cada individuo tiene su propio diseño, único e intransferible (aunque también es verdad que puede sufrir variaciones a lo largo de los años, pero esto los autores no lo dicen). Así pues, la estrategia era atraer a los tiburones de las dos áreas elegidas hasta la lancha con un poco de carnada y un señuelo en forma de foca; tomar fotografías de las dorsales, en superficie o bajo el agua, e identificar a sus dueños; y, finalmente, comparar los registros de un punto y del otro a lo largo de las tres temporadas que duró el proyecto: entre septiembre y enero del 2006, 2007 y 2008. De esta forma reunieron 321 fotografías con las que lograron identificar 130 individuos, adultos y sub-adultos³ de tallas comprendidas entre los 260 y los 530 cm; 69 ejemplares eran machos y 19 hembras, no pudiéndose determinar el sexo de los 42 restantes. Por último, cargaron todos los datos en un complejo programa estadístico de cálculo estimativo de poblaciones. Utilizaron hasta ocho modelos diferentes que arrojaron cifras similares al elegido, un modelo hipergeométrico basado en el cálculo bayesiano. Recordemos: 219 ejemplares adultos y sub-adultos en California central (los ejemplares juveniles quedaron excluidos). Los autores llegaron a aventurar que con toda probabilidad esta cifra representaba aproximadamente la mitad de la población total de tiburones blancos de todo Pacífico nororiental. Un número muy por debajo de lo que debería, si lo comparamos, como ellos hacen, con el tamaño de las poblaciones de otros súperdepredadores, como las orcas y los osos polares.

Los investigadores toman fotografías de un  tiburón al que han atraído con un señuelo en forma de foca (fuente: Stanford University).

2. Burgess et al. 2014⁴. Como es natural, estas cifras provocaron la alarma en la comunidad científica, los grupos conservacionistas, ciertos medios de comunicación y el público interesado. De modo que un puñado de científicos decidió revisar el trabajo de Chapple para comprobar sus cuentas. Y la conclusión, expuesta pormenorizadamente en este estudio recién publicado, es que que la bajísima cifra de 219 ejemplares es producto del empleo de datos incorrectos o sesgados en el modelo de cálculo elegido.
La exactitud de los resultados de un determinado modelo de estimación poblacional dependen de la corrección de los supuestos o hipótesis de los que se parte. Si estos datos son falsos o responden a una información sesgada, el resultado solo puede ser erróneo o escasamente ajustado a la realidad. Por eso, utilizando un conjunto ampliado de datos y de evidencias científicas referidos a la mismas zonas geográficas, y sirviéndose de un modelo hipergeométrico bayesiano similar, el grupo de Burgess obtuvo un resultado bien distinto: para que en Tomales Point y Farallones puedan observarse 219 tiburones blancos de la misma talla y sexo que los observados por Chapple et al., en todo el área de California central debe haber un mínimo de 2148 tiburones blancos de todos los sexos, tamaños y edades.

Dos elementos clave del trabajo de Chapple son objeto de severa crítica. El primero es, como ya os podéis imaginar, el dar por hecho que los ejemplares identificados en Tomales y Farallones representan una muestra aleatoria de la población total de California central y ya ni hablemos de todo el Pacífico nororiental, sobre todo cuando en trabajos anteriores se ha demostrado que los tiburones de una zona raramente visitan la otra, y que a pesar de las migraciones estacionales, está documentada la presencia del tiburón blanco en la costa californiana a lo largo de todo el año. Lo mismo que en México, Hawai y, bien hacia el norte, la Columbia Británica y Alaska. O sea, lo que Chapple ha hecho es, como mucho, un muestreo aleatorio de las poblaciones de Tomales y Farallones, en modo alguno de California central, y mucho menos del Pacífico nororiental. No se ha tenido en cuenta que un porcentaje significativo de tiburones aparentemente no siguen un patrón migratorio definido, ni se han incluido zonas de concentración de tiburones tan importantes como la isla de Año Nuevo, al sur de San Francisco, ni la isla mexicana de Guadalupe. Tampoco se ha valorado que la base de la dieta de ciertos tiburones blancos no son los pinnípedos, sino los peces óseos y, tal vez, los cefalópodos, sobre todo en alta mar, con lo que es más que probable que estos ejemplares no formen parte del grueso de los que se congregan alrededor de las colonias de pinnípedos.

El segundo elemento que se pone en cuestión es el método elegido, la identificación fotográfica de las dorsales, cuya eficacia se compara, contradiciendo estudios que demuestran lo contrario, a la de las etiquetas y transmisores de diversa índole. El motivo es muy sencillo: además de lo ya expuesto y de lo que viene a continuación, es imposible detectar en superficie un número suficiente de ejemplares que permita realizar una estimación de población. Los señuelos con cámara incorporada han demostrado que, sorprendentemente, en no pocas ocasiones los tiburones se aproximan desde abajo, investigan el objeto, y abandonan el lugar pasando totalmente desapercibidos para los investigadores, que aguardan pacientemente en la lancha con sus cámaras fotográficas y sus GoPros preparadas. Por otro lado, la estructura social de los tiburones blancos se rige por patrones de dominio y subordinación: los ejemplares de menor talla ceden el territorio a los más grandes y quedan relegados a un segundo plano, de modo que las posibilidades de ser observados disminuyen considerablemente. Por no hablar de la segregación sexual y por tallas, que condiciona, y de qué manera, la prevalencia de ejemplares de uno u otro sexo y tamaños en un momento y lugar determinados. En definitiva, se observan muchos menos tiburones de los que realmente hay.

A continuación, el equipo de Burgess desmenuza críticamente cada uno de los seis supuestosempleados por Chapple en su modelo poblacional apoyándose en un amplio aparato bibliográfico. De ellos hay tres que llaman poderosamente la atención, incluso de aquellos que, como quien esto escribe, no forman parte de la comunidad científica. Veamos.

Foto: Paul Mannix.
El primer supuesto es el de la Población cerrada, que presupone que durante el periodo de muestreo no ha habido muertes o nacimientos, y que ningún individuo se ha incorporado o ha abandonado la población. Pues bien, resulta que existen abundantes datos que demuestran que esto no es así. Ningún estudio hasta la fecha ha demostrado la existencia de un ciclo anual de retorno a los mismos lugares al menos para en un porcentaje lo suficientemente amplio que valide este supuesto. Se ha comprobado que las hembras probablemente desarrollan un ciclo reproductivo bianual que las mantiene alejadas de sus zonas preferentes durante largos periodos de tiempo. Observaciones a largo plazo desarrolladas entre 1991-2008 han revelado que algunos ejemplares marcados en los Farallones durante el otoño de 1991 estaban entre 1 y 9 años ausentes de la zona sin que pudiera establecerse un patrón migratorio concreto. Otros ejemplares reaparecieron en otoño años después, pero en otros lugares del sur de California si regresaron a los Farallones en años anteriores, lo hicieron tan sigilosamente que nadie pudo registrar su presencia.
Igualmente, una hembra marcada en los Farallones en 2008 reapareció durante la temporada siguiente, en 2009, pero en Guadalupe. En conclusión, no es cierto que durante el periodo de muestreo la población de California haya estado "cerrada", sino bien al contrario.

El segundo supuesto es el del Muestreo homogéneo, que asume que todos los individuos tienen la misma probabilidad de ser observados en las dos zonas elegidas, Tomales y Farallones, puesto que sus poblaciones se intercambian de un modo homogéneo. Sin embargo, si bien es cierto que los tiburones blancos demuestran una fidelidad geográfica hacia las zonas de elevada concentración de pinnípedos, sus presas naturales, la evidencia, recogida a lo largo de diversos programas de marcado y seguimiento, también ha demostrado que existen preferencias individuales por lugares específicos. Esto quiere decir que un tiburón puede tener un área geográfica preferente, que solo abandona para realizar fugaces incursiones a otras áreas vecinas. Por ejemplo, en Australia solo el 52% de los tiburones blancos marcados en las islas Neptuno del Norte visitaron una colonia de pinnípedos en las Neptuno del Sur, a solo 12 km de distancia. Un comportamiento similar se ha registrado también en California con individuos marcados no solo en los Farallones y Tomales, sino en otro lugar de extraordinaria importancia, Año Nuevo, incomprensiblemente no tenido en cuenta por Chapple. Cuando un ejemplar aparecía en otra zona distinta, lo hacía durante un corto espacio de tiempo, lo que parece demostrar la existencia de tiburones "residentes" y tiburones "de paso". Conclusión: no es cierto que todos los individuos tengan idéntica posibilidad de ser observados en un lugar u otro.

Por último, el supuesto número 6, según el cual los tiburones no abandonan su población y luego regresan, es manifiestamente falso. Todos los datos disponibles parecen indicar que las hembras maduras desarrollan un patrón migratorio bianual relacionado con su ciclo reproductivo, lo que hace que estén dos años apartadas de sus lugares habituales de concentración, como por ejemplo, los Farallones. También se ha demostrado que al menos algunas hembras se toman un año de descanso entre dos ciclos reproductivos, a consecuencia de lo cual pueden ser observadas en la misma zona durante dos años seguidos, el de descanso y el del inicio de un nuevo ciclo. Esto quiere decir que un porcentaje elevado de hembras maduras muy posiblemente no hayan podido ser observadas durante el muestreo de Chapple.
Por otro lado, se ha constatado la presencia permanente de tiburones blancos en aguas de Hawai a lo largo de todo el año, lo cual puede querer decir que no todos los tiburones regresan periódicamente a sus lugares de concentración. Es posible que los abandonen y que tarden en regresar.
Fuente: www.montereybayaquarium.org
La conclusión es que la cifra propuesta por Chapple et al., dada la naturaleza de las deficiencias expuestas, es claramente una estimación hecha muy a la baja. Si todos esos factores descritos se hubiesen tenido en cuenta, el número se dispararía con toda probabilidad más allá de los 2000 ejemplares solo en California central. Abundando un poco más en la cuestión, el equipo de Burgess insiste en que con datos tan exiguos, procedentes de una zona geográfica tan limitada, resulta de todo punto imposible determinar, siquiera de manera aproximada, el tamaño de la población total del Pacífico nororiental, que seguramente es varias veces superior a lo que sus datos dejan entrever. Y por supuesto, no se puede comparar el tamaño de la población del tiburón blanco con la de otros súperdepredadores, sobre todo cuando ocupan un hábitat y son de una naturaleza biológica tan dispar como la orca o el oso polar.

Los Farallones fotografiados en un día excepcionalmente claro (y con un objetivo muy bueno) desde la zona de Twin Peaks, San Francisco (fuente: San Francisco Citizen Blog.)

... Y ahora, que cada uno saque su propia conclusión.



>>Véase también Quedan muy pocos tiburones blancos.

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¹Taylor K. Chapple, Salvador J. Jorgensen, Scot D. Anderson, Paul E. Kanive, A. Peter Klimley, Louis W. Botsford, & Barbara Block (2011). "A first estimate of white shark, Carcharodon carcharias, abundance, off Central California."Biology Letters, 7: 581-583. doi:10.1098/rsbl.2011.0124. [ENLACE]

²Para que os hagáis una idea, observad este magnífico gráfico:
"La senda del tiburón. Patrones migratorios estacionales de los tiburones blancos. Los puntos negros representan los tiburones marcados." (Imagen tomada de sfbaywildlife.info).
³Por sub-adultos los autores se refieren a aquellos ejemplares de cierta talla, pero todavía inmaduros sexualmente, que aparecen a lado de los adultos en las zonas de grandes concentraciones.

George H. Burgess, Barry D. Bruce, Gregor M. Cailliet, Kenneth J. Goldman, R. Dean Grubbs, Cristopher G. Lowe, M. Aaron McNeil, Henry F. Mollet, Kevin C. Weng, & John B. O'Sullivan (2014). "A Re-Evaluation of the Size of the White Shark (Carcharodon carcharias) Population off California (USA)."PLoS ONE 9(6): e98078. doi:10.1371/journal.pone.0098078[ENLACE]

No en vano, entre las conclusiones se dice que "la estimación de 219 tiburones blancos adultos y subadultos es útil como un índice o una estimación de mínimos del número principalmente de machos que regresan a dos colonias de pinnípedos de California central" (las negritas son mías).

Estos supuestos están explicados no en el cuerpo del artículo, sino en el material suplementario (Supplemental Information-Methods), y son: a) Población cerrada; b) Todos los individuos, marcados y no marcados, tienen idéntica posibilidad de ser observados; c) El marcado no altera sus posibilidades de supervivencia; d) Los individuos no pierden sus marcas; e) El tiempo de marcado es instantáneo; f) Los animales no abandonan su población y luego regresan.
(Por "marca", "marcado", etc. debemos entender "foto identificación", "foto identificado", etc.)


Anelasma, el percebe parásito

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Negrito (Etmopterus spinax) con una pareja de Anelasmas en la base de la dorsal. Foto de Irvin Kilde tomada de Wikipedia.

En efecto, parece una mezcla de capítulo de Bob Esponja y de historieta de Mortadelo y Filemón, tal vez sazonada con una pizca de película de serie B de los años 50. Pero la historia es real, y bastante seria a juzgar por las consecuencias que este percebe mesoparásito tiene para sus huéspedes. Conozcamos a sus protagonistas.

I. LA CRIATURA. Podríamos despachar este punto diciendo simplemente que el Anelasmasqualicola es un crustáceo cirrípedo del orden de los percebes (Pedunculata) que parasita tiburones de aguas profundas. Pero, como en toda buena novela, nos perderíamos la parte más jugosa y fascinante de todas, su naturaleza y orígenes.
Los percebes son algo así como gambas mutantes que viven permanentemente encerradas tras las paredes de una especie de concha lo que llamamos uña fijada a una roca mediante un pedúnculo; sus patas se han modificado para convertirse en cirros, esas largas estructuras con aspecto de pluma con las que tamizan el agua en busca de nutrientes. En su fase larvaria pasan por dos grandes estadios: larva nauplius, que forma parte del zooplancton, y larva cipris, que es una nadadora rápida y activa en busca de un lugar donde establecerse. Una vez anclada a una superficie tiene lugar la metamorfosis de la que surgirá la criatura en su forma definitiva. La inmensa mayoría de las especies coloniza rocas o cualquier otro objeto flotante, otras se fijan a organismos vivos como ballenas y cangrejos. En general, extraen su alimento del agua circundante, pero unas pocas lo extraen del interior de otras criaturas.

Existen otros percebes parásitos, pero que no se parecen en nada al percebe prototípico, hasta el punto de que solo se han podido identificar como tales gracias a sus larvas. Por ejemplo, los rizocéfalos (Rhizocephala), unos bichos de auténtica pesadilla, de los que existen más de 250 especies. Una vez el cipris se ancla a su huésped (típicamente un cangrejo decápodo), lo que queda tras la metamorfosis es apenas un saco que contiene el aparato reproductor y el sistema nervioso central; lo terrible es lo que no vemos, las raíces que contienen el aparato digestivo se extienden hacia todos los rincones del interior de la víctima, castrándola y dominándola hasta convertirla en un apéndice de su voluntad. El cangrejo llega a proteger el bulbo del rizocéfalo como si fuese su propio saco de huevas... aun tratándose de un macho.
Comparación de un Anelasma squalicola (izq.) con un percebe típico (drcha.): obsérvese la forma y tamaño de los cirros (ci), claramente subdesarrollados en el primero, así como la forma del pedúnculo (pd) del Anelasma, adornado con un buen número de raíces. Las barras de escala representan 0,5 cm. Fuente: Rees et al. (2014), Current Biology.
El caso del Anelasma es bien distinto y extraordinariamente fascinante, como ya observó el propio Charles Darwin en un estudio monográfico sobre los cirrípedos publicado en 1851. En primer lugar, pese a haber cambiado radicalmente su estilo de vida, pasando de filtrador a parásito, morfológicamente todavía conserva el aspecto típico de un percebe: consta de una parte superior o capítulo, si bien desprovisto de cubierta calcárea, y de un pedúnculo, que aquí ha desarrollado unas estructuras en forma de raíces. A nivel interno se observa, entre otros elementos, que contiene seis pares de cirros, pero poco desarrollados y carentes de estructuras filtradoras, lo que los hace inservibles para su función trófica original probablemente están atrofiados.
En segundo lugar, se trata del único percebe que parasita vertebrados, lo que no deja de ser sorprendente habida cuenta de que se conocen varias especies de cirrípedos que viven anclados a diferentes vertebrados del medio marino, como los las ballenas (Coronulidae), y sin embargo ninguna ha dado el salto evolutivo hacia una forma de vida parasitaria. Y como colofón, el último descubrimiento¹ es que su pariente más cercano no es ninguno de estos percebes viajeros, sino un percebe de roca normal y corriente, filtrador y sedentario, del Indo-Pacífico, el Capitulum mitella. La genética y el registro de fósiles confirman que ambas especies comparten un ancestro común, del que empezaron a divergir allá por el Mesozoico, hace unos 120 millones de años.²
Todo lo anterior hace pensar que el Anelasma puede ser una criatura en pleno proceso de divergencia evolutiva, o, si se prefiere, el eslabón entre los cirrípedos filtradores y los parásitos.

Otra pareja de Anelasma en un negrito (Etmopterus spinax). Observad el pedúnculo, que parece una cebolleta, enterrado en el cuerpo del tiburón, y el capítulo, oscuro y sin placas calcáreas, como en los demás percebes. Fuente: Rees et al. (2014). Current Biology.

II. LAS VÍCTIMAS. El Anelasma squalicola se fija al cuerpo de su víctima y hunde el pedúnculo en el tejido muscular. Este pedúnculo, de color lechoso amarillento y aspecto bulboso, ha desarrollado un sistema radicular que se extiende a lo largo del tejido para absorber los nutrientes que necesita, de manera similar a las raíces de los árboles. Las zonas preferentes de anclaje pueden variar de una especie de tiburón a otra, según Yano & Musick³. Así, en los tollos negros (Centroscyllium fabricii) que examinaron estaban situados en la segunda dorsal; en los ejemplares de tollo raspa (Etmopterus princeps), en la boca y primera dorsal; en los de melgacho pardo (E. unicolor), en los pterigópodos y base de las pectorales; en el melgacho granuloso (E. granulosus), en la primera dorsal, el abdomen y en la aleta caudal.
En la mayor parte de los casos, los Anelasma se encuentran formando parejas, posiblemente por motivos relacionados con la reproducción. Aunque son hermafroditas, siempre debe haber un macho que fecunde a una hembra (por cierto, los percebes tienen el pene más largo en relación al tamaño de su cuerpo de todo el reino animal).

Es notable que en todos los casos registrados a nivel mundial los huéspedes son tiburones pertenecientes a la misma familia, la de los tollos o tiburones linterna, Etmopteridae (orden Squaliformes). Estas son las especies que recogidas e investigadas por Yano & Musick en el citado trabajo.
  • Tollo negro (Centroscyllium fabricii), al oeste de Groenlandia.
  • Tolla de peines (Centroscyllium nigrum), en la parte del Pacífico del estrecho de Magallanes, Chile, cerca de la isla Desolación.
  • Melgacho granuloso(Etmopterus granulosus), en Nueva Zelanda.
  • Tollo raspa(Etmopterus princeps), en las islas Canarias.
  • Melgacho de aletas orladas(Etmopterus schultzi), en el Golfo de México.
  • Negrito (Etmopterus spinax), en el norte de España y las Islas Británicas.
  • Melgacho pardo (Etmopterus unicolor), en Nueva Zelanda.
Esta especialización no es única del Anelasma. El Dermopthripius penneri, por ejemplo, un platelminto, solo parasita dos especies de tiburones: el jaquetón picudo (Carcharhinus brevipinna) y el jaquetón manchado (Carcharhinus limbatus).

Negrito (E. spinax) con doble pareja de Anelasma. La barra de escala representa 1 cm. Fuente: Rees et al. (2014), Current Biology.
¿Qué consecuencias tiene el Anelasma para sus víctimas? Pues bastante graves, puesto que afectan nada menos que a su reproducción, bien retardando, bien limitando de alguna forma el desarrollo de sus órganos reproductores (recordemos que estos tiburones de aguas profundas poseen ya de por si una bajísima tasa reproductiva). Lo que Yano & Musick descubrieron fue lo siguiente:
     -Las hembras maduras infectadas presentaban un número notablemente inferior de óvulos maduros que en individuos de su misma talla. Estos óvulos eran, además, bastante más pequeños, y de un color blanquecino a ligeramente amarillento, que los de las hembras sanas, bien amarillos.
     -Los testículos y pterigópodos de los machos maduros infectados estaban menos desarrollados que los de los individuos sanos de talla similar.



Ahora ya conocéis toda la historia (o casi toda). Ni Bob Esponja, ni Mortadelo y Filemón, ni película de serie B. Solo se me ocurren algunas (pocas) analogías con la situación de una ciudadanía que quiere salir adelante pese a un puñado de parásitos que extienden sus tentáculos... y... ... y mejor quedémonos con los tiburones.

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¹Véase David John Rees, Cristoph Noever, Jens Thorvald Hoeg, Anders Ommundsen & Henrik Glenner (2014). "On the Origin of a Novel Parasitic-Feeding Mode within Suspension-Feeding Barnacles". Current Biology, vol 24, Issue 12, pp. 1429-1434. DOI: http://dx.doi.org/10.1016/j.cub.2014.05.030

²No obstante, Yano & Musick (2000) recogen la idea de que su amplio rango geográfico y la distribución de sus huéspedes pueden apuntar al hecho de que el nombre A. squalicola englobe en realidad a varias especies.

³Kazunari Yano & John A. Musick (2000). "The Effect of the Mesoparasitic Barnacle Anelasma on the Development of Reproductive Organs of Deep-Sea Squaloid Sharks, Centroscyllium and Etmopterus."Environmental Biology of Fishes, 59: 329-339.



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