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Odón de Buen y un peregrino

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Odón de Buen.

Lo que sigue es apenas una pequeña anécdota ocurrida hace casi 100 años, a finales de un mes de julio como este, gozosamente comentada por la prensa de la época. Sus protagonistas fueron un tiburón peregrino, la familia real, que holgazaneaba en Santander, y la figura clave de la Oceanografía de este lugar tan triste llamado España: D. Odón de Buen.

"El principe de Asturias y el infante D. Jaime, con su profesor señor Loriga, viendo el tiburón pescado á nueve millas de la costa". Fuente: Mundo Gráfico: Revista popular ilustrada, miércoles 31 de julio de 1918, Biblioteca Nacional de España.
SANTANDER 26 (10,30 n.). Los tripulantes de la lanchilla de pesca de Santoña "Virgen del Puerto", al regresar esta mañana se vieron sorprendidos por la presencia de un tiburón, a una milla próximamente de cabo Mayor. 
     El patrón de la lancha dispuso todo lo conveniente para darle caza, y se le tiró un arpón que fué a clavarse en el lomo del selacio, que, al sentirse herido, dió tan fuerte sacudida, que en uno de los coletazos estuvo a punto de echar un hombre al agua. El arpón quedó retorcido y roto; pero como el tiburón estaba mortalmente herido, pudieron los tripulantes de la lanchilla largar unos cabos, amarrarle y meterle a bordo. Sobre cubierta continuó dando coletazos, y algunos de los pescadores hubieron de darle varios cortes con una navaja para rematarle. 
     De la llegada de este ejemplar al puerto, tuvo noticia el director del Instituto Oceanográfico, D. Odón de Buen, quien inmediatamente se presentó en la lancha y examinó el tiburón. Este fué trasladado a la Estación de Biología marina para su estudio. 
     Se trata de un ejemplar "Cetorhinus maximus", joven, de tres metros veinte centímetros de largo. Estos ejemplares llegan a medir catorce metros. Es el segundo de esta familia que se ha conseguido coger en las costas españolas. El primero es el que es halla en el Museo de Historia Natural de Madrid. 
     El señor de Buen se propone conservar la cabeza del tiburón y enviar las vísceras para que sirvan de estudio a las señoritas pensionadas por el Instituto Oceanográfico que se encuentran en San Sebastián. 
     El príncipe de Asturias y el infante D. Jaime visitaron la Estación de Biología para ver el tiburón. Luego recorrieron el "Acuarium" acompañados de sus profesores los señores Dóriga y Antelo, del marqués de Viana y del conde del Grove.
El Sol, 27 de julio de 1918.

Odón de Buen fue un firme defensor del republicanismo, del laicismo y del pensamiento libre, y una de las figuras clave en el desarrollo de nuestra ciencia, cuyo estudio se propuso modernizar incorporando en su labor docente las más novedosas técnicas, materiales y modelos científicos... en contra de todo y de todos. Su empeño en introducir en España algo tan peligroso como la teoría de la evolución le valió la expulsión de la cátedra de Zoología de la universidad de Barcelona, y la presión conjunta de la Iglesia y la alta sociedad ultra conservadora logró incluir parte de su copiosa obra en el Índice de Libros Prohibidos.
En una excursión científica a bordo del buque Balear, 1908.
Su extensísima obra comprende decenas de tratados científicos y centenares de artículos periodísticos. Pero la culminación de la labor científica de este aragonés de secano fue la creación, en 1914, nada menos que del Instituto Español de Oceanografía. La ciencia, la educación y la libertad frente al oscurantismo y la servidumbre moral e intelectual ligada al imperio de una religión de estado.
"Fui siempre partidario de la enseñanza laica y enemigo irreconciliable de la escuela oficial española, ayuna de buen plan pedagógico, rutinaria, arcaica en procedimientos, en materiales, en locales, y con un personal reclutado en una selección al revés, confesional en exceso y deficiente de enseñanzas ciudadanas, fuera de las realidades de este mundo por pensar demasiado en el otro mundo."
Más adelante explicaría su sentido del laicismo: “El laicismo es hoy la más preciada libertad. No se opone el laicismo a la religión ni la persigue. El laicismo es tolerancia a la conciencia ajena; pero la conciencia está fuera de la órbita del Orden Público, y no se puede aceptar que en las relaciones sociales se quiera imponer a los demás el dictado de la conciencia”. Y uno ya se imagina como termina la historia.

"El principe de Asturias viendo el tiburón pescado a tres millas de la costa y que ha sido regalado al Museo Oceanografico de Santander." Fuente: La Acción, 29 de julio de 1918, Biblioteca Nacional de España.
También estuvieron a verle [al tiburón peregrino] el príncipe de Asturias y el infantito don Jaime, acompañados de su profesor, señor Antelo, y del conde de Grove. Don Odón de Buen, que se encontraba en aquel momento en la Estación de Biología de Marina [sic], aprovechó la ocasión para dar á los augustos niños una verdadera conferencia científica. (La Vanguardia, 27 de julio de 1918).

Pocos años después la victoria del bando nacional-católico en la Guerra Civil cortó del modo más sangriento aquel proceso de renovación y modernización del país a través de la ciencia, la cultura y la educación. Y de qué manera: con la muerte, la represión y el exilio. La imagen de un viejo de 74 años, enfermo y medio ciego, encerrado durante un año entero en la cárcel de Palma de Mallorca sin el más mínimo atisbo de misericordia, es un pálido reflejo del odio visceral que espíritus libres como de Buen despertaron en la miserable canalla. De algún modo recuerda la trágica escena de otra de nuestras grandes figuras, esta de las letras, D. Antonio Machado, cruzando la frontera francesa a pie bajo una lluvia torrencial, llevando a su madre enferma, junto a centenares de compatriotas que cargaban los enseres que apresuradamente habían podido rescatar de sus hogares.

Tras un canje de prisioneros, que solo resultó posible debido al escándalo internacional que había provocado el fusilamiento, la madrugada del 3 de septiembre de 1936, de uno de sus hijos, Sadí, médico y científico de renombre que contribuyó decisivamente a la erradicación del paludismo en España (su trabajo, por cierto, se destruyó tras su muerte, y ante el grave repunte de la enfermedad en los años 40, hubo que empezar desde cero), de Buen pudo salir de prisión y marchar al exilio a Francia. Pasó unos pocos años en Banyuls-sur-mer, a pocos kilómetros de Collioure, donde acabarían instalándose Machado y su madre, y tras la muerte de su mujer decidió trasladarse a México. Allí murió en 1945. Tenía 82 años.
                           Contemplando el tiburón 
SANTANDER 27 (2 t.). A las once y media de la mañana salió de Palacio la reina Victoria, con las infantas doña Cristina y doña Beatriz y el infante D. Gonzalo, dirigiéndose al Instituto para ver el tiburón cogido ayer.
El director del Instituto, Sr. De Buen, enseñó a las augustas personas el acuario, que les agradó mucho. [...] A la una y media salió el Rey, con su secretario, Sr. Torres, y fué también a ver al tiburón. (El Sol, 28 de julio de 1918).
En Madrid hacia 1925.
En 2003, los restos de Odón de Buen fueron llevados de vuelta a España y enterrados en su pueblo natal, Zuera. Según parece, allí le han levantado monumentos y hecho homenajes sin fin... tras haberlo crucificado miserablemente:
“En el Archivo Histórico Provincial de Zaragoza se encuentran múltiples papeles con las acusaciones de sus vecinos de Zuera, por ser significado republicano, masón, ateo y hasta marxista. Todos los cargos tenían por objeto, además de la venganza, la incautación de sus bienes en Zuera, con la notable pirueta legal, por llamarla de alguna manera, según la cual el inculpado debía “responder civilmente por los daños o perjuicios de todas clases que hubiera ocasionado directamente como consecuencia de su oposición al triunfo del Movimiento Nacional”. Embargaron su casa con todo lo que había dentro, cuya relación de bienes se realiza con sobrecogedor detalle. “El mobiliario del despacho, por cierto, se lo quedó mosén Fernando, el cura de Zuera”. “Lo que no debieron encontrar son los libros que Odón de Buen había guardado allí con idea de retirarse algún día; fueron quemados en la plaza pública por los falangistas, en los primeros días de la Guerra, igual que fue arrastrado por las calles del pueblo el busto que le había hecho Mariano Benlliure y que estaba en el Grupo Escolar”. (Antonio Calvo Rey, Odón de Buen: Toda una vida, citado por Rafa Ruiz en su artículo de recomendable lectura "Odón de Buen: por la ciencia, el laicismo y la república", blog elasombrario.com).
Unos años antes, y gracias al empeño y compromiso con sus vecinos de aquel viejo republicano, masón, ateo "y hasta marxista", Zuera pudo gozar de una biblioteca municipal y un colegio.

La figura de Odón de Buen, como la de otros muchos intelectuales republicanos, fue sepultada por el régimen fascista bajo el más escandaloso y vil de los silencios... que todavía hoy sigue de algún modo vigente. Apenas se le han dedicado unos pocos artículos y algún que otro documental coincidiendo con el centenario del Instituto Español de Oceanografía. Lo demás sigue siendo oscuridad y silencio, y nosotros, un país de segunda... que además sigue todavía empeñado en deshacerse de sus hombres de ciencia. La vieja consigna del "que inventen ellos" la llevamos impresa en la boina como los americanos el "In God we trust" en sus billetes.
Menos en lo que nos interesa, somos un país de peregrinos.

Foto: Alex Mustard.


Una cría de tintorera en Corrubedo

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Esta tintorera (Prionace glauca) se la encontraron hoy a mediodía unos niños en la playa da Ladeira, Corrubedo. Su sorpresa fue morrocotuda, aunque parece que se levantó algo más que expectación entre los bañistas que observaron como se llevaban el tiburoncito hasta el puesto de vigilancia.
A mi llegada, los de Protección Civil ya se lo estaban llevando para las dependencias municipales, a la espera de que viniesen los de la CEMMA para estudiarlo, pero amablemente me dejaron echarle un vistazo y hacerle unas fotos.

Se trataba de un pequeño macho de alrededor de 60 cm (medidos a ojo y deprisa y corriendo), copia exacta miniaturizada de las tintoreras que vemos en los documentales de la tele. Como se puede apreciar en la imagen, todavía no se le había cicatrizado el punto de inserción del cordón umbilical. Vamos, que era una cría de poco más o menos la edad de los niños que la habían encontrado.


Y es que las tintoreras se nos parecen mucho. Su modo reproductivo, de hecho, es muy parecido al de las personas: durante su gestación, que dura entre 9 y 12 meses, los embriones reciben alimento directamente de la madre a través de un cordón umbilical, en una conexión de tipo placentario. Esto se conoce como viviparismo placentario [véaseReproducción VI: Viviparismo placentario]. Los partos tienen lugar en primavera y verano, y, a diferencia de nosotros, desde el mismo momento en que nacen, los pequeños son independientes, están perfectamente formados y preparados para salir adelante por sus propios medios. En la subespecie española del Homo sapiens este paso puede demorar unos 30-40 años.

Las crías de tintorera miden al nacer entre 35-44 cm (algunos autores sostienen que por encima de los 50 cm), y suelen permanecer en sus zonas de cría hasta que alcanzan los 130 cm aproximadamente, que viene a ser más o menos cuando cumplen los 2-3 años. No es habitual encontrárselas tan cerca de nuestras costas, pero tampoco es algo fuera de lo normal. La costa de Galicia forma parte de su área natural de cría. Se ven muchas tintoreras a pocas millas de tierra y de vez en cuando pues es inevitable que aparezcan en una playa. De hecho, los de Protección Civil me comentaron que hace pocos días aparecieron otras dos crías en la zona de Corrubedo. El año pasado fue particularmente prolífico en el número de avistamientos, lo que dio lugar a algún que otro articulito en prensa... un tanto recargado de sensacionalismo... [véase Sobre la supuesta "plaga" de tintoreras en Galicia].


Lo que importa, lo que todo el mundo debe saber, es que no hay absolutamente motivo alguno para la alarma o la preocupación. Primero, porque estos bichos son peces normales y corrientes, como los mujos o las sardinas, y no están ahí para atacarnos, sino para crecer y hacerse mayores. Segundo, porque como es obvio su tamaño no da para tanto. Tercero, porque sus papás y mamás, que pueden llegar a superar los 3 metros y medio, no vienen con ellos, sino que, bien al contrario, viven a muchas millas de nuestros flotadores: los papás se largan tan pronto termina la cópula, y las mamás, tan pronto dan a luz (son bichos muy inteligentes). Y cuarto, porque ni siquiera comen personas, no les interesamos lo más mínimo; la base de su alimentación son peces medianos y pequeños, cefalópodos, otros tiburones... e incluso algún pájaro que decide echarse la siesta en la superficie. De momento, la abuela puede seguir bañándose tranquila, y el resto de la familia también.

Praia da Ladeira.

Como curiosidad, estas fotos fueron tomadas hoy mismo a una milla al sur de Oia. Qué diferencia verlas vivas, a que si.

Colas de zorro (fam. Alopiidae)

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Zorro (Alopias vulpinus). Foto: Scott Sheehan.
La inconfundible familia de los zorros marinos, Alopiidae, comprende tres especies, dos de las cuales están presentes en aguas de Galicia: el zorro (Alopias vulpinus) y el zorro negro (Alopias superciliosus).
Los alópidos pertenecen al orden de los Lamniformes, como los marrajos, el tiburón blanco, el peregrino, o el tiburón duende, con los que comparten rasgos anatómicos como un cuerpo cilíndrico con cinco pares de largas aberturas branquiales laterales, ojos sin membrana nictitante situados delante de las comisuras bucales, narinas sin barbillones, válvula espiral anular, etc. [véase Claves de los Lamniformes].
Es evidente que el elemento que los distingue como grupo es la forma característica de su enorme aleta caudal, cuyo lóbulo superior puede llegar a tener la misma longitud que el resto del cuerpo. Los zorros la emplean para cazar: utilizándola a modo de látigo para aturdir o matar a sus presas favoritas (peces medianos a pequeños y cefalópodos).

Zorro pelágico (Alopias pelagicus) golpeando una bola de sardinas con su larga cola en isla Pescador, Filipinas. Fuente: Simon P. Oliver et al. (2013)¹
Identificar tiburones zorro resulta sumamente sencillo si sabemos poner el ojo en el lugar adecuado, como se suele decir. Vamos allá:


A. Ojos enormes, cuyas órbitas se extienden hacia la superficie dorsal. Cabeza con un característico casquete cefálico delimitado por unos surcos laterales en forma de V; la superficie entre los ojos es plana. Morro largo y apuntado. Dientes grandes, dispuestos en 22-27 filas en la mandíbula superior. Primera dorsal situada más cerca de las aletas pélvicas que de las pectorales. Color gris azulado a parduzco, oscuro en el dorso que va aclarándose progresivamente hacia la superficie ventral, que es de un tono blancuzco que no llega a extenderse por encima de las pectorales. Alopias superciliosus (zorro negro).

Alopias superciliosus. Fuente: www.pacificsharks.org.
Foto: Gonzalo Mucientes.

>B. Ojos de tamaño más reducido, no extendidos hacia la superficie dorsal. Cabeza sin "casco" y de superficie fuertemente arqueada entre los ojos. Dientes más pequeños, dispuestos en 32-52 filas en la mandíbula superior. Primera dorsal en posición intermedia entre las aletas pectorales y las pelvianas, o ligeramente más próxima a las primeras.

     B.1. Cabeza ancha, de morro corto y frente fuertemente arqueada. Boca con surcos labiales. Pectorales falcadas y apuntadas. Color gris azulado con tonos casi metalizados (en fresco) en el dorso y blancuzco en la superficie ventral, extendiéndose por encima de las aleas pectorales; el cambio de color es brusco e irregular. Alopias vulpinus (zorro).

Alopias vulpinus. Foto: Toño Maño.

     B. 2. Cabeza estrecha, con el morro más alargado que la especie anterior y la frente casi recta. Boca sin surcos labiales. Pectorales no falcadas y de ápices anchos, no apuntados. Color azul intenso en el dorso y blanco en el vientre, pero nunca sobre las aletas pectorales. Alopias pelagicus (zorro pelágico).

La inmensa mayoría de las imágenes de alópidos vivos en en su medio que podéis encontrar en la red y en los documentales corresponden a esta especie del Indopacífico; existen pocas del zorro negro (A. superciliosus) y muy pocas del zorro común (A. vulpinus). Tal vez por eso no son pocas las ocasiones en las que observamos errores de identificación, particularmente con este último. El truco más sencillo para evitar confusiones (o que nos quieran dar gato por liebre) es fijarse en las aletas pectorales: si hay una franja blanca encima, es un A. vulpinus; si no la hay, un A. pelagicus, además de lo ya dicho (forma del morro y pectorales, etc.).

Alopias pelagicus. Fuente: divernet.com.

Es curioso notar que de estas tres especies de alópidos sólo una, el zorro (Alopias vulpinus), es propiamente endoterma, como los marrajos: sus paquetes de musculatura roja se encuentran dispuestos en el interior corporal albergando la rete mirabile [véase La musculatura del tiburón]. El zorro negro (Alopias superciliosus), en cambio, solo posee endotermia craneal. Esto tal vez está relacionado con el tipo de hábitat preferente de cada especie: el A. vulpinus es la especie con una distribución más amplia en latitudes altas; la del A. superciliosus es más reducida, si bien diversos estudios de telemetría han demostrado que pasa gran parte de las horas diurnas en profundidades donde el agua ronda los 6-12ºC; en cambio, el A. pelagicus se encuentra en la franja tropical y subtropical².

Los alópidos figuran en la Lista Roja de la IUCN con el estatus de Vulnerables. Sus poblaciones están disminuyendo a un ritmo alarmante. En España y la UE su captura está prohibida.

> Véase: Zorro (Alopias vulpinus).

_________________________________
¹Simon P. Oliver, John R. Turner, Klemens Gann, Medel Silvosa, Tim D'Urban Jackson (2013). "Thresher Sharks Use Tail-Slaps as a Hunting Strategy". PLoS One 8(7): e67380. doi: 10.1371/journal.pone.0067380.
²C. A. Sepulveda, N. C. Wegner, D. Bernal & J. B. Graham (2005). "The red muscle morphology of the thresher sharks (family Alopiidae)". Journal of Experimental Biology, 208, 4255-4261. doi: 10.1242/jeb.01898.

Zorro negro (Alopias superciliosus)

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Foto: Jason Arnold.

Zorro negro

Alopias superciliosus(Lowe, 1840)

(es. Zorro negro, zorro ojón; gal. Raposo ollón; in. Bigeye Thresher; port. Zorro olho grande.)

Orden: Lamniformes
Familia: Alopiidae


El zorro negro es el más misterioso y más amenazado de los tres zorros marinos que conforman la familia Alopiidae; es además el que ofrece un diseño corporal más extravagante, particularmente la cabeza... Pero por todo ello es quizá también la especie más interesante.
Parece obvio que su rasgo más característico son sus enormes ojos (de donde le viene el apelativo "ojón", así como su nombre científico, super+ciliosus), cuya peculiar disposición, extendidos hacia la superficie dorsal de la cabeza, le permite detectar a sus presas desde abajo, recortadas contra la superficie, mientras nada lentamente camuflado en las profundidades, el color oscuro de su dorso haciéndolo prácticamente invisible.
Sin duda, un animal fascinante que merece ser conocido... antes de que acabemos con él.

Fuente: CEPSUL, ICMBio.
Descripción: Cuerpo robusto, cilíndrico, terminado en una caudal larguísima, cuyo lóbulo superior casi alcanza la longitud corporal. Las órbitas de los enormes ojos se extienden hacia la superficie dorsal. La cabeza presenta un característico "casco" o coraza claramente delimitada por unos surcos laterales con forma de V. A diferencia de los demás alópidos, la superficie dorsal de la cabeza entre los ojos es ligeramente plana, no curvada. El morro es largo y apuntado.
La primera dorsal está situada más cerca de las aletas pélvicas que de las pectorales. Las aletas pectorales son muy grandes y de ápice no tan afilado como en el A. vulpinus. Las pélvicas son también grandes, aproximadamente de la misma altura que la primera dorsal. La segunda dorsal y la anal son diminutas; la primera está más adelantada que la segunda.
En cuanto a la librea, presenta en el dorso un color azul oscuro plomizo a violáceo, o gris oscuro con un tono parduzco, que va aclarándose progresivamente hacia la superficie ventral, de un tono blanquecino sucio. No hay cambios bruscos de color ni franja blanca encima de las aletas pectorales.

Foto: Gonzalo Mucientes.
Dentición: Dientes parecidos a los del zorro (Alopias vulpinus): base ancha con una sola cúspide de bordes lisos relativamente estrecha e inclinada. A diferencia del A. vulpinus, los dientes del A. superciliosus son más grandes y menos abundantes: están dispuestos en 19-27 hileras en la mandíbula superior y 20-24 en la inferior; el tercer diente superior es de tamaño similar a los demás, no más pequeño.

Fuente: flmnh.ufl.edu
Talla: Miden entre 100-140 cm al nacer¹ y pueden llegar a alcanzar al menos los 480 cm de longitud total. Los machos maduran entre los 270-290 cm y las hembras entre 330-350 cm,

Reproducción: Vivíparo aplacentario (ovovivíparo) con oofagia. El zorro negro tiene la menor tasa reproductiva de todos los alópidos, que ya de por si es baja en extremo: tienen de 2 a 4 crías por camada (sobre todo 2), y una maduración muy tardía para una especie con una esperanza de vida de 19-20 años: los machos maduran a los 9-10 años y las hembras entre los 12-14 años.
El periodo de gestación es probable que sea de unos 12 meses, pero faltan evidencias que lo confirmen; los partos se producen a lo largo de todo el año, aunque en el Atlántico parecen ser más frecuentes en otoño e invierno. El Estrecho de Gibraltar es una zona de cría.

Fuente: Apex Predators Program, NOAA / NEFSC, a través de fishesofaustralia.net.au
Dieta: Se alimenta principalmente de peces pelágicos gregarios de tamaño mediano a pequeño como arenques, sardinas, lanzones y peces aguja; peces de fondo como la merluza, y también cefalópodos y crustáceos. Es un cazador visual: se sirve de la peculiar anatomía de sus ojos para localizar a sus presas desde el fondo, y utiliza su cola para aturdirlas o matarlas, blandiéndola como un látigo.
Al menos en el Mediterráneo hay constancia de que se atreve con bichos más grandes e indudablemente más peligrosos. En 1994 apareció en Tavolara (una pequeña isla al norte de Cerdeña) una hembra de 4 m con un enorme tajo en la frente, justo entre los ojos, de cuyo interior se logró extraer un trozo de 15 cm perteneciente al pico de un pez espada. Cabe la posibilidad de que haya sido el pez espada quien atacó al tiburón sin que hubiese provocación alguna.

Hábitat y distribución: El zorro negro es una especie que ocupa una amplia variedad de hábitats: epipelágica, nerítica y epibéntica. Se encuentra tanto en aguas de la plataforma continental e insular próximas a la costa como en mar abierto, desde la superficie hasta, por lo menos, los 723 m de profundidad.
Aunque suele encontrársele en zonas donde la temperatura del agua en superficie oscila entre los 16-25ºC, parece tratarse de un tiburón euritermo (es decir, capaz de soportar grandes variaciones de temperatura). Recientemente se han detectado patrones de desplazamiento vertical: por el día permanece durante más de 8 horas a profundidades de entre 300 y 500 m, en temperaturas de 6-12ºC, y por la noche asciende hasta los 10-100 m, donde la temperatura es de 20-26ºC.
El tipo de hábitat tal vez determina que el zorro negro solo posee endotermia craneal, a diferencia del zorro común, de aguas más frías, que es corporal, como en los marrajos²

Según Ebert et al. 2013.
Distribución mundial en aguas templadas y tropicales. En esta parte del Atlántico las capturas suelen ser esporádicas: Islas Británicas, golfo de Vizcaya, Portugal, Azores, Madeira, Canarias, etc. Es un potente nadador, capaz de desplazarse distancias superiores a las 1500 millas, de modo que, al menos en determinadas áreas, las variaciones en sus números y distribución pueden depender de factores relacionados con migraciones estacionalesque es fundamental conocer³. Este mismo año (2014) hemos conocido el primer registro en aguas del sureste de la India.
En aguas gallegas es bastante menos frecuente que el zorro común (Alopias vulpinus). Como curiosidad, el 5 de febrero de 1999 apareció un ejemplar a pocos metros del muelle de Cesantes (Redondela), en plena ensenada de San Simón, al final de la ría de Vigo. Medía 351 cm, "de los cuales 167 correspondían a la cola".

Foto: Gonzalo Mucientes.
Pesca y estatus: Tiene un gran interés comercial, puesto que se aprovecha integralmente, si bien su carne no es tan apreciada como la del A. vulpinus. Se captura con palangre, redes de deriva, etc.
Como ya apuntamos, la biología reproductiva de la especie la hace muy vulnerable a la sobrepesca. Se han constatado importantes caídas de sus poblaciones a nivel global, en algunas zonas se encuentra al borde de la extinción... o ya extinguida. Un informe de la FAO sostiene lo siguiente: "A menos que se demuestre lo contrario, lo prudente es considerar la especie como completamente explotada o sobreexplotada a nivel global". Los datos de capturas no suelen ser fiables, dado que normalmente se descarga mezclado con las otras dos especies de zorros marinos. Lo que quiere decir que es probable que las cifras sean a la baja. En los dos lados del Atlántico norte, EEUU y UE, su captura, descarga, trasbordo y retención a bordo están terminantemente prohibidas. Figura en el Apéndice I de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, que obliga a los diferentes estados a cooperar para su conservación.

Está incluido en la Lista Roja de la IUCN bajo el estatus global de Vulnerable. No obstante, en el Atlántico occidental, las poblaciones del norte y zona centro están calificadas como En peligro, y la del sur Casi amenazada. En el Mediterráneo, el estatus es de Datos incompletos.


>> Para más información sobre otros alópidos véase Colas de zorro (fam. Alopiidae) y Zorro (Alopias vulpinus).

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¹Posiblemente las tallas de nacimiento vienen determinadas por parámetros geográficos o ambientales. Así por ejemplo, parece que los neonatos del Pacífico NW son los más grandes. Véase Che-Tsung Cheng, Kwang-Ming Liu & Yung Chou-Chang (1997). "Reproductive biology of the big eye thresher shark, Alopias superciliosus (Lowe, 1839) (Chondrichthyes: Alopiidae), in the northwestern Pacific". Ichthyological Research, vol 44, Issue 2-3, pp. 227-235.

²C. A. Sepulveda, N. C. Wegner, D. Bernal & J. B. Graham (2005). "The red muscle morphology of the thresher sharks (family Alopiidae)". Journal of Experimental Biology, 208, 4255-4261. doi: 10.1242/jeb.01898.

³Hiroaki Matsunaga & Kotaro Yokawa (2013). "Distribution and ecology of the bigeye thresher shark Alopias superciliosus in the Pacific Ocean."Fisheries Science, Vol 79, Issue 5, pp. 737-748.

A. M. Gowthaman, P. Jawahar & V. K. Venkataramani (2014). "New occurrence of big eye thresher shark Alopias superciliosus lowe, 1841 in Gulf of Mannar, southeast coast of India". Indian Journal of Geo-Marine Sciences, Vol 43(5), pp. 883-885.

Véase Estanislao Fernández de la Cigoña & José Manuel Oujo (1999). "Sobre o achado dun tiburón da especie raposo do mar ollón, Alopias superciliosus, no interior da ría de Vigo, Cesantes (Redondela), no inverno de 1999". Fauna das augas galegas: Crustáceos, peixes, réptiles, aves e mamíferos. Colección Natureza Galega vol. XIV. AGCE/IGEM, Vigo, pp. 21.24.
Los autores no ofrecen datos sobre el sexo ni estado de conservación. Tal vez fuese un descarte, o tal vez el animal se internó en la ría desorientado o enfermo. Al no haberse practicado necropsia alguna, la cuestión queda en el aire. 

Información tomada del informe sobre la especie elaborado por la IUCN Red List.


Apristurus en Galicia

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Pejegato abisal (Apristurus profundorum). Foto: Toño Maño.

No sabemos lo que tenemos.
Los muestreos que en el 2011 se llevaron a cabo en el banco de Galicia bajo el proyecto INDEMARES están arrojando unos resultados sencillamente espectaculares, sacando a la luz un patrimonio natural oceánico mucho más rico de lo que imaginábamos.
Hace pocas semanas se publicaba un valioso trabajo¹ firmado por Rodríguez-Cabello, M. Pérez y el maestro Rafael Bañón que daba cuenta de los primeros registros en el mar de Galicia de tres tiburones de aguas profundas extraordinariamente raros y muy poco conocidos, todos pertenecientes al género Apristurus, el de los colayos o pejegatos (familia Scyliorhinidae, o sea, parientes más o menos cercanos² de nuestras pintarrojas): el pejegato abisal (Apristurus profundorum), el pejegato fantasma blanco (Apristurus aphyodes) y el pejegato cabezón (Apristurus melanoasper).
La mayor parte de los Apristurus de que tenemos noticia viven en aguas muy profundas, desde los 500 hasta casi 2000 m, o más. Estas cotas los dejan fuera, por el momento, del alcance de las artes de profundidad, lo cual, por un lado, significa que están a salvo del peligro, pero por otro, debido a la escasez de registros, hacen que sean grandes desconocidos para la ciencia, tanto en lo que respecta a su biología como a la identificación de especies válidas. Puede decirse que estamos ante el género más amplio y menos conocido de todos tiburones... y también el más confuso en términos taxonómicos.

Apristurus sp. fotografiado en el fondo marino por un vehículo no tripulado. Fuente: people.whitman.edu
Hasta ahora se conocen unas 37 especies de pejegatos. De ellos, una tercera parte se ha descrito exclusivamente a partir de un holotipo; al menos cuatro holotipos se han perdido o han desaparecido tal vez para siempre; y la identificación de cerca de otro tercio se ha hecho sobre la base de un número exiguo de ejemplares. La conclusión no puede ser otra que algunas especies probablemente sean de dudosa validez³. Como contrapartida, la amplia distribución del género hace pensar que muy probablemente, a medida que vamos ampliando el conocimiento—todavía muy pobre de la fauna del talud continental de muchas zonas del Planeta, el descubrimiento de especies nuevas se va a incrementar sustancialmente.

Apristurus profundorum. Foto: Toño Maño.
Características generales del género Apristurus. Al escaso número de registros y la cuestionable validez de algunas especies, hay que añadir el problema de la identificación. Salvo algunos casos, los Apristurus son muy puñeteros, si me permitís la expresión. No son excesivamente difíciles de reconocer como grupo: todos tienen un morro más o menos alargado y espatulado (aplanado dorsoventralmente), y, junto con la cabeza, expandido lateralmente; narinas grandes con pequeñas solapas anteriores y sin conexión con la boca; pliegues labiales bastante largos; dorsales pequeñas, sin espinas y en posición muy retrasada; aleta anal muy larga, de forma más o menos triangular, y separada de la aleta caudal por apenas una muesca o escotadura; caudal alargada; y coloración uniforme, entre otros rasgos.

Fuente: Samuel P. Iglésias. Chondrichthyans and Cyclostomata from the North-eastern Atlantic and the Mediterranean(A natural classification based on collection specimens, with DNA barcodes and standarized photographies). Provisional version 07, 1 April 2013. http://www.mnhn.fr/iccanam
Características individuales. Sin embargo, individualmente ya es otro cantar, porque muchas veces los caracteres significativos que nos permiten distinguir una especie de otra son tremendamente sutiles y difíciles de captar para los no especialistas (y para algunos especialistas también). Muchas especies son tremendamente parecidas entre si, y sus aletas y cuerpos blandos, fácilmente deformables en algunos puntos, dificultan sobremanera la toma de biometrías y, por tanto, su identificación, aun habiéndose mejorado notablemente los descriptores morfológicos en estos últimos 20 años gracias a diversos trabajos de revisión del género. Por poner un ejemplo un poco superficial, los cuatro pejegatos de la imagen de arriba parecen claramente diferentes en cuanto al color y la forma de ciertas partes del cuerpo; pues bien, los dos primeros son en realidad de la misma especie, Apristurus laurussoni o colayos de Islandia; el tercero es un pejegato cabezón (A. melanoasper) y el cuarto un pejegato fantasma blanco (A. aphyodes). Esto quiere decir que rasgos morfológicos en apariencia tan evidentes como pueda ser el color  no significan nada por si solos, sino que deben ponerse en relación con los demás. Para que os hagáis una idea, los mayores especialistas en Apristurus recomiendan nada menos que 75 biometrías, además de cómputos vertebrales, dentales y del número de vueltas de la válvula espiral. Y si es posible, todo ello complementado con una muestra de tejido para un análisis genético. Igualmente, como ocurre con otros tiburones, otro elemento que se tiene en consideración es la forma, tamaño y disposición de los dentículos dérmicos de ciertas zonas del cuerpo, como el margen dorsal de la aleta caudal. Al menos con los Apristurus, genética y morfología deben ir necesariamente de la mano.

La experiencia más extraordinaria que he tenido el privilegio de vivir como apasionado de los tiburones de aguas profundas. Invitado por unos buenos amigos, Gonzalo y Rafa, pude no solo observar, in situ, el proceso de identificación de varios Apristurus, sino participar en él, cuando me animaron a tomar las biometrías de un par de ejemplares, por supuesto bajo su atenta supervisión. El ejemplar del que me estoy ocupando, que resultó ser un A. profundorum, no procedía del banco de Galicia, sino de Terranova.
Los tres grupos de Apristurus. Para poner un poco de orden en todo esto, Nakaya ha distribuido los Apristurus en tres grupos bien diferenciados, que bautizó con el nombre de una especie tipo. El primero, el más pequeño y reconocible, es el grupo longicephalus, caracterizado, como su nombre indica, por tener un morro extremadamente largo. En cuanto a los otros dos, de morro claramente más corto:
  • Grupo brunneus: Válvula espiral con 15-22 vueltas, surco labial superior más largo que el inferior, y canales sensoriales supraorbitales discontinuos.
  • Grupo spongiceps: Válvula espiral con menor número de vueltas, entre 7 y 12; surcos labiales superiores casi iguales o claramente más cortos que los inferiores; canales sensoriales supraorbitales continuos.
Las especies del grupo brunneus tienden a tener un cuerpo esbelto, dientes más pequeños y se les encuentra con mayor frecuencia por encima de los 1000 m. Por el contrario, las del segundo grupo presentan, en general, un cuerpo más robusto, dientes más grandes y se les suele encontrar más allá de los 1000 m; los longicephalus estarían en un término medio. Curiosamente, la morfología de las cápulas-huevo (todos los Apristurus cuya biología reproductiva conocemos son ovíparos) que se han podido conseguir y analizar parece corroborar esta división. Las cápsulas de las especies brunneus presentan largos zarcillos en cada extremo, que sirven para anclarlos a alguna roca u organismo sésil, mientras que las especies spongiceps carecen de ellos, lo que hace pensar que simplemente son depositados sobre el sustrato. Todo apunta a una divergencia evolutiva del grupo spongiceps y su grupo hermano longicephalus a partir del brunneus, que ha sido confirmada por diversos estudios moleculares.

Y aquí lo dejamos, en el mismo borde del oscuro y enmarañado bosque de los pejegatos, recorrido por sendas tortuosas repletas de obstáculos, de arenas movedizas y de ramales que no llevan a ninguna parte. Sería una temeridad pensar siquiera en ofrecer de forma clara y organizada las claves de cada especie, y además tampoco era el objetivo de este post. Baste decir que, por lo que respecta a nuestros Apristurus"paisanos", el A. aphyodes y el A. profundorum pertenecen al grupo brunneus, y el A. melanoasper, al grupo spongiceps. A partir de aquí, nos iremos ocupando de cada uno de ellos en su correspondiente monográfico.

Apristurus spongiceps o colayo cabeciblanco. Foto de la NOAA tomada de Wikipedia.

Los Apristurus del banco de Galicia. La gran mayoría de los pejegatos muestreados durante la campaña INDEMARES fueron A. aphyodes, con 18 ejemplares, 7 machos y 11 hembras, capturados entre los 1460-1809 m; de A. profundorum, solo se encontró una pequeña hembra, a 1460 m; y de A. melanoasper también otra hembra, a 1683 m, estableciendo, de paso, un récord de profundidad para la especie.
Curiosamente, todos eran ejemplares juveniles... Y uno no puede evitar sentir el deseo tan fugaz como disparatado de valorar este último dato en clave simbólica, como cifra de la insospechada biodiversidad de nuestra gran montaña submarina y como una promesa de futuro. Qué absurdo, verdad.


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¹Cristina Rodríguez Cabello, M. Pérez & Rafael Bañón (2014). "Occurrence of Apristurus species in the Galicia Bank Seamount (NE Atlantic)". Journal of Applied Ichthyology, 1-10, doi:10.1111/jai.12480. 
²Más o menos cercanos en el sentido de que la propia familia Scyliorhinidae (orden Carcharhiniformes), la más grande y variada de todos los tiburones actuales, está siendo sometida a una profunda revisión. Una de cuyas consecuencias es la consideración, sobre la base de criterios genéticos y morfológicos (presencia y ausencia de crestas supraorbitales), de que en realidad debe dividirse en dos familias, Scyliorhinidae (crestas supraorbitales presentes) y Pentachidae (sin crestas supraorbitales), donde figuraría el género Apristurus y otros como el Galeus, Parmaturus, etc. (Véase Samuel P. Iglésias, Guillaume Lecointre & Daniel Y. Sellos (2005). "Extensive paraphylies within sharks of the order Carcharhiniformes inferred from nuclear and mitochondrial genes". Molecular Phylogenetics and Evolution 34, pp. 569-583.)
Como veis, también aquí hay mucha tela que cortar.
[Más información sobre esta familia en Claves de los Carcharhiniformes.]
³David A. Ebert (2013). Deep-Sea Cartilaginous Fishes of the Indian Ocean. Vol. 1 Sharks. FAO Species Catalogue for Fisheries Purposes. No. 8, Vol. 1. FAO, Rome, p. 167.
Kazuhiro Nakaya, Keiichi Sato, Samuel P. Iglésias & William T. White (2008). "Methodology for the taxonomic description of members of the genus Apristurus (Chondrichthyes: Carcharhiniformes: Scyliorhinidae)". En P. R. Last, W. T. White & J. J. Pogonosky (Eds.). Descriptions of New Australian Chondrichthyans. CSIRO Marine & Atmospheric Research Paper, No. 022, pp. 49-60.

Mesa de trabajo. El calibre y el paper de Nakaya, imprescindibles.
Kazuhiro Nakaya & Keiichi Sato (1999). "Species grouping within the genus Apristurus (Elasmobranchii: Scyliorhinidae)". En B. Séret & J.-Y. Sire (Eds.) Proceedings of the Indo-Pacific Fish Conference, 1997, Nouméa. Société Française d'Ichtyologie & Institut de Recherche pour le Développement, Paris, pp. 307-320.
Esquema de los dos modelos de canales sensoriales supraorbitales: arriba el continuo, correspondiente a un A. fedorovi; abajo, el discontinuo, correspondiente a un A. brunneus. Fuente: Nakaya y Sato (1999).
Véase Brooke E. Flammang, David A. Ebert & Gregor M. Caillet (2007). "Egg cases of the genus Apristurus (Chondrichthyes: Scyliorhinidae): Phylogenetic and ecological implications". Zoology 110 (4), pp. 308-317. doi: 10.1016/j.zool.2007.03.001.


La espada antitiburones

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Aquí me tenéis de nuevo buceando en las hemerotecas digitales para conocer que se contaban nuestros abuelos sobre los tiburones. Hoy le toca a la del ABC, que es realmente espectacular. No tiene nada que ver con la desoladora mediocridad que tiñe las páginas del periódico (a excepción de su suplemento cultural, muy superior en calidad al resto de los que se editan hoy en España).
El artículo que os traigo hoy, publicado en 1921 en el suplemento Blanco y Negro, nos presenta uno de los más sofisticados ingenios diseñados hasta aquel momento para proteger a los buzos de los tiburones. Consistía básicamente en una varilla metálica conectada a un generador situado en un barco, que producía descargas eléctricas letales cuando entraba en contacto con el animal. Su inventor fue nada menos que Hugo Gernsback, un apasionado de la electricidad y sus aplicaciones, entre otras muchas cosas¹. No he logrado averiguar si tuvo mucho éxito o si en algún momento se llegó a poner en práctica con cierto rigor, aunque no parece probable.
Tampoco parece probable que Mr. Gernsback hubiese bautizado su artilugio con el nombre de la famosa espada del Cid Campeador, ni que en su artículo del Science and Invention hablase de la influencia de las tormentas sobre el carácter de las suegras, de natural avinagrado, de señoritas que atacan con sus uñas a solterones pretendientes, o de las hazañas de Don Quijote de la Mancha. Esto es cosa de D. Emilio Rodríguez Sadia, que en su afán divulgativo no duda en incorporar este tipo de elementos populares a un discurso a mi modo de ver ya de por si empalagosamente costumbrista.
Como siempre, he transcrito el texto tal cual aparece en el original, sin modernizar grafías ni puntuación, para conservar ese saborcillo a viejo que tanto nos gusta. Todas las ilustraciones pertenecen al artículo.


LOS ÚLTIMOS ADELANTOS:
LA TIZONA DEL DIABLO
Por Emilio Rodríguez Sadia


     En adelante yo no sé qué será peor: si verse buzo en presencia de tiburón o verse tiburón en presencia de buzo. Porque les digo a ustedes que el arma que acaba de idear H. Gernsback (véase la revista Science and Invention) para defender a buzos contra tiburones es un arma que ni uñas de mujer escarmentada contra solterón pretendiente (nueva casta de tiburón).
     He ahí una pecera de cristal, por la que navega gallardamente un pececillo rojo, como recreándose en el áureo cabrilleo de sus escamas. Tomemos el cordón de la luz eléctrica; destrencemos sus dos ramales; atemos a un ramal una laminita de plomo y al otro ramal una varilla metálica, forrada de goma en toda su longitud, menos en la punta. Si introducimos en la pecera de un lado la lámina, de otro la varilla, y damos a la llave, como para encender la luz, la pecera se convertirá en un vaso electrolítico, es decir, que de la varilla a la lámina, o viceversa, pasará corriente a través del agua, y observaremos que el pececillo coletea furioso hasta ponerse en la dirección en que va la corriente.
     Como no soy pez, no puedo decirles a ustedes la impresión que recibirá el animalito en ese momento; pero me imagino que le hará la broma muy poca gracia. Los temperamentos nerviosos son muy sensibles al estado eléctrico de la atmósfera. Por ejemplo: las suegras son insoportables el día de tormenta (y en su casa hay tormenta todos los días). Parece como si los efluvios eléctricos, que pasan de las nubes a la tierra por la diferencia de potencial, destemplasen el arpa privilegiada que forman sus neuronas, neuroglias, axones y ganglios. Ahora bien, la atmósfera del pez es el agua. ¿Y hay acaso temperamento más nervioso que el temperamento de un pez?
     Por eso, si estando ya el pez tranquilo, le acercamos la varilla, veremos que huye. Y si le acosamos con insistencia, pretendiendo tocarle, veremos que coletea tan desesperadamente, que llega a saltar fuera de la pecera.
     La única manera de poder tocarle es cortar la corriente y acercarle entonces la varilla sin electricidad alguna. Pero si estando así la varilla en contacto del pez damos otra vez de pronto a la llave, veremos que instantáneamente da un coletazo frenético y muere electrocutado.


     Pues ahora no es ya una pecera; es el mar. A bordo de un buque funciona una dinamo, entre cuyos bornes hay una diferencia de tensión de 2.000 voltios. Uno de los bornes está unido al casco metálico del buque (como si dijéramos a la laminita de plomo de la pecera), y el otro por medio de un largo cable, a la tizona del diablo (como si dijéramos a la varilla forrada de goma).
     La tizona del diablo no es, en efecto, más que una varilla de cobre encerrada dentro de un largo estuche de bambú, aislada, por consiguiente, en toda su longitud, menos en la punta, que queda descubierta. Su aspecto es el de una larga espada, cuya hoja asomase por el fondo de la vaina. El cable conductor del flúido eléctrico entra, perfectamente aislado, por la empuñadura de la espada, pero no llega a establecer contacto de primera intención con la varilla de cobre que constituye como la hoja. Para que se forme contacto es necesario que, apretando con la punta de la espada contra un obstáculo, se haga penetrar a la empuñadura dentro de la vaina (la empuñadura y la vaina enchufan como dos tubos de anteojo hasta vencer un muelle o trinquete de retención): en ese momento sí habrá contacto, efectivamente, entre el cable y la varilla de cobre, y aparecerá, por lo tanto, electricidad en la punta de la tizona.
   Resulta, pues, que la empuñadura obra como un interruptor. Cuando está separada de la hoja de la tizona, no puede llegar corriente a la punta descubierta, y en el agua del mar no se nota el menor influjo eléctrico. Tan pronto como hay contacto entre ambas piezas aparece electricidad en la punta descubierta. Los iones salinos empiezan a acarrear esta electricidad de la tizona al buque y del buque a la tizona, y a través del agua del mar pasa una corriente. Atención ahora. El caballero buzo se ha calzado ya las espuelas, es decir, unos zapatones enormes de plomo, que le han de servir para descolgarse al fondo del mar no de otra guisa que el de la Triste Figura se descolggmailó al fondo de la cueva de Montesinos; se ha vestido la cota de mallas, es decir, un voluminoso chaleco repleto de aire comprimido, con cuya fuerza ascensional podrá subir a la superficie en un momento apurado con más ligereza que el mismísimo ludión de Descartes (no sin haberse descalzado antes los zapatitos), y ha empuñado, finalmente, con el donaire de un muñeco de guiñol la tizona formidable.
     Pero he aquí que, apenas llega al profundo abismo, un tiburón de largos bigotes se abalanza hacia él dispuesto a devorarlo. El caballero buzo no se inmuta. La tizona en guardia lo espera. Al choque brutal se cierra el circuito eléctrico. Y el miserable selacio muere electrocutado.
     Un nuevo tiburón asoma entonces en la lejanía. Pero, como entre la tizona y el buque está ya cerrado el circuito a través del agua, al acercarse y sentir el desagradable cosquilleo de la electricidad gira sobre sus aletas, mira al buzo de soslayo y se va diciendo, como el loco de Córdoba al encontrar un perro, desde que la estaca del bonetero le puso los huesos como alheña: "¡Este es podenco, guarda!"
     Y el buzo se pone ya a recoger tranquilo esponjas y perlas.
     Los tiburones le deben tener ya al ingeniero Gernsback una ojeriza... Porque no es la primera vez que este buen señor abusa de su inocencia. El fué quien un día empezó a echar por la borda de un barco piltrafas de carne, pedazos de pan, plátanos, naranjas y hasta gallinas, desplumadas y todo. Los tiburones se arremolinaron todos al punto. ¡Ah, las gallinas! Sobre todo las gallinas se las disputaban a dentelladas con tanta furia, que ni que fueran actas de diputados a Cortes. Pero de pronto muerde uno de ellos una gallina y queda muerto en el acto. Aquella gallina estaba unida a un cordón eléctrico... En torno al cadáver todos los tiburones empezaron a maldecir amostazados. Hay que convenir en que la protesta no podía estar más justificada. ¡Por mucho menos protestaría cualquiera, aun sin ser tiburón!
Blanco y Negro, 6 de febrero de 1921, pp. 21-22

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¹Hugo Gernsback fue un tipo, como poco, bastante peculiar. Nació en Luxemburgo en 1884 y a los 20 años emigró a los EEUU, donde llevado por su pasión por la electricidad, la radio y la ciencia, se hizo inventor, escritor y editor de revistas de radio, de ciencia (entre ellas Science and Invention), y sobre todo de ciencia ficción. De hecho, muchos lo consideran como uno de los padres de este género, junto con H. G. Wells o el mismísimo Julio Verne, a pesar de sus turbias (como poco) y abusivas prácticas empresariales y editoriales. Tenía por costumbre explotar miserablemente a los escritores que contrataba para publicar en sus revistas, entre ellos el mismísimo Lovecraft; no es de extrañar que se refiriesen a él como "Hugo the rat".


Acidificación y supervivencia

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Musola pintada (Mustelus canis). Fuente: Discovery.com.

Por si no fuese suficiente con lo que ya tienen encima, la última novedad es que la acidificación del océano reducirá la capacidad olfativa de los tiburones, debilitando así uno de sus principales sistemas de detección de alimento, según demuestra un estudio¹ que acaba de publicarse en Global Change Biology. 

En su heroico afán por destruir el cuerpo que lo alberga, solo comparable al del virus más letal, el ser humano ha logrado, entre otras proezas, que la concentración de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera sea la más elevada de los últimos 800 000 años. Gracias a ello, el clima de la Tierra está cambiando a tal velocidad que puede que no lleguemos a tiempo, no ya para revertir o siquiera detener el proceso, sino para adaptarnos a sus consecuencias. Pero esa es la idea, cabe suponer.
Pero en esta jovial marcha hacia nuestra autodestrucción nos hemos topado con un factor con el que no contábamos, y mira que es inmenso. Se calcula que el océano absorbe aproximadamente el 25% del dióxido de carbono que emitimos a la atmósfera. Esto quiere decir que, de no ser por él, tal vez habríamos ya podido consumar el desastre. Mala pata.

Sarcasmos aparte, el trasvase de dióxido de carbono antropogénico al mar, lejos de aliviar el problema, lo que ha hecho es extenderlo. Cuando el CO2 se disuelve reacciona con el agua generando ácido carbónico y reduciendo su pH, en un proceso conocido como acidificación. Es una evidencia científica que el océano se está acidificando, y parece que a buen ritmo. Se calcula que el nivel actual de acidificación es un 30% superior al de épocas preindustriales y el pH de las aguas superficiales es 0.1 puntos inferior (y las previsiones a medio plazo son descorazonadoras). Esto tiene graves consecuencias para las criaturas marinas. El descenso del pH trae consigo la drástica disminución de las concentraciones de iones carbonato, fundamentales para la formación y el desarrollo de los esqueletos y otras estructuras de carbonato cálcico, como conchas y caparazones, de una inmensa variedad de organismos: corales, moluscos, foraminíferos, equinodermos, crustáceos, etc., poniendo poblaciones enteras en serio peligro. Pensemos que aproximadamente la cuarta parte de todas las especies marinas dependen de un modo u otro del coral. Varios trabajos han descrito los efectos de la acidificación en diversos organismos calcáreos; igualmente se ha demostrado que la exposición de los teleósteos a niveles elevados de CO2 puede alterar un amplio espectro de procesos biológicos como la percepción sensorial, modificando la respuesta a estímulos químicos y auditivos, y, a consecuencia de ello, la toma de decisiones².
Foto de Danielle Dixson publicada en la edición digital de The Washington Post del 10 de septiembre.
Este es el primer estudio que aborda los efectos de la acidificación sobre el comportamiento y la capacidad olfativa de los tiburones. Sus autores trabajaron con una especie oriunda del Atlántico occidental, la musola pintada (Mustelus canis), un pequeño cazador oportunista que frecuenta las aguas turbias próximas a la costa, en las que se maneja perfectamente para localizar a sus presas gracias sobre todo a su agudo sentido del olfato. El candidato ideal.
Las 24 musolas utilizadas en el experimento se distribuyeron en tres tanques con diferentes niveles de concentración CO2 (por tanto con agua de diferente pH): el primero con los valores medios registrados en la actualidad (pH 8.11), el segundo con los estimados para dentro de 50 años según la tendencia actual de emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera (pH 7.80), y el tercero con los estimados para el año 2100 (pH 7.69, o sea, una caída de 0,4 puntos).
Los tiburones se iban introduciendo en un tanque de 9x2 m en el que se habían creado dos corredores olorosos mediante sendos emisores situados a cada extremo, cerca del fondo, que bombeaban constantemente agua de mar, en uno de ellos mezclada con jugo de calamares. Como era de esperar, todos los tiburones sometidos al nivel actual de pH permanecieron la mayor parte del tiempo (entre el 60-84%) en la calle por la que discurría este potente estímulo oloroso, llegando incluso a lanzar ataques sobre su fuente, bien golpeándola con el morro, bien mordiéndola. Cuando el pH descendió 0,2 puntos, el tiempo de permanencia en el corredor oloroso se mantuvo, pero los ataques a su fuente fueron menos intensos o agresivos. Sin embargo, con los valores previstos para fin de siglo la situación cambió drásticamente. Las musolas dejaron de responder a los estímulos químicos, incluso parecían evitarlos, ya que pasaban más rato en la zona de flujo de agua salada normal; el tiempo de permanencia en la calle del corredor oloroso fue inferior al 15%.
En los tres casos, el comportamiento natatorio de los tiburones fue muy similar, sin ninguna señal externa que hiciese pensar en algún tipo de anomalía; lo mismo el movimiento de las aberturas branquiales, que en ningún momento evidenció signos de estrés que pudiesen explicar su comportamiento.
La doctora Dixson y sus colegas aventuran que la raíz del problema está en que el agua acidificada altera el funcionamiento de un receptor químico conocido como GABAA, como ocurre con los peces payaso.

Fuente: Danielle Dixson, Global Change Biology, 2014.
La conclusión es evidente: el aumento de la acidificación del océano va a tener un impacto terrible en los tiburones al modificar o anular su respuesta a estímulos químicos primordiales para su supervivencia, como los que proceden de una fuente de alimento y, tal vez, quién sabe (en el trabajo no se mencionan), los emisores químicos que las hembras liberan cuando están listas para aparearse.

Otro trabajo de parecidas características³ ha encontrado cambios importantes no solo en el comportamiento natatorio, sino en la sangre de pintarrojas (Scyliorhinus canicula) sometidas a los niveles de dióxido de carbono previstos para el 2100, que contenía más iones de sodio y bicarbonato de lo normal seguramente como un mecanismo para mantener estable su pH en un entorno de mayor acidez (aparentemente no se habían producido cambios apreciables en su metabolismo). Los investigadores también observaron que en un ambiente fuertemente acidificado las pintarrojas permanecían nadando durante periodos de tiempo considerablemente más largos (hasta una hora sin interrupción) que aquellos ejemplares procedentes de un entorno "normal", que presentaban periodos de natación más cortos, de entre unos pocos segundos hasta un minuto. Esto podía deberse bien a alteraciones en las concentraciones de iones de sodio y bicarbonato en el cerebro, bien a que los tiburones percibían la acidez del agua y estaban nadando en busca de un entorno más saludable. Estas observaciones fueron realizadas durante la noche, cuando estos animales se muestran más activos.

En los millones de años que llevan en la tierra, los tiburones han logrado sobrevivir en mares con un nivel de acidez muy superior al previsto para fin de siglo. Lo que no deja de ser un motivo para la esperanza. Pero el problema es si serán capaces de adaptarse con la suficiente presteza a la velocidad a la que van a tener lugar los grandes cambios que se nos vienen encima.
Los seres humanos somos así de inteligentes.

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¹Danielle L. Dixson, Ashley R. Jennings, Jelle Atema & Philip L. Munday (2014). "Odor tracking in sharks is reduced under future ocean acidification conditions". Global Change Biology, doi: 10.1111/gcb.12578.
²Las señales químicas juegan un papel fundamental en la biología de muchos peces. Se ha comprobado, por ejemplo, que los peces de arrecife con la capacidad olfativa mermada por la exposición a altos niveles de CO2 mostraban problemas a la hora de encontrar refugio, seleccionar el hábitat más adecuado y evitar a los depredadores.
³Leon Green & Fredrik Jutfelt (2014). "Elevated carbon dioxide alters the plasma composition and behaviour of a shark". Biology Letters, 10(9): 20140538.


Pejegato cabezón (Apristurus melanoasper)

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Apristurus melanoasper. Fuente de ambas imágenes: Iglésias, Nakaya & Stehmann (2004), Cybium.

Pejegato cabezón

Apristurus melanoasper (Iglésias, Nakaya & Stehmann, 2004)

(es. Pejegato cabezón; in. Fleshynose Catshark, Black Roughscale Catshark.)

Orden: Carcharhiniformes
Familia: Pentanchidae*

El pejegato cabezón (Apristurus melanoasper) es uno de los últimos tiburones en incorporarse, de manera oficial, no solo al grupo de los Apristurus (fue descrito por primera vez en el 2004 por Iglésias, Nakaya y Stehmann¹), sino a la lista de especies presentes en nuestras aguas, diez años después, junto con otros dos congéneres: el Apristurus aphyodes o pejegato fantasma blanco y el Apristurus profundorum o pejegato abisal [véase Apristurus en Galicia].
En el mar de Galicia solo ha habido un único registro² de melanoasper, una pequeña hembra de 25 cm y 37,8 g capturada nada menos que a 1683 m. Esta captura, en apariencia modesta, extiende notablemente el área de distribución conocida, tanto en el plano horizontal, dado que constituye, hasta ahora, el registro más meridional del Atlántico nororiental, como en el vertical, al superar en más de 350 m la anterior marca de profundidad, establecida en 1520 m.
Fuente: Iglésias, Nakaya & Stehmann (2004), Cybium
La escasez de registros es precisamente lo que explica que sepamos tan poco de este tiburón. Los pocos datos de que disponemos pueden incluso parecer contradictorios tomados en su conjunto, pero en realidad lo que nos revelan es un proceso constante de revisión y de actualización a medida que se producen nuevas capturas en diversas partes del mundo. Pensemos que el trabajo de 2004 con el que se presentó esta especie en sociedad se titula "una nueva especie del Atlántico norte", y, sin embargo, ahora sabemos que es el pejegato con la distribución geográfica más extensa³, como veremos más abajo. Los tiburones de aguas profundas es lo que tienen, que nunca dejan de sorprendernos.
Elpejegato cabezón ha sido incluido en el llamado grupo brunneus, un grupo de Apristurus que, entre otros rasgos, tienen en común una válvula espiral con 15-25 vueltas, un surco labial superior más largo que el inferior y cápsulas-huevo con largos zarcillos.
Su nombre específico, melanoasper, hace referencia al color prototípico de este tiburón y al tacto de su piel. Es un compuesto de la voz griega melanos (de color negro) y la latina asper (áspero), 'de piel negra y áspera'.

Fuente: Samuel P. Iglésias. Chondrichthyans and Cyclostomata from the North-eastern Atlantic and the Mediterranean(A natural classification based on collection specimens, with DNA barcodes and standarized photographies). Provisional version 07, 1 April 2013. http://www.mnhn.fr/iccanam
Descripción: Cuerpo cilíndrico, esbelto y alargado, terminado en un morro carnoso, aplanado dorsoventralmente, relativamente ancho y largo. La boca, grande y ampliamente arqueada, se extiende exactamente hasta la altura de los ojos; presenta surcos labiales bien desarrollados, los superiores más largos que los inferiores, casi hasta alcanzar la sínfisis superior. Los ojos son ovalados, más bien pequeños, con un débil pliegue subocular. El espacio interorbital es aproximadamente 1,9-3,5 veces el diámetro ocular.
Espiráculos de reducido tamaño situados cerca de los ojos, justo por debajo de su eje horizontal. Cinco hendiduras branquiales laterales pequeñas (menores que el diámetro de los ojos), de tamaño similar, excepto la 5ª, un poco más reducida que las anteriores y situada sobre el origen de la aleta pectoral.
Piel muy áspera debido a los grandes dentículos dérmicos que la cubren. Los dentículos de los flancos son tricuspidados, con crestas débiles; los más próximos entre si se solapan.

Dentículos dérmicos de A. melanoasper. Fuente: Nakaya, Sato & Iglésias (2008), CSIRO.
Las aletas dorsales son pequeñas y se encuentran en posición muy retrasada, como en los demás Apristurus; la primera es un poco más pequeña que la segunda, y se origina aproximadamente entre el primer tercio y la mitad de la base de las aletas pélvicas; la segunda dorsal se origina aproximadamente sobre el punto medio de la base de la aleta anal, y su inserción está ligeramente más adelantada que la de esta. Las pectorales son relativamente pequeñas y estrechas, y de forma subcuadrangular.
Válvula espiral de 19 a 23 vueltas, generalmente entre 21-22. 
Librea uniforme de marrón oscuro a negro.

Dentición: Dientes relativamente pequeños y similares en ambas mandíbulas: 59-93 en la superior y 58-97 en la inferior. Presentan una cúspide central alta, recta y afilada flanqueada por una o dos cuspidillas secundarias en los dientes anteriores y dos o más en los posteriores.

Dientes superior e inferior. Fuente: Iglésias, Nakaya & Stehmann (2004), Cybium.
En ejemplares del Pacífico suroccidental, Atlántico suroriental e Índico, Nakaya, Sato e Iglésias (2008) señalan que en las hembras los dientes anteriores y laterales de ambas mandíbulas presentaban una cúspide central larga y robusta y una o dos cúspides laterales pequeñas en ambos lados de la central; mientras que los dientes superiores de los machos solo presentaban una única cuspidilla a cada lado de la central.

Talla: En los ejemplares estudiados para el trabajo de 2004, la longitud máxima observada fue de 761 mm en un macho y 735 mm en una hembra. Pero los estudios más recientes recogen la cifra máxima de 79 cm. Se desconoce la talla de nacimiento.
En las tallas de madurez encontramos también cifras dispares, que como ya hemos señalado, se deben a la escasez de registros. En 2004 se observó que los machos eran maduros entre los 61-64 cm y las hembras entre 55-59 cm, lo cual, como los propios autores reconocieron, era un resultado anómalo (por lo general, sucede lo contrario, las hembras alcanzan la madurez con tallas superiores a los machos), que probablemente sería subsanado a medida que se incrementase el caudal de datos. En efecto, en 2013 Ebert apunta escuetamente que machos y hembras maduran entre los 60-70 cm.

Ejemplar capturado en el caladero de Rockall. Foto de Daniel Moore tomada de FishBase.
Reproducción: Con toda probabilidad ovíparo. Se han encontrado cápsulas-huevo de 52-67 mm de largo por 22,5-27 mm de ancho similares a las de otros Apristurus del grupo brunneus: zarzillos largos formando espirales en su parte posterior y dos cuernos cortos y romos en la parte anterior.

Dieta: Desconocida. Tal vez, como otros pejegatos, a base de pequeños peces y cefalópodos de las profundidades.

Hábitat y distribución: El A. melanoasper es un tiburón demersal que habita en el talud medio continental y de las montañas submarinas. Su rango batimétrico oscila entre 510-1683 m, pero normalmente por debajo de los 1000 m.

Elaboración propia a partir de Iglésias et al. (2004), Ebert et al. (2013), Ebert & Stehmann (2013), Ebert & Mostarda (2013) y Rodríguez Cabello et al. (2014).
Distribución amplia pero localizada. Atlántico noroccidental: talud septentrional de la costa E de los EEUU y Canadá; Atlántico nororiental: Irlanda, Islas Británicas, Francia, Banco de Galicia; Atlántico suroriental: Namibia. Pacífico suroccidental: sur y sureste de Australia, Nueva Zelanda, Nueva Caledonia y montañas submarinas adyacentes. Índico: sur de Madagascar; Ebert & Mostarda (2013) añaden toda la franja sur tal cual la he trasladado al mapa.
Es el Apristurus con mayor distribución geográfica.

Pesca y conservación: Carece de interés comercial. Constituye una captura accidental poco frecuente del arrastre de fondo y suele descartarse, como el resto de los miembros de su género. Su elevado rango batimétrico, que con toda probabilidad supera con creces el que conocemos, mantiene al Apristurus melanoasper a salvo del brutal impacto de la presión pesquera industrial... por el momento.

No hay datos relativos al tamaño y estructura de sus distintas poblaciones, ni a su biología, aunque se presume que su tasa reproductiva debe de ser baja, como es habitual en los tiburones de aguas profundas. Por esta razón, figura en la Lista Roja de la IUCN con el estatus de Datos incompletos. La recomendación, no obstante, es monitorizar las capturas en la medida de lo posible (o más bien habría que decir de lo imposible), a medida que el esfuerzo pesquero avanza hacia aguas cada vez más profundas, subvencionado con muchos millones de dinero público... hasta que choquen contra el fondo, que luego yo no sé qué van a hacer.
Apristurus melanoasper. Fuente: CSIRO National Fish Collection.


* Tradicionalmente, los Apristurusse consideran como un género de la familia Scyliorhinidae. Sin embargo, cada vez más científicos los incluyen dentro de una familia diferente, Pentanchidae. Véase Claves de los Carcharhiniformes.

____________________
¹Samuel P. Iglésias, Kazuhiro Nakaya & Matthias Stehmann (2004). "Apristurus melanoasper, a new species of deep-water catshark from the North Atlantic (Chondrichthyes: Carcharhiniformes: Scyliorhinidae)". Cybium 28, pp. 345-356.
²Cristina Rodríguez Cabello, M. Pérez & Rafael Bañón (2014). "Occurrence of Apristurus species in the Galicia Bank Seamount (NE Atlantic)". Journal of Applied Ichthyology, 1-10, doi:10.1111/jai.12480.
³Para que os hagáis una idea de todo este trasiego de datos tan dispares, observad qué dicen cuatro trabajos publicados el año pasado respecto a la distribución de la especie en el Índico:
  • Ebert et al. (2013): el océano Índico no se incluye en su distribución (Sharks of the World: A Fully Illustrated Guide. Wild Nature Press, Plymouth).
  • Ebert (2013)noincluye el melanoasper en su guía de tiburones de aguas profundas del océano Índico (FAO Species Catalogue for Fisheries Purposes: Deep-Sea Cartilaginous Fishes of the Indian Oceanvol 1. Sharks. FAO, Roma).
  • Ebert & Stehmann (2013) anotan un difuso "Índico central", sin especificar ningún área determinada excepto el sur de Madagascar (FAO Species Catalogue for Fisheries Purposes: Sharks, Batoids and Chimaeras of the North Atlantic. FAO, Roma).
  • Ebert & Mostarda (2013) marcan toda la franja sur, tal como he trasladado al mapa (FAO Fish Finder: Identification Guide to the Deep-Sea Cartilaginous Fishes of the Indian Ocean. FAO, Roma).
Kazuhiro Nakaya & Keiichi Sato (1999). "Species grouping within the genus Apristurus (Elasmobranchii: Scyliorhinidae)". En B. Séret & J.-Y. Sire (Eds.) Proceedings of the Indo-Pacific Fish Conference, 1997, Nouméa. Société Française d'Ichtyologie & Institut de Recherche pour le Développement, Paris, pp. 307-320. 
Sobre el tema de las cápsulas-huevo véase el interesante trabajo de Brooke E. Flammang, David A. Ebert & Gregor M. Caillet (2007). "Egg cases of the genus Apristurus (Chondrichthyes: Scyliorhinidae): Phylogenetic and ecological implications". Zoology 110 (4), pp. 308-317. doi: 10.1016/j.zool.2007.03.001.
Kazuhiro Nakaya, Keiichi Sato & Samuel P. Iglésias (2008). "Occurrence of Apristurus melanoasper from the South Pacific, Indian and South Atlantic Oceans (Carcharhiniformes: Scyliorhinidae)". P. R. Last, W. T. White & J. J. Pogonoski (Eds.) Descriptions of New Australian Chondrichthyans. CSIRO Marine and Atmospheric Research Paper No. 022, pp. 61-74.
David A. Ebert & Edoardo Mostarda (2013). FAO Fish Finder: Identification Guide to the Deep-Sea Cartilaginous Fishes of the Indian Ocean. FAO, Roma.


    Una cápsula-huevo del Carbonífero y una guardería

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    La cápsula-huevo de Doncaster. Foto: Dean Lomax, University of Manchester.
    Una cápsula-huevo...
    Este verano pasado conocimos la noticia del descubrimiento de una cápsula-huevo de tiburón de 310 millones de años de antigüedad en una vieja mina de carbón de la localidad de Edlington, Doncaster, en el corazón minero de Yorkshire del Sur¹. La amplia variedad de fósiles vegetales y animales hallados en el mismo lugar permitieron a los paleontólogos reconstruir un mundo inimaginable en la región fría y gris que conocemos en la actualidad.

    En el Carbonífero (360-303 millones de años atrás) no existían ni Yorkshire ni Inglaterra. Tampoco Europa ni América. La superficie de la Tierra estaba dominada por un océano inmenso, Panthalassa ('todos los océanos'), que ceñía unos bloques continentales a punto de colisionar, en un profundo cataclismo del que surgiría, a finales del Paleozoico², el supercontinente Pangea ('la tierra toda'). Durante este proceso pequeños océanos como el Rheico y el Ural se cerraron y desaparecieron, mientras la deriva de China del Norte, China del Sur y Cimmeria iba modelando el océano Paleo-Tetis. Uno de aquellos bloques continentales era Euramérica, que estaba situada en los trópicos, la zona más propicia para alumbrar una gran explosión de vida vegetal. El Carbonífero fue en muchos sentidos la edad de las plantas; en los grandes bosques que cubrían el mundo se encuentra el origen de los depósitos de carbón que le han dado nombre. El contenido de oxígeno de la atmósfera alcanzó picos de hasta el 35% (actualmente, el porcentaje es del 21% actual), lo que podría explicar los casos de gigantismo de ciertos grupos de insectos y anfibios.
    A principios del Carbonífero la Tierra tardaba 383 días en dar la vuelta completa alrededor del Sol y los días tenían menos de 23 horas³.

    La Tierra hace unos 300 millones de años. Al norte, Siberia; en el centro Euramérica, y al sur Gondwana; al este, en el sentido de las agujas del reloj, China del Norte, China del Sur y Cimmeria, rodeando el océano Paleo-Tetis.  Fuente: Ron Blakey, NAU Geology - http://cpgeosystems.com/mollglobe.html
    Invirtiendo el proceso que venía desarrollándose desde el Devónico, en los primeros millones de años del Carbonífero se produce una subida del nivel del mar que va a dar lugar a extensas marismas y grandes mares epicontinentales, a cuyas veras surgen inmensos bosques tropicales donde crecían árboles de más de 40 metros, equisetales, cordaites, helechos arborescentes, las primeras coníferas, licofitas que podían elevarse hasta los 30 m... Todo un universo fantasmagórico único e irrepetible, no tanto por la naturaleza extraña de las especies que lo poblaban (no existían, por ejemplo, las plantas con flores; y Galicia —que tampoco existía—, no estaba tapizada de eucaliptos), sino por la ausencia de voz. Las aves todavía tardarían millones de años en puntear con sus cantos el silencio del mundo, y no hablemos de los mamíferos. En su lugar, millones de insectos, algunos de un tamaño descomunal, como las libélulas gigantes de alas de hasta 70 cm, surcaban el aire caliente y húmedo de aquellas selvas inundándolo con sus zumbidos, carracas, chirridos y zumbas, mientras sorteaban las trampas tendidas por arañas del tamaño de un jabalí. El manto de vegetales en descomposición que cubría el suelo era atravesado por ejércitos de artrópodos, cucarachas, escorpiones y miriápodos de hasta 2 m de longitud. De las ricas masas de agua que bordeaban y salpicaban la floresta salían pelotones de anfibios de diferentes formas y tamaños en busca de comida. Algunos eran verdaderos monstruos de 6 m; otros se estaban adaptando hasta tal punto al medio terrestre, que sus cuerpos se habían cubierto de escamas para proteger su delicada piel. De ellos sería el dominio de los ecosistemas terrestres.

    Escena del mar del Carbonífero tomada de The Open University.
    El océano vuelve a llenarse de vida tras la extinción masiva del Devónico. Los foraminíferos se convierten en uno de los grupos más importantes; y junto a ellos, corales, briozoos, ostrácodos, radiolarios, braquiópodos, equinodermos como los crinoideos o lirios de mar, anélidos... Los trilobites iban camino de la extinción, siguiendo los pasos de los placodermos o peces acorazados, mientras se multiplicaban las poblaciones de ammonites, los ancestros de nuestros calamares. A lo largo de las costas se levantaron extensas barreras de arrecifes de coral que albergaban una extraordinaria multiplicidad de formas de vida.
    De entre los peces, los más abundantes fueron sin duda los tiburones, que experimentaron una importante radiación evolutiva, probablemente, según apuntan algunas teorías, para ocupar los nichos que habían dejado los placodermos. No en vano hay quien considera el Carbonífero como la edad de oro de los tiburones, que contaban con alrededor de 45 familias, diez más que en la actualidad. Algunas especies adoptaron formas sumamente extrañas, como el Helicoprion (que en realidad, según las últimas investigaciones, podría tratarse de una quimera véase Helicoprion), con su famosa espiral dentaria, las especies del género Stethacanthus, con su característica dorsal en forma de yunque, el Falcatus, dotado de una enorme espina dorsal inclinada hacia delante como el mango de una sartén, o el Bandringa, que poseía un larguísimo morro muy parecido al de los modernos peces espátula (Polyodontidae), repleto de sensores eléctricos con los que localizar a sus presas ocultas en los turbios fondos lacustres o fluviales.

    Pareja de Stethacanthus. Se cree que las especies incluidas en el género Symmorium son en realidad las hembras de Stethacanthus, que carecerían de la característica aleta en forma de yunque. Dibujo de Douglas Henderson.
    Los tiburones también colonizaron ambientes de agua dulce, como los Xenacanthiformes, de aspecto muy parecido a los actuales tiburones anguila (Chlamydoselachidae), o como el individuo responsable de la puesta de la cápsula ovífera de Edlington. Porque, efectivamente, al menos una parte de Yorkshire pudo haber sido una selva repleta de lagos y pantanos, o tal vez un bosque tropical de inundación similar a los que encontramos hoy en día en el Amazonas.
    No sabemos a qué especie pertenecía esta cápsula-huevo. El oviparismo es la estrategia reproductiva más antigua de las tres que encontramos en los tiburones actuales; si pensamos que aproximadamente el 40% de las especies que conocemos son ovíparas, no es difícil imaginar que hace 300 millones de años este fenómenos debió de estar mucho más extendido. La cosa está más que complicada.
    Fósil y reconstrucción de una cápsula-huevo de Lonchidion ferganensis. Su diseño helicoidal es muy parecido al de los huevos de los modernos heterodóntidos (foto de Jan Fischer tomada de la página The Archaeology News Network).
    En cualquier caso, puestos a conjeturar, su aspecto es parecido al de las cápulas-huevo de Lonchidion ferganensis, un tiburón del extinto orden de los Hybodontiformes, antecesores de los Heterontiformes actuales, halladas en el Kirguistán (Asia central) por un equipo dirigido por Jan Fischer, paleontólogo del Instituto de Geología de la TU Bergakademie Freiberg, en un depósito del Triásico, un antiguo lago de agua dulce en el que también se encontraron huevos posiblemente de alguna especie de Xenacanthus. Creo que lo más sensato será aguardar el dictamen de los paleontólogos.

    Lonchidion ferganensis según Frederik Spindler, Journal of Vertebrate Paleontology, 2011.

    ... y una guardería.
    A comienzos de este mismo año supimos que en otra zona de la antigua Euramérica, hoy situada del otro lado del Atlántico, concretamente en los depósitos de Mazon Creek, al norte del estado de Illinois, se encontraron montones de cápsulas-huevo pertenecientes a tiburones de diversas especies, y junto a ellas, los restos fósiles de varias crías jóvenes de Bandringa en increíble estado de conservación. Como el anterior, tenían 310 millones de años.
    Era la primera vez que huevos y crías aparecían juntos en un mismo lugar, lo cual vino a demostrar que Mazon Creek fue en su momento una zona de cría o guardería para tiburones; dicho de otro modo, que hace más de 300 millones de años estos bichos seguían pautas reproductivas similares a las de hoy en día.

    Esta cría de bandringa medía 10 cm. Los adultos podían llegar a medir 3 m. Foto: Lauren Sallas, Michael Coates, tomada de Science News.com.
    Otro descubrimiento sorprendente vino de la comparación de estos ejemplares con los primeros fósiles de Bandringa encontrados en 1969 y de otros hallados en años posteriores en diversas localizaciones. Los científicos comprobaron que lo que hasta ese momento se creía eran dos especies distintas, Bandringa rayi y Bandringa herdinae, la primera de agua salada y la segunda de agua dulce, en realidad eran una y la misma; sus diferencias no eran morfológicas, sino tafonómicas, esto es, debidas a que los procesos de fosilización no son iguales en un ambiente de agua salada que en uno de agua dulce. Los fósiles encontrados en sedimentos marinos mostraban los tejidos blandos y el perfil corporal claramente delimitados, pero sin apenas restos del endoesqueleto; en cambio, los procedentes de estratos formados en un medio de agua dulce retenían un ínfimo porcentaje de tejido blando, pero conservaban partes completas del endoesqueleto. De ahí que pareciesen especies distintas.
    Y como guinda de un excelente trabajo, combinando todos los datos referidos a las tallas y localizaciones de los fósiles, los autores concluyeron que los brandingas posiblemente realizaban migraciones con carácter reproductivo. Las hembras se trasladaban hacia las aguas costeras, salobres o saladas, para realizar la puesta (o puede que para dar a luz, pues todavía no se sabe con certeza si alguna de las cápsulas-huevo halladas en Mazon Creek corresponden a esta especie), y posteriormente regresarían a sus zonas habituales de residencia, en ríos o lagos de agua dulce. Se trataría, por tanto, de una especie catádroma, como las anguilas. No está nada mal.

    Reconstrucción del bandringa según John Megahan, University of Michigan.

    Muchas historias que contar.
    Más o menos a partir de mediados del Carbonífero se constata un progresivo descenso de las temperaturas, que en principio no afectó a las zonas tropicales. El desplazamiento hacia el sur de Gondwana provoca la expansión de los glaciares que permanentemente cubrían su franja meridional, lo que trae consigo el enfriamiento del clima y el descenso del nivel del mar, que a su vez son los causantes de un periodo de extinción masiva que afectó sobre todo a crinoideos y ammonites, con pérdidas del 40% y del 80% de sus poblaciones, respectivamente.
    Hace unos 305 millones de años, el enfriamiento y sequedad paulatina de la atmósfera llega a tal extremo que provoca el colapso de los grandes bosques tropicales.
    La era Paleozoica echa su cierre con la extinción en masa de finales del Pérmico, un cataclismo de magnitudes inconcebibles que acaba con el 90-95% de las especies marinas (hay quien habla del 99%). Los tiburones lograron sobrevivir, una vez más, para seguir siendo testigos del eterno discurrir de los océanos y de las masas continentales, y de la ida y venida de innumerables y extrañas criaturas.
    Los primeros mamíferos, diminutos y huidizos, todavía tardarían más de 50 millones de años en arrancarse del tronco de los reptiles mamiferoides para establecerse definitivamente sobre la Tierra.

    El tiempo de los tiburones está más allá de la escala humana, es un tiempo geológico, por eso nos resultan tan extraños, misteriosos y fascinantes. En su ADN está escrita la historia de la formación mundo tal como hoy lo conocemos, incluidos nosotros mismos, que apenas representamos una base nitrogenada, nimia pero letal.
    Los tiburones no se merecen el deprimente final que les estamos preparando... Y nosotros no nos merecemos perder a unas criaturas con tanta Historia que contar.

    ________________________________
    ¹Véase nota de prensa en Science Daily.
    ²La era Paleozoica (del griego paleo,'antiguo', y zóo, 'ser vivo', que podría traducirse como "era de los seres vivos antiguos") se inició hace hace aproximadamente 542 millones de años y terminó unos 250 millones de años atrás. Comprende los períodos Cámbrico (542-490 millones de años), Ordovícico (486-445), Silúrico (443-423), Devónico (420-372), Carbonífero (360-303) y Pérmico (300-254). Todas las magnitudes son aproximadas. Para una información más exacta, recomiendo visitar la página <https://engineering.purdue.edu/Stratigraphy/gssp/index.php?parentid=all>
    ³Véase el curioso e interesante artículo de Adam Hadhazy publicado el 14 de junio de 2010 en la edición digital de Scientific American.
    Un resumen de este trabajo puede encontrarse en la página The Archaeology News Network. 
    Recordemos: Oviparismo, Viviparismo aplacentario (ovoviviparismo) y Viviparismo placentario.
    Lauren Cole Sallam y Michael I. Coates (2014). "The long-rostrumed elasmobranch Bandringa Zangerl, 1969, and taphonomy within a Carboniferous shark nursery". Journal of Vertebrate Paleontology, 34:1, 22-33, doi: 10.1080/02724634.2013.782875.
    Integrando los datos de todos los fósiles, los investigadores lograron reconstruir el cuerpo del Bandringa con asombrosa precisión: 
    La boca estaba orientada hacia abajo y probablemente tenía capacidad succionadora, ideal para alimentarse de los animales del fondo. A cada lado de la boca y sobre la cabeza presenta espinas como agujas posiblemente con función defensiva. Fuente: L. C. Sallam, M. I. Coates, Journal of Vertebrate Paleontology, 2014.


    Tiburones con personalidad

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    Pintarroja (Scyliorhinus canicula). Foto: Jacobo Alonso.
    Que los tiburones tienen personalidad propia, individual, es algo que hace tiempo vienen defendiendo muchos de quienes permanentemente trabajan o bucean con ellos. Hay individuos que en determinadas situaciones se muestran más nerviosos, atrevidos, confiados, agresivos, curiosos, o pachorrones que otros de su misma especie. En esto no parecen ser muy distintos de otros animales, como por ejemplo nuestros chuchos. Estudios que se han llevado a cabo con tiburones limón (Negaprion brevirostris) han constatado que no todos los individuos responden a un estímulo o interactúan entre si de igual modo. Sin embargo, hasta hoy ningún trabajo había abordado la cuestión de en qué medida la personalidad individual puede llegar a afectar o condicionar el comportamiento social.

    La semana pasada se publicaban en la revista Behavioral Ecology and Sociobiology¹ las conclusiones de un estudio sobre algunos aspectos de la personalidad social de los tiburones, no de los grandes tiburones "televisivos", sino de una especie mucho más modesta aunque no menos interesante, la pintarroja (Scyliorhinus canicula). Como os podéis imaginar, las pintarrojas son infinitamente más dóciles y fáciles de manejar en un laboratorio; pero lo más importante es que, por sus características, estos pequeños tiburones bentónicos y poco nadadores, en particular cuando son juveniles, se ven obligados a adoptar modelos de conducta claramente marcados y optimizados para no convertirse en presa fácil para sus depredadores, que son muchos y grandes. Básicamente disponen de dos estrategias: agruparse o ir por libre. En cautividad, se ha observado que los jóvenes suelen formar grupos mixtos no aleatorios en función de cierto grado de familiaridad o de conocimiento mutuo entre individuos. En la naturaleza posiblemente tanto juveniles como adultos adopten este sistema, pero igualmente no pocos individuos prefieren ir a su bola, confiando en la discreción del camuflaje que les proporciona su característica librea. Desconocemos si existe algún factor, ambiental o no, que determine la adopción de un modelo u otro.

    Los autores del estudio se dedicaron, durante algo más de un mes, a observar y registrar los movimientos y patrones de comportamiento, individual y grupal, de 100 pintarrojas, nada menos (solo por eso merecerían un premio), ubicadas en tres hábitats de diferente grado de complejidad. Las observaciones se realizaron durante el día, puesto que es cuando estos animales se muestran menos activos, y suelen permanecer descansando sobre el fondo, en grupos o en solitario. Después de colocarles marcas individuales, formaron 10 grupos de 10 individuos y a continuación los fueron colocando sucesivamente en tres grandes tanques: uno con un sencillo sustrato de gravilla, otro de rocas, y un tercero con un relieve mixto de gravilla y roca. Todos los ejemplares eran juveniles de entre 8-10 meses y de tallas similares, alrededor de 18 cm LT, de manera que el condicionante sexual quedaba eliminado. El objetivo era analizar la estructura social de cada grupo, los agrupamientos que se formaban, así como la actitud y posición social de cada individuo en entornos de diversa complejidad estructural.

    Foto tomada de la página web de la CRAM (Fundación para la recuperación y conservación de animales marinos).
    Para resumir la cuestión, lo que estos experimentos demostraron fue que, tras esa apariencia sosa y anodina, las pintarrojas esconden una fuerte personalidad que parece mantenerse firme ante cualquier circunstancia. Los investigadores observaron que las preferencias individuales parecen regir la elección de una estrategia de supervivencia en detrimento de la otra. Aunque el tamaño de los agrupamientos sufrió ligeras variaciones en los tres ambientes (en el sustrato de grava, por ejemplo, se volvían más laxos y tendían a reducirse, tal vez por la mayor facilidad de cada uno de sus componentes para mimetizarse con el entorno), los individuos de carácter más independiente o solitario apenas llegaron a integrarse en algún grupo muy reducido, buscando la mayor parte del tiempo un lugar apartado donde poder descansar a gusto camuflados contra el fondo. En cambio, los más sociables se mantuvieron en todo momento y circunstancia formando parte de grupos grandes y bien interconectados, particularmente al abrigo de las rocas.

    Aunque es cierto que todos estos datos se han obtenido a partir de animales en cautividad, y por tanto necesitan sustentarse sobre una base más amplia de observaciones en el medio natural, lo que parece evidente es que los tiburones son unos seres mucho más complejos de lo que nos han enseñado a creer, desde los grandes tiburones blancos hasta las más humildes pintarrojas.



    =>Para saber más sobre las pintarrojas, véase Pintarroja (Scyliorhinus canicula).
    =>En La capacidad cognitiva de los tiburones, recogíamos el resultado de unos experimentos (más experimentos) con pintarrojas.

    ____________________________
    ¹David M. P. Jacoby, Lauren N. Fear, David W. Sims, Darren P. Croft (2014). "Shark personalities? Repeatability of social network traits in a widely distributed predatory fish". Behavioural Ecology and Sociobiology. doi:10.1007/s00265-014-1805-9


    El salto del vulpinus

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    Foto: Juan Gabriel Mata.
    Esta imagen fue tomada en el puerto de Algeciras el pasado 27 de agosto a las seis de la tarde. Su autor, Juan Gabriel Mata, logró captar dos de los tres saltos que observó. Al principio pensó que podía tratarse de un delfín o tal vez un atún (el bicho estaba lejos), y solo al descargar la tarjeta en su PC se dio cuenta de que era otra cosa. Juan Gabriel tuvo la amabilidad de enviarme las fotos a la página de Tiburones en Galicia en Facebook para confirmar su sospecha de que era un tiburón zorro. Y en efecto, como podéis observar, la cola es inconfundible, y la franja blanca sobre las pectorales resulta definitiva: sin duda, un zorro (Alopias vulpinus).
    Un testigo le había comentado que el gran pez ya llevaba un buen rato por los alrededores, pegando algún que otro salto. En el dique habían entrado varios bancos de caballa y un gran pez luna.

    El vulpinus es otro de nuestros tiburones más saltarines. En realidad, es el actual subcampeón de la modalidad, solo por detrás del veloz e inalcanzable marrajo, a quien ya vimos en acción en El salto del oxyrinchus. Hay quien sostiene que puede llegar a pegar saltos de hasta 6 m, frente a los más de 7 m (o 9 m, según algunas fuentes) del campeón. Aunque las cifras no son oficiales, lo que es incuestionable es que un bicho con una talla que puede alcanzar e incluso superar los 6 m se le ha visto saliendo totalmente del agua, incluida su larguísima cola, que, recordemos, representa aproximadamente la mitad de su longitud total.
    Nadie sabe exactamente por qué saltan los zorros marinos. Tal vez para librarse de parásitos, para comunicarse, para localizar a sus presas... En algunas ocasiones, los saltos han coincidido con la presencia de abundantes bancos de sardina y caballa. Pero de momento lo que hay son especulaciones.

    Los zorros marinos (Alopiidae) constituyen una pequeña familia de tres miembros [véase Colas de zorro (fam. Alopiidae)], dos de los cuales están presentes en nuestras aguas: el zorro o zorro común (A. vulpinus) y el zorro negro o zorro ojón (A. superciliosus).
    Sin duda, el vulpinus es el que más se parece al marrajo, tanto por la estructura de su poderosa musculatura como por su comportamiento extraordinariamente combativo cuando se le pesca. Es el único alópido que posee un sistema de retención de calor (la rete mirabile)¹ en paquetes de musculatura roja alojados en el interior de su cuerpo². Ello le ha permitido colonizar aguas más frías y optimizar el rendimiento muscular. Desgraciadamente ello le ha convertido también en un trofeo muy buscado por los autodenominados "pescadores deportivos" (sea lo que sea lo que esta expresión signifique para estos "deportistas"), particularmente del otro lado del Atlántico. Aquí, en aguas de la UE, su captura, desembarco y comercialización están terminantemente prohibidas desde el 2010.

    Este bellísimo tiburón se encuentra en serio peligro. Sus poblaciones a nivel mundial están descendiendo, en algunos lugares parece que de forma considerable. Figura en la Lista Roja de la IUCN con el estatus de Vulnerable... a la espera de que lleguen más datos que confirmen una subida del nivel de alarma hasta el "En peligro". De nosotros depende.

    Foto: Juan Gabriel Mata.

    => Para conocer al zorro marino, echadle un vistazo a Zorro (Alopias vulpinus).


    [Una breve nota de agradecimiento a Juan Gabriel Mata por estas estupendas fotografías.]

    ______________________
    ¹El sistema circulatorio de los tiburones.
    ²EnLa musculatura del tiburón encontraréis información sobre estos dos tipos de musculatura así como un interesante gráfico comparativo de la estructura muscular de los tres alópidos.

    Los tiburones según Plinio

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    Gayo Plinio Segundo, más conocido como Plinio el Viejo, nació en el año 23 d. C., ocupó cargos importantes en el ejército y en la administración del Imperio entre ellos, procurador de la Tarraconense, y murió en la gran erupción del Vesubio del año 79, siendo comandante de la flota imperial con base en Miseno, llevado, según se cuenta, por su extrema curiosidad y afán por conocer de cerca un fenómeno tan extraordinario. Fue también un destacado hombre de letras, escribió obras históricas y de carácter político, y la que está considerada como la primera enciclopedia de la naturaleza, la Historia Naturalis, escrita durante la última etapa de de su vida (aproximadamente entre los años 77-79), su gran obra y el motivo por el que hoy lo hemos traído hasta aquí.
    Los 37 libros de que consta la Historia Natural pretenden abarcar la descripción de la totalidad del universo conocido, desde la astronomía, el mundo, la naturaleza vegetal, animal y mineral, y el hombre, incluidos aspectos como su organización social y la producción artística hasta la jardinería y la producción de vino, etc.
    Plinio no es en modo alguno un naturalista o un científico, sino un erudito, es decir, un infatigable lector y recopilador de datos. Aunque su ajetreada vida sin duda le ha proporcionado observaciones de primera mano, la mayor parte de sus conocimientos procede de autores como Aristóteles¹, de testimonios de viajeros, o simplemente de la "autoridad" de los saberes tradicionales. Su objetivo es reunir en un todo organizado todo el saber existente sobre una determinada materia.
    Por lo que respecta a la zoología, y en concreto a los tiburones, Plinio se limita a presentarnos los datos que ha podido reunir, sin cuestionar su validez, pero adaptándolos según su conveniencia². No pretende construir un sistema, a la manera de Aristóteles, sino sencillamente presentar las maravillas y curiosidades del mundo natural, es cierto que a veces sin un orden al menos aparente, haciendo, al mismo tiempo, especial hincapié en su utilidad para el hombre, en las posibilidades medicinales y terapéuticas que ofrece. Puede hablarse, por tanto, de una doble finalidad, didáctica y ética o moral: la naturaleza es fuente de prodigios y de belleza, y además nos aporta innumerables beneficios, por eso merece ser conocida y respetada.

    Todas las citas proceden de la traducción y edición el texto a cargo de Josefa Cantó, Isabel Gómez Santamaría, Susana González Marín y Eusebia Tarriño para la editorial Cátedra³.

    Historia Naturalis. Códice de mediados del XII conservado en la abadía de Saint Vincent, Le Mans.

    Es en el Libro 9 donde se ocupa de los peces. Pero a diferencia de Aristóteles, el tratamiento científico de los tiburones se limita a estas pocas líneas:
    (40) 78. Hay otra clase de peces planos que tiene cartílagos en lugar de espinas, como la raya, la pastinaca, el pez ángel, la tembladera y aquellos a los que los griegos dan el nombre de buey, lamia, águila, rana. Entre ellos se encuentran también los escualos, aunque no son planos. Aristóteles fue el primero que los llamó en conjunto con el nombre griego selache. Nosotros no podemos distinguirlos, a no ser que queramos llamarlos cartilaginosos. Por lo demás, todos son carnívoros y se alimentan tumbados de espaldas, como dijimos a propósito de los delfines, y mientras los demás peces son ovíparos, sólo esta especie, como la de los llamados cetáceos, es vivípara, excepto el llamado pez rana.
    Más abundantes son las referencia a la ferocidad y peligrosidad de estos animales para los pescadores de perlas y de orejas de mar:
    (55) 110. La concha [se refiere a la ostra], cuando ve una mano, se repliega y oculta sus riquezas, sabedora de que son ellas lo que busca; y si la mano se anticipa, la corta con su filo: no hay castigo más justo. Además, otros peligros la protegen: la mayor parte de las veces se encuentra entre escollos, en alta mar la acompañan también los perros marinos; y sin embargo ello no impide que adorne las orejas de las mujeres.
    (70) 151. Una gran cantidad de perros de mar acechan con grave peligro a los buceadores que buscan esponjas. Ellos mismos cuentan que sobre su cabeza se solidifica una nube, semejante a un animal, que los oprime y les impide ascender, y que por eso llevan puñales muy agudos atados con una cuerda, porque no se retira a no ser que la perforen; eso lo provoca, según creo, la oscuridad y el miedo. Pues nadie ha encontrado ningún animal parecido a esa "nube" o "niebla", que es como llaman a esa calamidad. 152. Con los perros de mar, la lucha es terrible. Atacan a las ingles, los talones y las partes blancas del cuerpo. La única salvación está en hacerles frente y asustarlos, pues tienen miedo del hombre lo mismo que lo aterrorizan a él, y en las profundidades la lucha está igualada. Cuando el buceador llega a la superficie del agua el peligro es doble, porque no puede utilizar la táctica de plantarles cara; mientras trata de emerger, su salvación está en manos de sus compañeros; ellos tiran de la cuerda que lleva atada por los hombros. Mientras lucha, el buceador tira de la cuerda con la izquierda para indicar que hay peligro, y con la derecha sigue luchando con el puñal. 153. Tiran de él poco a poco; cuando ya está junto al barco, si no se dan mucha prisa en izarlo, ven cómo lo devoran. Y muchas veces se lo arrebatan de las manos cuando ya lo han sacado, a no ser que él mismo contribuya al esfuerzo de los que tiran haciendo un ovillo con el cuerpo. Entonces otros hombres blanden los tridentes, pero la habilidad del monstruo consiste en esconderse debajo del barco y de esa forma combatir seguro. Así pues, los buceadores toman todo tipo de precauciones para vigilar esta plaga.
    El tema de la singular técnica del zorro marino para evitar ser capturado la recogen diversos autores antiguos, Aristóteles entre ellos.
    (67) 145. Las escolopendras, semejantes a las de tierra llamadas ciempiés, cuando se tragan un anzuelo vomitan sus entrañas enteras hasta que expulsan el anzuelo, y luego se las vuelven a tragar. En cambio los zorros de mar, en situaciones peligrosas semejantes, tragan más sedal, hasta llegar a la parte más débil, que cortan fácilmente.

    Buena parte del Libro 32 se ocupa de la farmacopea y usos terapéuticos de los seres vivos. Como veréis, los tiburones proporcionan remedios para casi todo, desde las pústulas en las partes pudendas hasta los miedos irracionales, además de servir de antídoto contra ciertos venenos:
    (12) 25. Por lo que se refiere a la incompatibilidad entre elementos que los griegos llaman antipatía, no hay nada más venenoso en el mar que la pastinaca: ya hemos dicho que destruye los árboles con su aguijón. Sin embargo, a ella la persigue el galeos, que también persigue a otros peces, pero sobre todo a la pastinaca, como en tierra la comadreja a las serpientes: tan grande es su ansia por el veneno. Precisamente el galeos [...] cura a los que ha picado la pastinaca.
    Para problemas en ciertas partes:
    (34) 107. Para las pústulas de las partes pudendas, [...] la ceniza de cabeza de perca en salazón, añadiéndole miel, la ceniza de cabezas de pelamydes, o la piel de pez ángel quemada. 108. Con ésta es con la que dijimos que se pule la madera, puesto que del mar salen también cosas útiles para los artesanos.
    Remedios relacionados con la salud bucodental:
    (26) 79. Los dolores de muelas se calman escarificando las encías con huesos de dragón marino y con sesos de perro de mar hervidos y conservados en aceite, frotando los dientes con ello una vez al año.
    (48) 137. Para las encías de los niños y la dentición es muy buena la ceniza de dientes de delfín con miel, y también pasar por las encías el mismo diente. Además, como amuleto quita los terrores repentinos. El mismo efecto tiene el diente de perro de mar.
    ... y la epilepsia:
    (37) 112. Como hemos dicho, los epilépticos beben cuajo de foca con leche de yegua o de burra, o con jugo de granada; algunos, con vinagre endulzado con miel; otros toman el cuajo simplemente en forma de píldoras. [...] También se les administra hígado de comadreja marina, o de ratón, o sangre de tortuga.

    ... Con razón mi admirado Italo Calvino gozaba con la lectura de Plinio.

    Una breve nota que tal vez sea de interés para los lectores (en masculino) de este vuestro blog: si alguno de vosotros padece de tan triste mal, que sepáis que los "testículos descolgados, dicen que hay que frotarlos con baba de caracol". Avisados quedáis.


    ____________________________
    ¹Particularmente, su Historia animalium o Investigaciones sobre los animales. Véase Los tiburones según Aristóteles (I) y Los tiburones según Aristóteles (II).
    Rémoras bajo la quilla. Ilustración de finales del XV.
    ²Valga un ejemplo bastante curioso: en su descripción de la rémora Plinio sigue a Aristóteles, pero en un momento determinado no le importa, abandonando toda elemental prudencia, incorporar una visión a todas luces exagerada basada en testimonios que debieran ser, como poco, cuestionados:
    Libro 9. (41) 79. Hay un pez muy pequeño que vive entre las rocas, llamado rémora; se cree que retrasa la marcha de los barcos, de ahí su nombre [se refiere a echeneis, "que detiene los navíos"].
    Libro 32. (1) 2. Sin embargo, un pequeñísimo pececillo llamado rémora sujeta él solo a todos estos elementos [se refiere a elementos de la naturaleza como los vientos, las mareas, las tempestades], que hacen fuerza en la misma dirección. Por mucho que soplen los vientos y se enfurezcan las tempestades, manda sobre su furor, contrarresta tan grandes fuerzas y obliga a los barcos a permanecer quietos [...].
    ³Plinio. Historia Natural. Madrid: Cátedra, 2002.
    Excepto la lamia, que puede referirse a un marrajo (Isurus oxyrinchus) o a un tiburón blanco (Carcharodon carcharias), y el pez ángel (Squatina sp.), todos los demás son rajiformes. El pez rana es el rape.
    Según nota de las editoras, "El Canis marinus es algún tipo de escualo, la tintorera tal vez".
    Especie no identificada. Puede tratarse de un cazón (Galeorhinus galeus), o tal vez de otra especie de mayor tamaño que tenga a las pastinacas entre su dieta.
    Tal vez la pintarroja (Scyliorhinus canicula) o cualquier Canis marinus como la tintorera (Prionace glauca).
    Probablemente la musola (Mustelus sp.).


    Tiburón de Groenlandia (Somniosus microcephalus)

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    En la cubierta del Coral entrando en Corme. Foto: Antón Parada.

    Tiburón de Groenlandia

    Somniosus microcephalus (Bloch & Schneider, 1801)

    (es. Tiburón o tollo de Groenlandia, tiburón boreal; in. Greenland Shark; port. Tubarao-da-Groenlândia.)

    Orden: Squaliformes
    Familia: Somniosidae

    Ocurrió el 20 de junio del 2006. El Coral, un pesquero de Riveira que faenaba a la pareja con el San Martín de la Mar a la altura de las islas Sisargas, se encontró un extraño tiburón atrapado en la red. Medía unos 3 metros, era de color oscuro, morro un tanto romo, y tenía unos dientes muy pequeños. Nadie había visto nunca una cosa parecida ("Es el animal más raro que he visto en los 25 años que llevo faenando", admitía el patrón). Quiso la suerte que uno de los tripulantes fuese Antón Parada, que además de gran fotógrafo es un tipo cuya curiosidad innata por todo lo que le rodea lo ha convertido en un profundo conocedor del mundo natural (y, por encima, es amigo de este blog); fue él quien sugirió ponerse en contacto con la gente de la CEMMA, con quien suele colaborar, quienes a su vez avisaron a la SGHN. Una vez desembarcado en Corme, se procedió a su identificación: un macho de tiburón de Groenlandia; medía 330 cm y pesaba 300 kg¹. Y el primer registro del Somniosus microcephalus en aguas de Galicia.

    Personal de la SGHN tomando biometrías en Corme. Foto: SGHN-CEMMA.
    Un segundo y último registro, que conozcamos, se produjo casi dos años después, el 30 de marzo de 2008, cuando en la playa de Ézaro, Dumbría, apareció el ejemplar de la fotografía, ya bastante deteriorado, como se puede apreciar. Según la prensa, medía metro y medio², aunque en la foto parece un poco mayor.

    Praia de Ézaro, 30-III-2008. Foto: Rubén Prieto, surfcostadamorte.blogspot.com
    El depredador somnoliento. El tiburón de Groenlandia es el mayor depredador de nuestras aguas, con permiso del tiburón blanco, a quien seguimos esperando con ilusión. Su nombre científico, que podríamos traducir como "dormilón de cabeza pequeña", responde solo en parte a la realidad. Su cabeza no es, en efecto, muy grande que digamos; y en cuanto a somniosus, es verdad que apenas opone resistencia cuando se le pesca, como si fuese demasiado perezoso o estuviese demasiado adormilado para siquiera luchar por su vida. Pero en lo demás lo que hay es un poco de exageración. Aunque el bicho no es ciertamente un cohete—se trata, de hecho, de uno de los tiburones más lentos del océano, sin embargo es capaz de realizar cambios repentinos de velocidad, bien para dejar atrás a un buzo que le está incordiando, bien para, en determinadas circunstancias, tender una emboscada a una foca. Suele desplazarse a una velocidad media de 0,3 metros por segundo (aproximadamente 1 km/h), pero en el golfo de San Lorenzo se le ha observado alcanzando puntas de velocidad que superarían con creces el metro por segundo (3,6 km/h).
    Como curiosidad, este admirable cazador de aguas gélidas está dotado de un sistema anticongelante extraordinariamente efectivo: en sus tejidos acumula grandes cantidades de urea y, especialmente, de óxido de trimetilamina, sustancia resultante de la degradación metabólica de las proteínas y los aminoácidos. Esto hace que su carne, además de exhalar un olor repugnante, resulte sumamente tóxica: si se consume fresca, sin tratar, las consecuencias pueden ser muy desagradables, desde fuertes diarreas y convulsiones hasta la muerte si la ingesta ha sido elevada.


    Descripción: El tiburón de Groenlandia es un animal corpulento de rasgos un tanto toscos. Tiene un cuerpo grueso, cilíndrico y de piel áspera, particularmente en los costados, debido unos dentículos dérmicos de fuertes cúspides erectas y ganchudas; las aletas son muy pequeñas, salvo la caudal, y el morro es corto y ampliamente redondeado. Las narinas son transversas y se encuentran en posición bastante adelantada; tiene una boca poco arqueada, casi recta, ojos pequeños y redondos, espiráculos de tamaño mediano situados detrás y por encima de los ojos, y 5 pares de aberturas branquiales muy cortas situadas delante de las pectorales.
    Las dos dorsales son bajas y alargadas, y carecen de espinas; la primera, un poco más grande que la segunda, se origina hacia la mitad del dorso, más próxima a las pectorales que a las pélvicas; la segunda, aproximadamente sobre la axila pélvica. La aleta caudal presenta el lóbulo inferior bien desarrollado y el terminal diferenciado; quillas laterales presentes en su base. Como todos los Squaliformes, carece de aleta anal.
    El color varía del gris muy oscuro, casi negro, a marrón oscuro uniforme o con manchas con estas tonalidades; puede presentar bandas transversales oscuras.
    A menudo, estos tiburones, sobre todo los que habitan en aguas árticas, presentan un copépodo parásito incrustado en cada ojo, el Ommatokoita elongata—aproximadamente el 90% de los ejemplares del Ártico están parasitados frente al 10% de zonas como el golfo de San Lorenzo. Se especula con la posibilidad de que se trate de una suerte de parasitismo simbiótico, pese a los graves daños que causa en la córnea del huésped: el copépodo, al ser bioluminiscente, serviría de cebo para atraer a las presas en la oscuridad del mar profundo. Parece tratarse de una mera hipótesis sin demasiado fundamento.

    Somniosus microcephalus con un copépodo incrustado en el ojo. Fuente: Discovery UK.
    Dentición: Dimorfismo dentario. Los dientes superiores (35-39 filas), dispuestos en varias hileras funcionales, son lanceolados, con cúspides estrechas y afiladas, mientras que los inferiores (45-57 filas) son anchos, de raíz alta y cúspide larga y abatida, y se encuentran imbricados formando una especie de filo dentado a modo de sierra. No es difícil imaginar que los primeros sirven para sujetar la presa y los segundos para trocearla con movimientos circulares de su cabeza.

    Foto: Antón Parada
    Talla: En general, aunque los adultos rondan los 300-450 cm, el tiburón de Groenlandia puede superar los 640 cm, llegando posiblemente hasta los 730 cm. La talla al nacer es de unos 40 cm.
    Los machos son maduros a partir de los 300 cm aproximadamente; las hembras, desde los 450 cm. 

    Reproducción: Poco conocida. Vivíparo aplacentario (ovovivíparo) con saco vitelino. Durante la gestación el embrión depende exclusivamente de las reservas de alimento del saco vitelino; cuando se agotan, éste se reabsorbe y el embrión está preparado para el parto. Las camadas pueden ser de, al menos, 10 crías. Tal es el número de embriones hallados en uno de los úteros de una hembra de 5 metros: medían alrededor de 37 cm y se sabe que estaban a término porque el saco vitelino ya se había absorbido. El periodo de gestación probablemente supera los 12 meses, y hay quien dice que puede ser incluso superior a dos años, como otras especies de aguas profundas, habida cuenta de que los procesos metabólicos se ralentizan a temperaturas bajas.
    La tasa de crecimiento es seguramente muy baja. Dos individuos recapturados al cabo de 16 y 14 años en libertad tan solo habían crecido 8 y 16 cm respectivamente, lo que arroja una tasa anual de crecimiento de entre 0,5 y 1,1 cm... Si en posteriores trabajos se comprueba que estas cifras son significativas, podríamos estar ante uno de los vertebrados más longevos de la Tierra: un individuo de 6 m podría tener cerca de 200 años. Como récord no está mal, pero las implicaciones para su conservación son bastante más serias: pensemos que, por ejemplo, una hembra podría tardar hasta 100 años en alcanzar la madurez, es decir, en estar lista para reproducirse. Ojalá este dato no se confirme.

    Foto: NOAA
    Dieta: El Somniosus microcephalus come de todo, no le hace ascos a nada, es el sueño de cualquier abuela galaica. Su dieta es extraordinariamente variada, como corresponde a un voraz depredador oportunista. Cualquier bicho que por cualquier circunstancia sea arrastrado al mar es susceptible de convertirse en comida. Llevado por su fino olfato, el tiburón de Groenlandia se concentra en grandes números en las áreas donde se desarrollan actividades balleneras o pesqueras, convirtiéndose, en ocasiones, en algo más que un incordio.
    A pesar de tratarse de un tiburón lento, el análisis de contenidos estomacales demuestra que es capaz de capturar presas bastante activas. Se han encontrado peces (fletán, salmón atlántico, arenque, bacalao, capelán, granadero, eglefino, abadejo, maruca, pez lobo, rayas, anguilas, etc.), invertebrados (crustáceos, gasterópodos, medusas, calamares, erizos de mar, etc.) y mamíferos marinos (focas y pequeños cetáceos como narvales, belugas y marsopas, muchas de estas especies tal vez ingeridas como carroña)... y alguna que otra ave marina. Parece mostrar una cierta especialización en las focas, a las que acecha oculto en el fondo para abalanzarse sobre ellas mientras duermen, según ciertas teorías. Diversos programas de marcado han descubierto que con frecuencia este tiburón se desplaza hacia la superficie en áreas de elevadas concentraciones de foca híspida (Pusa hispida), a las que da caza mediante emboscadas. También se ha visto implicado en ataques a diversas especies de pinnípedos de Sable Island, en la costa atlántica canadiense.

    NDR Naturfilm/Studio Hamburg DocLights /GEO.
    La carroña constituye una de sus principales fuentes de alimento; algunos sostienen que es una especie primordialmente carroñera. En sus estómagos se han encontrado restos de renos, de osos polares y de caballos, y también una pierna humana calzada con una bota de esquimal. Hace pocos meses apareció en una playa de Terranova un pequeño ejemplar medio moribundo de dos metros y medio de longitud que se había atragantado con un trozo de alce,que, con toda probabilidad, alguien había tirado al mar³.
    No se han constatado ataques a personas, aunque existe una leyenda de una familia de nativos que que fue atacada durante una plácida excursión en kayak; según cuentan, tuvieron que arrojar al mar a un bebé para distraer al tiburón y así poder salvarse. En 1940 parece ser que un guarda sufrió el "acoso" de otro tiburón mientras caminaba por un bloque de hielo en el golfo de San Lorenzo.

    Hábitat y distribución: Habitante de la plataforma y talud superior continental e insular hasta los 1400 m, posiblemente hasta los 2647 m. Le gustan las aguas bien frías, entre los 0,6 y los 12ºC.
    Durante los meses más fríos puede internarse en estuarios y bahías de aguas someras, mientras que en primavera y verano retorna a aguas más profundas. Puede desplazarse hacia latitudes más bajas, incluso tropicales, siguiendo corredores de aguas muy frías a gran profundidad. Así se explican las imágenes de Somniosus deslizándose lentamente a pocos metros del fondo en el golfo de México tomadas por vehículos de control remoto a 2647 m.

    Elaboración propia a partir de Ebert et al., 2013 y www.geerg.ca
    Se encuentra en aguas del Atlántico norte y océano Ártico, con registros en principio esporádicos en aguas más meridionales: Galicia y Portugal e incluso las islas Canarias, también Florida y Golfo de México.

    Pesca y conservación: Históricamente hubo en Groenlandia, Islandia y Noruega una pesquería del tiburón de Groenlandia con el objetivo de extraer el aceite de su enorme hígado. A mediados del XIX se descargaron, solo en Groenlandia, entre 2000 y 3000 ejemplares por año, y a principios del siglo XX, las capturas de los tres países podían llegar hasta los 32 000. El pico se alcanzó en 1934, con un total de 17 201 hectolitros de aceite descargado. Aunque estas pesquerías se terminaron en 1960 debido principalmente a la caída del precio del aceite, en la década siguiente el gobierno noruego subvencionó una serie de campañas destinadas a reducir el número de estos tiburones, que se consideraban una plaga para otras pesquerías. En 1999 el total de capturas reportadas a la FAO fue de 51 toneladas.
    Entre las gentes del norte, como los esquimales, los islandeses y (algunos) noruegos, su carne también se aprovecha para consumo humano y para alimento de los perros de trineo, a pesar de su elevada toxicidad. Para ello, debe ser cuidadosamente tratada, bien cociéndola varias veces, bien sometiéndola a un largo proceso de fermentación y curadocon el que se consigue el famoso hákarl o "tiburón fermentado", una repugnancia que se elabora y consume en ciertas zonas de Islandia y Noruega.
    En la actualidad es una captura accidental, por ejemplo en las pesquerías de arrastre del fletán y la gamba. Su pesca está prohibida en la UE (TAC=0).



    Figura en las Lista Roja de la IUCN con el estatus de Casi amenazado, con la advertencia de la necesidad de elaborar un análisis de los datos históricos de capturas a fin de determinar si se han producido descensos de sus poblaciones a consecuencia de la actividad pesquera, así como de la urgencia de monitorizar las capturas accidentales en el Ártico y Atlántico norte.

    Foto: Antón Parada

    [Como siempre, mi agradecimiento a Tucho Parada y a Juan Ignacio, de la SGHN, que amablemente han cedido sus fotos.]
    ________________________
    ¹"Tras practicársele la necropsia in situ, y dado que se trata de una especie poco habitual, se optó por realizarle una dermoplastia, técnica que consiste en la realización de unos moldes corpóreos para luego hacer una reproducción a tamaño natural, que era realizada ayer en las instalaciones de la Casa do Coronel en el cuartel de Sánchez Aguilera. El objetivo de los investigadores que se encargan del estudio del curioso escualo es intentar conservar el cráneo y las características mandíbulas del animal."El Correo Gallego, 23 de junio de 2006.
    Fuente: El Correo Gallego, 23-VI-2006.
    Como curiosidad, en un primer momento periódicos como La Voz de Galicia del 21 de junio dijeron que se trataba de una cañabota, aunque al día siguiente ofrecieron la información correcta.
    ²"Asimismo, en la playa de O Ézaro (Dumbría) arecieron ayer por la mañana los restos de un tiburón gata de un metro y medio de longitud. El escualo mostraba signos de descomposición y podría llevar ya varios días muerto en el agua."La Voz de Galicia, 31 de marzo de 2008.
    No hace falta decir que de "tiburón gata" el bicho tiene poco.
    ³El animal tuvo la fortuna de que un par de buenos samaritanos apareciesen por allí justo a tiempo: lograron arrancar la masa de carne y piel que sobresalía de su boca y empujarlo mar adentro. En esta página de Montevideo podéis encontrar una crónica en castellano.
    David A. Ebert, Matthias F. W. Stehmann (2013). FAO Species Catalogue for Fishery Purposes: Sharks, Batoids and Chimaeras of the North Atlantic. FAO, Roma; David A. Ebert, Sarah Fowler, Leonard Compagno, Marc Dando (2013). Sharks of the World: A Fully Illustrated Guide. Wild Nature Press, Plymouth, y <www.geerg.ca>.
    En Canarias fue descubierta su presencia en un muestreo realizado en 1986.
    Véase <http://www.fao.org/fishery/species/2033/en>
    El método tradicional es enterrar los trozos de carne en grava y arena dejando que se pudran y fermenten entre 6-12 meses más o menos; luego los cortan en tiras y los cuelgan a secar durante varias semanas más. Dicen que el olor es mucho más nauseabundo que el sabor, que solo es cuestión de acostumbrarse. Si algún lector lo prueba, y sobrevive, que nos lo cuente.
     

    Olayo (Galeus melastomus)

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    Foto: Toño Maño

    Olayo

    Galeus melastomus (Rafinesque, 1810)

    (es. Olayo, bocanegra; gal. Zapata, casapa, colaio; in. Blackmouth Catshark; por. Leitao)

    Orden: Carcharhiniformes
    Familia: Pentanchidae

    El olayo es probablemente el tiburón demersal más abundante de la zona media y alta del talud continental. Suele encontrársele entre los 200 y los 500 m de profundidad, y aunque por su aspecto se diría que es una pintarroja (Scyliorhinus canicula) como cualquier otra, en realidad puede decirse que ocupa un nicho intermedio o, si se quiere, de transición entre esta especie propia de aguas someras y aquellas otras más características del mar profundo como la pailona, de la que hablamos aquí recientemente [véase Pailona (Centroscymnus coelolepis)]. De hecho, en determinadas áreas, su rango batimétrico se solapa, por arriba y por abajo, con el de ambas. Recientemente se ha incluido a estas y otras especies similares en una nueva familia, Pentanchidae, caracterizadas por la ausencia de cresta supraorbital en el condrocráneo, a diferencia de las pintarrojas propiamente dichas (familia Scyliorhinidae) que si la tienen. No obstante, la tendencia mayoritaria sigue siendo la tradicional, es decir, su inclusión dentro de la gran familia Scyliorhinidae [véase Claves de los Carcharhiniformes].

    Parece evidente que la vistosa librea del olayo está diseñada para cumplir una función de camuflaje en un entorno alumbrado, siquiera mínimamente, por la luz solar (las especies propias de aguas profundas suelen presentar libreas sin ningún tipo de dibujo o patrón). Al menos en ciertas etapas de su vida, en esta franja de entre 200-300 m aproximadamente, el olayo comparte territorio con la pintarroja, cuyo rango batimétrico llega hasta los 110 m y, excepcionalmente, los 400 m. Pero compartir territorio significa competir. Un excelente trabajo¹ llevado a cabo a lo largo de la costa cantábrica desde el norte de Galicia hasta el País Vasco encontró que la dieta de estos dos tiburones era muy similar, pero en los ejemplares menores de 30 cm, es decir, mientras son juveniles. A medida que van creciendo, la pintarroja se desplaza hacia la costa y el olayo, en dirección contraria, hacia aguas más profundas. Esta especialización espacial lleva pareja una especialización sensorial: la pintarroja depende del sentido del olfato, más desarrollado que el del olayo, para detectar presas fundamentalmente bentónicas, mientras que éste, por su parte, cuenta con unos ojos más avanzados que le permiten la caza en la columna de agua.
    Curiosamente, es el espectacular desarrollo del sentido de la vista el que también ha facilitado a la pailona la especialización en presas de aguas más profundas, al menos en el Mediterráneo², como forma de evitar la competencia con el olayo.

     
    Foto: Toño Maño
    Descripción: El olayo tiene un cuerpo alargado y esbelto de piel no muy áspera y un morro moderadamente alargado y redondeado. La boca es grande, muy arqueada, y su interior presenta un característico color negro debido a la mucosa que lo recubre. Los ojos, grandes y ovalados, tienen una membrana nictitante rudimentaria en la parte inferior y una carena subocular poco definida. Los espiráculos son pequeños y están situados cerca de los ojos. Posee narinas amplias y de aberturas estrechas, con pequeñas solapas triangulares. Aberturas branquiales pequeñas, menores que la longitud ocular, con la última situada sobre las pectorales. Las dos aletas dorsales son pequeñas, prácticamente del mismo tamaño, y se encuentran en posición muy retrasada, claramente por detrás del origen de las aletas pelvianas, que son pequeñas y bajas. Las pectorales son grandes. La aleta anal es más grande que las dorsales, y de longitud mayor que el espacio interdorsal. Caudal heterocerca: lóbulo superior largo, con una muesca subterminal bien marcada, e inferior poco desarrollado; presenta una cresta de dentículos dérmicos grandes en el pedúnculo caudal y en el lóbulo superior.

    Foto: Toño Maño
    La librea consiste en un entramado de manchas oscuras en dorso y aletas sobre un fondo gris terroso a marrón claro: entre 15 y 18 manchas circulares a ovaladas o rectangulares (a veces como fusionadas) dispuestas a lo largo del dorso desde la zona branquial hasta la cola; los flancos presentan también manchas de diversos tamaños con una tendencia a formar un patrón longitudinal. La superficie ventral es blanquecina. Aletas con bordes blancuzcos.

    Dentición: Dientes pequeños y pluricuspidados, similares en ambas mandíbulas y dispuestos en varias series funcionales. Constan de una cúspide principal alta y una o varias secundarias. Los dientes superiores están claramente más adelantados que los inferiores.

    Fuente: J-elasmo.
    Talla: La talla máxima ronda los 62-70 cm, aunque se ha documentado una hembra de 90 cm (los ejemplares mediterráneos son más pequeños). Los machos maduran entre los 34-42 cm, las hembras entre 39-45 cm. En el Mediterráneo se ha constatado 38-51 cm para las hembras y 34-45 cm para los machos. No se conocen las tallas de nacimiento; Barrull y Mate³ comentan que el nadador libre más pequeño que observaron tenía 8 cm, de manera que al nacer deben de medir algo menos. 

    Reproducción: Especie ovípara, con una media de 2-8 huevos por hembra (Compagno sostiene que hasta 13) que suelen eclosionar en primavera y verano, si bien no parece existir un periodo reproductivo definido, dado que se ha observado actividad vitelogénica a lo largo de todo el año. La fecundidad se ha estimado en torno a las 15-25 cápsulas-huevo por año. Esta cápsula-huevo mide en torno a los 6x3 cm.

    Dieta: Bastante variada, sobre todo invertebrados bentónicos (camarones, cefalópodos) y pequeños peces bentónicos y demersales como los peces linterna, e incluso pequeños elasmobranquios;también, sobre todo en el talud superior, krill (Euphausiacea) y diversos decápodos. Es también una especie oportunista con hábitos carroñeros.

    Hábitat y distribución: El olayo es un tiburón bentónico-demersal muy común en la plataforma exterior y talud superior. Su rango batimétrico oscila entre los 150-200 m y los 500 m, ocasionalmente entre 55 m y 2000 m.
    Parece existir segregación por tamaño y sexo: los ejemplares inmaduros más pequeños se dan normalmente por encima de los 500 m.
    Fuente: Wikipedia, modificado ligeramente según Ebert et al, 2013.
    Se encuentra en el Atlántico nororiental, desde la costa SW de Islandia, islas Feroe y Noruega hasta Senegal, incluyendo las Azores. También en el Mediterráneo, aunque es menos común o raro en el Adriático norte y en el mar Egeo.


    Pesca y estatus: Debido al agotamiento de los stocks de especies más típicamente comerciales, está dejando de ser un descarte más de arrastreros y palangreros de profundidad para formar parte de las descargas habituales de pescado para consumo o transformación. Hasta hace unos años, los arrastreros que iban a especies como la cigala (Nephrops norvegicus) o la gamba roja (Aristeus antennatus) capturaban cantidades enormes de olayos que normalmente se tiraban por la borda, a veces vivos pero con terribles heridas que hacían difícil su supervivencia. Ahora todo parece indicar que se retienen a bordo para su comercialización, al menos en un porcentaje nada despreciable, como un suplemento más para rellenar la bodega.
    Su carne se puede consumir fresca o salada, y su piel se aprovecha para la fabricación de cueros.
    En lo que respecta a Galicia, en 1983 Rodríguez Solórzano señalaba que "É frecuente durante a época estival nas lonxas de Aguiño e Ribeira procedente de capturas de palangre."

    Fotografiado a 500 m (University of Plymouth Deepsea Species Catalogue.)
    Figura en la Lista Roja de la IUCN con el estatus de Preocupación menor, si bien, al tratarse de una especie de creciente interés comercial, es posible que a medio plazo sus stocks se vean seriamente amenazados.
    Medidas como la prohibición del arrastre de profundidad por debajo de los 1000 m en el Mediterráneo, pueden ayudar a la conservación de la especie. En 2010 se decreta el TAC 0 en aguas de la UE.
    Veremos.

    _____________________
    ¹I. Olaso, F. Velasco, A. Serrano, C. Rodríguez-Cabello, O. Cendrero (2004). "Trophic Relations of Lesser-Spotted catshark (Scyliorhinus canicula) and Blackmouth Catshark (Galeus melastomus) in the Cantabrian Sea."Journal of Northwest Atlantic Fishery Science, vol. 35, 481-494. 
    Las pintarrojas se capturaron en su mayor parte en cotas de 30 a 200 m, y los olayos, entre 150-500 m (principalmente a partir de los 300 m); los juveniles de una y otra especie, entre los 150-300 m y entre los 200-350, respectivamente.
    ²Véase Anna Bozzano (2004). "Retinal specialisations in the dogfish Centroscymnus coelolepis from the Mediterranean deep-sea". Scientia Marina, 68 (suplemento 3):185-195. 
    ³Joan Barrull, Isabel Mate (2002). Tiburones del Mediterráneo. Llibreria El Set-ciènces, Arenys de Mar, p. 88.
    Manuel Rodríguez Solórzano et al. (1983). Guía dos peixes de Galicia. Editorial Galaxia, Vigo, p. 39.

    Dos buenas noticias y media

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    Cornudas negras (Sphyrna lewini).
    Esta semana pasada nos han llegado tres llegado noticias relativamente esperanzadoras referidas a la ampliación de medidas legales de protección a los tiburones. Los pesimistas dirán que esto no va a servir para nada; los realistas, que de muy poco a menos que disminuya la demanda; y los optimistas empedernidos, pues que son buenas noticias. Como a estas alturas uno ya no sabe bajo qué choza cobijarse, pues nos quedaremos en una posición intermedia, sujetando un diminuto paraguas bajo el chaparrón.
    Originalmente, este pequeño artículo iba a titularse "Tres buenas noticias", pero lo que hoy mismo hemos conocido nos ha hecho rebajarlo medio punto (en efecto, solo medio punto)... en un arrebato de optimismo dominguero. Pero que el lector juzgue por si mismo.

    I. Protección para 21 tiburones y rayas bajo la CMS.

    Tras varios días de difíciles negociaciones, la 11ª Conferencia de las Partes, el principal órgano de toma de decisiones de la Convención sobre laConservación de las Especies Migratorias de Animales Silvestres (CMS), también conocida como Convenio de Bonn, celebrada en Quito el pasado 4-9 de noviembre, ha acordado la inclusión de 6 especies de tiburones en el Apéndice II.
    • Tiburones zorro. Las tres especies, Alopias pelagicus, A. superciliosus y A. vulpinus, a propuesta de la UE.
    • Jaquetón sedoso (Carcharhinus falciformis), a propuesta de Egipto.
    • Tiburones martillo. Dos especies, el tiburón martillo (Sphyrna mokarran) y la cornuda negra (Sphyrna lewini), a propuesta de Ecuador y Costa Rica.
    En teoría, esto compromete a todas las partes (más de 120 países) a implementar mecanismos de protección y planes de gestión sostenible para estas especies, tanto a nivel local, dentro de sus respectivas aguas territoriales, como internacional, estableciendo acuerdos con otros países, o a través de organismos como el CITES, etc. Su pesca sostenible está permitida, pero en caso de que estas medidas resulten ineficaces o no se lleven a cabo como es debido, podrían acabar siendo incluidas en el Apéndice I, mucho más restrictivo, puesto que afecta a las especies migratorias severamente amenazadas de extinción en toda o parte de su área de distribución.
    Además de estos tiburones, se ha aprobado la inclusión de 15 especies de Rajiformes, peces sierra (Pristis) y mantas (Manta y Mobula), en los Apéndices I y II.


    II. La UE amplia el TAC=0 para tiburones de aguas profundas.

    El pasado lunes 10, el Consejo de Ministros de Pesca decidió ampliar dos años más el TAC=0 de tiburones de aguas profundas. Es decir, que las pesquerías de estas especies permanecerán cerradas durante el 2015 y el 2016. Como ya os podéis imaginar, España y Portugal se opusieron, pero parece que ganó la cordura.
    No hace falta decir que los demás acuerdos han resultado una tomadura de pelo. Nada menos que en 12 de 19 stocks se establecen topes de captura muy por encima de las recomendaciones de los científicos. Los ministros de pesca tienen algún tipo de relación inconfesable con el dinero y los grandes grupos de presión de la pesca industrial.
    “La decisión tomada por el Consejo de fijar unos límites de captura superiores a los recomendados por los científicos, para 12 de los 19 stocks, no solo está lejos de ser responsable sino que va directamente en contra de los principios de la nueva Política Pesquera Común”afirma Lasse Gustavsson, director ejecutivo de Oceana en Europa. “Los ministros de pesca hacen caso omiso de que su obligación de explotar el mar de forma responsable también se aplica a las profundidades”.
    Oceana considera que los ministros han desdeñado recomendaciones clave de los científicos: cierres de pesquerías de dos stocks de granadero y besugo,  reducciones de capturas de sable negro y alfonsinos, e incrementos moderados de capturas de brótola de fango. En el lado positivo, el Consejo de ministros de pesca ha acordado mantener la prohibición de capturas para los tiburones de profundidad y el reloj anaranjado, en estado de agotamiento. Una nueva especie, el granadero de roca, se gestionará mediante límites de capturas, aunque Oceana critica que estos límites se han fijado sin base científica.

    Marta Madina, Oceana. Nota de prensa del 11 de noviembre.

    III. La NEAFC prohíbe el finning y protege tres tiburones.

    En su última reunión en Londres, la Comisión de Pesca del Atlántico Nororiental (NEAFC, en sus siglas en inglés) acaba de acordar que todos sus miembros apliquen la política de aletas adheridas que ya rige para la flota comunitaria desde el pasado julio. Es decir, que a partir de ahora países como Rusia, Dinamarca (por Groenlandia y las islas Feroe), Noruega e Islandia deberán descargar los tiburones con las aletas adheridas al cuerpo.
    Además, se amplía la prohibición de pesca del cailón (Lamna nasus), el tiburón peregrino (Cetorhinus maximus) y la mielga (Squalus acanthias). Se ha acordado también la adopción de medidas relativas a la recopilación de datos y la reducción de las capturas accidentales de tiburones.
    Otro acuerdo sumamente importante es la prohibición de las artes de fondo en seis zonas de los bancos de Hatton y Rockall con el fin de proteger las comunidades de corales y esponjas. La pena es que esta medida no se va a aplicar en otras zonas sumamente sensibles, tal como proponía la comunidad científica.
    Como viene siendo habitual, si para los tiburones, las noticias son esperanzadoras, habiendo prevalecido, en general, los criterios científicos sobre los económicos, otras especies no han tenido tanta suerte. No ha habido acuerdos sobre cuotas y límites de capturas para especies como el arenque, la caballa, el lirio, y, lo más preocupante, para especies de profundidad sumamente vulnerables como el reloj anaranjado, aunque sí, en cambio, para el eglefino (que algo es algo).

    Palangrero japonés descargando tiburones congelados en Las Palmas, cuerpos por un lado y aletas por otro. Foto: Oceana.
    Pero como no todo van a ser buenas noticias, hoy hemos sabido que gracias a la vergonzosa ineptitud, sincera, interesada o una mezcla de ambas, de los representantes de la UE en el ICCAT (siglas inglesas de la Comisión para la Conservación del Atún Atlántico), la política de aletas adheridas solo la va a seguir la flota comunitaria y algún que otro país despistado. Ha bastado la oposición de países como Corea, China y Japón, para que el proyecto inicial de ampliación de esta medida anti-finning a todas las 49 partes se fuese al garete.
    En el fondo, no es sorprendente, conociendo como conocemos el funcionamiento de la UE y, por supuesto, de la propia ICCAT, a quien no en vano se le conoce internacionalmente como "The International Conspiracy to Catch All Tuna" ('Conspiración Internacional para la captura de todo el atún', por si hiciese falta traducirlo).
    Tampoco se han adoptado límites de captura para dos especies que figuran en el Apéndice II de la CMS, el marrajo (Isurus oxyrinchus) y el cailón (Lamna nasus), gracias a la oposición de países como Japón (evidentemente), Uruguay, Noruega y Brasil para el primero, y de Canadá para el segundo. En estos momentos, Japón está literalmente limpiando de cailones todo el Atlántico, ayudados por los canadienses.

    Todo muy triste.



    En recuerdo de J. A. Moreno

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    Jaquetón del Estrecho (Carcharhinus acarenatus). Ilustración de J. A. Moreno.
    Juan Antonio Moreno es un biólogo que al acabar sus estudios prefirió la investigación de campo a un puesto de penene en la facultad. A los veinticinco años consideró que ya estaba bien de hacer lo que sus profesores querían, y decidió ponerse a estudiar, por su cuenta y riesgo a los animales que desde siempre le habían atraído más: los tiburones. Más de uno pensará que para realizar tal sueño, Moreno se trasladó al Caribe. Esta suposición no es de extrañar, si se tiene en cuenta que en España ha estado prohibida oficialmente la existencia de tiburones en nuestras costas. Cosas del turismo. Sin embargo, las costas españolas están rodeadas de tiburones por todas partes. «También hay que aclarar que los tiburones», afirma Moreno, «no son esos asesinos de los mares que nos presentan en las películas». De todos modos, Juan Antonio Moreno conserva una aleta de bucear que le mordió un tiburón en una playa de Cullera, y en otra ocasión vio cómo un marrajo de unos tres metros de tamaño partía limpiamente a un pescador en dos mitades. Fue en el golfo de Vizcaya, durante la campaña del arenque. Estaban sacando una red del agua llena de peces y un pescador de origen norteafricano se tiró al agua. «De pronto vimos cómo se hundía y el agua se teñía de rojo. Luego vimos a un gigantesco marrajo por cuya boca asomaban las extremidades de aquella persona».
    Benigno Varillas, El País, 4 de febrero de 1982¹.

    Este mes de noviembre se han cumplido, silenciosamente, casi en secreto, al hispanico modo, 10 años de la muerte del profesor Juan Antonio Moreno, pionero en la investigación sobre los tiburones en este triste país y autor de la primera guía específica de tiburones en aguas españolas, Guía de los tiburones de aguas ibéricas, Atlántico Nororiental y Mediterráneo (ed. Pirámide, 1995). Como es natural, no ha habido mención alguna en la prensa, escrita o digital, ni en ningún blog o sitio web que conozca (cabe también la posibilidad de que yo no haya sabido encontrarlas). En realidad, lo triste es que en toda la red apenas se encuentra información sobre Moreno; apenas un puñado de referencias bibliográficas y un par de reportajes firmados por Benigno Varillas: uno sobre jóvenes naturalistas españoles, publicado en El País hace más de 30 años, y otro, ya centrado en su figura, que no es más que el resumen de un artículo de la revista Quercus, cuyo original incluye una breve y emocionada nota de despedida de Joan Barrull e Isabel Mate. Fotos, ninguna, excepto las dos de pequeño tamaño que aparecen aquí.


    Juan A. Moreno pertenece a la segunda generación de grandes naturalistas y divulgadores de nuestro patrimonio natural, junto con los Araújo, Grande del Brío, Garzón, Varillas, etc., surgida hacia finales del franquismo bajo el inmenso paraguas de Félix Rodríguez de la Fuente. Todos ellos nombres muy cercanos y familiares para quienes crecimos devorando los primeros números de Quercus y de Natura junto con el bocadillo de la merienda a la salida del colegio. A unos les apasionaban los lobos, a otros las aves rapaces, a algunos la ecología en general, y a él, los tiburones.

    Su pasión por estos animales fue tan intensa que, tras licenciarse en Ciencias Biológicas por la Complutense en 1976, se permitió el lujo de rechazar un puesto de profesor no numerario en el Departamento de Zoología de esta universidad, dirigido en aquel momento por Francisco Bernis, el fundador de la SEO, pues a él lo que le iba era la investigación de campo:
    Juan Antonio Moreno era una persona única e irrepetible: vital, activa, inconformista, luchadora, de fuerte carácter, decidida, valiente, independiente, rebelde... [...] Una decisión que en su juventud le hizo atreverse a sumergirse en una almadraba sin haber tenido experiencia previa en inmersión. Una rebeldía que le llevó incluso a enfrentarse con Bernis al rechazar una oferta para estudiar cigüeñas, porque él lo que deseaba era dedicarse al estudio de los tiburones.²
    Con un jaquetón del Estrecho.
    (Foto tomada de Quercus).
    Y efectivamente a ello se dedicó en cuerpo y alma. Con los beneficios que obtenía con sus ilustraciones —"seguramente ha sido uno de los mejores ilustradores naturalistas de este país, si no el mejor"³— se embarcaba en marrajeras durante largas temporadas para estudiar tiburones más de cerca. Y así, llevado por una pasión y energía envidiables, dio comienzo a una intensa labor científica y divulgativa, dirigiendo trabajos, tesinas y tesis doctorales, publicando numerosos artículos y algunos libros, participando activamente en congresos internacionales y formando parte de diversos grupos de trabajo, que le llevó a convertirse no solo en un pionero en su país, sino en un especialista de talla internacional. Llegó incluso a describir una nueva especie de carcharhínido, su "niño", el jaquetón del Estrecho (Carcharhinus acarenatus, Moreno & Hoyos, 1983). Entre sus títulos figura un libro actualmente imposible de conseguir, Jaquetones: tiburones del género Carcharhinus del Atlántico Nor-oriental y Mediterráeo occidental, publicado en 1982 por la Secretaría General de Pesca Marítima del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Fue miembro del Grupo de Trabajo Europeo de Elasmobranquios, fundador del Grupo de Investigación Ictiológica de los Chondrychthyes, Euselachii y Socio Fundador de la Sociedad de Ictiología Ibérica, como se indica en su Guía. Como curiosidad, fue uno de los primeros científicos en medir un tiburón blanco de más de 8 m:
    ... en el año 1982, el Dr. J. A. Moreno tuvo la posibilidad de observar y hacer una medición aproximada (en pies) a una hembra, de una longitud mínima de entre 8 y 9 metros, desembarcada en Dakar (Senegal). Desgraciadamente, el registro de la talla del individuo observado no tiene ninguna validez científica al no haber podido realizar una biometría correcta al animal, debido a la situación azarosa con os propietarios del ejemplar, ni, consecuentemente, haber podido preparar la correspondiente comunicación.
    Con toda justicia, Moreno no incluyó esta referencia en su guía.

    Como a muchos otros grandes personajes de este extraño país, el suyo era un destino trágico. A su regreso de una reunión con un grupo de trabajo, sufrió un gravísimo accidente de coche que lo dejó atado a una silla de ruedas durante los últimos 20 años de su vida. La tetraplejia cercenó, de un tajo frío y seco, toda su trayectoria, todos sus proyectos y ambiciones. "Entonces pasó de una arrolladora actividad a tener que superar mil y una penalidades para seguir adelante malamente", cuenta Benigno Varillas. "Los dedos de las manos no le respondían apenas, pero con un hilillo de movimiento que le quedaba, aprendió a escribir con un puntero letra a letra y a dibujar con el ordenador. También a manejar un artilugio con el que podía sostener un cigarrillo y llevárselo a la boca".
    Sin embargo, pese a todo, una extraordinaria fuerza de voluntad le llevó a continuar escribiendo y publicando artículos sobre los tiburones, dando algunas conferencias e incluso elaborando un CD-Rom hoy inencontrable, ¡Tiburón! Una leyenda viva.
    Hasta que su cuerpo se debió de cansar de luchar contra si mismo y contra el destino, y dijo basta. Ocurrió el 9 de noviembre de 2004.


    Resulta tentador terminar este pequeño artículo diciendo, como el título del CD-Rom, que Juan Antonio Moreno García es, como sus tiburones, una leyenda viva. Quedaría perfecto, como un centro de crisantemos delante del nicho recién lavado, pero no sería justo. Desgraciadamente, el profesor Moreno no es leyenda viva para nadie salvo, tal vez, para sus amigos y allegados, y para un puñado de extravagantes. Todo lo demás es silencio. En otro país ya le hubieran publicado, al menos, una cuidada biografía en la Wikipedia, con fotos, reseñas de sus publicaciones, de su actividad científica, etc. Aquí, ni eso.
    Todos los que hemos trabajado con tiburones en este país, y también en el extranjero, le debemos mucho de lo que sabemos.
    En lo personal, Juan A. Moreno es uno de los nombres que permanecerá para siempre ligado a mis primeras y por eso mismo más apasionadas lecturas "científicas" (con y sin comillas) sobre la naturaleza y, muy particularmente, sobre los tiburones. Guardo como oro en paño el nº 4 de Natura, de junio de 1983 (en realidad, conservo todos los ejemplares de aquellos primeros años de la revista, cuidadosamente encuadernados en sus tapas verdes): entre sus contenidos venía un reportaje sobre Greenpeace, "Los guerreros del Arco Iris" y un artículo sobre la Aurora Boreal; su sección de Ecos recogía la noticia de la primera cría en cautividad del águila real, el proyecto del Ejército del Aire para crear un campo de tiro en Cabañeros, y el daño irreversible a una colonia de buitres Negros en Sierra Morena causado por el aterrazamiento de 500 hectáreas de monte bajo mediterráneo por parte del ICONA; y como colofón, un póster del tiburón blanco con un reportaje titulado "Tiburón, un pez con mala fama", firmado por Juan Antonio Moreno. Me había costado 160 pts; hoy vale infinitamente más.

    ____________________________________
    ¹"Los pioneros de la observación de la naturaleza (y 2): Félix Rodríguez de la Fuente popularizó la labor anónima de muchos naturalistas". El País, jueves 4 de febrero de 1982, p. 25.
    ²Joan Barrull e Isabel Mate. "El sargento Tiburón", en Quercus, enero de 2005, p. 8. El mote "sargento tiburón" se lo ganó Moreno durante su servicio militar.
    ³Ibíd.
    Hoy el C. acarenatus está considerado una sinonimia del jaquetón cobre (Carcharhinus brachyurus). Véase Leonard J. V. Compagno (1984).FAO Species Catalogue. Vol. 4. Sharks of the World,, Part 2: Carcharhiniformes. FAO, Roma. 
    Sin embargo, según recoge el propio Moreno en su guía, a diferencia del C. brachyurus, el C. acarenatus presenta pliegues labiales compuestos, no simples, y carece de carena interdorsal.
    Joan Barrull & Isabel Mate (2002). Tiburones del Mediterráneo. Llibreria El Set-ciènces, Arenys de Mar, p. 153.
    Benigno Varillas. "Juan Antonio Moreno, pionero en el estudio de los tiburones". Quercus, nº 227, enero 2005, pp. 6-8.
    Para que os hagáis una idea, este es la descripción de su contenido: "La obra está organizada en varias secciones. Consta de una introducción, una revisión arqueológica de los tiburones, un índice temático variado que incluye temas de anatomía externa e interna así como datos bioecológicos generales de los selacios. También encontraremos un índice sistemático que analiza las familias de tiburones y sus especies, así como la descripción de las 88 especies conocidas en el área antes reseñada [se refiere al Atlántico nororiental y Mediterráneo]". Tomado de la página marenostrum.org.
    Joan Barrull, Isabel Mate, Quercus, enero 2005.


    Finning en Bentota (Sri Lanka)

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    Lo que sigue es un artículo publicado hace pocos días en la excelente revista digital Roads & Kingdoms. Básicamente consiste en el relato del inesperado encuentro —más bien encontronazo— del autor, Marco Ferrarese, con la sangrienta realidad del tráfico de aleta durante una visita a la lonja de Bentota, en la costa suroccidental de Sri Lanka. Ciertamente, lo que cuenta no es nada nuevo para quienes estamos al tanto de la problemática del finning y la pesca de tiburones en las regiones más pobres del planeta. Es tan solo una anécdota más. Pero me gustó como describe la experiencia, y también el modo como retrata la sorprendente y fría crueldad de la miseria conviviendo, sin mezclarse, con el lujo y la ostentación occidental; por eso pensé que valía la pena hacer el esfuerzo de traducirlo. 

    Quiero agradecer a Natham Thornburgh, editor de la revista, y al propio autor, Marco Ferrarese, su amable autorización para la publicación tanto del texto completo como de algunas de las impresionantes fotografías de Kit Yeng Chan, que recomiendo veáis en su formato original en la página de la revista. Al final del texto he añadido un pequeño mapa de Google con la ubicación de Bentota y de las zonas del Índico que se mencionan en el artículo.


    Foto: Kit Yeng Chan

    BAÑO DE SANGRE EN LA LONJA DE BENTOTA
    por Marco Ferrarese 

    Es una masacre a cielo abierto. El brillo de montones de cuerpos mutilados se extiende desde donde estoy hasta el muelle. El hedor es inimaginable, como si unos dedos enguantados embadurnados en pasta de pescado podrido se me estuviesen metiendo por los agujeros de la nariz. Pero no es solo el olor lo que me revuelve el estómago. Son los cuchillos. Manejados por manos expertas, cercenan las aletas, la parte más valiosa, dejando tremendas heridas incruentas en la lustrosa piel de la criatura.
    Estando en este lugar, con pequeños riachuelos de sangre y agua pasando entre mis pies, casi me olvido de que en esta costa existe una idílica franja de arena ocre llamada playa de Bentota. Situada cuarenta millas al sur de Colombo, capital de Sri Lanka, en una parada del camino hacia Galle, la encantadora ciudad amurallada patrimonio de la humanidad, Bentota es uno de los complejos turísticos más famosos del país. Una hilera de hoteles de cinco estrellas se alza sobre las olas oscuras del inquieto océano Índico, y lo que queda de un palmeral otrora frondoso separa las piscinas y terrazas al aire libre de la arena de la playa.
    Pero un oscuro secreto se esconde más allá de las tumbonas y el protector solar, algo que acecha entre las sombras de los mercados locales que abastecen de pescado fresco a los buffets que se sirven a diario en los ostentosos hoteles. Este lado oscuro es algo que nunca verán los turistas rusos e internacionales cuyos cuerpos descansan y enrojecen sobre una tumbona mientras sus retoños corretean por la playa.

    De hecho, esta parte de Sri Lanka ha sido siempre un refugio seguro, incluso durante la guerra civil que tuvo lugar en el norte del país entre 1983 y 2009. Impulsada por el turismo, Bentota prosperó junto con la costa sur, dando empleo a mucha gente necesitada de la zona.

    Saman, de poco más de treinta años y padre de dos hijos, es uno de ellos. Trabaja atendiendo uno de los bares del complejo turístico, vestido con un impecable chaleco de terciopelo rojo y una camisa blanca de manga larga.

    "Bienvenido a Sri Lanka", dice con una amplia sonrisa. Saman vive en Aluthgama, unas pocas millas al norte de Bentota. Trabaja en el complejo turístico para mantener a su mujer y a sus dos hijos, pero su corazón está en otra parte. En efecto, durante la temporada baja dirige las actividades locales de la ONG suizo-italiana Helianto colaborando en el desarrollo de las escuelas infantiles de su distrito. En su tiempo libre también conduce el motocarro de la ONG llevando y trayendo de entre Bentota y Aluthgama a los residentes del lugar.
    Estoy de visita en representación de Helianto y me alojo en casa de Saman. Una mañana nos propone visitar el mercado y comprar pescado fresco para el almuerzo. "Mi mujer lo cocinará para vosotros". "Como sois tan curiosos, seguro que os encantará visitar nuestro mercado. No es fácil entrar allí por vuestra cuenta."
    Nos apretujamos en su pequeño motocarro y cubrimos el breve trayecto hasta el mercado. Saman tiene razón: la entrada está protegida por una valla. Se acerca a un viejo gruñón que está sentado detrás de una ventana de cristal. Las piruetas del staccato del singalés, el idioma nacional, se detienen en torno a nosotros cada vez que Saman se vuelve para señalarnos a mi y a mi prometida malaya, la extraña pareja del mercado. Al poco rato el malhumorado guarda sale al sofocante sol del mediodía. Alarga la mano para sujetar una barra y tira de una cadena, franqueándonos el acceso al recinto.

    Al otro lado de la entrada, una fila de puestos de madera bulle de manos que cambian rupias por paquetes de papel que contienen peces de todas las formas y tamaños.
    Venid, vamos a elegir nuestro almuerzo dice Saman, conduciéndonos a través de la masa de gente e inspeccionando el pescado expuesto.
    Foto: Kit Yeng Chan
    Algo llama mi atención en un extremo del mercado. En aquel punto, la explanada de hormigón desemboca en un callejón sin salida no muy visible que discurre entre el mar y una fila de almacenes.
    ¿Qué es ese lugar, Saman? pregunto. 
    Los muelles —responde, su voz parece un poco preocupada. Ahora será mejor que nos vayamos, mi mujer nos está esperando para ponerse a cocinar.
    Pero me siento atraído hacia la línea de viejos bumboats amarrados y la gente que está descargando los tanques que tienen en cubierta y subiéndolos a los camiones. Se mueven en torno a un conjunto de objetos alargados y oscuros que no soy capaz de distinguir porque hay gente a su alrededor limpiando el suelo con mangueras. Parecen proyectiles blandos e inservibles.
    Según me voy acercando, el olor se hace casi insoportable. A la altura del primer bumboat, el pavimento es una masa resbaladiza. Un tipo descalzo lo está baldeando con una manguera, lavando rojos charcos de sangre. Finalmente me doy cuenta de que el suelo está cubierto de tiburones. Están varados sobre el pavimento como barcas de juguete de color negro brillante que se hubiesen quedado sin pilas, con sus cabezas secas y arrugadas. Entiendo por qué. De su piel se desprenden granos de sal cuando un grupo de trabajadores extrae los cuerpos por una escotilla de la cubierta. En el barco los tiburones se conservan en sal.
    Una vez arrojados sobre el muelle de hormigón,les aguardan más tormentos post mortem. Descalzo sobre una una espesa capa de limo, sangre y vísceras, un hombre sostiene un machete con su mano derecha mientras con la otra se sujeta el nudo frontal de su sarong. Se acerca a la creciente hilera de tiburones, se inclina con naturalidad, y corta las aletas con rápidas sacudidas de la hoja. Los apéndices arrancados se echan mecánicamente a un montón.
    Saman me agarra del codo derecho mientras observo horrorizado.

    No deberíais estar aquí... Se lo prometí al guarda.
    ¿Esto qué es? pregunto.

    Saman explica que los bumboats recorren el océano Índico hasta el golfo de Bengala y el mar de Andamán. Esos hombres dejan a sus familias para vivir en el mar durante meses, pescando tiburones y otros peces exóticos y caros. No lejos de donde estoy, dos mantas gigantes yacen boca arriba con sus cajas torácicas al descubierto.

    Por supuesto, lo más valioso son las aletas de tiburón dice Saman. Se venden a China, Taiwan, Korea, Japón... A los chinos especialmente les encantan. Es un muy buen negocio para la gente de Sri Lanka.
    Sri Lanka ocupa el puesto número 14 en el grupo de los 20 países responsables del 80% de la masacre mundial de tiburones. Naciones como Indonesia, España, India y Taiwan representan un 35 por ciento, mientras que la contribución individual de Sri Lanka ronda tan solo el 2,4%. Pero considerando el pequeño tamaño de la isla y su diminuta flota pesquera, la cifra es sin embargo muy considerable. Para colmo, aparte de jaquetones sedosos, más comunes, los pescadores de Sri Lanka regularmente capturan los amenazados tiburones zorro, pese a una prohibición gubernamental.

    El problema, explica Saman, es que el resto del tiburón apenas se utiliza. La mayor parte de los cuerpos se echan a los perros o se devuelven a los bumboats y se tiran al mar.
    Un joven con un gorro Rastafari y pelo con rastas cortas se da cuenta de nuestra presencia y señala en nuestra dirección. Inmediatamente todas las miradas se posan en nosotros. Doy un paso atrás, preparándome para escapar, pero entonces los trabajadores sonríen. Empiezan a posar para las fotos mientras levantan los tiburones y los cuelgan de una balanza para impresionarnos a los intrusos. Aquellos hombres proporcionan la médula a la columna vertebral del mercado internacional de aleta de tiburón. Esta no es más que una de las cosas necesarias que los hombres menos afortunados de Sri Lanka deben hacer para sostener a sus familias.

    Mi mujer está esperando —dice Saman tirándome del brazo. Puedo ver que está incómodo. Vámonos ya, por favor.

    Sigo a Saman de vuelta al mercado y a su menos exótica selección de pescado, cruzando por delante del montón de aletas cortadas. Al subir al motocarro, pienso que los aficionados a la aleta de tiburón deberían pasarse por aquí en persona antes de sorber una taza de su placer prohibido, para que viesen por si mismos el origen de la masacre.

    Roads & Kingdoms
    [Fotos: Kit Yeng Chan]

    Fuente: Google Maps.

    Tollo raspa (Etmopterus princeps)

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    Etmopterus princeps. Foto: Antonio Punzón, IEO Santander.

    Tollo raspa

    Etmopterus princeps (Collet, 1904)

    (es. Tollo raspa, tollo lucero raspa, melgacho grande, quelmín; ingl. Great Lantern Shark; port. Lixinha da fundura.)

    Orden: Squaliformes
    Familia: Etmopteridae


    Como su nombre indica, el tollo raspa o Etmopterus princeps es el más grande de todos los etmoptéridos, también conocidos como tiburones linterna porque su piel contiene células bioluminiscentes los fotóforos, capaces de generar una luz en la negritud del mar profundo. Junto con el negrito (Etmopterus spinax) y el tollo lucero (Etmopterus pusillus), conforma la triada de tiburones luminosos del mar de Galicia.
    Otra característica que lo convierte en un bicho realmente singular es que el E. princeps es quien ostenta el récord de profundidad de todos los tiburones, con casi 4500 m, seguido a corta distancia de la pailona (Centroscymnus coelolepis), a la que ya dedicamos un más que merecido artículo.
    El tollo raspa es un tiburón bastante poco conocido y en no pocas ocasiones no demasiado fácil de identificar a simple vista. Aun así, vale la pena intentarlo.

    Descripción: Cuerpo grueso y alargado, terminado en una cabeza ancha con un morro corto, romo y plano, no cónico. Ojos grandes y alargados. Boca transversa y casi recta. Las aberturas branquiales son relativamente largas, aproximadamente la mitad de la longitud del ojo. Los dentículos dérmicos laterales están espaciados, no formando filas, y presentan una cresta corta, gruesa y ganchuda que da a la piel un tacto bastante áspero.
    Dos dorsales con fuertes espinas asurcadas; la de la primera dorsal es más baja que la aleta; la espina de la segunda es tan alta o más que su aleta, e inclinada hacia atrás sobre todo en los adultos. La segunda dorsal es claramente más grande que la primera, aunque no llega a doblarla en superficie. La primera dorsal se origina detrás del ápice libre de las pectorales; la segunda, cerca de la axila pélvica. Pectorales bastante pequeñas y redondeadas. La distancia entre las aletas pectorales y las pélvicas es claramente mayor que la longitud de la cabeza (1,4 veces). Caudal ancha y moderadamente larga, aproximadamente tan larga como la cabeza. Al igual que todos los etmoptéridos, el pedúnculo caudal carece de quillas laterales y muescas precaudales; y como todos los escualiformes, no tiene aleta anal.
    Dentículos dérmicos fuertes y espaciados. Fuente: Ebert & Stehmann, FAO 2013.
    A diferencia del E. spinax, la librea el princeps es uniforme, de un gris oscuro a negruzco, sin las típicas manchas o franjas oscuras repletas de células bioluminiscentes.

    Dentición: Dientes diferentes en ambas mandíbulas. Los de la superior están espaciados, presentan una cúspide alta y dos o más pares de cuspidillas secundarias, y están dispuestos en dos o tres hileras funcionales. Los dientes inferiores, en cambio, son más anchos y constan de una única cúspide bastante abatida; sus bases están imbricadas formando una única hilera funcional, a la manera de una hoja dentada. La mandíbula superior contiene entre 29-32 filas de dientes, y la inferior, 40-50. Sin sinfisarios.
    Fuente: The Shark Trust.
    Talla: La talla máxima registrada hasta ahora corresponde a una hembra de 94 cm capturada durante un muestreo realizado en 2004 en las Azores y la zona de fractura de Charlie Gibbs, un área de la dorsal mesoatlántica situada aproximadamente a la altura de la costa meridional de Irlanda (véase el trabajo de Cotton et al. 2014 citado en la nota 2). Los machos alcanzan la madurez en torno a 57,3 cm y las hembras, hacia los 62,2 cm, si bien se han detectado ligeras variaciones geográficas¹. Al nacer miden entre 12-17,5 cm.

    Ejemplar de 385 mm capturado en las Azores, en el sitio hidrotermal Lucky Strike. Foto: Pedro Niny Duarte (c)ImagDOP. 
    Reproducción: Poco conocida. La mayoría de los datos disponibles parecen provisionales. En principio es una especie vivípara aplacentaria (ovovivípara) con saco vitelino, y un promedio de 10 crías por camada. Parece haber dos temporadas de máxima actividad reproductiva a lo largo del año: en junio y julio, y en octubre, según recogen Ebert & Stehmann (2013). Existe segregación por sexo y grado de madurez.
    Sin embargo, las conclusiones de un reciente trabajo parecen evidenciar la existencia de matrotrofismo en el desarrollo embrionario², si bien queda por delimitar claramente su extensión. Es decir, que no estaríamos ante una especie lecitotrófica absoluta. En los ejemplares estudiados, la fecundidad media fue de 11 embriones (en un espectro de 7 a 18). Finalmente, los autores tampoco observaron indicios de estacionalidad en el apareamiento.

    Dieta: A base de pequeños teleósteos como peces linterna (fam. Myctophidae), cefalópodos y crustáceos. La alta proporción de teleósteos, sobre todo mictófidos, en los contenidos estomacales parece apuntar a que el E. princeps se alimenta lejos del fondo, posiblemente en aguas intermedias.

    Hábitat y distribución: Especie demersal del talud continental e insular preferentemente entre los 350-2213 m (entre 800-1000 en el Atlántico norte), aunque en el Atlántico NE ha sido encontrado en la base del glacis continental, entre los 3750-4500 m.
    En aguas de Islandia, al menos, parece que existe segregación por tallas y profundidad: los individuos más grandes son más abundantes por encima de los 600 m; a medida que descendemos, las tallas medias se van reduciendo.

    Elaboración propia a partir de Ebert & Stehman 2013, Ebert et al. 2013, y otros.³
    Parece tratarse de una especie fundamentalmente atlántica. Atlántico NW: desde las costas canadienses de Nueva Escocia hasta New Jersey. Atlántico NE: desde el estrecho de Dinamarca, que separa Groenlandia de Islandia, hacia el sur: islas Feroe, Noruega, Escocia, Irlanda, costa sur de Inglaterra, golfo de Vizcaya, España, Portugal, Azores, Madeira, Canarias, Sahara, Mauritania, Cabo Verde, posiblemente hasta Sierra Leona.
    Existen algunos registros sin confirmar en el Pacífico occidental, pero podría tratarse de confusiones con el melgacho de Nueva Zelanda (Etmopterus baxteri) o el melgacho pardo (Etmopterus unicolor).

    Foto: Irish Elasmobranch Group.
    Pesca y conservación: Carece de interés pesquero, por el escaso valor de su carne y el reducido tamaño de su hígado (demasiado pequeño para que resulte económico procesarlo para extraer su aceite). Es una captura accidental del arrastre y de otras artes de profundidad, que por lo general acaba siendo devuelto al mar, aunque la mortalidad es muy alta debido al mal estado en el que llegan a bordo.
    En 2008 se descargaron aproximadamente unas 20 toneladas, pero tal vez la realidad sea más preocupante, teniendo en cuenta que la especie puede estar siendo sometida a una presión pesquera fortísima a causa del importante empuje de las pesquerías de aguas profundas.
    De momento figura en la Lista Roja de la IUCN con el estatus de Datos incompletos, si bien se advierte que pudiera considerarse como "Casi amenazada" debido a una más que probable disminución en sus poblaciones causada por el avance de estas pesquerías. Y al igual que muchas otras especies de profundidad, hacen falta datos sobre su biología, ecología, un historial de capturas, para justificarlo.
    La monitorización de la pesca de profundidad es prioritaria.


    [Mi agradecimiento Pedro Niny Duarte y a Antonio Punzón, del IEO de Santander por la cesión de sus fotografías, y, como siempre, al maestro Rafael Bañón, por estar ahí en todo momento.]
    _________________________
    ¹Así por ejemplo, en las Azores la talla de madurez que se ha recogido es de 56,5 cm para los machos y de 61 cm para las hembras, mientras que en la zona de Charlie Gibbs es de 54 cm y 69 cm, respectivamente. En aguas canarias, la tallas recogidas son de 55 cm para los machos y 60 para las hembras.
    ²Si la embriogénesis de las especies lecitotróficas requiere un consumo de materia orgánica superior al 20%, en los embriones de E. princeps el porcentaje observado fue del 7,7%. Por otro lado, también se descubrió que las vellosidades uterinas incrementaban su longitud y grosor y se volvían gradualmente más vascularizadas a medida que avanzaba la gestación. Véase Charles F. Cotton, R. Dean Grubbs, Jan E. Dyb, Inge Fossen, John A. Musick (2014). "Reproduction and embryonic development in two species of squaliform sharks, Centrophorus granulosus and Etmopterus princeps: Evidence of matrotrophy?". Deep Sea Research Part II: Topical Studies in Oceanography, doi:10.1016/j.dsr2.2014.10.009.
    ³David A. Ebert & Matthias F. W. Stehmann (2013). FAO Species Catalogue for Fishery Purposes: Sharks, Batoids and Chimaeras of the North Atlantic. FAO, Roma; Ebert & Stehmann op. cit.; David A. Ebert, Sarah Fowler, Leonard Compagno, Marc Dando (2013). Sharks of the World: A Fully Illustrated Guide. Wild Nature Press, Plymouth; Mafalda Freitas & Manuel Biscoito (2007). "Four chondrithyes new for the archipelago of Madeira and adjacent seamounts (NE Atlantic Ocean)". Bocagiana. Museu Municipal do Funchal (História Natural), No. 221, 31-XII-07; Gui M. Menezes, O. Tariche, Mário R. Pinho, Pedro N. Duarte, Ana Fernandes & Maria A. Aboim (2004). "Annotated list of fishes caught by the R/V Arquipélago off the Cape Verde archipelago."Life and Marine Sciences 21A:57-71

    Resumen 2014

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    Así como quien no quiere la cosa, Tiburones en Galicia ha cumplido ya tres añitos. Se le ve más alto y guapo (yo creo, aunque tal vez esto sea pasión de padre), y gracias al apoyo de cada vez más amigos y lectores, amenaza con seguir creciendo.

    Durante el 2014 publicamos un total de 43 artículos, cinco menos que durante el 2013 (difícil seguir ese ritmo), pero uno más que en 2012. Como siempre, la elección de los temas vino dictada por el capricho personal, el azar y la actualidad, suponiendo que no exista algún tipo de nexo entre estos dos últimos... y, bien mirado, también entre los dos primeros. Y por supuesto también por la tradición, aunque claramente condicionada por la actualidad: como hoy, comenzamos el año con un resumen del anterior ("Resumen del 2013"), al mes siguiente recogíamos las estadísticas de ataques de tiburón ocurridos durante el año anterior ("Ataques 2013"), y unos días más tarde resumíamos las cifras oficiales de desembarco de tiburones publicadas por la Autoridad Portuaria de Vigo ("Lonja de Vigo: Estadísticas 2013"), tal como tenemos previsto hacer también en este 2015.

    El capricho y el divertimento personal están detrás de un puñado de posts dedicados a analizar un modelo de comportamiento que nunca deja de asombrarnos, los saltos fuera del agua: "El salto del brevipinna", "El salto del ditropis", "El salto del oxyrinchus" y "El salto del vulpinus"; o el puro placer de comentar la extraordinaria e insólita fotografía de un tiburón blanco en el momento de perder uno de sus dientes ("Un diente entre 50 000"). Al comportamiento en sentido estricto dedicamos un solo artículo donde resumíamos las conclusiones de un estudio que demostraba como la  personalidad individual de un tiburón puede llegar a condicionar de algún modo su comportamiento social ("Tiburones con personalidad"). 

    Tres artículos tuvieron como protagonistas, no a tres tiburones, sino a tres personas: una de ellas porque nos acababa de dejar ("De cuando Suárez vino a pescar tintoreras"); las otras dos por algún tipo de aniversario: aprovechando el centenario de la creación del Instituto Español de Oceanografía, hablamos de su fundador a través de una pequeña anécdota con un tiburón peregrino y dos infantes de España ("Odón de Buen y un peregrino"); y recordamos al pionero del estudio de los tiburones en nuestro país al cumplirse 10 años de su muerte ("En recuerdo de J. A. Moreno"). La casualidad (o acaso la Historia) quiso que los tres compartiesen un rasgo con el que este país premia a todo aquel súbdito que haya destacado en algo: el olvido, en vida y en la muerte. Curioso, a que si.

    Volviendo a los tiburones, no hay duda de que el asunto más importante y urgente es el de la problemática de su conservación y el de la gestión de los recursos pesqueros. En este sentido, el 2014 fue, para variar, un revoltijo de contradicciones y de buenas y malas noticias: por un lado, conocimos el acuerdo para crear un fondo de más de 6000 millones de euros destinados a financiar la pesca a gran escala ("Nuevo Fondo Europeo para la Pesca 2014-2020"), y, por otro, la aprobación de medidas de protección por parte de la CMS, la UE y la NEAFC, siempre con un regusto amargo ("Dos buenas noticias y media"). Detrás, el terrible dato de que el 25% de los elasmobranquios del océano se encuentra en grave peligro, según el tremendo informe del Shark Specialist Group de la IUCN ("En peligro la cuarta parte de los tiburones y rayas del mundo"). Las causas ya las sabéis: la sobrepesca y el comercio de aleta, el finning y la contaminación. Sobre esto último, si el presente es de espanto, el futuro no es precisamente esperanzador: la creciente acidificación del océano va a afectar el comportamiento y capacidad olfativa de los tiburones ("Acidificación y supervivencia"). Del finning nos ocupamos en "Finning en Bentota (Sri Lanka)", traducción de un artículo de Marco Ferrarese publicado en Roads & Kingdoms.
    Por lo que respecta al tema de la estadística y el cálculo poblacional, parece que en algunos casos los científicos no se ponen de acuerdo. Nos hemos encontrado  con un curioso trabajo que multiplicaba por 10 el cómputo de tiburones blancos realizado tan solo 3 años antes, en 2011 ("200 o 2000 tiburones blancos en California").

    Tintorera (Prionace glauca). Foto: Isaías Cruz.
    Este año publicamos ocho monográficos sobre las especies presentes en aguas de Galicia, y ya solo nos quedan 20 para completar la lista [véase Tiburones de Galicia]. Por orden de aparición:
    • Visera áspera (Deania hystricosa).
    • Pailona (Centroscymnus coelolepis).
    • Olayo (Galeus melastomus).
    • Jaquetón de Milberto (Carcharhinus plumbeus).
    • Zorro negro (Alopias superciliosus).
    • Pejegato narizón (Apristurus melanoasper).
    • Tiburón de Groenlandia (Somniosus microcephalus).
    • Tollo raspa (Etmopterus princeps).
    Se da la casualidad que dos de ellos ocupan el primer y segundo puesto en la clasificación de tiburones que viven a mayor profundidad: hasta 4500 m el tollo raspa y casi 3700 m la pailona.

    Hemos añadido tres artículos al apartado de claves de identificación, uno dedicado a los marrajos ("Claves de la familia Lamnidae (marrajos)"), otro a las cornudas o tiburones martillo ("Cabezas de martillo (fam. Sphyrnidae)") y el tercero a los zorros marinos ("Colas de zorro (fam. Alopiidae)"). Y también hablamos de un grupo de pequeños tiburones de fondo tan fascinantes como difíciles de identificar, los pejegatos ("Apristurus en Galicia"), aprovechando la reciente publicación de un trabajo sobre la presencia de tres especies en nuestras aguas.

    Si de taxonomía hablamos mucho, de cuestiones relacionadas con la biología este año nos hemos quedado un poco cortos. Empezamos la serie dedicada al sistema sensorial ("Los sentidos I: El cerebro" y "Los sentidos II: Olfato y gusto"), que esperamos terminar a lo largo de este 2015, y recogimos las sorprendentes conclusiones de un trabajo sobre la biología reproductiva del tiburón blanco, que concluía que estos animales podían llegar a vivir más de 70 años ("Edad y tasa de crecimiento del tiburón blanco"). Relacionado con lo anterior, también hablamos del extraordinario caso de un ectoparásito aficionado a ciertas especies de aguas profundas ("Anelasma, el percebe parásito") y de qué manera es capaz de mermar su capacidad reproductiva.

    El conocimiento y actitud de los hombres hacia los tiburones a lo largo de la Historia es importante, no solo en si mismo, sino para comprender los problemas del presente y evaluar con más exactitud su situación actual. De ahí que demos tanta importancia al apartado de Archivo y Documentación. Este año nos hemos ido directamente a las fuentes, empezando nada menos que por el padre de las Ciencias de la Naturaleza, Aristóteles ("Los tiburones según Aristóteles (I)", "Los tiburones según Aristóteles (II)"), y siguiendo con Plinio el Viejo ("Los tiburones según Plinio"). Acercándonos ya a nuestros días, recogimos un pequeño reportaje publicado a principios del siglo pasado en una revista ilustrada nacional en el que podemos comprobar con qué ecuanimidad se habla de estos animales ("La vida de los tiburones (1905)"), aun conociendo su peligrosidad y, en consecuencia, de la conveniencia de idear artilugios con que defenderse de ellos cuando se está bajo el agua ("La espada antitiburones"). En "Vieja noticia sobre un nuevo tiburón duende", publicamos un delicioso artículo de 1910 que daba cuenta del descubrimiento de lo que se creía una nueva especie de tiburón duende, el Scapanorhynchus jordani. Sobre la presencia de tiburones en Galicia, en "Un ataque, una persecución y una pesca" reproducimos tres protestas de mar de principios del XIX que hablan, justamente, de un ataque, de un tiburón que va detrás de un buque y de la pesca de mielga en Pontevedra. Los tres textos pertenecen a la colección Blanco-Cicerón y fueron amablemente cedidos por Jorge Cicerón.

    Por último, para completar el año, dos artículos que no terminan de encajar en ninguno de los apartados anteriores. El primero habla de como era la Tierra (y los tiburones) en el Carbonífero, hace 350 millones de años ("Una cápsula-huevo del Carbonífero y una guardería"). El segundo, por el contrario, se refiere al presente más actual y puntual, se titula "Una cría de tintorera en Corrubedo", y trata pues de eso, de una cría de tintorera que fotografié en agosto de 2014 en una playa de Corrubedo. Sorprendentemente, ha sido el artículo más visto y exitoso de todos cuantos he publicado hasta el momento: en pocas semanas se metió el noveno puesto de Entradas más populares (ahora mismo lleva más de 2500 vistas).

    Pero lo más extraordinario y reconfortante de todo es que hemos superado con creces las 200 000 visitas. Cada vez sois más los que os pasáis por aquí, os suscribís al canal de Youtube, e incluso os animáis a participar (tenemos más de 800 seguidores en Facebook y 69 en Google +).

    Así pues, muchísimas gracias por vuestro apoyo y confianza. Y que el 2015 nos sea propicio y venga cargado de cosas buenas y bellas.

    Marrajo (Isurus oxyrinchus). Foto: Antón Parada.

    AGRADECIMIENTOS: Como viene siendo tradicional, no puedo cerrar este resumen sin siquiera una breve nota de agradecimiento a todas aquellas personas y grupos que desinteresadamente han ayudado a que este blog sea mejor y de más calidad. Agradecer las fotos cedidas por la CEMMA, la SGHN (y Juan Ignacio), Tucho Parada, Jacobo Alonso, Pedro Niny Duarte, George T. Probst, Matt Wallace, Alex Mustard, Antonio Punzón, Joe Romeiro, Remo Sabatini, Juan Gabriel Mata, Gorka Ocio, José Torre Busto y José Luis Rodríguez Muñiz, y los que me dejo; las fotos, información y aliento del maestro Rafael Bañón y de Gonzalo Mucientes, dos grandes; mi agradecimiento también a Jorge Cicerón por la transcripción y envío de los tres textos de la Colección Blanco-Cicerón, y a Nathan Thornburgh, editor de la revista Roads & Kingdoms y a Marco Ferrarese, el autor, por su autorización para la traducción y publicación del artículo "Bloothbath at the Bentota Fish Market" y de algunas de las fotografías de Kit Yeng Chan que lo acompañan.


    Tiburón anguila en O Grove

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    Chlamydoselachus anguineus en la lonja de O Grove. Foto: Toño Maño.

    "Tengo un Chlamydoselachus en O Grove, voy esta tarde a por él, si quieres venir llámame."
    (SMS recibido el viernes 9 a las 11:55)

    Os podéis imaginar que el condicional "si quieres venir" era del todo innecesario. El tiburón anguila es una especie tremendamente difícil de encontrar en las lonjas. Los pocos ejemplares que cada año caen por accidente en un aparejo (tal vez alrededor de 10 en toda Galicia) casi nunca llegan a puerto, se suelen devolver al mar. Así pues, la posibilidad de ver uno depende bien de un golpe de suerte, bien de tener buenos contactos entre los patrones y los mariñeiros... y por supuesto, como era mi caso, con un científico amigo con capacidad de sentir cierta empatía por las chifladuras del prójimo. A las 18:00, tras unas horas que parecieron días, estaba en la lonja, junto a Rafael Bañón, uno de los taxónomos más importantes de nuestro país, esperando a que abriesen la cámara donde se lo tenían guardado. Él estaba tranquilo porque ya llevaba visto varios; yo estaba a punto de reventar de impaciencia, porque uno de mis sueños iba a hacerse realidad.
    Y al fin lo sacaron, en una caja de plástico que dejaron en el suelo, la cabeza sobresalía por una esquina, la cola por la otra: era una hermosa hembra de 177 cm (la medimos más tarde). La había capturado con miños el Chapeliño a unas 12 millas de la costa, en una cota de 695 m. Enseguida se acercaron varios curiosos a preguntar qué era eso y a hacerle fotos con el móvil. Mientras Rafa hablaba con el patrón, yo también me puse a ello. Mi primera fotografía es la que encabeza este artículo.


    Una joya ictiológica. El Chlamydoselachus no decepciona. Aunque uno lo haya visto y revisto en docenas de fotografías e imágenes de vídeo, tenerlo físicamente delante de tus ojos y poder tocarlo y observarlo con detenimiento, a tu antojo, es una experiencia que difícilmente podré olvidar. Su aspecto, de una extraña belleza, a duras penas encaja dentro de la categoría de lo que hoy conocemos genéricamente como "tiburones"; podríamos describirlo como una cabeza de saurio encajada en un cuerpo anguiliforme, muy esbelto y alargado, como uno de estos animales imposibles surgido de las páginas de un bestiario medieval. Solo en una segunda mirada empezamos a reconocer elementos que nos resultan familiares: las seis enormes aberturas branquiales, con el primer par rodeando la cabeza por abajo; y las aletas: una dorsal bastante reducida en posición muy retrasada, las dos pectorales, también pequeñas, las pélvicas y la anal, estas tres bastante grandes, y la caudal larga y abatida.
    Aunque suena a tópico, lo primero se me vino a la cabeza fue que lo que tenía en las manos era una criatura de otro mundo, de otro tiempo; lo segundo, que era un privilegiado.

    Vistas ventral y dorsal de la cabeza.
    Fósil viviente. El Chlamydoselachus es el tiburón más primitivo de cuantos existen en la actualidad, seguido muy de cerca por el grupo hermano de las cañabotas¹ (fam. Hexanchidae). De hecho, la extraña forma de su cabeza es similar a la de especies extintas, como las del género Cladoselache², que vivieron nada menos que en el Devónico, hace unos 400 millones de años: morro muy corto y redondeado, boca en posición terminal y mandíbulas muy largas en forma de V, como las de los lagartos, más anchas atrás que delante. Es muy probable que su aspecto no haya cambiado sustancialmente en estos últimos 50 millones de años. No sin cierto punto de razón se le considera un fósil viviente.

    Sus dientes son igualmente característicos, únicos entre los tiburones, y muy parecidos (no iguales) a los aparecidos en registros fósiles del Cretácico, casi 100 millones de años atrás: cuentan con tres grandes cúspides afiladas como agujas, más una pequeña a cada lado de la central. Están inclinados hacia atrás, hacia el interior de la boca, diseñados para atrapar presas escurridizas como los calamares (un sistema que recuerda al de las poteras). Hay entre 19-28 filas en la mandíbula superior y 21-29 en la inferior. En total, más de 300 dientes blanquísimos, que, según algunos autores, podrían servir como señuelo, para atraer presas potenciales en la negrura del fondo gracias a la suave luminosidad que desprenderían.


    Depredador de aguas profundas. El tiburón anguila es un tiburón de hábitos epibentónicos y ocasionalmente epipelágicos que habita las aguas profundas del talud superior continental e insular hasta los 1500 m, y también las dorsales oceánicas. Rara vez visita las aguas someras. Se le ha podido filmar por un vehículo no tripulado nadando muy lentamente a un par de metros del fondo y huyendo a gran velocidad. Su enorme hígado, que casi representa el 25% de su peso total, le proporciona flotabilidad neutra. Esto implica que, lejos de perseguir activamente a sus presas con los movimientos ágiles y sinuosos de una anguila, como se creía, la estrategia de caza del Chlamydoselachus posiblemente consista en aproximarse muy lentamente a su víctima para, una vez a la distancia adecuada, abalanzarse sobre ella a gran velocidad, impulsado por sus grandes aletas posteriores, tal como hacen las serpientes. La presa queda firmemente atrapada entre las agujas de las enormes y flexibles fauces, capaces de engullir presas de hasta la mitad de su talla. Los cefalópodos constituyen el componente principal de la dieta de este tiburón, seguidos de pequeños teleósteos y pequeños tiburones de aguas profundas como los pejegatos (Apristurus).
    Otro de los rasgos anatómicos que llama la atención es que la línea lateral está como abierta hacia el exterior, no cubierta por la piel. Las células pilíferas del canal están en contacto directo con el agua, lo que permitiría multiplicar su sensibilidad³ para captar el más leve movimiento a su alrededor.


    La gestación más larga. El tiburón anguila es vivíparo aplacentario (ovovivíparo). Como todas las especies de aguas profundas, su tasa reproductiva es muy baja. Tiene entre 2 y 12 crías por camada (normalmente unas 6) que nacen al cabo probablemente de más de 2 años de gestación, ¡cifra que Tanaka eleva hasta los 3,5 años! De confirmarse, los efectos del avance de la presión pesquera sobre el hábitat de esta esta especie pueden ser devastadores. La IUCN la considera bajo el estatus de Casi amenazada, tal vez una etiqueta demasiado optimista.
    Hace pocos años se produjo la primera captura masiva de tiburones anguila en el Atlántico, concretamente en una montaña submarina de la Dorsal Atlántica situada al norte de las Azores (44º 00' N, 28º 37' W). Fueron nada menos que 34 ejemplares en un solo lance, 15 machos y 19 hembras de entre 122-163 cm y 129-162 cm respectivamente. Esto significa que (1) habían dado con una zona de apareamiento, y (2) que al menos un par de poblaciones de Chlamydoselachus han quedado truncadas para siempre.
    Zona de captura.

    Dos metros de tiburón. Al nacer, miden en torno a 39 cm. Los machos son maduros hacia los 92-163 cm y las hembras entre los 130-135 cm. Y si les dejan pueden llegar a alcanzar casi los dos metros de longitud. Nuestra tiburona se encontraba, pues, en toda su plenitud reproductora. Una pena.

    No es raro en el mar de Galicia. El Chlamydoselachus tiene una distribución amplia aunque localizada en casi todos los mares del mundo. No es una especie rara en Galicia, aunque sí poco frecuente, como decíamos al principio. El patrón del barco nos confirmó que todos los años capturaba algún ejemplar. Seguramente tenemos en nuestras aguas una población estable de esta joya de la naturaleza. A ver cuánto nos dura.

    Después de hacerle una buena sesión de fotos (la mayoría malísimas), cargamos el tiburón en el coche de Rafa y nos tomamos un par de cañas en un bar del puerto antes de despedirnos. Charlamos de peces, de tiburones, e hicimos cuentas de los barriles de caña que ya le debo (no se lo dije, pero mi deuda con él supera varias veces todo mi PIB, hasta el punto de que ya es objetivamente impagable y habrá que proceder a una reestructuración masiva si quiere cobrar algo). Él sigue insistiendo en que me equivoqué de oficio... y la verdad, en momentos como este... casi le doy la razón.



    [Para saber más sobre este extraordinario tiburón, véase Tiburón anguila (Chlamydoselachus anguineus), con fotos de otros ejemplares capturados en aguas de Galicia.]

    _______________________
    ¹Dentro del orden Hexanchiformes, que es el más primitivo, el Chlamydoselachus (fam. Chlamydoselachidae) sería especie hermana de las demás (fam. Hexanchidae): Notorynchus, Heptranchias, Hexanchus griseus y Hexanchus nakamurai, por orden evolutivo. La divergencia entre ambas pudo haber tenido lugar hace unos 78-88 millones de años. Véase el interesante trabajo de Keiko Tanaka, Takashi Shiina, Taketeru Tomita, Shingo Suzuki, Kazuyoshi Hosomichi, Kazumi Sano, Hiroyuki Doi, Azumi Kono, Tomoyoshi Komiyama, Hidetoshi Inoko, Jerzy K. Kulski & Sho Tanaka (2013). "Evolutionary Relations of Hexanchiformes Deep-Sea Sharks Elucidated by Whole Mitochondrial Genome Sequences". BioMed Research International, article ID 147064, http://dx.doi.org/10.1155/2013/147064
    ²Los Chladoselachus pertenecen a la extinta familia Chladoseachidae, orden Chladoselachiformes. Este es el aspecto que tendrían:

    ³Esta característica, también considerada primitiva, se da en otras especies como el tiburón vaca (Notorynchus cepedianus) y el tiburón de clavos (Echinorhinus brucus).
    Sho Tanaka, Yoshihisa Siobara et al. (1990) "The Reproductive Biology of the Frilled Shark, Chlamydoselachus anguineus, from Suruga Bay, Japan."Japanese Journal of Ichthyology. Vol. 37, no. 3, pp 273-291.
    Véase E. I. Kukuev & V. P. Pavlov (2008). "The First Case of Mass Catch of a Rare Frill Shark Chlamydoselachus anguineus over a Seamount of the Mid-Atlantic Ridge". Journal of Ichthyology, vol. 48, nº. 8, pp. 676-678.


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