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Bioluminiscencia I: Los fotóforos

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Negrito (Etmopterus spinax). Foto: Rudolf Svensen.

La bioluminiscencia es la generación de luz de forma natural (no valen linternas) por parte de un organismo vivo. En tierra tenemos el ejemplo de las maravillosas luciérnagas; en el mar, además de las bacterias bioluminiscentes responsables del mar de ardora, la lista incluye diversas especies de medusas, cefalópodos, crustáceos y teleósteos... y por supuesto, tiburones, y además en un lugar destacado.
Al menos el 10% de todos los tiburones conocidos poseen órganos bioluminiscentes. Todos ellos son especies de aguas profundas, habitantes de la zona de penumbra, adonde apenas llega un casi imperceptible resto de luz, o bien de la noche más cerrada. Tenemos, por un lado, a los llamados, justamente, "tiburones linterna", pertenecientes a la familia Etmopteridae, una de las más extensas, con casi 50 especies; y, por el otro, a unos cuantos miembros de la familia Dalatiidae, como los famosos tiburones cigarro (género Isistius). Ambas familias incluidas en el orden de los Squaliformes.

La luz se produce en unos diminutos órganos redondeados denominados fotóforos. Miden alrededor de 0,15 mm y se encuentran en el vientre, flancos y aletas del tiburón, en ocasiones formando amplias manchas oscuras o negras claramente perceptibles a simple vista. En un solo ejemplar puede haber hasta 500 000 fotóforos, más que en cualquier otro animal bioluminiscente conocido.

Etmopterus spinax. Las franjas oscuras del vientre, el costado encima de las aletas pélvicas y en el pedúnculo caudal están cubiertas de fotóforos. (Foto: Pedro Niny Duarte (c) ImagDOP.)
En los peces, únicos vertebrados bioluminiscentes, los fotóforos pueden contener bien fotocitos controlados directamente por el sistema nervioso (fotóforos intrínsecos), o bien bacterias simbióticas, donde el control de la luminosidad se realiza de forma indirecta, por ejemplo mediante oclusión mecánica (fotóforos extrínsecos).
Los fotóforos de los tiburones son intrínsecos, si bien su mecanismo de control es bastante más complejo que en los teleósteos: se trata de un sistema dual consistente en la acción combinada de hormonas y neurotransmisores (o neuromoduladores)¹, sistema que, pese a haber sido objeto de numerosos estudios a lo largo de estos últimos años, todavía esconde cuestiones sin resolver, lo cual da idea de su sofisticación. Buena parte de estas investigaciones se han basado en uno de los etmoptéridos más comunes, el negrito (Etmopterus spinax), de modo que no os extrañe que una y otra vez se le cite como ejemplo.

Estructura de un fotóforo. El fotóforo de un tiburón consiste básicamente en un conglomerado de fotocitoscélulas generadoras de luz² envuelto en una capa de pigmento y rematado en una o dos lentes. En los etmoptéridos, el número de fotocitos por fotóforo oscila entre 5 y 16, mientras que al menos en ciertas especies de dalátidos, solo hay uno.
Un reciente trabajo³ ha puesto de manifiesto que esta aparente simplicidad esconde una estructura más compleja, con elementos cuya función todavíano acabamos de comprender. De él hemos tomado la reconstrucción del fotóforo de un negrito (Etmopterus spinax) que aparece más abajo y que vamos a comentar.
La figura A muestra el fotóforo al completo: sobre la capa de pigmento (PS) que envuelve los fotocitos, observamos un conglomerado de dos tipos de células (CT I y CT II) que culminan en un cristalino (L) —son el elemento de transición entre el cristalino y los fotocitos. No se sabe muy bien cuál puede ser la función de estas células, aunque se cree que con toda probabilidad están de algún modo implicadas en el control de la emisión lumínica.
El cristalino, formado por una o dos células de gran tamaño las más grandes del fotóforo tiene forma convexa y está perfectamente diseñado para concentrar y enfocar la luz que se emite al exterior.
La capa de pigmento está compuesta por dos tipos de células: células planas y alargadas que impiden el paso de la luz al exterior y a la dermis, y células ramificadas que, según parece, conformarían un mecanismo que funciona de forma parecida a un iris; es decir, con capacidad de estirarse o contraerse mecánicamente para cerrar o abrir el paso de la luz, probablemente bajo el estímulo de las mismas hormonas que intervienen en el control lumínico.
Fuente: Marie Renward et al., Zoomorphology, 2014.
Si retiramos la capa pigmentaria (figura B), lo que nos encontramos es una capa reticulada (RL), recientemente descubierta, compuesta por células planas agrupadas formando una estructura poligonal que, según se sospecha, podría servir para modular y ajustar la luz al entorno físico actuando como un filtro o un reflector.
Finalmente, bajo la capa reticulada (figura C) se encuentran los fotocitos (Ph), los cuales, tal como se observa en la figura D, no están dispuestos de manera aleatoria, sino claramente orientados hacia el centro del fotóforo, bajo las lentes.

El funcionamiento de los fotóforos. Como decíamos al principio, los fotóforos están controlados por hormonas, que hacen que los melanóforos (células pigmentarias) cubran o descubran los fotocitos.
Se cree que, aun cuando los fotóforos están inactivos, los fotocitos mantienen un brillo permanente de poca intensidad gracias al flujo de bajos niveles de prolactina y melatonina. Para evitar emisiones de luz no deseadas, un potente neurotransmisor, el ácido gamma-aminobutírico (GABA, para los amigos), estimula la expansión del pigmento de los melanóforos que envuelven los fotocitos (flechas verdes en el primer diagrama de la figura B).
FIGURA A: Corte transversal de un fotóforo. Las flechas indican la acción de las diferentes sustancias implicadas en la fotogénesis: melatonina (MT) y prolactina (PRL), activadores; ácido gamma-aminobutírico (GABA) y alfa-MSH, inhibidores; óxido nítrico (NO), modulador. BS, seno sanguíneo; L, lente; P, melanóforo; PH, fotocito; PS, cubierta pigmentada.
FIGURA B: Etapas del funcionamiento de los fotóforos. (1) Inactivos; (2) Encendido; (3) Modulación; (4) Apagado. CT, tejido conectivo; E, epidermis; PL, capa pigmentada. (Fuente: Claes & Mallefet, Communicative & Integrative Biology, 2011.)
1) Encendido. En el encendido del fotóforo intervienen las dos hormonas citadas, la prolactina y la melatonina. La primera, segregada por la glándula pineal, activa una luz que dura varias horas, pero de encendido más lento; mientras que la segunda, producida por la glándula pituitaria, provoca una luz de encendido rápido —llega a su máxima intensidad al cabo de 20 minutospero de duración más corta, apenas una hora. Al mismo tiempo, ambas hormonas contrarrestan la acción del GABA provocando la retracción del pigmento que cubre un extremo de los fotocitos.
Se cree que el empleo de una u otra hormona está relacionado con diversos patrones de comportamiento. Así, la prolactina sería la responsable del sistema de camuflaje conocido como contrailuminación (esto es, difuminar la silueta del animal contra la luz que llega de la superficie); mientras que la melatonina tendría que ver con comportamientos o actividades de más corta duración: cortejo, caza, algún tipo de comunicación intraespecífica, etc., como veremos en el siguiente capítulo.

Muestra de piel de un Etmopterus spinax antes y después de la estimulación hormonal de los fotóforos, que, en la fotografía de la derecha, se encuentran a su máximo nivel de luminosidad. La flecha blanca señala un dentículo dérmico de referencia. La barra de escala representa 2 cm. (Fuente: Claes & Mallefet, Biology Letters, 2010).
Vista ventral de un negrito con todos los fotóforos "encendidos". (Foto: Jérôme Mallefet).
2) Modulación. La efectividad de este sistema bioluminiscente requiere un mecanismo de ajuste y sincronización rápido y preciso, uno de cuyos componentes principales es el óxido nítrico. Su función es regular la acción de las dos "hormonas del encendido": por un lado, acelera el efecto de la melatonina (el fotóforo tarda menos en alcanzar la máxima intensidad de brillo); por el otro, disminuye la amplitud de la luz generada por la acción de la prolactina.
Además del óxido nítrico, se ha demostrado que los fotóforos del negrito están inervados, es decir, contienen fibras nerviosas que alcanzan varios de sus componentes, como fotocitos, células pigmentarias, lentes. La función y alcance de estas fibras nerviosas está todavía por determinar, aunque posiblemente están relacionados con la modulación y la sincronización, habida cuenta de que también conectan fotóforos entre si.

Fotóforos de un negrito (Etmopterus spinax). Las flechas blancas señalan las fibras nerviosas y la flecha amarilla una fibra nerviosa que conecta dos fotóforos. (Fuente: Claes et al., Journal of Experimental Biology, 2010.
3) Apagado. El "apagado" se realiza mediante la acción de la hormona alfa-MSH, que induce la dispersión del pigmento de los melanóforos que cubren los fotocitos. Es probable que en este proceso también intervenga el GABA.

En el próximo capítulo hablaremos de los usos que los tiburones dan a esta sorprendente capacidad de brillar en la oscuridad.

Claes y Mallefet consideran que este modo de control hormonal de los fotóforos tiene su origen en el mecanismo que determinados elasmobranquios de aguas someras utilizan para regular el funcionamiento de sus cromatóforos cuando deben variar su color para camuflarse con el entorno. En el momento que emprendieron la colonización de las aguas profundas, allá hacia finales del Cretácico (hace unos 70 millones de años) los tiburones no tuvieron más que adaptar un sistema ya inventado y de efectividad contrastada.

______________________
¹Julien M. Claes y Jérôme Mallefet (2011). "Control of luminiscence from lantern shark (Etmopterus spinax) photophores". Communicative & Integrative Biology, 4:3. 251-253, doi: 10.4161/cib.4.3.14888.
²Abreviando un poco la cuestión,  la luz es la energía que se libera como consecuencia de una reacción química, la oxidación de una proteína llamada luciferina catalalizada por la enzima luciferasa.
³Véase Marine Renwart, Jérôme Delroisse, Julien M. Claes, Jérôme Mallefet (2014). "Ultrastructural organization of lantern shark (Etmopterus spinax Linnaeus, 1758) photophores". Zoomorphology, doi: 10.1007/s00435-014-0230-y. 
Al parecer, estas células presentan apéndices a modo de pseudópodos que se extienden en tres direcciones para bloquear el paso de la luz. Ibid.
Julien M. Claes, Jenny Krönström, Susanne Holmgren, Jérôme Mallefet (2010). "Nitric oxide in the control of luminiscence from lantern shark (Etmopterus spinax) photophores". Journal of Experimental Biology 213, 3005-3011, doi: 10.1242/jeb.040410.
Julien M. Claes, Jérôme Mallefet (2010). "The lantern shark's light switch: turning shallow water crypsis into midwater camouflage". Biology Letters, 6, 685-687, doi: 10.1098/rsbl.2010.0167.


El misterio del tiburón cocodrilo

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Tiburón cocodrilo (Pseudocarcharias kamoharai) capturado en Angola (foto: Santiago Barreiro, Jueguen).

A éste no lo tenemos en Galicia, pero no importa. Merece la pena conocerlo; os aseguro que es uno de los tiburones más simpáticos, encantadores y puñeteros que quepa imaginar. Ya veréis.

La multinacional estadounidense American Telephone and Telegraph (AT&T) experimenta en Canarias, por primera vez en la historia, en colaboración con la Compañía Telefónica Nacional de España (CTNE), un cable submarino de fibra óptica, el Optican. La AT&T pretende, de esta manera, competir con la industria de los satélites en la recta final de la carrera por el dominio de las comunicaciones del año 2000.
(El País, 28 de septiembre de 1985).

Tras el acuerdo de colaboración con la CTNE firmado dos años antes, en septiembre de 1985 la AT&T instalaba entre Gran Canaria y Tenerife su revolucionario cable de fibra óptica Optican-1, con capacidad para 7680 canales de 64 kbp. Era el primer cable de estas características que se tendía en aguas profundas en todo el mundo. La fibra óptica se estaba consolidando como el medio del futuro para la transmisión de comunicaciones, tanto por la potencia y calidad de las transmisiones como por su precio en comparación con los sistemas de cable coaxial.

Canarias era el lugar idóneo para el test: ofrecía dos puntos con alta densidad de población y, por tanto, con una elevada demanda de comunicaciones, separados por un tramo corto pero profundo de océano, alrededor de 100 km con cotas superiores a los 3000 m.

Fig. 1. Localización de los ataques y de las 5 catas.
Fuente: Louis Marras, 1989¹
Cuando el Long Lines, uno de los mayores cableros del mundo, terminó el tendido de los 125 km de cable, los problemas apenas tardaron un mes en aparecer. El 17 de octubre los monitores avisaron de un fallo de transmisión a unos 10 km de Tenerife, en torno a los 1000 m de profundidad. Fallos similares se produjeron el 31 de enero y el 13 de marzo de 1986 y el 2 de abril de 1987. Los técnicos de la AT&T estaban desconcertados, pues en todos los casos la causa había sido las mordeduras de tiburón. Los dientes clavados en diferentes puntos de la cubierta de poliuretano de los tramos de cable que habían sido dañados no dejaban lugar a dudas. Por extraño que parezca, nunca antes se les había presentado este problema a lo largo de los miles y miles de kilómetros de cable submarino que la compañía llevaba instalados en todo el mundo.

La cosa era grave. Por un lado estaban los costes de cada reparación, que no eran precisamente menores incluso para la poderosa AT&T: flete de un cablero, levantar el cable y sustituir el tramo dañado... Un mínimo de 250 000 dólares de entonces para un trabajo que podía demorarse una semana o más dependiendo del tiempo, el estado de la mar y la profundidad. Por el otro, la compañía tenía previsto unir las dos orillas del Atlántico con cable de fibra óptica TAT-8, un proyecto que debía estar completado para finales de 1988, entre otros planes similares en otros puntos del planeta.

Mandíbulas del tiburón cocodrilo (fuente: R. Meléndez, S. López & E. Yáñez, Investigaciones marinas, 2006²).
Ante esta perspectiva, la AT&T no escatimó esfuerzos y puso en marcha un riguroso programa para evaluar el problema en todas sus dimensiones. Básicamente, se trataba de identificar al culpable o culpables, explicar por qué lo hacían y determinar en qué zonas y a qué profundidades actuaban preferentemente; y sobre estos datos elaborar las estrategia más idónea para evitar que, en lo venidero, los tiburones continuasen destrozando sus cables de fibra óptica, su credibilidad y fiabilidad a ojos de accionistas e inversores, y sus planes de crecimiento.

La segunda cuestión parecía, en principio, la más sencilla de resolver, teniendo en cuenta que que estudios in situ con el Optican-1 habían demostrado que los estímulos visuales, acústicos y químicos carecían del más mínimo interés para un tiburón. Con toda probabilidad, el campo eléctrico generado por los cables era el que habría atraído a los tiburones y desencadenado los ataques. Pero los diversos experimentos llevados a cabo no aportaron, desgraciadamente, resultados concluyentes. Probaron a tender un tramo del mismo tipo de cable a 800 m de profundidad en las Bermudas, con cebo y todo, durante 72 horas; luego hicieron pruebas en dos tanques con pintarrojas reticuladas (Scyliorhinus retifer) del Mystic Marinelife Acuarium de Mystic, Connecticut; más tarde, lo mismo en otros dos tanques del Mote Marine Laboratory de Sarasota, Florida, que contenían tiburones limón (Negaprion brevirostris) recién capturados. Resultado: nada a lo que agarrarse. Primer problema para los expertos de la ATT.
Fig. 2. Optican-1

En cuanto a lo primero, la identidad del saboteador, el examen de las más de 50 piezas dentarias recuperadas trajo una pequeña gran sorpresa. Dos dientes presentaban una cúspide plana con los bordes aserrados, y con toda seguridad pertenecían a un carcharhínido, probablemente un jaquetón de ley (Carcharhinus longimanus). Los restantes tenían una cúspide cónica, más o menos fina, alargada y muy afilada; algunos tal vez eran de tiburón duende (Mitsukurina owstoni), pero la gran mayoría correspondían a un pequeño bicho tan extraño e insólito como poco conocido, el tiburón cocodrilo (Pseudocarcharias kamoharai). Segundo problema, y no precisamente el menos importante. Los dientes del carcharhínido se encontraron en una parte del cable próxima a Gran Canaria donde no se había producido fallo alguno, y seguramente se habían desprendido en un único mordisco; por otro lado, el rango batimétrico de especies como el longimanus raras veces va más allá de los 200 m, y los fallos se habían producido a profundidades bastante superiores. Todo ello dejaba un único culpable: el Pseudocarcharias. Segundo problema.
 
Foto: raulsinho r, tomada de FishBase.

El tiburón cocodrilo no es una especie de hábitos bentónicos, sino mesopelágica. Suele vivir lejos de la costa, desde la superficie hasta posiblemente más abajo de los 600 m (sus grandes ojos delatan que es un depredador adaptado a la penumbra). Es un potente nadador que con toda probabilidad realiza migraciones verticales, como muchas especies de aguas profundas. Así pues, lo primero que se pensó fue que los ataques habían ocurrido mientras bajaban el cable, en aguas intermedias, y el fallo de transmisión se habría producido tiempo después por el rápido deterioro de la cubierta. Pero las pruebas realizadas con cable dañado y sumergido en un entorno controlado descartaron esta posibilidad. Ya solo quedaba una opción: los tiburones habían mordido tramos de cable que habían quedado suspendidos sobre el fondo, sobre alguna roca, grieta o cualquier otro accidente del relieve; y probablemente no había habido un único factor desencadenante de los ataques, sino varios: el campo electromagnético, las vibraciones del cable tensionado entre dos puntos... Difícil decidirse.
Fig. 3. Cable FBP.

La único que tenían bien claro los expertos de la IT&T era que tanto el Optican-1 como los siguientes prototipos para aguas profundas debían llevar una protección extra contra las mordeduras de tiburón. Tras darle unas cuantas vueltas a unas cuantas posibilidades, los expertos optaron por un sistema de doble capa de lámina de acero (véase fig. 3). Tercer problema: esto multiplicaba sobremanera el coste del producto, era inviable reforzar la totalidad de un tendido que podía llegar a tener varios miles de kilómetros (recordemos que la mirada de la AT&T estaba centrada en el inminente proyecto del cable transatlántico TAT-8, el Optican-1 no era más que un ensayo). Se imponía investigar qué tramos necesariamente debían llevar esa protección extra y cuáles no. Con los datos en la mano, quedaban eliminados los que se encontraban en aguas de la plataforma, que no habían sido objeto de ataques... quedaba el talud... casi nada.

Hacia finales de 1986 la AT&T organizó una expedición de 9 semanas de duración con un equipo internacional de biólogos marinos para muestrear tanto el recorrido del Optican-1 como la zona de la dorsal Atlántica por donde pasaría el TAT-8, aproximadamente a la altura de las Islas Británicas. Como os podéis imaginar, el objetivo era averiguar qué especies potencialmente "dañinas" había en cada zona y a qué profundidades se encontraban preferentemente. Y aquí tenéis el resultado:
Fuente: Louis Marras, IEEE Journal of Oceanic Engineering, 1989.
En Canarias se realizaron 5 catas (números 1-C al 5-C, cuya localización encontraréis arriba en la figura 1) en las que se capturó un total de 175 tiburones pertenecientes a 8 especies distintas: pailonas (Centroscymnus coelolepis), viseras (posiblemente Deania calcea), quelvachos (Centrophorus granulosus), tollos raspa (Etmopterus princeps), negras (Dalatias licha), dos musolones (Pseudotriakis microdon) uno de ellos cuyo contenido estomacal incluía una pera, patatas cocidas, una lata de refresco portuguesa y un paquete de tabaco, cañabotas (Hexanchus griseus), y un bicho que podía ser un tiburón de Groenlandia (Somniosus microcephalus), o quizá un dormilón (Somniosus rostratus), el único tiburón capturado en la franja de los 3000 m...Tiburones cocodrilo, ¡ni uno!
En la dorsal atlántica fueron 4 catas con un resultado un poco más pobre: una pailona, un tiburón de Groenlandia y un quelvacho, éste en torno a los 3100 m, y por supuesto ningún cocodrilo (lo esperable, dado que su distribución no llega hasta esas latitudes).

Foto: PIRO-NOAA, tomada de Wikipedia.
Como se ve, la mayoría de las capturas se realizaron en una amplia extensión vertical comprendida entre los 500 m y los 2500 m, seguramente más amplia de lo deseable para la AT&T. Una parte de ellas podían considerarse saboteadores en potencia, si bien el culpable de verdad logró escapar sin dejar rastro, quizá junto con quién sabe qué otros compinches sin identificar. La recomendación de los expertos fue tender el cable reforzado el denominado cable FPP, 'fishbite-protected'en los tramos del talud americano y europeo comprendidos entre los 1000 y los 2600 m, pues tanto en las llanuras abisales como en los primeros centenares de metros desde la superficie, el peligro de ataques era muy reducido, y, en todo caso, el coste de una eventual reparación compensaba con creces la elevadísima inversión en varios kilómetros de cable FPB.

Y aquí termina la historia. La conexión atlántica a través del TAT-8 se inauguró, como estaba previsto, en diciembre de 1988 y se mantuvo en servicio hasta el año 2002, parece ser que sin contratiempos. Por lo que respecta a los tiburones, podemos extraer dos notas positivas de todo esto. La primera es que gracias a la expedición patrocinada por la AT&T los científicos pudieron comprobar que en las Canarias los tiburones de aguas profundas son más numerosos y variados de lo que se creía hasta entonces, además de demostrarse que probablemente la distribución del tiburón de Groenlandia llegaba hasta zonas tan meridionales como el norte de África. La compañía tuvo el buen gusto de entregar los ejemplares capturados a diversos organismos científicos, para su estudio y catalogación, ampliando así nuestro campo de conocimiento.
La segunda es una apreciación de índole personal: constatar lo reconfortante que resulta saber que un minúsculo y puñetero bicho todavía es capaz de poner en jaque a toda una moderna, eficiente y todopoderosa multinacional. Definitivamente, el tiburón cocodrilo es un bicho la mar de simpático; es imposible que pueda caerle mal a nadie.

Foto: NOAA Observer Program.

Pero no perdamos la perspectiva. Por muy encantador que nos resulte, debemos agradecer a los dioses que el Pseudocarcharias kamoharai no suela sobrepasar el metro de longitud, porque es uno de los tiburones más feroces y obstinados que existen, mucho más que su cinematográfico primo, el tiburón blanco, con el que guarda cierto parecido, no en vano pertenecen al mismo orden, Lamniformes. Dicen que en Cape Point, Suráfrica, una vez lograron capturar uno solo porque había saltado fuera del agua detrás del cebo. Es un bicho extraordinariamente combativo y voraz, incluso desde antes de nacer, dentro del útero de su mamá: no solo practica la oofagia, sino también, se cree, el canibalismo intrauterino con sus hermanos y hermanas (son ovíparos aplacentarios), dando lugar a camadas reducidas de alrededor de cuatro crías (el hecho de que no se acaben matando entre ellas hasta quedar una sola por útero es para algunos un auténtico misterio). 
Única especie de su familia, Pseudocarchariidae, el nombre parece ser la traducción del japonés Mizu-wani, que viene siendo algo así como 'cocodrilo de agua', tal vez debido a sus dientes largos y prominentes, y quizá también porque al ser capturados se revuelven y lanzan dentelladas a diestro y siniestro produciendo un característico chasquido como el de aquellos reptiles. Quién sabe. Por si acaso, que se queden donde están y no les dé por acercarse a tierra a morder bañistas.


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¹Roberto Meléndez, Sebastián López & Eleuterio Yáñez (2006). "Nuevos antecedentes de Pseudocarcharias kamoharai (Matsubara, 1936) (Chondrichthyes: Lamniformes: Pseudocarchariidae) off Northern Chile". Investigaciones Marinas, vol. 34, nº 2.
²Louis Marra (1989). "Sharkbite on the SL Submarine Lightwave Cable System: History, Causes, and Resolution". IEEE Journal of Oceanic Engineering, vol. 14, nº 3.

Los tiburones según Claudio Eliano

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Claudio Eliano fue un romano de pura cepa, de los de pedigrí. Nació alrededor del año 175 en Palestrina, una aldea próxima a Roma, y sus sandalias jamás pisaron otro terreno que el de la capital del Imperio. Sin embargo, su vida transcurrió bajo el hechizo permanente del mundo helénico. Sus maestros y referentes fueron siempre los grandes autores griegos, y llevado por un agudo y peculiar sentido de la estética, llegó incluso a escribir sus obras en un griego arcaizante. Más que un romano helenizado, que decía Borges, Eliano fue fue más bien un heleno mal trasplantado.

De natura animalium, también conocido como Historia animalium, Historia de los animales, es un texto sumamente peculiar si lo comparamos con las obras de Aristóteles y de Plinio que ya comentamos aquí. Más que un tratado o un compendio de carácter científico, los 17 libros de que consta constituyen un conjunto desordenado de noticias y relatos de diversa naturaleza y procedencia que tratan de animales. Contiene desde fábulas con intención moralizante hasta las historietas e invenciones más disparatadas y extravagantes (no en vano, esta es una de las fuentes principales de los bestiarios medievales).
La comadreja terrestre. La comadreja de mar
He oído decir que la comadreja fue en otros tiempos mujer; que se llamaba así y era hechicera y bruja; que era muy incontinente, y que padecía un apetito sexual desbordado. [...] Es notorio que es una bestezuela muy indigna, ya que se pone encima de los cadáveres humanos, corretea por ellos si no están protegidos, les arrancan los ojos y se los engullen.
[...] Hay también un pez comadreja. Es pequeño y no tiene nada en común con los llamados perros de mar (galeós), porque estos últimos son cartilaginosos, viven en el mar, alcanzan una gran longitud y se parecen a los perros. Pero podríamos decir que la comadreja de mar vive entre las rocas, se alimenta de algas y, como la terrestre, se come los ojos de todos los cuerpos que encuentra muertos. Los pescadores que practican la brujería siguiendo los métodos de los del Epiro, gente aquélla malvada y experta en malignidad, emplean a esta comadreja marina con la misma intención que usan la terrestre otros hombres. Y como esta clase de peces es carnívora, los que viven de la pesca y que exploran las más profundas simas, ennegrecen sus pies y las palmas de las manos, tratando de oscurecer el brillo que sale de ellos, ya que los miembros de los hombres, como dentro del agua despiden intensos destellos, atraen a estos peces. (XV, 11)
No es difícil imaginar que Plinio, más que Aristóteles, es una de las fuentes que maneja Eliano, pues no le mueve un afán científico, sino estético y, tal vez, filosófico, si es que ambas cosas no venían siendo una y la misma. Su Historia de los animales refleja la visión de una Naturaleza ordenada y bella, cuya lógica es la que rige el comportamiento de los seres que la habitan. Como señala José María Díaz-Regañón, "Una de las preocupaciones principales de Eliano es demostrar que los animales, guiados por un instinto natural, son capaces de sentimientos elevados, más elevados que los del hombre mismo: generosidad, espíritu de sacrificio, amor a la prole, veneración hacia los padres, etc."
Alga mortal
Cuando el estío está en su apogeo, los tiburones y los demás peces en quienes el arrojo es una condición natural se acercan a las playas, y se dirigen derechos a los acantilados por cuyas aguas turbulentas nadan metiéndose por estrechos angostos y profundos. Abandonan las moradas de alta mar y desdeñan, en esta estación, sus comederos habituales, pues entre los profundos arrecifes se cría cierta alga, de un tamaño aproximado al del tamarisco, que produce un fruto parecido al de la adormidera. Durante las otras estaciones del año, el fruto está cerrado y es de suyo resistente y duro como una concha. Pero después del solsticio de verano se abren como capullos en las rosaledas. El estuche circundante protege el interior y discurre a manera de una barrera. Es de color amarillo; pero lo que está debajo de la funda es azul oscuro y fofo como una vejiga llena de aire; es, además, muy traslúcido y fluye de él un veneno activo. Por la noche estas algas emiten un resplandor parecido al fuego y unos a modo de centelleos. Y cuando Sirio aparece en el cielo, la potencia del veneno se acrece aún más. Por esta razón, todos los que se dedican a la pesca le han dado el nombre de pancynium, ya que creen que el surgir de la estrella produce el veneno.
Los tiburones caen sobre la flor que durante la noche parece que arde, precipitándose sobre este tamarisco marino como sobre un tesoro perdido y hallado. Quedan empapados de veneno, parte del cual beben y parte del cual penetra a través de las agallas. Mueren luego y quedan flotando en la superficie. Ahora bien, los expertos en la investigación de estas cosas obtienen este veneno de los susodichos monstruos: parte de él, de los restantes miembros, y parte, de la boca de los mismos. Este veneno sólo es inferior en braveza a la llamada "peonia terrestre" a la cual la gente llama también kynopástos. La razón de este nombre la sabréis si me acuerdo de referirme a él. (XIV, 24)
Mosaico romano de principios del siglo III (La Pineda, Vila-seca).
En ocasiones, las descripciones de carácter, digamos, más "científico" se mezclan con cuentos de pescadores:
Distintas clases de tiburones
Hay tres clases de tiburones. Hay tiburones que son de grandísimo tamaño y figuran en el número de los monstruos más temibles. Los otros tiburones son de dos especies, viven en el cieno y llegan a tener un codo de longitud. Los que tienen manchas en el cuerpo podríamos llamarlos "tiburones galeós", y no erraríamos si llamáramos a los restantes "tiburones espinosos" (centrinos). Los que tienen el cuerpo manchado son finos de piel y de cabeza plana, mientras que los otros, cuya piel es dura y cuya cabeza es buida, se distinguen por la blancura de su piel. La naturaleza les ha provisto de aletas, una en la cresta, por así decirlo, y otra en la cola. Las aletas son duras, resistentes y expelen una especie de veneno. Ambos tiburones pequeños se sacan del fango y del limo, y no me resulta difícil explicar cómo se capturan. A guisa de cebo, los pescadores dejan caer un pez blanco al que han extraído el espinazo. Cuando un tiburón pica el anzuelo, todos los que lo ven se precipitan y siguen al tiburón, que ya ha sido izado, sin detenerse antes de llegar a la barca. Cualquiera podría imaginarse que hacen todo esto movidos de envidia porque creen que el capturado ha birlado, de alguna parte, algo de comida que no quiere compartir. Y ocurre con harta frecuencia que alguno salta a la barca y es capturado por su propia voluntad. (I, 55)
De todos los tiburones, la especie con más presencia en Eliano es el tiburón zorro:
El tiburón zorro
No sólo por su nombre, sino también por su boca, denuncian la naturaleza del pez llamado "tiburón zorro". Sus dientes están implantados en línea ininterrumpida, son numerosos, fuertes y capaces de quebrantar con suma facilidad cuanto llega a su boca. Por esto, cuando cae en el anzuelo, es el único pez que no intenta escapar, sino que forcejea tratando de romper el sedal. Mas los pescadores, a su vez, maquinan sus ardides. Sus anzuelos están provistos de largos mangos de metal. Pero el tiburón (que es un buen saltarín) salta muchas veces por encima de aquéllos, corta la crin que los sujeta y se vuelve nadando hacia los lugares que habita.
Éste, rodeado de un tropel de congéneres, se lanza con ellos al ataque contra los delfines. Y, apartando a uno de éstos y rodeándolo, se precipitan violentamente contra él: pues saben que el cetáceo no es en modo alguno insensible a sus dentelladas. Los tiburones se adhieren a él con toda su fuerza, mas el delfín da un salto y se sumerge, y se advierte que está atormentado por el dolor, ya que los tiburones que se agarran al delfín salen a la superficie con él en cuanto brinca, y el delfín trata de desasirse y separarse de ellos, pero ellos no sueltan su presa, sino que se la comen viva. Después, cada uno se marcha con el bocado que ha podido arrancar del cuerpo de su víctima, y el delfín se aleja a nado, dándose por contento, después de haber dado de comer a su costa a unos comensales —valga la expresión— no invitados. (I, 5)
Seguro que todos sois capaces de interpretar correctamente lo que se esconde tras esta anécdota:
El zorro de mar
Me dirás que el zorro (me refiero al que vive en tierra) es animal astuto. Pues escucha las artimañas del zorro de mar y entérate de todo lo que hace. O se abstiene de acerarse al anzuelo, o bien se lo traga y, al instante, vuelve su cuerpo del revés como se vuelve una camisa y, de esta manera, se desprende del anzuelo. (IX, 12)
Mosaico con peces y pescadores del museo de Trípoli.
De la biología de los tiburones apenas encontramos un par de referencias a su reproducción, totalmente inexactas, por decirlo suavemente, o si lo preferís, ficticias, para el conocimiento que en aquella época ya se tenía gracias sobre todo a las investigaciones de Aristóteles:
El gáleo
El gáleo pare por la boca en el mar y vuelve a introducir a los pequeños en ella para devolverlos al mar, por el mismo conducto, vivos e indemnes. (II, 55)

El cazón hembra protege a su prole
Apenas el cazón hembra ha alumbrado a sus hijos, los tiene nadando a su lado sin pérdida de tiempo. Y si alguno de ellos se asusta, se zambulle de nuevo en el vientre de la madre y, pasado el susto, sale al instante, como si naciese de nuevo. (I, 17)
Uno de los aspectos más importantes de la biología de los tiburones es de orden práctico. Según parece, parir por la boca es señal de impureza para los iniciados en ciertos misterios:
Los iniciados se abstienen de comer ciertos peces
Dicen que los iniciados en los misterios de las dos diosas no se avienen a comer cazón. Pues no es alimento puro, ya que este pez pare por la boca. Mas dicen algunos que no es esto lo que hacen, sino que, cuando las crías temen el ataque de algún enemigo, la madre las esconde tragándoselas y, cuando ya ha pasado el peligro, las vomita vivas. (IX, 65)
Y esto es todo. Hasta aquí llega Eliano y hasta aquí llega este pequeño artículo. Pese a lo dicho (esa falta de "rigor" científico), la Historia de los animales es un libro extraordinario, de esos cuya lectura se disfruta como si fuese un delicioso (y enorme) helado, paladeándolo cucharada tras cucharada, cuento tras cuento. No debemos enfrentarnos a él como si se tratase de un libro de carácter científico, porque no lo es, no es esa su intención, aunque también nos ofrece una parte del saber que en aquel momento circulaba entre las distintas capas de las sociedades del mundo conocido.
Merece la pena.


[NOTA: Todos los fragmentos corresponden a la edición y traducción de Historia de los animales realizada por José María Díaz-Regañón López y publicada en dos volúmenes por la editorial Gredos (Madrid, 1984).]


Ataques de tiburón 2014

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Foto: Rafa Aso.

Como todos los años, el ISAF acaba de publicar las cifras globales de ataques de tiburón registrados en todo el mundo durante el pasado año 2014, y como todos los años, aquí tenéis un pequeño resumen.

72 ataques no provocados. De las 130 interacciones o, si lo preferís, encuentros hombre-tiburón investigados, solo 72 se consideraron propiamente como ataques no provocados, es decir, ataques ocurridos sin provocación previa por parte de la persona. Es el número más bajo desde los 68 ataques del 2009.

3 personas fallecidas...en todo el mundo. Sin duda el dato más espectacular, sobre todo si lo comparamos con las 10 del año anterior. Fueron dos en Australia (Nueva Gales del Sur) y una en Sudáfrica (Eastern Cape).
En cualquier caso, aunque el dato es positivo, estos números deben valorarse a medio o largo plazo. Es muy posible que el próximo año la cifra nefasta vuelva a crecer y situarse en el entorno de las 10 muertes, que viene siendo la tendencia de estos últimos años.

Distribución de los ataques. Los EEUU se llevan la mayor parte, con 52 ataques (62,5% del total), 5 más que en 2013. Florida, es el estado más "atacado", particularmente Volusia County; más de la mitad de los ataques registrados en todo el país se produjeron aquís 28 ataques registrados representan más del 50% de todo el país (54%). A gran distancia le siguen Hawai (7 ataques), Carolina del Sur (5), Carolina del Norte (4), California (4), etc.
En cuanto al resto del mundo, que también existe, 11 ataques se registraron en Australia, 2 en Sudáfrica, y uno en Reunión, Japón, España, Nueva Zelanda, Polinesia Francesa, Nueva Caledonia y las Galápagos. En Galicia, 0, lo cual demuestra o bien que aquí somos muy prudentes, o bien que nuestras aguas las hemos vaciado de tiburones. No sé con cuál quedarme.

Tipología de las víctimas. Una vez más, la tendencia se repite: la inmensa mayoría de las víctimas fueron surfistas o practicantes de algún tipo de deporte de tabla, con nada menos que el 65% de los ataques. Esto tiene su lógica: pasan más tiempo en el agua, en una zona donde a los tiburones les gusta estar al acecho, chapoteando, braceando, etc., es decir, generando un ruido muy atractivo para estos depredadores.
Solo el 32% de los ataques fueron a bañistas y nadadores, y un 3% a buceadores con snorkel (ninguno a buzos de botella).


CONCLUSIONES:

1) Una vez más, la conclusión más evidente es que los tiburones no son tan fieros como mucha gente se empeña todavía en pintarlos, contra toda evidencia. 72 ataques (deberíamos llamarlos accidentes, porque en el fondo es lo que son) y 3 muertes, en todo el mundo, a lo largo de todo un año, son cifras que, referidas a otras actividades cotidianas como el trabajo o conducir un coche firmaría cualquier presidente para su país, con los ojos cerrados y además brindando con champán.

2) Pensémoslo otra vez: 72 ataques o accidentes (¿alguien se ha molestado en averiguar cuánta gente muere destrozada por la hélice de un fuera borda, o por un corte de digestión?) y 3 muertos, en todo un año, después de que millones y millones de personas hayan permanecido millones y millones de horas metidas en el agua a lo largo de millones de tramos de océano de todo el mundo... ¿de verdad son tan fieros y voraces los tiburones? Si fuesen la mitad de lo que muchos creen, el número de muertos sería terrorífico.
El hombre es una criatura muy triste: vota y defiende a quienes causan la desgracia y la muerte tanto de sus vecinos (por ejemplo provocando y gestionando una crisis) como de sus congéneres de otras partes del mundo, pero se echan las manos a la cabeza cuando se enteran de que un tiburón acaba de merendarse a un bañista y reclaman venganza.

3) Otro dato sumamente esclarecedor es que en el país del mundo donde se han producido más ataques, los EEUU, no ha habido ningún muerto. Esto quiere decir que cuando la población está bien informada sobre las situaciones de riesgo que conviene evitar, cuando las autoridades invierten no solo en concienciación social, sino en medidas de seguridad en las playas y de asistencia en caso de ataque, el riesgo de ataques y, fundamentalmente, de muerte se reducen considerablemente, a veces hasta 0.
Acabamos de conocer la trágica noticia de un ataque que nunca tendría que haber ocurrido si se hubiesen tenido en cuenta las recomendaciones que los expertos se empeñan, una y otra vez, en meternos en la cabeza, una desgracia más que previsible. Ocurrió en la isla de Reunión: una pareja decidió meterse en el agua al atardecer (la peor hora), y además en una zona de aguas turbias próxima a la desembocadura de un pequeño río en la que el baño estaba desaconsejado y donde ya se había producido otro ataque un par de años atrás. La joven, de 20 años, sufrió dos mordeduras en una pierna de las que no pudo recuperarse. Murió durante la noche en el hospital.
La pregunta es: ¿El tiburón es el culpable, o lo es la parte supuestamente "racional" del problema?

Foto: Rafa Aso.

Más info, aquí.

Bioluminiscencia II: Funciones

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Negrito (Etmopterus spinax) con un anfipodo parásito. Foto: Rudolf Svensen.

En el capítulo anterior, Bioluminiscencia I: Los fotóforos, explicamos el funcionamiento del sistema bioluminiscente de los tiburones. Hoy vamos a analizar su finalidad, para qué sirve.
¿Qué motivos pueden justificar una acción tan descabellada como prender una luz en la oscuridad, o para ser más exactos, convertirse uno mismo en bombilla viviente en un mundo de tinieblas repleto de depredadores? Fundamentalmente hay tres: el camuflaje, la caza y la comunicación. Veamos.

1. Camuflaje.
La zona de mayor concentración de fotóforos es la superficie ventral. Los tiburones bioluminiscentes brillan más cuando se les ve desde abajo. El porqué se entiende perfectamente si pensamos que nos encontramos en el dominio mesopelágico o zona de penumbra. Aun hasta estas aguas profundas todavía llega un resto de luz solar, un resplandor residual que varía en función de la profundidad y diversos factores físicos del agua [véase Dónde viven los tiburones]. Con su brillo, lo que los fotóforos ventrales consiguen es borrar la silueta del tiburón en el contraluz, sustrayéndola de la mirada de sus depredadores, que acechan un poco más abajo, y ya de paso, también de sus posibles presas. Este sistema se conoce como contrailuminación, y lo utilizan los tiburones de aguas más someras, como el tiburón blanco, así llamado precisamente por la blancura de su zona ventral, que ayuda a que sus presas potenciales les resulte difícil detectarlo contra la luz de la superficie.

Negrito (Etmopterus spinax). Foto: Jérôme Mallefet.
Probablemente, especies como el negrito son capaces de modular, mediante una serie de filtros y mecanismos de control, el brillo de sus fotóforos para adaptarlo a la cambiante luz que viene de la superficie. Otros tiburones simplemente se desplazan verticalmente en la columna de agua durante el día hasta que su propio brillo coincide con el de la luz solar.


2. Caza.
El tiburón se camufla para evitar a sus depredadores pero también para no ser detectado por sus presas.
Pero este terreno de la caza, hay un grupo de tiburones que brillan con luz propia, valga la expresión. Son los famosos Isistius o tiburones cigarro, de la familia Dalatiidae, los cuales, según una extendida teoría, se sirven de su luz no para ocultarse de sus presas, sino para atraerlas hacia si. Esto tiene que ver con su particular forma de alimentarse: el Isistius es un clepto-parásito, su técnica es abalanzarse sobre animales mucho mayores que él y arrancarles un trozo de carne, dejando las típicas heridas en forma de cráter. La franja oscura que le rodea la cabeza, el collar, es una zona libre de fotóforos que serviría para romper su silueta y hacerla más atractiva para sus presas, que incluyen pinnípedos, túnidos, cetáceos, personas [El ataque del tiburón cigarro]... hasta con el mismísimo gran tiburón blanco se atreve esta especie de caniche rabioso [Cuando el pez chico ataca al pez grande]. Sin embargo, algunos rechazan esta hipótesis argumentando que no existen datos u observaciones que la confirmen, además de que una parte importante de sus víctimas son filtradores o súper depredadores, para los que este mecanismo resulta inútil. Consideran que el collar es un sistema de identificación intraespecífica similar al que, como veremos a continuación, emplean algunos etmoptéridos¹.

Tiburón cigarro (Isistius brasiliensis). Fuente: FMNH.
3. Comunicación: Identificación, reproducción, advertencia.
En un buen puñado de tiburones, los fotóforos se concentran no solo en la zona ventral, sino en otras áreas como los costados y las aletas, donde parece evidente que resultan de todo punto inútiles para el camuflaje. Esto se da en, al menos, una parte importante de los etmoptéridos (sabemos que especies como el Trigonognathus kabeyai y el Etmopterus princeps o tollo raspa carecen de ellas), pero no, en cambio, en los miembros de la familia Dalatiidae.²
Si comparamos las imágenes A y B, que muestran, respectivamente, la iluminación espontánea lateral de un tollo pigmeo de ojo pequeño (Squaliolus aliae, Dalatiidae) y de un negrito (Etmopterus spinax, Etmopteridae), vemos como la segunda muestra un patrón mucho más complejo. Las flechas señalan las franjas lumínicas no relacionadas con la contrailuminación: Pe: pectoral, La: lateral, Do: dorsal, Ic: infracaudal, Ca: caudal.
La hipótesis más plausible es que su función es comunicativa, en el sentido más amplio del término, es decir, son señales luminosas dirigidas tanto a los amigos como a los enemigos, con un triple objetivo: identificación, apareamiento y advertencia.

Fotos: Jérôme Mallefet; dibujos: Julien M. Claes. Fuente: Claes et al., Scientific Reports, 4, 2014.
   a) Identificación: Las franjas laterales pueden ayudar a un tiburón a identificar a sus congéneres. La figura C muestra la variedad de formas y tamaños que pueden adoptar según la especie: de izquierda a derecha, tolla de aleta blanca (Centroscyllium ritteri), negrito (Etmopterus spinax), melgacho franjeado (Etmopterus gracilispinis), melgacho linterna (Etmopterus lucifer) y tollo liso (Etmopterus pusillus).

   b) Apareamiento: Identificarse correctamente es el primer paso para relacionarte con tus congéneres; y si lo que se pretende es lograr un tipo de relación llamémosle más íntima, cuanto más se faciliten las cosas, sobre todo en un entorno donde es difícil ver nada, mejor que mejor. Tiburones como el negrito han logrado resolver esto de una forma de lo más elegante. Por un lado, los fotóforos asociados a las áreas genitales de la zona pélvica identifican claramente el sexo de su propietario: como vemos en la imagen, los de las hembras son más brillantes y rodean la cloaca (C) como si la hubiesen pintado con un lápiz fosforito; los de los machos, de brillo menos intenso, marcan los pterigópodos (P)³. Por el otro, con una franja luminosa sobre sus pectorales (Pe, en la fotografía B de arriba), las hembras indican a los machos el lugar por donde deben agarrarlas para la cópula, para evitar —cabe suponerque pierdan tiempo a lo bobo, o muerdan donde no deben.
Fotóforos de la zona pélvica de un E. spinax. Arriba el macho, abajo la hembra. P, pterigópodo; C, cloaca. Fuente: Claes & Mallefet, Journal of Experimental Biology, 213, 2010.
   c) Advertencia: Situados en según que zonas, los fotóforos pueden tener una función disuasoria contra posibles depredadores. Con el sorprendente título de "Un pez de aguas profundas con espadas-láser", un trabajo de hace pocos años sobre el Etmopterus spinax informaba del sorprendente descubrimiento de bandas de fotóforos situadas en la superficie de las aletas dorsales próxima a las espinas y visibles a varios metros de distancia; la luz que generaban podía incluso verse a través de las propias espinas, dado que son traslúcidas, convirtiéndolas así en una especie de espadas-láser. Una seria advertencia que ningún depredador debería pasar por alto.
Fuente: Claes et al., Scientific Reports, 3, 2014 (SAPs, 'Spine-associated photophores').

Pese a que ha habido grandes avances durante estos últimos años, el tema de la bioluminiscencia en los tiburones está todavía lleno de huecos y de zonas oscuras. Cada nuevo trabajo, más que aclarar las cosas, lo que hace es corroborar que este sistema es bastante más complejo de lo que se creía. Es mucho lo que todavía queda por conocer que lo que ya se conoce. Y esto sube un punto más la fascinación que sentimos por estos maravillosos bichos.


______________________
¹Julien M. Claes, Dan-Eric Nilsson, Nicolas Straube, Shaun P. Collin, Jérôme Mallefet (2014). "Iso-luminance counterillumination drove bioluminescent shark radiation". Scientific Reports, 4: 4328, doi: 10.1038/srep04328.
²La mayor complejidad del sistema bioluminiscente de los etmoptéridos en comparación con el de los dalátidos, que parece tener el camuflaje como única finalidad, hace pensar que fueron estos quienes primero adoptaron este sistema cuando emprendieron la colonización de la zona pelágica tras la extinción masiva del Cretácico-Terciario, hace unos 65 millones de años; más tarde los etmoptéridos se separaron y se internaron en aguas más profundas modificando el mecanismo para darle nuevos usos.
³Julien M. Claes & Jérôme Mallefet (2010). "Functional physiology of lantern shark (Etmopterus spinax) luminescent pattern: differential hormonal regulation of luminous zones". Journal of Experimental Biology, 213, 1852-1858, doi: 10.1242/jeb.041947.
Julien M. Claes, Mason N. Dean, Dan-Eric Nilsson, Nathan S. Hart, Jérôme Mallefet (2013). "A deepwater fish with 'lightsabers'—dorsal spine-associated luminiscence in a counterilluminating lanternshark". Scientific Reports, 3: 1308, doi: 10.1308/srep01308.


Eugenie Clark, In memóriam

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En 1979, observando una hembra de tiburón blanco en Sibsey Island, al sur de Australia. Foto: Rodney Fox.
Si de verdad termina, probablemente se casará, tendrá un montón de hijos, y jamás hará nada en el campo de la ciencia después de haber invertido nuestro tiempo y dinero en usted.
                                                    (Un científico de la Universidad de Columbia).

En efecto, Eugenie Clark se casó, nada menos que cinco veces, y tuvo cuatro hijos en su segundo matrimonio... y además de convertirse en una científica de talla mundial, pionera en el estudio de los tiburones (the Shark Lady), solamente fundó uno de los laboratorios de referencia en el campo de la biología marina, el Mote Marine Laboratory; publicó más de 175 trabajos en las principales revistas científicas del mundo, además de artículos de divulgación en publicaciones de la talla de National Geographic y tres libros que fueron éxito de ventas entre el gran público; participó en 71 expediciones submarinas de aguas profundas, a más de 3500 m; dirigió más de 200 expediciones de campo al Mar Rojo, Caribe, México, Japón, Palau, Papua Nueva Guinea, islas Solomon, Tailandia, Indonesia y Borneo para estudiar tiburones ballena, tiburones de aguas profundas y diversos teleósteos; varios peces han sido bautizadas en su honor; enseñó biología marina durante casi 25 años en la Universidad de Maryland... y unas cuantas cosillas más.
Y todo ello desafiando, ya desde el comienzo de su tremenda carrera, allá en los años posteriores a la II Guerra Mundial, siendo mujer y además hija de madre japonesa, a una sociedad científica fuertemente dominada por los hombres, quienes muchas veces no se limitaban a mirar por encima del hombro a aquellas jóvenes que como Eugenie y, pocos años después, Sylvia Earle, pretendían entrar a formar parte del campo de la investigación marina.

Como para muchos españoles, mis primeros recuerdos de Eugenie Clark proceden de este famoso capítulo de Mundo Submarino, Tiburones. En la imagen, con Cousteau observando en los monitores el comportamiento, sumamente excitado, de los albimarginatus alrededor de la jaula donde se encontraba el malogrado Philippe.

Eugenie Clark fue y sigue siendo un referente en el estudio de los tiburones. Desarrollando innovadoras técnicas de investigación, logró demostrar algo tan revolucionario para su época como que los tiburones no solo no eran tan estúpidos y mortíferos como se les consideraba, sino que, bien al contrario, eran criaturas incluso con capacidad de aprendizaje, estaban dotados de inteligencia. Entre sus trabajos más famosos figura el descubrimiento de que la secreción del lenguado de Moisés, del Mar Rojo, actuaba como repelente al menos contra ciertas especies de tiburones. Ella se aventuró dentro de aquella cueva submarina del Yucatán para descubrir a los "tiburones durmientes" (¿os acordáis?)...
Por supuesto, recibió numerosos premios, menciones y reconocimientos. Quien se lo iba a decir a aquel científico de la Universidad de Columbia que se atrevió a soltar semejante majadería a la joven Eugenie a mediados de los años 40 del siglo pasado.


Tras la hecatombe que Tiburón trajo consigo, Eugenie dedicó toda su vida a intentar borrar de la mente del gran público aquella nefasta imagen de una criatura sanguinaria que simbolizaba el mal. Mediante una infatigable labor didáctica, nos ayudó a contemplar estos animales bajo una nueva luz, mucho más justa y, por tanto, más llena de misterio y fascinación.

Quienes la conocieron destacan su gran generosidad, y su entusiasmo, entrega e ilusión por el mar y sus criaturas, que permanecieron intactos a lo largo de su extraordinaria vida.

Eugenie Clark nos dejó ayer a los 92 años en su casa de Sarasota, rodeada de su familia, finalmente vencida por un cáncer de pulmón contra el que llevaba mucho tiempo luchando (todavía el año pasado estuvo buceando en el golfo de Aqaba). Un día triste para los amantes de los tiburones.
Nos ha dejado un mito que, para muchos, como quien esto escribe, quedará para siempre ligado a aquellas lejanas tardes de nuestra infancia, tardes de documentales sobre el mar y los tiburones a la salida del colegio, y la doctora Clark acompañando a Cousteau a bordo del Calypso, entre tiburones grises, puntas blancas, y entre los tiburones durmientes del Yucatán.

Hasta siempre, Dama de los tiburones.

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Encuentro con un duende

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Tengo un mitsukurina congelado en Vigo.
 (SMS recibido a las 13:55 del viernes 13 de febrero).

Y a mi casi me da un patatús. Apenas había transcurrido un mes desde lo del Chlamydoselachus, y me encuentro en el móvil este nuevo mensaje de Rafa Bañón, más lacónico que de costumbre, y por eso mismo más cargadito de mala intención, haciéndome saber que uno de mis sueños más queridos lo tiene él metido en uno de sus arcones como quien guarda un paquete de guisantes. Me lo imaginaba perfectamente, partiéndose de risa pensando en mi reacción. Bajo una lluvia fría, logrando a duras penas sostener el paraguas para que no me lo llevase el viento, agarro el teléfono, marco su número, y al oír el tono de su voz confirmo mis sospechas. Estoy medio empapado y con ganas de insultarlo un poco, pero me contengo (lo haré en persona), y simplemente arreglamos para encontrarnos el martes siguiente en Vigo.

El encuentro. La literatura científica indica que el cuerpo del tiburón duende es muy blando, con una musculatura sumamente laxa, pero hasta que no lo tienes delante, desparramado, más que tendido, sobre la mesa, y empiezas a examinarlo y a sobarlo bien sobado, resulta difícil hacerse una idea cabal.


Lo primero que vi fue un cuerpo alargado y esbelto del que sobresalía, como un capirote, la forma abultada de la cabeza, con su larguísimo morro y su inconfundible mandíbula, totalmente proyectada hacia delante. Nunca en ningún otro tiburón observé con tanta claridad que aquella estructura, que parecía querer desgajarse del resto del cuerpo, se mantenía en pie únicamente gracias a los cartílagos mandibulares, que elevaban y sostenían la delgada capa de piel y fina musculatura como el entramado de varillas sobre el que montamos la lona de una tienda de campaña. Estaba convencido de que, sin ese sostén, lo que habría quedado no tendría un aspecto muy diferente del de un trapo empapado y dejado por ahí de cualquier manera.

En una primera mirada, el tiburón duende se nos muestra como un ser grotesco y deforme, algo así como la imagen clásica del tiburón vista a través de la luz del esperpento. Los japoneses lo conocen como tenguzame, voz derivada de tengu, uno de los monstruos o seres fantásticos de su mitología, que solía representarse con un rostro mitad humano mitad ave de presa rematado en una larga nariz. El término "tiburón duende" (tal vez sería más exacto llamarlo "tiburón trasgo") es su traducción.

Parecería que el cuerpo de nuestro tenguzame se había deformado durante la subida en el aparejo, o que tal vez no había recibido el mejor trato en las vicisitudes de su largo viaje desde el arrastrero hasta el arcón de Rafa. Pero no. Cuando sostienes su cabeza y compruebas por ti mismo la estructura y movimiento de sus mandíbulas, observando como se articulan y encajan en el diseño del conjunto, te das cuenta de que en realidad estás ante una criatura excepcional, única, un portento de la evolución. Y de una extraña belleza.

Estaba tan absolutamente fascinado, que no solo me olvidé de que me había prometido insultar (un poquito) a Rafa, sino que hasta me entraron ganas de pagarle un crucero.


Un tiburón primitivo. La verdad es que su aspecto físico no engaña. El mitsukurina es uno de los tiburones más primitivos de cuantos existen. Su linaje procede directamente de la primera mitad del Cretácico, es decir, hace unos 125-110 millones de años. En aquel entonces, la familia Mitsukurinidae constaba de tres géneros, Mitsukurina, Scapanorhynchus y Anomotodon, de los que solo ha sobrevivido uno, el primero. Los primeros restos fósiles del tiburón duende actual datan de mediados del Eoceno, unos 49-37 millones de años atrás. Si se quiere, un fósil viviente.
Pero que nadie se lleve a engaño. Aunque suene paradójico, el término 'primitivo' aplicado a una especie como esta, va asociado al de éxito evolutivo: en el largo y tortuoso camino de la Evolución, el duende fue de los primeros tiburones en alcanzar un diseño corporal óptimo para adaptarse y sobrevivir en el entorno que había elegido. Si no ha sufrido cambios en estos últimos 50 millones de años, es sencillamente porque no le ha hecho falta, a diferencia de los mamíferos. En cierto modo podemos decir que es mucho más moderno que nosotros.

Cazador de aguas profundas. El tiburón duende es una especie mesopelágica de la que conocemos muy poco. Se encuentra en los márgenes continentales e insulares y en el talud superior desde los 90 hasta al menos los 1300 m de profundidad, preferentemente entre 270-960 m, y muy rara vez por encima de los 100 m. El que al menos un ejemplar haya sido capturado a 50 m en aguas de 2000 m, hace pensar que tal vez realiza migraciones verticales, pero esto está por confirmar.
El análisis de sus contenidos estomacales ha demostrado que se alimenta tanto cerca del fondo como en distintos puntos de la columna de agua. Sus presas preferidas parecen ser los cefalópodos y teleósteos de cuerpo blando, a juzgar también por el tipo de dentadura: dientes muy finos y alargados, aptos para ensartar presas no demasiado robustas, aunque los dientes posteriores están modificados para triturar, por ejemplo crustáceos.


Especialista en emboscadas. Ciertamente el diseño y estructura corporal de nuestro bicho no invitan a pensar en un velocista o en un cazador activo. Más bien al contrario. Sus aletas, exceptuando las pélvicas y la anal, son pequeñas y redondeadas; la caudal tiene un lóbulo superior bastante largo y un inferior casi inexistente, de tal manera que resulta ineficaz para imprimir al cuerpo el impulso necesario para alcanzar una buena punta de velocidad. Su musculatura es además muy floja y blanda, con miotomos poco desarrollados. La flacidez de su cuerpo, unida a un gran hígado rico en aceites, son la causa de una baja densidad corporal que, a juicio de los especialistas, le confiere una flotabilidad casi neutra.
Todo ello apunta a un depredador especializado en tender emboscadas. Su estrategia consistiría en mantenerse alerta, flotando prácticamente inmóvil sobre la columna de agua, a la espera de que una presa se ponga a su alcance. Pero se trata de una espera activa, despierta, vigilante, en la que el tiburón pone en juego toda su potente capacidad sensitiva, no solo química o mecánica (olfato, oído, línea lateral), sino sobre todo eléctrica y visual.

La finalidad del largo rostro espatulado del mitsukurina es albergar el mayor número posible de receptores eléctricos (las ampollas de Lorenzini), capaces de detectar los pequeños campos electromágnéticos generados por la actividad muscular de los seres vivos. Por otro lado, y diferencia de muchas especies mesopelágicas, sus ojos, aunque pequeños, son plenamente funcionales, están dotados de una pupila con movilidad, no permanentemente dilatada, que le permite adaptarse a las diferentes condiciones lumínicas de un hábitat repleto, además, de calamares y de otras ricas presas bioluminiscentes. El duende es un cazador también visual.


Una vez detectada la presencia de una presa, es posible que el tiburón decida acercarse a ella, con un movimiento lento, casi imperceptible, y silencioso.
Y entonces lanza el ataque.
Mediante un mecanismo de disparo similar al de una catapulta, los músculos y ligamentos tensores liberan las temibles mandíbulas y las proyectan, a velocidad de vértigo, hacia el objetivo; el morro se eleva, y la presa termina ensartada por decenas de largos dientes finos y afilados como agujas. La expansión de la faringe y la acción del gran basihial (una estructura similar a la lengua) que cubre gran parte de la parte inferior de la boca, generan al mismo tiempo un movimiento de succión. Cuando las fauces se retraen hacia su posición inicial, la víctima es irremisiblemente arrastrada hacia la boca.
Como ocurre con muchos peces abisales, la boca del tiburón duende, ya de por si con un tamaño bien generoso, cuando se abre de par en par es enorme, lo que  permite engullir presas bien grandes, seguramente en previsión de largos periodos de escasez de comida en un medio inhóspito.


Talla. La mayor parte de los registros de mitsukurina en nuestra zona corresponden a ejemplares juveniles de alrededor de los 100-175 cm, como ocurre a nivel mundial, si bien la horquilla se amplia hasta cerca de los 300 cm. Los ejemplares adultos son bastante raros. Por supuesto nuestra hembra estaba dentro del rango habitual, con 122,5 cm y 3,5 kg.
Pero contrariamente a lo que muchos creen, teniendo en cuenta la naturaleza de las capturas, este tiburón, si le dejamos, puede llegar a alcanzar tallas comparables a la del tiburón blanco. El récord, hasta el momento, lo tiene una hembra capturada en el 2000 en el golfo de México en torno a los 900-1100 m, cuya longitud se estimó entre 540-610 cm (hablamos siempre de longitudes totales).
El bajo porcentaje de registros de tiburones de grandes tallas se debe con toda probabilidad a que están sujetos a un rango batimétrico mucho más amplio, lo que les permite mantenerse alejados, por el momento, del alcance de los aparejos. Aunque siempre hay excepciones, como el ejemplar de la imagen, que fue capturado hacia los 500 m.

Macho de 384 cm y 210 kg capturado al W de Tasmania en 2004.
No se conocen las tallas de nacimiento, aunque la cifra más aproximada es de 80-90 cm. Los únicos datos de que disponemos indican que los ejemplares más pequeños observados nadando en libertad medían 81,7 cm y 92,8 cm, correspondientes a un macho y a una hembra, respectivamente.
Si todos estos números se aproximan a la realidad, podemos concluir que nuestro ejemplar no llegaba ni a adolescente. Las tallas de maduración se cree que andan por los 260-380 cm para los machos y más de 400 cm para las hembras.


Despedida. Para terminar la sesión y la mañana, tomamos los datos biométricos (nada menos que 65) del tiburón, se recogió una muestra de tejido para genética, y el pobre bicho volvió a su bolsa de plástico, y de ahí al arcón. Esta vez no hubo tiempo para unas cervezas.
Volví a casa con una enorme sonrisa en la cara que me duró varios días, y un profundo sentimiento de gratitud, hacia estos bichos, por existir todavía, y sobre todo hacia Rafa Bañón, por su generosidad, y por haber hecho posible este sueño.

PS¹: Como ocurrió con el Chlamydoselachus, el Mitsukurina también se fue al Museo de Historia Natural de Santiago.

PS²: El tiburón fue capturado al norte de Portugal por el Gonzacove Dos (que ya lleva unos cuantos), un arrastrero con base en Vigo, el día 10 de febrero.

=>Para conocer más cosas sobre este maravilloso tiburón, y ver también un par de fotos del ejemplar más grande capturado hasta la fecha, véase Tiburón duende (Mitsukurina owstoni).


Lonja de Vigo 2014

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Foto tomada de atlántico.net del 26-10-2010.
Este año la Autoridad Portuaria ha tardado un poco más, pero ya disponemos de la Memoria Anual 2014 del Puerto de Vigo, cuyas estadísticas sobre desembarco de tiburón pasamos a resumir (podéis acceder al documento completo pinchando aquí). Incluyo algunos datos mensuales que he ido recogiendo de la propia página electrónica a lo largo de todo el año que no figuran en la memoria.

Más tiburón fresco y menos congelado. En el 2014 las descargas de tiburón fresco aumentaron sustancialmente respecto del 2013 casi 400 toneladas más (387 632 kg), mientras que las de congelado bajaron alrededor de 650 t (663 814 kg, para ser exactos). En conjunto, en el 2014 se desembarcaron 276 182 kg menos que en el anterior.
Las especies responsables del incremento de los desembarcos de fresco han sido la tintorera, con 551 822 kg más que en 2013, la pintarroja (6379 kg) y las que el informe engloba bajo la sorprendente etiqueta de "escualos", que pasan de 1 a 67 kg, y lo que resulta más llamativo, de pagarse a 2 € el kilo a nada menos que 7,60 €/kg, en cifras oficiales (¡¿qué escualos serían esos?!¹). Según los datos mensuales, sólo dos meses registran desembarco de "escualos": mayo, con 22 kg y un precio total de 374 € (o sea, 17 €/kg), y septiembre, con 45 kg y un precio total de 135 € (3 €/kg). Juzgad por vosotros mismos.
El resto de las especies bajan, como el marrajo (-141 122 kg), la musola (-2850 kg) y la mielga (-685 kg). Y otras no es que bajen, directamente caen en picado: la gata², que pasa de 1081 kg a 181 kg (-899 kg) y el cazón, con casi un 50% de caída (-25 069 kg).
En congelado, fueron 46 264 kg menos de marrajo y 617 550 kg menos de tintorera.

Bajan los precios. Como es natural, el incremento del producto fresco ha traído consigo un descenso de su valor. En 2015 fueron 371 784,50 € menos que en el 2013. (Como este año o no se han publicado o no hemos sabido encontrar los datos referidos a la pesca congelada, no podemos ofrecer una valoración.)
Las especies de mayor valor comercial han sido, después de los misteriosos "escualos", la mielga (6,10 €/kg), el marrajo (4,59 €/kg) y la musola (2,39 €/kg). En los últimos puestos, el cazón (0,66 €/kg) y la gata (0,50 €/kg). La tintorera se sitúa en un puesto intermedio, con 1,20 €/kg, aunque en diciembre llegó a pagarse a 0,98 €/kg.
Todo esto no deja de ser una estúpida tragedia: dejar el mar sin estos animales, tan fundamentales para su equilibrio, por el equivalente a lo que se ingresa por un kilo de mejillones (1,15 €), de palometa (3,80 € kg) de berberechos (4,98 €), de pulpo (4,80 €), o de salmonetes (7,26 €), por ejemplo. Y por encima, los tiburones ni de lejos poseen la capacidad reproductiva de estas especies, ni, por tanto, su tasa de reposición. Triste.

Tiburones más capturados. La tintorera es, con una gran diferencia sobre el resto, la especie con más toneladas desembarcadas: 8 603 799 kg, seguida del marrajo (472 276 kg) y la pintarroja (69 700 kg).
Las menos, la mielga (346 kg), solo registrada en el mes de julio, la gata (181 kg) y los "escualos" (67 kg).

En fin. Aquí están los datos:

1) Datos globales (pesca fresca + pesca congelada):
  • Descargas de tiburón fresco: 3 341 581 kg 
  • Descargas de tiburón congelado: 6 056 247 kg
TOTAL: 9 397 828 kg
  • Valor total del tiburón fresco: 4 748 539 €
  • Valor total del tiburón congelado: ?

2) Datos por especie:
Pesca fresca (entre paréntesis, valor total y precio medio por kg):
  • Mielga: 346 kg (2111 €; 6,10 €)
  • Marrajo: 223 321 kg (1 025 575 €; 4,59 €)
  • Musola: 546 kg (1307 €; 2,39 €)
  • Tintorera: 3 019 828 kg (3 616 569 €; 1,20 €)
  • Pintarroja: 69 700 kg (54 044 €; 0,78 €)
  • Cazón: 27 592 kg (18 333 €; 0,66 €)
  • Gata: 181 kg (91 €; 0,50 €)
  • Escualos: 67 kg (509 €; 7,60 €)
Pesca congelada:
  • Marrajo: 472 276 kg
  • Tintorera: 5 583 971 kg
=> Total marrajo: 695 597 kg
=> Total tintorera: 8 603 799 kg

Por meses. Los meses de mayor movimient de producto fresco han sido junio, con 394 908 kg, seguido de abril (371 208 kg) y mayo (370 087 kg). Los menos, noviembre (192 069 kg), febrero (188 536 kg) y enero (91 653 kg).

El ajetreo del Berbés. Extraordinaria foto de M. Moralejo tomada de la página web de La Voz de Galicia, 25-XI-2012.

"El mayor centro de distribución de Europa para los mercados locales y de Asia", como bien señalaba la entrada de una noticia publicada recientemente por el diario Atlántico: "A día de hoy, Vigo se ha consolidado como el mayor centro de distribución de tiburones en toda Europa, suministrando los mercados comunitarios y los asiáticos, donde se trata de un producto  muy demandando. Y caro."
La mayor parte de las descargas de tiburón fresco proceden de los palangreros portugueses, sobre todo espaderos (aunque uno no termina de saber si es que van al espada y traen los tiburones que entran, o al revés, van al tiburón y traen los espadas que han picado), dadas las inmejorables ventajas logísticas que ofrece el puerto de Vigo.
En cambio, en la pesca congelada los protagonistas son los palangreros españoles de gran altura.

Todo esto es legal. Que nadie se lleve a engaño, la pesca y comercialización del tiburón es una actividad absolutamente legal y más o menos controlada. Hay una normativa europea e internacional que la ampara, que establece los cupos, las multimillonarias subvenciones, etc., tanto de la flota española y portuguesa como del resto de los países comunitarios (franceses, ingleses, italianos...).
Es lo que hay. Mientras no cambien las leyes, mientras los legisladores tengan más respeto a los lobbies de los grandes armadores que a sus votantes, nada cambiará. Los mariñeiros hacen lo que saben hacer.


=>Para más información sobre la lonja de Vigo, véase los artículos España (y Galicia), potencias mundiales en la pesca del tiburón y La importancia de la lonja de Vigo, en el que reproducimos un extracto de un excelente trabajo de Àlex Bartolí publicado por SUBMON.

=>Véase también Lonja de Vigo: Estadísticas 2013 y Lonja de Vigo: Estadísticas 2012.

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¹Este es el problema (uno de ellos) de todos los años. Al lado de este término "escualos", el informe incluye las voces inglesas Smooth-hound y tope shark, que confunden más que aclaran las cosas. El primero puede referirse a cualquier triákido del género Mustelus: la musola (Mustelus mustelus) o la musola pinta (Mustelus asterias); el segundo es como comúnmente se conoce al cazón (Galeorhinus galeus). Como podéis ver, estas especies ya figuran individualmente en su correspondiente apartado; y por cierto, "cazón" está acompañado de la expresión shark dog, que si probáis a escribirla en Google, lo que os sale son bichos como este, que no sé qué tal quedará en una caldeirada:


Dicho de otro modo, no sabemos qué especies incluye el término "escualos".
²Como ya advertíamos en los anteriores resúmenes de 2012 y 2013, el término gata es muy genérico. Se suele aplicar a una amplia variedad de especies normalmente de aguas profundas, como los Squaliformes (cualquier bicho oscuro que resulte "raro" o poco conocido, se le llama gata). La voz inglesa que lo acompaña, suponemos que a modo de aclaración, Dogfish, pues tampoco aclara mucho, dado que engloba también a una buena cantidad de especies, desde muchos Squaliformes (la mielga, por ejemplo, se denomina "Spiny dogfish") hasta ciertas familias de Carcharhiniformes, como los esciliorrínidos o los triákidos (Scyliorhinidae y Triakidae).



Cerdos marinos (fam. Oxynotidae)

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Detalle de la cabeza de un Oxynotus bruniensis mostrando los enormes dentículos dérmicos tan característicos. Ejemplar capturado en el mar de Tasmania y fotografiado por Sergio Permuy Leal.

Los oxinótidos o cerdos marinos son una pequeña familia de tiburones de aguas profundas bastante poco conocidos. Está compuesta por cinco especies de pequeño tamaño, de las que solo dos se encuentran en nuestras aguas: el cerdo velero (Oxynotus paradoxus) y el tiburón cerdo (O. centrina), las únicas, por cierto, que llegan a sobrepasar el metro de longitud total (unos 118 cm el primero y alrededor de 150 cm el segundo).
Viven cerca del fondo en el talud superior y en la plataforma exterior continental e insular, desde los 100 m hasta más allá de los 700 m, según la especie (el O. centrina parece ser el de más amplio rango batimétrico, 50-777 m), donde se alimentan de pequeños peces e invertebrados (moluscos, crustáceos, gusanos poliquetos). Probablemente no son grandes nadadores, a juzgar por su estructura corporal; parece que confían en la flotabilidad neutra que les confiere su enorme cavidad corporal y su gran hígado rico en aceites para desplazarse lentamente sobre el fondo, husmeando con sus enormes narinas en busca de presas, que puede llegar a succionar gracias a la particular estructura de sus labios carnosos.
Es probable que todas las especies sean vivíparas aplacentarias (ovovivíparas), con camadas no muy altas: del O. bruniensis, sabemos de una camada de 7 crías; y del O. centrina, de camadas de 7-8 y de 23 crías, en Angola y en el Mediterráneo, respectivamente. Del resto, absolutamente nada.
Figuran en la Lista Roja de la IUCN bajo el estatus de Datos incompletos, salvo el O. centrina, que está como Vulnerable.

La verdad es que los cerdos marinos son muy fáciles de identificar, con su voluminoso corpachón de sección triangular, alto y aplastado lateralmente, y sus grandes dorsales atravesadas por fuertes espinas (en la gran mayoría de tiburones las espinas están situadas delante de las dorsales). Tal vez resulta poco más complicado resulta distinguir un cerdo marino de otro, con la salvedad del caribbaeus, con su característica librea, pero si sabemos poner el ojo en un par de detalles, la cosa es muy sencilla.
Empecemos señalando que la familia Oxynotidae pertenece al orden Squaliformes: ausencia de aleta anal, ojos sin membrana nictitante, dentículos dérmicos de pequeños a moderadamente grandes y narinas no conectadas a la boca mediante surcos [véase Claves de los Squaliformes].

Y ahora, a por los detalles.

A. Espina de la primera dorsal inclinada hacia atrás.
Shark Trust.
a.1. Dorsales de ápices triangulares muy apuntados y margen posterior muy cóncavo. E de la primera dorsal se eleva aproximadamente sobre el borde posterior pectoral. Espiráculo pequeño y casi circular.
Oxynotus paradoxus (cerdo velero).
Oxynotus paradoxus. Foto: Fundaçao Rebikoff-Niggeler.
FAO
a.2. Dorsales de ápices triangulares y margen posterior ligeramente cóncavos. El ápice de la primera dorsal se eleva entre las pectorales y las pélvicas. Espiráculo grande y ovalado verticalmente.
Oxynotus japonicus (cerdo marino japonés).
Los únicos registros del raro O. japonicus proceden del sur de Japón.
Foto: Hiroshi Sinou, www.fishpix.kahaku.go.jp
B. Espina de la primera dorsal inclinada hacia delante.

Shark Trust.
      b.1. Espiráculo grande y alargado verticalmente. Cresta supraorbital grande y expandida hacia atrás formando un bulto redondeado delante del espiráculo.
Oxynotus centrina (tiburón cerdo).

Oxynotus centrina capturado en Grecia.
     b.2. Espiráculo pequeño y redondeado. Cresta supraorbital no expandida hacia el espiráculo.
FAO
b.2.1. Dorsales de ápice triangular ancho y margen posterior recto o ligeramente cóncavos. El de la primera dorsal se eleva aproximadamente entre las pectorales y pélvicas. Color gris pardusco uniforme.
Oxynotus bruniensis (cerdo marino espinoso).
Oxynotus bruniensis. Foto: Sergio Permuy Leal.
FAO
b.2.2. Dorsales de ápices triangulares muy estrechos y márgenes posteriores muy cóncavos. Al ápice de la primera dorsal se eleva sobre las pectorales. Librea muy vistosa a bandas oscuras sobre fondo claro y pequeñas manchas a lo largo del cuerpo desde la cabeza hasta la cola.
Oxynotus caribbaeus (cerdo marino antillano).
Foto: CIOERT

=> Si deseáis conocer un poco más en profundidad a los cerdos marinos que frecuentan nuestras aguas, aquí los tenéis:


[Mi agradecimiento a Sergio Permuy Leal por la desinteresada cesión de las fotos de sus campañas. Sus fotos del Oxynotus fueron las que me dieron la idea para este pequeño artículo.]


Dormilón (Somniosus rostratus)

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Foto: Rafael Bañón.

Dormilón

(es. Dormilón, pequeño dormilón, tiburón soñoliento, tollo boreal; cat. tauró dorment menut; ingl. Little Sleeper Shark)

Somniosus rostratus (Risso, 1827)

Orden: Squaliformes
Familia: Somniosidae

El dormilón es otra más de las rarezas de nuestro mar profundo. Pariente cercano del tiburón de Groenlandia (Somniosus microcephalus), con el que en ocasiones se ha confundido¹, el rostratus es un bicho de costumbres y biología muy poco conocidas debido al escaso número de registros, como ocurre como otros tiburones de profundidad.
En efecto, las capturas son escasas y poco frecuentes, lo que puede deberse a varios motivos: que sus poblaciones, aparentemente restringidas a zonas bastante concretas del planeta, sean de por si reducidas, o que su hábitat preferente se encuentre a una profundidad superior al alcance de los aparejos. Cabe también la posibilidad de que estos tiburones habiten en la columna de agua sobre fondos profundos, a los cuales se acercarían ocasionalmente, y así, estando a media agua, donde apenas se llevan a cabo estudios o actividad pesquera, pasarían desapercibidos. Esta idea estaría apoyada por la presencia, en los contenidos estomacales, de cefalópodos mesopelágicos como Histiotheuthis spp. y Todarodes sagittatus².
Sobre este punto, Guallart et al. (2013), en la obra citada, en base a los valores obtenidos durante un seguimiento de capturas realizado en el canal de Ibiza de marzo a agosto de 2013, consideran que, en efecto, la densidad de las poblaciones puede ser relativamente baja, pero no hasta el extremo de considerar el rostratus como una especie rara. Sencillamente no es abundante. Los autores sugieren, además, que por el tipo de alimentación, este tiburón posiblemente se desplaza activamente todo a lo largo de la columna de agua, lo que explicaría el porqué de las capturas tan bajas con artes de fondo.
Vamos a por el bicho.

Foto: Javier Guallart, L'Elasmogrup.

Descripción: El dormilón tiene un cuerpo subcilíndrico, fusiforme, rematado en un morro corto, ancho y redondeado. La cabeza es pequeña, tiene una boca también pequeña y ligeramente arqueada, y ojos sin membrana nictitante, ovalados y pequeños. Cinco pares de hendiduras branquiales muy cortas situadas, todas ellas, delante de las pectorales. Los espiráculos son minúsculos, de apenas unos milímetros en los adultos. Los dentículos dérmicos laterales, a diferencia de los del S. microcephalus, tienen cúspide plana y horizontal, lo que da un tacto relativamente suave a la piel.
Línea lateral muy marcada, con una serie de poros dispuestos a lo largo de su recorrido (algunos investigadores apuntaron la posibilidad de la presencia de fotóforos asociados a estos poros, hipótesis posteriormente descartada).
Dorsales sin espinas, bajas, de ápice redondeado y sendos barbillones alargados orientados hacia atrás; la primera, claramente más grande que la segunda, está situada más cerca de las aletas pectorales que de las pélvicas, y la segunda, más retrasada que la inserción de las pélvicas. Pectorales y pélvicas pequeñas. La aleta caudal es casi simétrica, con el lóbulo inferior bien desarrollado y una escotadura en el superior. Como todos los Squaliformes, carece de aleta anal.

Foto: Javier Guallart, L'Elasmogrup.
Un detalle curioso es que el corto pedúnculo caudal presenta unas pequeñas quillas laterales, tal como se aprecia en la imagen. Estas quillas, típicas de especies tan activas y veloces como el marrajo (Isurus oxyrinchus) o el tiburón blanco (Carcharodon carcharias), pueden resultar, en principio, extrañas en una especie que se supone de natación lenta. Sin embargo, otros tiburones tan lentos como el peregrino (Cetorhinus maximus) o el tiburón ballena (Rhincodon typus) también presentan estas estructuras, lo que quiere decir que no están ligadas necesariamente a la velocidad, facilitando el golpeo lateral de la cola, sino también a la capacidad de giro. Tal vez el rostratus no sea un bicho tan poco activo como aparenta.

Foto: Henk Heesen tomada de WoRMS.
En cuanto a su librea, presenta un color entre marrón y grisáceo uniforme oscuro, sin un marcado contraste entre la zona dorsal y ventral.

Dentición: Dientes diferentes en las dos mandíbulas. Los de la superior son pequeños, agudos, con una sola cúspide alta y lanceolada, y se encuentran agregados y dispuestos en varias filas funcionales. Los de la mandíbula inferior, mayores y cortantes, y también unicuspidados, están imbricados y presentan una raíz corta y cúspide ancha y ligeramente inclinada (no abatida) hacia las comisuras. 57-63 filas en la mandíbula superior, 31 a 36 en la inferior.

Fuente: J-elasmo.
Talla: La longitud total máxima registrada es de 143 cm, aunque en el Mediterráneo parecen alcanzar una talla algo inferior, y no suelen superar los 100 cm. Al nacer miden entre 21-28 cm. Los machos llegan a la madurez en torno a los 71 cm y las hembras entre los 80-134 cm.

Foto: Rafael Bañón.
Reproducción: Vivíparo aplacentario (ovovivíparo), con camadas bajas, de entre 5 y 17 embriones, con una media de alrededor de 11. Ambos úteros son funcionales. Se desconoce totalmente la duración de su desarrollo embrionario.
Este embrión corresponde a un macho de aproximadamente 10 cm, encontrado en una hembra de casi un metro capturada frente a la costa catalana en 2013. (Foto: Claudio Barría).
Dieta: Poco conocida. Algunos autores dicen que probablemente es a base de pequeños peces e invertebrados del fondo, mientras que algunos estudios sostienen que se nutre casi exclusivamente a base de cefalópodos.

Hábitat y distribución: El dormilón es una especie de profundidad que habita sobre fondos de la plataforma exterior y del talud superior desde los 180 hasta los 2200 m.
Como señalábamos al principio, algunos autores sostienen su habita preferentemente sobre la columna de agua, lo que podría explicar la escasez de capturas.


Se encuentra en el Atlántico NE central (Francia, Portugal, España y Canarias, Madeira) y en el NW, con dos registros en el norte de Cuba; también en el Mediterráneo occidental, de donde procede la mayor parte de las citas, con registros puntuales en el oriental (Israel).
Hasta hace poco se pensaba que se encontraba también en aguas de Japón y Australia, si bien estudios recientes consideran que en realidad se trataría de otra especie, el Somniosus longus. La escasez de ejemplares disponibles impide por el momento llevar a cabo estudios genéticos que permitan dilucidar este extremo.

Pesca y estatus: Escaso o nulo interés pesquero. Se captura esporádicamente con arrastre y palangre de fondo. Las escasas capturas o bien se descartan, o bien se comercializan, evisceradas y sin piel, junto con especies de aspecto parecido, como los quelvachos (Centrophorus), para su consumo o se utilizan para harina de pescado.

Ejemplar encontrado en La Valleta, Malta. Foto: Trevor Meyer tomada de FishBase
Figura en la Lista Roja de la IUCN con el estatus de Datos incompletos, debido a la escasez de datos sobre su biología y estructura de sus poblaciones, por el reducido número de registros. Se supone que, como otros tiburones de profundidad, su tasa reproductiva es muy baja (maduración lenta, largos periodos de gestación, número reducido de crías), lo que lo hace en extremo vulnerable a la creciente presión pesquera en aguas profundas que, por si fuera poco, es brutal en el ámbito geográfico de la especie, muy reducido en comparación con el de otros Somniosus. Por este motivo, la IUCN recomienda la urgente monitorización de las capturas accidentales.

Actualmente, en la UE el TAC para tiburones de aguas profundas se mantiene en 0, y en el Mediterráneo se ha prohibido el arrastre en cotas superiores a los 1000 metros, lo que puede hacernos albergar una pequeña esperanza en cuanto a la salud de sus poblaciones. No obstante, el dormilón sigue siendo vulnerable a las capturas accidentales en las capas superiores de su rango batimétrico, lo cual es más que preocupante. Los datos de que disponemos, tanto sobre sus poblaciones como sobre sus capturas (que no siempre se reportan correctamente, o no se reportan en absoluto, bien por desconocimiento, desidia o confusión con otras especies), son tan escasos que se impone una más que desasosegante cautela. Es paradójico (y desesperante) que solo podemos conocer algo de estos bichos de profundidad a partir de ejemplares capturados por la flota pesquera; es decir, si nos llegan muertos, es cuando aprendemos cosas de su biología y podemos extraer conclusiones relativas a su abundancia; si no se pescan, no sabemos si la especie está en declive o si, por el contrario, las restricciones pesqueras están facilitando el desarrollo o recuperación de las poblaciones.

Como sucede con otros tiburones de aguas profundas, las perspectivas no parecen nada halagüeñas.
Para variar.


[Muchas gracias a Rafael Bañón y a Claudio Barría por la cesión desinteresada de sus fotografías, y sobre todo gracias mil a Javier Guallart, por las fotos, por la información, y por su paciencia y amabilidad para revisar el artículo original y aportar una jugosa lista de enmiendas, aclaraciones y correcciones. Un auténtico lujo.]
_______________________________
¹Entre otros elementos tan evidentes como la talla, ambas especies se diferencian en el tamaño de las dorsales (claramente diferentes entre si en el S. rostratus y de tamaño similar en el S. microcephalus, donde la primera es ligeramente más grande que la segunda), forma de los dentículos dérmicos laterales, número de filas y forma de los dientes inferiores (raíz corta y cúspide inclinada -no abatida- en el rostratus, y raíz larga y cúspide abatida en el microcephalus), válvula intestinal inferior a 27 vueltas en el rostratus y superior en el microcephalus, etc. VéaseTiburón de Groenlandia (Somniosus microcephalus).
²Bérnard Séret, Javier Guallart, M. Vacchi, C. Manchusi, C. McCormack (2009). Somniosus rostratus, en IUCN Red List of Threatened Species, version 2014.3. www.iucnredlist.org
Javier Guallart, J. J. Vicent, A. Catalán, P. García Salinas (2013). "New data on the uncommon deep-sea shark Somniosus rostratus (Squaliformes, Somniosidae) in the Balearic Sea (Western Mediterranean)". Abstract. Book of Abstracts 17th European Elasmobranch Association Conference 2013, Plymouth University, UK: 75.


El salto del Cetorhinus

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Foto: Marine Discovery, Penzance, tomada de westernmorningnews.co.uk.
El peregrino o Cetorhinus maximus es un tiburón tranquilo, de movimientos lentos, parsimoniosos. Suele verse cerca de la superficie avanzando a una velocidad de entre 2 y 5 km/h. Pero lo que no mucha gente sabe es que el pez más grande del Atlántico norte es capaz de realizar saltos espectaculares, con una potencia tal, que su cuerpo puede llegar a salir totalmente fuera del agua.

No existe una explicación definitiva a este sorprendente comportamiento. Algunos autores han propuesto, en mi opinión sin mucho convencimiento, que tal vez su finalidad es desembarazarse de ectoparásitos tan molestos como las lampreas (Petromyzon marinus), una teoría que pierde peso en favor de una explicación que lo vincula con el comportamiento reproductivo. Al fin y al cabo, el gasto energético que comporta el breaching es desmesurado en relación a la pequeña recompensa que supone librarse de semejantes bichejos, por muy repelentes que nos resulten.

Foto: Explore Mull.
En las costas británicas, donde cada año en primavera y verano acuden los peregrinos en grandes (y envidiables) números, David Sims ha observado que este comportamiento se produce sobre todo cuando se reúnen grupos de tres o más individuos, y que son normalmente los ejemplares de gran talla quienes lo practican, en ocasiones realizando varios saltos consecutivos en intervalos de pocos segundos mientras el resto del grupo permanece de lo más tranquilo y relajado. Una de las hipótesis que el equipo de observadores se planteó en un primer momento fue que tal vez se tratase de una forma que tienen los machos de competir entre si por una hembra. Pero ocurrió que el único ejemplar cuyo sexo pudieron distinguir fue una hembra, que pegó un salto a unos 7 m de su lancha. La hipótesis siguiente fue que a lo mejor así es como las hembras anuncian su disposición para el apareamiento. Quién sabe.
Observaciones realizadas del otro lado del Atlántico, en Nueva Escocia, confirmaron que el breaching parece claramente vinculado a la actividad reproductiva, pues se producía en grupos en los que se había detectado un claro comportamiento de cortejo: natación en paralelo, en filas de a uno, etc.

Parece que no solo los grandes tiburones practican el breaching. Este ejemplar indudablemente juvenil fue fotografiado en Escocia. Imagen tomada del blog thewhiskyodissey.net
A la vista de lo anterior, es más que recomendable que todo frágil bañista o mirón situado en las inmediaciones de un grupo de peregrinos se aleje inmediatamente cuando observe que alguno de estos maravillosos gigantones decide ponerse en acción. Solo tenemos noticia de una desgracia causada por un aterrizaje en el lugar equivocado; fue antes de la Segunda Guerra Mundial, en el Firth of Clyde, Escocia, cuando un Cetorhinus cayó sobre una barca y sus tres tripulantes murieron... ahogados.

Foto: Anthony Robson.
Pero no nos pongamos trágicos. Este pequeño post está hecho para compartir un día especial con todos vosotros. Como en todo en la vida, solo es cuestión de ser prudentes... y de aprender a nadar.


Pejegato abisal (Apristurus profundorum)

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Pejegato abisal

Apristurus profundorum (Goode & Bean, 1896)

(es. Pejegato abisal; in. Deepwater catshark.)

Orden: Carcharhiniformes
Familia: Pentanchidae

Los pejegatos o Apristurus son un grupo de tiburones tan fascinante como endemoniado. En general, son especies muy poco conocidas y muy parecidas entre si que habitan en los grandes fondos a partir de los 500 y los 1000 m, lejos muchas veces del alcance de los aparejos y, por tanto, de la ciencia. En algunos casos los rasgos que separan una especie de otra son tan extremadamente sutiles y difíciles de apreciar a simple vista, incluso para los expertos, que las identificaciones dudosas o erróneas no son infrecuentes (aparte el hecho de que la toma de biometrías es una faena muchas veces engorrosa y complicada, debido a la blandura del cuerpo y de las aletas, que se deforman con facilidad, y no siempre suben en las mejores condiciones). La mejora en los descriptores y la implantación de la biología molecular, entre otros factores, están poco a poco cambiando esta situación, pero aún queda mucho trabajo por delante, y posiblemente muchas especies por descubrir.

No tuvimos constancia de la presencia de Apristurus en el mar de Galicia hasta el 2011¹, cuando durante la campaña INDEMARES, se descubren tres especies en el banco de Galicia, nuestra particular selva tropical sumergida: el A. aphyodes, elA. melanoasper y el que hoy presentamos, el A. profundorum o pejegato abisal, del que para variar solo sabemos que sabemos poquísimo.

El profundorum se incluye en el grupo spongiceps, uno de los tres grupos en que Nakaya y Sato² organizaron el género Apristurus. Las especies que lo conforman se caracterizan por tener los surcos labiales superiores subiguales o claramente más cortos que los inferiores, una válvula espiral de entre 7 y 12 vueltas y los canales supraorbitales continuos [véase Apristurus en Galicia]. En general, suelen tener un cuerpo más robusto y dientes más grandes que otras especies y se encuentran a mayor profundidad, normalmente a partir de los 1000 m.

La campaña INDEMARES tan solo arrojó un único ejemplar de A. profundorum, una pequeña hembra de 14,6 cm y 14 g capturada a 1459 m. Más que suficiente, yo creo, para saber que forma parte de nuestro patrimonio natural, del que no nos sentimos los gallegos todo lo orgullosos que debiéramos.


Descripción. Cuerpo relativamente esbelto rematado en un morro ancho, grueso y alargado: la longitud preoral (la distancia desde el extremo del rostro hasta el borde anterior de la boca) supone alrededor del 9% de la longitud total. Dentículos dérmicos alargados y erectos, lo que da a la piel un tacto como de fieltro. Narinas grandes y alargadas, con solapas cortas y ampliamente triangulares; la abertura externa es ovalada y la interna estrecha. Ojos más bien pequeños, en torno al 3% de la LT. Boca grande y arqueada, provista de grandes bandas dentarias y situada claramente delante de los ojos; el pliegue labial superior es subigual o un poco más corto que el inferior.
Aberturas branquiales grandes, casi tan largas como la longitud ocular en los adultos.
Aletas de bordes redondeados. Las dos dorsales, altas y de tamaño similar, se encuentran en posición retrasada: el origen de la primera se sitúa ligeramente detrás del centro de las bases pélvicas; el espacio interdorsal es un poco mayor que la longitud de la base de la primera dorsal. Pectorales pequeñas y bajas; sus márgenes internos son largos, aproximadamente la mitad de la longitud de las bases. Las pelvianas son altas y presentan una forma un tanto ovalada, con el borde ampliamente redondeado y el extremo posterior apuntado. La anal es grande, alta y alargada, con forma angulosa.

Arriba: cresta de dentículos de la aleta caudal; abajo: detalle dentículos laterales. Fuente, Rodríguez-Cabello et al. (2014), Journal of Applied Ichthyology.
El pedúnculo caudal es casi inexistente, apenas una breve escotadura separa la aleta anal de la caudal, que es larga y ancha, y presenta una cresta de dentículos dérmicos bien definida a lo largo de su margen dorsal.
Válvula espiral de 10 vueltas.
Librea: Color parduzco uniforme.


Dentición. Dientes pluricuspidados en ambas mandíbulas, similares a los de otras especies del mismo género.
Diente de una especie similar.
Fuente: Shark Trust.

Talla. Longitud total máxima de 76 cm. Los escasísimos datos de que disponemos sitúan las tallas de madurez para machos y hembras en torno a los 55 cm.

Reproducción. Desconocida. Se supone que es ovíparo, como otros Apristurus. Si esto finalmente se demuestra, y así se confirman también las concordancias entre las especies del grupo spongiceps tal como han sido planteadas, podríamos anticipar que las cápsulas huevo de este tiburón carecen de zarcillos largos, lo que hace pensar que sencillamente se depositan sobre el sustrato, no se "amarran" a ningún elemento del fondo³.

Dieta. Desconocida, aunque probablemente parecida a la de otras especies similares: crustáceos (camarones, eufausiáceos), calamares y pequeños peces.

Hábitat y distribución. Especie demersal del talud superior desde los 1100 hasta los 2013-2088 m.

Elaboración propia a partir de Ebert et al. (2013), Rodríguez-Cabello et al. (2014), Iglésias (2013) y Corke (2012).
En principio, el A. profundorum se encuentra en las dos orillas del Atlántico norte, con unas pocas citas en la dorsal mesoatlántica.
Dibujar el mapa de distribución esta especie no resulta nada fácil debido a la escasez no solo de registros, sino de citas fiables al 100%, como es el caso de los ejemplares de aguas de Mauritania, que se cree pueden corresponder en realidad al pejegato fantasma (Apristurus manis), una especie muy parecida. No es de extrañar el conservadurismo de las guías y manuales, incluso los más recientes que he podido consultar, que siguen incluyendo únicamente en sus mapas la zona de procedencia del holotipo, un macho inmaduro de 51 cm capturado a 1492 m en la bahía de Delaware, añadiendo un interrogante en la parte mauritana, tal como figura en nuestro mapa. Los registros de Canadá, la dorsal atlántica, Galicia y el del golfo de Vizcaya, citado por Iglésias,no aparecen más que en sus respectivas publicaciones.


Pesca y conservación. Carecen de interés comercial. Dada la cota de los registros, posiblemente la especie se vea poco expuesta a las capturas accidentales por parte de la flota pesquera. No obstante, la escasez de datos y las más que probables identificaciones erróneas obligan a ser cautos sobre este punto, sin olvidarnos del avance de la presión pesquera hacia aguas cada vez más profundas.
Figura en la Lista Roja de la IUCN con el estatus de Datos incompletos.

Aquí me tenéis, sacando chepa mientras compruebo en el calibre, por segunda o tercera vez, una medida que no acababa de encajar, si no recuerdo mal referida a algún aspecto de las aberturas branquiales, que parecían estirarse como chicle.
____________________________
¹Véase Cristina Rodríguez-Cabello, M. Pérez & Rafael Bañón (2014). "Occurrence of Apristurus species in the Galicia Bank Seamount (NE Atlantic)". Journal of Applied Ichthyology, 1-10, doi:10.1111/jai.12480.
²Kazuhiro Nakaya & Keiichi Sato (1999). "Species grouping within the genus Apristurus (Elasmobranchii: Scyliorhinidae)". En B. Séret & J.-Y. Sire (Eds.) Proceedings of the Indo-Pacific Fish Conference, 1997, Nouméa. Société Française d'Ichtyologie & Institut de Recherche pour le Développement, Paris, pp. 307-320.
³Brooke E. Flammang, David A. Ebert & Gregor M. Caillet (2007). "Egg cases of the genus Apristurus (Chondrichthyes: Scyliorhinidae): Phylogenetic and ecological implications". Zoology 110 (4), pp. 308-317. doi: 10.1016/j.zool.2007.03.001.
Rodríguez-Cabello et al., op cit.; David A. Ebert, Sarah Fowler, Leonard Compagno, Marc Dando (2013). Sharks of the World: A Fully Illustrated Guide. Wild Nature Press, Plymouth; Samuel P. Iglésias (2013). Chondrichthyans and Cyclostomata from the North-eastern Atlantic and the Mediterranean (A natural classification based on collection specimens, with DNA barcodes and standardized photographs), Versión provisional 07, 1 de abril de 2013. http://www.mnhn.fr/iccanam; Jarrett Corke (2012). Identification Guide to Sharks, Skates, Rays and Chimaeras of Atlantic Canada. WWF-Canada.
La cita corresponde a una hembra joven de 408 mm y 218 g capturada en el golfo de Vizcaya a una profundidad de 2013-2088 m el 20 de abril de 1999, 47°31’-47°32’N; 008°19’-008°23’W. Véase Iglésias, op. cit.


Ventajas de la endotermia

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Marrajo (Isurus oxyrinchus) y tiburón blanco (Carcharodon carcharias). Foto de Sam Cahir, Barcroft Media.
Como sabéis, no todos los peces son de sangre fría o ectotermos (de temperatura corporal muy similar a la del medio). Algunas especies han desarrollado un sistema capaz de retener en el interior de su cuerpo el calor generado por la actividad muscular y los diferentes procesos metabólicos evitando que se irradie al exterior, fundamentalmente desde la región branquial. Se trata de la rete mirabile o red maravillosa, una red de venas y arterias de curso paralelo alojada entre las fibras de los paquetes de musculatura roja que están situados en el interior del cuerpo, cerca de la columna vertebral [véase El sistema circulatorio de los tiburones]. Mediante esta red se consigue generar una temperatura corporal notablemente superior a la del agua circundante, en algunos casos hasta 20º C. Son peces endotermos.

Entre los tiburones que disponen de este sistema se encuentran los lámnidos, como el tiburón blanco (Carcharodon carcharias), el marrajo (Isurus oxyrinchus) y los dos cailones (Lamna nasus y Lamna ditropis); en cuanto a los peces óseos, figuran en un lugar destacadísimo los túnidos como el atún azul (Thunnus thynnus), el atún de aleta amarilla (Thunnus albacares) y el atún blanco (Thunnus alalunga). Se trata de uno de los ejemplos más espectaculares, en mi opinión, de convergencia evolutiva: dos grupos taxonómicos que se separaron hace nada menos que unos 450 millones de años, desgajándose de un tronco común posiblemente formado por criaturas de sangre fría, llegan a una misma meta tras haber recorrido caminos evolutivos diferentes durante casi 400 millones de años. Una meta que no solo implica compartir una serie de caracteres anatómicos, sino también ecológicos: los tiburones y atunes endotermos son depredadores de las posiciones altas de la red trófica con un enorme grado de movilidad, capaces de emprender largas migraciones.

Hasta ahora lo que se sabía (y sospechaba) es que la endotermia implica un metabolismo más elevado y requiere un mayor demanda energética (¡más comida!), pero a cambio trae consigo una mejora del rendimiento muscular (un aumento de 10º C puede triplicar la potencia de la musculatura) y también cerebral, según se cree, al posibilitar el incremento de la capacidad de procesamiento de información. Igualmente, los peces endotermos toleran un mayor rango de temperaturas, lo que les permite expandir su nicho geográfico, colonizar regiones a las que otras especies no podrían llegar.

Cailón salmonero (Lamna ditropis). Foto de Andy Murch, www.bigfishexpeditions.com
Hace pocas semanas se publicaban los resultados de un ambicioso trabajo¹ realizado por un equipo de científicos sobre las implicaciones, en términos coste-beneficio, y las ventajas ecológicas de la endotermia en tiburones y túnidos, con el objetivo de determinar qué factores marcaron las sendas de esta convergencia evolutiva. Es la primera vez que el asunto de la endotermia se aborda desde un enfoque tan integral.
Los investigadores reunieron un amplio caudal de datos sobre velocidades y migraciones procedentes de diversos estudios previos (de seguimiento, en laboratorio, etc.) y, junto con las estimaciones del coste energético de transporte (es decir, la cantidad de energía que cada especie emplea para desplazarse), los cruzaron con las cifras de velocidad obtenidas por ellos mismos mediante la colocación de transmisores de diseño propio en cailones salmoneros (Lamna ditropis), jaquetones de ley (Carcharhinus longimanus), jaquetones de puntas negras (Carcharhinus melanopterus) y tiburones grises (Carcharhinus amblyrhynchus) en Alaska, la isla del Gato (Bahamas) y el atolón Palmyra, en el Pacífico Central.

Las conclusiones son elocuentes: las especies endotermas son capaces de nadar a una velocidad de crucero hasta 2,7 veces superior, de media, a la de especies ectotermas de tallas similares², lo que, gracias también a una mayor resistencia muscular, les permite llevar a cabo, en un espacio de tiempo relativamente corto, largos desplazamientos migratorios, comparables e incluso superiores a los de mamíferos marinos como las ballenas, tal como se observa en el gráfico. Naturalmente, en esto también influye su más amplio umbral de tolerancia térmica, dado que a mayor distancia geográfica, más cambios en la temperatura del agua.

Fuente: Watanabe et al. (2015), Proceedings of the National Academy of Sciences. (RM, 'red muscle')
En general, las áreas migratorias de los peces con endotermia son de media 2,5 veces más extensas que las de las especies ectotermas de igual talla, un porcentaje similar al de su velocidad de crucero. De hecho los resultados del trabajo demuestran que entre ambas existe una relación lineal, lo que quiere decir que la escala espacial de las migraciones está fuertemente determinada por la velocidad. Los tiburones endotermos recorren distancias más largas que otros tiburones con un nicho ecológico similar de las que disponemos de abundantes datos de siguimiento, como el tiburón vaca (Notorhynchus cepedianus), el tiburón tigre (Galeocerdo cuvier), el jaquetón de ley (Carcharhinus longimanus) y la tintorera (Prionace glauca).

Ahora bien. Si tenemos en cuenta que el coste energético de cada desplazamiento en las especies endotermas es casi dos veces superior al de las ectotermas, la pregunta obvia es: ¿qué ventajas, además de la ya señalada capacidad de colonizar aguas más frías, puede traer un sistema que implica tal aparente derroche de recursos? La respuesta está precisamente en eso, en los recursos: ser más veloces no solo incrementa las posibilidades de encontrar y atrapar más presas, sino que te permite trasladarte hasta los lugares donde éstas se reúnen periódicamente, y así poder llenar la despensa a placer.

Una vez más, los tiburones son animales extraordinarios.

Cailón (Lamna nasus). Foto: Andy Murch, www.elasmodiver.com

Para saber un poco más sobre estas especies:
-El salto del ditropis.
-El salto del oxyrhinchus.
-Cailón (Lamna nasus) - Primera parte.
-Cailón (Lamna nasus) - Segunda parte.

_________________________
¹Yuuki Y. Watanabe, Kenneth J. Goldman, Jennifer E. Caselle, Demian D. Chapman, Yannis P. Papastamatiou (2015). "Comparative analyses of animal-tracking data reveal ecological significance of endothermy in fishes". Proceedings of the National Academy of Sciences, 201500316, doi: 10.7023/pnas.1500316112.
²La velocidad de crucero de los peces endotermos, no obstante, no depende exclusivamente de la temperatura de su musculatura roja. También intervienen otros factores como la tasa metabólica (mayor, según el estudio, de la previsible para las temperaturas alcanzadas) y el tipo de natación que caracteriza a los marrajos y los atunes: movimientos laterales principalmente de la región caudal generados desde el interior del cuerpo por los músculos rojos, lo que se traduce en un estilo más rígido, menos sinuoso que el de los tiburones típicos.

Los tiburones según Goldsmith (1774) - I

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El autor. Oliver Goldsmith (1730-1774) es una de las grandes figuras literarias del extraordinario siglo XVIII inglés, y también un personaje peculiar por el que es difícil no sentir simpatía. Hijo de un clérigo irlandés, su vida no pudo haber estado más alejada de las pretensiones de su familia. Jugador empedernido y siempre endeudado hasta las orejas, amante de la juerga y de la música (tocaba la flauta y disfrutaba cantando canciones irlandesas), polemista obstinado y pendenciero (cuentan que en una ocasión se empeñó en defender, contra toda evidencia, que él masticaba su cena ¡moviendo la mandíbula superior!), y a veces malencarado, quienes lo conocieron coinciden, sin embargo, en que era al mismo tiempo un ser bondadoso, dotado de un gran corazón, e incapaz de causar el menor daño a sus amigos y a sus compañeros de tertulia, participando, por ejemplo, en todo el juego de sarcasmos y maledicencias tan de moda entre los literatos del momento.
Fue un personaje admirado y criticado por igual. Criticado duramente por su estilo de vida desordenado, que muchas veces rozaba el escándalo, tildado de envidioso e incluso de "idiota inspirado"(palabras de Horace Walpole); pero admirado por su inmenso talento literario, reconocido nada menos que por la mayor figura intelectual del siglo, Samuel Johnson, con el que formaría un club de debate y a quien uniría una fuerte amistad.
Goldsmith cultivó la poesía, el teatro y la novela, pero sin prodigarse en exceso. Escribió lo justo, pero de una calidad y estilo deslumbrantes. Y además, para pagar sus deudas de juego y contraer otras, escribió por encargo un número de ensayos y manuales de todo tipo, particularmente de historia política (historia de Grecia, de Roma, de Inglaterra, etc.), y de historia natural, en su portentosa A History of the Earth and Animated Nature, y ello a pesar de que, empleando una maldad atribuida al Dr. Johnson, sus conocimientos de zoología apenas le permitían distinguir un caballo de una vaca.
Naturalmente, Goldsmith no era ni historiador ni zoólogo. Sin embargo, sus manuales eran bien acogidos y ampliamente leídos porque, gracias a su dominio del idioma y a una excepcional capacidad de síntesis, lograba hacer comprensibles al lector medio los temas más abstrusos. Su método de trabajo consistía en leer toda la bibliografía existente sobre una determinada materia, seleccionar los datos más relevantes y organizarlos de una manera lógica y comprensible, para él y para su público. En ello radica el valor de su obra para el lector moderno, en ofrecernos, con todas las imprecisiones y errores de interpretación típicos de un lego, un compendio del conocimiento que en su tiempo se tenía en este caso sobre los tiburones.
A History of the Earth and Animated Nature se publicó en 1774. La primera edición constaba de ocho volúmenes.  
Oliver Goldsmith murió joven y endeudado, empeñado en recetarse sus propias medicinas.
Samuel Johnson escribió un epitafio en un monumento al autor en la abadía de Ẃestminster que reza "A la memoria de Oliver Goldsmith, poeta, naturalista e historiador".

Los tiburones en la Historia Natural. El tema de los tiburones figura en el apartado History of Fishes del segundo volumen de la obra, ocupando los dos primeros capítulos del Libro II, Of Cartilaginous Fishes. El primer capítulo, "De los peces cartilaginosos en general", sitúa los peces cartilaginosos en el contexto de los peces en general señalando alguna de sus características principales: hendiduras branquiales abiertas directamente hacia el exterior, sin opérculo, circulación simple, fecundación interna y estrategia reproductiva compleja, descrita con sorprendente detalle:
Algunos paren vivas a sus crías y otros producen huevos que posteriormente se llevan hasta su maduración. Sin embargo, en conjunto, el modo de gestación es casi el mismo, dado que, en las disecciones siempre descubrimos que las crías, mientras están en el cuerpo, permanecen dentro del huevo hasta muy poco antes de ser expulsadas: podemos decir con propiedad que eclosionan dentro del cuerpo, y tan pronto como las crías salen del cascarón comienzan también a abandonar la matriz. A diferencia de los cuadrúpedos o de los cetáceos, que salen de la fase de huevo a los pocos días de su primera concepción y permanecen después en el útero durante varios meses, estos permanecen dentro del cuerpo de la hembra, en fase de huevo, durante semanas; y los huevos están unidos entre sí por una membrana, la cual, cuando se libera el feto, tarda poco tiempo en soltarse de la matriz. Los huevos están formados por una clara y una yema, y en vez de cáscara tienen una sustancia que muy adecuadamente puede compararse con el cuerno reblandecido. Como he señalado, en ocasiones eclosionan dentro de la matriz, como en las familias del tiburón o la raya, y a veces son expulsados, como en el esturión, antes antes de que el animal alcance el momento de su liberación. Por consiguiente, observamos que en este tipo de peces parece haber muy pocas diferencias entre los vivíparos y los ovíparos: en unos los huevos eclosionan dentro de la matriz, y las crías no permanecen allí mucho más tiempo; los otros expulsan sus huevos antes de que eclosionen, y dejan que el tiempo y el azar lleve a sus pequeños hasta la madurez.
A continuación, distingue cinco grupos dentro de los peces cartilaginosos:
  • Peces de la clase del tiburón, "con un cuerpo decreciente hacia la cola, la piel rugosa, la boca situada en la parte inferior de la nariz, muy lejos de su extremo, cinco aberturas a ambos lados del cuello para respirar, y la parte superior de la cola más larga que la inferior". Y cita como ejemplos el tiburón blanco, la musola, la mielga, el zorro marino, el peregrino y el cailón, entre otros.
  • Peces planos, los cuales "se les puede distinguir fácilmente de los peces planos espinosos por los orificios a través de los cuales respiran, que no están cubiertos por un hueso y que, en esta clase, son cinco en cada lado. En este grupo podemos situar el torpedo, la raya, la raya picuda, la raya áspera, la raya de clavos y la pastinaca".
  • Peces "con cuerpo esbelto parecido al de las serpientes, tales como la lamprea, la lamprea de arroyo y el pez pipa".
  • El esturión y de su variedad, el esturión beluga.
  • Comprende "peces de diferente naturaleza y aspecto que no se incluyen bajo ninguna de las divisiones anteriores. Estos son el pez luna, el pez globo, el lompa, el pez baboso, la quimera y el pez sapo. Cada uno de ellos tiene alguna peculiaridad en sus facultades o en sus formas que merece ser comentada. Al menos, la descripción de su aspecto podría compensar nuestra completa ignorancia del resto de su historia."
El Capítulo II se encarga de las especies del primer grupo, los tiburones propiamente dichos, y es el que vamos a reproducir íntegramente aquí, confiando en hacer un mínimo de justicia al original. Si Goldsmith no era zoólogo, yo tampoco soy traductor. Las dos ilustraciones finales, que incluyen una fecha de publicación, obviamente no figuran en el original.

Una Historia de la Tierra y de la Naturaleza Animada.
"Con numerosas notas extraídas de las obras de los más distinguidos naturalistas británicos y extranjeros, incluyendo los más recientes descubrimientos de la Historia Natural.
Con casi 2000 ilustraciones".

CAPÍTULO II

DE LOS PECES CARTILAGINOSOS DE LA CLASE DEL TIBURÓN¹

     De todos los habitantes del océano, los de la clase del tiburón son los más fieros y voraces. Los peces más grandes no temen menos al más pequeño de esta tribuque a otros de aspecto más poderoso; y ninguno de ellos parece tampoco tener miedo de atacar a animales muy superiores en tamaño. Pero el tiburón blanco, que es el mayor de los de su clase, une a la más asombrosa velocidad el más poderoso apetito por hacer daño. Si en tamaño no está muy lejos de la ballena, la supera con creces en fuerza y rapidez, en la fabulosa disposición de sus dientes y en su insaciable afán por el pillaje.     
     Por su envergadura el tiburón blanco llega a veces a compararse con las ballenas, pues mide entre veinte y treinta pies [6-9 m]. Hay quien afirma haberlos visto de cuatro mil libras de peso [1814 kg], y nos han hablado en particular de uno que tenía un cuerpo humano en su barriga. Su cabeza es grande y ligeramente aplanada; el morro, largo, y los ojos grandes. La boca es enorme, como la garganta, y capaz de tragarse a un hombre con suma facilidad. Pero sus dientes son todavía más terribles; hay seis filas, tienen forma de cuña y son extremadamente duros y afilados. Se afirma que hay setenta y dos en cada mandíbula, arrojando un total de ciento cuarenta y cuatro; aunque otros creen que la cantidad es incierta, ya que se sabe que estos terribles instrumentos de destrucción incrementan su número a medida que el tiburón va creciendo. Con ellos, las dosmandíbulas, superior e inferior, parecen bien surtidas; pero el animal tiene la capacidad de subirlas y bajarlas a voluntad. Cuando el tiburón está tranquilo permanecen abatidas en su boca; pero cuando se dispone a sujetar una presa, eleva todo ese temible aparato empleando el grupo de músculos con el que se fija a la mandíbula, y el animal que atrapa muere en pocos minutos atravesado por un centenar de agujeros.   
     No es menos terrible la contemplación del resto de su figura. Sus aletas son proporcionalmente grandes; está equipado con grandes ojos saltones que vuelve con facilidad hacia todos lados, para ver a las presas que tiene detrás como a las que tiene delante. Y todo su aspecto viene marcado por un aire de malignidad. La piel es también áspera, dura y espinosa, pues se trata de ese material que llamamos zapa que cubre los estuches de instrumental.

     Tan formidable resulta este pez por su aspecto, como temible por su coraje y actividad. Ningún pez es capaz de nadar tan rápido, ni de forma tan constante; deja atrás a los buques más veloces, juguetea a su alrededor, los pasa como una flecha, luego vuelve, parece observar fijamente a los pasajeros, y durante todo este tiempo no se aprecia ni la más mínima señal de esfuerzo para seguir adelante. Estos increíbles poderes, unidos a un tan grande apetito para la destrucción, no tardarían en despoblar el océano entero, pero providencialmente, la mandíbula superior se proyecta tan lejos por encima de la inferior, que el tiburón se ve forzado a ponerse de costado (no de espaldas, como generalmente se piensa) para capturar sus presas. Como esto requiere un poco de tiempo, el animal perseguido aprovecha la oportunidad para huir. 
     Sin embargo, sus depredaciones son frecuentes y espectaculares. El tiburón es el terror de los marinos de todos los climas cálidos, donde, como un bandido codicioso, acude a los barcos a la espera de lo que pueda caer por la borda. El desgraciado que en ese momento acabe en el mar morirá ciertamente sin la menor compasión. En el año 1744, un marinero que estaba tomando un baño en el Mediterráneo, cerca de Antibes, cuando nadaba a unas cincuenta yardas del barco, divisó un pez monstruoso que se dirigía hacia él y lo inspeccionaba desde todos los ángulos, tal como vemos que hacen los peces alrededor de un cebo. El pobre hombre, aterrorizado porque estaba cada vez más cerca, llamó a gritos a sus compañeros del barco para que lo subieran a bordo. Estos le lanzaron entonces un cabo con la mayor celeridad, y ya estaban izándolo junto al costado del barco, cuando el tiburón se abalanzó sobre él como una flecha y le arrancó una pierna.     
     El señor Pennant nos cuenta que el capitán de un barco negrero, al descubrir que el deseo del suicidio se había extendido entre sus esclavos, debido a la creencia que tenían de que después de la muerte habían de ser devueltos a sus familias, sus amigos y su país, para convencerles de que al menos alguna desgracia les estaría allí aguardando, ordenó que atasen uno de aquellos cadáveres por los tobillos y lo echasen al agua; y aunque lo volvieron a subir con la mayor rapidez, en tan poco tiempo los tiburones se habían llevado todo excepto los pies. No seré yo quien determine si esta historia es anterior a un accidente de la misma naturaleza ocurrido en Belfast, Irlanda, hará unos veinte años; pero lo cierto es que hay en ambas algunas circunstancias parecidas, si bien más terribles en la que voy a relatar. Un capitán procedente de Guinea se vio forzado por el mal tiempo a entrar en el puerto de Belfast con una carga de esclavos muy enfermos, quienes, a la manera arriba señalada, aprovechaban la menor oportunidad para lanzarse por la borda cuando eran llevados a cubierta, según la costumbre, para respirar aire fresco. Viendo el capitán que, entre otros,una esclava se disponía a morir ahogada, decidió utilizarla como ejemplo para los demás. Como supuso que desconocían los terrores que les aguardaban en el momento de su muerte, ordenó que la atasen pasándole un cabo bajo las axilas y la bajasen al mar. Cuando la pobre criatura fueasí metida en el agua, a medio camino la oyeron proferir un alarido terrible que en un principio atribuyeron a su miedo a ahogarse; pero enseguida, el agua tornándose roja a su alrededor, la izaron y descubrieron que un tiburón, que había estado siguiendo el barco, la había devorado de mitad para abajo.
     Tal es la espantosa rapacería de este animal; no desprecia nada que tenga vida. Pero parece sentir una particular enemistad hacia el hombre: una vez que ha probado la carne humana, no deja de frecuentar aquellos lugares donde aguarda el retorno de su presa. Se llega incluso a afirmar que a lo largo de las costas de África, donde estos animales se encuentran en abundancia, muchos negros, que se ven obligados a frecuentar aquellas aguas, son por ellos capturados y devorados todos los años. Las gentes de aquellas costas son de la firme opinión de que al tiburón le encanta la carne de negro más que la de hombre blanco, y que cuando en el agua hay personas de diferente color, siempre elige al primero.

Marinero mutilado por un tiburón. Ilustración de 1884.
     Sea como fuere, los hombres de todos los colores temen a esta criatura por igual y han ideado diferentes métodos para destruirla. En general, suéxito se basa en la propia rapacidad del tiburón. El método habitual que usan nuestros marinos para capturarlo es cebar un gran anzuelo con un trozo de vaca o de cerdo y largarlo amarrado a un grueso cabo reforzado cerca del extremo con una cadena de hierro. Sin esta precaución, el tiburón no tardaría en cortar la cuerda y liberarse. No es un entretenimiento desagradable observar como este voraz animal emerge para inspeccionar la carnada, particularmente cuando no está acuciado por el hambre. Se aproxima a ella; la examina; da vueltas a su alrededor; por un momento parece ignorarla, quizá receloso del cabo y de la cadena; la abandona durante unos instantes, pero, habiéndosele despertado el apetito, regresa de nuevo; parece que se dispone a engullirla, pero vuelve a abandonarla. Cuando los marineros se han divertido lo suficiente con sus diferentes evoluciones, tiran del cabo haciendo como si fuesen a llevarse la carnada. Es entonces cuando el hambre excita al glotón; se lanza sobre ella y la engulle, con anzuelo y todo. Aunque en ocasiones no se se la traga totalmente, y vuelve a soltarse. Pero aun así, herido y sangrando, vuelve una vez más a por la carnada hasta que es cazado. Cuando nota el anzuelo alojado en sus fauces, despliega los mayores esfuerzos para liberarse, pero en vano. Intenta cortar la cadena con sus dientes; tira con todas su fuerzas del cabo para romperlo; casi parece que vuelve su estómago del revés para desenganchar el anzuelo. Y así continúa con sus formidables aunque inútiles esfuerzos hasta que, agotado, permite que saquen su cabeza fuera del agua, y los marineros, sujetando la cola con un lazo, lo suben a bordo y lo rematan. Esto se hace golpeándole en la cabeza; y ni siquiera esto se lleva a cabo sin dificultad ni peligro. La enorme criatura, terrible incluso en su mortal agonía, todavía lucha contra sus verdugos. No existe animal en el mundo más difícil de matar. Incluso cortado en pedazos, los músculos todavía mantienen su movimiento, vibran durante unos minutos tras ser separados del cuerpo. Otro método para capturarlos es clavarles un instrumento con varios dientes llamado fisga en el momento en que pasan rozando el costado del barco. Tan pronto como se deposita en cubierta, para evitar sus sacudidas, se le corta la cola con un hacha lo más rápido posible.
     Así es como los europeos matan el tiburón. Pero algunos negros de la costa de África emplean un método más audaz y peligroso para combatir a su terrible enemigo. Armado con tan solo un cuchillo, el negro se zambulle y observa al tiburón acechando a su presa, y valientemente nada a su encuentro. Aunque no es él quien provoca la pelea, el enorme animal no la rehuye, y deja que el hombre se le acerque. Pero justo cuando se vuelve de costado para atrapar a su agresor, el negro ve su oportunidad y hunde el cuchillo en el vientre del pez, y continúa asestándole cuchilladas con tal acierto, que deja al voraz tirano yaciendo muerto sobre el fondo. Sin embargo, regresa enseguida, amarra la cabeza del pez con un cabo y lo lleva a tierra, donde organiza un noble banquete para las aldeas vecinas.
Ilustración del siglo XIX.
(Continuación)

_____________________________
¹En esta primera nota a pie de página, que reproduciremos en la segunda parte, Goldsmith incluye la descripción de cuatro especies típicas de las Islas: la tintorera, el peregrino, el angelote y el alitán.

Los tiburones según Goldsmith (1774) - II

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CAPÍTULO II (continuación)

DE LOS PECES CARTILAGINOSOS DE LA CLASE DEL TIBURÓN¹

     No es solo el hombre el único enemigo a quien este pez debe temer: la rémora o pega es probablemente incluso mayor, y sigue al tiburón a todas partes. Este pez tiene la capacidad de adherirse a cualquier cosa a la que se fije, a la manera como una ventosa se adhiere al cuerpo humano. Es mediante este sistema que este animal se pega al tiburón y le extrae su humedad. Sin embargo, los marineros son de la opinión de que le asiste de un modo más amistoso, señalándole las presas e informándole de donde está el peligro. Por este motivo se le conoce como Piloto de tiburón.
     Por tamaño, el tiburón es tan parecido a la ballena, que algunos, de manera nada juiciosa, lo han incluido en la clase de los cetáceos. Pero su lugar es el que le hemos asignado, en el grupo de los peces cartilaginosos. Respira por medio de branquias y pulmones, sus huesos son de cartílago, y pare varias crías vivas. Belonius nos asegura que vio una hembra producir once crías vivas de una vez. No tengo intención de responder por la veracidad de Rondelet, quien, hablando de la tintorera, sostiene que en situaciones de peligro la hembra deja que sus retoños desciendan por su boca para refugiarse en su estómago. Lo cierto es que el señor Pennant parece dar crédito a esta historia, y considera que posiblemente este tiburón, como la zarigüeya, ha sido dotado por la naturaleza de un lugar donde resguardar a sus crías. Esta opinión merece todo el respeto, y es suficiente, al menos, para posponer nuestras discrepancias; pues nada hay más despreciable que la afectación de la sabiduría mediante la incredulidad universal que algunos exhiben².
     En general, el tiburón, cuando está vivo, es un animal extraordinario; y cuando está muerto, es de muy escaso valor. Su carne es apenas digestible para nadie excepto para los negros, a quienes les vuelve locos. El hígado proporciona tres o cuatro litros de aceite; al cerebro se le han atribuido ciertas virtudes imaginarias; la piel, mediante un arduo trabajo, se pule para transformarla en zapa. El señor Pennant es de la opinión de que las hembras de esta familia son más grandes que los machos, lo cual, si la experiencia lo confirma, constituiría una sorprendente coincidencia con las aves rapaces. Lo deseable sería que los historiadores venideros comprobasen esta observación, ¡que tan solo ofrecemos como mera conjetura!³

______________________________________________________________
¹Se han identificado cerca de treinta especies de tiburón, de las cuales una veintena han sido avistadas en las costas británicas. A algunas se les conoce como perros marinos, beagles y sabuesos, porque cazan sus presas en grupo. Aquí podemos centrarnos en la tintorera, el peregrino y el angelote (1).

     La tintorera.— El dorso de este tiburón es azul, el vientre blanco. No se aprecian orificios detrás de los ojos, como es común entre los peces de este género. Dos membranas blancas, una en cada ojo, hacen la función de párpados. Cuando se le puso cabeza abajo, una enorme bolsa blanca salió de su boca. Eliano suponía que servía de refugio para las crías en los momentos de peligro; y el señor Pennant, que da crédito a esta historia, considera que posiblemente la naturaleza haya dotado a este pez de un lugar donde alojar a sus crías, como sucede con la zarigüeya. Sin embargo, algunos autores rechazan esta hipótesis.

     El peregrino.— Aunque es un pez muy grande, carece de la voracidad y la fiereza que caracterizan a la mayoría de los tiburones. Con frecuencia suele permanecer inmóvil en la superficie, generalmente boca abajo, aunque en ocasiones panza arriba. Y parece temer tan poco al ser humano, que a menudo tolera que lo acaricien y le den palmaditas. Su cuerpo es esbelto, de entre tres y doce yardas de longitud [2,75-11 m], de color oscuro plomizo por arriba y blanco por abajo. La mandíbula superior es roma en su extremo y bastante más larga que la inferior. La boca está situada en la parte inferior, y está dotada de dientes pequeños; los anteriores muy inclinados, y los más retrasados, cónicos y de punta afilada. Presenta cinco aberturas respiratorias a cada costado del cuello. Hay dos aletas dorsales, dos pectorales, dos ventrales y una pequeña aleta anal. En el interior de la boca, cerca de la garganta, hay una especie de hueso corto parecido al de una ballena.
El hígado es tan inmenso que con frecuencia llega a pesar 1000 libras [450 kg aprox.]. De él se extrae una gran cantidad de buen aceite, lo que convierte a este tiburón en un animal de considerable importancia para los pescadores escoceses, ya que, según Anderson, en ocasiones el aceite de un solo pez puede venderse por veinte o treinta libras esterlinas. El peregrino (cuyo nombre deriva de su propensión a permanecer quieto en la superficie, como si estuviese tomando el sol (2)) frecuenta nuestras aguas durante los meses cálidos de verano, y no es raro en las costas galesas y escocesas, adonde llegan formando bancos normalmente tras intervalos de un cierto número de años. En los veranos intermedios, los que se ven en la costa de Gales son por regla general individuos solitarios que posiblemente se han extraviado del resto. Hacia el solsticio de verano, aparecen en el estuario del Clyde y entre las Hébridas en pequeñas manadas de siete u ocho, o más comúnmente en parejas. Allí permanecen hasta finales de julio, cuando desaparecen. El alimento de estos tiburones parece consistir por entero en plantas marinas y alguna de las especies de medusa. Nadan de manera muy deliberada, generalmente con las aletas superiores fuera del agua. A veces se les puede observar retozando entre las olas y saltando varios pies por encima de la superficie. Los habitantes de nuestras costas septentrionales están muy alerta para ir en pos de estos animales y son muy diestros en darles muerte. Cuando se les persigue, no apresuran su marcha hasta que el barco casi da contra ellos, momento en que el arponero clava su arma lo más cerca posible de las agallas. No parecen muy sensibles al dolor, porque a menudo se quedan en el mismo lugar hasta que el esfuerzo combinado de dos hombres logra empujar el arpón más adentro. Tan pronto como se saben heridos se sumergen de cabeza, y en su agonía frecuentemente se enredan en el cabo al tratar de liberarse revolcándose sobre el fondo. Al darse cuenta de que tales esfuerzos son en vano, emprenden la huida con tal increíble velocidad, que en una ocasión ocurrió que un peregrino remolcó un barco de setenta toneladas durante una buena distancia contra un temporal. A veces huyen con doscientas brazas de cabo y dos arpones encima, y los hombres pueden emplear entre doce y veinticuatro horas para dominarlos. Nada más morir, los pescadores los remolcan a tierra, o bien, si se encuentran lejos de la costa, los llevan al costado del barco para abrirlos y extraerles el hígado, que es la única parte útil de su cuerpo. El hígado se cuece en grandes ollas traídas para la ocasión y se transforman en aceite; y si el pez es uno de los grandes, puede producir hasta ocho barriles o más.

     El angelote.— Éste es muy diferente de los tiburones típicos. Se le distingue por su cuerpo aplanado, que, por así decirlo, constituye el eslabón entre las rayas y los tiburones, al compartir la forma de ambos. Se le llama angelote por sus extendidas aletas pectorales, que tienen la apariencia de alas.
La cabeza tiene forma circular y es un poco más ancha que el cuerpo. La boca es amplia y está situada en el extremo de la cabeza. Al igual que los tiburones, los adultos de esta especie poseen más dientes que los jóvenes. Así, dos angelotes de sólo un pie de longitud [30,48 cm], en posesión del Dr. Block, presentaban solo dos filas de dientes en la mandíbula superior y tres en la inferior; mientras que Willoughby y Rondelet afirman que hay tres en la primera y cinco en la segunda. De cierta parte de su piel los turcos fabrican la más bella zapa para los estuches de los relojes. El angelote se encuentra en el Mediterráneo y en el mar del Norte.

     El alitán [Spotted Dog-fish] (3) se encuentra en muchos mares y mide cuatro pies de longitud [1,22 m]; es muy voraz y se alimenta principalmente de peces. Su cuerpo es pardo rojizo, con grandes manchas negras distintivas, blanco por debajo y un tanto comprimido en cada extremo. La piel, cuando se seca, se utiliza para diversos fines. La cabeza es pequeña y el morro corto. Los ojos son oblongos y la pupila de un color verde mar; el iris es blanco. La boca es oblonga, amplia, y está armada de tres hileras de dientes. La lengua es cartilaginosa y, junto con el paladar, rugosa. Las narinas están rodeadas por un lóbulo con un apéndice vermiforme. La cloaca está situada antes del punto medio del cuerpo. Aletas ventrales diferenciadas; la primera aleta dorsal está situada detrás de las ventrales; la segunda dorsal es más pequeña y casi enfrentada a la anal. La cola es estrecha, rematando por abajo en un ángulo marcado.

²Los tiburones, al igual que las rayas, paren a sus crías vivas, más de una de cada vez, y cada cual encerrada en una cápsula córnea de forma cuadrada rematada por delgados filamentos en cada esquina. Tras permanecer en el agua durante un tiempo, estas petacas naturales se abren por un extremo, y el joven pez escapa de su confinamiento. En el tiburón estos recipientes son de un color hueso traslúcido, rematado en las esquinas por delgados filamentos sumamente largos que suelen hallarse enrollados alrededor de corales, algas y otros elementos, para evitar que sean arrastrados hacia la orilla antes de expulsar a las crías. Los de la familia de las rayas son negros, con los filamentos rara vez más largos que la petaca, y con frecuencia son arrojados sobre nuestras playas en grandes cantidades.

³La pintarroja [Small Spotted Dog-Fish] es un tiburón que de vez en cuando se ve en nuestras costas. En Escocia se la conoce como morgay. Permanece cerca del fondo y se alimenta de pequeños peces y crustáceos.
A menudo se quedan enganchados en las líneas de los pescadores, aunque carecen de valor. Son perjudiciales para las pesquerías a causa de su voracidad. Miden unas dieciocho pulgadas [45,72 cm].
     El alitán [Large Spotted Dog-Fish], conocido como bounce en Escocia, se distingue fácilmente del anterior por sus manchas más grandes pero menos numerosas, así como por su mayor masa corporal para igual longitud. Como la pintarroja, vive cerca del fondo y su alimentación es similar, pero también frecuenta fondos rocosos, de ahí que también se le conozca como pintarroja de roca.

Oliver Goldsmith tocando la travesera en una posada durante uno de sus viajes.

[El texto de A History of the Earth and Animated Nature utilizado para esta traducción es el de la edición de Blackie & Son, Glasgow, publicada en 1840. Puede descargarse desde esta página de la California Digital Library. Todas las ilustraciones, excepto la última, pertenecen a la obra.]

___________________________
(1) En realidad se centra en cuatro especies, no en tres, sin contar con las dos que se incluyen en la nota 3.
(2) Al peregrino se le conoce en inglés como basking shark; el verbo to bask se emplea con el significado de 'tomar el sol' ("bask in the sun").
(3) La descripción de lo que el original llama Spotted Dog-fish resulta un tanto desconcertante. Muy probablemente Goldsmith se hace aquí un pequeño lío y mezcla caracteres de dos especies distintas. Anatómicamente, lo que describe es un alitán (Scyliorhinus stellaris): la talla, la librea, la posición de las aletas, etc. no dejan lugar a dudas. En cambio, el tipo de alimentación, que según se dice es a base de peces ("[it] feeds chiefly upon fish"), hace pensar en un tiburón distinto, tal vez una mielga (Squalus acanthias), que efectivamente se encuentra "en muchos mares" y se alimenta de peces, entre otras cosas... aunque las manchas de su librea no son negras, sino blancas. Recurrir al nombre vulgar para tratar de identificar la especie no sirve de mucho: Spotted Do-Fish también puede referirse a la pintarroja (véase, por ejemplo, William Yarrell (1836). A History of British Fishes, Samuel Bentley, Londres, vol II, p. 367). La segunda descripción del alitán, el que aparece en la tercera nota, es correcta, tanto la morfológica como la de su dieta (similar a la de la pintarroja), así como su nombre escocés, bounce.
He decidido dejar "alitán" en los dos lugares añadiendo entre corchetes el nombre que figura en el original, para evitar confusiones.



Biofluorescencia

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Colayo inflado (Cephaloscyllium ventrosium). Foto: Kyle McBurnie.

Llamamos biofluorescencia a la capacidad que poseen algunos organismos para absorber radiación electromagnética de una determinada longitud de onda y devolverla en una longitud de onda diferente; o para entendernos, para absorber la luz de un color determinado, alterar su longitud de onda, y devolverla de otro color distinto rojo, naranja o verde, en las especies marinas, gracias a la acción de unas proteínas fluorescentes contenidas en su piel y capas externas.

(Nota para despistados: no confundamos biofluorescencia con bioluminiscencia: en la primera el brillo del animal no es más que el reflejo de una luz externa, mientras que lo segundo implica la generación de luz propia mediante unas reacciones químicas que tienen lugar en el interior de unos orgánulos denominados fotóforos. Véase Bioluminiscencia I: Los fotóforos.)

En tierra encontramos ejemplos de biofluorescencia en flores y en animales como arañas, mariposas y loros; en el mar, en corales, sifonóforos, cnidarios, copépodos y peces. En cuanto a estos últimos, hasta ahora solo se había investigado un puñado de casos en especies de arrecife, pero hace pocos meses un estudio¹ demostraba que la biofluorescencia está más extendida de lo que se creía a lo largo de una amplia variedad de géneros, y adoptando una diversidad de colores, formas y patrones² según especie y hábitat, muy particularmente en peces de arrecife. Los investigadores identificaron nada menos que 16 órdenes, 50 familias, 105 géneros y más de 180 especies, dejando la puerta abierta, por si fuera poco, a la incorporación de más candidatos y, probablemente, al descubrimiento de más tipos de proteínas fluorescentes.

Entre estas más de 180 especies encontramos tres condrictios: un batoideo, la raya amarilla (Urobatis jamaicensis, Myliobatiformes: Urotrygonidae), y dos tiburones: el colayo inflado (Cephaloscyllium ventrosium) y la pintarroja reticulada (Scyliorhinus retifer), ambos pertenecientes a la misma familia de nuestra pintarroja, Scyliorhinidae (orden Carcharhiniformes).

Cephaloscyllium ventrosium.
A medida que se interna en lo profundo, la luz del sol se despoja de sus tonos rojo, naranja, amarillo y verde, y adquiere un monocorde y maravilloso azul. Bajo esta luz, los tiburones biofluorescentes emiten un brillo verde eléctrico imposible de detectar a simple vista para el ojo humano y, seguramente, para los ojos de muchos otros peces que no dispongan del sistema de visión adecuado. ¿Qué sistema es éste? Contar con un filtro intraocular amarillo para tamizar la luz azul natural.

Este descubrimiento permitió a los científicos identificar nuevas especies y patrones fluorescentes, tanto en el medio natural —a lo largo de un buen número de inmersiones nocturnascomo en laboratorio. A imitación del ojo del animal, incorporaron filtros amarillos a las lentes de sus cámaras, y recrearon la radiación azul del mar mediante focos adaptados. Y así, viendo como ven los tiburones, comprendieron como un entorno de espectro lumínico tan limitado puede ofrecer amplias posibilidades para el camuflaje y la comunicación intraespecífica. Estas especies pueden permanecer ocultas a los ojos no adaptados de sus depredadores y, al mismo tiempo, ser visibles para sus congéneres.

Todavía se desconoce en toda su extensión la función de la biofluorescencia en las diferentes especies. El camuflaje y la comunicación parecen las más evidentes, pero queda por investigar, por ejemplo, si puede jugar algún papel en la reproducción, si hembras y machos de la misma especie presentan patrones específicos que permita su identificación, o si sirve para anunciar la disponibilidad para el apareamiento.

Habrá que estar atentos a las más que seguras novedades.

Scyliorhinus retifer (Foto: Andy Murch, elasmodiver.com).
S. retifer. Fuente: American Museum of Natural History / J. Sparks, D. Gruber, V. Pieribone.
________________________________
¹John S. Sparks, Robert C. Schelly, W. Leo Smith, Matthew P. Davis, Dan Tchernov, Vincent A. Pieribone, David F. Gruber (2014). "The Covert World of Fish Biofluorescence: A Phylogenetically Widespread and Phenotypically Variable Phenomenon".PLoS ONE, 9(1): e83259. doi: 10.1371/journal.pone.0083259.
²Valga esta imagen como ejemplo: A: Colayo inflado (Cephaloscyllium ventrosium); B: raya amarilla (Urobatis jamaicensis); C: especie de platija (Soleichthys heterorhinos); D: pez de la familia Platycephalidae (Cociella hutchinsi); E; aulopiforme de la familia Synodontidae (Synodus dermatogenis); F: pez sapo de la familia Antenariidae (Antennarius maculatus); G: especie de pez escorpión (Scorpaenopsis diabolus); H: falsa morena de aleta corta (Kaupichthys brachychirus); I: falsa morena de collar (Kaupichthys nuchalis); J: pez aguja de la familia Syngnathidae (Corythoichthys haematopterus); K: miraestrellas de la familia Dactyloscopidae (Gillellus uranidea); L: góbido (Eviota sp.); M: gobio de vientre negro (Eviota atriventris); N: pez cirujano (Acanthurus coeruleus); O: besugato rayado (Scolopsis bilineata).
Fuente: Sparks et al., PLoS ONE, 2014.

Informe IUCN sobre las especies europeas

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Quelvachos (Centrophorus granulosus). Foto: Oceana.

La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN, o IUCN en sus siglas en inglés) acaba de publicar un amplio informe sobre las situación de las poblaciones piscícolas europeas. Se trata de la primera evaluación completa realizada hasta hoy de las 1220 especies presentes en el Mar del Norte, Atlántico NE, Mediterráneo, Báltico y Mar Negro, incluidas las aguas territoriales portuguesas y españolas de la Macaronesia (Canarias, Azores, Madeira e Islas Salvajes). De ellas, 232 se quedaron finalmente fuera del estudio, dado que incumplían el criterio de que las aguas europeas deben suponer al menos el 1% de su área de distribución global. De manera que las especies evaluadas han sido 988.

Las conclusiones del informe no pueden calificarse de felices, particularmente en lo que a los elasmobranquios se refiere. El titular ya es suficientemente conocido: el 40,4% de los tiburones y rayas de Europa se encuentran seriamente amenazadosde extinción.

Fuente: IUCN, 2015.
1. Estadísticas generales. En el gráfico de la derecha, referido a la totalidad de las poblaciones evaluadas (es decir, incluyendo peces óseos y cartilaginosos), se observa que el 70,7% figuran bajo el epígrafe de Preocupación menor (LC); el 2,6% se les considera como Casi amenazadas (NT); el 2,2 Vulnerables (VU); 2,2% En Peligro (EN); y el 1,5%, En Peligro Crítico (CE).
El porcentaje de especies amenazadas (CR, EN y VU) es del 7,5%, cifra media en una horquilla comprendida entre el 6 y el 26,6%, que viene de considerar la totalidad de las especies de las que carecemos de datos (DD) bien como Preocupación menor, bien bajo uno de los tres grados de amenaza. Casi parecería una cifra asumible.
Ahora bien, si acercamos un poco más la nariz al papel (a la pantalla), enseguida comprobamos que los números alumbran una realidad bastante más turbia y deprimente. Los condrictios (tiburones, rayas y quimeras) suponen poco más del 15% de toda esa tarta: son 131 especies frente a las 854 de actinopterigios o peces óseos, que cuentan con el mayor porcentaje de especies evaluadas como Preocupación menor (solo el 2,5 % están amenazados). Ambos grupos no son, pues, en modo alguno equiparables ni siquiera a efectos estadísticos, tanto por sus números como por sus respectivas particularidades biológicas. Deben analizarse por separado.
Las 15 especies que aparecen bajo la etiqueta de En peligro crítico (al borde de la extinción) son todas tiburones y rayas; no hay ni un solo pez óseo. De las 22 consideradas En peligro, solo cinco² son peces óseos, que sí tienen mayoría en el grupo de las especies Vulnerables (12 actinopterigios frente a 10 condrictios).
Las zonas con mayor número de especies amenazadas son el Mediterráneo, la costa atlántica de la Península Ibérica y los archipiélagos de la Macaronesia.

2. Estadísticas de los condrictios. Aquí tenéis los gráficos referidos a los condrictios. Las quimeras se encuentran, de momento (y aparentemente), libres de amenaza: de las 9 especies evaluadas sólo una, la Chimaera monstrosa, figura como Casi amenazada; las demás son Preocupación menor.
Izquierda. Estatus de las especies de condrictios: DD, Datos incompletos; LC, Preocupación menor; NT, Casi amenazados; VU, Vulnerables; EN, En peligro; CR, En peligro crítico. Derecha. Tendencias poblacionales de los condrictios: En aumento, Estables, En declive, Desconocidas. (Fuente: IUCN, 2015)
El 11,5% (15 especies) de los tiburones y rayas³ europeos están al borde de la extinción, En peligro crítico; el 13% (17), En peligro, y el 7,6% (10) están considerados como Vulnerables.
El porcentaje del 40,4% de condrictios bajo algún grado de amenaza de extinción no es una cifra sólida, sino, de nuevo, una estimación media en una horquilla comprendida entre el 32,1 y el 52,7%, que vienen de considerar como libres de amenaza o amenazadas, respectivamente, ese 20,6 % de especies de las que no disponemos de datos suficientes (DD) para optar por extremo u otro.

Si los porcentajes por especie no son halagüeños, las tendencias poblacionales son directamente catastróficas. El 39,7% de las poblaciones de tiburones y rayas están en franco descenso. El 22,9% se mantienen estables y tan solo el 2,3% se están incrementando.

Uno de los problemas más graves sigue siendo la falta de conocimiento: del 35,1% de las poblaciones no sabemos nada, si suben, si bajan, si se mantienen estables. Dicho de otro modo, una de cada tres especies es poco o insuficientemente conocida para la ciencia (y por encima, países como el muestro se permiten el lujo de disponer de poquísimas líneas de investigación sobre elasmobranquios y por supuesto de financiación). ¿Cómo se puede definir así una estrategia de gestión? El informe, en cualquier caso, concluye que comparando estos datos con los procedentes de informes anteriores, la situación ha empeorado, particularmente en el Mediterráneo, pese a los diversos planes y medidas de gestión y conservación.

Angelote (Squatina squatina). Fotografía de José Torre Busto.

3. Los tiburones europeos bajo la nueva lista IUCN.
 EN PELIGRO CRÍTICO
   Squaliformes
     -Centrophoridae. Quelvacho (Centrophorus granulosus)
  Squatiniformes
     -Squatinidae. Angelote espinoso (Squatina aculeata)
     -Squatinidae. Angelote manchado (Squatina oculata)
     -Squatinidae. Angelote (Squatina squatina)
  Lamniformes
     -Odontaspididae. Tiburón toro (Carcharias taurus)
     -Odontaspididae. Solrayo (Odontaspis ferox)
     -Lamnidae. Tiburón blanco (Carcharodon carcharias)
     -Lamnidae. Cailón (Lamna nasus)
 
EN PELIGRO
  Squaliformes
     -Squalidae. Mielga (Squalus acanthias)
     -Centrophoridae. Quelvacho luso (Centrophorus lusitanicus)
     -Centrophoridae. Quelvacho negro (Centrophorus squamosus)
     -Centrophoridae. Visera (Deania calcea)
     -Somniosidae. Pailona (Centroscymnus coelolepis)
     -Dalatiidae. Negra (Dalatias licha)
  Echinorhiniformes
     -Echinorhinidae. Tiburón de clavos (Echinorhinus brucus)
  Lamniformes  
    -Alopiidae. Zorro negro (Alopias superciliosus)
     -Alopiidae. Zorro común (Alopias vulpinus)
     -Cetorhinidae. Peregrino (Cetorhinus maximus)
  Carcharhiniformes

     -Carcharhinidae. Jaquetón de ley (Carcharhinus longimanus)
     -Carcharhinidae. Jaquetón de Milberto (Carcharhinus plumbeus)

VULNERABLES
   Squaliformes
     -Centrophoridae. Galludito (Centrophorus uyato)
     -Oxynotidae. Tiburón cerdo (Oxynotus centrina)
   Carcharhiniformes
     -Triakidae. Cazón (Galeorhinus galeus)
     -Triakidae. Musola (Mustelus mustelus)
     -Triakidae. Musola punteada (Mustelus punctulatus)
CASI AMENAZADOS
   Squaliformes
     -Etmopteridae. Negrito (Etmopterus spinax)
     -Somniosidae. Tiburón de Groenlandia (Somniosus microcephalus)
   Carcharhiniformes
     -Scyliorhinidae. Alitán (Scyliorhinus stellaris)
     -Pentanchidae. Olayo atlántico (Galeus atlanticus)
     -Triakidae. Musola pinta (Mustelus asterias).
     -Carcharhinidae. Tintorera (Prionace glauca)

PREOCUPACIÓN MENOR
   Hexanchiformes
     -Hexanchidae. Cañabota (Hexanchus griseus)
     -Chlamydoselachidae. Tiburón anguila (Chlamydoselachus anguineus)
   Squaliformes
     -Etmopteridae. Tollo negro (Centroscyllium fabricii)
     -Etmopteridae. Tollo raspa (Etmopterus princeps)
     -Somniosidae. Sapata negra (Centroscymnus crepidater)
     -Somniosidae. Bruja (Scymnodon ringens)
     -Dalatiidae. Tiburón cigarro dentudo (Isistius plutodus)
     -Dalatiidae. Tollo pigmeo (Squaliolus laticaudus)
   Carcharhiniformes
     -Scyliorhinidae. Pintarroja (Scyliorhinus canicula)
     -Pentanchidae. Pejegato fantasma blanco (Apristurus aphyodes)
     -Pentanchidae. Pejegato (Apristurus laurussonii)
     -Pentanchidae. Pejegato fantasma (Apristurus manis)
     -Pentanchidae. Pejegato narizón (Apristurus melanoasper)
     -Pentanchidae. Pejegato puerco (Apristurus microps)
     -Pentanchidae. Olayo (Galeus melastomus)
     -Pentanchidae. Olayo de Islandia (Galeus murinus)
   Lamniformes
     -Mitsukurinidae. Tiburón duende (Mitsukurina owstoni)

DATOS INCOMPLETOS
   Hexanchiformes
     -Hexanchidae. Boquidulce (Heptranchias perlo)
     -Hexanchidae. Cañabota ojigrande (Hexanchus nakamurai)
   Squaliformes
     -Squalidae. Galludo (Squalus blainville)
     -Squalidae. Galludo ñato (Squalus megalops)
     -Centrophoridae. Visera áspera (Deania hystricosa)
     -Centrohoridae. Visera flecha (Deania profundorum)
     -Somniosidae. Bruja de las Azores (Scymnodalatias garricki)
     -Somniosidae. Dormilón (Somniosus rostratus)
     -Somniosidae. Mielga de terciopelo (Zameus squamulosus)
     -Oxynotidae. Cerdo velero (Oxynotus paradoxus)
   Lamniformes
     -Odontaspididae. Solrayo ojigrande (Odontaspis noronhai)
     -Lamnidae. Marrajo (Isurus oxyrinchus)
     -Lamnidae. Marrajo negro (Isurus paucus)
   Carcharhiniformes
     -Pseudotriakidae. Musolón (Pseudotriakis microdon)
     -Carcharhinidae. Jaquetón picoto (Carcharhinus altimus)
     -Carcharhinidae. Jaquetón cobre (Carcharhinus brachyurus)
     -Carcharhinidae. Jaquetón sedoso (Carcharhinus falciformis)
     -Carcharhinidae. Jaquetón manchado (Carcharhinus limbatus)
     -Carcharhinidae. Jaquetón lobo (Carcharhinus obscurus)
     -Carcharhinidae. Tiburón tigre (Galeocerdo cuvier)
     -Sphyrnidae. Tiburón martillo (Sphyrna mokarran)
     -Sphyrnidae. Cornuda (Sphyrna zygaena)
Como veis, el quelvacho (Centrophorus granulosus), el tiburón blanco (Carcharodon carcharias) y su pariente el cailón (Lamna nasus), los dos odontaspídidos (Carcharias taurus y Odontaspis ferox) y los tres angelotes (Squatina) están a punto de desaparecer de nuestras aguas, si es que no lo han hecho ya. El ejemplo del Squatina squatina es ilustrativo: una especie antes común en toda la franja atlántica ha quedado reducida apenas a una pequeña población en las Canarias. Del tiburón blanco, en el Atlántico no se sabe nada, y en el Mediterráneo se produce algún que otro rarísimo avistamiento; el cailón se sigue viendo muy de vez en cuando, y de manera ilegal, en las subastas de alguna que otra lonja.

Tiburón blanco capturado en una almadraba en Cádiz, a mediados del siglo pasado.
Hay datos que sorprenden sobremanera, como que especies de aguas profundas como la cañabota (Hexanchus griseus), el tollo negro (Centroscyllium fabricii) y, muy en especial, el tiburón anguila (Chlamydoselachus anguineus) hayan abandonado la lista de "Casi amenazados" y pasado a la de Preocupación menor. Cabe suponer que existen nuevos datos biológicos, de población y de capturas que abren una perspectiva de futuro bien optimista para estos bichos (pienso sobre todo en el Chlamydoselachus, con uno de los periodos de gestación más largos de todos los tiburones). Estos nuevos y maravillosos datos serían también los responsables de la inclusión del tollo lucero raspa (Etmopterus princeps) y la bruja (Scymnodon ringens) en la lista de los tiburones de menor preocupación (su estatus anterior era de Datos incompletos).

Por su parte, la tintorera (Prionace glauca), sometida a una fuerte presión pesquera a nivel mundial y europeo, como especie objetivo debido al elevado precio de la aleta en el mercado asiático, o como captura accidental por los palangreros (una más que feliz captura accidental, podría decirse), pasa a englobar la lista de especies Casi amenazadas. La IUCN llama también la atención sobre el rápido incremento en las capturas de musolas (Mustelus spp.) y advierte de la necesidad de evaluar en detalle las zonas y datos de captura de cada una de las tres especies (M. asterias, M. mustelus, M. punctulatus).

Aletas de toda clase y tamaño a la venta en una tienda de Hong-Kong. Las más grandes son de peregrino (Cetorhinus maximus). Foto: Shelley Clarke, tomada de oceanconservationscience.org.
4. Causas. Parece una obviedad en una de las zonas más salvajemente explotadas del planeta, pero no por ello debemos dejar de mencionarla: la principal causa de esta escalofriante situación es la sobrepesca, la sobreexplotación de los recursos pesqueros más allá del límite de sostenibilidad, incluidas las capturas accidentales, que en algunas modalidades como el arrastre de fondo llegan a ser de hasta el 80%.
Otros factores son el desarrollo del litoral (en realidad, deberíamos hablar de "subdesarrollo", con todas las connotaciones de la palabra), las actividades mineras y de generación de energía y la fortísima contaminación, además del cambio climático (por mi parte, me permito añadir que hay quien le echa la culpa de los males de la pesca a los conservacionistas y a los científicos, sobre todo desde algunas instancias gubernamentales y despachos de grandes armadores, pero faltan evidencias y datos científicos que sustenten esta hipótesis, que sigue estudiándose).

¿Hay soluciones? Muchas y todas muy bonitas de escribir, sobre todo para nuestras autoridades. El informe menciona algunas: TACs, cuotas, reducción del bycatch, creación de reservas, monitorizaciones y controles varios... Particularmente creo que se pueden resumir en lo siguiente: diseñar e implementar, de una vez por todas y con la seria y honesta implicación de todas las partes, un plan integral de conservación y de gestión, cabal y decente. Además, por supuesto, de la reducción de las emisiones de contaminantes, del impacto de ciertas actividades industriales, etc. Y también que las autoridades se decidan a revertir la tendencia suicida de la política pesquera común, consistente en subvencionar la ruina, y apuesten por la recuperación de la pesca a pequeña escala, la llamada pesca artesanal... con todo lo que ello supone, porque esto no se hace de la noche a la mañana.

Dice muy poco de los (ir)responsables del ramo, gestores y buena parte de los actores, el que sean incapaces de comprender que ellos mismos van a ser los primeros perjudicados, los primeros en caer, por el desastre que se empeñan, una y otra vez, en no ver y en no querer evitar.

Peregrino (Cetorhinus maximus) recientemente varado en una playa del sur. La causa de su muerte es evidente. Foto: La Voz.

=> Véase también En peligro la cuarta parte de los tiburones y rayas del mundo.

_______________________
¹Ana Nieto, Gina M. Ralph, et al. (2015). European Red List of marine fishes. Luxembourg, Publications Office of the European Union.

²El granadero (Coryphaenoides rupestris), el lobo (Anarhichas denticulatus), mero moreno (Epinephelus marginatus), gobio de Tortonese (Pomatoschistus tortonesei) y la gallineta nórdica (Sebastes mentella).

³Aquí tenéis el listado de rayas:
EN PELIGRO CRÍTICO
   Myliobatiformes
     -Gymnuridae. Raya mariposa (Gymnura altavela)
     -Myliobatidae. Pez obispo (Pteromylaeus bovinus)
   Pristiformes
     -Pristidae. Pez sierra (Pristis pectinata)
     -Pristidae. Pez sierra común (Pristis pristis)
   Rajiformes
     -Rajidae. Noriega (Dipturus batis)
     -Rajidae. Raya de Malta (Leucoraja melitensis)
     -Rajidae. Raya blanca (Rostroraja alba) 
EN PELIGRO
   Myliobatiformes
     -Myliobatidae. Manta (Mobula mobular)
   Rajiformes
     -Rajidae. Raya falsa vela (Leucoraja circularis)
     -Rajidae. Raya áspera (Raja radula)
     -Rhinobatidae. Guitarra barba negra (Rhinobatos cemiculus)
     -Rhinobatidae. Guitarra (Rhinobatos rhinobatos)  
VULNERABLES
   Myliobatiformes.
     -Dasyatidae. Raya látigo isleña (Dasyatis centroura)
     -Dasyatidae. Pastinaca común (Dasyatis pastinaca)
     -Myliobatidae. Águila de mar (Myliobatis aquila)tiburones en galicia
   Rajiformes
     -Rajidae. Raya cardadora (Leucoraja fullonica)
     -Rajidae. Raya de Madeira (Raja maderensis)
 

Viajes del tiburón tigre

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Tiburón tigre (Galeocerdo cuvier). Foto: Raul Boesel.
Es tan poco lo que sabemos de los tiburones, incluso de las especies más famosas y televisivas, que cada nuevo trabajo que sale a la luz se convierte en una fuente de sorpresas, bien porque los datos que aporta son una absoluta novedad, bien porque matizan o cuestionan hipótesis previas, pudiendo incluso entrar en conflicto con ellas. Hace pocos días fue el tiburón tigre (Galeocerdo cuvier) el encargado de arrancarnos una sonrisa de admiración cuando conocimos los resultados de un interesante trabajo¹ de marcado y seguimiento llevado a cabo del otro lado del charco, en el Atlántico NW, por un amplio equipo de investigadores, entre los que figuran (hay que destacarlo) un científico gallego especializado en tiburones y amigo de este blog, Gonzalo Mucientes. Los transmisores SPOT empleados permitieron realizar seguimientos individuales en algún caso superiores a los 3 años (hasta 1101 días). Nunca antes se había logrado algo así.

El tigre es uno de los tiburones en apariencia más conocidos de cuantos existen. Sale en multitud de documentales de televisión, en revistas, en todo tipo de páginas y publicaciones web, etc., sabemos o creemos saber sus hábitos y preferencias alimentarias, e incluso hemos descubierto algunos de los lugares que visita periódicamente y por qué lo hace (el ejemplo más conocido tal vez sea el del atolón de French Frigate Shoals, en las islas de Sotavento del archipiélago de Hawái, durante la temporada en que los pollos de albatros de Laysan, Diomedea immutabilis, y albatros de patas negras, Phoebastria nigripes, se lanzan a su primer vuelo). Pero al mismo tiempo, tratándose de un tiburón viajero y por tanto difícil de seguir, una parte importante de su vida se mantiene en la más absoluta oscuridad, lejos de nuestro alcance. Estudios previos han demostrado que algunos tiburones tigre entran y salen regularmente de una determinada zona, mientras que otros permanecen en ella todo el año, cubriendo áreas de hasta 100 km de costa; otros emprenden largas migraciones, algunas en un periodo de tiempo relativamente corto, a lo largo de miles de kilómetros. Un individuo recorrió 3330 millas en seis meses; otro, 1015 en 17 días, lo que supone una media de 57 millas diarias. Un individuo marcado en el arrecife de Ningaloo, Australia Occidental, viajó durante el verano hasta la isla de Sumba, Indonesia, y al año siguientehizo el viaje de vuelta². En el Pacífico W, trabajos de seguimiento con marcas satelitales y acústicas han descubierto un mayor nivel de fidelidad a los arrecifes oceánicos como los de Chesterfield, en el mar de Coral, que a los arrecifes costeros, sobre todo por parte de los machos adultos y las hembras pre-reproductivas; también que las hembras maduras son las más viajeras, atravesando periódicamente el mar de Coral entre Nueva Caledonia y la Gran Barrera (hasta 1114 km), tal vez en un ciclo reproductivo trianual; finalmente, han caracterizado un espacio tridimensional de actividad de 2360 km³ de media, con una hembra que llegó a una profundidad récord de 1136 m, que no está nada mal³.

Foto: Daniel Botelho.
El trabajo publicado hace pocas semanas abre una ventana a otro rincón del mundo del tiburón tigre. Y además lo hace a lo grande: sacando a la luz un sorprendente e inesperado patrón migratorio entre dos ecosistemas radicalmente distintos: las islas y arrecifes del Caribe y un área de mar abierto situada más de 3500 hacia el norte y centro del Atlántico, al nordeste de las Bermudas. Una ruta que recuerda la que realizan los tiburones blancos entre las costas de California y una zona del Pacífico central, el famoso white shark café.

Cada año en verano los machos adultos viajan más de 3500 km hacia el norte, para luego regresar para la invernada a sus zonas de preferencia en las Bahamas, Anguila, islas Turcas y Caicos. Solo una hembra adulta hizo ese mismo viaje. Los cinco tiburones que permanecieron en invierno en la zona de las Bermudas eran juveniles de ambos sexos. Los ejemplares marcados mostraron un elevado nivel de filopatría (fidelidad a un determinado lugar). Esto puede deberse a que la filopatría implica un menor coste a la hora de encontrar alimento y, por supuesto, pareja. Ningún ejemplar marcado entró en el mar Caribe.

Movimientos de un macho de 384 cm. Fuente: Lea et al., Scientific Reports 2015.
No se conoce bien el porqué de estas migraciones. ¿Qué motivo tan poderoso puede tener un carcharhínido para abandonar la comodidad de un hábitat de aguas cálidas y comida en abundancia, y lanzarse a un largo viaje hacia un lugar más inhóspito y frío? La hipótesis es doble (y obvia): búsqueda de alimento o de pareja, o ambas cosas a la vez.
Los tiburones tigre aprovechan el incremento de la temperatura en verano para tomar, como si de una autopista se tratase, una linea isoterma de aguas superficiales cálidas (alrededor de 24 ºC) similar a la de las tortugas como la laúd (Dermochelys coriacea). Tal vez la perspectiva de un atracón de sus presas favoritas compense las molestias del viaje. En este sentido, Gonzalo Mucientes pudo analizar los contenidos estomacales de cinco ejemplares de tiburón tigre capturados por palangreros que faenaban en el Atlántico NW y descubrió que predominaban los juveniles de tortuga boba (Caretta caretta).
Al mismo tiempo, si bien algunas hembras marcadas subieron en invierno hasta el mar de los Sargazos, la mayoría se quedaron en las proximidades de Florida y las Bahamas, lugares donde según parece se produce a finales del verano un mayor número de partos. Y como el periodo de gestación en la zona es de unos 13-16 meses, los apareamientos deben producirse entre finales del invierno y principios de la primavera. Los machos llegarían puntualmente para la cita.
Sea cual fuere la explicación, lo notable es que el patrón migratorio de los tiburones tigre en el Atlántico W se parece más al de las aves, algunos mamíferos marinos y las tortugas que al de otros peces.

Foto: Raquel Rossa.
¿Tiburones tigre en este lado del Atlántico? Aunque alguno de los ejemplares marcados llegó a estar cerca de la dorsal, ninguno llegó a cruzarla. Lo que no quiere decir que no lo hagan.
De vez en cuando algunos individuos se aventuran hacia esta parte del Atlántico, con toda probabilidad a lomos de la poderosa Corriente del Golfo. Tenemos registros esporádicos en zonas tan alejadas de las aguas cálidas del Caribe como Islandia, costa sur de Inglaterra (este dudoso) y otro, el de la fotografía de abajo, en la región del Charente Marítimo, costa noroccidental francesa.

Ejemplar de 305 cm capturado en julio de 2007. Fuente: Sud Ouest.
Más abajo, en el Cantábrico y en Galicia... Seguimos alerta... no vaya a ser.
_______________
¹James S. E. Lea, Bradley M. Wetherbee, Nuno Queiroz, Neil Burnie, Choy Aming, Lara L. Sousa, Gonzalo R. Mucientes, Nicolas E. Humphries, Guy M. Harvey, David W. Sims, Mahmood S. Shivji (2015). "Repeated, long-distance migrations by a philopatric predator targetting highly contrasting ecosystems". Scientific Reports, 5: 11202. doi: 10.1038/srep11202.
²David A. Ebert, Sarah Fowler, Leonard Compagno, Marc Dando (2013). Sharks of the World: A Fully Illustrated Guide. Wild Nature Press, Plymouth. David A. Ebert, Matthias F. W. Stehmann (2013). FAO Species Catalogue for Fishery Purposes: Sharks, Batoids and Chimaeras of the North Atlantic. FAO, Roma.
³Jonathan M. Werry, Serge Planes, MichelL. Bernumen, Kate A. Lee, Camrin D. Baun, Eric Clua (2014). "Reef-Fidelity and Migration of Tiger Sharks, Galeocerdo cuvier, across the Coral Sea". PLoS ONE 9(1) e83249. doi: 10.1371/journal.pone.0083249

Musola (Mustelus mustelus)

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Foto: National Marine Aquarium, Plymouth, UK.

Musola

Mustelus mustelus (Linnaeus, 1758)

(es. Musola; gal. Cazón liso, canexa, camarín, cañarín; in. Smooth-hound; port. Caçao liso.)

Orden: Carcharhiniformes
Familia: Triakidae

Las musolas son de los tiburones más abundantes en nuestra costa, y también en los acuarios de todo el país, dado que se adaptan bien a la vida en cautividad. Si vais a la Casa dos Peixes de Coruña o al acuario de O Grove, las veréis descansando sobre el fondo (son de hábitos principalmente nocturnos), aparentemente tranquilas mientras no le quitan ojo al lento deslizarse de los tiburones toro (Carcharias taurus), también habituales.
Como el cazón (Galeorhinus galeus), con el comparte familia, la musola es un tiburón de aspecto soso y anodino. No tiene tiene ojos fieros ni dientes asesinos, y su cuerpo esbelto no desprende una sensación de potencia y poderío, con lo que la gente tiende a olvidarse de él y centrarse, con una exclusividad casi insultante, en las lentas pasadas de Gastón, por ejemplo. Sin embargo, es una especie que vale la pena conocer... y conservar. La IUCN la ha catalogado como Vulnerable, pese a su teórica abundancia, pues se ha constatado un importante descenso en sus poblaciones.

Descripción. El cuerpo de la musola es esbelto, con una cabeza y un rostro cortos. La boca es también corta, con forma angular, pliegues labiales largos (el superior es ligeramente más largo que el inferior) y dentículos bucofaríngeos sólo en el extremo anterior de la lengua y paladar. Grandes ojos ovalados situados bastante juntos en posición dorsolateral; presentan membrana nictitante rudimentaria y nítida carena subocular. Espiráculos grandes detrás de los ojos. Espacio internarial amplio, entre 2,4-3,0% de la longitud total. Las dos aletas dorsales son altas (la segunda algo más pequeña que la primera y mucho mayor que la aleta anal), con la primera originándose detrás de la axila pectoral, cerca de su extremo. Presenta una cresta interdorsal. Pectorales anchas y ligeramente falcadas. El lóbulo terminal de la caudal es largo en los juveniles y más corto en los adultos, y siempre diferenciado con una muesca bien marcada; el inferior es corto, levemente falciforme en los adultos.
Librea de un color gris parduzco uniforme en el dorso y costados; superficie ventral blanquecina. Carece de lunares blancos, a diferencia de la musola pinta (Mustelus asterias), pero a veces puede presentar unas pequeñas manchas oscuras dispersas en los flancos.

Foto: Ocean Aquarium, Estambul.
Dentición. Dientes molariformes similares en ambas mandíbulas, especialmente preparados para triturar conchas. Son de cúspide baja y roma, y están dispuestos en forma de mosaico. En los dientes laterales de la mandíbula superior puede apreciarse una pequeña cuspidilla secundaria, particularmente en los jóvenes.

Fuente: J-elasmo.
Talla. Tiburón de mediano tamaño, con una talla máxima registrada de 165 cm. Al nacer miden alrededor de 39 cm. Los machos son maduros entre 70-74 cm y pueden superar los 110 cm; las hembras maduran hacia los 80 cm y llegan al menos hasta los 165 cm, correspondientes a un ejemplar capturado en el Adriático¹.

Reproducción: Especie vivípara placentaria, con cordón umbilical liso. Camadas de 4 a 15 crías (Barrull & Mate citan hasta 22) tras un periodo de gestación de 10-11 meses. El ciclo reproductivo es anual, si bien algunas hembras se reproducen en años alternos, dejando un periodo de reposo entre los embarazos². La mayor parte de los datos biológicos de que disponemos proceden del Mediterráneo. Parece ser que los apareamientos son más frecuentes entre primavera y comienzos del verano y los partos en primavera (finales de abril, principios de mayo en Túnez)³.
La longevidad máxima observada ha sido de 25 años.

Dieta. Especie especializada en crustáceos (cangrejos, cigalas, langostas, etc.), aunque también consume cefalópodos y pequeños peces óseos como las anchoas.

Hábitat y distribución. La musola es un tiburón eminentemente demersal. Se encuentra en el borde superior del talud y sobre la plataforma continental, desde los 5 hasta, al menos, los 350 m, aunque más común entre los 5-50 m. Parece que hay una cita de un ejemplar encontrado a 624 m en la zona oriental del mar Jónico. A veces muestra costumbres pelágicas, en aguas intermedias, si bien prefiere nadar cerca del fondo.

Según Ebert et al. 2013.
El área de distribución discurre todo a lo largo de la fachada del Atlántico nororiental templado, desde las Islas Británicas hasta Suráfrica (llegando incluso a bordear su extremo sur para alcanzar las costas del Índico), incluyendo las Canarias, Azores y Madeira. También en el Mediterráneo.

Pesca y conservación. La musola se captura en abundancia sobre todo con arrastre y palangre de fondo, en algunas zonas con redes de enmalle, y a veces desde la misma playa, por pescadores con caña. Es una especie de interés comercial: su carne es apreciada para su consumo, humano y animal, tanto fresca como salada o ahumada; también se aprovecha el aceite de su hígado y, como no, las aletas. En las Islas Británicas es apreciada por los pescadores "deportivos".
Aunque en general la musola está considerada una especie de común a abundante, la creciente (y a veces localmente brutal) presión pesquera a la que está siendo sometida, ha puesto sus diversas poblaciones en franco declive y, en consecuencia, ha hecho que la IUCN le haya otorgado el estatus de Vulnerable, advirtiendo de la urgente necesidad de monitorizar correctamente las capturas y evaluar la situación de las poblaciones locales, tanto de ésta como del resto de musolas.

En el Acuario de O Grove. Foto: Miguel Muniz Domínguez, Faro de Vigo.
En el Atlántico NE las cifras de desembarcos y capturas accidentales no están muy claras, en el mejor de los casos, pues muchas veces se mete en el mismo saco la musola (M. mustelus), la musola pinta (M. asterias), y en ocasiones incluso la mielga (Squalus acanthias). En el Mediterráneo ocurre algo parecido, si bien aquí los descartes son inferiores, la carne es más apreciada para consumo humano: las estadísticas no suelen discriminar entre M. mustelus, la especie más abundante, M. asterias y M. punctulatus. Y en las costas de África la situación empeora a pasos agigantados: el incremento de la capacidad y eficiencia pesquera en determinados países, unido al descenso de capturas de diversas especies costeras y de carcharhínidos, han puesto a la musola en el punto de mira de redes y anzuelos. La IUCN advierte de que en algunas zonas las capturas deberían reducirse nada menos que a la mitad para que la pesquería sea sostenible.

Ejemplares en la lonja de Barbate. Foto de A. M. Arias, Ictioterm.
A ver cuánto nos dura.
___________________________
¹Joan Barrull, Isabel Mate (2002). Tiburones del Mediterráneo. Llibreria El Set-ciènces, Arenys de Mar.
²Cástor Guisande González et al. (2011). Tiburones, rayas, quimeras, lampreas y mixínidos de la costa atlántica de la Península Ibérica y Canarias. Ediciones Díaz de Santos, Madrid.
³Serena, F., Mancusi, C., Clò, S., Ellis, J. & Valenti, S.V. 2009. Mustelus mustelus. The IUCN Red List of Threatened Species. Version 2015.2. <www.iucnredlist.org>. Consultada el 4 de julio de 2015.
Guisande González et al., 2011.
David A. Ebert, Sarah Fowler, Leonard Compagno, Marc Dando (2013). Sharks of the World: A Fully Illustrated Guide. Wild Nature Press, Plymouth.
Serena, Mancusi et al., 2009.

Ataques en perspectiva: Miedo e información

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Tiburón blanco (Carcharodon carcharias). Foto de Frank West.
0. Tiburones, ataques, miedo y desconocimiento. El miedo a los tiburones, a ser devorado por uno bien grande y con muchos dientes, seguramente en un ataque brutal y despiadado, está muy extendido por buena parte del planeta. Llega incluso a lugares donde nadie recuerda haber visto ni oído jamás noticia de un suceso semejante. Es uno de los miedos más absurdos que existen.
     Con motivo o sin él, la palabra 'tiburón' sigue evocando en la mente de demasiadas personas pesadillas de sangre y de muerte, aun a pesar de las decenas de documentales de tv (con algunas excepciones), de los centenares de publicaciones en revistas especializadas y en diversos soportes de los grandes mass media ofreciendo todo un arsenal de evidencias científicas, datos objetivos, estadísticas, etc., en contra de semejante idea.
     Un par de "ataques" en cualquier zona remota del globo bastan para neutralizar todo ese arduo trabajo, para que esa armadura pedagógica construida con tanto esfuerzo se venga abajo en el cerebro del espectador como un castillo de naipes. De nuevo el tiburón se aparece como un asesino sediento de sangre, y de nuevo algunos gobernantes desaprensivos aprovechan la ocasión para exhibirse ante el pueblo como paladines de su seguridad autorizando batidas que no solo no logran jamás encontrar al "culpable", sino que además resultan caras, contraproducentes y de todo punto ineficaces, como se ha demostrado recientemente en Australia Occidental.
     Ante la irracionalidad del miedo y la irracional estupidez de no pocas autoridades públicas, solo cabe un recurso, el mismo, una y otra vez, con isistencia: el conocimiento y la educación. Al fin y al cabo ya sabemos que el componente principal del miedo es la ignorancia: se teme lo que no se conoce. Una vez más, hay que tomar los datos y evidencias científicas y volver a ponerlos sobre la mesa, a ser posible adoptando nuevas estrategias, nuevas formas de presentación, que nos permitan cuestionar nuestros miedos observando los ataques desde la perspectiva adecuada. Esto es lo que ha hecho un grupo de científicos californianos hace pocos días, con la publicación de un informe* en el que se demuestra que, contrariamente a lo que la gente cree, sobre todo tras los últimos ataques de tiburón ocurridos en Carolina del Sur, el riesgo de ser atacado por un tiburón blanco en California no solo no han aumentado, sino que ha disminuido en más de un 91% con respecto a mediados del siglo pasado.
     Pero antes de echar un breve vistazo a estas cifras, es interesante entender qué es exactamente el miedo.

Foto de Lisa Perla.
1. ¿Qué es el miedo? El miedo puede definirse como la angustia o el recelo de que algo malo nos suceda, a nosotros o a los nuestros. Tenemos miedo al fracaso, al ridículo, a la muerte, al dolor, a una mutilación, a una pérdida. Como todo sentimiento, el miedo no siempre (o casi nunca) obedece a una causa totalmente objetiva y racional, es decir, ponderada ecuánimemente en todas sus dimensiones. Así, un náufrago en mitad del océano, rodeado de tiburones hambrientos y sin la más mínima perspectiva razonable de ser avistado por un buque o un avión de rescate, tiene razones más que suficientes para sentir algo más que miedo; en cambio, un señor de barba que se va a poner a remojo en la playa de la Lanzada, pues no.
     Casos extremos y absurdos aparte, un mismo elemento o circunstancia puede paralizar de terror a algunas personas o suscitar un moderado sentimiento de alerta o de preocupación en otras. Todos manejamos nuestros miedos como podemos, y no todos nos enfrentamos a la realidad de igual manera. De hecho, podemos establecer una escala de todos nuestros miedos según su grado de racionalidad o de irracionalidad y según nuestra forma de gestionarlos. Los que tienen hijos lo entenderán perfectamente si piensan, por ejemplo, en la primera vez que dejamos que crucen solos la calle. Sabemos que hay un hermoso paso de cebra que los conductores suelen respetar (a veces hay también un semáforo), sabemos que los críos han aprendido las normas más elementales y las ponen en práctica con la más ejemplar corrección, y en unos pocos casos, la verdad es que el niño ya tiene 15 años y no es daltónico ni tarado... pero el miedo a que ocurra algo siempre está ahí: a veces se manifiesta como una imagen fugaz que manejamos sin problema y dejamos pasar sin que apenas nos roce, pero para algunas personas es como una aguja que se les clavara en la piel. En la carretera, donde hay muchos coches y muchos conductores, siempre hay un riesgo, por mínimo que sea, y basta que conozcamos un solo caso desgraciado para que en determinados momentos se nos encoja el corazón.
     Pero hay un elemento racional, objetivable, en todo esto. Por eso, cuando desaparece la causa o cambian las circunstancias, el miedo se evapora. Nadie tiene miedo de los coches y del tráfico cuando está en su salón viendo la tele, con los críos durmiendo plácidamente en su habitación. Las palabras 'tráfico' y 'automóvil' han perdido el poder de generar angustia o aprensión. En cambio, mucha gente lee u oye la palabra tiburón y solo piensan en que la semana que viene se van a la playa (que a lo mejor no está precisamente en Australia, sino en la provincia de Lugo). Y sin embargo, los coches matan y mutilan horriblemente a más personas que los tiburones, objetivamente hablando. ¿Por qué empeñarse en sentir miedo?

Foto: Félix Lugo.
2. ¿Miedo o fobia? En realidad, salvo en determinados lugares y circunstancias, el miedo a los tiburones está más cerca de la fobia, definida por la RAE como un terror irracional y compulsivo, que del miedo propiamente dicho, tal como lo hemos analizado arriba. ¿No entraría en esta categoría el miedo que mucha gente de aquí, de Galicia y de España en general, tiene a los tiburones, que asocian casi instintivamente con el prototipo, totalmente injusto e inmerecido, del tiburón asesino, el gran tiburón blanco? No pocos bañistas de por aquí oyen la palabra tiburón, ven una aleta de peregrino cerca de la costa (en fotografía), y se le disparan todas las alarmas.
     Más o menos entienden que una cosa es bañarse en ciertos lugares de Australia, Suráfrica, o los EEUU, y otra muy distinta hacerlo en Ribadeo o en la bocana de la ría de Muros, donde ningún paisano se ha visto jamás triturado entre las magníficas fauces del Carcharodon carcharias (y en algún caso no habrá sido por falta de velas al Apóstol). Y sin embargo...

3. Aguas un 91% más seguras en 2013 que en 1950. Pese a las apariencias, pese a todos nuestros miedos y fobias (los nuestros y los de las gentes de allí), un grupo de científicos norteamericanos ha demostrado con datos estadísticos que el riesgo de ser atacado por un gran blanco es muy inferior hoy en día de lo que lo era hace 60 años. Inferior en más de un 91%. Y estamos hablando de California, donde sí hay una importante población de tiburones blancos y donde sí ha habido ataques a personas.
     Los autores tomaron las cifras de los ataques producidos a lo largo de estos años (86 ataques, 13 con resultado de muerte) y las pusieron en relación con las estadísticas de crecimiento de la población costera, fija y de temporada, y del número de practicantes de diversos deportes y actividades acuáticas. Los datos son demoledores: en 2013 la población costera se ha multiplicado por tres con respecto a 1950; de 7000 surfistas se ha pasado a 872 000; de alrededor de 2000 buceadores titulados a principios de los 60, hemos llegado a 408 000.
     Hoy hay muchos más miles de personas que permanecen el el agua durante periodos de tiempo más prolongados que hace 60 años, la población de tiburones blancos parece que se mantiene estable o incluso, para algunas fuentes, que ha aumentado gracias a unas extremas medidas de protección, y sin embargo el riesgo es muy inferior. ¿Cómo es eso posible?

Foto: j-m ghislain.
4. Causas del descenso. La causa principal que señalan los autores del estudio es (¿lo adivináis?) el conocimiento. Conocer a los tiburones nos permite saber cuándo y cómo evitarlos, conocer sus movimientos y sus preferencias, identificar puntos calientes y puntos fríos, y por tanto anticiparnos.
"Por ejemplo, hay una mayor probabilidad de encontrarse con grandes tiburones blancos en la costa de California en otoño que en primavera, cuando emigran hacia Hawai. El riesgo de toparse con un tiburón es más alto al atardecer. (...) En el condado de Mendocino, resulta 24 veces más seguro surfear en marzo que en octubre y noviembre; y si los surfistas eligen el tramo de costa entre Los Angeles y San Diego en marzo, pueden estar 1566 veces más seguros que durante los meses de otoño en Mendocino."
Hay que recordar siempre que en este asunto la parte supuestamente racional somos nosotros. Somos nosotros quienes debemos anticiparnos, ser precavidos. Con la misma normalidad con que consultamos el parte meteorológico cuando nos preparamos para ir a la playa o a practicar algún tipo de deporte acuático, en ciertas zonas la gente puede y debe consultar cuándo y dónde hay más riesgo de tener un encuentro no deseado con un tiburón blanco, y cuándo y dónde es posible echarse al agua con tranquilidad.
     Los autores creen también que la recuperación de las poblaciones de elefantes marinos en California (de menos de 100 ejemplares a finales del XIX se ha pasado a más de 100 000 actualmente) es otro factor importante: ha contribuido a la estabilidad y ligero aumento de la población de tiburones pero también a atraerlos hacia sus zonas donde se congregan y donde crían, alejándolos de este modo de los lugares ocupados por las personas. En suma, un océano un poco más sano también ayuda.
     Lo que no ayuda, lo que no sirve para nada, son las batidas, la caza indiscriminada de tiburones. Además de romper el equilibrio del mar, lo que consigue es acabar con especies "inocentes" y consumir un montón de dinero público que podría invertirse en algo más fructífero y de eficacia demostrada: conseguir más información y datos más exactos, y transmitírselos a los usuarios de las playas. El año pasado, tras unos ataques fatales ocurridos en aquellas aguas, el gobierno de Australia Occidental se gastó 22 millones de dólares australianos en batidas y no logró capturar ni un solo tiburón blanco [véase también Matar tiburones para protegernos es absurdo].

El bellísimo Carcharodon carcharias en una imagen extraordinaria de Daniel Botelho.

5. Dos datos contra miedos y fobias. En California, donde (insistimos) hay tiburones blancos y donde se han producido ataques, algunos fatales, un bañista tiene 1817 veces más probabilidades de morir ahogado que de ser atacado por uno de estos tiburones. En cuanto a los buzos, están 6897 veces más expuestos a terminar en el hospital por culpa de un accidente bárico que de un mal encuentro con el magnífico Carcharodon carcharias.
  
Podemos ir a la playa tranquilos.

___________________________
*Ecological Society of America. "To avoid dangerous shark encounters, information trumps culling: Risk of great white shark attack in California waters down 91 percent since 1950, researchers report."ScienceDaily. <www.sciencedaily.com/releases/2015/07/150710110418.htm>, consultado el 12 de julio de 2015.
Podéis acceder al informe desde aquí.
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